Texto escrito para el Taller de Comprensión y Producción de Textos a cargo del profesor Claudio Stepffer.
Licenciatura en Comunicación Social - UCES (Rafaela)
1. Licenciatura en Comunicación Social
TALLER DE COMPRENSIÓN
Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS
Docente:
Stepffer, Claudio
Alumna:
Fernández, Adina Azul
Rafaela, 19 de junio de 2014
2. Taller de Comprensión y ProduccióndeTextos - EvaluaciónParcial n° 2
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Violencia de género.
Un lugar común para el inicio de cualquier investigación del tema que se nombra con el sintagma
“violencia de género”, es la definición presentada por la ONU en 1995, ya que se considera la más
aceptada: “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o
psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en
la vía pública o en la privada”.1 De acuerdo con tal afirmación, el término no debe relacionarse
exclusivamente con el acto de violencia ejercido por un individuo de sexo masculino hacia otro de sexo
femenino; no obstante, es ineludible hacer y mencionar esta asociación particular, debido a que, la
mayoría de los casos registrados bajo el concepto citado, son de índole “machista”. Por otra parte, dicha
connotación, se produce por un hecho no menor: la diferenciación y opresión, que desde el seno de una
estructura social de naturaleza patriarcal, recibe la mujer, producto del rol cultural que se le asigna al
género femenino.
Tomando en cuenta la hipótesis de la construcción social de los géneros2, y retomando la lectura
del artículo de Francisca Expósito (“Violencia de género” en la revista Mente y cerebro n° 48 2011) se
puede, a su vez, indagar sobre la eficacia del establecimiento de perfiles que definen estereotipadamente
a los agresores. La teoría de dicha autora, propone el cuestionamiento de conductas como el alcoholismo
y el consumo de drogas, las vivencias traumáticas, los problemas psíquicos, o la presunta “violencia
inherente al varón” como factores imprescindibles a la hora de detectar un hombre que busca el
sometimiento de una mujer; afirma “No se trata de hombres agresivos ni psicópatas. […] No es posible
(…) establecer un perfil único de maltratador: cada cual representa el papel de manera distinta y se
comporta de manera diferente. Existen formas diversas de ejercer la violencia contra las mujeres.”3. En el
cuento “La intrusa” de Jorge L. Borges, puede apreciarse claramente la “normalidad” de los hermanos
Nilsen, en el sentido estereotipado del varón de la época y el lugar donde transcurren los hechos, y la
“normalidad” del trato hacia la mujer. En el cuento, Julieta es ignorada, cosificada, y no tiene voz. Hoy en
día, luego de ríos de tinta feminista corridos en occidente (en lucha incansable por la emancipación del
“segundo sexo”), esas formas de violencia fueron reemplazadas por otras maniobras igualmente
naturalizadas, como la insistencia abusiva o la intimidación, que son destacadas en el artículo de Expósito.
Las diversas formas de agresión, están basadas en valores culturales, que legitiman tanto el rol de
superioridad del varón frente a la mujer, como la relación de desigualdad entre géneros; valores
culturales, arraigados desde tiempos insondables. De hecho, todos los mitos de la creación imponen un
1 Francisca Expósito, “Violencia de género” en la revista Mente y cerebro n° 48, 2011.
2 Simone de Beauvoir (El segundo sexo, 1949). Judith Butler (El Género en disputa: Feminismo y la
subversión de la identidad, 1990).
3 Ibídem 1
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lugar subordinado a las mujeres, y en el relato del Génesis, específicamente “Dios no optó
espontáneamente por crearla como un fin en sí misma y para que, a cambio, le adorase directamente: la
destinó al hombre; fue para salvar a Adán de su soledad por lo que se la dio; ella tiene en su esposo su
origen y su fin, es su complemento sobre el modo de lo inesencial”4; con estas palabras Simone de
Beauvoir, desvela aquello que oculta el mito más difundido en occidente acerca del mismísimo origen de
nuestra especie, lo básico de nuestra esencia, que cuenta con siglos de reafirmación.
Otra de las cuestiones que me pareció conveniente aludir en esta reflexión, es la relacionada con
los obstáculos que la mujer víctima de abusos se enfrenta a la hora de terminar con una relación de
violencia. Una posible respuesta puede hallarse en el ciclo de la violencia descripto por la psicóloga
Leonor Walker en su libro “las mujeres maltratadas” (1979); el mismo, consta de tres fases: tensión,
agresión y remisión. Este ciclo, que se limita a describir el proceso de violencia física hacia la mujer,
determina uno de los principales obstáculos, ya que la última fase, en la que hombre se muestra
arrepentido de su conducta y promete el cambio, se convierte en una trampa para la mujer que lo acepta,
ya que ve la “mejor cara” de su compañero. Asimismo, la variedad existente de factores que influyen en
los procesos de decisión al fin, es mucho más compleja: la dependencia económica y emocional; el
tiempo invertido en la relación; la mayor carga de tareas domésticas; la falta de ayuda social brindada de
manera clara; la escaza confianza en el sistema y proceso judicial; la insuficiencia o carencia de pruebas
comprobatorias, requeridas para la denuncia de la situación ante la justicia; el miedo a romper la familia.
Estos últimos, son sólo algunos de los muchos ejemplos comprobables en la realidad, y propongo
como objetivo un estudio detallado de cada uno de ellos, a fin de posibilitar la detección de los casos,
para poder tratarlos de manera efectiva y erradicarlos totalmente; tarea que se viene realizando, en mi
opinión, de buena manera en los últimos años en nuestro país, aunque todavía quedan cuestiones por
cambiar, al menos, desde el ámbito legislativo (por ejemplo, la ley del nombre, que prohíbe la eliminación
del apellido paterno, sin considerar los casos de violencia de género sufridos por madres e hijos).
Debido a que hablamos de un problema de naturaleza ideológica que coloca a la mujer en una
situación de desigualdad y sometimiento, para afrontarlo es necesario lograr la exterminación completa
de las diferencias entre hombres y mujeres, sólo posible a partir de un cambio ideológico global.
4 Simone de Beauvoir, “El segundo sexo” (1949)
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Bibliografía:
- Jorge Luis Borges, "La Intrusa", El informe de Brodie, 1970.
- Francisca Expósito, “Violencia de género” en la revista Mente y cerebro n° 48, 2011. En
http://www.investigacionyciencia.es/files/7283.pdf.
- Simone de Beauvoir, “El segundo sexo” 6ta edición, Buenos Aires, 2012, Ed. Debolsillo.
- Leonor Walker “Las mujeres maltratadas”, 1979.