El documento habla sobre el laberinto de Creta construido por Dédalo para encerrar al Minotauro, una bestia mitad hombre y mitad toro. Teseo entró al laberinto para matar al Minotauro y fue guiado por el hilo de Ariadna para salir del laberinto sin problemas.
1. TESEO Y EL MINUTAURO
Entre los laberintos más famosos de la Antigüedad se destaca el de Creta, una fantasía derivada, con
toda seguridad, de la complicada planta del palacio de Cnosos.
Según la mitología griega, Dédalo construyó este laberinto para encerrar al Minotauro, una bestia
sanguinaria con cuerpo humano y cabeza de toro.
Dédalo: en la mitología griega, el
arquitecto e inventor que diseñó para
el rey Minos de Creta el laberinto en
el que fue aprisionado el Minotauro,
un monstruo comedor de hombres
que era mitad hombre y mitad toro. El
laberinto fue tan hábilmente diseñado
que nadie podía escapar del
Minotauro.
Ariadna: en la mitología
griega, hija de Minos, rey
de Creta, y de Pasífae,
hija de Helios, el dios del
sol. Cuando Ariadna vio a
Teseo, se enamoró de él
y se ofreció a ayudarlo si
le prometía volver a
Atenas y casarse con ella.
Teseo, cuando
estuvo tan lejos
que no veía la luz
del día, tomó el
ovillo, ató el
extremo del hilo
al muro y fue
desenrollándolo a
medida que
avanzaba por los
corredores.Para
salir del
Laberinto, a
Teseo le bastó con
seguir el hilo de
Ariadna, en
sentido inverso .
Cuando Teseo se
encontró con el
Minotauro dormido,
golpeó al monstruo
hasta matarlo y salvó
también a los demás
jóvenes y doncellas
condenados al
sacrificio haciendo
que siguieran el
recorrido del hilo
hasta la entrada.
Minotauro: en la mitología griega,
monstruo con cabeza de toro y cuerpo
de hombre. El Minotauro era hijo de
Pasífae, reina de Creta, y de un toro
blanco como la nieve que el dios
Poseidón había enviado al marido de
Pasífae, el rey Minos.
Cuando Minos se negó a
sacrificar el animal,
Poseidón hizo que Pasífae se
enamorara de él y diera a
luz al Minotauro. Después del
nacimiento del Minotauro, Minos ordenó
al arquitecto e inventor Dédalo que
construyera un laberinto tan intrincado
que fuera imposible salir de él sin
ayuda.
En cada novilunio
había que sacrificar un
hombre al Minotauro,
pues cuando el
monstruo no tenía con
qué satisfacer su
hambre se precipitaba
fuera para sembrar la
muerte y la desolación
entre los habitantes de
la comarca