El minero escribe una carta a Manuel Llaneza mientras camina al cementerio a dejar flores y una queja. Extraña los tiempos pasados con Manuel desde que él se fue, y sólo queda silencio. Como minero, sólo piensa en su familia y en trabajar duro para que su hijo pueda estudiar y no tenga que bajar al pozo, continuando la tradición minera de su padre. El minero no presta atención a las voces externas que quieren ganar gloria con el esfuerzo de los mineros.