Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Aguilera malta demetrio el cholo del cuerito de venado
1. Demetrio Aguilera Malta:El cholo del cuerito de venado
La primera vez fue en el mar. Claro. Como que él era
pescador...
La había ensartado. De canoa a canoa. Rápido la
había apretado contra su cuerpo, y la había besado.
Por más que ella protestara.
—No, desgraciao. No...
Y él estrechándola más. Haciéndola sentir la fiebre
de su cuerpo. Dominándola.
—Sí. ¿Sabes vos? Si. Porque me has fregao.
Porque me he enamorao e ti. Porque tienes que ser
mía...
El mar parecía ayudarles. Daba vaivén de hamaca a
las canoas. Temblaba con un temblor polícromo de
olas...
No. Desgraciao. No...
La canoa tuvo agitación de correntada. Los vestidos
saltaron, tal que lisas cabezonas. Y los cuerpos
florecieron. Arriba el sol -como una raya de oro- clavó
2. sus dientes rubios en las carnes brincadoras...
Y fue...
Sobre ella y sobre el mar. En el tálamo verde de las
aguas. Ante los mangles enormes -bufeos
encadenados a las islas-. Arropados con brisa y con
horizonte.
Fue...
Después -final de marea- él, Nemesio Melgar,
Chachito, como lo llamaban, habló.
—La primera y la última...
Los mangles se hundían en empuje de aguaje. Los
roncadores callaban. Los ostiones pudorosos,
vestíanse en las ñangas, con encajes de espuma.
Hacía frío.
—La primera y la última...
Y explicó.
Claro. Él quería que todo fuera así.
Tal que un sueño. La cosa rápida. Violenta: el
relámpago!... ...Odiaba la maldita vida, siempre igual.
No le gustaba la casa, ni la comida, ni la mujer de
3. todos los días. Quería cambiar. Cambiar siempre...
Sugirió.
—Tú debes hacer lo mismo. Todo el mundo aquí te
quiere. Puedes cambiar de hombre como e calzón.
La chola -la negra dura y vibrante como una canoa
de pechiche- lo miró.
—No. ¿Sabes? Me has fregao. Pues bien, o contigo
o con nadie. ¿qué la primera y la última? Está
bien... ...Si quieres lárgate. Yo siempre te esperaré. Yo
siempre te seré fiel como el cuerito e venao... Como el
cuerito e venao que te espera bajo el tordo para que tu
lo cubras... para que tu lo calientes...
Con la Nica -hembra recia de espaldas musculosas y
de muslos de cepo. Una mujer que lo hizo gritar...
Era en una balandra, cerca del mar, y al fin... Tirados
sobre las cuadernas nudosas. Más potente que
siempre y que nunca.
—Caray, que tienes fuerza...
—Claro. El verde y la lisa no me falta nunca.
—Ahá.
4. Nemesio Melgar -Chachito como lo llamaban- no
podía ya.
—Bueno pues.
—¿Qué?
—No. todavía no.
—¿Qué?
¡Ah! cómo le brincaba la frase azul de la Nerea...
“Como un cuerito de venao”. Con Gertrudis -vejancona
sabia en amor- ...Decíase que en Guayaquil se vendía
a bajos precios en su juventud.
Era en un galpón de San Ignacio -la isla que tenía
agua dulce- bajo un toldo. Tranquilos y serenos.
Gozando como nunca.
—¿Sabes? ¡Eres lo mejor que he conocido!
—... Ya me lo han dicho.
—Parece que me batieras como a un molinillo.
—Ahá.
—Me haces gozar como nadie...
—Está bien.
Pero allá, maldita sea, allá no sabía donde. Pero
5. muy adentro de sí mismo. Le gritaba una voz. La pobre
voz de la Nerea.
“Como un cuerito de venao”.
¿Cuántas fueron?... La Merela, la Margarita, la
Nicasia, la Mamerta, la Cusumba... No las recordaba
todas. Se le metieron en la vida. Tal que un
relámpago. Lo chuparon. Lo aniquilaron. Sentíase
débil y pequeño. Tal que sonámbulo. Arrastrando la
tortuga volteada de una canoa de chirigua, sobre la
uniformidad de los esteros... Pero un día... Sin saber
cómo ni por qué, llegó donde ella. Su Nerea. Su
cuerito de venao. Y esa noche, la historia vulgar. Los
eslabones iniciales de la vieja cadena de la nueva
vida. ¡Ah, cómo calentó el cuerito de venao! ¡Cómo lo
cubrió! ¡Cómo lo tomó incendio de carne!... Vibración
de marejada...
6. muy adentro de sí mismo. Le gritaba una voz. La pobre
voz de la Nerea.
“Como un cuerito de venao”.
¿Cuántas fueron?... La Merela, la Margarita, la
Nicasia, la Mamerta, la Cusumba... No las recordaba
todas. Se le metieron en la vida. Tal que un
relámpago. Lo chuparon. Lo aniquilaron. Sentíase
débil y pequeño. Tal que sonámbulo. Arrastrando la
tortuga volteada de una canoa de chirigua, sobre la
uniformidad de los esteros... Pero un día... Sin saber
cómo ni por qué, llegó donde ella. Su Nerea. Su
cuerito de venao. Y esa noche, la historia vulgar. Los
eslabones iniciales de la vieja cadena de la nueva
vida. ¡Ah, cómo calentó el cuerito de venao! ¡Cómo lo
cubrió! ¡Cómo lo tomó incendio de carne!... Vibración
de marejada...