2. • Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño
intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso
insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón
y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco,
dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia
apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus
muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su
tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos
3. • «¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las
chifladuras?»
• Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado
a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de
ese lado. Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una
y otra vez se volvía a balancear sobre la espalda. Lo intentó cien veces,
cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban, y sólo
cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor
leve y sordo que antes nunca había sentido
4. Teoría de lo fantástico
(…) la vacilación que experimenta un ser que sólo
conoce las leyes naturales, ante un acontecimiento
al parecer sobrenatural.”
Todorov 1970
5. “En cuanto se elige una respuesta u otra, se
abandona lo fantástico para entrar en un género
vecino: lo extraño o lo maravilloso”
6. Cuando se elige una explicación basada en las leyes
naturales, se está frente a lo extraño; cuando, de lo
contrario, el personaje decide aceptar nuevas leyes
no pertenecientes al mundo que él conoce, se está
frente a lo maravilloso.
7. Según Julio Cortázar
• Ese sentimiento de lo fantástico, como me
gusta llamarle, porque creo que es sobre todo
un sentimiento e incluso un poco visceral, ese
sentimiento me acompaña a mí desde el
comienzo de mi vida, desde muy pequeño,
antes, mucho antes de empezar a escribir, me
negué a aceptar la realidad como pretendían
imponérmela y explicármela mis padres y
maestros. (Cortázar,1)
8. • Yo vi siempre el mundo de una manera
distinta, sentí siempre que entre dos cosas
que parecen perfectamente delimitadas y
separadas, hay intersticios por los cuales, para
mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento,
que no podía explicarse con leyes, que no
podía explicarse con lógica, que no podía
explicarse con la inteligencia razonante
10. Continuidad de los parques
Julio Cortázar
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios
urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba
interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde,
después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una
cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba
hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la
puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones,
dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se
puso a leer los últimos capítulos.
11. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los
protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer
casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la
vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo,
que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales
danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la
sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se
concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la
cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante,
lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la
sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir
las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y
senderos furtivos.
12. • El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada.
Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes,
y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias
que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo,
dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario
destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A
partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido.
El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano
acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
13. • Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron
en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte.
Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo
suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta
distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa.
Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa
hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre
galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala
azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas.
Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y
entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un
sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una
novela.
14. Responde las siguientes preguntas
A) ¿Por qué puede afirmarse que este relato
pertenece al género fantástico?
B) ¿Cuál sería, en este caso, el acontecimiento
sobrenatural del que habla Todorov?
15. C) ¿Por qué puede afirmarse que el cuento tiene
una estructura circular? ¿Cómo se relaciona
esto con el título del cuento?
D) ¿Qué objeto de la casa del protagonista,
presente también en la novela que lee, nos da la
pauta de que la ficción y la realidad se confunden?
Citar las partes en que se hace mención al
objeto.