La Nueva Política Económica trató de revertir la crisis en la que se encontraba sumida Rusia a causa de la guerra civil y la agresión extranjera. La revolución había logrado sobrevivir, pero a costa de un enorme coste: la producción agrícola había descendido respecto a 1914 en un 60%, la producción industrial había quedado reducida a un 15%, la emigración al campo y el despoblamiento de las ciudades era galopante y el nivel de vida de la población estaba bajo mínimos.. El invierno de 1920 y 1921 se caracterizó por su extremada dureza y junto al hambre causó más de dos millones de muertos.