2. “En aquél tiempo los
discípulos vinieron a
Jesús, diciendo:
¿Quién es el mayor en
el reino de los cielos?”
(Mateo 18:1)
3. • Comprender de qué modo el cielo, y los seres humanos, miden
la grandeza.
• Percibir cómo Dios reconoce la verdadera grandeza, y anhelar
el reconocimiento divino por encima de todas las honras
humanas.
• Procurar vivir una vida orientada al servicio, sin esperar nada a
cambio.
4. Que hayamos nacido en una gran ciudad, o en una aldea donde no
había agua corriente, no marca una gran diferencia: somos –en gran
medida– el resultado de la cultura y del ámbito en el que hemos
crecido.
Y si nos instalamos en un nuevo ámbito, aquél en el que hemos sido
criados dejará su marca indeleble en nosotros. Desgraciadamente, la
mayoría de las culturas humanas conspira contra los principios del
reino de Dios.
Al fin de cuentas, éste es un mundo caído, y sus valores reflejan ese
estado.
5. La grandeza de la
humildad
En un mundo extremadamente
competitivo, muchas veces somos
tentados por algunos conceptos de
la sociedad moderna, como procurar
siempre el primer lugar, el éxito en
todo, aun cuando esto signifique
dejar en segundo lugar nuestra fe,
nuestro carácter y hasta nuestra
dignidad.
Sin percibirlo, podemos buscar para
nuestra vida un proyecto distinto al
que Dios tiene para nuestra
salvación.
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
6. La grandeza de la
humildad
¿Hemos tenido que lidiar con alguien
que se creía mejor que otros en la
iglesia o el trabajo o la escuela?
¿O conocido a alguien con
comportamiento arrogante?
¿Por qué razón Jesús presentó a un
niño para tratar el tema de la
humildad?
¿Cuáles son otras actitudes e ideas
que manifestamos a causa de
nuestro contacto con el mundo, a
pesar de que están en conflicto con
la Palabra de Dios?
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
7. La grandeza de la
humildad
Uno de los principales indicadores de
humildad es la obediencia, poner la
Palabra de Dios por encima de nuestra
propia voluntad.
Si Adán y Eva hubieran permanecido
humildes, no habrían pecado. Tanto el
Árbol de la Vida, como el del
Conocimiento estaban en el medio del
jardín.
Al contrario de lo que podríamos pensar,
Dios no quiere que nos presentemos
perfectos ante Él. Él desea
perfeccionarnos, y por el poder del Espíritu,
hacernos humildes.
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
8. «Así que, cualquiera que se humille como este niño,
ése es el mayor en el reino de los cielos» (Mateo 18:4)
¿Qué significa ser humilde
como un niño pequeño?
Un aspecto importante es la
obediencia. Aceptar la
Palabra de Dios antes que
nuestra propia voluntad.
La persona verdaderamente
humilde actúa tal como es, sin
intentar aparentar otra cosa.
Por eso, ante Dios la
verdadera grandeza está en lo
que somos y no en lo que
hacemos exteriormente.
9. Para los judíos, la expresión máxima de
misericordia era perdonar cuatro veces.
Para parecer algo más amable, Pedro
preguntó a Jesús si debía perdonar siete.
Si estuviéramos en lugar de Pedro, ¿cuál
sería nuestra pregunta con respecto a la
cantidad de veces para perdonar a
alguien? ¿Cuál sería nuestra sugerencia?
La grandeza del perdón
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
10. ¿Somos lo suficientemente amables y
respetuosos como para perdonar a
alguien que se equivocara varias veces
con nosotros?
¿Hemos estado en alguna situación en la
que tuvimos que pedirle perdón a
alguien más de una vez por el mismo
error?
¿Cuál fue la actitud de esas personas?
O, por el contrario, ¿hemos necesitado
perdonar a alguien que “otra vez” se
equivocó con nosotros?
¿Cuál fue su reacción?
La grandeza del perdón
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
11. El concepto de Jesús sobre el perdón tiene
que ver con la longanimidad, y no sólo
con una misericordia espontánea.
El perdón no es algo que hacemos por los
demás, sino algo hecho primariamente en
nuestro propio favor, pues al perdonar,
nuestra mente queda en paz con Dios y
con el prójimo.
Cuando entendemos realmente lo que
significa la gracia de Cristo, perdonar se
vuelve algo más favorable para nuestro
comportamiento hacia el prójimo.
La grandeza del perdón
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
12. «Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas
veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete» (Mateo 18:21-22)
Jesús nos enseñó que nunca debemos dejar de perdonar.
Perdonar a los que nos ofenden nos beneficia tanto a
nosotros como al perdonado, y restaura las relaciones rotas.
¿Qué método debemos seguir a la hora de perdonar las
ofensas, según nos lo enseñó Jesús en Mateo 18:15-17?
Ir directamente al
hermano.
Si no escucha, llevar
uno o dos testigos.
Si sigue sin querer
escuchar, plantearlo
a la iglesia.
¿Perdonar 490 veces?
Cualquier otra forma de tratar las ofensas o errores de los
demás entra en el campo de la crítica y la difamación.
13. Ídolos del alma
¿Qué es un ídolo?
¿Cuáles son los principales ídolos del
alma?
¿Cuál era el mayor ídolo para este
Joven Rico con el que Jesús habló?
¿Estamos dispuestos a abandonar todo
por amor a Jesús?
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
14. Ídolos del alma
El Evangelio debe penetrar en nuestro
corazón, llegar hasta los ídolos del alma,
o a cualquier cosa a la que estemos
apegados, que sea un obstáculo en
nuestra relación con Dios, y que debe ser
eliminado.
Mediante la obra del Espíritu Santo es
que la Palabra de Dios se aplica como
un concepto real en nuestra mente.
Si dejamos de tener una comunión
estrecha con Dios y no leemos su
Palabra, limitamos la obra del Espíritu en
nuestra mente y la transformación que Él
espera hacer en nosotros.
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
15. «Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
ven y sígueme» (Mateo 19:21)
Aunque la salvación es por fe, solo aquel que está dispuesto
a dejarlo todo por Aquel que le salvó podrá alcanzar la
perfección por la gracia de Dios.
¿Piensas que en el Cielo podrás guardar un rincón en tu
corazón donde no quieras que entre Jesús? Hoy es el día de
abrir todo nuestro corazón a Jesús.
Este joven rico era un celoso guardador de los
mandamientos. No obstante, sentía que esto no era
suficiente para ser salvo. Anhelaba la salvación.
Jesús le enseñó que la perfección (que el joven
confundía con la salvación) solo se obtiene cuando
abandonamos todos los «ídolos del alma».
16. ¿Qué hay en esto
para nosotros?
“Nosotros hemos dejado todo, y te
hemos seguido, ¿qué pues
tendremos?” (Mateo 19:27)
¿Hemos pensado que, por haber
dejado todo por Cristo, merecemos
algo como compensación?
¿Qué obtenemos, en la práctica,
cuando aceptamos a Cristo como
nuestro Salvador?
¿Cuántos de nosotros hemos perdido
nuestro trabajo, u oportunidades, por
ser adventistas del séptimo día?
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
17. ¿Qué hay en esto
para nosotros?
La vida, con frecuencia, se vuelve una lucha,
y lo bueno en este mundo no siempre
compensa el mal que tenemos que sufrir.
Para salvarnos, Cristo murió en la cruz, y
nosotros deberíamos sufrir –como mínimo– lo
mismo que Él. Pero en su gracia y
misericordia, sufrimos sólo las consecuencias
naturales del pecado en este mundo, y Él nos
promete la eternidad.
Con argumentos distorsionados, muchos
creen que el cristiano debe tener riqueza y
salud, pero Cristo nos dice: “Niéguense a sí
mismos, tomen su cruz, y síganme”. Lo que
excede de esto, en forma de los muchos
milagros que recibimos, queda por cuenta de
su infinita sabiduría y misericordia.
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
18. «Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí,
nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido; ¿qué, pues, tendremos?» (Mateo 19:27)
Aunque no debe ser la motivación para seguir a
Jesús, es bueno que conozcamos los beneficios del
discipulado: «recibirá cien veces más» que lo que
tenga que abandonar, «y heredará la vida eterna»
(Mateo 19:29).
Jesús ilustro esta idea con la parábola de los
jornaleros. Concertó con los primeros un salario de
un denario. Después, a diversas horas del día fue
contratando a otros jornaleros. Cuando llegó la
hora de recibir el salario, los que menos habían
trabajado recibieron lo mismo que los que
trabajaron todo el día: un denario.
La recompensa futura es igual para todos: Recibirás
de Jesús lo que Él ha prometido (Mateo 20:1-16).
19. «El Señor desea que confiemos en él sin hacer
preguntas con respecto a nuestra recompensa.
Cuando Cristo mora en el alma, el pensamiento de
recompensa no primará. Este no es el motivo que
impulsa nuestro servicio. Es cierto que, en un
sentido secundario, debemos tener en cuenta la
recompensa. Dios desea que apreciemos las
bendiciones que nos ha prometido. Pero no quiere
que estemos muy ansiosos por la remuneración, ni
que pensemos que por cada deber hemos de recibir
un galardón. No debemos estar tan ansiosos de
obtener el premio, como de hacer lo que es recto,
independientemente de toda ganancia. El amor a
Dios y a nuestros semejantes debe ser nuestro
motivo»
Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 329
20. “Podemos”
La respuesta de Santiago y Juan fue
irreflexiva, pues identificarse con la
gloria futura de Cristo, significaba
primero participar de su sufrimiento y
muerto, algo que ellos no habían
previsto y para lo cual no estaban listos.
¿Podríamos tener que beber del cáliz (el
sufrimiento y la muerte) que Jesús sufrió?
¿Estamos preparándonos para estar
presentes ante el Señor en su Venida?
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
21. “Podemos”
Si queremos que Dios concrete nuestros
sueños, primero debemos incorporar los
sueños de Dios en nuestras realizaciones
personales.
A causa de la fe, muchos deberán
entregar su vida, pero testificando con
amor y celo en favor de nuestro Señor,
participando –de ese modo– del cáliz de
sus sufrimientos.
Mediante el poder del Espíritu Santo
actuando en nuestra vida, como reflejo
de nuestra comunión con Dios y el
estudio de la Palabra, podremos soportar
todas las pruebas que nos sobrevengan,
pues así lo prometió el Señor.
ÍDOLOS DEL ALMA
(Y OTRAS LECCIONES)
22. «El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo
con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi
derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para
quienes está preparado por mi Padre» (Mateo 20:23)
Poco después de ser reprendidos por
querer destruir una aldea samaritana
(Lucas 9:51-56), Jacobo y Juan se
acercaron a Jesús para solicitarle puestos
de honor en el Reino (Mateo 20:20-23).
23. «El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo
con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a
mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos
para quienes está preparado por mi Padre»
(Mateo 20:23)
Jesús les respondió que, para que
alguien tenga un lugar de honor en el
Reino tiene que cumplir dos
requisitos básicos:
1. Compartir los padecimientos
de Jesús.
2. Ser un servidor de sus hermanos.
Jesús ha reservado un
puesto de honor en
los Cielos para todos
los que estemos
dispuestos a cumplir
en esta tierra estos
requisitos.
24. CONCLUSIONES
1. La verdadera grandeza reside en las actitudes de un niño
dependiente, inocente y humilde. Un niño hace preguntas
porque reconoce que no entiende las cosas, y sigue las
orientaciones de los adultos, sin preocuparse en ser más
importante que los demás.
2. Dios nos perdona, aun cuando no lo merezcamos. El perdón
que Dios ofrece transforma nuestro corazón, y debe ser
compartido, aún con los que no lo merezcan. Si no
perdonamos, todavía debemos ser transformados por el
poder del perdón y, de hecho, aún no hemos sido perdonados.
25. CONCLUSIONES
3. Como el joven rico, podemos llevar una vida religiosa
respetable delante de los hombres, pero lamentable ante
Jesús. Aunque procuremos cumplir con las formas de la Ley,
podemos estar lejos de practicarla en su esencia, que es el
amor. Jesús abandonó su gloria para salvar a la humanidad, y
el joven no estuvo dispuesto a abandonar sus riquezas para
ayudar a otros.
4. En lugar de pedir un lugar a la izquierda y la derecha de la
cruz, Santiago y Juan deseaban un lugar a ambos lados del
trono. No estaban preparados para el trono, pues deseaban
poder. Dios no promete a nadie un lugar en el trono, sino una
recompensa igual para todos: vida eterna en su Reino. En
lugar de un trono, Dios ofrece el poder del servicio abnegado.
26. «En el reino de Dios no se obtiene un puesto por
medio del favoritismo. No se gana, ni es otorgado por
medio de una gracia arbitraria. Es el resultado del
carácter. La cruz y el trono son los símbolos de una
condición alcanzada, los símbolos de la conquista
propia por medio de la gracia de nuestro Señor
Jesucristo…
Aquel que ocupe el lugar más cerca de Cristo, será el
que haya bebido más profundamente de su espíritu
de amor abnegado—amor que “no es jactancioso, no
se envanece, ... no busca lo suyo, no se irrita, no
guarda rencor” (1 Corintios 13:4, 5),—amor que
induce al discípulo, así como indujo a nuestro Señor,
a darlo todo, a vivir y trabajar y sacrificarse aun
hasta la muerte para la salvación de la humanidad»
Los hechos de los apóstoles, p. 433
27. Te invito a bajar y estudiar cada una de las 13 lecciones
que tratan sobre el tema:
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