Francisco I. Madero nació en una hacienda en Coahuila y creció en el campo en la pobreza. Aprendió a leer y escribir a los 16 años cuando fue enviado a la escuela por su padrino. A los 20 años se convirtió en capataz y escuchó los rumores de los campesinos sobre el mal gobierno de Porfirio Díaz, aunque no les creyó. En 1910 se unió a la revolución mexicana aunque no entendió realmente el motivo de la lucha y nunca llegó a ser presidente.