El documento discute si los niños de hoy en día son una "especie en extinción" con respecto a la lectura. Aunque se cree comúnmente que los niños no leen debido a la competencia de la tecnología, el documento señala que algunos niños disfrutan de leer historias. Explica que el gusto por la lectura es individual y depende de factores como el placer, el interés y el disfrute personal de cada niño con la literatura. Finalmente, sugiere que los adultos pueden fomentar el hábit
1. El niño lector… ¿una especie en extinción?
“Los chicos no leen” es una expresión que se escucha muy seguido. Y últimamente, la versión
actualizada de esa sentencia es “los chicos de AHORA no leen”, haciendo referencia a cómo-
cuando de atraer la atención de los niños se trata- aparentemente los libros pierden por goleada
contra el ejército de las nuevas tecnologías y el encantamiento de lo virtual, bajo la forma de
juegos, redes sociales y otras yerbas.
Y como cada vez que las cosas se plantean en términos absolutos de “blanco o negro”, “o una cosa
o la otra”, las alternativas se reducen, y la sensación que aparece es la de estar perdiendo algo
en lugar de sumar, integrando lo nuevo.
Por suerte, cuando uno puede atravesar la tajante generalización de “los chicos”, se encuentra con
ciertos especímenes raros: ¡parece ser que hay chicos de ahora que SÍ leen! Chicos que, ADEMÁS
de chatear, clickear “me gusta” o jugar en red, también son capaces de disfrutar de una buena
historia, leída o contada.
Pero entonces…¿qué es lo que hace que un niño desarrolle o no el interés por leer? No se trata
de la ausencia de otros estímulos más novedosos, ni de una cuestión de imposición por parte de
los adultos, eso está clarísimo.
El gusto por la lectura, por escuchar relatos, por leerlos solos, por manipular los libros, es algo
absolutamente singular. El vínculo que se establece con la literatura es puramente subjetivo,
diferente para cada niño, en cada ocasión.
Si bien es cierto que, de acuerdo a la edad, podrán mostrar intereses comunes (cuentos clásicos,
de animales, de hadas, fábulas, novelas de misterio, de detectives, de terror, etc.) la verdadera
relación con la lectura es individual. Cada uno tendrá sus gustos, sus preferencias, su momento
para encontrarse con lo que le depara el relato narrado o escrito.Por eso las grandes dificultades a
la hora de intentar instalarla lectura -casi por la fuerza- como algo masivo, obligatorio y curricular.
Podemos pensar que, aunque en algún momento puede llegar a convertirse en un hábito por
demás saludable,la lecturatambién tiene otra cara, la cara de lo placentero. Donde más que la
firme voluntad de repetir un ritual vacío, entran en juego el placer, el interés y el disfrute.
Y el interés por algo no se enseña, no se adoctrina, sino que se transmite, se contagia. Y una vez
que el contagio se produjo, el leer o escuchar cuentos cada noche, por ejemplo, seguramente se
instalará con mucho menos esfuerzo en la rutina familiar, como un momento esperado y
disfrutado por los grandes y los chicos.
Otros espacios interesantes que pueden abrirse con los más grandecitos, -que ya leen solos, y se
animan a las novelas e historias más largas- son aquellos en donde puedan intercambiar con los
2. adultos sus impresiones y opiniones sobre lo que van leyendo. Leer “en paralelo” (pero cada uno
por su lado) con los hijos algún texto, o alguna novela, no sólo enriquecerá a los adultos, sino que
será una oportunidad importante para compartir y conectarse con los púberes y adolescentes
desde otro lugar.
Las soluciones mágicas sólo existen, justamente, en los cuentos.
Hacer espacio para que aparezca la curiosidad, el interés por leer, escuchar y hasta inventar
historias, para luego crear y sostener el hábito en los más chicos, se verá facilitado si los adultos
que los rodeandisfrutan y valoran ellos mismos el acto de leer. Eso es mucho más eficaz que
cualquier postura que implique “hay que” (hay que leer todos los días, hay que terminar el libro
que empezaste, hay que responder las preguntas que te hago a ver si entendiste la historia).
En cambio…
Si los grandes leen, les gustay se les nota,
Si hay libros, que no sólo están ordenaditos en la biblioteca, sino que circulan, van y
vienen sobre la mesa, en el escritorio, en la mesita de luz, en pilas desordenadas y
chuecas, en la cartera de la mamá o en el bolsillo del papá,
Si los chicos tienen sus propios libros y los aprenden a valorar y cuidar,
Si pueden leer cuando tienen ganas, varios libros a la vez, o de a uno,
Si se los estimula a leer “porque sí”, y no sólo “para” (para resolver una tarea escolar, por
ejemplo),
Si se les permite que dejen un libro sin terminar, porque no les gustó o dejó de
interesarles,
Si hay tiempo para debatir, intercambiar opiniones e ideas sobre una lectura,
Si hay alguien que accede a contarles una y otra vez, miles de veces el mismo cuento
favorito, hasta la exageración…
…entonces es muy probable que allí crezcan pequeños lectores, curiosos, creativos, inquietos y
preguntones.
Porque de alguna manera, leer es eso. Es estar dispuestos a abrir la puerta a aquello que nos
enriquece y transforma, y nos permite también transformar lo que nos rodea.
Y poder crear desde casa las condiciones para que los chicos desde chiquitos dispongan de esa
capacidad de transformación, es ampliarles las posibilidades para quepuedan armar su propia
historia, esa que empieza a escribirsejusto después del “colorín colorado”.
Lic. Valeria Prohens
valeriaprohens@yahoo.com.ar