1. Sueños de Oxitocina Por Guillermo Guerrero
Nunca pensó en alejarse del sitio que acordaron, aunque desde hace media hora la espera.
Y aunque quisiera hacerlo resultaría imposible porque su cuerpo no responde, como si
estuviera clavado al asiento. Arregla su ropa, revisa su reloj, no sabe qué hacer con sus
manos. Piensa en el tiempo que ha pasado en ese lugar y aunque pudiera parecer angustiante
sonríe: son los momentos de ansiedad -cuando no sabe si ella tardará mucho más en llegar-
los que más disfruta.
Y entonces la vió.
La corriente sanguínea de su sistema gastrointestinal se detuvo unos momentos dando
preferencia a los músculos de sus extremidades aunque no está consciente de eso: sólo siente
un vacío en el estómago -como mariposas- y sabe que es ella quien lo hace sentir así. Su
cerebro se activó al reconocerla y grandes cantidades de feniletinamina fueron liberadas en su
interior produciendo un golpe de placer. El cansancio que sentía hace unos minutos se
desvaneció de pronto gracias a que sus neuronas fueron inundadas de dopamina y
norepinefrina, y por ello se sentía capaz de pasar horas a su lado, besándola y hablando de
amor. Se levanta de pronto, abre los brazos y camina a su encuentro.
Ella lo ve y se siente feliz. Sus ojos adquieren un brillo especial porque sus pupilas se
dilataron en una fracción de segundo, un estímulo heredado de nuestros antepasados
primitivos para poder ver mejor y reaccionar rápidamente. Tiene que poner sus manos en el
pecho pues el corazón le duele al verlo: en las membranas exteriores de su músculo cardiaco
están pasando cantidades poco usuales de calcio que en otras condiciones podrían ser
reguladas por las catecolaminas de manera normal ¡pero no en ese momento cuando está tan
cerca de él! su ritmo cardiaco sube a 130 pulsaciones por minuto y la presión arterial aumenta
de manera alarmante. Está enamorada.
Su tez adquiere un color rosado: generó de golpe miles de glóbulos rojos para ayudar a la
oxigenación de la sangre y ello se notó en los miles de vasos capilares de sus mejillas. La cara
de él expresa su felicidad y 34 músculos faciales trabajan para que ella le devuelva la sonrisa.
No aguanta más: con dos grandes pasos desaparece la distancia que queda entre ambos y ella
-en un movimiento tan veloz como agradable- se cuelga de su cuello y ríe. Se siente
hiperactiva ya que sus músculos se llenaron de glucosa liberada por el hígado y sus bronquios
se dilataron para adquirir mayor ventilación.
- ¿Llevabas mucho esperando? ¿Pensaste en dejarme acaso? -pregunta ella, divertida
- ¡No podría hacerlo nunca!
El sistema autónomo simpático de él se sobrecarga y ordena al hipotálamo que controle la
temperatura corporal: sus manos sudan como nunca (y como siempre). Ella se acerca, cierra
los ojos para disminuir la atención sobre los estímulos externos... y lo besa. Sus labios que
contienen más terminaciones nerviosas que cualquier otra parte del cuerpo se unen en un
beso largo y húmedo y en cada milímetro de saliva que pasa entre ellos viajan cerca de 40 mil
pequeñas bacterias que juguetean en sus bocas. Los dos rostros mueven cerca de 70
músculos, gastan cuatro calorías por minuto e intercambian sales y albúmina. El mundo
desaparece de pronto.
Los amantes se buscan, se abrazan. Por todos los poros de su cuerpo son liberadas
millones de moléculas de feromonas con las que el otro reacciona sin darse cuenta. Ella se
siente atraída irremediablemente a él y la punta de su nariz -que reconoce más de 10 mil
olores diferentes- reconoce con el olor natural de su amado. La liberación de estrógenos y
testosterona es inminente y en el cuerpo de él comienza la producción de óxido nitroso,
provocando una reacción inesperada. Ella lo nota y se sonroja.
No hay más que decir: sus cerebros están llenos de acetilcolina, que los lleva a un estado de
euforia natural. A la larga se acostumbrarán a ese compuesto, pero vendrán otros
nuevos: sueños de oxitocina para los enamorados. Se toman de la mano. Saben que no
necesitan buscar más pues encontraron la felicidad absoluta en la persona que camina a su
lado: y es que hay más cosas en la Tierra que sólo reacciones químicas.