Periódico "Nueva Sión", edición online, Buenos Aires, Noviembre de 2018
1.
Medio oriente, Sin categoría 19/11/2018
Nueva escalada bélica en Gaza
El globo rojo
Mientras Hamás sigue vendiendo una imagen que logra ocultar a un régimen
teocrático y militarista concentrado en atentar contra poblaciones civiles, y
millares de israelíes de las regiones meridionales acosadas por el fuego de
Gaza inundaron las calles agotados por el cíclico ritual de agresión, a la que
prologan o epilogan ataques aéreos de Israel; todo indica que en los próximos
comicios la balanza se inclinará nuevamente por una teología política en la
que los rencores imprimen el rumbo de un país que, alguna vez, supo
distinguirse de los aires fundamentalistas que caracterizan a Medio Oriente.
Por Moshé Rozén, desde Nir Itzjak, Israel
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2. Un libro de cuentos chinos para niños y una película francesa de los años
‘50 son parte de mis mejores vivencias de la infancia. El libro relataba el
encuentro de unos chicos que salen de su aldea y descubren las luces y los
ruidos de la gran ciudad. El film era “Le Ballon Rouge”, de Albert Lamorisse,
y lo que recuerdo como encantador era el contraste entre el fuerte color
rojo de aquel globo y los tonos grises del entorno.
Ambas historias –el relato de los chinitos y la obra de Lamorisse-
regresaron a mi memoria la semana pasada, durante mi estadía en el
refugio, a raíz de los ataques de morteros y misiles lanzados por la Yihad
Islámica y Hamás contra el Neguev Occidental.
Probablemente quise aferrarme a aquellas imágenes para evitar la
atención sobre el riesgo del impacto de esos proyectiles sobre mi casa.
Pero hay otra corteza en el limón: el imaginario colectivo vincula globos de
color a inocentes aventuras infantiles. Pero los globos incendiarios –no los
proyectiles de hace unos días- se inscriben en otro contexto: herramientas
de agresión que provocaron la quema de campos cultivados y la
destrucción de invernaderos.
Y, si exprimo algo más el limón, descubro que asombro de los niños
chinos, encandilados por las luminarias urbanas, no se parece en nada al
sobresalto de los chicos de Gaza, que, enviados por sus padres, oficiaron
de escudo humano a milicianos islamistas que arrojaron artefactos para
poner fuego a nuestras poblaciones.
Pero, en ambos casos, el del tierno libro y el del feroz ahora, se trata de
cuentos chinos: Hamás logró vender al mundo la imagen –la idea- de su
angelical inocencia; pareciera que nadie, allende los mares, desea quitarle
a la Yihad la máscara que oculta a un régimen teocrático y militarista
concentrado en atentar contra poblaciones civiles.
En cuanto se declaró el cese de fuego, millares de ciudadanos israelíes,
pobladores de las regiones meridionales acosadas por el fuego de Gaza,
inundaron las calles en airosa protesta, agotados ya por el cíclico ritual de
agresión de Hamás, a la que prologan o epilogan ataques aéreos de Israel.
En 1940, el historiador judío Marc Bloch escribió una obra testimonial en
los aciagos días de la ocupación alemana en Francia. Bloch, catedrático de
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3. la Sorbona y fundador de corrientes historiográficas revolucionarias,
combatiente antinazi, que pereció encarcelado y fusilado en 1944, tituló su
escrito “L’Etrange Défaite” (Una Extraña Derrota).
Se me ocurre que, salvando las abismales diferencias, muchos israelíes
comparten el sentimiento de derrota y decepción ante el último alto al
fuego: impera ahora, en el sur del país, el agotamiento ante la carencia de
estrategias políticas, diplomáticas e inclusive militares del gobierno de
Netanyahu frente a Gaza y a Hamás.
Como asiduo asistente al refugio antiaéreo, puedo comprender esta
conmoción de nuestros conciudadanos, pero no la comparto: prefiero un
cese de hostilidades bélicas, aunque sea precario y temporal, que abra un
eventual paréntesis de negociación, como sostiene Egipto.
Mientras escribo estas líneas, se suceden vertiginosos cambios en el
ámbito social y político israelí: la renuncia del ministro de Defensa y la
anticipación del calendario comicial como resultado de la corrosión del
gabinete gubernamental.
Marc Bloch sostenía que no se puede historiar el pasado sin entender el
presente, así como no se puede testimoniar la actualidad sin comprender
remotos tiempos.
Me atrevo a pensar que, a pesar del dilatado conflicto con nuestros vecinos
de Gaza, el grueso del electorado se volcará nuevamente a ungir a la
derecha nacionalista, dueña de una retórica autoritaria y amenazante, para
retomar la desmoronada corona de “Bibi”. En las urnas, a pesar de la
supuesta racionalidad del discurso democrático, el Israel de hoy se inclina
por una actitud de teología política, donde rencores y emociones,
caldeados incesantemente por un gobierno que califica a los opositores de
traición, imprimen el rumbo de un país que, alguna vez, supo distinguirse
de los aires fundamentalistas que caracterizan a esta zona del mundo.
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