Durkheim analiza las tasas de suicidio en varios países europeos y observa que varían según el tipo de sociedad. Identifica cuatro tipos de suicidio: egoísta, altruista, anómico y fatalista. Explica que el suicidio es un hecho social causado por fuerzas sociales como la integración familiar y religiosa, no por causas individuales. Las sociedades modernas tienen más suicidio anómico debido a la desintegración social y debilidad de los lazos comunitarios.
1. El suicidio
Tesis y argumentos principales de la obra
Como su nombre indica es un estudio sobre el suicidio, pero la gran novedad es que Durkheim
considera éste desde el punto de vista de la tasa anual de suicidios que existe en varios países
europeos desde la sexta década del siglo XIX. Analizándolas se percata de que dicha tasa anual suele
mantenerse constante o con cambios muy leves a lo largo de prolongados períodos. Igualmente, los
picos o los valles acusados en las gráficas corresponden con acontecimientos como guerras o
depresiones económicas.
También se percata de que la tasa de suicidios es diferente de unos países y de unas comunidades a
otras. Por ejemplo, en las sociedades católicas había menos suicidios que en las sociedades. Es ante
todo un hecho social, y cuyas causas son antes sociales que individuales o netamente psicológicas.
Desde Durkheim es un clásico decir que los suicidios son más raros entre los católicos y los judíos que
entre los protestantes o los ateos pero hay que tener en cuenta que puede ser que los católicos no
declaren los suicidios justamente por razones religiosas.1
Durkheim usa como base empírica de su argumento las estadísticas sobre la tasa en comunidades
judías y solía haber menos suicidios que entre las sociedades gentiles en las estaban engastadas. Por
todo ello, consideraba Durkheim, se debe entender que la tasa de suicidios depende más del tipo de
sociedad en la que se producen que de las circunstancias psicológicas de los individuos particulares que
finalmente optan por quitarse la vida.
A partir de aquí Durkheim distinguirá cuatro tipos de suicidio:
Suicidio altruista
Suicidio egoísta
Suicidio anómico
Suicidio fatalista (casi sin mencionar)
El suicidio altruista es el causado por una baja importancia del yo. Durkheim pone el ejemplo de los
pueblos celtas, entre quienes llegó a ser honroso el suicidio de los ancianos cuando eran incapaces de
obtener recursos por ellos mismos.
El suicidio egoísta tiene lugar cuando los vínculos sociales son demasiado débiles para comprometer al
suicida con su propia vida. En ausencia de la presión y la coerción de la sociedad, el suicida queda libre
para llevar a cabo su voluntad de suicidarse. Esta forma de suicidio tiende a darse más en las
2. sociedades modernas, en las que la dependencia de la familia o del clan es menor que en las
tradicionales.
El suicidio anómico, es el que se da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de convivencia se
hallan en situación de desintegración o de anomia. En las sociedades donde los límites sociales y
naturales son más flexibles, sucede este tipo de suicidios. Por ejemplo, en los países donde el
matrimonio tiene un peso menor, por la existencia del divorcio, el suicidio es mayor. Es el suicidio de las
sociedades en transición. Otro ejemplo es el comercio y la industria, donde el cambio (y por lo tanto,
también el suicidio anómico) es crónico.
El suicidio fatalista, que se produce allí donde las reglas a las que están sometidos los individuos son
demasiado férreas para que éstos conciban la posibilidad de abandonar la situación en la que se hallan.
Una de las conclusiones a las que llega Durkheim es que en las sociedades y las comunidades que
requieren más cohesión y solidaridad mecánica para sobrevivir, la tasa de suicidios será menor
justamente porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de
suicidio.
Eso explicaría datos como, por ejemplo, que los judíos se suicidaran menos incluso que los católicos.
Según Durkheim era la precariedad en la que vivía la mayor parte de las comunidades judías en la
Europa del siglo XIX lo que hacía que los individuos dependieran más unos de otros. En ese tipo de
sociedades el suicidio es percibido como un acto de irresponsabilidad hacia el grupo y de quebranto del
deber hacia el mismo.
Una explicación parecida es la que reciben hechos como que en los países católicos la tasa de suicidios
fuera menor que en los protestantes, con sociedades más individualistas. Asimismo la tasa de suicidio
también varía de un tipo de familia a otra: menor en las familias tentaculares tradicionales en el
Mediterráneo; mayor entre las familias nucleares de la Europa del norte.
El suicidio Suicidio Egoísta
Suicidio Altruista
Suicidio Anómico
El suicidio es "todo caso de muerte que resulta directa o
indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la
víctima misma, y que, según ella sabía, debía producir este
resultado". (Le Suicide, edición de 1960, pág. 5).
Acto positivo: dispararse un tiro en la sien. Acto negativo: no
abandonar una casa en llamas o rehusar todo alimento hasta
dejarse morir. Una huelga de hambre llevada hasta la muerte es
un ejemplo de suicidio.
3. Los tres tipos de suicidio que Durkheim
Se analiza el suicidio egoísta
Gracias a la correlación entre la tasa de suicidio y los cuadros
sociales integradores, la religión y la familia, considerada esta
última en el doble aspecto del matrimonio y los hijos.
La tasa de suicidios varía con la edad; es decir, de modo general,
se eleva al mismo tiempo que éste. Varía con el sexo; es más
elevada en los hombre que en las mujeres; varía con la religión;
utilizando estadísticas alemanas, Durkheim establece que los
suicidios son más frecuentes en las poblaciones protestantes que
en las católicas. Por otra parte, Durkheim compara la situación
de los hombres y las mujeres casadas con la situación de los
célibes, los viudos y las viudas.
. Los hombres o las mujeres tienden más a quitarse la vida
cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando no están
integrados; en un grupo social, cuando la autoridad del grupo y
la fuerza de las obligaciones impuestas por un medio estrecho y
fuerte no readuce los deseos que los animan a la medida
compatible con el destino humano.
El segundo tipo de suicidio es el suicidio altruista.
El individuo se da muerte de acuerdo con imperativos sociales,
y ni siquiera piensa en reivindicar su derecho a la vida. Se
sacrifica a un imperativo social interiorizado, y obedece las
órdenes del grupo hasta el extremo de ahogar en sí mismo el
instinto de conservación.
Fuera de estos casos de suicidio heroico o religioso, Durkheim
descubre en las estadísticas un ejemplo moderno de suicidio
altruista: el aumento de la frecuencia de suicidios en el ejército.
No es posible explicar estos suicidios como suicidios egoístas,
pues por definición los militares—se trata aquí de profesionales
y de individuos con grado—pertenecen a un grupo muy
integrado. Los soldados conscriptos consideran que su situación
es transitoria, y combinan la obediencia con una libertad muy
considerable en sus juicios acerca del sistema. Es muy evidente
que los militares de carrera adhieren al sistema en que están
integrados pues salvo casos excepcionales no lo habrían elegido
si no le profesasen un mínimo de lealtad. Pertenecen a una
organización cuyo principio esencial es la disciplina. Por lo
4. tanto, están situados en el extremo opuesto de los célibes que
rehúsan la disciplina de la vida de familia y son incapaces de
limitar sus deseos infinitos.
Los que tienen exceso de altruismo confunden de tal modo con
el grupo al que pertenecen que son incapaces de resistir los
golpes de la suerte.
Finalmente, hay un tercer tipo social de suicidio, el suicidio
anómico. Este tipo es el que interesa particularmente a
Durkheim, porque es el más característico de la sociedad
moderna. Este suicidio anómico es el que se refleja en la
correlación estadística entre la frecuencia de los suicidios y las
fases del ciclo económico.
Aparentemente, las estadísticas nos revelan una tendencia al
aumento de la frecuencia de los suicidios en los períodos de
crisis económica; pero también, lo que es más interesante y más
inesperado, en las fases de gran prosperidad.
En cambio, hallamos otro fenómeno curioso: una tendencia a la
disminución de la frecuencia de los suicidios en los períodos de
grandes acontecimientos políticos. Así, durante los años de
guerra, disminuye el número de suicidios.
Lo que le interesa por encima de todo, al extremo de
obsesionarlo, es en efecto la crisis de la sociedad moderna que se
define por la desintegración social y la debilidad de los vínculos
que relacionan al individuo con el grupo.
En estas sociedades, la existencia social ya no está regulada por
la costumbre; los individuos compiten permanentemente unos
con otros; esperan mucho de la existencia y le exigen mucho, y
por lo tanto están acechados perpetuamente por el sufrimiento
que se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y
satisfacciones. Esta atmósfera de inquietud es propicia para el
desarrollo de la "corriente suicidógena".
Durkheim procura luego demostrar que los tipos sociales que ha
elaborado corresponden aproximadamente a tipos psicológicos.
El suicidio egoísta se manifestará por un estado de apatía y de
ausencia de apego a la vida, el suicidio altruista por la energía y
la pasión; y el suicidio anómico se caracterizará por un estado de
irritación y de disgusto, irritación vinculada con las múltiples
ocasiones de decepción que la existencia moderna ofrece, un
5. disgusto que es resultado de que se ha cobrado conciencia de la
desproporción entre las aspiraciones y las satisfacciones.
Una vez que los tipos sociales se han expresado en términos
psicológicos, resta explicar o formular en términos explicativos
los resultados del estudio, lo que es esencial desde el punto de
vista de la teoría sociológica.
Podemos resumir así la teoría de Durkheim: los suicidios son
fenómenos individuales, que responden a causas esencialmente
sociales. Hay corrientes suicidógenas, para utilizar la expresión
de Durkheim, que recorren la sociedad. Se originan, no en el
individuo, sino en la colectividad, y son la causa real o
determinante de los suicidios. Ciertamente, estas corrientes
suicidógenas no se expresan en cualquier individuo, tomado al
azar. Si tales o cuales individuos se suicidan, ello responde
probablemente al hecho de que estaban predispuestos por su
constitución psicológica, por su debilidad nerviosa y por ciertas
perturbaciones neuróticas. Asimismo, las circunstancias sociales
que crean las corrientes suicidógenas determinan estas
predisposiciones psicológicas, porque los individuos, que viven
en las condiciones de la sociedad moderna, poseen sensibilidades
afinadas y por lo tanto vulnerables.
Las causas reales del suicidio son fuerzas sociales que varían
según las sociedades, los grupos y las religiones.
Emanan del grupo y no de los individuos considerados por
separado. Hallamos aquí una vez más el tema fundamental de la
sociología de Durkheim, a saber, que en sí mismas las
sociedades son heterogéneas respecto de los individuos. Existen
fenómenos o fuerzas cuyo basamento es la colectividad y no la
suma de los individuos. En conjunto, estos últimos determinan
fenómenos o fuerzas que no se explican sino por su
agrupamiento. Hay fenómenos sociales específicos que se
imponen a los fenómenos individuales. El ejemplo más notable o
más elocuente es precisamente el de las corrientes sociales que
impulsan a los hombres a la muerte, de modo que cada uno cree
obedecer sólo su propio impulso, cuando no es más que el
juguete de fuerzas colectivas.