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Edita en la Web.
Institución Colegiada de Investigación Científica Malagueña.
C/ Cauce 4. 1º Izq.
29620 Torremolinos (Málaga)
Tefº/Fax: 952 37 10 15
Divulgación www.icicma.com
Autor:
Ildefonso Cobo Jiménez
Licenciado y Doctorado en Medicina y Cirugía,
Además de ser Licenciado en Psicología y
Doctorado en Filosofía hindú.
Maquetación:
Danuta Jolanta Glaz
Solicitud del libro en Internet:
www.icicma.com--- Gratuita
ISBN: 201499900825682
Depósito legal: MA-244-14
Este Tratado es totalmente gratuito, bájelo de su Web, no le costará
nada.
ELAUTOR DE ESTE ESTUDIO
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ENTREVISTA AL AUTOR DE ESTE LIBRO
Dr. Ildefonso Cobo Jiménez, Médico, Licenciado y Doctorado en medicina
general, especialista en alimentación y salud. Profesor de medicina
biológica y otras materias universitarias. Dr., en Filosofía hindú.
Actualmente tiene 73 años y justo la mitad de su vida la dedicó a la
atención sanitaria y la enseñanza de la misma.
Es Doctor Honoris Causa en Filosofía, y Doctor en Ciencias.
Desde hace unos 43 años es vegetariano puro y tiene la experiencia en su
propia vida, de las virtudes que tiene el vegetarianismo integral para con la
salud de las personas. Aunque respeta todas las tendencias alimentarías está
convencido en su propia experiencia que como un vegetarianismo puro no
hay nada para tener una buena salud; de esta forma él siempre dice que para
predicar lo primero que hay que hacer es dar ejemplo, y así lo hace,
habiendo creado una filosofía de vida naturista que no impone a nadie pero
que él lleva a rajatabla.
Nos dice que desde hace años dedica gran parte de su tiempo a estudiar Las
Santas Escrituras (La Santa Biblia), y que ello le ha reportado gran cantidad
de conocimientos porque estima que estas escrituras son el CAMINO DE
LA VERDAD Y LA VIDA, desde hace varios años es:“Testigo de
Jehová”, tiene este privilegio, ya que considera que hoy día son los
verdaderos cristianos que llevan la palabra de Dios Padre Jehová por todo
el mundo predicando las buenas nuevas; cada día más de siete millones de
personas en todo el mundo proclama la verdad esplendida de la Palabra de
Dios. Nos dice También, que es momento de reflexión para todos y, que
escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica, sería lo mejor que cada
uno de nosotros podríamos hacer cada día.
Nos despide con un saludo muy afectuoso y nos desea Luz en nuestros
corazones.
Dr. Félix Pascual Yugueros
Psicólogo Clínico
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PROLOGO
El libro se basará en el estudio de los diversos hongos medicinales
que la naturaleza nos proporciona. Así como tenemos en la historia grandes
personas que se dedicaron al estudio de estos hongos y que gracias a ellos,
en especial al Dr. Fleming, tuvimos la gran suerte de que se descubriera la
“Penicilina” el gran antibiótico que salvó en su momento millones de vidas.
También existen otros hongos que tienen gran poder curativo y que de
ellos nos vamos a encargar en este tratado, vamos a examinar
científicamente 12 hongos que cada uno de ellos tiene su característica
diferente y que nos aporta soluciones en distintos tipos de patologías
diferentes, por lo que debemos poner atención para asesorarnos de qué
puede combatir cada uno de ellos con arreglo a los órganos y vísceras de
nuestro cuerpo humano.
Sin dejar de observar, que todos los hongos son buenos antibióticos y que
unos tratan bacterias y otros virus, pero además según su especie, tienen
diferentes poderes antibióticos o bacteriológicos para tratar con mayor o
menor fuerza según las necesidades que el paciente tenga orgánicamente.
Como sabemos los profesionales, en diferentes patologías infecciosas,
a veces se necesita un antibiótico suave y otras fuerte, pues bien, este es el
caso de los hogos que vamos a estudiar y que podremos aprovechar para el
bien y curación de nuestros pacientes.
Además, muchos de los hongos que vamos a estudiar, también tienen
el poder de tratar enfermedades “Psíquicas”, unas de carácter depresivas y
otras de carácter neurológicas, con lo que desde este otro ángulo, también
podremos ayudar a nuestros pacientes en sus patologías Psíquicas.
De esta forma observaremos y estudiaremos los beneficios de los hongos
para nuestras enfermedades físicas y psíquicas, sin olvidar que muchas de
ellas, llegan al físico por “Somatización” del psíquico.
El Autor.
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INDICE:
CAPÍTULO Iº ¿Qué es el Rovellons?
CAPITULO IIº Estudio de los diversos hongos
*ESTUDIO Iº Hongo Shiltake
*ESTUDIO IIº Hongo Agaricus
*ESTUDIO IIIº Hongo Reishi
*ESTUDIO IVº Hongo Coriolus
*ESTUDIO Vº Hongos Mixtos
*ESTUDIO VIº Hongos Inmunos
*ESTUDIO VIIº Hongo Maitake
*ESTUDIO VIIIº Hongo Coprimus
*ESTUDIO IXº Hongo Polyborus
*ESTUDIO Xº Hongo Crinaceus
*ESTUDIO XIIº Hongo Ganoderma lucidum
CAPÍTULO IIIº Uso Clínico den la nutrición con hongos.
CAPITULO IVº En qué se basan los rovellons (hongos)
CAPÍTULO Vº Los chakras principales y los Nadis.
CAPÍTULO VIº Donde actúan principalmente los rovellons.
CAPÍTULO VIIº El cuerpo mental, el cuerpo causal y los cuerpos
espirituales superiores.
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CAPÍTULO Iº
¿QUÉ ES EL REVOLLONS?
Rovellons, es como se llama a los Míscalos en Cataluña y a las setas
“Els Fongs”, en algunas partes de España hongos ó setas, y por la misma
razón, hemos elegido el nombre de Rovellons ya que la gran mayoría de
estos productos homeopáticos que vamos a estudiar son producto que se
crían en Cataluña, y dentro de escoger, uno u otro hemos preferido el de
Rovellons ya que su pronunciación es más fácil, para los 12 productos
homeopáticos que van compuestos a base tinturas madres de diferentes
hongos y algunos mezclados entre la formula, con lo que hacemos que sean
doce medicamentos naturales homeopáticos muy diferentes pero con algo
que tienen en común todos los hongos. Los hongos por naturaleza son
todos ellos “Antibióticos”, lo que si tienen de diferencia entre sí, es que
unos son antivíricos y otros son antibacterianos, con lo cual no sirven para
tratar lo mismo unos que otros. Otro concepto que todos los hongos tienen
también en común es el poder recuperador celular en: células afectadas por
problemas oncológicos, y en ello si se parecen muchos más entre sí, ya que
todos los hongos por diferentes que sean, cada uno en sí, trata unos órganos
diferentes, pero a la hora de recuperar células afectadas por oncología,
todos ellos responde de una forma muy positiva.
Por esta razón, sería muy bueno considerar este capítulo, para
describir como son los hongos y como se utilizan en España y en otros
países, veamos:
“Como los hongos, no se encontrarían otros seres que fuesen a un
tiempo tan encomiados y tan detestados de profanos y de sabios, del
vulgar y del prestante. Porque son buenos para todo, para lo mejor y
para lo peor, para las sabrosas digestiones y las lentas agonías, para el
pincel del artista y para el encarnizamiento destructor del ignorante.
Antes de caer en podredumbre son como espléndidas flores: la doble
imagen de la vida y de la belleza, la de la muerte y la de la nada
vienen a superponerse en su efímero cielo vital. Acerca de su origen
corrieron hipótesis místicas y absurdas; sobre los hongos, el genio de
los Antiguos lo ignoraba todo. Decíase de ellos que nacían de la
pituita de los árboles, del lodo, de la corrupción de los fiemos. Los
teorizantes de la generación espontánea los pusieron como ejemplos;
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pero los métodos de Pasteur se aplican a su cultivo, y las leyes de la
genética, a sus facultades sexuales”.
“El hongo atrae el hombre por curiosidad y, sobre todo, por interés.
Formas extrañas, fálicas, potencia o fragilidad, delicadeza, perennidad o
fugacidad, colorido sombrío de la trompeta de los muertos o rojo escarlata
de la peziza cocclinea o blancura inmaculada del higrófloro virginal, todas
estas tonalidades y siluetas, y aquella rapidez de floración que sorprende,
atraen al profano. Pero desconfía; su propio reflejo le conducirá al atropello
de esta producción misteriosa, de la cual no acaba de comprender
exactamente ni el origen ni la originalidad. Sólo el cálculo le abrirá las
puertas de le experimentación y del provecho personal. Entonces, de la
extrema reserva pasará a la más loca de las imprudencias. Para él, ya no
tendrá secretos el mundo fúngico. Conocerá los principios infalibles que
permiten discernir la especie bienhechora de la mortal. Perjuicios de antaño
y radiestesia de ahora; en el campo, empirismo de comadre; o, en el salón,
pedículo de espíritus acoquinados; todos hallaron en el hongo, si vale
decirlo así, el más preciado de sus elementos de experiencia”.
“En público, se conoce malamente su naturaleza; pero se temen sus
efectos. Las características que les atañen son adecuadas para impresionar
muchedumbres. Eurípides perdió a su mujer, a su hijo y a sus dos hijas por
haber comido un plato de funestas amanitas. El emperador Claudio, el papa
Clemente VII, la princesa de Conti, sufrieron la misma suerte. En Francia,
solo en un mes, durante el otoño de 1912, setenta observaciones médicas
relativas a los envenenamientos por hongo dieron a conocer que el número
de dañados fue de trescientos, de los cuales sucumbieron cien. Y no hay
envenenadores que utilicen las amanitas con fines criminales, como el
famoso Girard, que las asoció a una diabólica combinación de seguros de
vida”.
“La medicina se relaciona con los hongos no sólo por la Toxicología,
sino por la Dermatología. Así, por lo menos de oídas, conocemos el favo,
las tiñas, la pitiriasis, todas estas micosis cutáneas, y aún profundas. Y
también habréis oído referir del muguete infantil, que florece todo el año en
la mucosa bucal. En las exposiciones, dentro de grandes bocales con agua y
formol, el público puede contemplar la insólita presencia del pie de madura
o la quijada roída de actinomicosis. Pero el profano no pide más
explicaciones, persuadido de que los perjuicios causados por las amanitas
venenosas pueden llegar a tanto. En cuanto al que frecuente el especialista,
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sentirá a menudo el cosquilleo imaginativo de una inflamación eritematosa.
Pero, dadle ánimos; no es nada frecuente que uno muera de ello”.
“Sí intoxican por imprudencia, los hongos son también una plaga para
la Agricultura. Royas, mildius, cenicillas, tizones y tizoncillos,
podredumbres, todas ellas enfermedades mesegueras, de los árboles de
nuestros vergeles y de nuestros montes, de las verduras hortelanas, todas
estas criptogramas causan en toda Europa, todos los años, unas pérdidas de
muchos millones de euros. Y no sólo el trigo y las vides, el cafeto y el
banano, sino también la rosa y el crisantemo, el clavel y el geranio, sufren
sus ataques. Lo mismo el hortelano que el silvicultor, todos en nuestro
propio hogar estamos expuestos a solapados ataques: Las especies
lignivoras invaden el medraje en las habitaciones, en las minas o en los
navíos, y reducen a polvo el vigamen, los estayes y las cuadernas. El
bibliófilo descubre enmohecimientos ocultos que corroyeron el papel de
una edición rara. En su tienda de campaña, al despertar, el explorador ve
desaparecer sus botas ocultas por una capa azulada de penículos. De
manera que cada uno descubre hongos en torno suyo; son un azote del
mundo”.
“Más referidas las pérdidas que los beneficios. Junto a los hongos
mortíferos, a los peligrosos, indigestos, amargos, nauseabundos, se
descubre la perfumada carne de la lepiota procera. Cada hongo nos muestra
su forma, su colorido, sus olores, así como su sabor, tanto crudo como
cocido; pero cada cual lo aprecia a su manera. Se discutirá sobre el valor
gustativo de la amanita rubicunda, del hidno coraloide o, simplemente, del
cantaruelo comestible, lo cual nos dice que el paladar del hombre tiene muy
diversas resonancias. Placeres de los sentidos, no solamente colores para la
vista, sino delicados olores y múltiples sabores; los hongos son laboratorios
elementales que, para delicia de naturalistas y poetas, de catadores y
artistas, elaboran motivos de arrobamiento”.
“Desde luego, el hombre también ha buscado entre ellos su beneficio. Y sus
lucros comerciales. Ha cultivado el “champiñón”, la “folia de los chopos”
La volvaria y aún la colmenilla”.También cultiva la “trufa”. Ello le ha
valido importantes beneficios, no por sus facultades nutricias, que bien
menguadas son, sino por sus virtudes gustativas que pueden conducir a
grandes realizaciones”.
“Después de los hongos alimentarios siguen otras especies útiles. Ya
no pagarán tributo las plantas cultivadas, sino sus enemigos. Auxiliares de
la Agricultura, los hiperparásitos traban combate con el insecto o el hongo
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patógeno. No siempre resulta eficaz, pero es de gran elegancia. Si las
podredumbres atacan las raíces, otros organismos fúngicos les facilitan la
asimilación de compuestos útiles; aquellos que sirven de enlace entre la
planta y sus alimentos, entre la criptógama y el árbol, se dicen micorrizas.
Así, en las orquídeas, el hongo mocrorricico, con su presencia, decide la
germinación de la simiente, que, sin él, no movería. De esta manera, los
boletos hallan en las micorrizas el enlace que los une al árbol y hace de
ellos un elemento de su cortejo. Y hasta tal punto, que no hay orquídea sin
micorriza; ni boleto sin árbol”.
“Lo mismo que de hombres, hay hongos buenos y hongos malos. Son,
a un tiempo, agentes de descomposiciones fermentativas y de
fermentaciones útiles. Alteran las confituras, pero perfeccionan los quesos;
destruyen el vino, pero elaboran cerveza. El sabor del salchichón y el
aroma del “camembert” son obra suya. Levaduras de cervecería y de
tahona, microorganismos útiles de los laboratorios, y agentes de su
fecundidad, fijadores de nitrógeno o destructores de celulosa, demoledores
de pesadas e inasumibles moléculas, que convierten en tras directamente
nutricias y asimiladas, productores de azúcar, de alcohol, de ácido cítrico,
de vitaminas, de pigmentos, de grasas, capaces incluso de dar luz,
intervienen en la Industria, la Terapéutica y la Higiene de la alimentación”.
“En otros tiempos, pequeñas industrias vivían de los hongos. La yesca se
fabricaba con la trama de ciertos políporos. El del alerce es el agárico
blanco, oficinal, de los farmacéuticos, que se utilizaban para combatir los
sudores nocturnos de los tísicos. Ciertamente, los hongos producen terribles
venenos; ero quien dice veneno dice posibilidad de sanar, ya que no es sino
cuestión de dosis: las amanitoxinas hoy día han logrado su desquite en la
medicina humana, ya que al ser tratadas por medio de la “Homeopatía” se
ingieren en una forma quántica y no directa, con lo que se consigue,
informar a las células de la „prevención sobre ciertos patógenos
especialmente destructivos para el cuerpo humano, y de esa forma, se tiene
el organismo preparado para su defensa”.
“He aquí como empezó su observación y de una simple observación,
y de la guerra se abrieron súbitamente una nueva vía y un nuevo dominio
para la Ciencia y la Medicina. Al socaire de la gran mortandad, aquél
descubrimiento hallase en el surco propicio de la explotación utilitaria, con
medios de tal poder, como jamás se había conocido. Y si se produjo la
victoria del hombre sobre la Muerte. Ayer, la penicilina, después la
estreptomicina, y hoy nuevos fármacos antibióticos, aportan el arsenal
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quimioterapéutico contra las enfermedades infecciosas- arsenal en el que
las sulfamidas constituían la mayor adquisición hasta entonces- las
substancias que sanan y sanarán. Su manera de actuar, su naturaleza y su
origen, que les son propios, han abierto un prodigioso y múltiple campo
terapéutico, una novedad de nuestros tiempos. De golpe, los hongos,
productores de estos cuerpos antibióticos- y de muchos otros- se
convirtieron en los más preciosos auxiliares de la terapéutica humana”.
“Junto a la industria, al comercio, al arte, a la utilidad y
esparcimiento, se perfila la ciencia de los hongos, la Micología, hecha de
vida y no sólo de formas, de naturaleza y no siempre de bocales, de
fotografías y no únicamente de cadáveres desecados. Podredumbres
sublimes, los hongos son a modo de agallas monstruosas, surgidas casi de
nada, de una minúscula espora, de un filamento cuya anchura no rebasa
siquiera las dos milésimas de milímetro, y de un poco de azúcar como
alimento. En plena juventud, apenas si pueden discernirse; y ya
desarrollados, tan diversos. El morfologísta se empleará con tanto celo a
descubrir sus aspectos plásticos que con excesiva frecuencia y sin darse
cuenta de ello, detallará la misma especie con nombres diferentes”.
“Los hongos son maravillosos auxiliares de la Bioquímica, de la Citología,
de la Biología experimental, de la Genética. Su estudio, desde cualquiera de
estos puntos de vista, nos descubre horizontes prometedores. La Micología
es una disciplina cuyo porvenir aparece brillante de promesas”.
“Así, Arte, Medicina y Ciencia se han adueñado de estos extraños
objetos que los latinos llamaban “fungí” porque, según dicen unos, les
sugerían la imagen de la podredumbre o, mejor, según otros, la de las
esponjas; pero los griegos designaban con la voz “mycos”, cuya
consonancia nos ilumina. Esforcémonos, a sacar de ello un poco de saber y
un poco de elegancia”.
“Si tenemos en cuenta la palabra griega “mycos” es nada menos que
“mucus”, o en castellano “moco”. De esas mucosidades nos ofrecen a
menudo los hongos. Y cuando el hombre se siente decepcionado por ellas
no hay nada que hacer: Se vuelve “micófago” de pura repugnancia. Pero es
muy normal en Cataluña conocer esta forma de exponer por ejemplo en
“Manresa”, pero también se les conoce en el país Vasco, así como de os
provenzales, italianos, etc.”.
Microfilia y microfolia. En la monumental obra de los esposos
Wasson, Valentina Paulovna y R. Gordon Wasson titulada “Mushrooms
Russia and History”, dada a la luz en 1957 y dedicada al estudio de una
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ciencia nueva, la Etnografía micológica, se deja bien sentada la existencia
de dos clases de pueblos, los micófilos, que son los amigos de los hongos,
porque los comen y los emplean para sazonar sus guisos, y los micófabos,
que los repudian.
La micofilia no es sino consecuencia de la micofagía. Cuando ante los
hongos, el hombre no siente repugnancia innata, y los come, se aficiona a
ellos; aprende a conocerlos, y los reconoce y distingue con facilidad; les da
el nombre, y sabe dónde y cuándo se crían; siente preferencia por unos y
otros; aprende también a guisarlos, cada uno a su manera, según la
naturaleza de las especies. Y discierne entre los buenos y los no
comestibles y los ponzoñosos. Y así se origina el saber popular acerca de
esta clase de singulares vegetales que nadie siembra, que nacen sin saber
cómo, pero siempre en los mismos sitios, que los más sagaces de cada
pueblo conocen uno a uno. Hay gentes más doctas y gentes que saben
menos. Y pueden discutir sobre cuanto se refiere a este tema. Acerca de
cómo se crían los hongos, dónde nacen, cuanto tiempo requieren, según la
estirpe y la estación del año, para alcanzar su perfección después de la
lluvia promotora de su florescencia. La microfilia se manifiesta por todas
estas señales; y así son los micófilos. La micofobia es el horror a los
hongos, una repugnancia innata hacia ellos. La que el micófilo imagina
pringue rezumante en la seta que se está asando, son repelentes
mucosidades para el micófobo. El hongo o ciertos hongos, le sugieren la
idea del sapo y llega a pensar que se forman y nacen en las camas de estos
batracios. No sabemos a ciencia cierta cuando aparecieron los primeros
micrófabos, pero ambas categorías de hombres deben ser antiquísimas.
Nicandro de Colofón, hace más de 2000 años, los suponía <criados sobre la
insidiosa víbora ensortijada en su cubil, aspirando el tósigo de la sabandija
y el nocivo aliento de su boca>.
Cataluña y su plan quinquenal micológico. El 15 de febrero de 1931,
en el volumen III de la revista botánica”Cavanillesia”, Joaquín Codina,
médico de La Cellera (Gerona) especializado en el estudio de los hongos, y
otros escribieron y publicaron una recopilación de las observaciones
micológicas y los datos que otros antecesores habían dado a conocer sobre
el mismo tema. En este trabajo, titulado <Introducción a Pestudi dels
macromicets de Catalunya> consigamos como propias de la flora
micológica catalana 627 especies de hongos superiores, prescindiendo de
los micromicetes. El 1º de noviembre de 1931, cuando la citada
<Introducción> estaba ya en prensa, tuvieron la fortuna de recibir la visita
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de A. A. Person, presidente de la <Mycologycal Society> de Londres, y de
acompañarle a Sant Pere de Villamajor, al pie de Montseny, junto con el
profesor Cuatrecasas, donde pasaron el día estudiando los hongos de sus
alrededores. Pearson publicó en la misma “Cavallinesia”, volumen IV, la
noticia titulada “Hongos de Sant Pere de Villamajor”, y con este trabajo, de
sólo un día de labor de campo, añadía 35 especies a las 627 de nuestra
primera lista.
Aquel mismo año se le propuso a la junta de Ciencias Naturales, que
tenía s su cargo el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, la iniciación
de un plan de estudios micológicos en nuestro país bajo la dirección del
eminente especialista en Micología. La primera campaña micológica de
aquella serie, en octubre de 1931, fue dirigida por el profesor René Maire,
uno de los más profundos conocedores de los hongos.
El primer obstáculo micológico de Maire sobre nuestros hongos se
titula “Fungi catalaunici”, y fue dado a conocer el 10 de julio de 1933 en
las publicaciones de la junta de Ciencias Naturales. Con esta publicación,
Maire incorporó a nuestro catálogo de hongos de Cataluña 257 especies
más.
La campaña micológica de 1932 la dirigió el profesor Roger Heim,
entonces subdirector del Laboratorio de Criptogamía del Museo de Paris.
La de 1933, por segunda vez, el profesor Maire; la de 1934, el doctor Rolf
Singer, entonces profesor auxiliar de la cátedra de Botánica de la Facultad
de Farmacia de Barcelona; y en 1935 coronamos este plan quinquenal
micológico con la venida de la “Societé Micologiqué de France” que
celebró en Cataluña su sesión extraordinaria de aquel año.
Heim, con su “Fungi Iberici” (publicación de la Junta de Ciencias
Naturales, de 29 de octubre de 1934) añadió 175 especies más a la flora
micológica de Cataluña; y Maire, con su “Fungi catalaunici. Series altera”
(de 10 de marzo de 1937, 168.
Los resultados logrados por los desvelos de Rolf Singer en el estudio
de la micología catalana, salvo dos comunicaciones menores de 1935 y
1936, no vieron la luz hasta 1947, en “Collectanea Botánica” volumen I,
fascículo III, con el titulo de “Champignons de la Catalogne” Las adiciones
de Singer a la flora catalana de macromicetos, incluidas las de 2
suplementos que siguen a su citado opúsculo, alcanzan la cifra de 175
especies. Ese número, relativamente elevado, de formas no observadas
todavía en Cataluña, dice Singer, nos parece que hay que atribuirlo a la
época de nuestros estudios. Nosotros hemos podido empezar las
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observaciones a partir del mes de junio (al contrario de lo que hizo la
mayor parte de nuestros sabios predecesores), lo cual nos ha permitido
estudiar algunas especies estrictamente estivales, que no hubiéramos
podido controlar en otoño en las mismas localidades.
Como resultado total, el plan quinquenal micológico organizado por
la Junta de Ciencias Naturales logró que las 627 especies de nuestra
“Introducción” pasáramos a las 1458.
Para formarnos cabal concepto de los resultados de dicha actuación,
bastará indicar que los macromicetes de toda España, dado a este grupo
artificioso la misma extensión con que aquí los hemos considerado, y
tomado los datos de la última edición del “Compendio de la Flora
Española” de Lázaro Ibiza (1920), sólo suman 668 especies, aún
prescindiendo de que gran número de poliporáceas de este autor no tienen,
realmente, categoría específica. Esto es, que conocemos como propias de
Cataluña más del doble de las especies españolas que nos dio Lázaro Ibiza,
incluyendo en ellas, naturalmente, las que se conocían como catalanas.
Nombres catalanes de hongos. Por lo que sabemos en la actualidad,
los catalanes han dado nombre a un centenar de especies de hongos; es
decir, que de las 1458 especies de macromicentes que se crían en Cataluña,
Los catalanes conocen 100. Cuando se consideren que estas 100 especies
sólo representan el 6,8% de la totalidad, parecerá muy exigua aquella cifra.
Pero la micofilia no da más de sí. Muchas especies pasan inadvertidas del
profano, por su rareza o exigüidad, o, simplemente, porque ni son
comestibles ni tienen nada de llamativo.
Si 1358 especies de la flora micológica catalana carecen de nombre
vernáculo concreto, muchas de aquel centenar que las gentes de Cataluña
conocen y dominan tienen más de uno, porque a menudo difieren de una a
otra comarca. En general, como ocurre con las plantas de otras clases,
cuanto más conocido es el hongo menos nombres tiene; y otras especies no
tan generales o que sólo se distinguen los mejores prácticos poseen una
nomenclatura mucho más diversificada.
En nuestra introducción al estudio de los macromicentes de Cataluña, que,
como hemos indicado, vio la luz en 1931, dábamos 220 nombres catalanes
de hongos. Y cuando en 1957, los esposos Wasson publicaron la obra
indicada se expresaron así: “los catalanes viven al lado mismo de
especialista micofobos, y, sin embargo, se cuentan entre aquellos raros
pueblos cuyo saber popular, en micología, es tan notable por su extensión
como por la sutileza de sus conocimientos. Tal vez la mejor lista de
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nombres vernáculos de hongos jamás reunida es la de Joaquín Codina y P.
Font Quer, que constituyen un vocabulario de 220 términos, todos ellos
genuinos y con las localidades donde fueron recogidos”.
Desde 1936 hasta acá, los tiempos no se mostraron propicios para
continuar con el mismo ritmo, ni mucho menos, nuestros trabajos
micológicos. Pero, a pesar de todo, hemos podido ampliar la primera lista
hasta 250 nombres, que son los que figuran en “Los hongos de Cataluña y
su nomenclatura popular” (“Memorias de la Real Academia de Ciencias de
Barcelona; 1960)”.
En realidad, pues, quedan siempre numerosas especies micológicas que el
pueblo no conoce concretamente. Y para saber hasta que punto alcanza la
microfilia de un país no podemos deducirlo del tanto por ciento de las
especies dominadas con respecto a la totalidad de las que se dan en él, sino
de la comparación de la lista de nombres usuales de un territorio
lingüístico, racial o estatal con la de otro territorio.
La España micófoba, que abarca principalmente todas las provincias
de habla castellana, tiene tan escasos nombres populares de hongos, que la
indicada edición de la “Floras Española”, Lázaro Ibiza sólo trae una
veintena, sin contar que algunos de ellos siquiera son nombres populares,
sino académicos, simples traducciones de los términos genérico y
especifico de la especie respectiva. De manera que Cataluña, de extensión
menor que otras regiones de España, tiene 12 veces más nombres de
hongos que el resto de la Nación.
Exposiciones de hongos. Muchos nos hemos dado cuenta de la gran afición
a los hongos que sienten los catalanes cuando viendo el desarrollo del plan
quinquenal micológico que siguieron nuestros antepasados y organizado
por la Junta de Ciencias Naturales de Barcelona, ya habían celebrado
diversas exposiciones de setas en esta capital. La primera de ellas se
estableció en la Sala de herbarios del Museo de Ciencias Naturales, los días
24 y 25 de octubre de 1931, y sorprende a todos la gran afluencia de
público que acudió a visitarla; según se cuenta, tanta gente que no se podía
dar un paso en aquella gran sala, y muchos no pudieron ni llegar a ver los
ejemplares expuestos. Por tal motivo, la Junta de Ciencias Naturales
dispuso que la del año siguiente se organizase en el gran invernáculo de
dicha Junta, entre los llamados Museo de Cataluña y Museo Martorell.
Permaneció abierta desde el 29 de octubre hasta el 4 de noviembre de 1932,
y se dispuso que, para mayor comodidad de los verdaderos aficionados a
los hongos la entrada fuese de pago; de sólo 0,15 ptas., que, en aquel
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entonces, bastó para alejar a los simples fisgones. La totalidad de las
entradas vendidas durante los 7 días; y sólo el día 30 de octubre, que era
festivo, fueron de 2977 visitantes.
Durante esta exposición, la quinta de las diez que se realizaron en
Cataluña (tres en Gerona, una en la Cellera, una en Olot, una en Figueras y
las restantes en Barcelona), se exhibieron hasta 300 especies de hongos,
cada una con su etiqueta, en la cual indicaba el nombre científico del
hongo, su correspondiente nomenclatura popular e indicaciones relativas a
su inocuidad o toxicidad.
Sabemos que la prensa se ocupó extensamente de aquellas exposiciones de
hongos, Veamos lo que dijo el periódico “El debate” de Madrid, el día 3 de
noviembre de 1932, que salvo pequeños detalles, como referente el número
de visitantes del día 30 de octubre, y el que supone que la nomenclatura
catalana abarca hasta 627 especies de hongos, se ajusta bastante bien a la
realidad. Decía así “El Debate”: “Entre la serie variadísima de
Exposiciones y Concursos que se celebran un día tras otro en Barcelona,
resulta en verdad original e interesante la Exposición de setas”.
“En el invernáculo del parque, la Junta de Ciencias Naturales ha
logrado exhibir hasta 300 especies diferentes de hongos de que tan rica es
la flora catalana. Allí puede apreciarse, bien acondicionados sobre húmedo
musgo, la más inverosímil variedad de setas que pudiera imaginar el
profano, desde las más diminutas, que apenas miden un milímetro y que
pesan escasos centígramos, hasta el hongo respetable que es imposible sea
engullido por una persona normal en una sola comida, pues pesa cerca de
tres kilos y medio. Allí se ven variedades rosa, negra, parda, azul, verde,
amoratada…Figuran en la Exposición los dos únicos ejemplares
encontrados en España de una seta originaria del Norte de África que tiene
un tallo de medio metro de altura; otro ejemplar curioso es el “Phallus
imperialis” encontrado por primera vez en España”.
“Es esta la sexta Exposición de hongos que se celebra en Cataluña
con un éxito de público que el domingo culminó a 4000 visitantes. Ello no
es de extrañar, si se tiene en cuenta que Barcelona es la población de
España y casi de Europa que consume más cantidad de hongos. Tantas
setas se comen en Barcelona que para abastecer un “stand” de venta en la
Exposición ha sido preciso traerlas de Soria y de Valladolid, por estar
agotadas en Cataluña. Sólo una fábrica catalana dedicada a conservas de
setas, prepara anualmente 40.000 kilos procedentes de Castilla. Hay
pueblos y villas catalanas para los cuales la cosecha de hongos es la más
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importante; las montañas de Berga y Ripio, producen tal cantidad de
“Rovellons” tempranos, la seta más apreciada por su excelente calidad, que
en un solo día, entre muchas comarcas se han podido enviar a Barcelona
30.000 kilos. Todo lo consume Barcelona con una voracidad tal, que es
preciso proceder a la búsqueda de hongos en las montañas de Teruel y
Soria.
“La nomenclatura catalana de hongos es realmente rica. Hay
catalogadas 627 especies catalanas, todas con sus nombres vulgares, y es lo
curioso que existe una gran cantidad de excursionistas que llevan su afición
hasta el punto de recoger personalmente las setas. Es un espléndida riqueza
que regala pródiga la naturaleza, sin exigir más trabajo que el de su busca,
fácil y entretenida. Alguien ha comprendido el cultivo más o menos intenso
del champiñón francés, y hoy día en todas las comarcas españolas, pero es
cierto que tal especie no tiene gran aprecio en el mercado de Barcelona”.
“La Junta de Ciencias Naturales presenta en sus Exposiciones los
ejemplares más interesantes, con la inscripción de si son comestibles o no:
da instrucciones acerca de la manera de recoger los hongos para que no se
malogren las cosechas de años venideros, organiza viajes de exploración
hasta las montañas catalanas y prepara Concursos y ferias periódicas. Esta
Exposición que ahora nos ocupa es la más duradera entre las de su clase,
pues está abierta al público durante una semana, a pesar de que a diario
tienen que ser renovados casi todos los ejemplares. Presenta, además, como
complemento curioso, un restaurante en el que se sirven comidas
elaboradas con setas”.
Para aquilatar la importancia de aquellos 6567 visitantes, en 7 días, a
la exposición de hongos de Barcelona de 1932, y el de 2977 del día 30 de
octubre, se pueden comparar ambas cifras con las que publicó “La
Vanguardia” de la misma ciudad el día 31 de agosto de 1958, referentes a
los Museos de Barcelona. Durante el primer trimestre de dicho año hubo
museos que sólo fueron visitados por bastante menos de 1000 visitantes por
mes; el de Arte Moderno recibió 4416; y el del Palacio Nacional 4243.
Sobre todo la nomenclatura vulgar fue motivo de apasionados debates
entre los asistentes, principalmente a causa de su falta de información de
diversas comarcas del país. El núcleo de más elevado saber micológico
radica entre el Montseny y Gerona. Los Lactarius deliciosus y L.
sanguifluns, que constituyen indistintamente el roselló de los barceloneses,
son tan afines entre si que llegan a formar mestos. Pues bien, en dicho país
gerundense no sólo los distinguen, sino que les dan nombres propios, a
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saber, pinetell al Lactarius deliciosus, y revelló al Lctarius sanguifluns,
generalmente de sombrerillo más inrregular, con frecuencia manchado de
verde y de leche más rojiza. Y el arte de distinguir las setas no sólo llega
allí a esta perfección sino que si el Hypomyces lateritus ataca a aquellos
hongos y destruye las láminas de sus aparatos esporíferos, el pinetell se
convierte en pinetella, y el rovelló, en rovellona. Cuando nombres
gerundenses para aquella entidad comercial de Barcelona que se designa
como rovelló a secas.
Esta riqueza nomenclatural catalana, que no hallamos en toda la
península sino en el país Vasco, nos había llamado la atención al redactar
las etiquetas de las exposiones de hongos de Barcelona. Siempre nos
faltaban las voces castellanas correspondientes, cuando no se trataba de
especies que no se distinguen tampoco las gentes de Cataluña, por referirse
a pequeños hongos innominados o a otros no comestibles, que se suelen
despreciar y se designan con el nombre común de pizaca, es decir,
meaperro o malaparent.
¿Hasta dónde se extiende la micofilia catalana? En la mentada obra
americana, los Wasson refieren asimismo sus apreciaciones en cuanto
contiene a este problema nomenclatural popular de los hongos y los
relacionan con la micofilia y la micofobia; “Así como Moscovia y Cataluña
–dice- descuellan entre los pueblos micófagos, la micofobia se extiende
entre los celtas y los frisios a lo largo de las costas del Atlántico y del Mar
del Norte, y, por otra parte, en Grecia. Los Ingleses sólo conocen la
Pasalliota campestri, y los noruegos, el Cantharellus cibarius. En España en
regiones como castilla, se come dos especies: el mizcalo, que es lactario, y
la seta de cardo (Pleurotas eryngii), en contraste con los vasto repertorio de
los catalanes. Se debe ha que salvo Cataluña, en España se ha investigado
poco sobre los hongos, por eso constituye una dificultad para os escritores
castellanos. En las enciclopedias, los autores de los artículos sobre hongos
se han de valer de palabras escritas en Catalán o Vasco, para aclarar el
vocabulario tradicional de los hongos; por ello, no ha habido en tiempos
pasados manuales de hongos en castellano, sin embargo ya existieron dos
pequeños volúmenes del autor Telesforo Aranzadi, “Setas u hongos del
País Vasco”, publicado en 1897.
“Las gentes de Provenza-dicen también los Wasson- son igualmente
entendidas al oeste del Ródano y el Rosellon, uniendo así la región de
Provenza a la de Cataluña. Además los Wasson se lamentaban de que la
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falta de datos no les haya permitido publicar un mapa con la distribución
geográfica de los pueblos micófilos y micofobos de Europa.
Por lo que se refiere a la Península Ibérica y tierras limítrofes
creemos que utilizando el gran número de datos que trae Eugéne Rolland
en el tomo XI de la “Flora populaire” (parís, 1914) podemos trazar en
esquema según el mapa en el que se concentran los pueblos con los focos
de micofilia que sin lugar a dudas están centrados sobre Cataluña y la zona
de los Perineos de la Península Ibérica, así como las Islas Baleares. Siendo
la zona gerundense donde se concentra el máximo conocimiento sobre los
hongos.
En una carta de 25 de septiembre de 1959, Manul Calduch,
farmacéutico de Almazora, refiere a la Junta de Ciencias Naturales, que
herborizando por las cercanias de la cumbre de Penyagolosa encontró un
ejemplar de aquel hongo llamado “sureny según el habla catalana, esto es,
el “Boletus edulis”. Y habiendo tropezado con la cortijera del Mar de Mor,
situado al pie de dicha Pnyagolosa, se le mostró y dijo: nosotros le
llamamos”bolet”; tiene mucho veneno, pero las ovejas se lo comen.
Como siempre decimos para el buen conocimiento de los hongos, como
vemos este hongo con gran contenido de veneno a las ovejas no les hace
daño, luego por mucho que experimentemos con animales, nunca podremos
asegurar nada hasta analizarlo profundamente y saber si los seres humanos
los podemos comer. También existe el error de pensar que un hongo es
venenoso y cuando se analiza no lo es, el mismo que nos expone Calduch,
es uno de ellos, ya que los catalanes lo comen y nunca hubo problemas con
él.
La micofobia peninsular. Quien pretendiera justificar la pérdida de la
micofilia con la falta de bosques, por la escasa producción de hongos en los
países enarbolados, se equivocaría bien a las claras. Los escasos que se
crían en tierras bajas irlandesas, poco menos que esteparias, tiene sus
nombres, a menudo diferentes de los que reciben las mismas especies en
España y en aquellas comarcas occidentales persiste la micofabia más o
menos atenuada.
Se equivocaría de manera manifiesta, decimos, porque en Aragón,
Navarra, Castilla, etc. cuando los montes se pueblan de arbolado y crían
hongos por doquier, la microfobia continua inalterable. Y aun el hambre,
como dicen los Wasson, puede convertir los mocófobos en comedores de
hongos.
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En diciembre de 1958, don José María Castroviejo se lamentaba en un
artículo titulado “Los hongos en Galicia” que se publicó en el “ABC” de
Madrid, de las pérdidas que suponen para aquel para Galicia en
menosprecio de los hongos. “Los campesinos gallegos, son por sistema –
dice Castroviejo- enemigos de las setas. El calificativo mejor que éstas le
merecen es el de pan de cabra o pan de sapo, considerándolas como
alimento tan sólo idóneo los mencionados animales. Esto resulta
particularmente sensible en una tierra en la que por sus condiciones de
humedad y específica composición orgánica proliferan los hongos de tan
singular manera. En tal cantidad, a veces, que pudieran ser cargados bateas
de tractores enteras.
Sabemos que últimamente algunos botánicos gallegos se han dado
cuenta de que están desaprovechando, lo que su propia naturaleza les regala
y parece que están investigando sobre los hongos tanto comestibles como
los medicamentosos. Harán bien, en actualizarse y sacar provecho incluso
económico de esos suelos húmedos que los ha dotado la naturaleza propia
del lugar.
Actualmente, el comercio de hongos en Cataluña, representa todos los
años miles y miles de euros, no por su valor alimentario real, sino por el
precio a que se venden en los mercados.
Vemos como los catalanes de siempre tuvieron gran conciencia comercial e
investigaron y se aprovechan de esta naturaleza que sus bosques y montes
les da, pero los gallegos están empezando ahora, lo que significa que los
catalanes les llevan mucha ventaja en este aspecto.
Desde aquí hacemos una llamada a los gallegos, para que no duden en que
los hongos son alimentos de buena calidad (aquellos que no son
venenosos), y que pueden ser un comercio muy productivo, como lo es en
Cataluña.
Se nos podía argüir que en la Gran Bretaña, durante la Gran Guerra,
tropas llegadas allí de países micófilos enseñaron a los ingleses las
excelentes cualidades de algunas especies fúngicas despreciadas o
rehusadas en absoluto por ellos; y que la forzosa monotonía de los ágapes
en tales tiempos favorecieron las mismas teorías a los escandinavos en
tiempos de hambre.
Pero el éxito en tales intentos ha de ser siempre limitado, y dependerá
de la fuerza proselitista de un micófilo excepcionalmente dotado y, por
parte del micófobo, de cierta actitud propicia a la renuncia.
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LA COSECHA DE HONGOS EN LAS SERRANIAS DE TERUEL
La cosecha de hongos, denominada también cebollones, suele ser en
gran cantidad, ya que en las serranías, debido a las abundantes aguas que en
ellas suelen caer sobre finales de agosto especialmente, suelen alcanzar
elevados precios, cada año. Estos hongos son muy apreciados en el
mercado catalán y, asimismo en el valenciano, donde alcanzan altas
cotizaciones. Se dan en estado silvestre en los pinares y, particularmente en
los de la Sierra de Albarracin. Se trata de una especie muy apreciada por
los consumidores de hongos y que ha llegado a tener fama como hongo
exquisito.
SETAS DE NAVARRA
La variedad de hongos que en Navarra llaman “gorri” o “royo” no son
otra cosa que los sabrosos y estimadísimos “rovellons”. Los cuales se
producen tan abundantemente como en los bosques de Cataluña, en los
valles navarros de Salazar y Roncal. Y como allí no han tenido fama de ser
un plato exquisito, se consumen poco y sus campesinos los envían a
Cataluña. Sólo la población de Isaba se viene expidiendo a diario diez mil
kilos de tan apetitosas setas.
Podría decirse que se va a saturar el mercado catalán, pero afortunadamente
ahora en los tiempos en que vivimos existen cocinas de restaurante muy
famosas en toda España que las tiene en su “Carta” y las consumen todas,
por lo mismo, se sabe que se recoge cosecha en Navarra y también en
Huesca, desde donde también se envían a todos estos restaurantes famosos.
Cada día es más sabido que los Míscalos son un plato de alta dignidad
degustativa, que además está muy bien cotizado. Hasta hace no muchos
años, estos hongos crecían por millares en el monte después de llover, y se
marchitaban después sin que nadie les hiciera caso; a lo más, algunos
aficionados de los vegetales los comían asados un par de veces en la
temporada.
Allá en los montes Pirineos moría una riqueza de millones de setas, a
la vista de todos y sin que nadie hubiera descubierto su valor, y gracias a
los comerciantes catalanes, fueron dándose cuenta de la gran riqueza, que
tenían en sus pinares. Hoy es muy conocido los Míscalos y apreciado por
todos, ya no existe la ignorancia de que son hongos peligrosos o no
comestibles; todos sabemos que son exquisitos como alimentos y además
como medicamentos también son extraordinarios.
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Desde hace muchos años las fábricas catalanas de conservas, entraron
pronto en colisión, haciendo que subieran los precios con gran contento de
las personas de toda España que nos alegramos y mucho de que ya en
cualquier época del año podemos comerlos aunque sean en conserva.
Una nueva y fructífera actividad surgió en estos valles pirenaicos, y
una nueva riqueza vino a añadirse a la ya tradicional de la ganadería y el
bosque. Y un nuevo elemento en el paisaje interior de los pueblos donde se
van montañas de setas de pino, hasta seis y ocho mil kilos en un solo
depósito, que se clasifica, y pesan, y salen rápidamente para los mercados,
de toda España. Nadie ha hecho cálculos de cuánto rendirá el total de esta
cosecha que no hay que sembrar ni cuidar, pero la riqueza que produce dese
ser muy grande, ya que en una sola localidad, Isaba (Valle del Roncal),
recogen unos 10.000 kilos diarios. Claro que la temporada de la recolección
oscila según el tiempo que haga, pudiéndose alargar hasta dos meses con
más o menos producción, o quedarse en quince días solamente.
Los recogedores de setas salen al amanecer o antes de que raye el día
de los pueblos, y realizan su tarea con poco esfuerzo por la gran cantidad
de hongos que se dan tras cada día de lluvia, y regresan al pueblo llevando
un promedio, por cada recogedor, de 60 kilos.
En cuanto comienza la temporada, el desfile de los camiones que
recogen las setas de los pueblos roncaleses y las llevan al distribuidor,
recién traídas del monte, para llegar a la apertura de los mercados, es diario
y constante. Los roncaleses y salacencos se ha entregado con afán todos los
años a esta tarea otoñal, aunque no puedan ni mucho menos recoger la
enorme cantidad de hongos que se dan en estos inmensos pinares, que
trepan por las laderas del Pirineo y se extienden muchos kilómetros. La
recogida se hace en las zonas más accesibles, y sobre todo allá donde las
setas crecen en gran cantidad, para evitar pasos buscando las que salen
sueltas por los lugares de menor producción.
Los roncaleses, contentos por saber que tienen en sus montes un
inmenso mercado de hogos que les da trabajo y prosperidad, y que con sólo
ir a buscarlos tienen el trabajo hecho, luego es de agradecer a la naturaleza
que halla puesto en estos valles esta inmensa industria natural de los hogos.
Este ejemplo que nos dan los Aragoneses, Catalanes y los Navarros en
cuanto a la cosecha que sus montes en otoño tienen de este producto
interesante como alimento y como medicamento, es digno de admiración,
tanto por su riqueza alimentaria, como por su riqueza económica que hace
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que muchas familias enteras vivan todo el año trabajando intensamente en
los meses de otoño en la recogida de los hongos de la comarca.
Los hongos no sólo se crían en Cataluña y Navarra, también sabemos
que el País Vasco, y Las Islas Baleares, también se crían en cantidad, pero
no dejemos a tras el País Valenciano y zonas específicas del centro de
España y algunas zonas de Andalucía, por lo que, se debe tener en cuenta
esta producción de hongos allá donde la hubiera y aprovechar sus cosechas
para aumentar la economía campesina que siempre viene bien.
En este tratado sobre hongos, queremos hacer mucho hincapié en las
especies medicinales, ya que el estudio que queremos hacer llegar a
ustedes, es sobre hongos que han demostrado ser los primeros
medicamentos para el organismo físico y para el organismo psíquico, y en
ello vamos a trabajar. Los expondremos por familias en el este tratado.
Cuando se observa el gran potencial económico que tienen los hogos
comestibles en las regiones de España donde se recogen por los
conocedores del lugar, pensamos en que en tiempos como los que estamos
pasando, últimamente y cuando existen más de cinco millones de personas
paradas, no sería ninguna idiotez crear cursos de conocimiento de estos y
otros hogos para el mercado comestible y así, paliar de alguna manera la
crisis que estamos sufriendo en estos últimos años. Son muchas las
personas que te cuentan que ya no tienen entrada de ninguna forma de
dinero para solucionar los gastos de su familia y que son también muchos
los que viven a costa de sus padres y de las prestaciones sociales que ciertas
O.N.G. están ayudándoles; luego no sería ningún disparate crear en las
personas que realmente quieren trabajar en lo que les echen, los
conocimientos de estos hongos comestibles, ya que ello, podría corregir en
parte la situación de estas personas.
ya hemos visto que Cataluña es la región más productiva y que más
consume estos hogos alimentarios, pero en Galicia donde por su propio
clima se dan de muy buena calidad, no se están recogiendo o al menos no
en las cantidades que se demandan, en Navarra, también los crían sus
montes de muy buena calidad, y en el país Vasco también se crían de
calidad extraordinaria, pero existen otros lugares y regiones de nuestro país
donde también se crían y que no se recogen al menos en la cantidad que sus
montes los crían. No olvidemos que son alimentos, muy preciados y que no
hay que sembrar ni cuidar, ya la naturaleza lo hace y al ser humano lo único
que se le pide es ir a recogerlo y venderlo para los grandes mercados que ya
tienen la demanda abierta.
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CAPÍTULO IIº
ESTUDIO DE LOS DIVERSOS HONGOS
En esta ocasión estudiaremos los diversos hongos, por familias, así
como todas las plantas en la naturaleza pertenecen a una familia, los
hongos también forman parte de esa familia que la naturaleza ha
desarrollado para ellos. En primer lugar veamos la familia:
FICOMICETES
Con la voz “ficomicetes”, que por su etimología significa “hongos
alginos”, los micólogos comprenden todos aquellos que tienen el micelio
unicelular, aunque a menudo muy complejo; pero aún siendo así, como de
unas a otras células no se forman tabiques separatorios, el aparato
vegetativo que sigue siendo unicelular, aunque en esos casos,
multinucleado, porque en sus células nuca falta el respectivo núcleo.
Tienen reproducción sexual, y con frecuencia esporas natátil es y viviendo
a menudo en las aguas, se justifica aquella denominación de hongos
algoides o alginos, es decir, que tienen ciertas propiedades de las algas.
No pocas especies de ficomicetes viven parasitariamente en el cuerpo
de otras plantas, como la llamada “Plasmodiophora brassicae” que produce
en las berzas y otras crucíferas la llamada hernia; la Phylophfhora infestans,
que pudre los tubérculos de la patata; la Plasmodiophora vitícola, que es el
mildiu de la vid, etc.
Pero los ficomicetes más comunes son los hongos, que pertenecen a la
familia de las mocuráceas. Algunos de estos mohos elaboran substancias
antibióticas, pero no vamos a entras ahora en detalles ya que para ello,
existirá otros capítulo que sí habla de ellos.
ASCOMICETES
Los hongos pertenecientes a este grupo tienen los filamentos que
constituyen su micelio divididos por medio de tabiques transversales en
numerosas células. Se reproducen por medio de esporas contenidas en unos
diminutos odrecillos llamados asco (en latín, ascus), en los cuales por lo
común, se hallan en número de 8. Sólo en los comicotes de organización
más sencilla por los ascos nacen aislados o solitarios; por lo regular forman
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cuerpos fructíferos o carpóforos, las más veces bien visibles a simple vista,
como las trufas y colmenillas, en las cuales estos ascos se reúnen en gran
cantidad, unos juntos a otros, estraficados en capas internas o superficiales.
Un pequeño fragmento de la carne interna de la trufa, puesto en una gota de
agua y aplastado entre dos cristales permite ver numerosos ascos cuando se
examina al microscopio.
Los ascomicetes comprenden de 15.000 a 20.000 especies. Nos
interesan las familias siguientes:
Familia 1ª SACAROMICETÁCEAS:
Estos honguillos sacaromicetáceos están constituidos por células
aisladas o agrupadas en colonias, pero sin constituir tramas micelianas más
que por excepción y en determinadas condiciones de cultivo.
No producen aparatos esporíferos; cuando forman ascos, éstos tienen la
misma figura de las células ordinarias, y originan varias esporas dentro de
sí.
Estas sacaromicetáceas tiene el carácter de levaduras. En los hollejos
de las uvas maduras se halla la más común de ellas en tierra de vides, el
“Saccharomyces ellipsoideus, que produce la fermentación alcohólica del
mosto y lo convierte en vino.
LEVADURA DE CERVEZA
(Saccharomyces cevevisiae Meyen)
Descripción. Es un honguillo microscópico por células de 5 a 12
milésimas de milímetro, redondeadas u ovoides, sueltas o adheridas entre sí
por sus extremos varias de ellas. En masa, y a simple vista, constituyen una
especie de barrillo finísimo, blanquecino agrisado o con cierto tinte pajizo,
y olor que recuerda a un tiempo el de otros quesos y el de la cerveza. Su
sabor es amargo si no se ha quitado el lúpulo que retiene, añadido a la
cerveza para aromatizarla.
No estando demasiado fría, a una temperatura de 20º a 25º C, el agua
azucarada (10 gr, de azúcar en 100 gr de agua) entra en fermentación
inmediatamente, cuando se le añade un poco de levadura viva, y el
fenómeno se hace visible al cabo de una hora o de poco más o menos, por
el abundante desprendimiento de gas carbónico.
Se cría desde tiempo inmemorial en los depósitos destinados a la obtención
de la cerveza, en las fábricas de esta bebida. Vive cultivada en los líquidos
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donde se siembra, a expensas de la glucosa que le proporcionan en forma
de malta, es decir, de los granos de cebada germinados. La fécula contenida
en estos granos se convierte en glucosa por obra del embrión vivo. Cuando
el embrión ha movido y emplea su desenvolvimiento, y el almidón de la
cebada se ha y transubstanciado en productos azucarados, la cebada se
somete a una temperatura elevada, hasta 80º C, o algo más. A esta
temperatura, el embrión muere, y entonces el grano se reduce a harina, se
deslíe en agua, y, a temperatura adecuada, la levadura de cerveza comienza
su actuación. Dentro de si contiene un fermento o enzima capaz de
convertir la glucosa en alcohol y gas carbónico, y el líquido malteado en
cerveza.
Recolección y conservación. Esta levadura se recoge en las fábricas
de cerveza, donde suelen venderla fresca. Si es menester conservarla, se
deseca a la temperatura de 30ºC, o, por lo menos, no superior a los 40ºC, a
poder ser al vacío, y se guarda en frascos de boca ancha, esterizados, bien
cerrados y en lugar fresco, seco y oscuro.
Es recomendable mezclar azúcar a la levadura de cerveza escurrida o
ligeramente exprimida, a la proporción de 30 a 50 gr, por cada kilogramo
de levadura. La humedad que conserva es suficientemente para que la
levadura ponga en fermentación el azúcar se extiende en capa delgada, el
gas carbónico que nace en su seno esponja la masa de levadura y facilita su
desecación ulterior.
En buenas condiciones de preparación y conservación, la levadura de
cerveza desecada, transcurridos hasta 3 años, puede conservar vivas casi la
mitad de sus células, y las células muertas mantener, por lo menos en parte,
sus facultades fermentativas.
Composición. La levadura de cerveza fresca y escurrida contiene
alrededor del 75% de agua; en la desecada como se ha indicado, se reduce a
menos del 14%. Además de los diversos fermentos en ella contenidos, se
compone de otras muchas substancias. Incinerada, deja aproximadamente
el 9% de substancias minerales nitrogenados, en gran parte proteínicos,
glutatión; grasas; ergosterina, que sometida a las radiaciones ultravioletas,
se convierten en una substancia vitamínica, la cual, aun a dosis
pequeñísimas, obra de la misma manera que el aceite de hígado de bacalao,
es decir, como antirraquítica, etc.
Virtudes. Sobre todo privada del amargo del lúpulo, la levadura de
cerveza se utiliza como tónica, para regularizar las funciones intestinales,
por ser un laxante suave. Pero, sobre todo, se emplea para combatir los
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estados forunculosos, y aun la fiebre tifoidea, que hoy se vence más
fácilmente con los antibióticos conjuntamente con la levadura de cerveza.
Se utilizó también con éxito para combatir el escorbuto. En la
actualidad, se hace uso de la levadura, tanto al exterior como interiormente,
para sanar diversas enfermedades de la piel; contra las enfermedades
catarrales de las vías digestivas, la atonía intestinal la controlar mejor, los
excesos de glucosa en sangre, ya que tiene acción destructora de la glucosa,
se ha demostrado que debido a la alta gama de vitaminas B que la levadura
contiene, es muy eficaz para las embarazadas ya que protege al feto contra
las deformaciones, además la mujer embarazada que la toma durante su
embarazo, tiene asegurada la lactancia de su bebé, etc.
Uso. A poder ser, la levadura es mejor tomarla fresca, recién salida de
las fábricas de cerveza. Y al que le gusta esta bebida, la manera más
agradable de administrársela es desleída en cerveza. Pero la levadura se
altera rápidamente, y, sobre todo en verano, es menester renovarla todos los
días. Colocada en una nevera, a temperaturas poco superiores a la de 0º C,
puede aguantar unos días más Siempre hay que rechazar la que huela mal.
Para obviar los inconvenientes de la administración de la levadura en
estado fresco se procede a desecarla tal como se ha indicado. Desecada, la
levadura se conserva mucho tiempo en excelentes condiciones. La desecada
puede tomarse también con cerveza con agua o rociada en las verduras de
la ensalada que se suele comer en el almuerzo como primer plato.
Naturalmente que este producto se han promovido dada su calidad, hasta el
punto de que muchos laboratorios la procesan en forma de comprimidos y
con una gran aceptación por parte de las personas que tienen que tomarla.
En general, cuando se una en estado fresco, se debe tomar 1 ò 2
cucharaditas de las de café después de comer y de cenar. De la levadura
desecada se dan 5 a 10 gr. diarios, y en la misma forma. También se suele
tomar ahora con más frecuencia en forma de comprimidos ya normalmente
de venta en tiendas de dietética, y es apropiado tomar 2 comprimidos
durante las tres comidas del día. A los niños se les suele reducir la dosis a
medio gramo por día ó a 1 comprimido dentro de las tres comidas
principales que hagan.
Historia. Los posos o heces de la cerveza se utilizan en Medicina
desde tiempo inmemorial; los antiguos egipcios ya los empleaban como
remedio.
El gran microscopista holandés Lecuwenhoek (16523-1723), en 1680,
examinando con su rudimentario microscopio las heces de la cerveza,
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descubrió que están constituidas por infinidad de globulillos que le
recordaron los de la sangre. Pero sólo mucho más tarde se ha conocido con
claridad su manera de vivir, su composición química, sus fermentos, sus
vitaminas y sus virtudes.
Ante lo expuesto, podríamos decir, que la levadura de cerveza, tiene
grandes valores incluso antes de que nazcamos, es decir, ya que actúa y con
gran ayuda a la madre que la toma durante su embarazo, por lo que se nota
mucho, los bebés que nacen muy saludables cuando las madres han tenido
la preocupación por sus hijos desde antes de que estos nacieran. Además
como es comprobado y en miles y miles de madres que la toman durante su
embarazo, al nacer sus hijos, tienen la garantía de que van a poder críalos
con su propia leche y no con alimentos prefabricados para estos.
Todos los especialista sabemos que cuando una madre ha cuidado su
embarazo y cuando después da el alimento primero a base de su leche
materna, el bebé adquiere las mejores defensas que después le van a ser de
gran ayuda durante toda su vida y muy especialmente durante la infancia,
por lo que es obvio, que toda madre que se precie de querer que sus hijos
tengan una buena salud, debe ella empezar esa tarea alimentándose
adecuadamente y ingiriendo durante todo el embarazo levadura de cerveza.
Podríamos exponer en este tratado las opiniones elevadas
favorablemente de miles de madres que así lo han hecho y que obtuvieron
resultados excelentes para ellas y para sus bebés, ya que estos a medida que
fueron creciendo también tuvieron un sistema inmunológico completo.
Familia 2ª ASPERGILÁCEAS:
La familia de las aspergiláceas está constituida por honguitos
filamentosos, semejantes a los mohos, que viven como tales y con ellos
podrían ser confundidos si el microscopio no nos pusiera de manifiesto su
diversa condición; porque las aspergiláceas tienen filamentos divididos en
células mediante tabiques transversales.
Cuando desarrollan los ascos, estos quedan protegidos por un aparatito muy
pequeño, cerrado, redondeado, por lo común no abierto, dentro del cual se
hallan los ascos.
Además, se multiplican por medio de otras células llamadas conídios,
las más veces redondeadas y dispuestas en cadenitas sobre soportes
característicos.
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Si hacemos mención de esta familia es para recordar que a ella pertenece
aquella especie, el “Penicilinum notatum, en la que Fleming halló la
prodigiosa substancia llamada penicilina.
Este honguito y otros semejantes fabrican en su seno aquellas
materias llamadas antibióticas, porque detienen el desarrollo de los
microbios sin dañar el organismo humano. Y sí aquéllos son capaces de
causar enfermedades muy graves en nuestro organismo, podemos valernos
de estas maravillosas defensas para no dejarlos medrar y destruirlos. Algo
que todos los especialistas sabemos bien.
Ese descubrimiento del Dr. Fleming, ha sido en los últimos siglos uno
de los más destacados para la resolución de muchas enfermedades
infecciosas y especialmente la “Tuberculosis”, ya que gracias a la
penicilina producida por este honguito llamado “Penicilinum natatum”
millones de vidas se han salvado de la inminente muerte que les acechaba.
Por eso, Fleming ha sido elevado a un nivel científico muy alto y se puede
decir que ha sido un iluminado, cuando él investigó entre los hongos
buscando antibióticos y tropezó con este honguito tan benéfico.
Pero debemos recordar que las vidas que se salvaron gracias a la
“Penicilina” fue especialmente a que no era un medicamento químico, sino
natural. Después cuando se ha sintetizado, ya no es lo mismo.
Familia 3ª TUBERÁCEAS
Los filamentos que constituyen el aparato vegetativo de estos hongos
se crían bajo tierra y están muy desarrollados, al parecer en relación íntima
con las raíces de ciertos árboles y arbustos de hoja plana, en los encinares,
robledales, avellanedas y hayedos. Los cuerpos fructíferos, también
subterráneos, son voluminosos; las trufas, generalmente macizas,
compactas, en galerías internas, las paredes de las cuales están tapizadas
por los ascos. Éstos tienen forma rolliza, mazuda o redondeada, con las
esporas a menudo espinulosas.
TRUFA
(Tuber brumale Vittadini)
Descripción. La trufa de invierno forma tuberosidades de forma irregular,
con dimensiones que pueden variar desde el tamaño de una nuez al de una
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manzana, y de superficie cubierta de verrugas negras, de forma prismática
poligonal. Cortada la trufa muestra su carne blanca o un poco morena,
jaspeada de venas de color más pálido. En las galerías adyacentes se hallan
los ascos, de forma redondeada y, generalmente con cuatro esporas
espinositas. Desprende un agradable aroma, y es uno de los hongos más
estimados, no para comérselo a bocados, como los otros, sino para
condimentar manjares de gran estima.
Madura sus esporas a fines de otoño y durante el invierno.
Se cría en los bosques de robles y encinas, así como en los matorrales
que resultan de su tala, en los terrenos calcáreos de los bosques ya
mencionados. El mercado principal de las trufas es cada día más absorbido
por los grandes restaurantes de gran categoría de toda la Península Ibérica,
ha llegado a ser un plato de primerísima categoría en estos restaurantes.
Composición. Ordinariamente, y como valor promediar las trufas
contienen alrededor del 75% de agua, e, incineradas, dejan cantidades
variables de cenizas, por lo menos un 2%. Las substancias nitrogenadas
alcanzan del 7 al 8%, las grasas un 0,50%, y el reto corresponde a los
hidratos de carbono.
Virtudes y uso. Las trufas se destinan a usos culinarios, cortadas na
rebanaditas. A este respecto, son famosos los pavos, los jabalíes y el “foie-
gras” trufados.
En tiempos se creyó que tenían virtudes afrodisíacas, pero quienes las
preconizaban, “fundados, dice coger, en una razón tan frívola (Flora
española, tomo VI, pág. 430) como la semejanza que tiene con los
testículos del hombre y el tufo cabruno que a veces despiden”.
Historia. A propósito de las trufas, Dioscórides se expresó con breves
palabras y en los siguientes términos, que tomamos de la interpretación de
Laguna, correspondiente al capítulo 134 del Libro II. Dicen así: “Las
turmas de tierra son unas raíces redondas, sin hojas, sin tallo y algún tanto
rojas. Suélense cavar por la primavera y comerse así crudas como cocidas.
Mattioli, en sus comentarios a este capítulo manifiesta: “Las trufas
son conocidísimas de todos. En Toscaza abundan por doquier, grandes y
hermosas, de dos suertes, a saber: una de ellas con la pulpa blanca debajo
de la corteza, y la otra, oscura: pero ambas tienen dicha corteza grosera y
negra. En el Valle de Ananía, de la jurisdicción de Trento, se encuentran
aquellas trufas que además de ser pequeñas, tienen la corteza lisa y pálida,
y son insípidas y poco agradables al gusto”. “Plinio hace mención de las
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trufas en el capítulo 2 del Libro XIX, y dice así: Las trufas se crían en
lugares frescos y arenosos, entre arbustos, y algunas son mayores que un
membrillo, y pesan más de una libra. Las hay de dos especies, unas
arenosas y enemigas de los dientes, y otras, puras y sinceras. Todavía hay
otras diferencias entre ellas, porque unas son negras y otras rojas, aunque
por dentro sean todas blancas. Alabase más que las otras las africanas. Pero
¿diremos nosotros que las trufas son vicio de la tierra? Verdaderamente no
se puede comprender que sean otra cosa. Aunque no es fácil averiguar si
desde el principio se crían tan grandes como se encuentran, o si viven o no.
No hace muchos años que siendo pretor de España Laertio Licinio, en
Cartagena, prosigue Plinio, se estropeó los dientes comiendo una trufa
dentro de la cual se hallaba una moneda. Lo cual demuestra que la tierra,
por su natural, se recoge en sí misma y se condensa. Así ha de ser en
aquellas cosas que nacen y no se pueden sembrar”
“En el capítulo 3 del mismo libro, decía, además de esto, que las
trufas nacen cuando en otoño tan pronto llueve como truena. Y en el 2, de
las facultades de los alimentos, decía Galeno que carecen de toda cualidad
evidente, pero que quienes hacen uso de ellas disponen de una materia apta
a recibir los condimentos que se le añaden. Por donde resulta que la
nutrición que engendra en el cuerpo no tienen de por si fuerza alguna
aparente, aunque sea un tanto frío y grueso”.
En el II de sus cánones, escribe Avicena diciendo así: Las trufas se
componen de substancias más bien terrestres que ácueas, y carecen de
todo sabor. Engendran melancolía y humores gruesos, más que cualquier
otro alimento, y, además de esto, perlesía y apoplejía; se digieren mal y dan
pesadez de estómago”.
Aquellas trufas del Valle de Ananía, que según Mattioli, son pequeñas
y de corteza lisa, tal vez correspondan a los llamados “feljous” por los
catalanes, es decir, a alguna especie de “Rhizopagon”. Y aquellas otras
trufas africanas, más alabadas que las otras, deben de pertenecer al género
“Terfesia”. De modo que se ve a las claras que en sus comentarios Mattioli
se refiere a diversas especies de trufas.
En los de Laguna al mismo capítulo, no deja de advertirse la
animadversión del segoviano hacia esta clase de vegetales, aunque no llegó
a saber que se trata realmente de hongos. Dicen de esta manera: Así como
el cuerpo humano se engendran muchas enfermedades y varios géneros de
apostemas, ni más ni menos se hallan en la tierra infinitos vicios, entre los
cuales, a mi parecer, se deben contar las turmas, pues no son otra cosa que
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lobanillos de tierra. Compónense las turmas de partes muy terrestres y frías,
por donde no nos debemos maravillar si no producen hojas ni tallos, visto
que para la generación de estas cosas se requiere primeramente el humor,
como subjecta materia, y después el calor, para que la disponga y extienda,
las cuales dos cualidades en las turmas son muy remisas. Carecen de todo
sabor, las turmas, y a esta causa se acomodan a todo género de guisados.
Empero aunque más se disfracen todavía comidas, dan pesadumbre al
estómago convirtiéndose en humores gruesos y melancólicos crían arenas y
piedras engendran la perlesía, la apoplejía y el dolor de vientre, causan
infinitas opilaciones y, finalmente, son alcahuetas astutas, o, hablar más
honestamente, casamenteras entre el hombre y la tierra, de la cual salen
para reconciliarse con ella. Refiere el Plinto que Laerto Licinio, el cual era
prector en España, comiendo una turma se reboldó los dientes, de lo que
podemos juzgar que se engendran las turmas de muchas y muy diversas
superfluidades que expelen de sí la tierra”.
De todo lo cual se deduce que la gran estima en que son tenidas las
trufas fue desconocida por Dioscórides, como griego micólogo, y de
Laguna que, como buen castellano, tampoco fue amigo de fungosidades.
Familia 4ª CLAVICIPITÁCEAS:
En los hongos de esta familia, los filamentos micelianos producen a
menudo cuerpos compactos y de forma característica, los estromas, con
unos aparatitos de forma de botella abierta en su extremo, en cuyo seno se
forman los prolongados ascos, con esporas filiformes.
CORNEZUELO DE CENTENO
(Claviceeps purpurea Tulasne)
Descripción. Este honguito se cría en las espigas de los cereales,
sobre todo en los del centeno, cuyos granos aspan unos a modo de
cornezuelos de color muy oscuro o negros, un poco encorvados, durante la
granazón. Los que se desprenden de la espiga, a menudo con la siega del
cereal, pasan el invierno en el suelo, sin dar señales de vida. Son duros, por
la gran condensación del micelio de que están formados; y por esta razón se
llaman esclerocios (del griego scleros, duro), pero remojados con las
lluvias, estimulados por las heladas y alentados por el calorcillo de abril y
mayo, los cornezuelos mueven. En la superficie de la misma forma unas a
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modo de pústulas de color sonrosado, de las cuales se levantan en sendas
cabecitas redondeadas, erizadas de numerosas verruguitas. En el extremo
de cada una de estas se abre el poro apical de cada una de aquellas
botellitas antedichas, embutidas en la cabezuela y con largo cuello, dentro
de las cuales nacen los ascos. Cuando maduras, las esporas de estos ascos,
delgadas como una hebra, salen al exterior por el orificio apical de las
botellitas, que reciben el nombre de peritecios, y el aíre las lleva por
doquier. Las que caen sobre una espiga en cierne germinan sobre el estigma
y se desarrollan sobre las flores incipientes. Así se forman tramas de
filamentos poco apretadas, que pronto se resuelven en su extremo en
esporas de membrana sutil, los llamados conídios, los cuales flotan en una
especie de licor meloso segregado por el propio hongo. Este humor
azucarado es apetecido por los insectos, que acuden a libarlo de flor en flor,
y aquel néctar en que flotan facilita la dispersión de los conídios, porque se
pegan a sus patas y otras partes de su cuerpo.
Cuando una de estas esporas cotidianas se queda prendida en el estigma de
una flor de centeno, en él y sólo en él es capaz de desarrollarse por su
natural; por el estigma llega hasta el rudimento del fruto y medra a costa de
los jugos que, destinados a nutrir el grano incipiente accede al ovario de la
flor; el honguito lo desorganiza, no deja que forme el embrión, y en lugar
de las reservas farináceas de la semilla se organiza una condensada masa
cornicular endurecida, constituida por los filamentos fúngicos muy
apretados, de color casi negro inclinante al violáceo, el cornezuelo de la
Claviceps purpurea.
Mientras no se conocía la relación que existe entre el hoguillo meloso de
las flores de centeno y el estado esclerótico del mismo hongo, es decir, el
cornezuelo, se supuso que correspondían a dos especies distintas. Para la
primera se creó el género Sphahelos, (Gangrena), y el honguillo se llamó
Sphacelia segentu, que es como decir gangrena de las mieses. En realidad,
no se trata sino de una fase o estado de la Claviceps purpurea, que no ha
salido todavía de la adolescencia.
Respecto a la Sphacelia segetun, consúltese el trabajo de Diaz Celayeta,
Filomena, publicado en “Farmacognosia” número 43, páginas 27-142
(1957).
Alcanza su madurez a fines de primavera y en verano, según las
condiciones de la localidad en que vive el centeno y del estado de este
cereal en cada una de ellas.
Se cría sobre el centeno y otros cereales, pero no en todas partes.
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Composición. La composición del cornezuelo es muy compleja. Albert
Hofmann nos la dio a conocer con todo detalle en sus conferencias de
Madrid (véase “Farmacognosia” número 30, (1953). El principal
componente de los alcaloides de cornezuelo, sin excepción, es el ácido
lisérgico, que constituye el núcleo, de carácter indólico, de los 6 alcaloides
siguientes: Ergotamina, ergosina, ergocristina, ergocriptina, ergocronina, y
ergobasina, que se distinguen por la naturaleza del grupo fijado en el
carboxilo del ácido lisérgico.
Para que sea aceptable, el cornezuelo ha de poseer 0,05% de alcaloides; sin
embargo, a veces llega a carecer prácticamente de ellos o, por el contrario
tiene hasta cuatro veces más de lo indicado, esto es, 0,20%.
Su composición cualitativa, mejor dicho, las proporciones según las cuales
se hallan en él los citados alcaloides no son siempre las mismas. El
cornezuelo que se recolecta en nuestra Península contiene de manera
preponderante los del grupo de la ergotoxina (ergovristina, etc.); en Rusia,
ergotamina. Acerca de la valoración de los alcaloides del cornezuelo de
centeno véase la noticia de Álvaro Zugaza, publicado en “Framacognosia”
número 10 páginas 37-68 (1947); y otras de las mismas revistas en los
números 30 y 32.
Virtudes. Como tal el cornezuelo de centeno, así como sus extractos,
tinturas, etc., se han usado poco, aunque últimamente parece ser que se está
despertando la investigación sobre estos honguitos y se ha activado esta
investigación importante. Si se han empleado cada día con mayo frecuencia
sus alcaloides, en obstetricia, por sus virtudes oxitócicas (es decir, para
acelerar el parto) y hemostáticas, así como en Neurología, por sus
propiedades simpaticolíticas y sedantes. Los derivados hidrogenados de
ciertos alcaloides naturales del cornezuelo se ha revelado igualmente como
excelentes remedios en el tratamiento de la jaqueca, de los trastornos de la
circulación periférica y de la hipertensión (Hofmann, La estructura del
ácido lisérgico” en el indicado número de “Farmacognosia” págs. 310 y
311; 1953).
No todos los alcaloides del cornezuelo actúan de la misma manera. La
ergotoxina y la ergotanina lo hacen sobre los músculos de los vasos
sanguíneos, y, en consecuencia, la tensión arterial aumenta ligeramente.
Cuando se toma en cantidad elevada, la regulación motora de los vasos
sufre perturbaciones capaces de producir espasmos permanentes de los
mismos, con trombosis, subintra la gangrena. El gallo es tan sensible a la
misma, que, cuando se le da cornezuelo, ergotanina ó ergotoxina, su cresta
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y sus barbas se descoloran y azulean, y sí la dosis fue demasiada o se repite
durante varios días, acaban desprendiéndose las barbas y cresta,
gangrenadas por falta de circulación sanguínea.
En la parte histórica de este artículo se podrá leer cómo el hombre
mismo ha sido victima de tales gangrenas en su epidemias de fuego sagrado
de otros tiempos, con pérdida frecuente de los dedos de las manos y pies, y
aún porciones de las orejas o de la punta de la nariz, es decir, de aquellas
partes donde suelen molestar los sabañones.
Uso. El empleo del cornezuelo así como el de sus alcaloides, queda
exclusivamente reservado a los facultativos. En manos de indoctos su uso
es peligroso.
Historia. Los antiguos griegos creían conocer no pocas plantas
capaces de facilitar o acelerar el parto; incluso tenían dos voces que
expresaban esta idea, a saber, gangrena que ha dado oxitócico, y gangrena
que dio oxitócico. Pero el mejor de tales aceleradores del parto, el
cornezuelo, lo desconocieron como tal. Es una de las raras especies
ignoradas por los grandes farmacólogos de la Antigüedad clásica, sin duda
por lo menguado del cultivo de centeno en aquellos tiempos y por la rareza
del cornezuelo en los países mediterráneos. Pero sus facultades oxitócicas,
y aún las abortivas, eran bien sabidas en Extremo Oriente desde remotas
fechas.
En Europa, las primeras indicaciones a este respecto aparecieron en el
“Kräuterbuch” de Adam Lonitzer, en 1582. Pero con alternativas de
aceptación y repudio en los siglos siguientes, puede decirse que hasta el
siglo XIX la Medicina facultativa no empezó el estudio científico de sus
propiedades terapéuticas. Porque, según se lee en los autores alemanes, el
nombre de Mutterkorn, sin duda de respetable antigüedad, no puede
traducirse al pie de la letra por grano matricial o la matriz, ya que no tiene
relación alguna con ésta. Por el contrario, creen que es una simple
adaptación del latín secalis mater, madre del centeno, porque en alemán,
Mutter significa madre en toda la extensión de la palabra, lo mismo que en
castellano, esto es madre y matriz. A veces, como en este caso de “madre
del centeno”, indica otras relaciones, de origen, semejanza, etc., como
acontece con cierta especie de hongos agaricáceos que, en catalán
designados con el nombre de mare del rovelló (“madre del mizcalo”), o con
aquel pescado marino llamado mare de lluc parecido a la merluza. Pero
muy inferior y poco apreciado. Otros relacionan el nombre alemán con el
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latín Mutare como para indicar que es una mudanza o alteración del grano
de centeno.
Pero si en Europa el conocimiento de las virtudes más estimadas del
cornezuelo data de pocos años, las enfermedades producidas por él cuando
se amasa pan con harina de este cereal mezclado con los granos averiados
han dado mucho que sufrir. Ni en los textos de Dioscórides se escribió
sobre el cornezuelo, ni tampoco en sus comentaristas del Renacimiento,
pero en unos y otros se lee a cada paso que el uso de ésta o aquella planta
aprovecha para remediar el fuego de Sant Antón o fuego sagrado.
En “La gran plaga” de Lor vom Wachendorf, traducida y publicada en
castellano por la misma Editorial Labor, figuran textos horripilantes acerca
de los estragos causados en aquellos tiempos por las indicadas epidemias,
tan horrorosas como la peste. Se llegó a sospechar, por fin, si podía haber
alguna relación entre aquellas dolencias de carácter epidémico y el
cornezuelo del centeno. Pero no; “lo que caía sobre la Humanidad, por el
deterioro y la degeneración de la misma en todos los conceptos, no fueron
capaces de explicarlo por medios naturales, lo que significa que cuando los
seres humanos queremos abandonarnos y traspasar todas las barreas que la
naturaleza nos impone para vivir adecuadamente y sanamente, pagamos
facturas muy grandes con nuestra salud. Sin embargo, hubo una explicación
que fue dada por el médico francés Thuillier hacia 1670. Vivía en una
región rica en centeno, en el centro de Francia. Una y otra vez acudían a él,
en demanda de auxilio. Hombres que sufrían aquella antiquísima
enfermedad, todavía misteriosa. Thuillier conocía el nombre vulgar que se
había dado en la Antigüedad: fuego sagrado, y decidió seguir la huellas de
esta epidemia.
Este médico se hizo la siguiente pregunta ¿Por qué enfermaban más
los pobres que los ricos? Una epidemia no respeta ni el rango ni el nombre,
no se detiene ni ante a riqueza ni ante la edad. La peste hacía sus
devastaciones sin distinción, despoblaba aldeas y ciudades enteras. Ésta se
propagaba por contagio.pero aquella otra epidemia, así mismo muy antigua
y terrible, para la que ni siquiera había un nombre, no era contagiosa. Un
enfermo podía permanecer rodeado de su familia hasta su horroroso fin,
comprobando cómo iban muriendo lenta y dolorosamente todos sus
miembros, sin que ninguno de sus deudos contrajese la enfermedad.
“Una ves hubo comprobado Thuillier que en este caso no había
posibilidad alguna de contagio, investigó cómo se propagaba la epidemia,
de qué manera se metía en los hombres y mujeres. Si efectivamente, era la
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alimentación la causa de la enfermedad, podía tratarse sólo de un alimento
auténticamente de pobres. El alimento de los pobres… ¿Acaso el pesado
pan de centeno? Thuillier fue a echar una mirada a los campesinos de su
región. Pasó por los campos de centeno y advirtió innumerable granos
burdos, negros, aunque algunos años faltaban casi por completo, y otros,
eran casi tan numerosos como los granos buenos. Los humanos habían de
comer lo que les daba la Naturaleza. En la era, después de la trilla, los
granos negros iban a parar al molino, junto con los granos buenos, y la
harina pasaba a la artesa, y de ella a la mesa, convertida en pan.
Más tarde, Thuillier pudo comprobar que después de los años
abundantes en cornezuelo, la epidemia se recrudecía con singular
intensidad. Aparecía especialmente horrorosa en aquellas familias cuyos
campos de centeno había sido pródigo en cornezuelo. Sin duda alguna,
aquel cornezuelo negro, que él administraba a dosis bien ponderadas como
medicina, tenía una estrecha relación con la epidemia. Registró por escrito
sus observaciones y mandó un informe a la Academia de París. Las
observaciones del médico rural no fueron desechadas como pura fantasía,
pues entonces estaba empeñado en encontrar explicaciones fidedignas a
todos los procesos naturales.
“La Academia envió una comisión a la zona inficionada por la
epidemia. Se completaron las observaciones de Thuillier y quedó patente
una relación entre el cornezuelo y la epidemia.
“Bien, ya se sabía cómo pasaba la epidemia a los seres humanos y
especialmente a los pobres o campesinos; pero ¿a qué se debía aquel
cornezuelo en las espigas de centeno? En esto resultó impotente la ciencia
de entonces. Pero de momento bastaba haber reconocido cuán perjudicial
era el cornezuelo y haber evitado que en lo sucesivo sirviera para comer. El
gran investigador francés de los hongos Louis Rene Tuslasne, que estudió
también la cuestión, referente al carboncillo del trigo, fue el primero en dar
con la causa del cornezuelo. Una vez más se trataba de un hongo pequeño
microscópico, reconocido como culpable.
Una vez más, estamos ante lo que puede envenenarnos por culpa de
los hongos, si bien, son algunos y concretamente en este caso, como hemos
podido observar Thuillier empleaba este cornezuelo en forma de
médicamente, pero muy controlado en dosis adecuadas, donde no solo
curaba, sino que tenía muchas otras funciones como es le de facilitar el
parto que viene con retraso o complicado, Luego la ignorancia de aquellos
hombres campesinos sobre el cornezuelo, fue el causante de la epidemia
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que costo muchas vidas ya que la misma duró muchos años, hasta que por
fin Thuillier descubrió el porque sucedía esto. Por otra parte, también en
aquellos tiempos en los que nos estamos refiriendo, la higiene de los pobres
era muy deficiente y ello también acarreaba muchas enfermedades
infecciosas que también hacía que muriesen muchas personas, por eso se
dijo que había una epidemia en los pobres pero que a penas afectaba a los
ricos, es obvio que los ricos gracias a su poder, tenían mucha más cultura e
higiene que los pobres y ello, es otra de las causas que tuvieron que
soportar los que nada tenían.
Hubo en aquella época lejana, quien alzo la voz y dijo: que la
epidemia era un “Castigo de Dios” para deducir esto, hay que saber que
toda la humanidad somos hijos de Dios y como es natural, ningún padre
quiere nada malo para sus hijos, pero además Dios no actúa de esa forma,
como cuando tuvo que eliminar a diferentes pueblos o a la misma tierra
limpiarla de toda maldad, lo hizo durante el Diluvio Universal, pero antes
había avisado por medio de sus profetas de lo mal que los seres humanos lo
estaban haciendo y que era el momento de cambiar y desterrar de ellos la
maldad. No lo hicieron y fue entonces cuando Él tuvo que actuar. Y
siempre que ha sucedido en la Tierra, Dios ha actuado por medio de
mandar sus mensajes con los profetas sólo después de no ser oído es
cuando ha actuado, por ello, después, también lo tuvo que hacer, en algunas
ciudades, se habían degenerado las personas de tal forma que lo mejor que
pudo pasar era su eliminación total, para que de nuevo, se tuviera un
corazón limpio y dedicado a hacer el bien y no el mal. También es lo que
un Padre quiere para sus hijos, cuando los ama con todo su corazón.
Las epidemias.así como todas las enfermedades que tenemos, nos
vienen por vía genética heredadas de nuestros primeros padres cuando
desobedecieron a Dios, y Él los tuvo que expulsar del Paraíso por pecar, el
pecado, contrajo la muerte (pero para morir, primero viene la enfermedad).
Luego es algo que todos nos gusten o no, hemos heredado de nuestros
primeros padres, y así será hasta que el sistema de cosas que vivimos
exista. Estos datos los podemos estudiar y comprobar en el libro más
perfecto que jamás se halla escrito como es la Santa Biblia.
BASIDIOMICETES
Los hongos reunidos en las subclases de los basidiomicetes también tienen
los filamentos micelianos tabicados, como la subclase precedente. Pero en
lugar de esporas internas, como las de los ascos, las tienen externas,
nacidas al exterior de la célula que les sirve de base, esto es, del basidio.
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Las más veces, cada basidio trae 4 esporas en el ápice, sostenidas por
sendos pedículos llamados esterigmas. Estas esporas reciben el nombre de
basidiósporas.
Los más espectaculares de estos basidiomicetes, y los más conocidos del
profano y de los aficionados, son aquellos que se crían en los bosques y en
los prados y producen los aparatos reproductores conocidos con el nombre
de setas. Cuando son los que forman laminillas, en estas laminillas, los
basidios, muy aproximados entre sí, constituyen a modo de un tapiz
superficial. Un pedacito de cualquiera de estas laminillas colocado en una
gota de agua, entre dos cristales, y examinado con el microscopio, nos
muestra multitud de basidios con su 4 esterigmas en el ápice, y, si no se han
desprendido, con sus respectivas basidiósporas.
Esta parte del aparato reproductor, convertida en láminas radiales en los
hongos agaricáceos, se llama himenio, En las teleforáceas y clavariáceas
recubre superficies lisas; o verrugas y púas e los hidnáceos; o bien tapiza
oquedades prismáticas o cilíndricas, etc., en los poliporáceos.
La subclase de los basidiomicetes abarca unas 15.000 especies de hongos,
de las cuales nos interesan las siguientes como medicinales o nocivas.
Famlia 5ª POLIPORÁCEAS:
Los aparatos reproductores de esta familia, una veces carnosos y
blandos, en otros casos endurecidos, a menudo como setas corrientes, con
su pie y su sombrerito, en otros casos crustáceos o a manera de ménsula,
se caracterizan porque el himenio tapiza oquedades de forma varia, las
cuales, en los casos más típicos son tubos cilíndráceos o prismáticos que
suelen formarse en la cara inferior de dichos aparatos.
AGÁRICO BLANCO
(Polyborus officinalis Fries)
Descripción. El micelio de este hongo infecta a los alerces y cedros, y
sus aparatos esporíferos aparecen al cabo de un año o más en los troncos
de los árboles respectivos, a diversas alturas de ellos. No están sostenidos
por ningún soporte, sino que aparecen pegados al tronco por uno de sus
costados, y su figura recuerda el casco de un caballo, es más o menos
redondeada. Tienen consistencia carnosa o corchosa, protegidos en la
cara superior por una cáscara con surcos y verrugas irregulares, en
general de color blanquecino o un poco amarillento, a menudo con zonas
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más oscuras. La parte interna, carnosa, es blanda y flexible, aunque más
tarde, con la desecación, se vuelve quebradiza. Los tubos de la cara
inferior son cortos y delgaditos. Cuando fresco, el agárico huele a setas o
harina fresca; después a moho. Hay ejemplares muy grandes, que llegan a
pesar kilogramos. Su desarrollo puede durar muchos años.
Se cría sobre los alerces, árboles coníferos, que no se dan en España.
De modo que no estuvo en lo cierto Quer (“Flora española” tomo II,
página 182, 187) cuando dijo que lo observó en los montes de Cataluña,
como en Sant Joan de I´Erm y en un bosque del lugar llamado Fornols. En
cambio, crece sobre los cedros (Cedros atlantica) del norte de África, en
Argelia donde ya lo señaló Maire, y en Marruecos, donde los descubrió el
ingeniero de montes Sánchez Cozar, según refiere en una detallada
publicación otro ingeniero forestal, Benito Martínez (“El agárico blanco
en los cidrales del Marruecos próximo”, publicado en los Anales del jardín
Botánico de Madrid”, tomo IV, Págs. 75-120).
Recolección. Recién arrancado, el hongo se monda quitándole la
corteza o cáscara, que es de color amarillento parduzco o rojizo; y luego
mondado se divide en trozos para la más rápida desecación. Estos
fragmentos tienen color entre blanco y pajizo, y estructura fibrosa.
Composición. Contiene notables cantidades de materias resinosas,
variables de unos a otros ejemplares, y según la época y el lugar de
recolección, junto con agaricol, colesterina, fitosferina, alcohol
palmitílico, un hidrocarburo, una parafina, etc. El principio activo es la
agaricina que, a la proporción del 14 al 18%, se separa con las materias
resinosas.
Virtudes. La agaricina o ácido agaricínico produce irritación intensa
por ingestión o aplicación local. Cuando se emplea en pequeñas dosis,
paraliza las terminaciones nerviosas de las glándulas sudoríparas, por lo
cual se hace uso de este hongo para combatir los sudores nocturnos de los
tísicos, así como los sudores profusos, siempre que se consideren
convenientemente evitarlos. En mayores dosis actúa como laxante o
purgante. La agaricina puede producir intensos dolores de cabeza; más,
por lo general, el paciente acaba por habituarse a este remedio sin otros
trastornos. Asociada con papaverina, teofilina, etc., se administra también
contra el asma bronquial. Por sus propiedades irritantes del tubo
digestivo, a veces se asocia a la agaricina algún medicamento opiado o el
mismo opio, que contrarrestan sus actividades en aquel sentido.
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Saccardo (“Flora Italiana cryptogamica” Hymenomicetes, I, pág. 28;
191), siguiendo a Roch (“Les empoisomenments par les champígnons”, en
el vol. V; 1913), coloca el agárico blanco en la serie III, que corresponde a
pequeñas especies que producen gastroenteritis por acción directa sobre
las mucosas del tubo digestivo.
Uso. Su empleo como antisudorífico es relativamente moderno,
porque no empezó hasta el siglo XVIII, y como el de tantos otros remedios
excelentes es de origen popular. Para combatir los sudores de los
tuberculosos se da en pequeñas dosis, a lo sumo de 1 gr., antes de
acostarse. En dosis mayores, por ejemplo, de 2 a 3 gr., actúa como
evacuante del tubo digestivo.
Desde fines del siglo XIX se emplea de preferencia la agaricina para
conseguir los mismos resultados que con el agárico blanco; en general en
dosis de 0,1 gr., es decir unas cinco veces menores que las que se propinan
del hongo.
En los países donde se cría, este hongo constituye la base de cierto
Elixir de larga vida, junto con otros vegetales, alcohol y azúcar.
Historia. El agárico blanco se emplea en Medicina desde remotos
tiempos. Dioscórides nos habla de él como si fuera una raíz que surge
lateralmente de los troncos, criterio que se tuvo por bueno en sus tiempos y
en aquellos países tan poco aficionados a los hongos. Interpretados por
Laguna, los textos de Dioscórides dicen así: “Dice que el agárico es una
raíz semejante al “silphio”, empero no tan espesa como él por la
circunferencia, sino espongiosa y rara. Hallándose dos especies de
agárico, quiero decir macho y hembra. Hace ventaja al macho la hembra,
la cual tiene dentro de ciertas venas derechas. El macho es redondo y muy
conforme en todas sus partes. El uno y el otro al principio es dulce, empero
después como va penetrando la lengua, se muestra amargo. Nace en
aquella región de Sarmatía que se dice Agaria. Algunos afirman que es la
raíz de cierta planta, el agárico; otros que nacen de corrupción, como los
hongos, sobre troncos de árboles. Crece también en la Galatia de Asia y en
la Alicia, sobre los cedros, empero frágil y poco vigor. Tiene el agárico
virtud caliente y estíptica. Es útil contra los retorcijones de vientre, contra
la indigestión, contra las rupturas y espasmos de nervios y contra las
caídas.
Se comenta que trata también las enfermedades de hígado, a los
asmáticos, a los ictéricos, a los disentéricos, a los que tienen dolor de
riñones o no pueden orinar, y también a los descoloridos. Dese con vino
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paso a los pretísicos, y con miel y vinagre a los que tienen inflamación del
bazo-páncreas. Mascado y comido, sólo sin otra mezcla de humor, sirve
contra las debilidades estomacales y contra los regüeldos ácidos. Bebidos
tres c/c del líquido, con agua es bueno para las hemorragias bronquiales, y
sí se bebe con miel, sirve para la ciática y contra los dolores de
articulaciones, así mismo, es bueno para la gota, Además de esto, provoca
el menstruación en mujeres con retraso de la misma y no embarazadas.
Dado el agárico antes de la subida del termómetro quita los temblores
febriles. Bebido con agua-miel como una o dos cucharaditas, quita los
dolores del vientre, y si se bebe con un poco de vino aguado, es remedio
contra los venenos mortíferos. Es muy eficaz en las mordeduras de las
serpientes, para ello tomar 3 cucharaditas convino. En definitiva, el agárico
es útil contra todas las enfermedades intrínsecas, dándose la virtud y edad
de cada persona; en casos de menores con agua y en caso de mayores
podría ser con vino aguado, a otros con miel o con agua miel.
Tomamos de Mattioli, tan buen conocedor de los hongos, los
comentarios siguientes: “El agárico es un hongo que nace sobre los árboles,
y, como hemos dicho antes en el capítulo 71 del Libro I, se cría en cantidad
en los alerces de las montañas de todo Trentino, en las cuales existe en gran
cantidad. Más aunque Plinio diga en el capítulo 8 del Libro XVI que en
Francia el agárico nace sobre todos los árboles que producen bellotas, sin
embargo, en Trentino y en otros lugares de Italia no se cría sino en los
alerces. Dioscórides dice en Galatia de Asia y en Cilicia se da en el cedro,
sin hacer mención alguna de aquel alerce ni de los belloteros. En el Libro
VI de las facultades de los simples, Galeno trató del agárico calificándolo
de raíz expresándose en los siguientes términos: La raíz del agárico, que
nace del tronco, es dulce al principio, pero luego amarga, y es un poco
aguda y ligeramente astrictiva. Por todos estos caracteres, es raro, pero
manifiesto, que este medicamento se compone de substancias aéreas y
térreas, pero subutilizadas por su naturaleza cálida. En el agárico
verdaderamente hay poca materia acuosa, y por razón de ello tiene virtudes
digestivas, incisivas y aperitivas de todas las vísceras. Pero guarece
valientemente a cuantos, por opilación del hígado, se les derrama la hiel.
En sui tratado de los simples, Mesué escribe el agárico y se expresa así: El
agárico resuelve la flema gruesa y la cólera bermeja, y tiene la propiedad de
mundificar el cerebro, los nervios, la sensibilidad y los músculos, y de
echar fuera las materias acumuladas en la nuca y en las partes
circunvecinas. Mundifica también el pecho y los pulmones de humores
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pútridos y gruesos, y, semejante, el estómago, el hígado, el bazo, los
riñones y la matriz, y es un gran antiinflamatorio para las articulaciones, y
por ello Demócrito llamó al agárico medicina familiar, sabiendo cuánto
conviene a todos los miembros del cuerpo, tanto interiores como externos.
El agárico vale contra todos los dolores intrínsecos. Es admirable para
atajar los dolores de cabeza producidos por vértebras cervicales, y también
para los vértigos. Cura toda suerte de opilaciones, y por esto es útil a los
hidrópicos y a los que padecen de Bazo-Pancreas. El agárico provoca orina
y los retrasos del periodo de la mujer, extermina los gusanos del cuerpo y
da buen color. Este hongo se llama agárico porque (como escribió
Dioscórides) nace copiosamente en Agaria de Sarmatia”.
En sus comentarios a este mismo capítulo, Laguna parece haber
hecho más caso de Plinio que de la experiencia de Mattioli, cuando asegura
que este agárico “nace principalmente sobre el tronco del lárice y sobre los
de muchos otros árboles que producen bellota”; y es bien raro que añada a
continuación, “como consta por la experiencia a los que ordinariamente
con sus propias manos le arrancan en las montañas de Saboya y del
Trento”, como si Mattioli no asegurarse todo lo contrario.
En cuanto a los dicho por el propio Mattioli acerca de la opinión
manifestada por Dioscórides, según la cual este autor asegura que el
agárico se cría en el cedro, se ha visto bien confirmada en la Mauritania; y
si “no hizo mención alguna de aquel del alerce no nace en el Próximo
Oriente, y ni carrascas ni robles parecen adecuados para sostener el agárico.
HONGO YESQUERO
(Fomes fomentarius Fries)
Descripción. El aparato reproductor del hongo yesquero nace sobre
los troncos de diversos árboles de hojas planas, y pueden alcanzar una
anchura de dos palmos y más de un palmo de espesor; surge adosado al
tronco, a manera de ménsula, con la cáscara dura, córnea, formando
relieves concéntricos más o menos levantados de color grisáceo o muy
oscuro, y hasta negros. En la cara inferior se superponen, estratificadas,
diversas capas de tubos relativamente largos y delgados. La carne de este
hongo, a manera de fieltro, es fofa y de color leonado. Este hongo se
desarrolla largo tiempo formando nuevos estratos de tubos que se suman a
los de años precedentes.