El documento describe varios factores que contribuyeron al inicio de la revolución industrial en Gran Bretaña en el siglo XVIII. Estos incluyen un gobierno estable, paz interna, abundancia de capital procedente del comercio colonial, un crecimiento sostenido de la producción agrícola, una gran mano de obra disponible, y la presencia de recursos naturales como carbón e hierro. Gran Bretaña también tenía una sociedad más liberal y emprendedora que permitió la innovación industrial.