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Sennewald,	Mariano
Hijos	de	la	intimidad:	la	generación	que	manifestará	a	Dios	en	la	tierra.-
2a	ed.	-	Monte	Grande	:	el	autor,	2015.
239	p.	;	21,5x14	cm.
ISBN	978-987-33-8030-3
ISBN	978-148-35-6837-9
1.	Cristianismo.	I.	Título
CDD	230
Diseño	gráfico:	María	José	Tórrez	Villa-Gómez.
Corrección:	Natalia	Corsi,	Gisela	Sawin	y	Marianela	Liboa.
Distribución	y	pedidos	por	mayor:	misionproducciones​@outlook.com
ÍNDICE
COMENTARIOS
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO	1				·			Hijos	de	la	intimidad
CAPÍTULO	2				·			Hijos	del	viento
CAPÍTULO	3				·			Fijos	los	ojos	en	el	Padre
CAPÍTULO	4				·			Erradicando	el	espíritu	de	orfandad
CAPÍTULO	5				·			Experimentando	la	paternidad	divina
CAPÍTULO	6				·			Vistos	y	amados	por	el	Padre
CAPÍTULO	7				·			De	esclavos	a	hijos–	Parte	I
CAPÍTULO	8				·			De	esclavos	a	hijos–	Parte	II
CAPÍTULO	9				·			Perdidos	en	los	negocios	del	Padre
CAPÍTULO	10		·			Despiertos	a	la	gloria	del	Padre
CAPÍTULO	11		·			Padres	de	generaciones
CAPÍTULO	12		·			La	revolución	de	los	hijos	de	Dios
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
COMENTARIOS
Es	 sorprendente	 ver	 cómo	 Dios	 está	 levantando	 y	 moviendo	 las
aguas	de	una	generación	apasionada	que	quiere	ver	a	Dios	como	Señor,
desea	verlo	manifestarse	como	Rey,	pero	por	sobre	todo	está	buscando	a
Dios	como	Padre.	Es	allí	donde	comienza	el	clamor	de	los	hijos	de	la
intimidad.	 Te	 animo	 a	 que	 dejes	 tu	 reputación	 de	 lado	 y	 te	 presentes
delante	de	Él	con	el	mayor	título	que	te	fue	otorgado	en	esta	tierra,	que
es	ser	hijo	de	Dios	y	que	te	vuelvas	un	verdadero	íntimo.	Espero	que	este
libro	te	lleve	cada	vez	más	cerca	del	corazón	del	Padre	así	como	lo	hizo
conmigo.
Lucas	Conslié
Ministro	de	adoración,	ministerio	Toma	Tu	Lugar,	Córdoba,	Argentina.
Hoy	en	nuestro	mundo	tan	turbulento,	mientras	algunos	están	orando
para	 que	 Dios	 nos	 saque	 de	 este	 planeta	 tan	 perdido	 y	 otros	 están
declarando	el	juicio	de	Dios,	yo	escucho	la	voz	del	Padre	por	medio	de
Isaías	60:1-2	proclamar:
“Levántate,	 resplandece;	 porque	 ha	 venido	 tu	 luz,	 y	 la	 gloria	 de
Jehová	 ha	 nacido	 sobre	 ti.	 Porque	 he	 aquí	 que	 tinieblas	 cubrirán	 la
tierra,	 y	 oscuridad	 las	 naciones;	 mas	 sobre	 ti	 amanecerá	 Jehová,	 y
sobre	ti	será	vista	su	gloria”.	El	problema	no	es	el	enemigo,	el	problema
es	que	no	sabemos	quiénes	somos.	Fuimos	diseñados	para	brillar	en	la
oscuridad,	 no	 para	 huir	 de	 ella.	 Todo	 Latinoamérica	 espera	 la
manifestación	de	los	hijos	de	Dios.	Mariano	tiene	su	cabeza	recostada
sobre	 el	 pecho	 de	 Jesús	 y	 está	 escuchando	 lo	 que	 el	 Espíritu	 está
diciendo	 a	 la	 Iglesia:	 Jesús	 vino	 para	 salvar	 lo	 que	 se	 había	 perdido.
Nuestra	identidad	es	ser	hijos	de	la	Intimidad.
Roger	Cunningham
Pastor,	Iglesia	Cristiana	La	Viña	Las	Condes,	Santiago,	Chile.
Tengo	 el	 alto	 honor	 de	 conocer	 a	 Mariano	 Sennewald	 desde	 hace
algunos	 años,	 conocer	 a	 su	 familia	 y	 el	 magno	 trabajo	 que	 están
desarrollando	junto	a	los	santos	de	MiSion	a	favor	de	esta	y	las	próximas
generaciones.	Reconozco	que	él	es	un	verdadero	hijo	de	la	intimidad,	al
cual	Dios	le	ha	dado	una	voz	que	ahora	llega	a	nosotros	de	forma	escrita.
Sin	lugar	a	dudas,	aquí	se	vuelcan	años	de	experiencia	junto	a	verdades
presentes	 que	 son	 parte	 de	 la	 preparación	 del	 Cuerpo	 de	 Cristo.
Recomiendo	 plenamente	 este	 libro	 para	 todos	 aquellos	 que	 entienden
que,	 como	 generación,	 estamos	 siendo	 formados	 en	 el	 secreto	 para
manifestarse	 en	 lo	 público	 como	 hijos	 de	 la	 intimidad	 con	 el	 Padre.
Gracias	Mariano	por	ser	un	instrumento	de	justicia	en	nuestra	generación
y	disponer	tu	vida	para	servir	a	la	Iglesia	en	toda	la	tierra.
Gustavo	Lara
Apóstol,	Ministerio	UNGE,	Buenos	Aires,	Argentina.
Indiscutiblemente	 la	 venida	 de	 Jesús	 se	 acerca	 y	 El	 Padre	 está
restaurando	la	identidad	del	Cuerpo	de	Cristo	a	nivel	mundial.	Lo	está
haciendo	 a	 través	 de	 una	 generación	 de	 íntimos	 totalmente	 libres	 y
transformados.	Éstos,	han	comprendido	que	el	mayor	éxito	y	propósito
de	nuestra	existencia	es	cumplir	el	primer	y	segundo	mandamiento	desde
el	fundamento	eterno	de	la	herencia	de	nuestra	identidad	como:	Hijos,
Novia,	Reyes	y	Sacerdotes	de	Dios.	En	mi	opinión	Mariano	Sennewald
además	 de	 ser	 un	 modelo	 y	 prototipo	 atinado	 de	 un	 “Hijo	 de	 la
intimidad”,	 es	 un	 verdadero	 precursor,	 representante	 y	 vocero	 de	 esta
generación,	que	llevará	este	mensaje	a	todo	Iberoamérica.
David	Lugo
Ministro	de	Adoración,	Ministerio	IHOP,	Kansas	City,	Estados	Unidos.
Cada	 vez	 que	 lo	 he	 visto	 a	 Mariano	 hablar	 en	 conferencias,	 he
quedado	 deslumbrado	 al	 ver	 cómo	 logra	 con	 frescura	 compartir	 algo
nuevo	y	provocador.	Al	leer	este	libro,	me	doy	cuenta	que	logró	hacer
esto	mismo	en	él.	Transmite	gran	nivel	de	energía	y	entusiasmo	sobre
nuestra	identidad	como	hijos	de	la	intimidad.	Me	desafió	a	verme	como
me	veo	en	la	Presencia	de	Dios	y	a	cuestionarme	la	brecha.	Si	quieres	un
salto	cuántico	en	tu	vida	espiritual,	lee	este	libro.
Gonzalo	Zubieta
Consultor	internacional	en	Estrategia	y	Liderazgo,	Santiago,	Chile.
Creo,	 sin	 temor	 a	 equivocarme,	 que	 este	 libro	 que	 tienes	 en	 tus
manos,	es	uno	de	los	mensajes	más	claros	que	el	Cielo	está	hablando	a
esta	 generación.	 No	 solo	 es	 un	 buen	 libro	 sino	 que	 es	 un	 activador,
ningún	lector	quedará	igual	después	de	ser	expuesto	a	la	Palabra	de	Dios
revelada	 en	 cada	 página.	 Cuando	 termines,	 querrás	 responder	 a	 ese
llamado	 de	 pasar	 de	 la	 teoría	 a	 la	 práctica	 y	 ser	 parte	 de	 los
representantes	y	embajadores	de	Dios	para	este	tiempo.	Y	lo	que	más	me
bendice	es	que	el	autor,	mi	amigo	Mariano,	vive	lo	que	escribe.
Menny	Escobar
Pastor,	Iglesia	Rey	de	Reyes,	Buenos	Aires,	Argentina
La	vida	y	el	mensaje	del	Espíritu	en	la	voz	de	Mariano	Sennewald
hacen	eco	en	nuestro	ser,	alimentan	la	eternidad	y	generan	fruto.	El	libro
que	 tienes	 en	 tus	 manos	 es	 el	 resultado	 de	 una	 vida	 en	 el	 secreto,	 de
decisiones	 radicales	 y	 tiempos	 proféticos	 escuchando	 el	 corazón	 del
Padre.	No	son	palabras	al	viento;	es	un	mensaje	para	una	generación	que
crece	y	gestiona	su	vida	desde	el	secreto	y	la	intimidad.	Este	no	es	un
libro	sobre	argumentos	o	exposición	de	ideas,	sino	un	llamado	profético
a	las	generaciones	y	una	clave	apostólica	para	los	santos.	Este	mensaje
alimentará	 el	 desarrollo	 de	 los	 diseños	 de	 Dios	 en	 tu	 vida	 y	 serán
principios	de	sabiduría	y	poder	divino	para	caminar	en	los	caminos	del
Hijo,	movido	por	el	Espíritu	Santo,	agradando	a	Papá	en	todo.
Rodrigo	Gorjón
Pastor,	Centro	Familiar	de	Adoración,	Córdoba,	Argentina.
He	sido	bendecido	por	poder	conocer	a	mi	hermano	Mariano	durante
toda	su	vida	y	he	sido	testigo	de	su	búsqueda	incansable	por	la	Presencia
de	 Dios.	 Es	 allí	 donde	 recibe	 la	 revelación	 continua	 sobre	 la	 que	 se
fundamenta	 su	 vida,	 familia	 y	 ministerio.	 Hijos	 de	 la	 intimidad	 es	 el
llamado	de	Dios	a	conectarte	con	un	estilo	de	vida	de	dependencia,	guía
y	 abandono	 al	 Espíritu	 Santo	 de	 Dios	 que	 te	 llevará	 a	 ser	 la
representación	 exacta	 de	 Jesús	 y	 manifestar	 Su	 gloria	 a	 este	 mundo
perdido.	 Jamás	 podremos	 ir	 en	 búsqueda	 de	 los	 perdidos	 sin	 la
revelación	de	que	primero	hemos	sido	encontrados.
Sebastián	Sennewald
Evangelista,	Iglesia	El	Encuentro,	Ministerio	EMUBA,	Buenos	Aires,	Argentina.
Conozco	 al	 autor	 de	 este	 libro	 como	 nadie,	 hemos	 sido	 amigos,
novios	y	hace	muchos	años	un	feliz	matrimonio.	Hay	algo	que	siempre
me	ha	conmovido	y	no	ha	cambiado,	sino	que	crece	y	se	fortalece	cada
día:	Su	amor	y	deseo	incansable	de	escuchar	la	voz	del	Padre	y	hacer	oír
esa	Voz	a	todo	el	mundo.	Veo	tanto	del	Padre	en	su	vida	y	este	libro	es
solo	una	muestra	escrita	de	lo	que	él	vive	cada	día.	He	sido	la	primera	en
leer	Hijos	de	la	intimidad,	y	estoy	convencida	de	que	será	un	proceso	de
transformación,	sanidad	y	restauración	en	cada	uno	que	lo	lea.	En	estas
páginas	lograrás	descubrir	al	Papá	que	te	soñó	y	formó	para	que	estés
cerca	de	Él	y	lo	reveles	a	otros.	Deseo	que	este	mensaje	vivo	te	enamore
de	Jesús	y	avive	tu	vida	como	lo	hizo	y	lo	sigue	haciendo	conmigo.
Analía	Mora	de	Sennewald
Ministerio	MiSion	Centro	de	Entrenamiento	Ministerial,	Buenos	Aires,	Argentina.
DEDICATORIA
Dedico	este	libro	a	quienes	me	han	mostrado	la	naturaleza	del	Padre
a	 través	 de	 sus	 vidas	 como	 hijos	 de	 Dios	 durante	 toda	 mi	 vida.	 Cada
pequeño	 acto	 de	 amor	 divino	 que	 he	 visto	 en	 cientos	 de	 hombres	 y
mujeres	que	viven	como	hijos	de	la	intimidad,	me	ha	revelado	que	Él	es
real	y	cercano,	y	han	incrementado	mi	deseo	de	vivir	para	Él.
A	los	hijos	del	Viento,	que	de	forma	invisible,	anónima,	espontánea,
impredecible,	 poderosa	 y	 constante,	 revelan	 al	 Padre	 cada	 semana	 en
cada	 rincón	 de	 la	 tierra,	 sin	 esperar	 los	 aplausos	 del	 hombre	 sino	 la
recompensa	del	cielo.
A	todos	los	que	están	dispuestos	a	morir	a	las	tradiciones	humanas	y
religiosas,	para	establecer	la	denominación	celestial	en	la	tierra.
A	los	que	pagan	el	precio	de	discipular	personas	más	que	realizar
tareas,	 convirtiéndose	 en	 padres	 espirituales	 para	 una	 generación
huérfana	de	alma.
A	los	que	están	dando	su	vida	por	transformar	la	realidad	con	los
ojos	fijos	en	la	eternidad.
AGRADECIMIENTOS
A	 Quien	 se	 reveló	 a	 mi	 vida	 como	 un	 Padre	 cercano,	 y	 me	 dice
constantemente	que	me	ama	y	le	caigo	bien.	¡Gracias	por	ser	más	real
que	el	aire	que	respiro	y	darle	sentido	a	todo!
A	mi	compañera	perfecta,	el	amor	de	mi	vida.	Sin	vos,	nunca	podría
haber	escrito	este	libro,	haces	que	me	sienta	pleno	y	feliz,	sos	la	muestra
visible	y	tangible	que	Dios	premia	a	quiénes	le	honran.
A	la	mayor	inspiración	de	este	libro,	mi	princesa	Conie.	Todo	lo	que
aquí	está	escrito	nació	contigo.	Has	sido	mi	mayor	seminario,	me	diste
un	doctorado	en	amor,	felicidad,	plenitud	y	me	desafiaste	a	ser	un	mejor
hombre,	 el	 papá	 que	 te	 mereces.	 Mi	 vida	 cambió	 cuando	 me	 dijiste
“papá”	por	primera	vez.
A	mis	padres,	les	debo	todo	lo	que	soy.	Papá,	sos	la	persona	que	más
ha	 influenciado	 en	 mi	 vida,	 te	 admiro	 y	 sigo	 aprendiendo	 como	 es	 el
Padre	 cuando	 te	 miro.	 Mamá,	 siempre	 creíste	 en	 mí	 cuando	 ni	 yo	 lo
hacía,	soy	fruto	de	tus	oraciones	y	perseverancia,	gracias	por	nunca	darte
por	vencida.	A	mi	hermano	Sebastián	y	el	resto	de	mi	familia,	gracias
por	su	paciencia	y	compañía	en	esta	maravillosa	aventura.
De	 forma	 especial	 agradezco	 a	 mis	 hijos	 espirituales,	 no	 tengo
palabras	para	decirles	cuánto	los	amo,	caminar	con	ustedes,	discipularlos
y	disfrutarlos,	ha	inspirado	mucho	del	contenido	de	este	libro.
A	la	iglesia	El	Encuentro,	instituto	MiSion	y	todos	mis	amigos	del
Reino	en	tantas	ciudades	y	naciones:	¡Qué	honor	ser	parte	de	la	familia
de	Dios	en	la	tierra!
Por	último,	agradezco	a	quienes	hicieron	posible	que	este	mensaje
salga	a	la	luz:	Majo	Torrez,	¿cómo	se	agradece	tanta	excelencia	y	amor?
Tu	trabajo	de	diseño	es	sublime,	pero	lo	que	más	me	impacta	es	que	con
cada	actitud	me	mostrás	a	Jesús,	¡gracias!.	Natalia	Corsi,	sos	un	regalo
de	Dios	para	mi	vida,	gracias	por	la	dedicación	para	corregir	el	texto,	tu
aporte	 vale	 oro.	 Gisela	 Sawin,	 contar	 con	 tu	 apoyo,	 consejos	 y
colaboración	 me	 hacen	 crecer	 mucho,	 gracias.	 Marianela	 Liboa,	 Dios
recompense	el	tiempo	invertido	en	correcciones,	es	una	bendición	que
seas	parte.	A	todo	el	equipo	de	MiSion,	esto	es	fruto	de	todos,	sigamos
esforzándonos	que	Papá	sonríe	con	cada	paso	que	damos.
PRÓLOGO
Cuando	 Dios	 creó	 a	 Adán	 fue	 con	 la	 intención	 de	 hacer	 una
extensión	de	Su	persona	en	la	tierra.	Las	palabras:	imagen	y	semejanza,
en	el	original	refieren	a	sombra	y	horma.	Fuimos	hechos	por	la	“horma
de	Dios”	para	ser	Sus	representantes	en	esta	tierra.	Satanás	odia	esto,
porque	 es	 una	 posición	 que	 él	 jamás	 volverá	 a	 tener.	 Por	 eso	 nuestro
enemigo,	 como	 padre	 de	 los	 rechazados,	 se	 esfuerza	 para	 imprimir	 y
grabar	en	las	personas	raíces	de	rechazo	para	que	el	ser	humano	se	sienta
y	 viva	 como	 huérfano.	 Sin	 embargo,	 para	 esto	 ha	 venido	 Cristo,	 para
deshacer	 las	 obras	 del	 diablo	 y	 para	 rescatar	 lo	 que	 se	 había	 perdido
desde	el	Edén:	intimidad	con	el	Padre	otra	vez	e	identidad	de	hijos.	Jesús
dejó	de	ser	el	unigénito	de	Dios	para	transformarse	en	el	primogénito	de
muchos	hermanos.
“Mas	a	cuantos	lo	recibieron,	a	los	que	creen	en	su	nombre,	les	dio	el
derecho	de	ser	hijos	de	Dios.	Éstos	no	nacen	de	la	sangre,	ni	por	deseos
naturales,	ni	por	voluntad	humana,	sino	que	nacen	de	Dios”
-	Juan	1:12-13
Somos	hijos	de	Dios	por	Su	voluntad	y	no	por	esfuerzo	de	prácticas
religiosas.	 Esto	 es	 un	 fruto	 de	 Su	 intimidad,	 de	 tener	 Su	 espíritu,	 Sus
características,	 Su	 genética	 en	 nuestro	 interior.	 Hoy	 hay	 mucha	 gente
convencida	pero	pocos	convertidos.	La	conversión	es	una	parte	esencial
en	 la	 reforma	 que	 Dios	 está	 haciendo	 a	 través	 de	 Su	 iglesia	 en	 las
naciones	y	consiste	en	realmente	volver	a	ser	semejantes	al	Padre.	La
evidencia	de	que	alguien	es	hijo	de	la	intimidad	no	es	que	vaya	a	un
templo,	cante	canciones	lindas	o	escuche	prédicas.	Tampoco	es	que	haya
dejado	vicios	o	la	vieja	forma	de	hablar,	sino	que	se	debe	ver	en	su	vida
el	carácter	de	Cristo,	un	hijo	parecido	al	Padre	de	adentro	hacia	afuera.
Y	esto	no	se	puede	fingir	o	aparentar,	es	necesario	nacer	de	nuevo.
Nos	 damos	 cuenta	 de	 que	 el	 Espíritu	 Santo	 está	 restaurando	 una
verdad	 cuando	 una	 revelación	 se	 intensifica	 y	 se	 repite	 en	 diferentes
lugares	y	de	distintas	formas	al	mismo	tiempo.	En	esta	temporada	Dios
nos	 está	 hablando	 mucho	 de	 intimidad	 y	 de	 paternidad	 como	 nunca
antes.	Por	esta	razón	el	libro	que	está	en	tus	manos	es	una	herramienta
alineada	al	hoy	de	Dios	para	tu	vida	y	afectará	tu	legado	en	esta	tierra.
Mariano	Sennewald	es	mi	amigo	personal	desde	hace	muchos	años.
Conozco	su	corazón,	su	familia	y	su	pasión	por	lo	auténtico	de	Dios.	Sin
duda	es	la	persona	indicada	para	inspirar	a	esta	generación	a	vivir	como
Hijos	de	la	intimidad.	Al	comenzar	a	leer	estas	páginas,	con	expectativa
de	 conocer	 más	 de	 la	 esencia	 de	 Dios,	 sin	 duda	 el	 Espíritu	 Santo	 te
llevará	a	salir	de	lo	superficial	y	te	meterá	en	Sus	profundidades.
“Antes	bien,	como	está	escrito:	Cosas	que	ojo	no	vio,	ni	oído	oyó,	ni	han
subido	en	corazón	de	hombre,	son	las	que	Dios	ha	preparado	para	los
que	le	aman.	Pero	Dios	nos	las	reveló	a	nosotros	por	el	Espíritu;	porque
el	Espíritu	todo	lo	escudriña,	aun	lo	profundo	de	Dios”
-	1	Corintios	2:9-11
Al	entender	la	palabra	filiación	tuve	más	entendimiento	del	propósito
de	Dios	en	relación	a	los	hijos	nacidos	de	la	intimidad.	Filiación	es	una
palabra	 que	 se	 usa	 en	 un	 ámbito	 judicial	 para	 determinar	 que	 una
persona	es	legalmente	hijo	de	sus	progenitores.	Sin	embargo,	también	es
un	término	que	se	utiliza	para	las	empresas	o	cualquier	tipo	de	negocio
al	 determinar	 sus	 extensiones	 o	 “filiales”.	 Usualmente	 son	 anexos,	 lo
más	parecido	posible	al	original,	que	expresan	bien	lo	que	uno	quiere
vender	o	comunicar.	Un	ejemplo	claro	de	esto	es	McDonald’s.	Un	día
teníamos	que	ir	con	parte	de	mi	equipo	a	Portugal	y	fue	un	viaje	bastante
largo	con	varias	escalas.	En	veinticuatro	horas	comimos	tres	veces	en
esta	cadena	de	comidas	rápidas.	No	es	que	seamos	fanáticos	de	ese	lugar
sino	que	era	el	único	que	estaba	abierto	y	lo	más	“seguro”	que	teníamos.
La	ventaja	es	que	esa	cadena	de	hamburguesas	es	exactamente	igual	en
cualquier	parte	del	mundo	(nos	ha	salvado	varias	veces).	Trabajan	con	el
sistema	de	“filiales”	donde	todos	sus	restaurantes	tienen	que	ser	lo	más
parecido	al	original	y	por	dicha	razón	tienen	tanto	éxito	a	nivel	mundial.
Dios	 pensó	 en	 nosotros	 para	 que	 seamos	 mucho	 más	 que	 “comida
rápida”,	nos	creó	con	la	idea	que	seamos	sus	“filiales”,	o	sea,	Sus	hijos
en	 esta	 tierra.	 La	 obra	 de	 Cristo	 en	 la	 cruz	 nos	 permite	 volver	 a	 esa
horma	 y	 ser	 otra	 vez	 a	 Su	 imagen	 y	 semejanza	 de	 tal	 manera	 que
representemos	 con	 exactitud	 a	 nuestro	 Creador,	 lo	 más	 parecido	 a	 lo
original	posible.
Sería	 bueno	 que	 tomes	 estos	 próximos	 días	 para	 replantearte	 si
realmente	estás	siendo	“una	buena	filial”	del	cielo	en	la	tierra.	Si	todos
tus	 frutos,	 tus	 obras,	 tu	 carácter	 y	 tus	 reacciones	 demuestran	 que	 eres
Hijo	de	la	intimidad.	Te	animo	a	ser	parte	del	remanente	que	Dios	ha
adoptado	para	marcar	esta	generación,	haciendo	en	la	tierra	como	es	en
el	 cielo.	 No	 te	 distraigas,	 porque	 tiempo	 y	 oportunidad	 acontecen	 a
todos,	así	que	aprovecha	tu	tiempo	y	atrapa	tu	oportunidad	de	vivir	como
un	hijo	de	la	intimidad	con	Dios.
-	Marcos	Brunet
INTRODUCCIÓN
El	 pastor	 dijo	 que	 Dios	 se	 regocijaba	 sobre	 nosotros	 con	 cánticos,
citando	al	profeta	Sofonías.	Al	instante	uno	de	los	ministros	empezó	a
cantar	de	parte	de	Dios:
“Mi	alegría	eres	tú,	hijo	de	mi	corazón
Mi	deleite	eres	tú,	hijo	de	mi	intimidad”
En	ese	momento	pude	sentir	un	calor	en	mi	interior	semejante	al	de
un	 leño	 ardiendo.	 Ese	 fuego	 comenzó	 a	 derretir	 mis	 temores	 hasta
consumirlos	por	completo.	Qué	maravilloso	es	oír	la	música	detrás	de	la
música	y	escuchar	la	voz	de	Dios	envuelta	en	las	palabras.	Una	persona
no	es	verdaderamente	libre	hasta	que	oye	la	voz	del	Padre	susurrar	su
nombre.	 Nunca	 entenderé	 cómo	 Dios	 escoge	 los	 momentos	 para
visitarnos	y	avivarnos.	Camino	a	Damasco…Huyendo	de	Egipto…En	la
cárcel	 de	 Patmos…Durmiendo	 sobre	 una	 almohada	 de	 piedra…,
pareciera	 que	 los	 desiertos	 son	 los	 escenarios	 preferidos	 de	 Dios	 para
hablar	 a	 Sus	 hijos.	 El	 amor	 divino	 es	 capaz	 de	 atravesar	 cualquier
barrera	 para	 despertar	 el	 propósito	 en	 los	 elegidos	 desde	 la	 eternidad.
Dios	 busca	 adoradores	 que	 adoren	 al	 Padre	 y	 hará	 lo	 imposible	 por
encontrarlos.	Los	verdaderos	adoradores	son	hijos.	Donde	se	encuentra
un	hijo	de	Dios,	se	abren	los	cielos,	se	oye	la	voz	del	Padre	y	el	Espíritu
desciende	de	forma	visible.	En	ese	cuadro	te	imagino	con	este	libro	en
tus	manos.	La	canción	que	oí	aquel	día	está	comenzando	a	sonar	en	tu
interior.	 Estás	 a	 punto	 de	 ser	 inundado	 por	 el	 amor	 del	 Padre	 de	 una
manera	sobrenatural.	Su	voz	te	tomará	y	trasladará	a	lugares	altos	como
lo	hace	un	águila	con	sus	crías.
Al	enemigo	le	lleva	años	corromper	una	identidad,	a	Dios	un	instante
restaurarla.	Todos	hemos	sido	definidos	por	el	mundo.	Alguien	nos	dijo
quiénes	 éramos	 y	 qué	 debíamos	 hacer.	 Somos	 el	 resultado	 de
experiencias	 que	 nos	 marcaron	 y	 dictaron	 nuestro	 andar.	 Pero	 ¿qué
sucedería	si	descubres	que	Dios	dice	otra	cosa	sobre	ti?	¿Qué	si	hasta
aquí	has	vivido	para	suplir	las	expectativas	del	hombre	y	no	las	de	tu
Creador?	¿Lo	que	dicen	las	personas	de	ti,	coincide	con	aquello	que	el
Padre	siente	cuando	piensa	en	ti?
Jesús	 preguntó:	 “¿Quién	 dicen	 que	 soy?”	 El	 mundo	 lo	 había
definido:	“Algunos	dicen	que	eres	Juan	el	Bautista,	otros	Elías,	otros
Jeremías	o	alguno	de	los	profetas”.	La	opinión	de	la	gente	disonaba	con
lo	que	el	Padre	pensaba	de	Él.	Entonces,	inconforme	con	la	respuesta
volvió	a	lanzar	el	interrogante:	“Ustedes,	quién	dicen	que	soy?”.	Es	ahí
que	el	discípulo	apasionado	declaró:	“Tú	eres	el	Cristo,	el	hijo	del	Dios
viviente”.	De	repente	Jesús	escuchó	a	alguien	que	lo	definió	en	sintonía
a	lo	que	su	Padre	pensaba	de	él.	El	cielo	y	la	tierra	coincidieron	y	este
hijo	de	la	intimidad	del	Padre	se	activó.	Eso	sucederá	en	los	próximas
días,	la	voz	de	estas	páginas	se	alinearán	con	la	sinfonía	del	cielo	y	de
repente	 el	 Espíritu	 Santo	 comenzará	 a	 danzar	 en	 tu	 interior.	 La
revelación	de	Jesús	nos	lleva	al	descubrimiento	de	quiénes	somos.	Eso
sucedió	con	Pedro.	Nota	que	el	tosco	pescador	no	había	escuchado	esta
declaración	de	ningún	predicador,	ni	la	había	leído	en	ningún	libro.	Sin
duda	la	información	que	tenía	sobre	Jesús	no	era	parte	de	su	herencia
religiosa,	sino	de	su	intimidad	con	el	Padre.	Este	hombre	que	se	estaba
convirtiendo	 en	 un	 fundamento	 inconmovible	 por	 generaciones,	 había
nacido	en	la	intimidad.	Y	entonces	Jesús	lo	definió.	Le	dijo	quién	era	y
qué	haría	con	Él.	Lo	llamó	Simón	Pedro	y	le	dijo	que	sobre	esa	identidad
edificaría	la	Iglesia	gloriosa	que	haría	retroceder	al	infierno	y	desatar	el
cielo	en	la	tierra.	Simón	significa	“el	que	oye	a	Dios”,	Pedro	es	“roca”.
“El	que	oye	a	Dios	es	una	roca”,	pasarán	los	años,	permanecerá	firme	y
Jesús	 podrá	 construir	 Su	 reino	 sobre	 él.	 El	 imperio	 eterno	 está
constituido	por	hijos.	Dios	sueña	con	una	familia.	No	puede	haber	hijos
si	 no	 hay	 un	 Padre.	 Si	 no	 tienes	 entendimiento	 de	 quién	 es	 tu	 Padre,
nunca	podrás	caminar	como	hijo.	Dios	te	adoptó	como	hijo,	¿tú	lo	has
adoptado	como	Padre?	La	revelación	que	tienes	de	Jesús,	determina	tu
identidad.	Él	se	llama	Padre	Eterno	y	tú	Su	hijo	por	los	siglos	de	los
siglos.	 Jesús	 está	 enamorado	 de	 la	 Iglesia.	 Por	 generaciones	 le	 ha
ofrecido	 Su	 corazón,	 no	 a	 una	 institución	 religiosa	 sino	 a	 hombres	 y
mujeres	que	corresponden	a	Su	amor.	Esa	pasión	no	es	estéril,	sino	que
da	como	fruto	hijos.	Éstos	no	nacen	de	normas,	reglamentos	o	principios
de	hombres.	Puedes	heredar	una	religión,	una	denominación	y	hasta	un
ministerio,	pero	tu	relación	con	Dios	no	figura	en	el	testamento,	sino	que
se	 desarrolla	 y	 se	 cultiva.	 Quiero	 animarte	 a	 entrar	 en	 Su	 habitación.
Vayamos	juntos	a	un	lugar	donde	no	hay	otro	sonido	más	que	la	voz	de
Dios.	Por	los	próximos	días	te	desafío	a	que	bajes	el	volumen	de	todo
alrededor.	Entra	en	ese	cuarto	de	intimidad	donde	Dios	te	dirá	cosas	que
no	puede	decirte	en	público.	Lo	que	ilumina	este	ambiente	de	amor	es
una	 luz	 de	 revelación	 que	 te	 hará	 verlo	 como	 nunca	 antes	 lo	 hiciste.
Descubrirás	 aspectos	 de	 Dios	 que	 te	 atraerán	 fervientemente	 a	 Él.
También	 podrás	 observar	 tu	 corazón	 desnudo,	 sin	 las	 vestiduras	 de	 la
religión.	En	Su	espejo	identificarás	áreas	que	necesitan	ser	sanadas	con
urgencia.	Disfrutarás	el	aroma	del	conocimiento	de	Cristo	que	perfumará
la	atmósfera	y	te	irás	impregnado	de	Él	para	manifestarlo	en	todo	lugar.
Serás	abrazado,	definido	y	enviado.	Nunca	has	sentido	un	amor	igual,
nadie	 te	 ha	 mirado	 de	 esa	 manera.	 Entrarás	 solo,	 experimentarás	 el
regazo	del	Padre	y	saldrás	como	parte	de	un	ejército	que	manifestará	a
Dios	en	la	tierra.	Hay	una	generación	que	está	por	nacer.	No	nacerán	de
un	sistema	religioso.	No	son	fruto	del	esfuerzo	humano.	Son	los	nacidos
en	 el	 secreto.	 Estos	 revolucionarios	 serán	 dados	 a	 luz	 en	 pesebres
espirituales.	Desiertos,	habitaciones,	trenes,	colectivos,	patios,	parques,
playas	y	cocinas,	serán	las	salas	de	parto	donde	Dios	alumbrará	a	cientos
que	 manifestarán	 la	 esencia	 del	 corazón	 del	 Ser	 no	 Creado	 a	 la
humanidad.	 No	 los	 busques	 en	 la	 multitud,	 están	 perdidos	 en	 los
negocios	del	Padre.	Son	los	herederos	de	la	eternidad.	Son	los	hijos	de	la
intimidad.
-	Mariano	Sennewald
CAPÍTULO	1
·	Hijos	de	la	Intimidad	·
“La	gloria	del	Padre,	es	ver
Su	naturaleza	en	los	hijos”
“Tenemos	muchos	hijos	de	costumbres
y	tradiciones	religiosas,	que
necesitan	volver	a	nacer	del	amor”
“Cuando	Dios	pone	una	inquietud
en	tu	corazón	es	porque	Él	quiere
darte	una	revelación”
L
	
CAPÍTULO	1
·	Hijos	de	la	Intimidad	·
a	noticia	inundó	mi	vida	de	felicidad.	Era	el	día	de	mi	cumpleaños.
Mi	esposa	me	despertó	con	un	desayuno,	una	pancarta	muy	grande
con	 muchas	 fotos	 y	 frases	 llenas	 de	 amor	 y	 ternura.	 En	 cada	 imagen
había	textos	escritos	repasando	las	aventuras,	los	viajes,	las	experiencias
de	nuestros	primeros	años	de	matrimonio.	Cuando	creí	que	eso	era	todo,
me	contó	que	faltaba	algo	más	y	me	entregó	un	sobre.	Dijo	que	ese	era
el	regalo	más	pequeño	y	a	la	vez	más	grande	que	recibiría	en	mi	vida.	Al
abrirlo	encontré	el	test	de	embarazo	que	notificaba	que	seríamos	padres
por	 primera	 vez.	 Lloramos	 de	 alegría,	 nos	 abrazamos	 y	 adoramos	 a
nuestro	Dios	por	la	mayor	corona	y	honra	que	podríamos	recibir	en	la
tierra.
A	 las	 semanas	 fuimos	 a	 realizar	 la	 primera	 ecografía.	 Desde	 ese
momento	 mi	 corazón	 fue	 impactado	 por	 un	 amor	 que	 jamás	 había
experimentado.	El	doctor	dijo:	“Su	tamaño	es	como	el	de	un	grano	de
arroz”.	 Escuchar	 su	 corazón	 latir	 de	 manera	 continua	 y	 profunda,	 era
como	 un	 mensaje	 directo	 de	 Dios	 diciéndonos	 cuánto	 nos	 amaba.
Enseguida	recordé	las	palabras	de	David:	“Mi	embrión	vieron	tus	ojos,	Y
en	 tu	 libro	 estaban	 escritas	 todas	 aquellas	 cosas	 que	 fueron	 luego
formadas,	sin	faltar	una	de	ellas1
”.	Pude	entender	que	desde	que	éramos
del	 tamaño	 de	 un	 grano	 de	 arroz	 ya	 éramos	 vistos	 por	 el	 Padre.	 Mi
pequeña	estaba	captando	toda	la	atención	de	quien	la	había	creado.	Era
fruto	 del	 amor	 y	 la	 intimidad	 con	 mi	 esposa.	 Allí	 fue	 donde	 Dios
comenzó	 a	 hablarme	 de	 este	 libro,	 de	 una	 generación	 de	 hijos	 de	 la
intimidad,	del	amor	entre	Jesús	y	Su	amada.
Así	 fue	 como	 comenzamos	 a	 vivir	 un	 avivamiento	 de	 amor	 en
nuestros	 corazones.	 En	 ese	 contexto,	 hubo	 una	 experiencia	 que	 me
marcó.	Al	transcurrir	los	primeros	meses,	todo	el	mundo	quería	saber	el
sexo	de	nuestro	bebé.	Estábamos	ansiosos	en	cada	ecografía,	pero	no	se
dejaba	ver.	En	una	de	las	visitas	al	doctor,	recuerdo	que	pasamos	con	el
ecógrafo	un	buen	rato	y	no	podía	descubrir	su	sexo.	Él	exclamó:	“Es
muy	raro	ver	a	un	bebé	con	las	piernas	cruzadas	todo	el	tiempo	y	que	en
cada	oportunidad	que	hemos	intentado	no	destrabe	sus	piecitos”.	Con
mi	 esposa	 comenzamos	 a	 reírnos.	 ¿Por	 qué?	 Porque	 así	 soy	 yo,	 no
importa	 cómo	 me	 haya	 quedado	 dormido,	 siempre	 despierto	 con	 las
piernas	 cruzadas.	 Aun	 cuando	 estoy	 sentado,	 pongo	 siempre	 un	 pie
encima	 del	 otro	 (acabo	 de	 mirarme	 mientras	 escribo	 este	 libro,	 y	 ¡así
estoy	ahora	mismo!).	Cuando	le	explicamos	el	motivo	de	nuestra	risa	al
doctor,	 él	 dijo:	 “Es	 que	 es	 así,	 los	 hijos	 portan	 la	 naturaleza	 de	 sus
padres”.	¡Wow!	Qué	revelación	maravillosa.	Una	generación	de	hijos	de
la	intimidad	que	portan	la	naturaleza	de	su	Padre.	Esa	es	nuestra	esencia.
El	día	que	mis	ojos	vieron	a	Conie	por	primera	vez	y	la	tuve	en	brazos,
mi	 vida	 cambió.	 Vi	 tanto	 de	 mí	 en	 ella,	 que	 aprendí	 el	 siguiente
principio:	La	gloria	del	Padre,	es	ver	Su	naturaleza	en	los	hijos.	Ella	no
soy	yo,	ni	su	mamá,	pero	porta	nuestra	esencia.	Y	siempre	la	llevará.
¿Por	qué?	Porque	nació	de	la	intimidad	y	el	amor.
Hijos	de	la	religión	o	hijos	de	la	intimidad
Dios	 está	 haciendo	 nacer	 una	 generación	 que	 son	 hijos	 de	 la
intimidad.	 Cuando	 los	 conoces	 no	 puedes	 identificarlos	 con	 una
tradición	religiosa	sino	con	la	naturaleza	del	Padre.	Recuerda,	la	gloria
del	 Padre	 es	 que	 te	 parezcas	 a	 Él.	 Hoy	 tenemos	 cientos	 de	 hijos
parecidos	 a	 denominaciones	 y	 estructuras	 religiosas,	 pero	 pocos	 que
representen	 la	 denominación	 celestial.	 La	 tierra	 quiere	 ver	 una
generación	de	hijos	que	expresen	la	naturaleza	divina	en	poder,	carácter
y	gloria.	Necesitamos	hijos	que	puedan	decir	como	Jesús:	“Y	el	que	me
ve,	ve	al	que	me	envió”.2
	La	creación	gime	por	la	manifestación	de	los
hijos	de	Dios:
“Porque	el	anhelo	ardiente	de	la	creación	es	el	aguardar	la
manifestación	de	los	hijos	de	Dios”
-	Romanos	8:19
¡Qué	paradoja!	Hoy	hay	más	cristianos	que	nunca	en	la	tierra,	pero
no	todos	viven	como	hijos	que	muestran	al	Padre.	Existen	cuarenta	y	un
mil	denominaciones	evangélicas	en	el	mundo.	En	naciones	como	Brasil
o	 Estados	 Unidos,	 he	 visto	 tres	 iglesias	 en	 una	 misma	 cuadra.	 Hay
cientos	y	miles	de	formas	de	culto.	Se	están	construyendo	muchos	reinos
pero	 no	 todos	 tienen	 el	 ADN	 del	 Rey.	 Tenemos	 muchos	 hijos	 de
costumbres	 y	 tradiciones	 religiosas,	 que	 necesitan	 volver	 a	 nacer	 del
amor.	Cuando	viajo	por	distintas	naciones	y	conozco	cristianos	es	muy
sencillo	darse	cuenta	de	su	trasfondo.	Cada	hijo	de	la	religión	responde	a
paradigmas	y	clichés	establecidos	por	el	sistema.	Es	como	si	portaran	un
evangelio	 superficial,	 vendido	 en	 serie,	 poco	 genuino,	 con	 frases
armadas	y	muy	predecibles.	Lo	primero	que	me	preguntan	cuando	me
conocen	es:	“¿De	qué	denominación	es	usted	pastor?”	Y	no	quiero	decir
que	 las	 denominaciones	 no	 son	 importantes,	 pero	 cuando	 éstas
determinan	nuestra	identidad	y	no	la	naturaleza	del	Padre,	estamos	en
problemas.	 No	 son	 malas	 las	 estructuras,	 pero	 fueron	 creadas	 para
sostener	las	edificaciones	y	no	para	limitar	lo	que	el	Arquitecto	quiere
edificar.	 No	 escribí	 este	 libro	 en	 contra	 de	 las	 denominaciones,	 para
nada,	 y	 tampoco	 busco	 que	 dejes	 tu	 iglesia,	 al	 contrario,	 continúa
leyendo	y	te	darás	cuenta.	De	hecho,	creo	que	tú	eres	la	herramienta	que
Dios	 utilizará	 para	 el	 cambio	 que	 los	 que	 te	 rodean	 necesitan.	 Pero
también	creo	que	hoy	la	iglesia	necesita	redefinir	su	identidad,	más	allá
del	lugar	donde	Dios	colocó	a	cada	hijo,	debemos	volver	juntos	a	nuestra
esencia,	 que	 es	 el	 regazo	 del	 Padre	 y	 desde	 ese	 lugar	 unirnos	 para
derribar	los	muros	que	nos	han	separado	por	siglos.	La	iglesia	es	la	gran
idea	 de	 Dios	 que	 ha	 nacido	 del	 amor	 eterno	 de	 Jesús	 por	 nosotros.
Leamos	 las	 palabras	 de	 Jesús	 a	 los	 fariseos,	 quiénes	 eran	 hijos	 de	 la
religión:
“Sabiendo	Jesús	los	pensamientos	de	ellos,	les	dijo:	Todo	reino
dividido	contra	sí	mismo,	es	asolado,	y	toda	ciudad	o	casa
dividida	contra	sí	misma,	no	permanecerá”
-	Mateo	12:25
El	mundo	no	quiere	ver	religiosos	que	tienen	soluciones	para	todas
las	cosas	y	creen	que	pueden	arreglarlo	todo	aunque	haya	que	quemar	en
hogueras	a	los	que	no	piensen	como	ellos.	Solo	necesitan	experimentar
el	amor,	el	carácter,	el	poder	y	la	gloria	del	Dios	vivo	a	través	de	tus
toques,	 palabras,	 abrazos	 y	 señales.	 No	 quieren	 discursos	 o	 sermones,
quieren	ver	y	probar	a	Dios	a	través	de	nuestras	vidas.	Si	tú	quieres	ser
uno	 de	 esos,	 que	 portan	 la	 naturaleza	 del	 Padre	 y	 que	 manifiestan	 Su
sustancia	 a	 este	 mundo,	 necesitas	 una	 experiencia	 como	 la	 que	 vivió
Nicodemo.
Nacidos	de	arriba
“Había	un	hombre	de	los	fariseos	que	se	llamaba	Nicodemo,	un
principal	entre	los	judíos.	Este	vino	a	Jesús	de	noche,	y	le	dijo:	Rabí,
sabemos	que	has	venido	de	Dios	como	maestro;	porque	nadie	puede
hacer	estas	señales	que	tú	haces,	si	no	está	Dios	con	él.	Respondió	Jesús
y	le	dijo:	De	cierto,	de	cierto	te	digo,	que	el	que	no	naciere	de	nuevo,	no
puede	ver	el	reino	de	Dios”
-	Juan	3:1-3
Quiero	presentarles	a	Nicodemo:	un	hijo	de	la	religión.	Cuando	era
niño	 veía	 a	 los	 maestros	 de	 la	 ley	 y	 soñaba	 algún	 día	 vestir	 los
ornamentos	religiosos	y	enseñar	doctrina	al	pueblo.	Su	máximo	anhelo
era	llegar	a	integrar	el	Sanedrín	y	así	definir	la	dirección	religiosa	de	la
nación.	Se	preparó	toda	su	vida,	pagó	un	alto	precio	para	lograrlo,	se
convirtió	 en	 un	 experto	 en	 doctrina	 judía	 y	 en	 este	 momento	 ha
alcanzado	 un	 lugar	 de	 privilegio	 ante	 los	 ojos	 de	 la	 aristocracia
sacerdotal	de	Israel.	Muchos	lo	consideran	un	principal	entre	los	judíos.
Su	 consejo	 y	 sabiduría	 es	 requerida	 por	 todos.	 Sin	 embargo,	 hay	 un
vacío	 en	 su	 interior	 que	 la	 teología	 no	 puede	 llenar.	 Tampoco	 el
reconocimiento	del	sistema	religioso,	ni	siquiera	la	jerarquía	que	tiene	en
la	denominación.	Tiene	hambre	por	algo	que	no	ha	probado.
De	repente,	encuentra	a	un	hombre	que	trae	vida	a	los	preceptos	que
desde	pequeño	ha	guardado.	Nunca	había	visto	esos	principios	más	que
en	papiros,	pero	ahora	los	ve	encarnados	en	un	mortal	de	Nazaret.	La
pregunta	rápida	que	viene	a	su	mente	es:	“¿De	qué	denominación	será
este	hombre?	¿Será	saduceo,	fariseo?	¿Habrá	estudiado	en	una	escuela
de	profetas	o	en	un	seminario	de	la	ley?	¿Cuál	será	su	sinagoga	y	quién
será	su	rabí?”.	Sin	embargo,	este	sabio	que	si	algo	conoce	a	la	perfección
es	la	religión	judía,	con	sus	referentes,	templos	y	corrientes,	se	da	cuenta
de	 que	 Jesús	 no	 encaja	 en	 ninguna	 de	 ellas.	 Y	 llega	 a	 la	 siguiente
conclusión:	“Rabí,	sabemos	que	has	venido	de	Dios…nadie	puede	hacer
las	señales	que	tú	haces”.	La	vida	de	Jesús	no	tiene	explicación	natural
ni	religiosa.	No	corresponde	a	ninguna	estructura	terrenal.	Tampoco	se
lo	puede	identificar	con	ningún	maestro	que	haya	en	Israel.	Este	hombre
vino	del	Padre.	El	ADN	de	Jesús	es	Divino,	todo	en	Él	es	una	expresión
del	Reino	que	no	puede	ser	dividido.	Los	actos	cotidianos	de	Su	vida	no
encajan	en	las	ecuaciones	humanas.	Hay	una	sola	fuente	capaz	de	dar	a
luz	 a	 un	 hombre	 así:	 Dios.	 Esto	 llama	 poderosamente	 la	 atención	 de
Nicodemo.	De	repente,	se	encuentra	frente	a	un	escenario	desconocido
pero	atractivo.	Aún	no	ha	descubierto	bien	cuál	es	la	razón	que	capta
tanto	su	interés,	pero	está	dispuesto	a	descubrirlo	aunque	deba	poner	en
juego	 su	 reputación.	 Esa	 noche,	 sale	 en	 una	 búsqueda	 cuidadosa	 de
Jesús.	 Nadie	 puede	 verlo.	 ¿Qué	 dirían	 aquellos	 que	 lo	 dan	 todo	 por
guardar	 la	 santa	 tradición	 farisea	 si	 ven	 a	 este	 líder	 hablar	 con	 un
apasionado	joven	que	acaba	de	voltear	las	mesas	en	el	templo,	acusando
al	sistema	religioso	de	transformar	la	casa	de	su	Padre	en	una	cueva	de
ladrones?	Estar	dispuestos	a	perder	la	posición,	reputación	y	control	es
el	primer	paso	de	aquellos	que	anhelan	dejar	de	ser	hijos	de	la	religión	y
transformarse	en	hijos	del	Espíritu.	Y	Nicodemo	lo	hizo.
Rápidamente	Jesús	toma	el	mando	de	la	conversación.	El	Maestro
sabe	 qué	 es	 lo	 que	 atrajo	 al	 religioso	 a	 esta	 cita	 divina.	 Este	 hombre
necesita	ver,	más	que	saber.	Entonces	le	dice:	“De	cierto,	de	cierto	te
digo,	que	el	que	no	naciere	de	nuevo,	no	puede	ver	el	reino	de	Dios”.	La
palabra	 original	 para	 “de	 nuevo”	 también	 implica	 “de	 arriba”.	 Es
necesario	nacer	de	arriba.	Juan	lo	explica	de	esta	manera:
“Mas	a	todos	los	que	le	recibieron,	a	los	que	creen	en	su	nombre,	les
dio	potestad	de	ser	hechos	hijos	de	Dios;	los	cuales	no	son	engendrados
de	sangre,	ni	de	voluntad	de	carne,	ni	de	voluntad	de	varón,	sino	de
Dios”
-	Juan	1:12-13
No	 podemos	 cumplir	 el	 propósito	 de	 Dios	 ni	 ver	 Su	 Reino	 si	 no
sabemos	quiénes	somos	y	a	dónde	pertenecemos.	He	dedicado	mi	primer
libro	El	jardín	de	la	amistad	para	describir	de	dónde	venimos	y	a	dónde
vamos,	un	lugar	de	intimidad	donde	Dios	nos	está	esperando	cada	día
para	 revelarnos	 Su	 corazón.	 Dios	 ha	 puesto	 este	 libro	 Hijos	 de	 la
intimidad	 en	 mi	 corazón,	 para	 revelar	 quiénes	 somos,	 una	 generación
nacida	“de	arriba”,	del	corazón	del	Padre,	del	fruto	del	amor	entre	Cristo
y	Su	Iglesia.	No	hemos	nacido	“de	abajo”,	de	la	tierra.	Juan	dice	que:
“Los	hijos	de	Dios	no	fueron	engendrados	por	personas,	fueron	un	deseo
del	Eterno”.	No	son	fruto	de	estructuras	religiosas,	de	denominaciones	o
de	 “super”	 ministros.	 Son	 hijos	 del	 secreto.	 Una	 vez	 que	 la	 iglesia
entienda	 quién	 es,	 definida	 por	 el	 Padre,	 alcanzará	 niveles	 de
manifestación	 de	 la	 gloria	 de	 Dios	 nunca	 vistos	 anteriormente.	 Si	 no
vivimos	el	proceso	de	morir	a	la	religión	y	nacer	de	nuevo	y	de	arriba,
nunca	podremos	entender	en	plenitud	el	Reino	de	Dios.	Creo	que	esto
describe	a	cientos	que	hoy	ocupan	bancos	en	los	templos	cada	domingo.
Pero	Dios	está	haciendo	nacer	una	generación	de	hijos	e	hijas	del	Dios
vivo,	que	manifestarán	el	cielo	en	la	tierra	y	la	naturaleza	del	Padre	en
todo	 lugar.	 Unificarán	 el	 Reino	 dividido,	 no	 solo	 conocerán	 los
principios	 sino	 que	 vivirán	 el	 poder	 de	 la	 Palabra,	 movidos	 por	 el
Espíritu	 Santo	 y	 sus	 vidas	 solo	 podrán	 ser	 explicadas	 por	 argumentos
sobrenaturales.
Hijos	del	Espíritu
He	 aprendido	 el	 potencial	 que	 tiene	 el	 hacerle	 preguntas	 a	 Dios.
Muchas	veces	no	recibimos	respuestas,	porque	no	hacemos	las	preguntas
correctas.	 Dios	 no	 tiene	 problemas	 con	 nuestras	 preguntas	 cuando
realmente	nuestra	motivación	es	escuchar	Su	voz	y	recibir	Su	dirección.
Cuando	 Dios	 pone	 una	 inquietud	 en	 tu	 corazón	 es	 porque	 Él	 quiere
darte	una	revelación.	Nicodemo	preguntó,	y	en	ese	momento	se	abrió	un
portal	 de	 revelación	 tremendo	 para	 su	 vida,	 y	 para	 nosotros	 que
disfrutamos	de	esta	conversación	transformadora:
“Nicodemo	le	dijo:	¿Cómo	puede	un	hombre	nacer	siendo	viejo?
¿Puede	acaso	entrar	por	segunda	vez	en	el	vientre	de	su	madre,	y
nacer?	Respondió	Jesús:	De	cierto,	de	cierto	te	digo,	que	el	que	no
naciere	de	agua	y	del	Espíritu,	no	puede	entrar	en	el	reino	de	Dios.	Lo
que	esnacido	de	la	carne,	carne	es;	y	lo	que	es	nacido	del	Espíritu,
espíritu	es”
-	Juan	3:4-6
Para	 nacer	 de	 nuevo	 hay	 que	 morir	 primero.	 ¿Cuánto	 de	 tu
humanidad	debe	morir	para	convertirte	en	un	hijo	del	Espíritu?	¿Cuántos
aspectos	de	tu	carácter	te	han	acompañado	siempre	y	han	nacido	de	la
carne?	 ¿Cuántos	 de	 tus	 sueños	 provienen	 de	 abajo	 y	 no	 de	 arriba?
Cuando	Dios	te	llama	a	matar	algo	en	tu	vida,	es	que	Él	quiere	traer	a	luz
algo	mucho	más	glorioso.	En	este	proceso	Nicodemo	estaba	muriendo,
pero	estaba	naciendo	un	hijo	de	la	intimidad	que	defendería	a	Jesús	en	el
Sanedrín	delante	 de	todos	 los	religiosos3
,	 alguien	 que	 junto	 a	 José	 de
Arimatea	llevaría	el	cuerpo	de	Jesús	a	la	gloriosa	tumba.4
	Un	hijo	de	la
religión	estaba	desapareciendo	y	un	protagonista	del	Reino	e	íntimo	de
Jesús	 estaba	 por	 manifestarse.	 “Nacer	 de	 agua”	 era	 un	 término	 que
usaban	los	judíos	para	el	nacimiento	natural.	Jesús	estaba	diciendo	que
además	del	nacimiento	natural,	debía	haber	un	nacimiento	engendrado
por	el	Espíritu	Santo.	Cuántos	“muertos	vivos”	caminan	hoy	por	la	tierra
que	han	nacido	de	agua	pero	no	del	Espíritu	y	entonces	no	pueden	ver	el
Reino	de	Dios.	Aún	en	la	misma	iglesia	sucede	esto.	No	tengo	dudas	de
que	estamos	experimentando	el	comienzo	de	un	despertar	espiritual	que
traerá	 una	 revolución	 de	 luz	 a	 las	 naciones.	 Hace	 años	 Dios	 está
llamando	 a	 Su	 pueblo	 al	 amor	 íntimo.	 Podemos	 ver	 a	 la	 Amada	 del
Señor	responder	a	tal	atractiva	invitación	de	forma	radical	y	apasionada.
De	esta	pasión	nacerá	una	generación	de	hijos	de	la	intimidad.	Cuando
visito	 congregaciones	 en	 distintas	 naciones,	 no	 importa	 de	 la
denominación	que	sean,	puedo	notar	que	cada	vez	son	menos	las	cosas
que	 nos	 separan	 y	 Dios	 está	 trayendo	 una	 misma	 identidad,	 deseos
similares	por	la	Presencia	de	Jesús	y	aún	formas	de	adoración	y	oración
en	 común.	 De	 repente,	 de	 las	 cuarenta	 y	 un	 mil	 maneras	 distintas	 de
vivir	la	vida	del	Reino,	en	vez	de	discutir	cuál	es	la	mejor,	entendemos
que	 hay	 una	 forma	 y	 es	 ser	 como	 Jesús,	 un	 hijo	 “de	 arriba”	 y	 del
Espíritu.	Jesús	fue	claro:	“Lo	que	es	nacido	de	la	carne,	carne	es;	y	lo
que	es	nacido	del	Espíritu,	espíritu	es”.	¿Qué	 somos?	Si	 nacimos	 del
Espíritu,	 creo	 que	 como	 Jesús	 tenemos	 que	 empezar	 a	 identificarnos
como	“hijos	de	Dios”.	Y	con	esta	identidad	asumir	la	responsabilidad	de
que	todos	los	que	nos	vean,	vean	la	naturaleza	del	Padre	en	nosotros.
Debo	decirte	que	la	religiosidad	será	cada	vez	menos	atractiva	para	el
mundo,	 pero	 cientos	 de	 Nicodemos	 pondrán	 en	 juego	 su	 reputación	 y
posición	 para	 encontrar	 a	 hijos	 de	 Dios	 que	 porten	 la	 naturaleza	 del
Padre.	Mi	corazón	se	goza	cuando	las	personas	ven	a	mi	hija	y	me	dicen:
“No	hay	dudas	que	es	tu	hija,	se	parece	tanto	a	ti”.	Anhelo	que	en	la
medida	en	que	vaya	creciendo	se	convierta	en	una	gran	mujer	de	Dios
que	manifieste	la	naturaleza	del	Padre	en	las	naciones.	Que	las	personas
no	la	identifiquen	por	su	nacionalidad,	o	su	religión,	o	su	estatus	social	y
cultural,	sino	porque	es	una	hija	que	muestra	al	Padre	y	no	puede	ser
definida	por	ninguna	explicación	que	no	sea	sobrenatural.
Dios	puso	este	mensaje	en	mi	interior	para	aquellos	Nicodemos	que
se	sienten	vacíos	por	la	religiosidad	y	necesitan	una	revolución	espiritual
que	 cambie	 sus	 vidas	 para	 siempre.	 También	 para	 aquellos	 que	 como
Jesús	provocarán	la	atracción	de	muchos	Nicodemos	que	les	dirán:	“Yo
no	entiendo	lo	que	haces,	pero	reconozco	que	vienes	del	Padre,	porque
nadie	 hace	 lo	 que	 tú	 haces”.	 Seas	 uno	 u	 otro	 eres	 parte	 de	 una
generación	que	está	por	manifestarse	en	la	tierra,	hijos	de	la	intimidad,
que	en	todo	lugar	donde	estén,	producirán	que	los	cielos	se	abran,	que	el
Espíritu	descienda	de	forma	visible	y	que	la	voz	del	Padre	se	escuche	en
la	tierra	diciendo:	“Estos	son	mis	hijos	amados	y	por	ellos	mi	corazón
siente	placer”.
¿Cómo	se	produce	ese	cambio	interno?	¿Cómo	saber	si	soy	un	hijo
de	 la	 religión	 o	 de	 la	 intimidad?	 ¿Cómo	 transformarme	 en	 un
protagonista	de	lo	que	Dios	hará	en	los	próximos	años	en	la	tierra?	Éstos
han	 sido	 los	 interrogantes	 que	 me	 llevaron	 a	 dar	 a	 luz	 este	 libro.
Cuestionamientos	similares	le	hizo	el	principal	de	los	fariseos	a	Jesús.
Te	 animo	 a	 que	 avancemos	 juntos	 en	 este	 camino	 maravilloso	 y
descubramos	 cómo	 Jesús	 transformó	 a	 Nicodemo	 en	 un	 hijo	 de	 la
intimidad.
CAPÍTULO	2
·	Hijos	del	viento	·
“Adán	sin	aliento	de	vida	era	barro
inerte.	El	cuerpo	sin	espíritu	es
simplemente	un	pedazo	de	carne.
La	iglesia	sin	el	gobierno	del	Espíritu
son	ladrillos	y	personas	amontonadas”
“Dios	ya	tomó	nuestra	forma	a	través
de	Jesús,	para	que	nosotros	podamos
tomar	Su	forma	a	través	del	Espíritu”
“Jesús	no	quiere	distraernos	del
mundo,	quiere	atraernos	hacia	el	Reino”
E
	
CAPÍTULO	2
·	Hijos	del	viento	·
n	 mi	 primer	 viaje	 a	 Bolivia	 conocí	 amigos	 extraordinarios.	 La
noche	que	describiré	a	continuación	la	identifico	como	una	de	las
más	 maravillosas	 de	 toda	 mi	 vida.	 El	 calor	 del	 hogar	 de	 la	 familia
pastoral	que	me	hospedaba	solo	podría	lograrse	cuando	la	Presencia	de
Dios	 es	 el	 centro	 de	 un	 lugar.	 Era	 una	 velada	 donde	 las	 apasionantes
charlas	 e	 historias	 de	 Reino	 eclipsaban	 la	 deliciosa	 comida	 que	 había
sobre	 la	 mesa.	 Los	 pastores	 comenzaron	 a	 describirme	 uno	 de	 los
momentos	 más	 difíciles	 y	 a	 la	 vez	 gloriosos	 de	 sus	 vidas.	 La	 historia
tenía	que	ver	con	su	hija	menor.	Cuando	transitaba	sus	catorce	años	de
edad,	 los	 padres	 le	 preguntaron	 qué	 regalo	 deseaba	 recibir	 para	 su
cumpleaños	 número	 quince.	 En	 muchos	 países	 latinoamericanos	 se
acostumbra	 agasajar	 a	 las	 quinceañeras	 con	 una	 fiesta	 o	 con	 un	 viaje
para	 disfrutar	 con	 amigos	 o	 familiares.	 La	 respuesta	 de	 la	 niña	 al
principio	 no	 parecía	 ser	 extraña.	 “Un	 viaje”,	 exclamó.	 Hasta	 ese
momento	imagina	la	emoción	de	sus	padres	por	la	elección	de	su	hija,	ya
que	no	tendrían	gastos	exorbitantes	en	comidas,	bebidas	y	cotillón,	sino
que	disfrutarían	un	tiempo	increíble	con	la	familia.
-	¡Qué	bueno	hija!	y	¿a	dónde	te	gustaría	ir?
-	A	Irán,	a	traficar	Biblias	-respondió	la	apasionada	adolescente.
Recuerdo	 cómo	 estos	 preciosos	 hijos	 de	 Dios,	 describieron	 el
acontecimiento.	 La	 sangre	 se	 congeló	 dentro	 de	 ellos	 y	 cientos	 de
interrogantes	llenaron	sus	mentes	y	aún	sus	bocas.	-¿A	Irán?	¿Al	país
número	 uno	 enemigo	 del	 pueblo	 de	 Israel?	 ¿Al	 lugar	 donde	 si
encuentran	a	alguien	con	una	Biblia	la	mayor	suerte	que	esa	persona
puede	 obtener	 es	 pasar	 su	 vida	 en	 la	 cárcel,	 antes	 que	 ser	 muerta	 o
torturada?	 ¿Qué	 le	 harían	 a	 una	 pequeñita	 de	 quince	 años	 si	 la
encontraran	con	una	Biblia?	Rápidamente	comenzaron	a	explicar	todos
los	 argumentos	 por	 los	 cuales	 esto	 era	 una	 locura	 y	 que	 de	 ninguna
manera	ellos	la	autorizarían	a	realizar	tal	“suicidio”,	quise	decir,	viaje.
Por	 los	 siguientes	 ocho	 meses	 trataron	 de	 convencerla.	 Con
razonamientos,	fotos	de	torturas,	historias	reales	de	misioneros	que	aún
hoy	están	presos	en	esas	naciones	de	Medio	Oriente.	Pero	¡Qué	difícil	es
quebrar	la	voluntad	de	alguien	que	tiene	en	su	interior	el	ADN	de	Aquel
que	 fue	 capaz	 de	 dejar	 Su	 trono	 y	 dar	 Su	 vida	 para	 que	 otros	 la
obtengan!	 En	 el	 transcurso	 de	 ese	 tiempo,	 los	 padres	 de	 la	 joven	 se
fueron	dando	cuenta	de	que	ningún	argumento	podría	hacerla	desistir,
porque	aquellos	que	ya	murieron	a	todo	por	causa	de	Jesús,	no	tienen
nada	que	perder,	ni	siquiera	su	propia	vida.	Fue	así	que	después	de	un
duro	proceso,	los	papás	de	esta	“hija	de	la	intimidad”,	escucharon	a	Dios
decirles	que	esta	locura	era	Su	plan	y	que	debían	permitirle	el	viaje.	Al
poco	 tiempo,	 Cecilia	 se	 estaba	 embarcando	 en	 la	 aventura	 Divina.	 Al
llegar	al	aeropuerto	de	Irán,	sintió	una	voz	del	Espíritu	que	le	decía	que
debía	entrar	por	una	puerta,	ésta	tenía	un	letrero	que	decía:	“Entrada	para
diplomáticos”.	La	joven	apasionada	obedeció.	Al	verla,	los	policías	de
migraciones,	le	dieron	la	bienvenida	y	ni	siquiera	revisaron	su	equipaje.
En	 medio	 de	 tal	 intervención	 sobrenatural,	 el	 Espíritu	 Santo	 volvió	 a
susurrar:	Bienvenida	embajadora	del	Reino	Inconmovible.	A	los	minutos
estaba	 dentro	 de	 esta	 hostil	 nación	 con	 una	 maleta	 llena	 de	 Biblias.
Muchas	personas	recibieron	el	tesoro	de	la	palabra	de	Dios	a	través	de
esta	valiente	guerrera.	Semanas	más	tarde	se	reencontró	con	su	familia
para	contarles	las	experiencias	celestiales	que	había	vivido.	Tengo	otros
amigos	que	han	introducido	Biblias	en	Irán	de	formas	milagrosas.	Los
scanners	 de	 las	 aduanas	 se	 rompían	 justo	 cuando	 ellos	 estaban
ingresando,	a	los	policías	les	agarraba	picazón	en	los	ojos	al	revisar	su
equipaje	 e	 historias	 semejantes.	 ¡Cuánto	 amo	 la	 vida	 de	 aquellas
personas	 que	 solo	 pueden	 ser	 explicadas	 sobrenaturalmente!	 En	 ellos
veo	la	naturaleza	del	Padre.	Pocas	veces	he	contemplado	en	los	ojos	de
una	persona	tanta	libertad	y	amor	como	en	los	de	mi	amiga	boliviana.
Éste	es	uno	de	los	tantos	ejemplos	que	podría	usar	para	describir	a	los
“hijos	 del	 viento”.	 Aquellos	 “invisibles”	 que	 son	 movidos	 por	 el
Espíritu,	impredecibles	para	el	sistema	natural,	pero	que	se	hacen	sentir
y	todo	lo	que	tocan	lo	sanan.	Dios	está	soplando	a	estos	portadores	de
aliento	de	vida	sobre	la	tierra	desde	Su	propia	boca.	Jesús	se	refirió	a
ellos	cuando	dialogaba	con	Nicodemo:
“Lo	que	es	nacido	de	la	carne,	carne	es;	y	lo	que	es	nacido
del	Espíritu,	espíritu	es”
-	Juan	3:6
Si	te	fijas	en	el	comentario	de	tu	Biblia,	notarás	que	la	misma	palabra
griega	que	se	utiliza	en	este	pasaje	significa	tanto	espíritu	como	viento.
El	 viento	 representa	 una	 generación	 de	 invisibles,	 que	 no	 les	 interesa
tanto	 ser	 vistos	 pero	 sí	 se	 hacen	 sentir.	 No	 pueden	 ser	 controlados	 ni
atrapados	 en	 sistemas	 humanos	 y	 religiosos.	 Son	 movidos	 y	 dirigidos
por	 el	 Espíritu	 Santo.	 Existe	 una	 dimensión	 de	 intimidad	 con	 Dios	 y
pasión	por	Su	Presencia	en	la	cual	tu	espíritu	y	el	de	Dios	se	entrelazan	y
literalmente	eres	poseído	por	Él.	El	Espíritu	comienza	a	determinar	tus
pasos,	 movimientos	 y	 se	 empieza	 a	 ver	 a	 Cristo	 en	 ti,	 esperanza	 de
gloria.	Ésta	es	una	característica	fundamental	que	diferencia	a	los	hijos
de	 la	 religión	 de	 los	 hijos	 de	 la	 intimidad.	 Mientras	 los	 primeros
responden	a	paradigmas	religiosos	y	sus	movimientos	son	determinados
por	tradiciones	humanas,	los	hijos	del	Espíritu	son	movidos	y	dirigidos
literalmente	por	Dios.
Invisibles	e	impredecibles
Quisiera	 volver	 a	 la	 historia	 de	 Jesús	 y	 Nicodemo.	 En	 esta
apasionante	charla,	el	Señor	utiliza	la	figura	del	viento	para	describir	a
los	que	nacen	“de	arriba”:
“No	te	maravilles	de	que	te	dije:	Os	es	necesario	nacer	de	nuevo.	El
viento	sopla	de	donde	quiere,	y	oyes	su	sonido;	mas	ni	sabes	de	dónde
viene,	ni	a	dónde	va;	así	es	todo	aquel	que	es	nacido	del	Espíritu”
-	Juan	3:8
¡Qué	 maravillosa	 descripción	 de	 la	 generación	 que	 Dios	 está
levantando	en	la	tierra!	El	viento	no	se	ve,	pero	se	oye.	Así	son	los	hijos
de	 la	 intimidad.	 Tienen	 un	 sonido.	 No	 están	 tan	 preocupados	 por	 el
reconocimiento	del	sistema,	pero	tienen	una	voz	profética	que	es	clara	y
poderosa	 para	 estos	 tiempos.	 Entiendo	 que	 Dios	 está	 liberando	 una
unción	creativa	sobre	aquellos	que	estén	dispuestos	a	vivir	el	proceso	de
morir	a	la	religión	y	nacer	al	Espíritu.	Esta	voz	se	manifestará	a	través	de
canciones,	libros,	mensajes	y	proyectos.	Se	escuchará	no	solo	en	templos
sino	 en	 universidades,	 empresas,	 palacios	 legislativos	 y	 hasta
presidenciales.	Un	viento	fresco	está	soplando	sobre	las	naciones.	Son
los	invisibles,	cuando	quieras	verlos	solo	verás	al	Espíritu	en	ellos.
Quisiera	 hacer	 la	 siguiente	 salvedad:	 cuando	 hablo	 de	 esta
generación,	 no	 me	 refiero	 solo	 a	 los	 jóvenes,	 no	 tiene	 que	 ver	 con	 la
edad,	 sino	 con	 personas	 que	 son	 parte	 del	 ejército	 que	 Dios	 está
reclutando	para	lo	que	viene.	De	hecho	es	muy	probable	que	Nicodemo
no	fuera	joven	en	este	diálogo,	ya	que	era	un	principal	entre	los	judíos	y
esta	 jerarquía	 solo	 la	 poseían	 los	 que	 tenían	 una	 reputación	 religiosa
adquirida	a	través	de	los	años.	Jesús	continúa	la	descripción	de	los	hijos
del	viento	diciendo:	“No	sabes	de	dónde	vienen	ni	a	dónde	van”.	Los
hijos	 de	 la	 intimidad	 son	 “impredecibles”.	 Esta	 es	 la	 antítesis	 de	 la
religiosidad	 que	 trabaja	 arduamente	 para	 hacer	 a	 los	 hijos	 de	 Dios
predecibles.	 Todo	 tiene	 que	 estar	 controlado	 y	 estructurado.	 No	 hay
espacio	para	la	sorpresa.	No	queremos	que	nada	nos	sorprenda	y	se	vaya
de	 las	 manos,	 ni	 siquiera	 aceptamos	 cuando	 Dios	 quiere	 irrumpir	 en
nuestros	servicios	estructurados	y	llamamos	muchas	veces	“desorden”	a
lo	 impredecible.	 Estoy	 totalmente	 de	 acuerdo	 que	 necesitamos	 orden,
pero	 cuando	 para	 lograrlo	 sacamos	 al	 Dios	 “incontrolable”	 de	 la
ecuación,	perdemos	lo	más	importante.
La	religiosidad	produce	temor	a	lo	nuevo.	Los	programas	litúrgicos
cada	vez	son	más	rígidos	y	seguros.	Nada	puede	salir	de	lo	planificado.
Hacemos	 cultos	 en	 serie,	 como	 si	 fuera	 un	 producto	 sin	 fallas	 para
clientes	 exigentes.	 Si	 la	 hora	 se	 pasa	 un	 poco,	 los	 consumidores	 se
quejarán	y	ya	no	volverán	la	semana	próxima.	Tenemos	horarios	para	la
adoración,	 para	 los	 anuncios,	 para	 el	 sermón.	 No	 hay	 espacio	 para
sucesos	impredecibles.	Todo	debe	venir	de	algún	lado	e	ir	hacia	otro.
Exactamente	 lo	 contrario	 a	 lo	 que	 dijo	 Jesús.	 Que	 funcione	 no	 quiere
decir	que	sea	del	Espíritu.	Los	hijos	del	viento	son	impredecibles.	Son
guiados	y	movidos	por	Dios	en	todo.	Declaro	que	en	los	próximos	años,
sabremos	 dónde	 empezarán	 los	 cultos,	 pero	 no	 tendremos	 idea	 dónde
terminarán,	porque	será	tanto	el	mover	del	Espíritu	que	tomará	el	control
y	los	hombres	lo	perderemos.	Podremos	preparar	el	altar,	convocar	al
pueblo	y	aún	a	los	profetas	de	Baal,	pero	no	podremos	fabricar	el	fuego.
Deberemos	desarrollar	corazones	que	atraigan	la	gloria	Divina.	Los	hijos
del	viento	se	preguntarán	al	comenzar	cada	culto:	“Espíritu	Santo	¿qué
quieres	 hoy?	 Tenemos	 nuestro	 plan,	 pero	 si	 tú	 no	 irrumpes	 y	 te
manifiestas	nada	tiene	sentido”.	Cuando	alguien	nos	pregunte:	“¿Cómo
son	 los	 servicios	 en	 tu	 denominación,	 en	 tu	 iglesia?”	 Diremos:	 “La
verdad	no	tengo	ni	idea,	porque	cada	semana	es	distinto,	nunca	es	igual,
pero	siempre	escucharás	y	experimentarás	la	Presencia	del	Dios	Vivo”.
El	 encuentro	 no	 estará	 centrado	 en	 los	 hombres	 sino	 en	 la	 belleza	 de
Jesús	y	en	el	poder	de	Dios.	Los	sermones	no	serán	los	que	produzcan
milagros,	sino	que	explicarán	y	enseñarán	sobre	la	gloria	experimentada
por	 cada	 uno	 de	 quienes	 sean	 alcanzados	 por	 el	 viento	 del	 Espíritu	 a
través	de	los	hijos.	Así	como	en	Pentecostés,	primero	caerá	el	fuego	del
Espíritu	 y	 el	 viento	 recio,	 y	 después	 los	 “Pedros”	 de	 esta	 generación
explicarán:	 “No	 están	 ebrios	 como	 vosotros	 suponéis…esto	 es	 lo	 que
dijo	el	profeta	Joel…”.	5
	Dios	está	trayendo	un	cambio	y	los	que	tienen
oído	para	oír	están	oyendo	el	sonido	de	este	viento.	El	control	humano
será	 transformado	 en	 temor	 Divino.	 El	 orgullo	 en	 dependencia.	 El
pecado	en	santidad.	Y	la	esclavitud	en	libertad.
Movidos	por	el	Espíritu
El	mundo	está	cambiando.	La	iglesia	también.	La	evolución	es	parte
de	la	vida.	Todos	los	días	crecemos.	Todas	las	personas	vivas	cambian.
Debemos	 direccionar	 esas	 transformaciones	 hacia	 el	 Varón	 Perfecto	 y
crecer	cada	día	a	Su	estatura.
Vivimos	 un	 tiempo	 donde	 nos	 hemos	 dado	 cuenta	 de	 que	 la
religiosidad	 no	 alcanza.	 El	 evangelio	 teórico	 ha	 fracasado.	 Debemos
volver	 al	 punto	 donde	 nos	 corrimos	 y	 retomar	 el	 rumbo.	 Todos	 los
cambios	que	produzcas	en	este	tiempo	deben	acercarte	a	una	vida	llena	y
movida	por	el	Espíritu	Santo.	Adán	sin	aliento	de	vida	era	barro	inerte.
El	cuerpo	sin	espíritu	es	simplemente	un	pedazo	de	carne.	La	iglesia	sin
el	gobierno	del	Espíritu	son	ladrillos	y	personas	amontonadas.	Hay	una
dimensión	 espiritual	 descripta	 en	 Romanos	 8	 llamada	 “La	 vida	 en	 el
Espíritu”	(te	recomiendo	que	leas	todo	el	capítulo).	El	resumen	de	este
maravilloso	relato	sobre	lo	que	los	hijos	del	Espíritu	deben	ser	está	en	el
verso	14:
“Porque	todos	los	que	son	guiados	por	el	Espíritu	de	Dios,	éstos	son
hijos	de	Dios”
-	Romanos	8:4
Quiero	que	notes	la	relación	entre	ser	hijo	de	Dios	y	ser	movido	por
el	Espíritu.	De	esto	habló	Jesús	a	Nicodemo.	Ser	lleno	del	Espíritu	es
una	experiencia,	ser	guiado	y	movido	por	el	Espíritu	es	un	proceso,	un
estilo	 de	 vida.	 Él	 no	 solo	 quiere	 llenarte,	 también	 quiere	 dirigirte.	 No
solo	 quiere	 darte	 un	 culto	 glorioso,	 Su	 compromiso	 es	 que	 vivas	 una
vida	gloriosa.	Un	hijo	del	viento	es	conducido	en	su	diario	andar	por	la
voluntad	del	Espíritu.	Debo	hacerte	la	pregunta	“¿Estás	tomado	de	tal
manera	por	el	Espíritu	Santo	que	Él	guía	cada	paso	que	realizas?	¿Quién
gobierna	en	tu	vida,	la	carne	o	el	Espíritu?”	Cuando	el	Espíritu	guía	la
vida	de	una	persona	la	conduce	constantemente	a	la	voluntad	del	Padre.
Él	 te	 toma	 y	 determina	 tus	 movimientos.	 Inclina	 tus	 actos	 hacia	 la
devoción	con	Dios	y	la	extensión	de	Su	Reino.	Ya	no	puedes	moverte	a
tu	manera	sino	que	es	Él	quien	te	direcciona	en	todo.
Un	guante	en	las	manos	de	Dios
Hace	muchos	años	asistí	a	una	conferencia	y	recuerdo	un	mensaje
que	 me	 marcó.	 Hablaba	 sobre	 vidas	 controladas	 por	 el	 Espíritu.	 El
reconocido	orador	utilizó	como	ejemplo	un	guante.	Lo	que	más	recuerdo
de	la	prédica	es	esta	ilustración.	Era	simple	y	poderosa.	Dijo:	“Nosotros
somos	los	guantes,	Dios	es	la	mano.	Si	Él	nos	toma,	ya	no	podremos
hacer	 lo	 que	 queremos,	 Él	 nos	 poseerá	 por	 completo,	 nos	 moverá	 y
nuestra	vida	estará	controlada	por	Su	Espíritu”.	En	mi	memoria	sobre
aquel	día	está	la	siguiente	oración	que	elevé	al	Padre:	“Yo	quiero	ser	un
guante	en	Tus	manos”.	 Con	 los	 años	 descubrí	 que	 este	 ejemplo	 tenía
mucho	más	sentido	espiritual	del	que	creía.	El	guante	tiene	la	forma	de
la	mano.	Nosotros	tenemos	la	forma	de	Dios,	fuimos	creados	conforme	a
Su	 imagen	 y	 semejanza.	 Así	 como	 el	 guante	 solo	 sirve	 para	 la	 mano,
nosotros	 fuimos	 diseñados	 para	 ser	 repletos	 por	 Él.	 Cuando	 Dios	 nos
posee	a	través	de	Su	Espíritu	de	manera	absoluta,	tomamos	Su	forma.	El
guante	pasa	a	ser	parte	de	la	mano,	como	nosotros	pasamos	a	ser	parte
de	Dios.	Pablo	dijo:	“Ya	no	vivo	yo,	mas	vive	Cristo	en	mi”.6
	Si	alguien
nos	toca	con	un	guante,	no	atribuimos	el	toque	al	pedazo	de	lana,	sino	a
la	persona.	En	esta	dimensión	espiritual,	los	hijos	del	viento	son	guantes
en	las	manos	de	Dios.	Cuando	tocamos	a	alguien,	la	gente	no	nos	ve	a
nosotros	sino	a	quien	nos	ha	tomado.	Las	personas	dirán	después	de	un
culto:	“Dios	me	habló”,	en	lugar	de	“qué	tremendo	´fulanito´”.	Otros
declararán:	“sentí	 el	 toque	 de	 Dios”	 en	 vez	 de	 atribuir	 la	 gloria	 y	 el
poder	 a	 los	 hombres.	 Dios	 quiere	 que	 tomemos	 Su	 forma	 y	 esto	 solo
puede	 suceder	 cuando	 nos	 toma	 el	 Espíritu.	 Dios	 desea	 determinar
nuestros	 movimientos.	 Él	 anhela	 que	 seamos	 uno	 con	 Él.	 Mi	 amiga
Cecilia	fue	un	guante	en	las	manos	de	Dios	para	introducir	Biblias	en
Irán.	Tengo	otros	amigos	pastores	de	Estados	Unidos	que	dejaron	todo
para	abrir	una	obra	hace	treinta	años	en	Cochabamba	(Bolivia).	Hoy	hay
allí	una	iglesia	con	un	auditorio	para	más	de	mil	personas,	un	colegio
para	 cientos	 de	 niños,	 un	 orfanato	 y	 están	 impactando	 más	 que	 a	 una
ciudad,	a	una	nación.	El	día	que	estos	amados	hermanos	dejaron	todo	se
convirtieron	en	guantes	en	las	manos	de	Dios	para	acariciar	esa	nación.
La	 gente	 no	 les	 concede	 la	 gloria	 a	 ellos,	 solo	 entienden	 que	 Dios	 se
mudó	 allí.	 Tengo	 una	 amiga	 trabajando	 en	 la	 India,	 reclutando
muchachas	de	las	familias	para	que	no	sean	entregadas	en	matrimonio
(allí	las	entregan	desde	los	cinco	años	edad).	Muchas	mueren	laceradas
sexualmente,	 o	 son	 esclavizadas	 toda	 su	 vida.	 Los	 padres	 hacen	 esta
aberración	 solo	 por	 un	 poco	 de	 dinero.	 Mi	 amiga	 es	 un	 guante	 en	 la
mano	de	Dios	para	abrazar	a	estas	niñitas.	Otro	pastor	conocido	en	un
país	cerrado	al	evangelio	(no	lo	nombraré	por	seguridad)	está	preso	hace
cinco	años	por	predicar	a	Cristo.	Recientemente	en	el	juicio,	le	dijeron
que	 si	 negaba	 a	 Jesús,	 le	 darían	 su	 libertad	 y	 lo	 devolverían	 con	 su
esposa	e	hijas.	Él	contestó:	“Puedo	perder	mi	libertad,	puedo	perder	a
mi	 esposa,	 puedo	 perder	 a	 mis	 hijas,	 pero	 no	 puedo	 perder	 mi	 fe	 en
quien	 me	 hizo	 libre	 por	 la	 eternidad,	 Jesucristo”.	 Podría	 enumerarte
tantos	casos	 más	de	 invisibles,	 que	cada	 semana	en	 distintas	ciudades
movidos	 por	 el	 Espíritu,	 están	 edificando	 el	 Reino	 de	 Dios	 y
experimentando	lo	sobrenatural.	Han	perdido	su	voluntad,	pero	son	parte
de	un	deseo	mayor.	Han	decidido	vivir	la	vida	del	Espíritu	y	rendir	su
carne.	Todos	viven	en	plenitud.	Un	amigo	me	enseñó	que	plenitud	no	es
tenerlo	todo,	es	no	tener	necesidad	de	nada.	Esto	solo	puede	venir	por	la
experiencia	del	Espíritu	completando	cada	espacio	de	nuestro	interior.
Por	eso:	¡En	Su	Presencia	tenemos	plenitud!	Dios	ya	tomó	nuestra	forma
a	través	de	Jesús,	para	que	nosotros	podamos	tomar	Su	forma	a	través
del	 Espíritu.	 Como	 hijos	 tenemos	 la	 naturaleza	 del	 Padre.	 La	 única
manera	de	convertirnos	en	hijos	del	viento	es	dejando	de	alimentar	la
carne	 en	 todas	 sus	 formas	 y	 comenzar	 a	 nutrir	 el	 espíritu.	 Debemos
matar	toda	carnalidad	en	nuestras	vidas,	todo	aquello	que	quiere	llenar	el
guante	y	dirigirlo	hacia	otros	propósitos.	Defino	“carnalidad”	como	lo
que	“enfría”	tu	anhelo	ferviente	por	Dios.	La	adoración	es	una	cuestión
de	 deseos.	 Todo	 lo	 que	 deseas	 más	 que	 a	 Jesús	 es	 idolatría.	 De	 esta
manera	 hasta	 el	 mismo	 ministerio	 puede	 convertirse	 en	 un	 ídolo	 si
prefieres	ser	usado	a	ser	amado.	El	Espíritu	siempre	creará	un	apetito	en
tu	 interior	 que	 solo	 puede	 ser	 suplido	 por	 Jesús	 y	 Su	 voluntad.	 Toda
“teología”	 que	 obstruya	 tu	 adoración	 a	 Dios	 y	 tu	 amor	 al	 prójimo	 es
incorrecta.	Ser	tomado	por	el	Espíritu	te	acercará	a	Él	y	te	conectará	a
los	 demás.	 Dios	 te	 conducirá	 hacia	 un	 destino	 glorioso	 y	 de	 repente
sonreirás	como	solo	aquellos	que	han	alcanzado	plenitud	lo	hacen.
Hambre	por	lo	sobrenatural
Un	religioso	puede	convertirse	en	un	hijo	del	viento	cuando	da	lugar
al	 hambre	 por	 lo	 sobrenatural.	 Así	 le	 sucedió	 a	 Nicodemo.	 Fue	 lo
inexplicable	 lo	 que	 lo	 atrajo:	 “Nadie	 puede	 hacer	 las	 señales	 que	 tú
haces”.	La	religión	hace	que	pongas	la	vista	en	lo	natural	y	explicable.
Recuerdo	una	charla	que	tuve	hace	varios	años	con	un	líder	de	jóvenes
de	una	iglesia	grande	en	mi	nación.	Él	me	dijo:	“Yo	solo	creo	lo	que
entiendo	y	puedo	comprobar,	lo	demás	para	mí	es	misticismo”.	¿Dónde
ubicamos	 la	 fe	 en	 esa	 ecuación?	 Confundimos	 espiritualidad	 con
misticismo.	 No	 podemos	 ver	 y	 experimentar	 el	 Reino	 de	 Dios	 sin
hambre	 por	 lo	 espiritual,	 porque	 ésta	 es	 su	 sustancia.	 Lo	 espiritual	 es
invisible,	impredecible	y	a	la	vez	poderoso,	transformador	y	atractivo.
Así	son	los	hijos	del	viento.	Así	es	Jesús.
Retomemos	 la	 historia	 de	 Nicodemo.	 Luego	 de	 esta	 maravillosa
descripción	 que	 Jesús	 hace	 de	 un	 hijo	 del	 Espíritu,	 la	 cabeza	 de
Nicodemo	está	a	punto	de	explotar	(¡espero	que	la	tuya	también!).	En
realidad	 su	 espíritu	 está	 a	 punto	 de	 ser	 mudado.	 Entonces,	 hace	 la
pregunta.
“Respondió	Nicodemo	y	le	dijo:	¿Cómo	puede	hacerse	esto?”
-	Juan	3:9
Notamos	 que	 esta	 segunda	 pregunta	 ya	 no	 es	 tan	 larga	 como	 la
primera.	A	veces	las	palabras	sobran	para	quienes	solo	esperan	ver	lo
que	 nunca	 vieron.	 Hay	 un	 deseo	 profundo	 de	 vivir	 un	 cambio,	 una
transformación.	 Su	 interrogante	 manifiesta	 que	 hay	 hambre	 por	 lo
sobrenatural	 en	 esta	 alma	 religiosa.	 Nicodemo	 hace	 la	 pregunta	 que
todos	 quisiéramos	 hacer:	 “¿Cómo	 puede	 hacerse	 esto?”.	 En	 otras
palabras	“¿Cómo	dejar	de	ser	un	religioso	y	ser	parte	de	este	Reino	que
estás	 describiendo?	 ¿Cómo,	 siendo	 un	 hombre	 que	 he	 defendido	 con
fervor	 la	 denominación	 judía	 en	 el	 Sanedrín,	 que	 ha	 asistido	 a	 la
sinagoga	toda	la	vida	y	enseñado	allí,	puedo	entrar	en	esta	dimensión
espiritual?”.	He	sentido	en	mi	espíritu	esta	pregunta	en	muchos	hombres
y	mujeres	de	Dios	que	conozco.	Algunos	lo	expresan	como	un	sentir	de
que	 temen	 estar	 perdiéndose	 algo.	 Otros	 saben	 que	 hay	 más,	 pero	 ya
están	grandes	para	un	cambio.	Prefieren	la	comodidad	de	lo	conocido
antes	que	la	frescura	de	lo	que	Dios	está	enviando.	Lo	entiendo	porque
estuve	en	ese	lugar.	Pero	de	ese	lado,	se	sabe	mucho	y	no	se	ve	nada	del
Reino.	Los	templos	están	llenos	de	personas	que	saben	mucho	y	no	ven
nada.	Pero	Jesús	le	está	hablando	a	Nicodemo	no	de	saber,	sino	de	ver.
Esto	 hace	 explotar	 su	 corazón	 en	 una	 corta	 pregunta:	 “¿Cómo	 hago
esto?”	Si	la	pregunta	de	este	hombre	religioso	es	la	misma	que	la	tuya,
es	 necesario	 que	 la	 hagas.	 No	 alcanza	 con	 pensarla,	 es	 tiempo	 de
expresar	tu	hambre.	Nicodemo	tuvo	que	dejar	“de	noche”	su	comodidad
y	salir	en	búsqueda	de	su	transformación.	Debes	dejar	tu	comodidad	y	en
intimidad	(de	noche)	comenzar	a	buscar	al	Espíritu	como	nunca	antes.
Esa	hambre,	esa	pasión,	te	llevarán	a	la	revelación.	Abrirán	una	puerta
delante	de	ti	a	una	dimensión	del	Espíritu	donde	ya	no	tendrás	el	control,
todo	 será	 gobernado	 por	 Él.	 Esto	 no	 te	 lo	 puede	 dar	 un	 libro,	 ni	 un
hombre,	es	algo	que	solo	obtienen	los	que	se	animan	a	cruzar	la	línea	y
hablar	 con	 Él	 cara	 a	 cara.	 Nicodemo	 está	 ahí,	 en	 el	 momento	 exacto
donde	su	vida	tomará	un	nuevo	rumbo.	Está	por	saltar	de	las	cómodas	y
acolchonadas	butacas	de	la	religión	hacia	la	plataforma	de	la	aventura
del	 Reino.	 Esa	 es	 la	 diferencia	 entre	 las	 personas	 como	 mi	 amiga
boliviana	y	tantos	otros	adolescentes	que	son	entretenidos	cada	semana
en	 nuestras	 iglesias	 con	 el	 único	 objetivo	 de	 que	 no	 vayan	 a	 una
discoteca.	 Jesús	 no	 quiere	 distraernos	 del	 mundo,	 quiere	 atraernos
hacia	el	Reino.	Es	lo	que	distingue	a	aquellos	que	están	viviendo	como
hijos	del	viento,	movidos	y	dirigidos	cada	día	a	aventuras	sobrenaturales
y	a	los	que	se	conforman	con	un	cristianismo	teórico,	basado	en	leyes	y
conocimientos	que	solo	enfrían	nuestro	amor	por	Dios	y	por	el	prójimo.
Esa	es	la	línea	que	este	hombre	está	a	punto	de	cruzar,	y	yo	clamo	a	Dios
para	que	sea	la	misma	frontera	que	tú	estés	a	punto	de	traspasar.	¿Estás
listo?
CAPÍTULO	3
·	Fijos	los	ojos	en	el	Padre	·
“Una	palabra	divina	sustenta
aquello	que	las	circunstancias
debilitan”
“Puede	haber	teología,	leyes,
reputación,	pero	cuando	no	hay
intimidad	hay	desánimo”
“Toda	crisis	se	desata	cuando
quitamos	los	ojos	de	Cristo”
U
	
CAPÍTULO	3
·	Fijos	los	ojos	en	el	Padre	·
na	semana	después	de	que	nació	Conie,	vivimos	quizá	uno	de	los
momentos	más	difíciles	de	nuestras	vidas.	Le	diagnosticaron	una
infección	 que	 le	 estaba	 haciendo	 perder	 peso	 en	 forma	 vertiginosa.
Nació	 con	 casi	 tres	 kilogramos.	 En	 pocos	 días	 estaba	 apenas	 unos
gramos	por	encima	de	los	dos	kilogramos.	Nos	mandaron	a	internarla	de
urgencia.	Recuerdo	llegar	a	la	clínica	donde	unos	días	antes	habíamos
vivido	momentos	de	plena	alegría	y	ahora	el	panorama	era	totalmente
opuesto.	Era	un	día	de	invierno	muy	frío,	el	temor	por	nuestra	hijita	lo
hacía	congelado	y	oscuro	(así	lo	recuerdo).	El	lugar	estaba	abarrotado	de
gente,	 literalmente	 atendían	 personas	 en	 los	 pasillos	 porque	 no	 daban
abasto.	Nos	atendieron	en	la	guardia	de	urgencias.	Al	examinarla	y	ver	la
orden	del	médico,	las	caras	de	las	doctoras	nos	trasmitían	la	seriedad	del
asunto.	Nos	dijeron	que	esperásemos.	Al	rato,	la	jefa	de	neonatología	se
acercó	y	con	rostro	preocupado	nos	dijo	que	la	clínica	estaba	colapsada,
no	entraban	más	bebés	en	el	sector	destinado	a	cuidados	intensivos	de
recién	 nacidos	 y	 que	 Conie	 sería	 trasladada	 a	 otra	 clínica.	 Tampoco
podría	retirarla	del	lugar	por	mi	cuenta,	ya	que	corría	peligro	su	vida.
Debíamos	esperar	una	ambulancia	equipada	para	la	situación.	O	sea	en
otras	palabras,	no	podían	recibirla	y	tampoco	podía	llevármela.	Estaba
en	el	medio	y	no	se	podía	hacer	nada.	Nos	ubicaron	en	un	pasillo	interno
y	nos	dijeron	que	habían	pedido	el	traslado	con	urgencia,	pero	debido	a
que	 muchas	 clínicas	 estaban	 igual,	 la	 situación	 era	 compleja	 y	 debían
aguardar	 respuestas.	 Esperamos	 seis	 eternas	 horas	 en	 aquel	 angosto	 y
oscuro	pasillo.	Jamás	olvidaré	esa	sensación.	Mi	esposa	lloraba,	mi	hija
también.	Nadie	me	había	dicho	cómo	había	que	actuar	en	una	situación
así.	Llevaba	solo	siete	días	de	aprender	a	ser	papá,	me	sentía	totalmente
indefenso	y	vulnerable.	No	entendía	cómo	Dios	que	me	había	regalado
algo	 tan	 maravilloso	 ahora	 quizá,	 me	 lo	 pediría.	 En	 medio	 de	 esa
situación,	viví	mi	proceso	con	el	Padre.	Recordé	que	una	niña	de	tres
años	de	nuestra	iglesia,	unos	meses	antes	del	parto,	se	había	despertado
diciéndole	a	sus	papás:	“Conie,	va	a	ser	sana	y	salva”.	Lo	repitió	todo	el
día.	Su	papá	me	había	llamado	asombrado	en	aquel	momento.	Me	dijo:
“Mariano,	ella	nunca	habla	así,	no	sé	por	qué	lo	dice,	pero	está	diciendo
que	tu	hija	va	a	ser	sana	y	salva”.	En	medio	de	aquel	pasillo,	recordé
esas	palabras.	Si	Dios	había	despertado	meses	atrás	el	espíritu	de	una
niña	para	profetizar	esto,	¿qué	podía	estar	fuera	de	control?	Mientas	lo
natural	nos	decía	una	cosa,	el	Espíritu	comenzó	a	susurrarnos	otra.	En
medio	de	ese	escenario,	una	de	mis	discípulas	me	envió	una	canción	que
acababa	de	componer.	La	letra	decía:	“Estoy	aquí	Papá,	mirándote	a	los
ojos…Y	veo	en	ti,	que	todo	está	bajo	Tu	voluntad,	nada	temeré,	tú	te
ocupas	 de	 mí,	 Fuerte	 Dios,	 Admirable,	 Padre	 Eterno	 eres	 Tú…”.	 Fijé
mis	ojos	en	el	Padre,	y	el	temor	comenzó	a	disiparse.	Me	fortalecí	en	el
Señor,	lleno	de	confianza	abracé	a	mi	esposa,	le	hablé	estas	palabras	y
ambos	 adoramos	 a	 Jesús.	 Por	 el	 siguiente	 mes	 todos	 los	 resultados
médicos	parecían	adversos.	Pero	teníamos	una	palabra:	“Conie	va	a	ser
sana	y	salva”.	Cuando	una	palabra	viene	de	Dios,	no	importa	a	través	de
la	boca	de	quién	se	exprese,	es	lo	suficientemente	poderosa	para	torcer
cualquier	pronóstico.	Teníamos	el	diagnóstico	de	la	tierra	y	el	del	cielo.
Decidimos	aferrarnos	al	de	la	clínica	de	Jehová	Rapha,	Aquel	que	todo
lo	sana.	Finalmente,	el	reporte	de	la	tierra	tuvo	que	inclinarse	ante	el	del
cielo.	Conie	fue	dada	de	alta	y	aumentó	tanto	su	peso,	que	los	doctores
que	conocían	nuestra	fe	nos	decían:	¡Pidan	a	su	gente	que	deje	de	orar
porque	se	está	yendo	al	otro	extremo!	Aprendí	tantos	principios	en	ese
proceso	que	quiero	compartir	contigo	algunos.	El	primero	es	que	toda
crisis	comienza	cuando	quitamos	los	ojos	de	Jesús	y	los	ponemos	en	las
circunstancias.	 No	 importa	 cuán	 grande	 sea	 la	 tormenta,	 si	 Jesús	 está
descansando,	 yo	 puedo	 descansar.	 También	 aprendí	 que	 Dios	 nos
prepara	para	toda	adversidad.	Él	no	nos	permite	atravesar	nada	sin	poner
en	nosotros	los	recursos	para	superarlo.	Aquella	palabra	de	esta	hermosa
niña,	que	al	principio	tomamos	como	algo	muy	lindo	pero	sin	mucho
entendimiento,	se	convirtió	en	el	ancla	que	mantuvo	el	barco	firme	en
medio	 de	 la	 tempestad.	 Una	 palabra	 divina	 sustenta	 aquello	 que	 las
circunstancias	debilitan.	Otra	lección	aprendida	es	que	tu	confianza	en
Dios	 en	 medio	 de	 las	 pruebas	 será	 tu	 mayor	 adoración.	 Con	 sentir	 la
mirada	del	Padre	fija	en	nosotros	basta	para	que	un	corazón	tembloroso
encuentre	paz.
Los	 primeros	 meses	 de	 Conie	 fueron	 un	 gran	 seminario	 para	 mí.
Aprendí	aspectos	del	Padre	como	nunca	en	mi	vida.	Al	principio,	debido
a	 los	 medicamentos	 y	 tratamientos,	 ella	 lloraba	 mucho.	 Yo	 la	 miraba
fijamente	y	le	decía:	“Hija	no	llores,	papá	está	con	vos”.	Ella	no	tenía	la
capacidad	de	fijar	sus	ojos	en	mí,	miraba	para	todos	lados	y	lloraba.	En
algún	 momento	 lograba	 mirarme	 y	 encontraba	 mis	 ojos	 de	 amor
cautivados	 en	 ella.	 A	 pesar	 de	 lo	 fuerte	 que	 era	 su	 llanto,	 cuando	 me
miraba	sonreía.	Entonces	entendí	que	nuestra	adoración	es	una	respuesta
a	la	mirada	de	amor	del	Padre.	Si	la	adoración	es	nuestra	sonrisa	hacia
Él,	 solo	 puede	 manifestarse	 cuando	 encontramos	 esos	 ojos	 fijos	 en
nosotros.	Nuestra	alma	llora	cuando	no	podemos	encontrar	Su	atención.
Somos	como	ese	bebé	que	tiene	unos	ojos	muy	grandes	enfrente	suyo,
pero	su	llanto	no	le	permite	verlos.	Fijar	la	mirada	en	Jesús	establece	el
canal	por	donde	nuestra	alma	es	fortalecida	y	nuestro	espíritu	nutrido.	Es
el	vínculo	que	desata	la	más	sincera	adoración	y	atrae	el	favor	del	cielo
hacia	nuestras	vidas.	Los	ojos	de	la	fe	te	despiertan	a	la	realidad	de	que
Él	está	enfrente	tuyo	y	te	ama	tanto	que	no	puede	quitar	Su	vista	de	ti.
Recuerdo,	en	este	proceso	de	prueba,	cuando	le	inyectaban	vacunas	a	mi
hija	en	sus	pequeños	muslitos.	Mi	corazón	se	desgarraba,	ella	estallaba
en	llanto.	Yo	la	miraba	fijamente,	le	decía:	“Aunque	no	entiendes	lo	que
está	pasando,	este	dolor	es	por	tu	bien.	Te	dolerá	un	poco	ahora,	pero	te
hará	 más	 fuerte	 después.	 En	 medio	 de	 tu	 dolor,	 papá	 está	 contigo,
mírame	hija,	y	encontrarás	mis	ojos	fijos	en	ti”.	Así	es	nuestro	Padre
Celestial.	 Todo	 dolor	 que	 a	 veces	 permite	 en	 nuestras	 vidas	 es	 para
nuestra	fortaleza,	no	para	nuestro	mal.	A	veces	necesitamos	esas	dosis
de	 prueba,	 para	 experimentar	 una	 sanidad	 completa.	 Ver	 al	 Padre
sonriéndo	 al	 mirarnos	 nos	 hace	 fuertes.	 Quizá	 si	 te	 lo	 digo	 de	 otra
manera	te	suena	más	familiar:	“El	gozo	del	Señor	es	nuestra	fuerza”.7
Más	de	una	vez	los	ojos	de	la	religión	te	dirán	que	eso	no	es	de	Dios.	En
lugar	 de	 una	 mirada	 de	 amor,	 encontrarás	 una	 mirada	 de	 juicio.	 Tu
propia	carne	aliada	al	acusador,	levantará	el	dedo,	para	incrementar	la
crisis.	El	enemigo	te	propondrá	otras	opciones	para	mirar.	Hará	que	fijes
tu	vista	en	hombres.	Muchas	veces	pensarás	que	si	una	persona	no	te
ayuda,	no	podrás	salir	del	pozo.	Te	hará	más	dependiente	de	otros	que	de
Dios	y	sin	darte	cuenta	te	guiará	a	la	idolatría.	Otras	veces	te	susurrará
que	la	culpa	de	tu	situación	la	tiene	alguien	más.	Frecuentemente	actúa
responsabilizando	a	tus	autoridades	(el	diablo	siempre	ha	tenido	un	serio
problema	 con	 la	 autoridad).	 Culparás	 a	 tus	 papás,	 a	 tus	 pastores	 o
encontrarás	a	alguien.	Pero	si	logras	atravesar	esas	murallas	y	fijar	tus
ojos	 en	 Jesús,	 encontrarás	 la	 mirada	 más	 tierna	 de	 amor	 alentándote.
Sabrás	 que	 no	 estás	 solo,	 simplemente	 estabas	 mirando	 al	 lugar
incorrecto,	 como	 un	 bebé	 que	 se	 distrae	 por	 todo	 y	 llora.	 Sus	 ojos	 te
cautivarán	 y	 escucharás	 Su	 voz	 diciéndote:	 “Yo	 no	 te	 he	 dejado.	 Es
necesario	este	proceso,	mírame	solo	a	mí	y	encontrarás	el	lugar	de	tu
seguridad”.	Entonces	sonreirás.
El	poder	de	mirar	a	Jesús
Observemos	 la	 siguiente	 historia	 relatada	 en	 Números	 21:4-9	 que
tiene	gran	conexión	con	lo	que	vimos	hasta	aquí:
“Después	partieron	del	monte	de	Hor,	camino	del	Mar	Rojo,	para
rodear	la	tierra	de	Edom;	y	se	desanimó	el	pueblo	por	el	camino.	Y
habló	el	pueblo	contra	Dios	y	contra	Moisés:	¿Por	qué	nos	hiciste	subir
de	Egipto	para	que	muramos	en	este	desierto?	Pues	no	hay	pan	ni	agua,
y	nuestra	alma	tiene	fastidio	de	este	pan	tan	liviano.	Y	Jehová	envió
entre	el	pueblo	serpientes	ardientes,	que	mordían	al	pueblo;	y	murió
mucho	pueblo	de	Israel.	Entonces	el	pueblo	vino	a	Moisés	y	dijo:
Hemos	pecado	por	haber	hablado	contra	Jehová,	y	contra	ti;	ruega	a
Jehová	que	quite	de	nosotros	estas	serpientes.	Y	Moisés	oró	por	el
pueblo.	Y	Jehová	dijo	a	Moisés:	Hazte	una	serpiente	ardiente,	y	ponla
sobre	una	asta;	y	cualquiera	que	fuere	mordido	y	mirare	a	ella,	vivirá.
Y	Moisés	hizo	una	serpiente	de	bronce,	y	la	puso	sobre	una	asta;	y
cuando	alguna	serpiente	mordía	a	alguno,	miraba	a	la	serpiente	de
bronce,	y	vivía”
-	Números	21:4-9
énfasis	añadido	por	el	autor
Esta	es	una	historia	maravillosa.	El	pueblo	de	Israel	está	en	la	tierra
de	 “en	 medio”.	 Hace	 rato	 salió	 de	 Egipto	 y	 parece	 que	 la	 tierra
prometida	no	llega.	La	tierra	de	“en	medio”	del	camino	es	un	lugar	muy
difícil	 para	 un	 cristiano.	 Es	 el	 lugar	 donde	 se	 prueba	 si	 eres	 hijo	 del
Espíritu	o	hijo	de	la	religión.	Es	un	lugar	hostil,	árido	y	seco.	No	parece
haber	 mucho	 pan	 ni	 agua	 y	 el	 alma	 tiene	 fastidio	 por	 la	 realidad.	 El
desierto	puede	ser	el	escenario	de	tus	máximos	encuentros	con	Dios	o	el
cementerio	 donde	 tu	 alma	 enterrará	 todo	 tu	 ser.	 Si	 en	 ese	 punto	 del
proceso	 quitas	 tus	 ojos	 de	 Jesús	 para	 ponerlo	 en	 otro	 lugar,
probablemente	decaerán	tus	fuerzas	y	te	alejarás	de	las	promesas.	Pasar
una	prueba	implica	no	quitar	tus	ojos	de	Dios	aún	en	medio	del	dolor.
Éste	te	fortalece.	Poner	tu	mirada	en	los	hombres	o	en	las	circunstancias
cuando	atraviesas	la	tierra	de	“en	medio”	puede	resultar	mortal.	Es	allí
donde	 se	 gesta	 el	 desaliento.	 Entonces	 leemos	 la	 siguiente	 frase:	 el
pueblo	 se	 desanimó.	 Esta	 palabra	 implica	 lo	 contrario	 a	 “ánimo”.	 La
palabra	ánimo	tiene	la	misma	raíz	griega	de	la	palabra	“ánima”.	Ésta	es
ánemos	 que	 significa	 viento.	 Ánima	 significa	 soplo	 o	 respiración	 y
además	es	de	donde	proviene	la	palabra	alma.	Dios	le	da	vida	a	Adán
soplando	 sobre	 él.	 Entonces	 la	 palabra	 ánimo	 viene	 a	 ser	 como	 dar
aliento,	dar	alma,	dar	vida.	Estar	desanimado	significa	entonces	estar	sin
el	 soplo	 de	 Dios,	 o	 sea	 con	 el	 Espíritu	 apagado.8
	 El	 desaliento	 que
experimenta	el	pueblo	de	Dios	está	directamente	relacionado	a	su	débil
comunión	con	Él.	Puede	haber	teología,	leyes,	reputación,	pero	cuando
no	hay	intimidad	hay	desánimo.	Por	esta	razón,	los	hijos	del	viento	no
pueden	caminar	en	desánimo,	porque	el	ánimo	es	su	esencia.	Siempre
que	el	desaliento	golpee	la	puerta	de	sus	vidas,	encuentran	la	fortaleza	en
el	Espíritu	de	Dios,	elevando	su	mirada	al	Padre.
El	siguiente	paso	de	estos	hijos	de	la	religión	en	el	desierto	es	buscar
un	 responsable.	 Alentados	 por	 aquel	 que	 siempre	 ha	 tenido	 graves
problemas	de	sujeción	culpan	a	sus	autoridades:	Dios	y	Moisés.	¿Notaste
la	secuencia?	Primero	apagar	el	Espíritu,	después	enojarse	con	su	pastor.
En	lugar	de	responsabilizarte	por	tu	situación,	el	espíritu	de	religiosidad
siempre	 te	 propondrá	 a	 alguien	 para	 culpar.	 Elevar	 nuestra	 alma	 en
contra	de	las	autoridades	que	Él	estableció	es	un	tema	innegociable	para
Dios.	Fue	ese	pecado	el	que	fundó	el	reino	de	las	tinieblas.	Cuestionar	la
autoridad	no	existía	hasta	que	el	diablo	lo	hizo.	Dios	es	radical	en	este
aspecto	en	toda	la	Biblia.	Como	paso	siguiente	al	desánimo	(pérdida	de
comunión	 con	 Dios)	 y	 la	 crítica	 (proyectar	 nuestros	 errores	 en	 otros),
viene	la	consecuencia,	que	son	las	serpientes	ardientes	que	traen	muerte
entre	el	pueblo	de	Dios.	Vemos	que	es	la	misma	manera	en	que	Satanás
actúa	 hoy	 en	 día.	 Actitudes	 incorrectas	 a	 la	 naturaleza	 Divina	 abren
puertas	en	nuestros	jardines	para	que	las	serpientes	sigan	entrando.	Le
pasó	a	Adán,	le	pasó	al	pueblo	aquí	en	esta	historia	y	les	pasa	a	tantos
cristianos	 hoy	 en	 día.	 Éstos	 son	 síntomas	 claros	 de	 los	 hijos	 de	 la
religión.	Guantes	que	están	llenos	de	muchas	cosas,	menos	del	Espíritu
de	Dios.
Luego	de	esta	situación	terrible	el	pueblo	se	arrepiente.	Vemos	que
el	 dolor	 fortalece	 a	 algunos	 que	 sobreviven.	 Su	 corazón	 se	 vuelve	 a
Dios,	 corren	 hacia	 Moisés	 y	 claman	 por	 misericordia.	 Para	 Dios	 es
irresistible	un	corazón	arrepentido.	Este	clamor	llega	al	Padre	y	envía
una	respuesta.	Quizá	la	solución	razonable	de	todos	nosotros	sería	retirar
las	 serpientes	 ardientes.	 Pero	 la	 lógica	 de	 Dios	 sobrepasa	 todo
entendimiento.	Él	no	quita	las	serpientes,	sino	que	le	dice	a	Moisés	que
haga	una	serpiente	de	bronce,	la	ponga	sobre	un	asta	y	la	levante.	Cada
israelita	 que	 mire	 esta	 provisión	 Divina,	 será	 redimido	 de	 la	 muerte.
Notemos	el	detalle:	Dios	le	dice	a	Moisés	que	la	salvación	vendrá	por	un
ejemplar	de	la	misma	especie	que	traía	maldición,	pero	ésta,	santificada,
brillará	de	una	forma	distinta	y	los	que	lo	miren	serán	restaurados.	¿Te
suena	esto?	Claro	que	sí,	representa	a	Jesús.	El	postrer	Adán,	uno	de	la
misma	especie	que	aquel	que	introdujo	la	maldición	en	el	mundo.	Pero
este	 hombre	 santificado,	 el	 Hijo	 de	 Dios,	 quitará	 la	 condenación	 y	 el
juicio	 de	 aquellos	 que	 lo	 miren.	 Y	 ¿cuál	 es	 el	 secreto	 de	 quienes	 son
liberados	del	veneno	de	la	serpiente?	Fijar	sus	ojos	en	Él.	Dios	no	quita
la	maldición	del	mundo	de	forma	automática,	sino	que	les	enseña	a	los
hijos	de	Israel	a	adorar.	Provee	un	camino	de	redención.	Ese	camino	es
una	 persona,	 un	 hombre,	 Jesús.	 Como	 aprendimos	 en	 la	 historia	 del
comienzo,	 mirar	 es	 adorar.	 Somos	 transformados	 en	 lo	 que	 miramos.
Cuando	nuestra	mirada	se	encuentra	con	la	suya	hay	gozo,	restauración
y	 libertad.	 Jesús	 le	 dice	 a	 cada	 discípulo:	 ¡Sígueme!	 Para	 seguir	 a
alguien	 no	 podemos	 perderlo	 de	 vista.	 No	 podemos	 seguir	 a	 Jesús	 si
estamos	distraídos	con	el	mundo,	o	con	las	circunstancias.	Los	fariseos
discutían	doctrina	en	recintos	estériles,	los	discípulos	seguían	a	Jesús	y
participaban	en	obras	sobrenaturales.	¿Dónde	están	puestos	tus	ojos?	En
Jesús	glorificado,	encontramos	ese	aliento	que	se	necesita	en	la	tierra	de
“en	 medio”.	 La	 lógica	 de	 la	 religión	 se	 quiebra	 ante	 el	 poder	 de
Jesucristo	resucitado.	Las	serpientes	ardientes	siguen	en	el	mundo	pero
ya	 no	 tienen	 poder.	 Ellas	 nos	 recuerdan	 que	 si	 dejamos	 de	 mirar	 la
serpiente	de	bronce,	morimos.	Jesús	dice:
“Estas	cosas	os	he	hablado	para	que	en	mí	tengáis	paz.
En	el	mundo	tendréis	aflicción;	pero	confiad,
yo	he	vencido	al	mundo”
-	Juan	16:33
La	 serpiente	 de	 bronce	 representa	 a	 Jesús,	 en	 unos	 momentos	 te
mostraré	esto	de	la	boca	de	Él	mismo.	Todos	los	que	tienen	acceso	a	ella
pueden	 ser	 libres.	 No	 somos	 transformados	 “haciendo	 tareas”	 o
“cantando	 canciones”	 sino	 “mirando”	 Su	 gloria9
.	 Y	 nota	 el	 tiempo
verbal,	presente	continuo.	Es	la	acción	permanente	de	tener	fijos	los	ojos
en	Él.	David	logró	tener	un	corazón	conforme	al	de	Dios	porque	había
descubierto	este	secreto:
“Mis	ojos	están	siempre	hacia	Jehová,	porque	él	sacará
mis	pies	de	la	red”
-	Salmo	25:15
“Los	que	miraron	a	él	fueron	alumbrados,	Y	sus	rostros
no	fueron	avergonzados”
-	Salmo	34:5
Dejemos	 la	 historia	 de	 Moisés	 y	 volvamos	 a	 nuestra	 escena	 entre
Jesús	 y	 Nicodemo.	 Hasta	 aquí	 Jesús	 describió	 a	 los	 hijos	 del	 Espíritu
como	 hijos	 del	 viento,	 invisibles,	 impredecibles	 y	 sobrenaturales.
Nicodemo	está	desesperado	por	entrar	en	esta	dimensión	y	le	pregunta	a
Jesús	cómo	podría	lograr	ser	un	hijo	del	viento.	¿Estás	listo	para	conocer
la	respuesta	de	Jesús?
De	un	religioso	a	un	hijo	de	la	intimidad
“Respondió	Jesús	y	le	dijo:	¿Eres	tú	maestro	de	Israel,	y	no	sabes	esto?
De	cierto,	de	cierto	te	digo,	que	lo	que	sabemos	hablamos,	y	lo	que
hemos	visto,	testificamos;	y	no	recibís	nuestro	testimonio.	Si	os	he	dicho
cosas	terrenales,	y	no	creéis,	¿cómo	creeréis	si	os	dijere	las	celestiales?
Nadie	subió	al	cielo,	sino	el	que	descendió	del	cielo;	el	Hijo	del
Hombre,	que	está	en	el	cielo.	Y	como	Moisés	levantó	la	serpiente	en	el
desierto,	así	es	necesario	que	el	Hijo	del	Hombre	sea	levantado,	para
que	todo	aquel	que	en	él	cree,	no	se	pierda,	mas	tenga	vida	eterna”
-	Juan	3:10-15
énfasis	añadido	por	el	autor
La	 respuesta	 de	 Jesús	 es	 contundente	 y	 clara.	 El	 único	 que	 puede
hablar	de	la	denominación	celestial,	es	el	que	la	conoce	y	la	vio,	o	sea
que	hay	que	fijar	los	ojos	en	el	Único	que	descendió	del	cielo,	el	Hijo
del	Hombre.	Él	es	“en	quien	están	escondidos	todos	los	tesoros	de	la
sabiduría	y	del	conocimiento”.10
	Jesús	está	llamando	a	una	persona	que
por	 años	 ha	 puesto	 sus	 ojos	 en	 leyes,	 ministros,	 hombres	 y	 sistemas
denominacionales,	 a	 fijar	 sus	 ojos	 en	 Él.	 Jesús	 sabe	 que	 este	 hombre
conoce	 la	 ley	 y	 seguramente	 en	 su	 habitación	 tiene	 un	 “poster”	 de
Moisés	 como	 todos	 los	 principales	 fariseos.	 Nicodemo	 ha	 leído	 y
estudiado	la	historia	de	las	serpientes	ardientes	y	la	de	bronce	cientos	de
veces.	 Ama	 el	 relato	 y	 conoce	 los	 detalles.	 La	 ha	 enseñado	 en	 varias
plataformas.	De	repente	Jesús	le	dice	que	esa	serpiente	lo	representa	a	Él
mismo.	 “Y	 como	 Moisés	 levantó	 la	 serpiente	 en	 el	 desierto,	 así	 es
necesario	que	el	Hijo	del	Hombre	sea	levantado,	para	que	todo	aquel
que	en	él	cree,	no	se	pierda,	mas	tenga	vida	eterna”.	Puedes	imaginarte
el	impacto	en	el	espíritu	de	Nicodemo.	¿Cómo?	¿Tú	eres	la	provisión
del	cielo	para	traer	libertad	a	un	pueblo	desanimado	y	atacado	por	el
enemigo?	Las	escamas	caen	de	los	ojos	de	este	hijo	de	la	religión	y	se	da
cuenta	de	que	debe	tomar	todo	por	basura	a	fin	de	conocer	a	quien	tiene
delante	 de	 él.	 Así	 como	 sucedió	 con	 Pablo,	 cientos	 de	 fariseos	 y
maestros	 de	 la	 ley,	 desde	 el	 primer	 día	 que	 miraron	 a	 Jesús	 con
revelación,	nunca	más	pudieron	dejar	de	mirarlo.	Solo	los	que	lo	miran
fijamente	son	transformados	de	gloria	en	gloria	en	Su	misma	imagen.
No	 es	 lo	 mismo	 mirar	 a	 alguien	 que	 fijar	 los	 ojos	 en	 esta	 persona.
Cuando	estaba	soltero	había	mirado	a	otras	muchachas,	hasta	que	un	día
mis	 ojos	 se	 fijaron	 en	 quien	 hoy	 es	 mi	 esposa	 y	 nunca	 pude	 dejar	 de
mirarla.	Jesús	le	está	diciendo	a	Nicodemo:	“Si	quieres	entrar	en	esta
denominación	celestial,	Yo	Soy	la	puerta.	A	partir	de	ahora	tendrás	que
mirarme,	seguirme.	El	Padre	me	va	a	levantar,	y	todos	los	que	me	miren
serán	transformados”.	El	evangelio	no	es	una	filosofía	de	vida,	es	una
persona:	 Jesús.	 Sin	 Él	 no	 hay	 evangelio.	 El	 Maestro	 no	 les	 dijo	 a	 los
discípulos:	“A	partir	de	ahora	los	domingos	tendrán	que	separarme	la
siguiente	 franja	 horaria”.	 Él	 les	 dijo:	 “Síganme”.	 El	 evangelio	 no	 es
asistir	a	un	culto	sino	seguir	a	una	Persona.	Y	para	seguir	a	alguien	no
hay	que	perderlo	de	vista.	¿Será	que	entre	tantas	estrategias,	actividades
y	ministerios	perdimos	de	vista	a	Jesús?	Yo	creo	que	sí	y	esto	ha	hecho
que	hoy	tengamos	cientos	de	hijos	de	la	religión	y	muy	pocos	hijos	del
viento.	 Pero	 Jesús	 sigue	 reclutando	 discípulos	 en	 esta	 generación	 y
diciéndoles:	 “Sígueme”.	 Creo	 que	 ése	 es	 el	 mensaje	 que	 Jesús	 te	 está
gritando	a	través	de	este	libro.
Fijemos	la	mirada	en	Jesús
“Fijemos	la	mirada	en	Jesús,	el	iniciador	y	perfeccionador	de	nuestra
fe,	quien	por	el	gozo	que	le	esperaba,	soportó	la	cruz,	menospreciando
la	vergüenza	que	ella	significaba,	y	ahora	está	sentado	a	la	derecha	del
trono	de	Dios”
-	Hebreos	12:2,	NVI
énfasis	añadido	por	el	autor
Es	tiempo	de	fijar	nuestros	ojos	en	Él,	ya	que	Sus	ojos	están	fijos	en
ti.11
	 Si	 miras	 a	 los	 hombres,	 a	 las	 circunstancias,	 te	 desanimarás,
compararás,	criticarás	y	te	alejarás	de	Su	Voluntad.	Toda	crisis	se	desata
cuando	quitamos	los	ojos	de	Cristo.	Según	el	pasaje	de	Hebreos,	la	fe	no
se	inicia	en	los	hombres,	en	un	pastor,	en	una	denominación,	Jesús	es	el
iniciador	de	la	fe.	Todos	los	hombres	de	Dios	deben	inspirarte	a	poner
tus	 ojos	 en	 Él.	 Todo	 lo	 que	 comienza	 en	 Él	 es	 perfeccionado.12
	 Si	 te
mantienes	con	ojos	solo	para	Él,	tu	fe	crecerá	y	se	fortalecerá.	La	fe	es	el
arma	más	potente	para	la	extensión	del	Reino	de	los	Cielos	en	la	tierra.
El	lugar	donde	la	fe	es	entrenada,	es	en	Él.	Mientras	tengas	tus	ojos	en
Él	tu	fe	irá	aumentando,	creciendo,	fortaleciéndote	y	llevándote	a	nuevas
dimensiones	y	niveles	del	Reino.
La	 iglesia	 no	 es	 un	 lugar	 para	 admirar	 a	 los	 hombres,	 sino	 para
adorar	a	Jesús.	Cuando	estás	concentrado	en	Él,	sirves	y	amas	al	prójimo
con	libertad,	porque	tu	aprobación	y	recompensa	vienen	de	otro	lugar.
Estoy	convencido	de	que	el	avivamiento	que	la	Iglesia	de	los	últimos
tiempos	 experimentará	 tiene	 que	 ver	 con	 una	 pasión	 por	 Jesús	 como
nunca	 antes.	 Hageo	 profetizó	 que	 cuando	 Jesús	 sea	 “deseado”	 por	 las
naciones,	será	Su	regreso.13
	Todos	los	que	experimentan	avivamientos
son	personas,	iglesias	y	ciudades	que	han	fijado	sus	ojos	en	Jesús.	Los
demás	 cristianos	 fijan	 sus	 ojos	 en	 esos	 modelos	 e	 intentan	 descifrar
cómo	 hacer	 para	 que	 en	 sus	 ministerios	 e	 iglesias	 tengan	 el	 mismo
resultado.	 Debemos	 ver	 el	 cielo,	 que	 es	 el	 mayor	 lugar	 de	 despertar
espiritual,	desear,	que	así	como	es	allá,	todos	mirando	al	Cordero,	sea	en
la	 tierra.	 Si	 crees	 que	 ya	 conoces	 todo	 sobre	 Jesús,	 déjame	 darte	 una
noticia:	no	te	alcanzará	la	eternidad	para	descubrir	nuevos	aspectos	de
Su	persona,	porque	Él	es	eterno	e	infinito.	Cada	vez	que	encontramos
una	ventana	abierta	en	la	Biblia	para	observar	cómo	es	un	culto	en	el
cielo,	encontramos	a	todos	allí	sin	poder	retirar	su	mirada	y	admiración
del	 que	 está	 sentado	 en	 el	 trono.	 Los	 ancianos,	 los	 ángeles,	 los	 seres
vivientes	 y	 absolutamente	 todo	 lo	 creado,	 no	 pueden	 dejar	 de
contemplarlo	y	repetir	una	y	otra	vez:	“Santo,	santo,	santo”.	Su	belleza
es	indescriptible	y	Su	gloria	eterna.	Isaías	tuvo	un	encuentro	con	Dios	y
luego	dijo	 que	Su	 nombre	 es	Admirable.	 Esta	palabra	 significa	Aquel
que	es	digno	de	ser	mirado,	que	produce	admiración	y	placer	en	otros.
Para	muchos	“ser	admirable”	es	una	cualidad,	imagina	la	dimensión	de
lo	que	Jesús	produce	en	quienes	se	encuentran	con	Él,	que	más	que	una
característica	 de	 Su	 personalidad,	 “Admirable”	 es	 Su	 nombre	 y	 Su
identidad.
Estaba	predicando	sobre	esto	en	una	iglesia	y	un	pastor	de	muchos
años	estaba	en	la	primera	fila	escuchándome.	Este	es	un	hombre	de	Dios
tremendo,	muy	respetado	por	cientos	de	pastores,	lleno	de	sabiduría	y
unción.	 Cuando	 estábamos	 terminando	 el	 culto	 vi	 que	 él	 estaba
inclinado,	 de	 pie,	 pero	 con	 todo	 el	 cuerpo	 hacia	 sus	 piernas.	 Quería
pasarle	 el	 micrófono	 para	 que	 haga	 el	 cierre,	 pero	 no	 cambiaba	 su
actitud.	Estuvo	así	por	más	de	media	hora.	Finalmente	decidí	hacer	el
cierre	 y	 despedir	 a	 la	 gente.	 Al	 rato,	 volvió	 en	 sí,	 me	 abrazó
profundamente	y	me	dijo:	“Hoy	vi	a	Jesús.	No	pude	verlo	cara	a	cara,
porque	Su	gloria	no	me	dejaba	levantar	la	vista,	pero	estaba	delante	de
mí.	 Por	 primera	 vez	 en	 toda	 mi	 vida,	 lo	 vi	 delante	 de	 mí.	 No	 tengo
palabras	para	explicar	lo	que	sucedió,	solo	quiero	adorarlo”.
Es	tremendo	como	Cristo	se	está	revelando	a	los	“Nicodemos”	que
anhelan	cruzar	la	línea	y	transformarse	en	hijos	de	la	intimidad.	Aquellos
que	 están	 dispuestos	 a	 dejarlo	 todo	 a	 fin	 de	 estar	 más	 cerca	 de	 Su
corazón.	Hay	mucho	más	disponible	para	los	que	tienen	hambre	por	Él,
para	 aquellos	 que	 como	 el	 pueblo	 en	 el	 desierto	 están	 elevando	 su
mirada	y	encontrando	Sus	ojos	de	amor.	Jesús	es	el	avivamiento	eterno.
Sus	fuentes	son	inagotables	y	siguen	fluyendo	día	a	día.	En	Su	mirada
encontrarás	los	placeres	superiores	de	Su	Presencia	que	no	se	comparan
con	ningún	deleite	que	este	mundo	pueda	ofrecerte.	Jesús	es	el	placer
superior	y	al	mirarlo	comenzarás	a	ser	transformado	más	como	Él.	Nos
convertimos	en	aquello	que	miramos.	Dime	en	quién	están	puestos	tus
ojos	y	te	diré	quién	serás	de	aquí	a	diez	años.	Éste	es	el	camino	para
convertirte	de	un	hijo	de	la	religión	a	un	hijo	de	la	intimidad.	Ésta	fue	la
respuesta	que	Jesús	le	dio	a	Nicodemo.	Y	fue	en	ese	instante	que	el	velo
se	rasgó	en	este	religioso.	Una	pasión	se	desató	en	su	interior.	Pudo	ver
quién	estaba	delante	de	él.	Como	ese	bebé	que	de	repente	fijó	sus	ojos	en
su	papá.	Entonces	dejó	de	llorar.	Y	comenzó	a	sonreír.	Con	el	tiempo	mi
hija	aprendió	a	mirarme,	cada	vez	más	seguido.	Entonces,	estamos	listos
para	el	siguiente	paso.	Escuchar	Su	voz.	Ser	un	hijo	de	la	intimidad	tiene
que	ver	con	escuchar	y	oír	al	Padre.	Como	Jesús	no	hacía	nada	que	no
veía	 hacer	 al	 Padre	 y	 no	 decía	 nada	 que	 no	 oía	 decir	 al	 Padre,	 ya
podemos	 sentir	 Su	 mirada	 de	 amor	 fija	 en	 nosotros.	 Es	 tiempo	 de
escuchar	lo	que	Su	corazón	nos	está	gritando.
En	las	próximas	páginas	no	solo	sentirás	Sus	ojos	de	amor	sobre	ti
sino	que	escucharás	Su	voz	que	te	libera.	No	puedes	vivir	como	hijo	de
la	intimidad	sin	saber	lo	que	Dios	dice	de	ti.	Con	una	fe	fuerte,	iniciada	y
perfeccionada	 en	 Él,	 avancemos	 en	 este	 maravilloso	 camino	 que	 solo
transitan	aquellos	que	anhelan	ser	hijos	de	la	intimidad.
CAPÍTULO	4
·	Erradicando	el	espíritu	de	orfandad	·
“Toda	orfandad	se	va	cuando
escuchamos	la	voz	de	Dios	llamándonos
hijos	y	diciéndonos	lo	que
siente	por	nosotros”
“Solo	los	que	son	hijos	pueden
clamar	Abba.	Solo	claman	los	que	saben
que	son	escuchados”
“Muchas	iglesias	ya	se	han	convertido
en	orfanatos	espirituales,	donde
se	acumulan	personas	que	respiran
pero	que	no	tienen	relación	con	Dios”
U
	
CAPÍTULO	4
·	Erradicando	el	espíritu	de	orfandad	·
n	amigo	entró	a	un	orfanato	en	los	Estados	Unidos.	Me	contó	con
detalles	 su	 experiencia	 en	 aquel	 lugar.	 Conoció	 niños
abandonados	de	toda	edad.	Describió	el	sitio	como	uno	de	los	más	tristes
que	 le	 tocó	 visitar.	 El	 director	 del	 lugar	 comenzó	 a	 guiarlo	 por	 las
instalaciones	 contándole	 el	 duro	 trabajo	 que	 hacían	 al	 tomar	 a	 esos
pequeños	rechazados	y	ministrarles	el	amor	de	Dios.	Recorrió	todo	el
recinto	 hasta	 llegar	 a	 un	 lugar	 que	 llamó	 su	 atención	 por	 encima	 de
cualquier	otro.	En	esta	habitación	había	muchas	cunas,	una	al	lado	de	la
otra.	 Enseguida	 notó	 algo	 muy	 particular	 allí,	 un	 silencio	 atroz
gobernaba	el	cuarto.	A	rápida	vista	contó	unas	cincuenta	cunas,	pero	no
había	indicios	de	vida	en	ellas.	El	director	le	explicó	que	ese	era	el	sitio
donde	tenían	a	los	bebés	recién	nacidos	abandonados	por	sus	padres.	Él
preguntó:	 “¿Están	 vivos	 los	 bebés?”,	 el	 hombre	 respondió:	 “Claro,
puedes	acercarte	a	verlos”.	Al	acercarse	a	ellos	notó	que	allí	estaban,	la
mayoría	despiertos,	con	los	ojitos	abiertos,	solo	que	no	lloraban,	estaban
paralizados.	Esperó	unos	momentos	y	la	situación	continuaba	igual.	Los
veía	 tristes	 y	 desorientados.	 Sin	 embargo,	 no	 clamaban.	 Entonces,	 mi
amigo	lleno	de	angustia,	preguntó	si	lo	que	acontecía	era	normal,	“¿Por
qué	 los	 bebés	 no	 lloran,	 ni	 claman,	 ni	 gimen?”	 La	 respuesta	 del
encargado	del	orfanato	impactó	el	corazón	de	este	joven	como	el	mío
cuando	me	lo	contó.	Las	palabras	difíciles	de	digerir	fueron:	“Los	bebés
solo	claman	cuando	saben	que	son	escuchados	por	sus	padres.	Una	vez
que	el	bebé	se	siente	que	no	es	visto	ni	oído,	deja	de	llorar.	Estos	bebés
ya	 lloraron	 mucho,	 pero	 han	 dejado	 de	 hacerlo	 hace	 un	 tiempo.	 Los
bebés	huérfanos	ya	no	llaman	a	sus	padres”.	Con	lágrimas	en	los	ojos	mi
amigo	relataba	estas	palabras	y	en	ese	momento	el	Espíritu	comenzó	a
describirme	cómo	el	espíritu	de	orfandad	opera	en	los	hijos	de	la	religión
para	sembrar	muerte	en	sus	corazones	y	alejarlos	del	amor	del	Padre.
Hoy	en	día	son	muchos	los	que	dejaron	de	clamar	porque	sienten	que
Su	Padre	ya	no	los	ama,	ni	los	escucha.	Están	mudos,	paralizados	y	no	se
sienten	 ni	 vistos	 ni	 amados	 por	 Dios.	 Quizá	 oraron	 por	 algo	 y	 no
recibieron	la	respuesta	deseada	y	prefirieron	creer	la	mentira	que	no	eran
tenidos	en	cuenta.	El	espíritu	de	orfandad	es	una	de	las	mayores	armas
diabólicas	 para	 quebrar	 la	 esencia	 de	 un	 hijo.	 Encontramos	 en	 tantos
lugares	que	la	iglesia	no	ora,	no	llora,	no	clama	ni	adora.	Solo	respira,
vive	o	sobrevive.
La	 orfandad	 es	 mucho	 más	 que	 el	 abandono	 de	 los	 padres,
técnicamente	es	un	sentimiento	que	produce	falta	de	valor,	protección	y
amparo.	Es	un	espíritu	de	temor	que	trae	tanto	rechazo	que	las	personas
necesitan	encontrar	su	seguridad	y	estima	en	otras	cosas	que	no	sean	los
brazos	del	Padre.	Un	huérfano	espiritual	buscará	reemplazar	la	Presencia
de	Dios	con	ministerio,	dinero,	placeres	o	aun	con	estructuras	religiosas.
Intentará	encontrar	valor	en	lo	que	hace,	siendo	esto	algo	temporal,	en
lugar	 de	 en	 quién	 es,	 algo	 eterno.	 En	 tantas	 naciones	 del	 mundo
encontramos	este	espíritu	destruyendo	propósitos	de	cientos	de	hombres
y	 mujeres.	 Muchas	 iglesias	 ya	 se	 han	 convertido	 en	 orfanatos
espirituales,	 donde	 se	 acumulan	 personas	 que	 respiran	 pero	 que	 no
tienen	relación	con	Dios.	Pablo	describe	a	este	espíritu	de	la	siguiente
manera:
“Pues	no	habéis	recibido	el	espíritu	de	esclavitud	para	estar	otra	vez	en
temor,	sino	que	habéis	recibido	el	espíritu	de	adopción,	por	el	cual
clamamos:	¡Abba,	Padre!	El	Espíritu	mismo	da	testimonio	a	nuestro
espíritu,	de	que	somos	hijos	de	Dios”
-	Romanos	8:15-16
El	Padre	tiene	un	plan.	Visitar	ese	orfanato	en	tu	alma	y	adoptarte.
Quebrará	 cualquier	 barrera	 y	 finalmente	 traerá	 Su	 calor	 a	 tu	 espíritu.
Responderá	 una	 y	 mil	 veces	 a	 tu	 pregunta:	 ¿Aún	 me	 amas?	 “De	 tal
manera	te	amo,	que	he	dado	a	mi	hijo	unigénito	por	ti”.14
	Mientras	leas
las	siguientes	páginas	recibirás	al	espíritu	de	adopción	tomando	tu	vida	y
volverás	 a	 clamar.	 Solo	 claman	 los	 que	 saben	 que	 son	 oídos	 por	 su
padre.	 Solo	 oran	 los	 que	 son	 hijos.	 Si	 prestas	 atención,	 ya	 puedes
comenzar	a	escuchar	la	voz	del	Espíritu	testificando	a	tu	espíritu:	“Eres
hijo,	eres	hijo	de	Dios,	no	eres	hijo	de	una	religión,	eres	amado	desde	la
eternidad	 y	 elegido	 como	 hijo	 del	 Dios	 vivo”.	 Hay	 un	 vacío	 en	 tu
interior	 que	 no	 puede	 ser	 llenado	 por	 el	 éxito	 natural,	 ministerial	 o
empresarial.	Ser	un	gran	ministro,	reconocido	por	multitudes	no	podrá
saciar	tu	hambre	de	amor	interno.	Jamás	podrás	encontrar	valor,	amparo
y	protección	en	otras	cosas	que	no	sean	los	brazos	de	Aquel	que	diseñó
cada	fibra	de	tu	ser	y	trazó	planes	de	plenitud	para	que	camines	en	ellos.
Lo	único	que	trae	paz	a	tu	alma	es	ver	los	cielos	abiertos	y	escuchar	la
voz	de	tu	Padre	diciendo:	“Eres	mi	hijo	amado”.
“Eres	mi	hijo	y	me	caes	bien”
“Y	descendió	el	Espíritu	Santo	sobre	él	en	forma	corporal,	como
paloma,	y	vino	una	voz	del	cielo	que	decía:	Tú	eres	mi	Hijo	amado;	en	ti
tengo	complacencia”
-	Lucas	3:22
Jesús	comienza	su	ministerio	terrenal	con	dos	afirmaciones	claras	del
Padre.	La	primera	es	quién	es.	El	Padre	necesita	establecer	la	identidad
de	Jesús	en	quién	es	y	no	en	lo	que	hará.	Muchos	lo	llamarán	maestro,
otros	profeta,	algunos	buen	pastor,	apóstol	o	evangelista.	De	hecho	son
todos	títulos	dados	a	Jesús	en	la	Biblia.	Pero	el	fundamento	de	todo	Su
ministerio	 debe	 estar	 basado	 en	 lo	 que	 el	 Padre	 piensa	 de	 Él	 y	 no	 en
posiciones	jerárquicas	o	funciones	ministeriales.	No	serán	los	milagros	y
las	señales	lo	que	definirán	a	Jesús.	No	será	lo	que	las	personas	sientan
por	 Él,	 por	 momentos	 lo	 aplaudirán	 y	 de	 repente	 lo	 crucificarán.	 El
Padre	podría	haber	dicho:	“Este	es	mi	salvador	elegido,	mi	superhéroe
sobrenatural”,	o	alguna	cosa	por	el	estilo.	Sin	embargo	decide	darle,	a	la
vista	 de	 todos,	 el	 mayor	 título	 que	 una	 persona	 puede	 recibir:	 “hijo
amado”.	 Muchas	 veces	 me	 he	 preguntado,	 ¿por	 qué	 el	 Padre	 no
aprovechó	esa	presentación	ministerial	delante	del	pueblo	para	declarar	a
Jesús	Mesías?.	Dios	me	ha	mostrado	que	Jesús,	que	fue	tentado	en	todo
según	 nuestra	 semejanza,15
	 no	 podría	 haber	 alcanzado	 Su	 propósito
mesiánico	si	Su	identidad	no	estaba	basada	en	lo	que	el	Padre	pensaba
de	 Él.	 En	 otras	 palabras	 no	 podemos	 alcanzar	 nuestro	 propósito	 si	 no
construimos	sobre	el	fundamento	de	que	somos:	Sus	hijos	amados.	La
segunda	afirmación	que	el	Padre	quiere	dejar	clara	es	“qué	produce	un
hijo	en	Su	corazón”.	La	palabra	“complacencia”	viene	de	“experimentar
placer”.	El	Padre	le	está	diciendo:	“Produces	placer	 en	mí,	 cuando	te
veo	mi	corazón	se	alegra,	más	allá	de	lo	que	produzcas	en	otros,	debes
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Hijos de la intimidad libro

  • 1.
  • 2.
  • 5. COMENTARIOS Es sorprendente ver cómo Dios está levantando y moviendo las aguas de una generación apasionada que quiere ver a Dios como Señor, desea verlo manifestarse como Rey, pero por sobre todo está buscando a Dios como Padre. Es allí donde comienza el clamor de los hijos de la intimidad. Te animo a que dejes tu reputación de lado y te presentes delante de Él con el mayor título que te fue otorgado en esta tierra, que es ser hijo de Dios y que te vuelvas un verdadero íntimo. Espero que este libro te lleve cada vez más cerca del corazón del Padre así como lo hizo conmigo. Lucas Conslié Ministro de adoración, ministerio Toma Tu Lugar, Córdoba, Argentina. Hoy en nuestro mundo tan turbulento, mientras algunos están orando para que Dios nos saque de este planeta tan perdido y otros están declarando el juicio de Dios, yo escucho la voz del Padre por medio de Isaías 60:1-2 proclamar: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. El problema no es el enemigo, el problema es que no sabemos quiénes somos. Fuimos diseñados para brillar en la oscuridad, no para huir de ella. Todo Latinoamérica espera la
  • 6. manifestación de los hijos de Dios. Mariano tiene su cabeza recostada sobre el pecho de Jesús y está escuchando lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia: Jesús vino para salvar lo que se había perdido. Nuestra identidad es ser hijos de la Intimidad. Roger Cunningham Pastor, Iglesia Cristiana La Viña Las Condes, Santiago, Chile. Tengo el alto honor de conocer a Mariano Sennewald desde hace algunos años, conocer a su familia y el magno trabajo que están desarrollando junto a los santos de MiSion a favor de esta y las próximas generaciones. Reconozco que él es un verdadero hijo de la intimidad, al cual Dios le ha dado una voz que ahora llega a nosotros de forma escrita. Sin lugar a dudas, aquí se vuelcan años de experiencia junto a verdades presentes que son parte de la preparación del Cuerpo de Cristo. Recomiendo plenamente este libro para todos aquellos que entienden que, como generación, estamos siendo formados en el secreto para manifestarse en lo público como hijos de la intimidad con el Padre. Gracias Mariano por ser un instrumento de justicia en nuestra generación y disponer tu vida para servir a la Iglesia en toda la tierra. Gustavo Lara Apóstol, Ministerio UNGE, Buenos Aires, Argentina. Indiscutiblemente la venida de Jesús se acerca y El Padre está restaurando la identidad del Cuerpo de Cristo a nivel mundial. Lo está haciendo a través de una generación de íntimos totalmente libres y transformados. Éstos, han comprendido que el mayor éxito y propósito de nuestra existencia es cumplir el primer y segundo mandamiento desde
  • 7. el fundamento eterno de la herencia de nuestra identidad como: Hijos, Novia, Reyes y Sacerdotes de Dios. En mi opinión Mariano Sennewald además de ser un modelo y prototipo atinado de un “Hijo de la intimidad”, es un verdadero precursor, representante y vocero de esta generación, que llevará este mensaje a todo Iberoamérica. David Lugo Ministro de Adoración, Ministerio IHOP, Kansas City, Estados Unidos. Cada vez que lo he visto a Mariano hablar en conferencias, he quedado deslumbrado al ver cómo logra con frescura compartir algo nuevo y provocador. Al leer este libro, me doy cuenta que logró hacer esto mismo en él. Transmite gran nivel de energía y entusiasmo sobre nuestra identidad como hijos de la intimidad. Me desafió a verme como me veo en la Presencia de Dios y a cuestionarme la brecha. Si quieres un salto cuántico en tu vida espiritual, lee este libro. Gonzalo Zubieta Consultor internacional en Estrategia y Liderazgo, Santiago, Chile. Creo, sin temor a equivocarme, que este libro que tienes en tus manos, es uno de los mensajes más claros que el Cielo está hablando a esta generación. No solo es un buen libro sino que es un activador, ningún lector quedará igual después de ser expuesto a la Palabra de Dios revelada en cada página. Cuando termines, querrás responder a ese llamado de pasar de la teoría a la práctica y ser parte de los representantes y embajadores de Dios para este tiempo. Y lo que más me bendice es que el autor, mi amigo Mariano, vive lo que escribe. Menny Escobar
  • 8. Pastor, Iglesia Rey de Reyes, Buenos Aires, Argentina La vida y el mensaje del Espíritu en la voz de Mariano Sennewald hacen eco en nuestro ser, alimentan la eternidad y generan fruto. El libro que tienes en tus manos es el resultado de una vida en el secreto, de decisiones radicales y tiempos proféticos escuchando el corazón del Padre. No son palabras al viento; es un mensaje para una generación que crece y gestiona su vida desde el secreto y la intimidad. Este no es un libro sobre argumentos o exposición de ideas, sino un llamado profético a las generaciones y una clave apostólica para los santos. Este mensaje alimentará el desarrollo de los diseños de Dios en tu vida y serán principios de sabiduría y poder divino para caminar en los caminos del Hijo, movido por el Espíritu Santo, agradando a Papá en todo. Rodrigo Gorjón Pastor, Centro Familiar de Adoración, Córdoba, Argentina. He sido bendecido por poder conocer a mi hermano Mariano durante toda su vida y he sido testigo de su búsqueda incansable por la Presencia de Dios. Es allí donde recibe la revelación continua sobre la que se fundamenta su vida, familia y ministerio. Hijos de la intimidad es el llamado de Dios a conectarte con un estilo de vida de dependencia, guía y abandono al Espíritu Santo de Dios que te llevará a ser la representación exacta de Jesús y manifestar Su gloria a este mundo perdido. Jamás podremos ir en búsqueda de los perdidos sin la revelación de que primero hemos sido encontrados. Sebastián Sennewald Evangelista, Iglesia El Encuentro, Ministerio EMUBA, Buenos Aires, Argentina.
  • 9. Conozco al autor de este libro como nadie, hemos sido amigos, novios y hace muchos años un feliz matrimonio. Hay algo que siempre me ha conmovido y no ha cambiado, sino que crece y se fortalece cada día: Su amor y deseo incansable de escuchar la voz del Padre y hacer oír esa Voz a todo el mundo. Veo tanto del Padre en su vida y este libro es solo una muestra escrita de lo que él vive cada día. He sido la primera en leer Hijos de la intimidad, y estoy convencida de que será un proceso de transformación, sanidad y restauración en cada uno que lo lea. En estas páginas lograrás descubrir al Papá que te soñó y formó para que estés cerca de Él y lo reveles a otros. Deseo que este mensaje vivo te enamore de Jesús y avive tu vida como lo hizo y lo sigue haciendo conmigo. Analía Mora de Sennewald Ministerio MiSion Centro de Entrenamiento Ministerial, Buenos Aires, Argentina.
  • 10. DEDICATORIA Dedico este libro a quienes me han mostrado la naturaleza del Padre a través de sus vidas como hijos de Dios durante toda mi vida. Cada pequeño acto de amor divino que he visto en cientos de hombres y mujeres que viven como hijos de la intimidad, me ha revelado que Él es real y cercano, y han incrementado mi deseo de vivir para Él. A los hijos del Viento, que de forma invisible, anónima, espontánea, impredecible, poderosa y constante, revelan al Padre cada semana en cada rincón de la tierra, sin esperar los aplausos del hombre sino la recompensa del cielo. A todos los que están dispuestos a morir a las tradiciones humanas y religiosas, para establecer la denominación celestial en la tierra. A los que pagan el precio de discipular personas más que realizar tareas, convirtiéndose en padres espirituales para una generación huérfana de alma. A los que están dando su vida por transformar la realidad con los ojos fijos en la eternidad.
  • 11. AGRADECIMIENTOS A Quien se reveló a mi vida como un Padre cercano, y me dice constantemente que me ama y le caigo bien. ¡Gracias por ser más real que el aire que respiro y darle sentido a todo! A mi compañera perfecta, el amor de mi vida. Sin vos, nunca podría haber escrito este libro, haces que me sienta pleno y feliz, sos la muestra visible y tangible que Dios premia a quiénes le honran. A la mayor inspiración de este libro, mi princesa Conie. Todo lo que aquí está escrito nació contigo. Has sido mi mayor seminario, me diste un doctorado en amor, felicidad, plenitud y me desafiaste a ser un mejor hombre, el papá que te mereces. Mi vida cambió cuando me dijiste “papá” por primera vez. A mis padres, les debo todo lo que soy. Papá, sos la persona que más ha influenciado en mi vida, te admiro y sigo aprendiendo como es el Padre cuando te miro. Mamá, siempre creíste en mí cuando ni yo lo hacía, soy fruto de tus oraciones y perseverancia, gracias por nunca darte por vencida. A mi hermano Sebastián y el resto de mi familia, gracias por su paciencia y compañía en esta maravillosa aventura. De forma especial agradezco a mis hijos espirituales, no tengo palabras para decirles cuánto los amo, caminar con ustedes, discipularlos y disfrutarlos, ha inspirado mucho del contenido de este libro.
  • 12. A la iglesia El Encuentro, instituto MiSion y todos mis amigos del Reino en tantas ciudades y naciones: ¡Qué honor ser parte de la familia de Dios en la tierra! Por último, agradezco a quienes hicieron posible que este mensaje salga a la luz: Majo Torrez, ¿cómo se agradece tanta excelencia y amor? Tu trabajo de diseño es sublime, pero lo que más me impacta es que con cada actitud me mostrás a Jesús, ¡gracias!. Natalia Corsi, sos un regalo de Dios para mi vida, gracias por la dedicación para corregir el texto, tu aporte vale oro. Gisela Sawin, contar con tu apoyo, consejos y colaboración me hacen crecer mucho, gracias. Marianela Liboa, Dios recompense el tiempo invertido en correcciones, es una bendición que seas parte. A todo el equipo de MiSion, esto es fruto de todos, sigamos esforzándonos que Papá sonríe con cada paso que damos.
  • 13. PRÓLOGO Cuando Dios creó a Adán fue con la intención de hacer una extensión de Su persona en la tierra. Las palabras: imagen y semejanza, en el original refieren a sombra y horma. Fuimos hechos por la “horma de Dios” para ser Sus representantes en esta tierra. Satanás odia esto, porque es una posición que él jamás volverá a tener. Por eso nuestro enemigo, como padre de los rechazados, se esfuerza para imprimir y grabar en las personas raíces de rechazo para que el ser humano se sienta y viva como huérfano. Sin embargo, para esto ha venido Cristo, para deshacer las obras del diablo y para rescatar lo que se había perdido desde el Edén: intimidad con el Padre otra vez e identidad de hijos. Jesús dejó de ser el unigénito de Dios para transformarse en el primogénito de muchos hermanos. “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios” - Juan 1:12-13 Somos hijos de Dios por Su voluntad y no por esfuerzo de prácticas religiosas. Esto es un fruto de Su intimidad, de tener Su espíritu, Sus características, Su genética en nuestro interior. Hoy hay mucha gente convencida pero pocos convertidos. La conversión es una parte esencial en la reforma que Dios está haciendo a través de Su iglesia en las
  • 14. naciones y consiste en realmente volver a ser semejantes al Padre. La evidencia de que alguien es hijo de la intimidad no es que vaya a un templo, cante canciones lindas o escuche prédicas. Tampoco es que haya dejado vicios o la vieja forma de hablar, sino que se debe ver en su vida el carácter de Cristo, un hijo parecido al Padre de adentro hacia afuera. Y esto no se puede fingir o aparentar, es necesario nacer de nuevo. Nos damos cuenta de que el Espíritu Santo está restaurando una verdad cuando una revelación se intensifica y se repite en diferentes lugares y de distintas formas al mismo tiempo. En esta temporada Dios nos está hablando mucho de intimidad y de paternidad como nunca antes. Por esta razón el libro que está en tus manos es una herramienta alineada al hoy de Dios para tu vida y afectará tu legado en esta tierra. Mariano Sennewald es mi amigo personal desde hace muchos años. Conozco su corazón, su familia y su pasión por lo auténtico de Dios. Sin duda es la persona indicada para inspirar a esta generación a vivir como Hijos de la intimidad. Al comenzar a leer estas páginas, con expectativa de conocer más de la esencia de Dios, sin duda el Espíritu Santo te llevará a salir de lo superficial y te meterá en Sus profundidades. “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” - 1 Corintios 2:9-11 Al entender la palabra filiación tuve más entendimiento del propósito de Dios en relación a los hijos nacidos de la intimidad. Filiación es una palabra que se usa en un ámbito judicial para determinar que una
  • 15. persona es legalmente hijo de sus progenitores. Sin embargo, también es un término que se utiliza para las empresas o cualquier tipo de negocio al determinar sus extensiones o “filiales”. Usualmente son anexos, lo más parecido posible al original, que expresan bien lo que uno quiere vender o comunicar. Un ejemplo claro de esto es McDonald’s. Un día teníamos que ir con parte de mi equipo a Portugal y fue un viaje bastante largo con varias escalas. En veinticuatro horas comimos tres veces en esta cadena de comidas rápidas. No es que seamos fanáticos de ese lugar sino que era el único que estaba abierto y lo más “seguro” que teníamos. La ventaja es que esa cadena de hamburguesas es exactamente igual en cualquier parte del mundo (nos ha salvado varias veces). Trabajan con el sistema de “filiales” donde todos sus restaurantes tienen que ser lo más parecido al original y por dicha razón tienen tanto éxito a nivel mundial. Dios pensó en nosotros para que seamos mucho más que “comida rápida”, nos creó con la idea que seamos sus “filiales”, o sea, Sus hijos en esta tierra. La obra de Cristo en la cruz nos permite volver a esa horma y ser otra vez a Su imagen y semejanza de tal manera que representemos con exactitud a nuestro Creador, lo más parecido a lo original posible. Sería bueno que tomes estos próximos días para replantearte si realmente estás siendo “una buena filial” del cielo en la tierra. Si todos tus frutos, tus obras, tu carácter y tus reacciones demuestran que eres Hijo de la intimidad. Te animo a ser parte del remanente que Dios ha adoptado para marcar esta generación, haciendo en la tierra como es en el cielo. No te distraigas, porque tiempo y oportunidad acontecen a todos, así que aprovecha tu tiempo y atrapa tu oportunidad de vivir como un hijo de la intimidad con Dios.
  • 17. INTRODUCCIÓN El pastor dijo que Dios se regocijaba sobre nosotros con cánticos, citando al profeta Sofonías. Al instante uno de los ministros empezó a cantar de parte de Dios: “Mi alegría eres tú, hijo de mi corazón Mi deleite eres tú, hijo de mi intimidad” En ese momento pude sentir un calor en mi interior semejante al de un leño ardiendo. Ese fuego comenzó a derretir mis temores hasta consumirlos por completo. Qué maravilloso es oír la música detrás de la música y escuchar la voz de Dios envuelta en las palabras. Una persona no es verdaderamente libre hasta que oye la voz del Padre susurrar su nombre. Nunca entenderé cómo Dios escoge los momentos para visitarnos y avivarnos. Camino a Damasco…Huyendo de Egipto…En la cárcel de Patmos…Durmiendo sobre una almohada de piedra…, pareciera que los desiertos son los escenarios preferidos de Dios para hablar a Sus hijos. El amor divino es capaz de atravesar cualquier barrera para despertar el propósito en los elegidos desde la eternidad. Dios busca adoradores que adoren al Padre y hará lo imposible por encontrarlos. Los verdaderos adoradores son hijos. Donde se encuentra un hijo de Dios, se abren los cielos, se oye la voz del Padre y el Espíritu desciende de forma visible. En ese cuadro te imagino con este libro en tus manos. La canción que oí aquel día está comenzando a sonar en tu
  • 18. interior. Estás a punto de ser inundado por el amor del Padre de una manera sobrenatural. Su voz te tomará y trasladará a lugares altos como lo hace un águila con sus crías. Al enemigo le lleva años corromper una identidad, a Dios un instante restaurarla. Todos hemos sido definidos por el mundo. Alguien nos dijo quiénes éramos y qué debíamos hacer. Somos el resultado de experiencias que nos marcaron y dictaron nuestro andar. Pero ¿qué sucedería si descubres que Dios dice otra cosa sobre ti? ¿Qué si hasta aquí has vivido para suplir las expectativas del hombre y no las de tu Creador? ¿Lo que dicen las personas de ti, coincide con aquello que el Padre siente cuando piensa en ti? Jesús preguntó: “¿Quién dicen que soy?” El mundo lo había definido: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías o alguno de los profetas”. La opinión de la gente disonaba con lo que el Padre pensaba de Él. Entonces, inconforme con la respuesta volvió a lanzar el interrogante: “Ustedes, quién dicen que soy?”. Es ahí que el discípulo apasionado declaró: “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”. De repente Jesús escuchó a alguien que lo definió en sintonía a lo que su Padre pensaba de él. El cielo y la tierra coincidieron y este hijo de la intimidad del Padre se activó. Eso sucederá en los próximas días, la voz de estas páginas se alinearán con la sinfonía del cielo y de repente el Espíritu Santo comenzará a danzar en tu interior. La revelación de Jesús nos lleva al descubrimiento de quiénes somos. Eso sucedió con Pedro. Nota que el tosco pescador no había escuchado esta declaración de ningún predicador, ni la había leído en ningún libro. Sin duda la información que tenía sobre Jesús no era parte de su herencia religiosa, sino de su intimidad con el Padre. Este hombre que se estaba convirtiendo en un fundamento inconmovible por generaciones, había
  • 19. nacido en la intimidad. Y entonces Jesús lo definió. Le dijo quién era y qué haría con Él. Lo llamó Simón Pedro y le dijo que sobre esa identidad edificaría la Iglesia gloriosa que haría retroceder al infierno y desatar el cielo en la tierra. Simón significa “el que oye a Dios”, Pedro es “roca”. “El que oye a Dios es una roca”, pasarán los años, permanecerá firme y Jesús podrá construir Su reino sobre él. El imperio eterno está constituido por hijos. Dios sueña con una familia. No puede haber hijos si no hay un Padre. Si no tienes entendimiento de quién es tu Padre, nunca podrás caminar como hijo. Dios te adoptó como hijo, ¿tú lo has adoptado como Padre? La revelación que tienes de Jesús, determina tu identidad. Él se llama Padre Eterno y tú Su hijo por los siglos de los siglos. Jesús está enamorado de la Iglesia. Por generaciones le ha ofrecido Su corazón, no a una institución religiosa sino a hombres y mujeres que corresponden a Su amor. Esa pasión no es estéril, sino que da como fruto hijos. Éstos no nacen de normas, reglamentos o principios de hombres. Puedes heredar una religión, una denominación y hasta un ministerio, pero tu relación con Dios no figura en el testamento, sino que se desarrolla y se cultiva. Quiero animarte a entrar en Su habitación. Vayamos juntos a un lugar donde no hay otro sonido más que la voz de Dios. Por los próximos días te desafío a que bajes el volumen de todo alrededor. Entra en ese cuarto de intimidad donde Dios te dirá cosas que no puede decirte en público. Lo que ilumina este ambiente de amor es una luz de revelación que te hará verlo como nunca antes lo hiciste. Descubrirás aspectos de Dios que te atraerán fervientemente a Él. También podrás observar tu corazón desnudo, sin las vestiduras de la religión. En Su espejo identificarás áreas que necesitan ser sanadas con urgencia. Disfrutarás el aroma del conocimiento de Cristo que perfumará la atmósfera y te irás impregnado de Él para manifestarlo en todo lugar.
  • 20. Serás abrazado, definido y enviado. Nunca has sentido un amor igual, nadie te ha mirado de esa manera. Entrarás solo, experimentarás el regazo del Padre y saldrás como parte de un ejército que manifestará a Dios en la tierra. Hay una generación que está por nacer. No nacerán de un sistema religioso. No son fruto del esfuerzo humano. Son los nacidos en el secreto. Estos revolucionarios serán dados a luz en pesebres espirituales. Desiertos, habitaciones, trenes, colectivos, patios, parques, playas y cocinas, serán las salas de parto donde Dios alumbrará a cientos que manifestarán la esencia del corazón del Ser no Creado a la humanidad. No los busques en la multitud, están perdidos en los negocios del Padre. Son los herederos de la eternidad. Son los hijos de la intimidad. - Mariano Sennewald
  • 23. L CAPÍTULO 1 · Hijos de la Intimidad · a noticia inundó mi vida de felicidad. Era el día de mi cumpleaños. Mi esposa me despertó con un desayuno, una pancarta muy grande con muchas fotos y frases llenas de amor y ternura. En cada imagen había textos escritos repasando las aventuras, los viajes, las experiencias de nuestros primeros años de matrimonio. Cuando creí que eso era todo, me contó que faltaba algo más y me entregó un sobre. Dijo que ese era el regalo más pequeño y a la vez más grande que recibiría en mi vida. Al abrirlo encontré el test de embarazo que notificaba que seríamos padres por primera vez. Lloramos de alegría, nos abrazamos y adoramos a nuestro Dios por la mayor corona y honra que podríamos recibir en la tierra. A las semanas fuimos a realizar la primera ecografía. Desde ese momento mi corazón fue impactado por un amor que jamás había experimentado. El doctor dijo: “Su tamaño es como el de un grano de arroz”. Escuchar su corazón latir de manera continua y profunda, era como un mensaje directo de Dios diciéndonos cuánto nos amaba. Enseguida recordé las palabras de David: “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego
  • 24. formadas, sin faltar una de ellas1 ”. Pude entender que desde que éramos del tamaño de un grano de arroz ya éramos vistos por el Padre. Mi pequeña estaba captando toda la atención de quien la había creado. Era fruto del amor y la intimidad con mi esposa. Allí fue donde Dios comenzó a hablarme de este libro, de una generación de hijos de la intimidad, del amor entre Jesús y Su amada. Así fue como comenzamos a vivir un avivamiento de amor en nuestros corazones. En ese contexto, hubo una experiencia que me marcó. Al transcurrir los primeros meses, todo el mundo quería saber el sexo de nuestro bebé. Estábamos ansiosos en cada ecografía, pero no se dejaba ver. En una de las visitas al doctor, recuerdo que pasamos con el ecógrafo un buen rato y no podía descubrir su sexo. Él exclamó: “Es muy raro ver a un bebé con las piernas cruzadas todo el tiempo y que en cada oportunidad que hemos intentado no destrabe sus piecitos”. Con mi esposa comenzamos a reírnos. ¿Por qué? Porque así soy yo, no importa cómo me haya quedado dormido, siempre despierto con las piernas cruzadas. Aun cuando estoy sentado, pongo siempre un pie encima del otro (acabo de mirarme mientras escribo este libro, y ¡así estoy ahora mismo!). Cuando le explicamos el motivo de nuestra risa al doctor, él dijo: “Es que es así, los hijos portan la naturaleza de sus padres”. ¡Wow! Qué revelación maravillosa. Una generación de hijos de la intimidad que portan la naturaleza de su Padre. Esa es nuestra esencia. El día que mis ojos vieron a Conie por primera vez y la tuve en brazos, mi vida cambió. Vi tanto de mí en ella, que aprendí el siguiente principio: La gloria del Padre, es ver Su naturaleza en los hijos. Ella no soy yo, ni su mamá, pero porta nuestra esencia. Y siempre la llevará. ¿Por qué? Porque nació de la intimidad y el amor.
  • 25. Hijos de la religión o hijos de la intimidad Dios está haciendo nacer una generación que son hijos de la intimidad. Cuando los conoces no puedes identificarlos con una tradición religiosa sino con la naturaleza del Padre. Recuerda, la gloria del Padre es que te parezcas a Él. Hoy tenemos cientos de hijos parecidos a denominaciones y estructuras religiosas, pero pocos que representen la denominación celestial. La tierra quiere ver una generación de hijos que expresen la naturaleza divina en poder, carácter y gloria. Necesitamos hijos que puedan decir como Jesús: “Y el que me ve, ve al que me envió”.2 La creación gime por la manifestación de los hijos de Dios: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” - Romanos 8:19 ¡Qué paradoja! Hoy hay más cristianos que nunca en la tierra, pero no todos viven como hijos que muestran al Padre. Existen cuarenta y un mil denominaciones evangélicas en el mundo. En naciones como Brasil o Estados Unidos, he visto tres iglesias en una misma cuadra. Hay cientos y miles de formas de culto. Se están construyendo muchos reinos pero no todos tienen el ADN del Rey. Tenemos muchos hijos de costumbres y tradiciones religiosas, que necesitan volver a nacer del amor. Cuando viajo por distintas naciones y conozco cristianos es muy sencillo darse cuenta de su trasfondo. Cada hijo de la religión responde a paradigmas y clichés establecidos por el sistema. Es como si portaran un evangelio superficial, vendido en serie, poco genuino, con frases armadas y muy predecibles. Lo primero que me preguntan cuando me
  • 26. conocen es: “¿De qué denominación es usted pastor?” Y no quiero decir que las denominaciones no son importantes, pero cuando éstas determinan nuestra identidad y no la naturaleza del Padre, estamos en problemas. No son malas las estructuras, pero fueron creadas para sostener las edificaciones y no para limitar lo que el Arquitecto quiere edificar. No escribí este libro en contra de las denominaciones, para nada, y tampoco busco que dejes tu iglesia, al contrario, continúa leyendo y te darás cuenta. De hecho, creo que tú eres la herramienta que Dios utilizará para el cambio que los que te rodean necesitan. Pero también creo que hoy la iglesia necesita redefinir su identidad, más allá del lugar donde Dios colocó a cada hijo, debemos volver juntos a nuestra esencia, que es el regazo del Padre y desde ese lugar unirnos para derribar los muros que nos han separado por siglos. La iglesia es la gran idea de Dios que ha nacido del amor eterno de Jesús por nosotros. Leamos las palabras de Jesús a los fariseos, quiénes eran hijos de la religión: “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá” - Mateo 12:25 El mundo no quiere ver religiosos que tienen soluciones para todas las cosas y creen que pueden arreglarlo todo aunque haya que quemar en hogueras a los que no piensen como ellos. Solo necesitan experimentar el amor, el carácter, el poder y la gloria del Dios vivo a través de tus toques, palabras, abrazos y señales. No quieren discursos o sermones, quieren ver y probar a Dios a través de nuestras vidas. Si tú quieres ser
  • 27. uno de esos, que portan la naturaleza del Padre y que manifiestan Su sustancia a este mundo, necesitas una experiencia como la que vivió Nicodemo. Nacidos de arriba “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” - Juan 3:1-3 Quiero presentarles a Nicodemo: un hijo de la religión. Cuando era niño veía a los maestros de la ley y soñaba algún día vestir los ornamentos religiosos y enseñar doctrina al pueblo. Su máximo anhelo era llegar a integrar el Sanedrín y así definir la dirección religiosa de la nación. Se preparó toda su vida, pagó un alto precio para lograrlo, se convirtió en un experto en doctrina judía y en este momento ha alcanzado un lugar de privilegio ante los ojos de la aristocracia sacerdotal de Israel. Muchos lo consideran un principal entre los judíos. Su consejo y sabiduría es requerida por todos. Sin embargo, hay un vacío en su interior que la teología no puede llenar. Tampoco el reconocimiento del sistema religioso, ni siquiera la jerarquía que tiene en la denominación. Tiene hambre por algo que no ha probado. De repente, encuentra a un hombre que trae vida a los preceptos que desde pequeño ha guardado. Nunca había visto esos principios más que en papiros, pero ahora los ve encarnados en un mortal de Nazaret. La
  • 28. pregunta rápida que viene a su mente es: “¿De qué denominación será este hombre? ¿Será saduceo, fariseo? ¿Habrá estudiado en una escuela de profetas o en un seminario de la ley? ¿Cuál será su sinagoga y quién será su rabí?”. Sin embargo, este sabio que si algo conoce a la perfección es la religión judía, con sus referentes, templos y corrientes, se da cuenta de que Jesús no encaja en ninguna de ellas. Y llega a la siguiente conclusión: “Rabí, sabemos que has venido de Dios…nadie puede hacer las señales que tú haces”. La vida de Jesús no tiene explicación natural ni religiosa. No corresponde a ninguna estructura terrenal. Tampoco se lo puede identificar con ningún maestro que haya en Israel. Este hombre vino del Padre. El ADN de Jesús es Divino, todo en Él es una expresión del Reino que no puede ser dividido. Los actos cotidianos de Su vida no encajan en las ecuaciones humanas. Hay una sola fuente capaz de dar a luz a un hombre así: Dios. Esto llama poderosamente la atención de Nicodemo. De repente, se encuentra frente a un escenario desconocido pero atractivo. Aún no ha descubierto bien cuál es la razón que capta tanto su interés, pero está dispuesto a descubrirlo aunque deba poner en juego su reputación. Esa noche, sale en una búsqueda cuidadosa de Jesús. Nadie puede verlo. ¿Qué dirían aquellos que lo dan todo por guardar la santa tradición farisea si ven a este líder hablar con un apasionado joven que acaba de voltear las mesas en el templo, acusando al sistema religioso de transformar la casa de su Padre en una cueva de ladrones? Estar dispuestos a perder la posición, reputación y control es el primer paso de aquellos que anhelan dejar de ser hijos de la religión y transformarse en hijos del Espíritu. Y Nicodemo lo hizo. Rápidamente Jesús toma el mando de la conversación. El Maestro sabe qué es lo que atrajo al religioso a esta cita divina. Este hombre necesita ver, más que saber. Entonces le dice: “De cierto, de cierto te
  • 29. digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. La palabra original para “de nuevo” también implica “de arriba”. Es necesario nacer de arriba. Juan lo explica de esta manera: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” - Juan 1:12-13 No podemos cumplir el propósito de Dios ni ver Su Reino si no sabemos quiénes somos y a dónde pertenecemos. He dedicado mi primer libro El jardín de la amistad para describir de dónde venimos y a dónde vamos, un lugar de intimidad donde Dios nos está esperando cada día para revelarnos Su corazón. Dios ha puesto este libro Hijos de la intimidad en mi corazón, para revelar quiénes somos, una generación nacida “de arriba”, del corazón del Padre, del fruto del amor entre Cristo y Su Iglesia. No hemos nacido “de abajo”, de la tierra. Juan dice que: “Los hijos de Dios no fueron engendrados por personas, fueron un deseo del Eterno”. No son fruto de estructuras religiosas, de denominaciones o de “super” ministros. Son hijos del secreto. Una vez que la iglesia entienda quién es, definida por el Padre, alcanzará niveles de manifestación de la gloria de Dios nunca vistos anteriormente. Si no vivimos el proceso de morir a la religión y nacer de nuevo y de arriba, nunca podremos entender en plenitud el Reino de Dios. Creo que esto describe a cientos que hoy ocupan bancos en los templos cada domingo. Pero Dios está haciendo nacer una generación de hijos e hijas del Dios vivo, que manifestarán el cielo en la tierra y la naturaleza del Padre en
  • 30. todo lugar. Unificarán el Reino dividido, no solo conocerán los principios sino que vivirán el poder de la Palabra, movidos por el Espíritu Santo y sus vidas solo podrán ser explicadas por argumentos sobrenaturales. Hijos del Espíritu He aprendido el potencial que tiene el hacerle preguntas a Dios. Muchas veces no recibimos respuestas, porque no hacemos las preguntas correctas. Dios no tiene problemas con nuestras preguntas cuando realmente nuestra motivación es escuchar Su voz y recibir Su dirección. Cuando Dios pone una inquietud en tu corazón es porque Él quiere darte una revelación. Nicodemo preguntó, y en ese momento se abrió un portal de revelación tremendo para su vida, y para nosotros que disfrutamos de esta conversación transformadora: “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que esnacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” - Juan 3:4-6 Para nacer de nuevo hay que morir primero. ¿Cuánto de tu humanidad debe morir para convertirte en un hijo del Espíritu? ¿Cuántos aspectos de tu carácter te han acompañado siempre y han nacido de la carne? ¿Cuántos de tus sueños provienen de abajo y no de arriba? Cuando Dios te llama a matar algo en tu vida, es que Él quiere traer a luz
  • 31. algo mucho más glorioso. En este proceso Nicodemo estaba muriendo, pero estaba naciendo un hijo de la intimidad que defendería a Jesús en el Sanedrín delante de todos los religiosos3 , alguien que junto a José de Arimatea llevaría el cuerpo de Jesús a la gloriosa tumba.4 Un hijo de la religión estaba desapareciendo y un protagonista del Reino e íntimo de Jesús estaba por manifestarse. “Nacer de agua” era un término que usaban los judíos para el nacimiento natural. Jesús estaba diciendo que además del nacimiento natural, debía haber un nacimiento engendrado por el Espíritu Santo. Cuántos “muertos vivos” caminan hoy por la tierra que han nacido de agua pero no del Espíritu y entonces no pueden ver el Reino de Dios. Aún en la misma iglesia sucede esto. No tengo dudas de que estamos experimentando el comienzo de un despertar espiritual que traerá una revolución de luz a las naciones. Hace años Dios está llamando a Su pueblo al amor íntimo. Podemos ver a la Amada del Señor responder a tal atractiva invitación de forma radical y apasionada. De esta pasión nacerá una generación de hijos de la intimidad. Cuando visito congregaciones en distintas naciones, no importa de la denominación que sean, puedo notar que cada vez son menos las cosas que nos separan y Dios está trayendo una misma identidad, deseos similares por la Presencia de Jesús y aún formas de adoración y oración en común. De repente, de las cuarenta y un mil maneras distintas de vivir la vida del Reino, en vez de discutir cuál es la mejor, entendemos que hay una forma y es ser como Jesús, un hijo “de arriba” y del Espíritu. Jesús fue claro: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. ¿Qué somos? Si nacimos del Espíritu, creo que como Jesús tenemos que empezar a identificarnos como “hijos de Dios”. Y con esta identidad asumir la responsabilidad de que todos los que nos vean, vean la naturaleza del Padre en nosotros.
  • 32. Debo decirte que la religiosidad será cada vez menos atractiva para el mundo, pero cientos de Nicodemos pondrán en juego su reputación y posición para encontrar a hijos de Dios que porten la naturaleza del Padre. Mi corazón se goza cuando las personas ven a mi hija y me dicen: “No hay dudas que es tu hija, se parece tanto a ti”. Anhelo que en la medida en que vaya creciendo se convierta en una gran mujer de Dios que manifieste la naturaleza del Padre en las naciones. Que las personas no la identifiquen por su nacionalidad, o su religión, o su estatus social y cultural, sino porque es una hija que muestra al Padre y no puede ser definida por ninguna explicación que no sea sobrenatural. Dios puso este mensaje en mi interior para aquellos Nicodemos que se sienten vacíos por la religiosidad y necesitan una revolución espiritual que cambie sus vidas para siempre. También para aquellos que como Jesús provocarán la atracción de muchos Nicodemos que les dirán: “Yo no entiendo lo que haces, pero reconozco que vienes del Padre, porque nadie hace lo que tú haces”. Seas uno u otro eres parte de una generación que está por manifestarse en la tierra, hijos de la intimidad, que en todo lugar donde estén, producirán que los cielos se abran, que el Espíritu descienda de forma visible y que la voz del Padre se escuche en la tierra diciendo: “Estos son mis hijos amados y por ellos mi corazón siente placer”. ¿Cómo se produce ese cambio interno? ¿Cómo saber si soy un hijo de la religión o de la intimidad? ¿Cómo transformarme en un protagonista de lo que Dios hará en los próximos años en la tierra? Éstos han sido los interrogantes que me llevaron a dar a luz este libro. Cuestionamientos similares le hizo el principal de los fariseos a Jesús. Te animo a que avancemos juntos en este camino maravilloso y descubramos cómo Jesús transformó a Nicodemo en un hijo de la
  • 36. E CAPÍTULO 2 · Hijos del viento · n mi primer viaje a Bolivia conocí amigos extraordinarios. La noche que describiré a continuación la identifico como una de las más maravillosas de toda mi vida. El calor del hogar de la familia pastoral que me hospedaba solo podría lograrse cuando la Presencia de Dios es el centro de un lugar. Era una velada donde las apasionantes charlas e historias de Reino eclipsaban la deliciosa comida que había sobre la mesa. Los pastores comenzaron a describirme uno de los momentos más difíciles y a la vez gloriosos de sus vidas. La historia tenía que ver con su hija menor. Cuando transitaba sus catorce años de edad, los padres le preguntaron qué regalo deseaba recibir para su cumpleaños número quince. En muchos países latinoamericanos se acostumbra agasajar a las quinceañeras con una fiesta o con un viaje para disfrutar con amigos o familiares. La respuesta de la niña al principio no parecía ser extraña. “Un viaje”, exclamó. Hasta ese momento imagina la emoción de sus padres por la elección de su hija, ya que no tendrían gastos exorbitantes en comidas, bebidas y cotillón, sino que disfrutarían un tiempo increíble con la familia. - ¡Qué bueno hija! y ¿a dónde te gustaría ir?
  • 37. - A Irán, a traficar Biblias -respondió la apasionada adolescente. Recuerdo cómo estos preciosos hijos de Dios, describieron el acontecimiento. La sangre se congeló dentro de ellos y cientos de interrogantes llenaron sus mentes y aún sus bocas. -¿A Irán? ¿Al país número uno enemigo del pueblo de Israel? ¿Al lugar donde si encuentran a alguien con una Biblia la mayor suerte que esa persona puede obtener es pasar su vida en la cárcel, antes que ser muerta o torturada? ¿Qué le harían a una pequeñita de quince años si la encontraran con una Biblia? Rápidamente comenzaron a explicar todos los argumentos por los cuales esto era una locura y que de ninguna manera ellos la autorizarían a realizar tal “suicidio”, quise decir, viaje. Por los siguientes ocho meses trataron de convencerla. Con razonamientos, fotos de torturas, historias reales de misioneros que aún hoy están presos en esas naciones de Medio Oriente. Pero ¡Qué difícil es quebrar la voluntad de alguien que tiene en su interior el ADN de Aquel que fue capaz de dejar Su trono y dar Su vida para que otros la obtengan! En el transcurso de ese tiempo, los padres de la joven se fueron dando cuenta de que ningún argumento podría hacerla desistir, porque aquellos que ya murieron a todo por causa de Jesús, no tienen nada que perder, ni siquiera su propia vida. Fue así que después de un duro proceso, los papás de esta “hija de la intimidad”, escucharon a Dios decirles que esta locura era Su plan y que debían permitirle el viaje. Al poco tiempo, Cecilia se estaba embarcando en la aventura Divina. Al llegar al aeropuerto de Irán, sintió una voz del Espíritu que le decía que debía entrar por una puerta, ésta tenía un letrero que decía: “Entrada para diplomáticos”. La joven apasionada obedeció. Al verla, los policías de migraciones, le dieron la bienvenida y ni siquiera revisaron su equipaje. En medio de tal intervención sobrenatural, el Espíritu Santo volvió a
  • 38. susurrar: Bienvenida embajadora del Reino Inconmovible. A los minutos estaba dentro de esta hostil nación con una maleta llena de Biblias. Muchas personas recibieron el tesoro de la palabra de Dios a través de esta valiente guerrera. Semanas más tarde se reencontró con su familia para contarles las experiencias celestiales que había vivido. Tengo otros amigos que han introducido Biblias en Irán de formas milagrosas. Los scanners de las aduanas se rompían justo cuando ellos estaban ingresando, a los policías les agarraba picazón en los ojos al revisar su equipaje e historias semejantes. ¡Cuánto amo la vida de aquellas personas que solo pueden ser explicadas sobrenaturalmente! En ellos veo la naturaleza del Padre. Pocas veces he contemplado en los ojos de una persona tanta libertad y amor como en los de mi amiga boliviana. Éste es uno de los tantos ejemplos que podría usar para describir a los “hijos del viento”. Aquellos “invisibles” que son movidos por el Espíritu, impredecibles para el sistema natural, pero que se hacen sentir y todo lo que tocan lo sanan. Dios está soplando a estos portadores de aliento de vida sobre la tierra desde Su propia boca. Jesús se refirió a ellos cuando dialogaba con Nicodemo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” - Juan 3:6 Si te fijas en el comentario de tu Biblia, notarás que la misma palabra griega que se utiliza en este pasaje significa tanto espíritu como viento. El viento representa una generación de invisibles, que no les interesa tanto ser vistos pero sí se hacen sentir. No pueden ser controlados ni atrapados en sistemas humanos y religiosos. Son movidos y dirigidos
  • 39. por el Espíritu Santo. Existe una dimensión de intimidad con Dios y pasión por Su Presencia en la cual tu espíritu y el de Dios se entrelazan y literalmente eres poseído por Él. El Espíritu comienza a determinar tus pasos, movimientos y se empieza a ver a Cristo en ti, esperanza de gloria. Ésta es una característica fundamental que diferencia a los hijos de la religión de los hijos de la intimidad. Mientras los primeros responden a paradigmas religiosos y sus movimientos son determinados por tradiciones humanas, los hijos del Espíritu son movidos y dirigidos literalmente por Dios. Invisibles e impredecibles Quisiera volver a la historia de Jesús y Nicodemo. En esta apasionante charla, el Señor utiliza la figura del viento para describir a los que nacen “de arriba”: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” - Juan 3:8 ¡Qué maravillosa descripción de la generación que Dios está levantando en la tierra! El viento no se ve, pero se oye. Así son los hijos de la intimidad. Tienen un sonido. No están tan preocupados por el reconocimiento del sistema, pero tienen una voz profética que es clara y poderosa para estos tiempos. Entiendo que Dios está liberando una unción creativa sobre aquellos que estén dispuestos a vivir el proceso de morir a la religión y nacer al Espíritu. Esta voz se manifestará a través de canciones, libros, mensajes y proyectos. Se escuchará no solo en templos
  • 40. sino en universidades, empresas, palacios legislativos y hasta presidenciales. Un viento fresco está soplando sobre las naciones. Son los invisibles, cuando quieras verlos solo verás al Espíritu en ellos. Quisiera hacer la siguiente salvedad: cuando hablo de esta generación, no me refiero solo a los jóvenes, no tiene que ver con la edad, sino con personas que son parte del ejército que Dios está reclutando para lo que viene. De hecho es muy probable que Nicodemo no fuera joven en este diálogo, ya que era un principal entre los judíos y esta jerarquía solo la poseían los que tenían una reputación religiosa adquirida a través de los años. Jesús continúa la descripción de los hijos del viento diciendo: “No sabes de dónde vienen ni a dónde van”. Los hijos de la intimidad son “impredecibles”. Esta es la antítesis de la religiosidad que trabaja arduamente para hacer a los hijos de Dios predecibles. Todo tiene que estar controlado y estructurado. No hay espacio para la sorpresa. No queremos que nada nos sorprenda y se vaya de las manos, ni siquiera aceptamos cuando Dios quiere irrumpir en nuestros servicios estructurados y llamamos muchas veces “desorden” a lo impredecible. Estoy totalmente de acuerdo que necesitamos orden, pero cuando para lograrlo sacamos al Dios “incontrolable” de la ecuación, perdemos lo más importante. La religiosidad produce temor a lo nuevo. Los programas litúrgicos cada vez son más rígidos y seguros. Nada puede salir de lo planificado. Hacemos cultos en serie, como si fuera un producto sin fallas para clientes exigentes. Si la hora se pasa un poco, los consumidores se quejarán y ya no volverán la semana próxima. Tenemos horarios para la adoración, para los anuncios, para el sermón. No hay espacio para sucesos impredecibles. Todo debe venir de algún lado e ir hacia otro. Exactamente lo contrario a lo que dijo Jesús. Que funcione no quiere
  • 41. decir que sea del Espíritu. Los hijos del viento son impredecibles. Son guiados y movidos por Dios en todo. Declaro que en los próximos años, sabremos dónde empezarán los cultos, pero no tendremos idea dónde terminarán, porque será tanto el mover del Espíritu que tomará el control y los hombres lo perderemos. Podremos preparar el altar, convocar al pueblo y aún a los profetas de Baal, pero no podremos fabricar el fuego. Deberemos desarrollar corazones que atraigan la gloria Divina. Los hijos del viento se preguntarán al comenzar cada culto: “Espíritu Santo ¿qué quieres hoy? Tenemos nuestro plan, pero si tú no irrumpes y te manifiestas nada tiene sentido”. Cuando alguien nos pregunte: “¿Cómo son los servicios en tu denominación, en tu iglesia?” Diremos: “La verdad no tengo ni idea, porque cada semana es distinto, nunca es igual, pero siempre escucharás y experimentarás la Presencia del Dios Vivo”. El encuentro no estará centrado en los hombres sino en la belleza de Jesús y en el poder de Dios. Los sermones no serán los que produzcan milagros, sino que explicarán y enseñarán sobre la gloria experimentada por cada uno de quienes sean alcanzados por el viento del Espíritu a través de los hijos. Así como en Pentecostés, primero caerá el fuego del Espíritu y el viento recio, y después los “Pedros” de esta generación explicarán: “No están ebrios como vosotros suponéis…esto es lo que dijo el profeta Joel…”. 5 Dios está trayendo un cambio y los que tienen oído para oír están oyendo el sonido de este viento. El control humano será transformado en temor Divino. El orgullo en dependencia. El pecado en santidad. Y la esclavitud en libertad. Movidos por el Espíritu El mundo está cambiando. La iglesia también. La evolución es parte
  • 42. de la vida. Todos los días crecemos. Todas las personas vivas cambian. Debemos direccionar esas transformaciones hacia el Varón Perfecto y crecer cada día a Su estatura. Vivimos un tiempo donde nos hemos dado cuenta de que la religiosidad no alcanza. El evangelio teórico ha fracasado. Debemos volver al punto donde nos corrimos y retomar el rumbo. Todos los cambios que produzcas en este tiempo deben acercarte a una vida llena y movida por el Espíritu Santo. Adán sin aliento de vida era barro inerte. El cuerpo sin espíritu es simplemente un pedazo de carne. La iglesia sin el gobierno del Espíritu son ladrillos y personas amontonadas. Hay una dimensión espiritual descripta en Romanos 8 llamada “La vida en el Espíritu” (te recomiendo que leas todo el capítulo). El resumen de este maravilloso relato sobre lo que los hijos del Espíritu deben ser está en el verso 14: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” - Romanos 8:4 Quiero que notes la relación entre ser hijo de Dios y ser movido por el Espíritu. De esto habló Jesús a Nicodemo. Ser lleno del Espíritu es una experiencia, ser guiado y movido por el Espíritu es un proceso, un estilo de vida. Él no solo quiere llenarte, también quiere dirigirte. No solo quiere darte un culto glorioso, Su compromiso es que vivas una vida gloriosa. Un hijo del viento es conducido en su diario andar por la voluntad del Espíritu. Debo hacerte la pregunta “¿Estás tomado de tal manera por el Espíritu Santo que Él guía cada paso que realizas? ¿Quién gobierna en tu vida, la carne o el Espíritu?” Cuando el Espíritu guía la
  • 43. vida de una persona la conduce constantemente a la voluntad del Padre. Él te toma y determina tus movimientos. Inclina tus actos hacia la devoción con Dios y la extensión de Su Reino. Ya no puedes moverte a tu manera sino que es Él quien te direcciona en todo. Un guante en las manos de Dios Hace muchos años asistí a una conferencia y recuerdo un mensaje que me marcó. Hablaba sobre vidas controladas por el Espíritu. El reconocido orador utilizó como ejemplo un guante. Lo que más recuerdo de la prédica es esta ilustración. Era simple y poderosa. Dijo: “Nosotros somos los guantes, Dios es la mano. Si Él nos toma, ya no podremos hacer lo que queremos, Él nos poseerá por completo, nos moverá y nuestra vida estará controlada por Su Espíritu”. En mi memoria sobre aquel día está la siguiente oración que elevé al Padre: “Yo quiero ser un guante en Tus manos”. Con los años descubrí que este ejemplo tenía mucho más sentido espiritual del que creía. El guante tiene la forma de la mano. Nosotros tenemos la forma de Dios, fuimos creados conforme a Su imagen y semejanza. Así como el guante solo sirve para la mano, nosotros fuimos diseñados para ser repletos por Él. Cuando Dios nos posee a través de Su Espíritu de manera absoluta, tomamos Su forma. El guante pasa a ser parte de la mano, como nosotros pasamos a ser parte de Dios. Pablo dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi”.6 Si alguien nos toca con un guante, no atribuimos el toque al pedazo de lana, sino a la persona. En esta dimensión espiritual, los hijos del viento son guantes en las manos de Dios. Cuando tocamos a alguien, la gente no nos ve a nosotros sino a quien nos ha tomado. Las personas dirán después de un culto: “Dios me habló”, en lugar de “qué tremendo ´fulanito´”. Otros
  • 44. declararán: “sentí el toque de Dios” en vez de atribuir la gloria y el poder a los hombres. Dios quiere que tomemos Su forma y esto solo puede suceder cuando nos toma el Espíritu. Dios desea determinar nuestros movimientos. Él anhela que seamos uno con Él. Mi amiga Cecilia fue un guante en las manos de Dios para introducir Biblias en Irán. Tengo otros amigos pastores de Estados Unidos que dejaron todo para abrir una obra hace treinta años en Cochabamba (Bolivia). Hoy hay allí una iglesia con un auditorio para más de mil personas, un colegio para cientos de niños, un orfanato y están impactando más que a una ciudad, a una nación. El día que estos amados hermanos dejaron todo se convirtieron en guantes en las manos de Dios para acariciar esa nación. La gente no les concede la gloria a ellos, solo entienden que Dios se mudó allí. Tengo una amiga trabajando en la India, reclutando muchachas de las familias para que no sean entregadas en matrimonio (allí las entregan desde los cinco años edad). Muchas mueren laceradas sexualmente, o son esclavizadas toda su vida. Los padres hacen esta aberración solo por un poco de dinero. Mi amiga es un guante en la mano de Dios para abrazar a estas niñitas. Otro pastor conocido en un país cerrado al evangelio (no lo nombraré por seguridad) está preso hace cinco años por predicar a Cristo. Recientemente en el juicio, le dijeron que si negaba a Jesús, le darían su libertad y lo devolverían con su esposa e hijas. Él contestó: “Puedo perder mi libertad, puedo perder a mi esposa, puedo perder a mis hijas, pero no puedo perder mi fe en quien me hizo libre por la eternidad, Jesucristo”. Podría enumerarte tantos casos más de invisibles, que cada semana en distintas ciudades movidos por el Espíritu, están edificando el Reino de Dios y experimentando lo sobrenatural. Han perdido su voluntad, pero son parte de un deseo mayor. Han decidido vivir la vida del Espíritu y rendir su
  • 45. carne. Todos viven en plenitud. Un amigo me enseñó que plenitud no es tenerlo todo, es no tener necesidad de nada. Esto solo puede venir por la experiencia del Espíritu completando cada espacio de nuestro interior. Por eso: ¡En Su Presencia tenemos plenitud! Dios ya tomó nuestra forma a través de Jesús, para que nosotros podamos tomar Su forma a través del Espíritu. Como hijos tenemos la naturaleza del Padre. La única manera de convertirnos en hijos del viento es dejando de alimentar la carne en todas sus formas y comenzar a nutrir el espíritu. Debemos matar toda carnalidad en nuestras vidas, todo aquello que quiere llenar el guante y dirigirlo hacia otros propósitos. Defino “carnalidad” como lo que “enfría” tu anhelo ferviente por Dios. La adoración es una cuestión de deseos. Todo lo que deseas más que a Jesús es idolatría. De esta manera hasta el mismo ministerio puede convertirse en un ídolo si prefieres ser usado a ser amado. El Espíritu siempre creará un apetito en tu interior que solo puede ser suplido por Jesús y Su voluntad. Toda “teología” que obstruya tu adoración a Dios y tu amor al prójimo es incorrecta. Ser tomado por el Espíritu te acercará a Él y te conectará a los demás. Dios te conducirá hacia un destino glorioso y de repente sonreirás como solo aquellos que han alcanzado plenitud lo hacen. Hambre por lo sobrenatural Un religioso puede convertirse en un hijo del viento cuando da lugar al hambre por lo sobrenatural. Así le sucedió a Nicodemo. Fue lo inexplicable lo que lo atrajo: “Nadie puede hacer las señales que tú haces”. La religión hace que pongas la vista en lo natural y explicable. Recuerdo una charla que tuve hace varios años con un líder de jóvenes de una iglesia grande en mi nación. Él me dijo: “Yo solo creo lo que
  • 46. entiendo y puedo comprobar, lo demás para mí es misticismo”. ¿Dónde ubicamos la fe en esa ecuación? Confundimos espiritualidad con misticismo. No podemos ver y experimentar el Reino de Dios sin hambre por lo espiritual, porque ésta es su sustancia. Lo espiritual es invisible, impredecible y a la vez poderoso, transformador y atractivo. Así son los hijos del viento. Así es Jesús. Retomemos la historia de Nicodemo. Luego de esta maravillosa descripción que Jesús hace de un hijo del Espíritu, la cabeza de Nicodemo está a punto de explotar (¡espero que la tuya también!). En realidad su espíritu está a punto de ser mudado. Entonces, hace la pregunta. “Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?” - Juan 3:9 Notamos que esta segunda pregunta ya no es tan larga como la primera. A veces las palabras sobran para quienes solo esperan ver lo que nunca vieron. Hay un deseo profundo de vivir un cambio, una transformación. Su interrogante manifiesta que hay hambre por lo sobrenatural en esta alma religiosa. Nicodemo hace la pregunta que todos quisiéramos hacer: “¿Cómo puede hacerse esto?”. En otras palabras “¿Cómo dejar de ser un religioso y ser parte de este Reino que estás describiendo? ¿Cómo, siendo un hombre que he defendido con fervor la denominación judía en el Sanedrín, que ha asistido a la sinagoga toda la vida y enseñado allí, puedo entrar en esta dimensión espiritual?”. He sentido en mi espíritu esta pregunta en muchos hombres y mujeres de Dios que conozco. Algunos lo expresan como un sentir de que temen estar perdiéndose algo. Otros saben que hay más, pero ya
  • 47. están grandes para un cambio. Prefieren la comodidad de lo conocido antes que la frescura de lo que Dios está enviando. Lo entiendo porque estuve en ese lugar. Pero de ese lado, se sabe mucho y no se ve nada del Reino. Los templos están llenos de personas que saben mucho y no ven nada. Pero Jesús le está hablando a Nicodemo no de saber, sino de ver. Esto hace explotar su corazón en una corta pregunta: “¿Cómo hago esto?” Si la pregunta de este hombre religioso es la misma que la tuya, es necesario que la hagas. No alcanza con pensarla, es tiempo de expresar tu hambre. Nicodemo tuvo que dejar “de noche” su comodidad y salir en búsqueda de su transformación. Debes dejar tu comodidad y en intimidad (de noche) comenzar a buscar al Espíritu como nunca antes. Esa hambre, esa pasión, te llevarán a la revelación. Abrirán una puerta delante de ti a una dimensión del Espíritu donde ya no tendrás el control, todo será gobernado por Él. Esto no te lo puede dar un libro, ni un hombre, es algo que solo obtienen los que se animan a cruzar la línea y hablar con Él cara a cara. Nicodemo está ahí, en el momento exacto donde su vida tomará un nuevo rumbo. Está por saltar de las cómodas y acolchonadas butacas de la religión hacia la plataforma de la aventura del Reino. Esa es la diferencia entre las personas como mi amiga boliviana y tantos otros adolescentes que son entretenidos cada semana en nuestras iglesias con el único objetivo de que no vayan a una discoteca. Jesús no quiere distraernos del mundo, quiere atraernos hacia el Reino. Es lo que distingue a aquellos que están viviendo como hijos del viento, movidos y dirigidos cada día a aventuras sobrenaturales y a los que se conforman con un cristianismo teórico, basado en leyes y conocimientos que solo enfrían nuestro amor por Dios y por el prójimo. Esa es la línea que este hombre está a punto de cruzar, y yo clamo a Dios para que sea la misma frontera que tú estés a punto de traspasar. ¿Estás
  • 51. U CAPÍTULO 3 · Fijos los ojos en el Padre · na semana después de que nació Conie, vivimos quizá uno de los momentos más difíciles de nuestras vidas. Le diagnosticaron una infección que le estaba haciendo perder peso en forma vertiginosa. Nació con casi tres kilogramos. En pocos días estaba apenas unos gramos por encima de los dos kilogramos. Nos mandaron a internarla de urgencia. Recuerdo llegar a la clínica donde unos días antes habíamos vivido momentos de plena alegría y ahora el panorama era totalmente opuesto. Era un día de invierno muy frío, el temor por nuestra hijita lo hacía congelado y oscuro (así lo recuerdo). El lugar estaba abarrotado de gente, literalmente atendían personas en los pasillos porque no daban abasto. Nos atendieron en la guardia de urgencias. Al examinarla y ver la orden del médico, las caras de las doctoras nos trasmitían la seriedad del asunto. Nos dijeron que esperásemos. Al rato, la jefa de neonatología se acercó y con rostro preocupado nos dijo que la clínica estaba colapsada, no entraban más bebés en el sector destinado a cuidados intensivos de recién nacidos y que Conie sería trasladada a otra clínica. Tampoco podría retirarla del lugar por mi cuenta, ya que corría peligro su vida. Debíamos esperar una ambulancia equipada para la situación. O sea en
  • 52. otras palabras, no podían recibirla y tampoco podía llevármela. Estaba en el medio y no se podía hacer nada. Nos ubicaron en un pasillo interno y nos dijeron que habían pedido el traslado con urgencia, pero debido a que muchas clínicas estaban igual, la situación era compleja y debían aguardar respuestas. Esperamos seis eternas horas en aquel angosto y oscuro pasillo. Jamás olvidaré esa sensación. Mi esposa lloraba, mi hija también. Nadie me había dicho cómo había que actuar en una situación así. Llevaba solo siete días de aprender a ser papá, me sentía totalmente indefenso y vulnerable. No entendía cómo Dios que me había regalado algo tan maravilloso ahora quizá, me lo pediría. En medio de esa situación, viví mi proceso con el Padre. Recordé que una niña de tres años de nuestra iglesia, unos meses antes del parto, se había despertado diciéndole a sus papás: “Conie, va a ser sana y salva”. Lo repitió todo el día. Su papá me había llamado asombrado en aquel momento. Me dijo: “Mariano, ella nunca habla así, no sé por qué lo dice, pero está diciendo que tu hija va a ser sana y salva”. En medio de aquel pasillo, recordé esas palabras. Si Dios había despertado meses atrás el espíritu de una niña para profetizar esto, ¿qué podía estar fuera de control? Mientas lo natural nos decía una cosa, el Espíritu comenzó a susurrarnos otra. En medio de ese escenario, una de mis discípulas me envió una canción que acababa de componer. La letra decía: “Estoy aquí Papá, mirándote a los ojos…Y veo en ti, que todo está bajo Tu voluntad, nada temeré, tú te ocupas de mí, Fuerte Dios, Admirable, Padre Eterno eres Tú…”. Fijé mis ojos en el Padre, y el temor comenzó a disiparse. Me fortalecí en el Señor, lleno de confianza abracé a mi esposa, le hablé estas palabras y ambos adoramos a Jesús. Por el siguiente mes todos los resultados médicos parecían adversos. Pero teníamos una palabra: “Conie va a ser sana y salva”. Cuando una palabra viene de Dios, no importa a través de
  • 53. la boca de quién se exprese, es lo suficientemente poderosa para torcer cualquier pronóstico. Teníamos el diagnóstico de la tierra y el del cielo. Decidimos aferrarnos al de la clínica de Jehová Rapha, Aquel que todo lo sana. Finalmente, el reporte de la tierra tuvo que inclinarse ante el del cielo. Conie fue dada de alta y aumentó tanto su peso, que los doctores que conocían nuestra fe nos decían: ¡Pidan a su gente que deje de orar porque se está yendo al otro extremo! Aprendí tantos principios en ese proceso que quiero compartir contigo algunos. El primero es que toda crisis comienza cuando quitamos los ojos de Jesús y los ponemos en las circunstancias. No importa cuán grande sea la tormenta, si Jesús está descansando, yo puedo descansar. También aprendí que Dios nos prepara para toda adversidad. Él no nos permite atravesar nada sin poner en nosotros los recursos para superarlo. Aquella palabra de esta hermosa niña, que al principio tomamos como algo muy lindo pero sin mucho entendimiento, se convirtió en el ancla que mantuvo el barco firme en medio de la tempestad. Una palabra divina sustenta aquello que las circunstancias debilitan. Otra lección aprendida es que tu confianza en Dios en medio de las pruebas será tu mayor adoración. Con sentir la mirada del Padre fija en nosotros basta para que un corazón tembloroso encuentre paz. Los primeros meses de Conie fueron un gran seminario para mí. Aprendí aspectos del Padre como nunca en mi vida. Al principio, debido a los medicamentos y tratamientos, ella lloraba mucho. Yo la miraba fijamente y le decía: “Hija no llores, papá está con vos”. Ella no tenía la capacidad de fijar sus ojos en mí, miraba para todos lados y lloraba. En algún momento lograba mirarme y encontraba mis ojos de amor cautivados en ella. A pesar de lo fuerte que era su llanto, cuando me miraba sonreía. Entonces entendí que nuestra adoración es una respuesta
  • 54. a la mirada de amor del Padre. Si la adoración es nuestra sonrisa hacia Él, solo puede manifestarse cuando encontramos esos ojos fijos en nosotros. Nuestra alma llora cuando no podemos encontrar Su atención. Somos como ese bebé que tiene unos ojos muy grandes enfrente suyo, pero su llanto no le permite verlos. Fijar la mirada en Jesús establece el canal por donde nuestra alma es fortalecida y nuestro espíritu nutrido. Es el vínculo que desata la más sincera adoración y atrae el favor del cielo hacia nuestras vidas. Los ojos de la fe te despiertan a la realidad de que Él está enfrente tuyo y te ama tanto que no puede quitar Su vista de ti. Recuerdo, en este proceso de prueba, cuando le inyectaban vacunas a mi hija en sus pequeños muslitos. Mi corazón se desgarraba, ella estallaba en llanto. Yo la miraba fijamente, le decía: “Aunque no entiendes lo que está pasando, este dolor es por tu bien. Te dolerá un poco ahora, pero te hará más fuerte después. En medio de tu dolor, papá está contigo, mírame hija, y encontrarás mis ojos fijos en ti”. Así es nuestro Padre Celestial. Todo dolor que a veces permite en nuestras vidas es para nuestra fortaleza, no para nuestro mal. A veces necesitamos esas dosis de prueba, para experimentar una sanidad completa. Ver al Padre sonriéndo al mirarnos nos hace fuertes. Quizá si te lo digo de otra manera te suena más familiar: “El gozo del Señor es nuestra fuerza”.7 Más de una vez los ojos de la religión te dirán que eso no es de Dios. En lugar de una mirada de amor, encontrarás una mirada de juicio. Tu propia carne aliada al acusador, levantará el dedo, para incrementar la crisis. El enemigo te propondrá otras opciones para mirar. Hará que fijes tu vista en hombres. Muchas veces pensarás que si una persona no te ayuda, no podrás salir del pozo. Te hará más dependiente de otros que de Dios y sin darte cuenta te guiará a la idolatría. Otras veces te susurrará que la culpa de tu situación la tiene alguien más. Frecuentemente actúa
  • 55. responsabilizando a tus autoridades (el diablo siempre ha tenido un serio problema con la autoridad). Culparás a tus papás, a tus pastores o encontrarás a alguien. Pero si logras atravesar esas murallas y fijar tus ojos en Jesús, encontrarás la mirada más tierna de amor alentándote. Sabrás que no estás solo, simplemente estabas mirando al lugar incorrecto, como un bebé que se distrae por todo y llora. Sus ojos te cautivarán y escucharás Su voz diciéndote: “Yo no te he dejado. Es necesario este proceso, mírame solo a mí y encontrarás el lugar de tu seguridad”. Entonces sonreirás. El poder de mirar a Jesús Observemos la siguiente historia relatada en Números 21:4-9 que tiene gran conexión con lo que vimos hasta aquí: “Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”
  • 56. - Números 21:4-9 énfasis añadido por el autor Esta es una historia maravillosa. El pueblo de Israel está en la tierra de “en medio”. Hace rato salió de Egipto y parece que la tierra prometida no llega. La tierra de “en medio” del camino es un lugar muy difícil para un cristiano. Es el lugar donde se prueba si eres hijo del Espíritu o hijo de la religión. Es un lugar hostil, árido y seco. No parece haber mucho pan ni agua y el alma tiene fastidio por la realidad. El desierto puede ser el escenario de tus máximos encuentros con Dios o el cementerio donde tu alma enterrará todo tu ser. Si en ese punto del proceso quitas tus ojos de Jesús para ponerlo en otro lugar, probablemente decaerán tus fuerzas y te alejarás de las promesas. Pasar una prueba implica no quitar tus ojos de Dios aún en medio del dolor. Éste te fortalece. Poner tu mirada en los hombres o en las circunstancias cuando atraviesas la tierra de “en medio” puede resultar mortal. Es allí donde se gesta el desaliento. Entonces leemos la siguiente frase: el pueblo se desanimó. Esta palabra implica lo contrario a “ánimo”. La palabra ánimo tiene la misma raíz griega de la palabra “ánima”. Ésta es ánemos que significa viento. Ánima significa soplo o respiración y además es de donde proviene la palabra alma. Dios le da vida a Adán soplando sobre él. Entonces la palabra ánimo viene a ser como dar aliento, dar alma, dar vida. Estar desanimado significa entonces estar sin el soplo de Dios, o sea con el Espíritu apagado.8 El desaliento que experimenta el pueblo de Dios está directamente relacionado a su débil comunión con Él. Puede haber teología, leyes, reputación, pero cuando no hay intimidad hay desánimo. Por esta razón, los hijos del viento no pueden caminar en desánimo, porque el ánimo es su esencia. Siempre
  • 57. que el desaliento golpee la puerta de sus vidas, encuentran la fortaleza en el Espíritu de Dios, elevando su mirada al Padre. El siguiente paso de estos hijos de la religión en el desierto es buscar un responsable. Alentados por aquel que siempre ha tenido graves problemas de sujeción culpan a sus autoridades: Dios y Moisés. ¿Notaste la secuencia? Primero apagar el Espíritu, después enojarse con su pastor. En lugar de responsabilizarte por tu situación, el espíritu de religiosidad siempre te propondrá a alguien para culpar. Elevar nuestra alma en contra de las autoridades que Él estableció es un tema innegociable para Dios. Fue ese pecado el que fundó el reino de las tinieblas. Cuestionar la autoridad no existía hasta que el diablo lo hizo. Dios es radical en este aspecto en toda la Biblia. Como paso siguiente al desánimo (pérdida de comunión con Dios) y la crítica (proyectar nuestros errores en otros), viene la consecuencia, que son las serpientes ardientes que traen muerte entre el pueblo de Dios. Vemos que es la misma manera en que Satanás actúa hoy en día. Actitudes incorrectas a la naturaleza Divina abren puertas en nuestros jardines para que las serpientes sigan entrando. Le pasó a Adán, le pasó al pueblo aquí en esta historia y les pasa a tantos cristianos hoy en día. Éstos son síntomas claros de los hijos de la religión. Guantes que están llenos de muchas cosas, menos del Espíritu de Dios. Luego de esta situación terrible el pueblo se arrepiente. Vemos que el dolor fortalece a algunos que sobreviven. Su corazón se vuelve a Dios, corren hacia Moisés y claman por misericordia. Para Dios es irresistible un corazón arrepentido. Este clamor llega al Padre y envía una respuesta. Quizá la solución razonable de todos nosotros sería retirar las serpientes ardientes. Pero la lógica de Dios sobrepasa todo entendimiento. Él no quita las serpientes, sino que le dice a Moisés que
  • 58. haga una serpiente de bronce, la ponga sobre un asta y la levante. Cada israelita que mire esta provisión Divina, será redimido de la muerte. Notemos el detalle: Dios le dice a Moisés que la salvación vendrá por un ejemplar de la misma especie que traía maldición, pero ésta, santificada, brillará de una forma distinta y los que lo miren serán restaurados. ¿Te suena esto? Claro que sí, representa a Jesús. El postrer Adán, uno de la misma especie que aquel que introdujo la maldición en el mundo. Pero este hombre santificado, el Hijo de Dios, quitará la condenación y el juicio de aquellos que lo miren. Y ¿cuál es el secreto de quienes son liberados del veneno de la serpiente? Fijar sus ojos en Él. Dios no quita la maldición del mundo de forma automática, sino que les enseña a los hijos de Israel a adorar. Provee un camino de redención. Ese camino es una persona, un hombre, Jesús. Como aprendimos en la historia del comienzo, mirar es adorar. Somos transformados en lo que miramos. Cuando nuestra mirada se encuentra con la suya hay gozo, restauración y libertad. Jesús le dice a cada discípulo: ¡Sígueme! Para seguir a alguien no podemos perderlo de vista. No podemos seguir a Jesús si estamos distraídos con el mundo, o con las circunstancias. Los fariseos discutían doctrina en recintos estériles, los discípulos seguían a Jesús y participaban en obras sobrenaturales. ¿Dónde están puestos tus ojos? En Jesús glorificado, encontramos ese aliento que se necesita en la tierra de “en medio”. La lógica de la religión se quiebra ante el poder de Jesucristo resucitado. Las serpientes ardientes siguen en el mundo pero ya no tienen poder. Ellas nos recuerdan que si dejamos de mirar la serpiente de bronce, morimos. Jesús dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad,
  • 59. yo he vencido al mundo” - Juan 16:33 La serpiente de bronce representa a Jesús, en unos momentos te mostraré esto de la boca de Él mismo. Todos los que tienen acceso a ella pueden ser libres. No somos transformados “haciendo tareas” o “cantando canciones” sino “mirando” Su gloria9 . Y nota el tiempo verbal, presente continuo. Es la acción permanente de tener fijos los ojos en Él. David logró tener un corazón conforme al de Dios porque había descubierto este secreto: “Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red” - Salmo 25:15 “Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados” - Salmo 34:5 Dejemos la historia de Moisés y volvamos a nuestra escena entre Jesús y Nicodemo. Hasta aquí Jesús describió a los hijos del Espíritu como hijos del viento, invisibles, impredecibles y sobrenaturales. Nicodemo está desesperado por entrar en esta dimensión y le pregunta a Jesús cómo podría lograr ser un hijo del viento. ¿Estás listo para conocer la respuesta de Jesús? De un religioso a un hijo de la intimidad “Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que
  • 60. hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” - Juan 3:10-15 énfasis añadido por el autor La respuesta de Jesús es contundente y clara. El único que puede hablar de la denominación celestial, es el que la conoce y la vio, o sea que hay que fijar los ojos en el Único que descendió del cielo, el Hijo del Hombre. Él es “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.10 Jesús está llamando a una persona que por años ha puesto sus ojos en leyes, ministros, hombres y sistemas denominacionales, a fijar sus ojos en Él. Jesús sabe que este hombre conoce la ley y seguramente en su habitación tiene un “poster” de Moisés como todos los principales fariseos. Nicodemo ha leído y estudiado la historia de las serpientes ardientes y la de bronce cientos de veces. Ama el relato y conoce los detalles. La ha enseñado en varias plataformas. De repente Jesús le dice que esa serpiente lo representa a Él mismo. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Puedes imaginarte el impacto en el espíritu de Nicodemo. ¿Cómo? ¿Tú eres la provisión del cielo para traer libertad a un pueblo desanimado y atacado por el enemigo? Las escamas caen de los ojos de este hijo de la religión y se da cuenta de que debe tomar todo por basura a fin de conocer a quien tiene
  • 61. delante de él. Así como sucedió con Pablo, cientos de fariseos y maestros de la ley, desde el primer día que miraron a Jesús con revelación, nunca más pudieron dejar de mirarlo. Solo los que lo miran fijamente son transformados de gloria en gloria en Su misma imagen. No es lo mismo mirar a alguien que fijar los ojos en esta persona. Cuando estaba soltero había mirado a otras muchachas, hasta que un día mis ojos se fijaron en quien hoy es mi esposa y nunca pude dejar de mirarla. Jesús le está diciendo a Nicodemo: “Si quieres entrar en esta denominación celestial, Yo Soy la puerta. A partir de ahora tendrás que mirarme, seguirme. El Padre me va a levantar, y todos los que me miren serán transformados”. El evangelio no es una filosofía de vida, es una persona: Jesús. Sin Él no hay evangelio. El Maestro no les dijo a los discípulos: “A partir de ahora los domingos tendrán que separarme la siguiente franja horaria”. Él les dijo: “Síganme”. El evangelio no es asistir a un culto sino seguir a una Persona. Y para seguir a alguien no hay que perderlo de vista. ¿Será que entre tantas estrategias, actividades y ministerios perdimos de vista a Jesús? Yo creo que sí y esto ha hecho que hoy tengamos cientos de hijos de la religión y muy pocos hijos del viento. Pero Jesús sigue reclutando discípulos en esta generación y diciéndoles: “Sígueme”. Creo que ése es el mensaje que Jesús te está gritando a través de este libro. Fijemos la mirada en Jesús “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”
  • 62. - Hebreos 12:2, NVI énfasis añadido por el autor Es tiempo de fijar nuestros ojos en Él, ya que Sus ojos están fijos en ti.11 Si miras a los hombres, a las circunstancias, te desanimarás, compararás, criticarás y te alejarás de Su Voluntad. Toda crisis se desata cuando quitamos los ojos de Cristo. Según el pasaje de Hebreos, la fe no se inicia en los hombres, en un pastor, en una denominación, Jesús es el iniciador de la fe. Todos los hombres de Dios deben inspirarte a poner tus ojos en Él. Todo lo que comienza en Él es perfeccionado.12 Si te mantienes con ojos solo para Él, tu fe crecerá y se fortalecerá. La fe es el arma más potente para la extensión del Reino de los Cielos en la tierra. El lugar donde la fe es entrenada, es en Él. Mientras tengas tus ojos en Él tu fe irá aumentando, creciendo, fortaleciéndote y llevándote a nuevas dimensiones y niveles del Reino. La iglesia no es un lugar para admirar a los hombres, sino para adorar a Jesús. Cuando estás concentrado en Él, sirves y amas al prójimo con libertad, porque tu aprobación y recompensa vienen de otro lugar. Estoy convencido de que el avivamiento que la Iglesia de los últimos tiempos experimentará tiene que ver con una pasión por Jesús como nunca antes. Hageo profetizó que cuando Jesús sea “deseado” por las naciones, será Su regreso.13 Todos los que experimentan avivamientos son personas, iglesias y ciudades que han fijado sus ojos en Jesús. Los demás cristianos fijan sus ojos en esos modelos e intentan descifrar cómo hacer para que en sus ministerios e iglesias tengan el mismo resultado. Debemos ver el cielo, que es el mayor lugar de despertar espiritual, desear, que así como es allá, todos mirando al Cordero, sea en la tierra. Si crees que ya conoces todo sobre Jesús, déjame darte una
  • 63. noticia: no te alcanzará la eternidad para descubrir nuevos aspectos de Su persona, porque Él es eterno e infinito. Cada vez que encontramos una ventana abierta en la Biblia para observar cómo es un culto en el cielo, encontramos a todos allí sin poder retirar su mirada y admiración del que está sentado en el trono. Los ancianos, los ángeles, los seres vivientes y absolutamente todo lo creado, no pueden dejar de contemplarlo y repetir una y otra vez: “Santo, santo, santo”. Su belleza es indescriptible y Su gloria eterna. Isaías tuvo un encuentro con Dios y luego dijo que Su nombre es Admirable. Esta palabra significa Aquel que es digno de ser mirado, que produce admiración y placer en otros. Para muchos “ser admirable” es una cualidad, imagina la dimensión de lo que Jesús produce en quienes se encuentran con Él, que más que una característica de Su personalidad, “Admirable” es Su nombre y Su identidad. Estaba predicando sobre esto en una iglesia y un pastor de muchos años estaba en la primera fila escuchándome. Este es un hombre de Dios tremendo, muy respetado por cientos de pastores, lleno de sabiduría y unción. Cuando estábamos terminando el culto vi que él estaba inclinado, de pie, pero con todo el cuerpo hacia sus piernas. Quería pasarle el micrófono para que haga el cierre, pero no cambiaba su actitud. Estuvo así por más de media hora. Finalmente decidí hacer el cierre y despedir a la gente. Al rato, volvió en sí, me abrazó profundamente y me dijo: “Hoy vi a Jesús. No pude verlo cara a cara, porque Su gloria no me dejaba levantar la vista, pero estaba delante de mí. Por primera vez en toda mi vida, lo vi delante de mí. No tengo palabras para explicar lo que sucedió, solo quiero adorarlo”. Es tremendo como Cristo se está revelando a los “Nicodemos” que anhelan cruzar la línea y transformarse en hijos de la intimidad. Aquellos
  • 64. que están dispuestos a dejarlo todo a fin de estar más cerca de Su corazón. Hay mucho más disponible para los que tienen hambre por Él, para aquellos que como el pueblo en el desierto están elevando su mirada y encontrando Sus ojos de amor. Jesús es el avivamiento eterno. Sus fuentes son inagotables y siguen fluyendo día a día. En Su mirada encontrarás los placeres superiores de Su Presencia que no se comparan con ningún deleite que este mundo pueda ofrecerte. Jesús es el placer superior y al mirarlo comenzarás a ser transformado más como Él. Nos convertimos en aquello que miramos. Dime en quién están puestos tus ojos y te diré quién serás de aquí a diez años. Éste es el camino para convertirte de un hijo de la religión a un hijo de la intimidad. Ésta fue la respuesta que Jesús le dio a Nicodemo. Y fue en ese instante que el velo se rasgó en este religioso. Una pasión se desató en su interior. Pudo ver quién estaba delante de él. Como ese bebé que de repente fijó sus ojos en su papá. Entonces dejó de llorar. Y comenzó a sonreír. Con el tiempo mi hija aprendió a mirarme, cada vez más seguido. Entonces, estamos listos para el siguiente paso. Escuchar Su voz. Ser un hijo de la intimidad tiene que ver con escuchar y oír al Padre. Como Jesús no hacía nada que no veía hacer al Padre y no decía nada que no oía decir al Padre, ya podemos sentir Su mirada de amor fija en nosotros. Es tiempo de escuchar lo que Su corazón nos está gritando. En las próximas páginas no solo sentirás Sus ojos de amor sobre ti sino que escucharás Su voz que te libera. No puedes vivir como hijo de la intimidad sin saber lo que Dios dice de ti. Con una fe fuerte, iniciada y perfeccionada en Él, avancemos en este maravilloso camino que solo transitan aquellos que anhelan ser hijos de la intimidad.
  • 67. U CAPÍTULO 4 · Erradicando el espíritu de orfandad · n amigo entró a un orfanato en los Estados Unidos. Me contó con detalles su experiencia en aquel lugar. Conoció niños abandonados de toda edad. Describió el sitio como uno de los más tristes que le tocó visitar. El director del lugar comenzó a guiarlo por las instalaciones contándole el duro trabajo que hacían al tomar a esos pequeños rechazados y ministrarles el amor de Dios. Recorrió todo el recinto hasta llegar a un lugar que llamó su atención por encima de cualquier otro. En esta habitación había muchas cunas, una al lado de la otra. Enseguida notó algo muy particular allí, un silencio atroz gobernaba el cuarto. A rápida vista contó unas cincuenta cunas, pero no había indicios de vida en ellas. El director le explicó que ese era el sitio donde tenían a los bebés recién nacidos abandonados por sus padres. Él preguntó: “¿Están vivos los bebés?”, el hombre respondió: “Claro, puedes acercarte a verlos”. Al acercarse a ellos notó que allí estaban, la mayoría despiertos, con los ojitos abiertos, solo que no lloraban, estaban paralizados. Esperó unos momentos y la situación continuaba igual. Los veía tristes y desorientados. Sin embargo, no clamaban. Entonces, mi amigo lleno de angustia, preguntó si lo que acontecía era normal, “¿Por
  • 68. qué los bebés no lloran, ni claman, ni gimen?” La respuesta del encargado del orfanato impactó el corazón de este joven como el mío cuando me lo contó. Las palabras difíciles de digerir fueron: “Los bebés solo claman cuando saben que son escuchados por sus padres. Una vez que el bebé se siente que no es visto ni oído, deja de llorar. Estos bebés ya lloraron mucho, pero han dejado de hacerlo hace un tiempo. Los bebés huérfanos ya no llaman a sus padres”. Con lágrimas en los ojos mi amigo relataba estas palabras y en ese momento el Espíritu comenzó a describirme cómo el espíritu de orfandad opera en los hijos de la religión para sembrar muerte en sus corazones y alejarlos del amor del Padre. Hoy en día son muchos los que dejaron de clamar porque sienten que Su Padre ya no los ama, ni los escucha. Están mudos, paralizados y no se sienten ni vistos ni amados por Dios. Quizá oraron por algo y no recibieron la respuesta deseada y prefirieron creer la mentira que no eran tenidos en cuenta. El espíritu de orfandad es una de las mayores armas diabólicas para quebrar la esencia de un hijo. Encontramos en tantos lugares que la iglesia no ora, no llora, no clama ni adora. Solo respira, vive o sobrevive. La orfandad es mucho más que el abandono de los padres, técnicamente es un sentimiento que produce falta de valor, protección y amparo. Es un espíritu de temor que trae tanto rechazo que las personas necesitan encontrar su seguridad y estima en otras cosas que no sean los brazos del Padre. Un huérfano espiritual buscará reemplazar la Presencia de Dios con ministerio, dinero, placeres o aun con estructuras religiosas. Intentará encontrar valor en lo que hace, siendo esto algo temporal, en lugar de en quién es, algo eterno. En tantas naciones del mundo encontramos este espíritu destruyendo propósitos de cientos de hombres y mujeres. Muchas iglesias ya se han convertido en orfanatos
  • 69. espirituales, donde se acumulan personas que respiran pero que no tienen relación con Dios. Pablo describe a este espíritu de la siguiente manera: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” - Romanos 8:15-16 El Padre tiene un plan. Visitar ese orfanato en tu alma y adoptarte. Quebrará cualquier barrera y finalmente traerá Su calor a tu espíritu. Responderá una y mil veces a tu pregunta: ¿Aún me amas? “De tal manera te amo, que he dado a mi hijo unigénito por ti”.14 Mientras leas las siguientes páginas recibirás al espíritu de adopción tomando tu vida y volverás a clamar. Solo claman los que saben que son oídos por su padre. Solo oran los que son hijos. Si prestas atención, ya puedes comenzar a escuchar la voz del Espíritu testificando a tu espíritu: “Eres hijo, eres hijo de Dios, no eres hijo de una religión, eres amado desde la eternidad y elegido como hijo del Dios vivo”. Hay un vacío en tu interior que no puede ser llenado por el éxito natural, ministerial o empresarial. Ser un gran ministro, reconocido por multitudes no podrá saciar tu hambre de amor interno. Jamás podrás encontrar valor, amparo y protección en otras cosas que no sean los brazos de Aquel que diseñó cada fibra de tu ser y trazó planes de plenitud para que camines en ellos. Lo único que trae paz a tu alma es ver los cielos abiertos y escuchar la voz de tu Padre diciendo: “Eres mi hijo amado”. “Eres mi hijo y me caes bien”
  • 70. “Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” - Lucas 3:22 Jesús comienza su ministerio terrenal con dos afirmaciones claras del Padre. La primera es quién es. El Padre necesita establecer la identidad de Jesús en quién es y no en lo que hará. Muchos lo llamarán maestro, otros profeta, algunos buen pastor, apóstol o evangelista. De hecho son todos títulos dados a Jesús en la Biblia. Pero el fundamento de todo Su ministerio debe estar basado en lo que el Padre piensa de Él y no en posiciones jerárquicas o funciones ministeriales. No serán los milagros y las señales lo que definirán a Jesús. No será lo que las personas sientan por Él, por momentos lo aplaudirán y de repente lo crucificarán. El Padre podría haber dicho: “Este es mi salvador elegido, mi superhéroe sobrenatural”, o alguna cosa por el estilo. Sin embargo decide darle, a la vista de todos, el mayor título que una persona puede recibir: “hijo amado”. Muchas veces me he preguntado, ¿por qué el Padre no aprovechó esa presentación ministerial delante del pueblo para declarar a Jesús Mesías?. Dios me ha mostrado que Jesús, que fue tentado en todo según nuestra semejanza,15 no podría haber alcanzado Su propósito mesiánico si Su identidad no estaba basada en lo que el Padre pensaba de Él. En otras palabras no podemos alcanzar nuestro propósito si no construimos sobre el fundamento de que somos: Sus hijos amados. La segunda afirmación que el Padre quiere dejar clara es “qué produce un hijo en Su corazón”. La palabra “complacencia” viene de “experimentar placer”. El Padre le está diciendo: “Produces placer en mí, cuando te veo mi corazón se alegra, más allá de lo que produzcas en otros, debes