1. Sexo: entre la liberación y la inhibición.
Más desprejuiciada y flexible, abierta a la experimentación y a la búsqueda sin tabúes del
placer, la sexualidad de los argentinos es reflejo de una sociedad
en que las mujeres ganaron protagonismo y hay una mayor tolerancia frente a la diversidad.
Pero en la que persisten fobias y obsesiones, y es frecuente
la falta de deseo
Por Laura Di Marco para LA NACION .
Pablo tiene 40 años; Florencia, 37. Llevan siete años de matrimonio, tienen dos hijos chiquitos
y una agenda agitada: él está haciendo un posgrado para
poder acceder a un puesto mejor; ella es abogada, tiene un trabajo estresante y, además, se
pasa varias horas en el gimnasio para mantenerse en forma.
Los dos sostienen la crianza de sus hijos. Resultado: por las noches, agotados, sólo piensan en
dormir. En su semana no queda lugar -o queda muy poco-
para el placer. Y esto no le ocurre sólo a ellos: la falta de deseo sexual es, según las
estadísticas, el principal motivo de consulta en las parejas de
clase media argentina.
***
La reunión comenzó, puntualmente, a las 17, en un departamento de Barrio Norte. Pero no se
trataba de un té común: siete amigas, de entre 45 y 50 años,
habían sido invitadas por la dueña y allí estaban, eufóricas, hablando todas al mismo tiempo y
haciendo chistes sexuales. Se notaba en el aire que algo
estaba por suceder. Y sucedió: de pronto entró la promotora Claudia Arias con una maleta de
juegos eróticos, cremas saborizadas, lencería y disfraces de
leopardo, dispuesta no sólo a vender, sino también a explicar usos y funciones, como si fuera
un taller sexual. En realidad, era un encuentro femenino
de Tupper-Sex , un negocio que en el país explotó en 2006 y que tiene un formato similar a las
reuniones que se hacían veinte años atrás, para vender tuppe-rs
de cocina. Claro que hoy estas mujeres no preguntan por la cocina sino por el placer.
La promotora extrae de su kit un pequeño delfín, que en realidad es un vibrador.
-¿Cuánto sale?, pregunta la dueña de casa, divertida.
-250 pesos, es uno de los más sofisticados: viene con una crema de chocolate y pinceles.
La consigna de la línea erótica es: ningún adulto sin su juguete. Apunta, justamente, al hecho
de que el gran cambio en las prácticas sexuales de los últimos
tiempos está impulsado por la enorme transformación cultural que tuvo -en todos los ordenes y
también en este- el papel de las mujeres.
***
Enero en Punta del Este. El sexólogo Adrián Sapetti se pasea por la playa y de pronto se le
acerca un conocido, un joven de unos 30 años.
-Discúlpeme, sé que está de vacaciones y no quisiera molestarlo, pero me gustaría hacerle una
consulta, ya que estamos...
-Dale, preguntá..., lo alienta el médico, resignado.
-Resulta que quiero hacerme una operación de elongación peneana, porque me siento mal con
ese tema. Estuve averiguando y me cuesta 7500 pesos, ¿qué le parece?
2. Es que, en la lógica del mercado y del consumo como valor, la seducción se compra y también
la autoestima, lo que desnuda una de las grandes obsesiones
argentinas: la necesidad de agradar a los demás, también en el terreno de la intimidad.
***
¿Cómo es hoy el sexo de los argentinos? ¿Cómo se lo practica y qué dice esto de nosotros?
¿Se puede hablar de una cultura sexual argentina? ¿De qué manera
afectó nuestra intimidad la crisis de 2001? ¿Y qué quedó de los setenta, aquella década
bisagra, marcada por la revolución sexual y sus consignas de amor
libre?
Los cambios culturales que se están produciendo en el país son tan profundos que están
impulsando un renovado interés académico en el estudio de la sexualidad,
desde disciplinas como la antropología, la medicina, la historia, la sociología... El Instituto de
Investigación Gino Germani, de la Universidad de Buenos
Aires, cuenta con un área de estudios sobre sexualidades, donde se formó un equipo
especializado de sociólogos. La Facultad de Medicina incorporó el año
pasado la sexualidad como materia. Y también lo hizo el Instituto de Investigaciones sobre
Género, en la Facultad de Filosofía de la UBA.
Desde estas diversas disciplinas, los expertos coinciden en que el cambio más significativo que
experimentó la sociedad argentina en los últimos años radica
en la flexibilización y en la apertura en la sexualidad, expresada en la caída de viejos tabúes e
impulsada, básicamente, por el cambio en el rol social
de las mujeres.
Afirmadas en su nuevo papel de consumidoras y con una autonomía económica, la nueva
independencia de las mujeres argentinas de clase media se expresa, también,
en el terreno de su vida sexual. El hecho de que, más allá de la reproducción, las mujeres se
hayan hecho cargo de su sexualidad y esa área ocupe hoy una
parte central en sus vidas constituye uno de los ejes de esta revolución cultural silenciosa, con
un fuerte impacto en los hombres.
El mercado parece haber advertido el nacimiento de estas nuevas consumidoras, y por eso
sale a ofrecer productos novedosos: las reuniones de tuppersex a
domicilio son escenas que hubieran sido impensables apenas quince años atrás. También los
talleres sexuales y de erotismo reflejan estos intereses femeninos
en auge.
Algunos laboratorios están elaborando productos, con hormonas, similares al Viagra pero
dirigidos al mercado femenino. "Las mujeres no tienen educación
para el placer, pero quieren adquirirla: esta inquietud surge en todas las reuniones", explica
Claudia Arias, de la firma de tuppersex Maleta Extasy.
Esta flexibilidad también se expresa en una mayor aceptación de prácticas sexuales variadas,
como en el sexo "express", tanto para hombres como para mujeres.
En términos culturales, este cambio puede traducirse como la caída del tabú que imponía a las
mujeres tener sexo sólo por amor o en el marco de una relación
estable. "Algunos dinosaurios quedan todavía -señala el sexólogo Adrián Sapetti, presidente de
la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana-, pero ya nadie
hoy liga a una mujer con la prostitución por tener relaciones sexuales casuales, en paridad con
los derechos de un hombre."
Así, con lo bueno y con lo malo, las mujeres también han comprado el ideario cultural
masculino del touch and go (relación sexual casual), un término casi
deportivo que hoy también es legitimado por ellas. "Así, el hecho de que los hombres crean que
3. todas las mujeres quieren casarse también hoy resulta un
nuevo mito", alerta Sapetti.
La palabra clave aquí es "paridad", entendida como el permiso para ejercer los mismos
derechos sexuales. Pero además, en las últimas décadas, se impuso
un discurso de mayor tolerancia hacia la diversidad sexual, en todas sus variantes, lo que a su
vez se tradujo en leyes, como por ejemplo la Unión Civil
para los homosexuales. Las minorías sexuales en la Argentina se hicieron más visibles, y
mejoraron su situación jurídica.
Claro que esta mayor tolerancia cultural parece reconocer ciertos límites, tanto geográficos
como económicos. La filósofa Diana Maffía, experta en cuestiones
de género y legisladora por la Coalición Cívica, lo explica así: "Es una diversidad que puede
consumir y que está impulsada más por el mercado económico
que por la cultura o la política. Se ofrecen desde hoteles de lujo para gays con poder
adquisitivo hasta circuitos especiales. Es decir, por ahora, la
diversidad está asociada a la capacidad de consumo".
Los permisos sociales también dan luz verde a dos valores eróticos centrales para la clase
media: la experimentación y lo que se conoce como la sofisticación
del placer.
"Quizá hoy la novedad sea que, antes que cualquier otra práctica, es la ausencia de sexo lo
que está peor visto", observa el sociólogo Mario Pecheny, docente
e investigador de la UBA y el CONICET.
Claro que estos valores conviven con el aburrimiento y la falta de deseo, principal causa en las
consultas de parejas y matrimonios de clase media, según
las estadísticas que maneja la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (Sash).
A la cama con la crisis
¿Las causas? Son varias, pero la preocupación por el dinero es, sin duda, un motivo central,
que impacta de lleno en la cama de los argentinos. No parece
un hecho menor, en un país acostumbrado a vivir de crisis en crisis.
Economía y sexo van de la mano en la Argentina, en una conexión bastante poco romántica.
En su lenguaje lacaniano, el psicoanalista Sergio Rodríguez, fundador
de la revista Psyché , ensaya una hipótesis: "la producción de dinero es el valor fálico central
de esta sociedad, en un país en el que es relativamente
fácil, para la clase media, generar plata, tanto como perderla. De ahí que, cuando el castillo de
naipes se cae, en donde primero repercute es en la sexualidad".
Por un lado, las crisis económicas constantes y la incertidumbre laboral, que absorben energía
mental. Y por el otro, encadenada a esta incertidumbre, las
exigencias que trae la carrera por el progreso social y material. Es decir, muchas horas de
trabajo, cursos de entrenamiento, másters, posgrados, gimnasio...
"El cerebro es el principal órgano sexual: allí es donde se construye el deseo -dice la sexóloga
Diana Resnicoff, también de Sash-. Y si está ocupado constantemente
con otras cosas y otras preocupaciones, como en el disco rígido, no hay allí espacio para el
placer".
Pero en la sexualidad de los varones argentinos no sólo acecha la amenaza del desempleo,
sino también la desjerarquización laboral. "Que un hombre baje
escalones, como pasa en las crisis, y pase de ser jefe a pinche, o que lo congelen en su
puesto, repercute directamente en su potencia sexual. El fantasma
de ser loosers [perdedores] los acecha todo el tiempo a los varones argentinos."
4. En los sectores populares, la sexualidad -y sus preocupaciones- es muy diferente. "La gente
pobre no está preocupada por la falta de placer, sino por disfuncionalidades
orgánicas. Las preocupaciones son más básicas", afirma Rodríguez, que ha trabajado y
entrevistado familias en las villas porteñas.
***
Como tantas otras noches, la pantalla argentina muestra un desfile hot en un canal abierto. El
conductor está desaforado mientras describe el pasaje de
chicas exuberantes que lucen sus colas y lolas ante los ojos del país. El locutor grita, está
eufórico. Su trou pe se ríe, le festeja los chistes, cada
vez más sexistas. Mientras él habla, una chica está dando una clase de sexo oral por tevé, con
un corcho y una copa. Es la misma que, un par de meses atrás,
había actuado un orgasmo en cámara.
Claro que, mientras los medios bombardean la pantalla con sexo a toda hora, y cuando
potencialmente cualquiera puede tener una relación sexual ocasional
con sólo salir a la calle o con una rápida búsqueda en Internet, lo que sucede en la realidad es
muy distinto: la cama de los argentinos está plagada de
fobias y fantasmas. Y, como dicen los protagonistas en las consultas con especialistas, también
de aburrimiento por la rutina.
Contra lo que podría suponerse, la saturación de la pantalla con un sexo cada vez más
explícito no ayuda a mejorar las cosas, sino todo lo contrario. Sergio
Rodríguez es lapidario cuando sostiene que la televisión arrasó con la sexualidad.
En la misma línea opina la psicóloga Inés Olivero, coordinadora de grupos mixtos a los que
acuden parejas para buscar respuestas a su insatisfacción. "Es
que para que haya necesidad, primero tiene que haber carencia y misterio. ¿Y qué misterio va
a haber si está todo expuesto? Por eso, las prohibiciones
al sexo que imponía la religión funcionaron siempre como grandes afrodisíacos. La verdad es
que tanto la prohibición como el exceso forman parte de un
mismo fenómeno: la inhibición de la vida sexual", señaló.
***
César D entra a una farmacia sin receta. Se acaba de separar y para aquella noche arregló una
salida con una mujer. Se siente inseguro, tiene 50 años y
decide llevar una pastilla estimuladora a la cita, para sentirse mejor. Por las dudas. Conoce al
farmacéutico, que finalmente le termina vendiendo un potenciador
sexual, a pesar de que ningún médico se lo recetó.
-Estoy con poca plata; no sé, dame una que no sea muy cara.
-Hay de todos los precios, esta te sale cinco pesos.
Tal como sucede con los celulares, el mercado de los potenciadores eróticos parece haber
creado un producto para cada clase social. De hecho, los laboratorios
fabricaron sildenafil económico. Hay pastillas por 5 pesos, mientras otras, como el Viagra,
destinados a la clase media y alta, cuesta 20.
El mercado del Viagra -o los potenciadores eróticos- está en constante crecimiento, lo que
indica, si lo vemos por el lado bueno, que los argentinos buscan
defender con todos los medios su vida erótica, a pesar del malestar y las crisis. En 2008 se
vendieron unas 3.500.000 cajas de sildenafil, una droga sexual
que salió al mercado en 2001 y cuyas ventas no pararon de crecer desde entonces. Si en 2001
competían siete laboratorios por la fabricación de la droga,
hoy lo hacen 40, en un mercado que claramente se multiplicó.
6. Las fobias sexuales masculinas y femeninas ocupan el tercer puesto en el ranking. La fobia de
los varones puede ser a la penetración y la de ellas, al semen
o a tocar los genitales del varón. El retardo eyaculatorio y el complejo del pene pequeño
ocupan el cuarto y quinto lugar entre las obsesiones del mundo
masculino. En esta década, aseguran los especialistas, los argentinos estaban más
preocupados por el tamaño de su pene que por el HIV, una preocupación
típica de los 90. En realidad, el tamaño del pene es un mito, según los sexólogos, porque esto
no influye en la calidad de la sexualidad. En todo caso,
se trata de un mito que conserva su hechizo desde que existe la promesa -vía una operación
problemática, hay que aclarar- de elongarlo.
El vaginismo -contracción involuntaria de la vagina-, el coito doloroso y el matrimonio no
consumado -imposibilidad de lograr la penetración, muchas veces
por causas psicológicas- completan los problemas sexuales que originan las consultas
femeninas.
El último puesto, para los varones, lo ocupan la andropausia y las crisis de identidad sobre su
sexualidad: es decir, no saber si les gustan los hombres
o las mujeres.
L. D. M. .
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