El documento resume la situación actual en Israel en medio de la pandemia de coronavirus. Describe cómo el coronavirus ha eclipsado otras preocupaciones como los conflictos con Gaza y las elecciones. También destaca cómo el primer ministro Benjamin Netanyahu se ha posicionado como el principal líder en la respuesta a la crisis, apareciendo nightamente en televisión con recomendaciones. Finalmente, sugiere que Netanyahu podría usar la pandemia para justificar un gobierno de emergencia controlado por su partido.
1. Periodico "nueva sion", buenos aires, marzo de 2020
EL APOCALIPSIS DE SAN BENJAMIN
Por Moshé Rozén
Desde Nir Itzjak, Israel l
Hace un mes (pareciera que fue en la Edad Media, pero ocurrió hace algunas
semanas), los vecinos de nuestra zona de frontera se despertaron con un
llamado de "alerta roja": acudir inmediatamente a los refugios, al detectarse
misiles disparados por la Yihad Islámica desde Gaza.
Aquella jornada estuvo signada, claro, por la incertidumbre y los temores de
una escalada bélica mayor.
A los pocos días, otro tema se instaló con similar intensidad: las elecciones y los
interrogantes relativos al próximo enjuiciamiento de primer ministro Netanyahu.
Ahora, un monotema –el coronavirus- ha sepultado, en la tele, en las redes y en la
calle, a las "antiguas" preocupaciones. Inclusive el enemigo mundial número uno de
Israel –la República Islámica de Irán- aparece, en los noticiosos, sólo en la tabla
internacional de poblaciones víctimas del Covid 19.
2. En la televisión y los medios de comunicación israelíes, el manejo informativo de la
pandemia oscila entre dos polos: la definición del proceso viral como catástofe
universal sin precedentes y, a la inversa, una meticulosa apelación a la calma ("hay
suficiente arroz y harina para todos, no hace falta amontonarse en los
supermercados").
Pero, nuevamente, el principal protagonista del teatro local es el premier Benjamin
Netanyahu: noche a noche aparece en la pantalla con paternales recomendaciones
para evitar la propagación de la plaga, propias más de un médico de familia que de
un jefe de estado.
Sus presentaciones televisivas –y las de sus fieles ministros- recuerdan aquel delicioso relato de
García Marquez en El Amor en Tiempos de Cólera: "Lo más absurdo de la situación era que
nunca parecieron tan felices en público como en aquellos tiempos de infortunio".
El lenguaje cotidiano también registra los embates de lo que Netanyahu bautizó
como "la guerra contra el enemigo invisible": la cinematográfica denominación se
asocia a una interminable cadena de conceptos instaurados ahora en el habla
popular: aislamiento y distancia, depresión económica, depresión psicológica.
El seguimiento personalizado de ciudadanos –a través de las redes celulares-
decretado para reducir la transmisión del coronavirus por parte de eventuales
portadores del mismo, es parte del esquema social diseñado por un gobierno de
transición, en un país que se consideraba celoso de las libertades civiles.
3. Si hasta ayer Netanyahu –y sus aliados- se adjudicaban el poder de constituir una
coalición exclusivamente derechista (tal como ellos mismos la definieron), ahora
esgrimen el fantasma del coronavirus para ameritar un gobierno de emergencia
monopolizado por el Likud y los partidos religiosos ortodoxos. La oposición,
liderada por Gantz, que tiene apoyo mayoritario en el parlamento, se debate entre la
necesidad de manifestar "lealtad patriótica" en una hora de crisis y el deseo de
mantener en pié su rechazo a una alianza con un jefe de estado acusado de estafa
y corrupción.
El acostumbramiento del común de la gente a las reglas de juego es acelerado,
casi natural. Nos recuerda lo que contaba Albert Camus en La Peste: "por la
mañana, todos volvían a la plaga...a la rutina".
Martes 17 de marzo de 2020, www.nuevasion.com.ar/archivos/28790