2. Todo comienza en verano, cuando mi madre me manda con mis
abuelos a un pueblo junto a la costa en el sur de Tenerife,
porque ella tenía que irse a un viaje de trabajo. Yo estaba
enfadada puesto que no me quería ir a ese pueblo ya que mi
móvil no funcionaba bien, porque no había mucha cobertura, ni
centros comerciales, ni parques y tampoco podía quedar con mis
amigos.
Al llegar a casa de mis abuelos me pasé unos cuantos días
encerrada en la habitación porque seguía un poco molesta.
Pasada una semana empecé a salir, ya que dentro del dormitorio
me aburría. Mis abuelos y yo comenzamos a hablar más, ya
desayunaba, almorzaba, merendaba y cenaba con ellos. También
veía los pocos canales que había en la tele junto a ellos, aunque
sobre todo eran telenovelas.
Mi abuelo es un pescador que va a pescar todas las mañanas, y
para ello se despierta muy temprano. Cada día me preguntaba
que si quería salir con él, pero yo siempre le decía que no porque
se me daba mal, aunque nunca lo había hecho, la verdad era que
no me apetecía levantarme muy temprano.
Pasados los días yo me aburría en casa de mis abuelos, puesto
que no podía hacer casi nada y tampoco podía quedar con gente
porque no conocía a nadie del pueblo. Una mañana le dije a mi
abuelo que si podía ir a pescar con él, y él me contestó que sí.
Cuando estábamos en el lugar donde mi abuelo pescaba vi a un
montón de pescadores, a niños que tenían mi misma edad que
estaban bañándose o surfeando…
Cogí la caña para intentarlo y le pregunté a mi abuelo como se
hacía, él me lo explicó y yo lo intenté. Estaba ahí esperando a ver
3. si algún pez picaba pero nada de nada, me empecé a estresar un
poco, hasta que acabé enfadada conmigo misma. Mi abuelo me
dijo que no me enfadase porque para pescar lo primero que hay
que hacer es tener paciencia, entonces le dije que no tengo. Él
me dijo que fuese a dar un paseo por la costa, entonces me fui
extrañada. Mientras caminaba iba mirando hacia la mar y hacia
los chicos que se estaban bañando, de repente uno de ellos se
me acercó por detrás y me preguntó si era la primera vez que
venía a este pueblo, yo le contesté que sí. Luego me preguntó mi
nombre y le dije que me llamaba Laura y el directamente me dijo
que se llama Lucas. Estuvimos hablando un buen rato hasta que
me llamó mi abuelo porque nos íbamos a ir y antes de irme me
dijo que viniese por la tarde a la costa, yo le dije que no estaba
segura pero le dije que seguramente si iría.
Al llegar a casa, mi abuela ya tenía la mesa preparada con el
almuerzo, nos sentamos y comimos los tres, cuando terminamos,
yo recogí la mesa y fregué. Luego me fui a mi cuarto a descansar
un poco, y decidí dormirme una siesta. Cuando me desperté vi
que ya era por la tarde y me fui para la costa, allí vi a Lucas y él
me vio a mí y vino a buscarme. Después me presentó a sus
amigos y la verdad es que parecían muy buenos. Estuvimos todos
sentados un rato hablando, cuando de repente en la mar vi un
grupo de delfines mulares. Entonces me levanté toda
emocionada porque me encantan los delfines, los demás me
miraban con cara de que estaba loca, yo les dije que estaba así
porque nunca había visto delfines de verdad, es decir tan cerca
de mí, que solo los había visto en internet, en libros…
Entonces yo les dije que eran muy afortunados de tener delfines
en esta costa, ya que estos animales en la ciudad no se ven, ellos
me dijeron que también estaban agradecidos y me contaron que
4. si los delfines están ahí significa que el ecosistema está muy bien.
Luego una chica llamada Sara me explicó que teníamos que
seguir cuidándolo porque había gente que tiraba plásticos y otras
basuras a la mar y eso era peligroso para los animales marinos.
Más tarde Lucas y sus amigos me contaron una historia que
había sucedido con los delfines mulares en esa misma costa.
La historia trataba de una mujer que iba en barco y que había
visto a los delfines mulares, esa mujer no sabía nada de esos
animales, ya que además eran animales salvajes. La mujer se tiró
a la mar para poder tocar a un delfín, al principio el delfín se
dejaba, pero luego se empezó a cansar y le hacía gestos con la
boca para que le dejase. Como la mujer no sabía lo que
significaba seguía insistiendo, entonces el delfín le dio con el pico
y la llevó cincuenta metros bajo el mar, yo interrumpí y pregunté
-¿y luego que le pasó a la mujer?-, ellos me dijeron que gracias a
dios que el delfín la volvió a llevar a la superficie y que otras
personas que iban en el mismo barco de turistas, llamaron a la
policía, la rescataron y luego la llevaron a un hospital. Yo me
quedé asustada y ellos para calmarme me dijeron que eso no
significa que a partir de ahora piense que los delfines son
animales horrorosos, también me dijeron que no les tuviera
miedo y así hice. Ya era hora de regresar a casa de mi abuelo, me
despedí de todos y me fui. Al llegar mis abuelos me preguntaron
que como me lo había pasado, yo les respondí que muy bien y
que iba a quedar mañana con ellos.
A la mañana siguiente me desperté muy temprano, desayuné y
me fui a correr por la costa. Mientras corría veía a un montón de
delfines saltando, seguí corriendo y llegué a un lugar un poco
raro. Me paré, bebí agua e inspeccioné la zona. De repente vi un
barco abandonado, que estaba cubierto por un gran plástico. Me
5. acerqué para abrirlo y justo cuando iba a abrirlo, un señor que
era muy sospechoso, se acercó por detrás y me dijo: - ¡¿ Qué
haces aquí niña?¡, antes de contestarle me cogió de la mano y
me empujó hacia un lado, yo me fui corriendo de ese lugar.
Al llegar a casa estaba preocupada y también dudosa porque
quería saber que tenía aquel hombre en ese barco. Entre tantas
preguntas que me estaba haciendo se me fue el tiempo volando.
Le dije a mis abuelos que me iba a la costa, al llegar fui corriendo
a decirles lo que me había sucedido a mis nuevos amigos. Lucas
me dijo que si pude ver algo, yo le dije que no. Entonces Sara
interrumpió y dijo que ese hombre es raro porque casi nadie le
ve por el pueblo y nos dijo que corren rumores de que ese
hombre mata a los delfines, pero que no tienen ninguna prueba
para verificar eso. Yo le dije que a lo mejor si descubrimos lo que
hay bajo el plástico de ese barco podemos obtener alguna
prueba. Ellos me respondieron que puede ser posible, pero que
es peligroso ir a donde fui yo porque no sabemos cuándo
aparecerá. Entonces les dije que quedamos mañana a las ocho
de la mañana que fue cuando yo fui. Ellos me dijeron que ahí
estarían. Luego nos fuimos a bañar para despejarnos un poco.
Almorzamos todos juntos en la costa, hablamos mientras
comíamos, al cabo de un buen rato me fui a casa. Al llegar les
conté a mis abuelos la aventura que tuve hoy, me fui a mi cuarto
a descansar un poco, ya que estaba agotada. Por la noche fuimos
a cenar a un bar que mis abuelos solían ir, porque allí la comida
estaba muy rica. Después del bar fuimos a dar un paseo y
regresamos a casa.
Al día siguiente fui al lugar donde habíamos quedado, mis amigos
y yo. Al llegar nos dirigimos todos hacia el barco, yo cogí el
plástico y lo quité hacia un lado. Al ver lo que había, todos nos
6. quedamos asombrados, había un delfín mular muerto, entonces
de repente Sara nos dijo que estaba prohibido matarlos,
entonces yo saqué una foto, luego lo tapamos con el plástico y lo
dejamos como estaba. Nos fuimos de allí corriendo, después Luis
nos llevó a una biblioteca para hablar sin que nadie nos
molestase, yo estaba super interesada por los delfines mulares,
así que decidí buscar un libro sobre ellos. Al cabo de cinco
minutos encontré uno, lo abrí y encontré la siguiente
información:
Los delfines mulares son animales salvajes que pueden llegar a
medir 3-4 metros. Estos animales se alimentan sobre todo de
peces, pero también pueden comer crustáceos, calamares y otros
invertebrados. Los métodos de alimentación también son muy
variados; a veces introducen sus picos en las grietas de las rocas
para capturar alguna presa, otras persiguen a los peces hasta
dirigirlos hacia los bancos arenosos, o bien cazan en grupo para
capturar las presas.
Los delfines mulares se encuentran en aguas templadas y
tropicales de todo el mundo en grupos de hasta 10 o 12
individuos. Se pueden ver habitualmente puertos, bahías,
lagunas, estuarios y desembocaduras de los ríos. Frecuentemente
surcan la estela dejada por los barcos. La población de delfines
mulares sigue siendo bastante numerosa, pero están a punto de
agotarse en algunas áreas aunque ni la explotación directa como
la accidental pone en riesgo la permanencia de estos delfines en
nuestros mares y océanos. La mayor cantidad de muertes
directas de los delfines se han producido tradicionalmente en el
Mar Negro, donde los cazadores rusos y turcos han reducido
drásticamente las poblaciones locales, para la alimentación. Los
delfines mulares siguen siendo atrapados accidentalmente con
7. diferentes tipos de pesca con redes, principalmente a través de
redes de arrastre…
Después vi una imagen super bonita, aquí esta:
Estos delfines cada cinco u ocho minutos salen a la superficie
para respirar a través de un espiráculo en la parte superior de la
cabeza. Estudios científicos han demostrado que su sueño es muy
ligero, puesto que ambos lados de su cerebro, izquierdo y
derecho, se turnan para dormir y al mismo tiempo estar alerta.
Los delfines mulares no son agresivos, excepto cuando se trata de
luchar para acceder a una hembra y así demostrar su fuerza y
dominio. Estos animales alcanzan la madurez sexual a los 11
años en el caso de los machos y en el caso de las hembras a los
12 años. Generalmente la época de celos se da en primavera.
8. La verdad es que después de leer esta información me sentí con
la sensación de que había aprendido cosas que no sabía, y así
era. Les resumí a mis amigos lo que había leído, y ellos también
se interesaron más por estos animales. Entre todos llegamos a
un acuerdo, que era enseñar la foto a la policía para que viesen
que había gente que mataba delfines.
Todos juntos salimos de la biblioteca y nos fuimos a la comisaría.
Al llegar esperamos el turno para hablar con la policía. Estuvimos
esperando por lo menos 20 min, hasta que al fin nos tocó pasar.
El policía nos dijo que por qué estamos aquí, nosotros le dijimos
que le teníamos que enseñar una foto, antes de enseñarle la
foto, le explicamos todo lo sucedido y después le enseñamos la
foto. El policía nos dijo que ese señor no era la primera vez que
mataba delfines, ya que anteriormente lo había hecho y todo
porque los delfines se comían los peces que estaban en las nasas
de los pescadores, y eso la verdad es que a ese señor no le
gustaba nada y los mataba. Nosotros le preguntamos que por
qué no lo habían detenido puesto que matar a esos animales
estaba prohibido, él nos contestó que no podían detenerle
9. porque no tenían suficientes pruebas. También nos dijo que esta
vez lo podían detener porque tenían una prueba que era la foto.
El policía nos dijo que le lleváramos al lugar donde vivos al
animal, nosotros lo dirigimos hasta que llegamos, fui y le dije al
policía que se acercase al barco y que quitase el plástico y así
hizo, y él con sus propios ojos vio al delfín muerto. De repente el
señor que mató al delfín apareció y empezó a gritarnos, nosotros
teníamos miedo, pero el policía lo cogió y se lo llevó. Todos
estábamos muy contentos porque habíamos hecho algo bueno y
nos fuimos todos a casa de mis abuelos. Al llegar mis abuelos
tenían una mesa preparada con comida, y se habían enterado de
lo que habíamos hecho, yo estaba sorprendida de lo rápido que
se habían enterado, entonces Luis me dijo que al ser un pueblo
pequeño los rumores corrían muy deprisa.
Los días fueron pasando hasta que llegó la hora de volver a la
ciudad, yo estaba un poco triste porque había hecho muy buenos
amigos, y me lo había pasado muy bien. Antes de irme me
despedí de mis abuelos y luego a lo lejos vi cómo se acercaban
mis amigos, fui corriendo hacia ellos y les di a todos un gran
10. abrazo, ellos me dieron una pequeña cajita, yo lo abrí y dentro
había un collar con una figura de un delfín mular, yo salté de la
emoción porque me había encantado y en seguida me lo puse.
Les dije que el próximo verano volvería, y también les dije que
ellos alguna vez pueden ir a la ciudad. Mi madre me tocó la pita
del coche para que me subiese, y antes de subir les dije que fue
el mejor verano que había tenido, y luego me subí al coche y nos
fuimos.
Por Manisha Suárez Alonso.