Code name Anastasia parte 1 - capitulo - 2(1)-páginas-2.pdf
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1. -He quedado con Emma, llegaré tarde-dije saliendo de casa y obteniendo como
respuesta un leve grunido de aprobación por parte de mi padre desde el sofá. Eso era lo
bueno de que mi madre estuviera de viaje, ella era la estricta, la que siempre me hacía
preguntas de adónde iba y a que hora pensaba volver, mientras que mi padre
simplemente daba por hecho que era lo suficientemente inteligente de no volver de
madrugada. A veces no tenía muy claro hasta que punto él estaba en lo correcto.
Mientras iba de camino al St. Stephen’s Green, el parque donde solía quedar con
Emma, me puse los auriculares y dejé que la musica me distrajera. Conforme me iba
acercando fui prestando mas atención a la gente me rodeaba, intentando avistar el mas
que poco común pelo rosa de la chica. Cuando se lo tiñó el verano pasado sus padres le
obligaron a volver a su color natural, pero cuando cumplió los dieciocho hace tres meses
no dudó en cambiarse de nuevo al rosa. Le quedaba muy bien, se lo dije el verano
pasado y se lo volví a repetir en su cumpleaños.
Llegué hasta la puerta del parque, cruzando con el semáforo en rojo. Al principio me
costó acostumbrarme a ello cuando me mudé, igual que a el que los coche vayan por la
izquierda pero, ahora que llevaba ya tres años viviendo en Dublín, era para mí algo
normal. Saqué el móvil, había llegado unos minutos antes de la hora acordada por lo que
me apoyé con la espalda en el grueso muro del parque a esperar. Cerré los ojos cuando
comenzó a llegar a mis oídos el sonido del piano, reconocí al instante la banda sonora de
'To the Moon'.
Cuando los volví a abrir, entre la gente que estaba esperando para cruzar la calle estaba
Emma. Llevaba su gorro negro, el cual solo dejaba ver su flequillo, causante de muchas
bromas por el aspecto hipster que le daba combinado con el color rosa de su pelo. Su
camiseta azul TARDIS con el mensaje 'The Angels Have The Phone Box', sus calzas
negras que acababan unos centimetros por debajo de los shorts, sus botas negras de
estilo militar, todo en ella era perfecto. Lo mejor sin embargo era su sonrisa. La primera
vez que vi a Emma fue en una de las clases que teníamos en común. Cuando entré, ella
estaba en una esquina, rodeada por su grupo de amigos, riéndose. Esa imagen se quedó
grabada en mi memoria.
Cuando todos comenzaron a cruzar, mi mirada se encontro con la de Emma y casi al
mismo tiempo esbozamos una sonrisa, aunque noté en sus ojos que algo no iba del todo
bien. Mientras acababa la canción que estaba sonando en mis auriculares me los quité y
cuando la chica llegó hasta mí me abrazó. Ni siquiera intenté ocultar mi sorpresa, y tardé
un segundo largo en corresponder. No es que no nos hubieramos abrazado antes,
eramos amigos practicamente desde que vine a vivir aquí, pero en ese momento me pilló
bastante desprevenido.
-No me han admitido...-dijo ella a media voz, sin moverse, con la parbilla sobre mi
hombro.
-No te han...¿Dónde...?-pregunté antes de abrir un poco mas los ojos al recordarlo. Me
había olvidado por completo. Hoy tenía que llegarle la carta de la escuela de artes.
-La escuela nacional de artes, no... no me han dado plaza...-contestó ella con voz
llorosa
-Entonces perdieron el futuro privilegio de poder decir que estudiaste allí una vez te
hagas famosa-bromeé para intentar subirle un poco la moral. Emma había soñado con
estudiar en esa escuela de Artes desde hacía años. Siempre se le había dado muy bien el
dibujo, y conforme los años iban pasando, cada vez estaba mas segura de que quería
dedicarse a ello. Esto sin duda era un golpe muy duro para ella.-Eh, esa no era la única
escuela de arte de Dublín, además si no te han cogido es que tienen un gusto bastante
malo.
2. Cuando se separó un poco de mí por fin pude ver lo que el repentino y veloz abrazo no
me dejó. Tenía los ojos rojos, seguramente de llorar, y en ese preciso instante se
encontraba secándose unas pocas lágrimas que se habían acumulado en las esquinas de
sus ojos. Vi como una de ellas caía por su mejilla y se la sequé con cuidado con el pulgar,
a lo que ella respondió con una leve sonrisa ladeada tras la cual se inclinó un poco para
darme un suave beso en la mejilla.
-¿Vamos...?-preguntó cogiéndome de la mano y ampliando un poco su sonrisa, como
para darme a entender que solo necesitaba desahogarse y que ya estaba mejor.
El plan era ir a comer al Captain America y con suerte tener tiempo para ir al hmv antes
de que empieze el concierto callejero de Dave Crowe. Nunca he sido un entusiasta del
beatbox, y si bien es cierto que no lo aborrecía, no era un secreto que la principal razón
por la que iba a ir era Emma. Por desgracia tampoco lo era el que me encontraba en la
friendzone, y varios de mis mejores amigos parecían muy empeñados en recordármelo
con bastante frecuencia. Pero ese era mi día, nadie mas del grupo podía venir, íbamos a
estar solos yo y Emma durante toda la noche, la actuación de Dave Crowe iba a terminar
bastante tarde, yo tendría que acompañarla hasta su casa y ahí mi capacidad de
improvisación junto al posible alcohol en la sangre haría el resto. O por lo menos ese era
plan.
* * *
-Ha estado bien el concierto-comenté caminando justo al lado de Emma de camino a su
casa.
Había acudido mas gente de la que esperaba, y tras una actuación breve de dave
Crowe se le unió otro hombre con una guitarra acústica. Esa segunda parte duró bastante
más, y siendo sinceros me gustó más también, entre otras porque gracias a ella toda la
actuación terminó a las doce y media de la noche.
-Si, aunque no me esperaba que viniera Andrew Balcon-dijo la chica. Supuse que se
refería al guitarrista.-Y gracias otra vez por la camiseta, pero de verdad que no hacía falta.
-Te lo mereces, además te lo debía por el CD de Pentatonix-repliqué con una leve
sonrisa ladeada.
Avanzaba mirando el suelo y de vez en cuando echaba algún vistazo a mi
acompañante. Nos habíamos bebido un par de cervezas cada uno durante el concierto y
conforme iba avanzando la noche cada vez me soltaba mas, lo cuál contrastaba con mi
personalidad un tanto tímida, pero cuanto mas se acercaba el fianl de la noche, el que
para mi era el momento de dar el paso, cada vez estaba mas nervioso y me sentía menos
preparado para ello.
-Bueno, supongo que nos vemos mañana-dijo Emma parándose. Por estar perdido en
mis pensamientos no me había dado cuenta de que ya habíamos llegado casi a su casa,
la cual quedaba al otro lado de la calle.
-¿Huh...? Si, supongo...-respondí esbzando una leve sonrisa al recibir un beso en la
mejilla de despedida. Noté como mi corazón comenzó a acelerarse cuando vi como ella
se giraba, con intención de irse. No podía dejarlo estar, estaba decidido a dar el paso esa
misma noche.-Espera...-la hice girarse de nuevo hacia mí y al ver su sorpresa me quedé
3. en blanco. ¿Que le iba a decir? Me lo había jugado todo a esta carta, pensando que una
vez llegara el momento sabría que decir. Al parecer me había equivocado.-Yo... ehm...
sabes que... que no suelo decir nada en serio, suelo bromear o emplear la ironía..-
comencé sin estar muy seguro de como iba a acabar este ''discurso''-pero quiero que
sepas que lo que te voy a decir lo digo totalmente en serio-vale, solo quedaba decirlo,
soltar esas tres palabras que tanto me había costado decir en innumerables ocasiones.-
Yo...-comencé y de repente lo vi claro, di un paso hacia delante, coloqué mi mano con
cuidado en su nuca y me incliné hacia ella para besarla.
Emma no tardó en corresponder al beso, lo cual supuso quitarme un gran peso de
encima por el miedo que tenía al rechazo. No estoy seguro de cuanto permanecimos así
pero cuando nuestrs labios por fin se separaron había parecido que había durado una
eternidad. La chica mordió su labio inferior manteniendo una distancia de pocos
centimentros entre nuestros rostros. Ese gesto siempre me pereció muy dulce, esa manía
casi masoquista de castigar su propio labio se podía llamar mi gran debilidad en una
chica.
-Tengo que irme-susurró dándome otro suave beso, esta vez uno corto, apenas fur un
suave roze de nuestros labios, pero con el cual consiguió sacarme otra sonrisa.
Emma se giró y se dispuso a cruzar la calle a toda prisa en dirección contraria a mí,
dirigiendose a su casa.
-Nos vemos mañana-terminé a modo de despedida.
Ella se paró ya casi al otro lado de la calle con intención de decirme algo, pero no pudo.
Al ver lo que había pasado de repente todo el resto del mundo desapareció para mí. Solo
existía Emma, el coche que acababa de atropellarla y la poca distancia que nos separaba.
Había salido de la nada y como cino se fur, huyendo seguramente de la culpa.
Corrí hacia ella pero tenía un mal presentimiento. Caí de rodillas al lado de su cuerpo
inmóvil sin notar las lágrimas que caían por mis mejillas. Saqué el móvi y llamé a una
ambulancia mecánicamente, con una voz despojada de cualquier emoción. Emma no
respiraba, tampoco tebía pulso, y a pesar de que seguía realizando el RCP de la misma
manera mecánica, muy en el fondo sabía que ella había muerto, y que no podía hacer
nada ya para remediarlo.