1. Cuando Silvestre tenía once años su padre lo mandó a buscar
una cabra que se había perdido en el monte.
Después de mirar entre las peñas, la encontró tumbada junto a
unas escobas al acercarse a ella, vio que las patas traseras
estaban hundida en la tierra.
2. El niño con la ayuda de un palo y girándolo en circulo,
consiguió abrir un hueco lo suficientemente grande para dejar
al descubierto las extremidades de la cabra.
Viendo que la tierra se hundía siguió escarbando, hasta hacer
un gran hueco.
3. Sin decir nada, al día siguiente con la luz de un farol, se
introdujo en la cueva, que era mucho mas larga que todo el
pueblo.
Cierto día cuando estaba jugando con otros niños se le ocurrió
decir a uno de ellos: Juan si me das tu bocadillo cruzo el
pueblo por debajo de él, sin quitarme la gorra.
4. Los niños al principio lo tomaron a guasa, pero al insistir
tanto con la misma historia, la gente lo tomó por tonto, y así
se quedó. Cuando llegó a la edad adulta, estaba considerado
como el tonto del pueblo.
Esta población, los fines de semanas se abarrota de gente de
otros lugares y muchos de ellos, se divierten a costa de
Silvestre.
5. Diariamente las personas que se reúnen en bares y terrazas,
cuando ven pasar a Silvestre, lo llaman y cada uno de elos le
dicen: Escoge entre estas dos monedas: una grande
(50 centimos), y otra mas pequeña (1 euro).
Él siempre coge la grande, lo que es motivo de risas y
comentarios.
6. De esta manera fueron pasando los años y Silvestre a costa
de la risa de los demás, se sacaba el sustento para vivir.
Un día un matrimonio que estaban en una terraza, observaron
las risas que se pasaban varios grupos de personas con él.
Una de las veces el matrimonio lo llamó y al acercarse, la
mujer le preguntó:
¿No sabes que la moneda grande, vale menos que la pequeña?
7. Silvestre le respondió: Sé que vale la mitad que la otra, pero
el día que coja la moneda pequeña, ese día se acabó el juego.
Y entonces… ¿de que voy a comer?, Si me tienen por tonto.
Moraleja:
Puedo estar cuerdo, aunque los demás me traten de tonto.
Lo que me importa, no es lo que piensen los demás de mí,
sino lo que tengo que idear… para poder subsistir.
Música.- Verdi - James Lats