1. Nacion.com. Revista Proa
Tinta fresca
Valores comestibles
Any Pérez
Ojalá nos vacunáramos contra la compulsión por lo
fácil...
Si permitimos que el chiquillo no devuelva el Batman que le prestó su compañerito
el día anterior, o que gaste el vuelto de la pulpería sin permiso, o que se embolse
los ¢100 que se le cayeron a alguien; poco podremos hacer, diez años después,
para evitar que le saquee la billetera a los papás. Y, menos, luego de 30 años,
cuando crea que no cometió ningún delito al aceptar una "mordida" o hacer un malabar fiscal para no pagar impuestos. Y encima
pedirá perdón por todo, en general, como si los ofendidos fueran amnésicos.
Los valores no son etéreos, se practican a diario. Mal hacemos contra la violencia de género si no explicamos el insulto de "La
gasolina"; si toleramos que se cuenten chistes pedofílicos en las fiestas familiares o sonreímos cuando cantan alegremente "Chico-
Perico mató a su mujer". Tampoco luchamos contra la discriminación si mentamos por "gorda", "mongolito", "nica" y "gay" a los
vecinos.
Cuánto agradecimiento podrán desarrollar si en lugar de enseñarlos a que se come "lo que Dios repara", les compramos "sustitutos"
alimentarios para aplacar nuestra culpa y les abarrotamos el cuarto, "out of Christmas", con tiliches "fast food".
Qué esperanza tendrán si creen que los indigentes y la muchacha que plancha son ladrones potenciales. No lucharán por la justicia si
aprenden a ser agachados y oportunistas con los matones y los ricachones en el recreo.
No podemos esperar cariño y compasión si nos ven "sacar" a pasear a los abuelos por obligación, y a ellos los matriculamos en mil
cursos por semana para solo verlos por las noches.
De nada sirve que les digamos que valen mucho por "dentro" si sufren por no parecerse a la chica de la tele porque no saben que a
las empresas de la moda y el entretenimiento no les importa cuán feos y cholos somos, sino cuánto dinero podemos darles para
sentirnos bonitos y rubios.
No podemos quejarnos de la delincuencia porque nos asaltaron al quinceañero que salía a las 2 de la mañana de una fiesta, en
martes. Ni decir ni "pío" porque jamás le advertimos a nuestro hermano que vimos al sobrinito en malos pasos. Hay decenas de
situaciones más.
http://wvw.nacion.com/proa/2005/mayo/29/proa2.html (1 of 2)10/6/2011 2:17:24 PM