6. • 3 Durante el octavo año de su reinado, siendo aún joven, Josías comenzó a
buscar al Dios de su antepasado David. Luego, en el año doce, empezó a
purificar a Judá y a Jerusalén, destruyendo todos los santuarios paganos, los
postes dedicados a la diosa Asera, los ídolos tallados y las imágenes
fundidas.
7.
8. • 4 Ordenó que demolieran los altares de Baal y que derribaran los altares del
incienso que había encima. También se aseguró de que despedazaran los
postes dedicados a la diosa Asera, los ídolos tallados y las imágenes
fundidas, y que los pedazos fueran esparcidos sobre las tumbas de aquellos
que les habían ofrecido sacrificios. 5 Quemó los huesos de los sacerdotes
paganos sobre sus propios altares, y de esta manera purificó a Judá y a
Jerusalén.
• 6 Hizo lo mismo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón e incluso hasta
tan lejos como Neftalí, y en las regiones[a] que las rodean.7 Destruyó los
altares paganos y los postes dedicados a la diosa Asera, y redujo los ídolos a
polvo. Derribó todos los altares del incienso en toda la tierra de Israel y,
finalmente, volvió a Jerusalén.
9.
10.
11. • 16 Safán llevó el rollo al rey y le informó: «Sus
funcionarios están haciendo todo lo que se les
asignó. 17 El dinero que se recaudó en el templo
del SEÑOR ha sido entregado a los supervisores y a
los trabajadores». 18 Safán también dijo al rey: «El
sacerdote Hilcías me entregó un rollo». Así que
Safán se lo leyó al rey.
• 19 Cuando el rey oyó lo que estaba escrito en la ley,
rasgó su ropa en señal de desesperación.
12. • 20 Luego dio las siguientes órdenes a Hilcías; a Ahicam, hijo
de Safán; a Acbor, hijo de Micaías;[b] a Safán, secretario de
la corte y a Asaías, consejero personal del rey: 21 «Vayan al
templo y consulten al SEÑOR por mí y por todo el
remanente de Israel y de Judá. Pregunten acerca de las
palabras escritas en el rollo que se encontró. Pues el gran
enojo del SEÑOR ha sido derramado sobre nosotros,
porque nuestros antepasados no obedecieron la palabra
del SEÑOR. No hemos estado haciendo todo lo que este
rollo dice que debemos hacer».
13. 23 Ella les dijo: «¡El SEÑOR, Dios de Israel, ha hablado!
Regresen y díganle al hombre que los envió: 24 “Esto
dice el SEÑOR: ‘Traeré desastre sobre esta ciudad[e] y
sobre sus habitantes. Todas las maldiciones escritas
en el rollo que fue leído al rey de Judá se
cumplirán, 25 pues los de mi pueblo me han
abandonado y han ofrecido sacrificios a dioses
paganos. Estoy muy enojado con ellos por todo lo
que han hecho. Mi enojo será derramado sobre este
lugar y no se apagará’”.
14. • 26 »Vayan a ver al rey de Judá, quien los envió a buscar
al SEÑOR, y díganle: “Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel,
acerca del mensaje que acabas de escuchar: 27 ‘Estabas
apenado y te humillaste ante Dios al oír las palabras que él
pronunció contra la ciudad y sus habitantes. Te humillaste,
rasgaste tu ropa en señal de desesperación y lloraste
delante de mí, arrepentido. Ciertamente te escuché, dice
el SEÑOR. 28 Por eso, no enviaré el desastre que he
prometido hasta después de que hayas muerto y seas
enterrado en paz. Tú mismo no llegarás a ver la calamidad
que traeré sobre esta ciudad y sus habitantes’”».
15. • 29 Entonces el rey convocó a todos los ancianos de Judá y de
Jerusalén.30 Luego subió al templo del SEÑOR junto con todos los habitantes
de Judá y de Jerusalén, acompañado por los sacerdotes y los levitas: toda
la gente, desde el menos importante hasta el más importante. Allí el rey les
leyó todo el libro del pacto que se había encontrado en el templo
del SEÑOR. 31 El rey tomó su lugar de autoridad junto a la columna y renovó
el pacto en presencia del SEÑOR. Se comprometió a obedecer
al SEÑOR cumpliendo sus mandatos, leyes y decretos con todo el corazón y
con toda el alma. Prometió obedecer todas las condiciones del pacto que
estaban escritas en el rollo. 32 Además, exigió a todos los que estaban en
Jerusalén y en Benjamín que hicieran una promesa similar. El pueblo de
Jerusalén lo hizo, y renovó su pacto con Dios, el Dios de sus antepasados.
• 33 Josías quitó todos los ídolos detestables de toda la tierra de Israel y
exigió que todos adoraran al SEÑOR su Dios. Durante el resto de la vida de
Josías, no se apartaron del SEÑOR, Dios de sus antepasados.