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JOSEFINA R. ALDECOA “HISTORIA DE UNA MAESTRA”.
1. Gabriela López Pardo, Maestra... el fin de una etapa y el comienzo de un
sueño.
2. «¿Quién sabe leer?» Y un niño menudito y rubiaco dijo: «Yo.» «¿Y los
demás?», insistí. «Los demás no saben», contestó él. «Si supieran no
estarían aquí...» «¿Dónde estarían?», pregunté estúpidamente. Y él
sonrió lacónico y dijo: «Trabajando».
3. Sólo los niños acudían a su cita diaria. Yo trataba de atenderlos a todos.
Hacía y deshacía grupos. Por edades, por tamaños, por inteligencias.
Explicaba y repetía una y otra vez: «¿Entendéis?» Asentían con un
tímido movimiento de cabeza y me escuchaban.
4. Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En primera fila
estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos con
pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños
entre seis y catorce años, indicaba la lista que había encontrado sobre la
mesa. Escuela unitaria, mixta, así rezaba mi destino.
5. «La joya más preciosa carece de valor si la comparamos con un niño. La
planta más hermosa es sólo una pincelada de verdor; la máquina más
complicada es imperfecta al lado de ese pequeño ser que piensa, ríe y
llora. Y ese ser maravilloso, ese hombre en potencia ante el cual se
doblega la Naturaleza, os ha sido confiado, mejor dicho, os será confiado
a vosotras...»
6. «Respeta a los demás, respeta y trata de comprender a los otros.»
7. –Y qué tiene que aprender las mujeres –dijo– . Tarea les sobra con
atender la casa y los animales.
8. La escuela sería mi único recurso. Por entonces ya empezaba a sentir esa
profunda e incomparable plenitud que produce la entrega al propio oficio.
Me sumergía en mi trabajo y el trabajo me estimulaba para emprender
nuevos caminos. Cada día surgía un nuevo obstáculo y, a la vez, el reto de
resolverlo. Los niños avanzaban, vibraban, aprendían. Y yo me sentía
enardecida con los resultados de ese aprendizaje que era al mismo
tiempo el mío.
9. Yo me decía: No puede existir dedicación más hermosa que ésta.
Compartir con los niños lo que yo sabía, despertar en ellos el deseo de
averiguar por su cuenta las causas de los fenómenos, las razones de los
hechos históricos. Ese era el milagro de una profesión que estaba
empezando a vivir y que me mantenía contenta a pesar de la nieve y la
cocina oscura, a pesar de lo poco que aparentemente me daban y o mucho
que yo tenía que dar. O quizás por eso mismo.
10. Aproveché la ocasión para hacerles ver que, a pesar de todo lo que
oyeran, el hombre y la mujer no son diferentes por la inteligencia ni la
habilidad, sino por la fisiología.
11. La fuerza física es una cosa, les expliqué. Pero hay otra fuerza que es la
que nos hace discurrir y resolver situaciones difíciles..
12. Educación, cultura, libertad de acción, de elección, de decisión. Y lo
primero de todo, condiciones de vida dignas, alimentos, higiene, sanidad.
13. –Te das cuenta –decía Ezequiel– de cómo reaccionan cuando se les da una
oportunidad.
14. La educación y la justicia y la salvación de los hombres por el trabajo
bien hecho y bien pagado eran conceptos que a él le gustaba discutir y
desarrollar en las charlas que tenía con nosotros al caer la tarde.
15. –Teniendo en cuenta –me decía Ezequiel– que el treinta y dos por ciento
de los mayores de diez años son analfabetos en este país nuestro.
16. «Primero leer y aprender; luego ya vendrá lo demás».
17. «Sé que tienes razón. Pero ignoran sus derechos, sus necesidades, son
fáciles de convencer por cualquiera, están en manos de quien mejor los
sepa manejar. Yo no quiero hacer política; quiero sólo defenderles de la
política...»
18. Una ternura protectora me embargaba cada vez que descubría el
esfuerzo que había significado para Ezequiel llegar hasta aquel pueblo,
hasta aquella escuela con su cama y su maleta por toda posesión y su
título de maestro por todo futuro.
19. Yo creía en la cultura, en la educación, en la justicia. Amaba mi profesión
y me entregaba a ella con afán.
20.«Es deber imperativo de las democracias el que todas las escuelas,
desde la maternal a la Universidad, estén abiertas a todos los
estudiantes en orden no a sus posibilidades económicas, sino a su
capacidad intelectual»
21. «La escuela ha de ser laica. La escuela sobre todo ha de respetar la
conciencia del niño. La escuela no puede ser dogmática ni puede ser
sectaria...»
22.Parecía que la República iba a hacer de la enseñanza el corazón de su
reforma.
23.Pero había algo que nos preocupaba más que el dinero: la falta de
consideración social que sufría nuestra profesión. Sabíamos de
compañeros que eran auténticos esclavos de los caciques de sus pueblos.
Otros se convertían en criados distinguidos de unos padres que, en su
ignorancia, les exigían dedicación absoluta a lo único que les interesaba:
cuentas, cuentas y cuentas. Cualquier intento de hacer de la escuela un
lugar atractivo era rechazado por los padres influyentes del lugar.
24.«...Cuando todo español, no sólo sepa leer, que ya es bastante, sino tenga
ansias de leer, de gozar y divertirse, si, de divertirse leyendo, habrá una
nueva España»
25.Yo tenía en mi escuela cuarenta niñas, Ezequiel treinta y dos niños, todos
entre los seis y los catorce años.
26.Había observado en las escuelas anteriores, todas mixtas, que los niños
eran más vivos, más rápidos en la comprensión, se interesaban más por
todo y no tenían miedo a equivocarse. Las niñas ponían más atención, eran
más constantes; trabajaban con paciencia y remataban con finura sus
trabajos, pero eran más pasivas.
27.Por eso prefería tenerlos juntos. Me parecía que se estimulaban más, que
las características de los unos ayudaban a completar los rasgos de las
otras. Juntos, se desarrollaban mejor como personas.
28.Conocía muy bien la lucha de las escuelas unitarias para vencer las
dificultades de enseñar a la vez a niños de edades muy distintas.
29.Quiera que no, tiene usted una escuela como él. Pero ¿quién cocina, quién
lava, quién plancha, quién brega con la niña? Que a él bien le veo yo de
sube y baja a la Plaza y a la mina.
30.Había luchado por imbuir a las mujeres en mis clases de adultos la
conciencia de sus derechos. Y sin embargo, ahora me veía atrapada en mi
propia limitación.
31. Mateo necesitaba una atención individual que Ezequiel apenas podía
dedicarle, de modo que yo decidí hacerme cargo de él un rato cada día a
la salida de la escuela. Aquélla fue una buena solución y poco a poco
observamos los dos los progresos lentísimos pero evidentes del
muchacho.
32.La escuela es del Estado, la paga el Estado y eso quiere decir que es de
todos, los listos y los tontos, los aplicados y los vagos. Todos tienen
derecho a recibir una buena educación.
33.–Yo no creo que haya que politizar a los niños –continué– . Creo que hay
que educarlos para que sean libres, para que sepan elegir por sí mismos
cuando sean adultos.
34.–No es posible la violencia. Nunca la violencia –dije.
35.Yo anteponía mis obligaciones de maestra y mi atención a Juana a toda
ocupación.
36.Una y otra vez percibía en los ojos absortos el esplendor de los
descubrimientos.
REFLEXIÓN PERSONAL
Una maestra, llamada Gabriela, relata una vida entregada a su profesión
en una época decisiva de la historia de España: los años anteriores a la
República, la República y el principio de la Guerra Civil.
Comienza describiendo la ilusión con la que finaliza sus estudios
preparada para ejercer su carrera profesional. Continúa con sus primeros
destinos como maestra interina, los tres en pequeños pueblos aislados, el
último en la montaña. Describe también su primer destino en Guinea tras
aprobar la oposición, hasta que una enfermedad la aleja del continente
africano, continuando con otro destino en un pueblo hasta su traslado a un
pueblo minero, donde vive la revuelta de los mineros y el inicio de la Guerra
Civil.
Como he dicho anteriormente, en varios pasajes del libro se destaca la
vocación y el espíritu de servicio de Gabriela, que hacen que supere todas
las dificultades que encuentra cada día para ejercer su profesión, llegando
incluso a organizar clases para adultos. Es en esa vocación y en la
satisfacción de ver los avances en el aprendizaje de sus alumnos donde
consigue la fuerza necesaria para vencer las duras condiciones en que se
ejercía la profesión de maestra en aquella época.
También destacaría la escasez en aquélla época de medios humanos y
materiales, que obligaba a que diesen clase juntos niños desde seis a
catorce años, en la llamada escuela unitaria, con la dificultad que se le
originaba al maestro a la hora de personalizar la enseñanza y de adaptar los
contenidos a la edad.
Otro aspecto destacado es el absentismo escolar. La pobreza de los
pueblos y su dependencia del campo y de los animales hacían que en
determinadas épocas faltasen un gran número de niños a clase.
No menos importante es el concepto de educación en valores que se
puede leer en varias partes del libro: respeto a los demás, comprensión,
cultura, educación, justicia, igualdad.
Otro aspecto que condiciona la labor de Gabriela es el elevado
analfabetismo de la época, aspecto contra el que intenta luchar con todos
sus recursos, incluso dando clases para adultos.
En lo referente al sexismo, era muy difícil para la sociedad española de
la época entender y aplicar la igualdad entre el hombre la mujer, aspecto
que se aborda en varias partes del libro.
También es de destacar la defensa del laicismo en la escuela por parte
de Gabriela, para quien la escuela no puede ser dogmática ni sectaria.
También se muestra Gabriela defensora de la escuela mixta, pues según
ella, las características de los niños ayudan a completar los rasgos de las
niñas.
En lo referente a la igualdad de oportunidades, en varios apartados de
libro se defiende que todos tienen derecho a recibir una buena educación,
independientemente de su condición social.
BIBLIOGRAFÍA:
- Aldecoa, J. R ( 1996 ): Historia de una maestra. Barcelona: Anagrama.

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  • 1. JOSEFINA R. ALDECOA “HISTORIA DE UNA MAESTRA”. 1. Gabriela López Pardo, Maestra... el fin de una etapa y el comienzo de un sueño. 2. «¿Quién sabe leer?» Y un niño menudito y rubiaco dijo: «Yo.» «¿Y los demás?», insistí. «Los demás no saben», contestó él. «Si supieran no estarían aquí...» «¿Dónde estarían?», pregunté estúpidamente. Y él sonrió lacónico y dijo: «Trabajando». 3. Sólo los niños acudían a su cita diaria. Yo trataba de atenderlos a todos. Hacía y deshacía grupos. Por edades, por tamaños, por inteligencias. Explicaba y repetía una y otra vez: «¿Entendéis?» Asentían con un tímido movimiento de cabeza y me escuchaban. 4. Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En primera fila estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos con pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños entre seis y catorce años, indicaba la lista que había encontrado sobre la mesa. Escuela unitaria, mixta, así rezaba mi destino. 5. «La joya más preciosa carece de valor si la comparamos con un niño. La planta más hermosa es sólo una pincelada de verdor; la máquina más complicada es imperfecta al lado de ese pequeño ser que piensa, ríe y llora. Y ese ser maravilloso, ese hombre en potencia ante el cual se doblega la Naturaleza, os ha sido confiado, mejor dicho, os será confiado a vosotras...»
  • 2. 6. «Respeta a los demás, respeta y trata de comprender a los otros.» 7. –Y qué tiene que aprender las mujeres –dijo– . Tarea les sobra con atender la casa y los animales. 8. La escuela sería mi único recurso. Por entonces ya empezaba a sentir esa profunda e incomparable plenitud que produce la entrega al propio oficio. Me sumergía en mi trabajo y el trabajo me estimulaba para emprender nuevos caminos. Cada día surgía un nuevo obstáculo y, a la vez, el reto de resolverlo. Los niños avanzaban, vibraban, aprendían. Y yo me sentía enardecida con los resultados de ese aprendizaje que era al mismo tiempo el mío. 9. Yo me decía: No puede existir dedicación más hermosa que ésta. Compartir con los niños lo que yo sabía, despertar en ellos el deseo de averiguar por su cuenta las causas de los fenómenos, las razones de los hechos históricos. Ese era el milagro de una profesión que estaba empezando a vivir y que me mantenía contenta a pesar de la nieve y la cocina oscura, a pesar de lo poco que aparentemente me daban y o mucho que yo tenía que dar. O quizás por eso mismo. 10. Aproveché la ocasión para hacerles ver que, a pesar de todo lo que oyeran, el hombre y la mujer no son diferentes por la inteligencia ni la habilidad, sino por la fisiología.
  • 3. 11. La fuerza física es una cosa, les expliqué. Pero hay otra fuerza que es la que nos hace discurrir y resolver situaciones difíciles.. 12. Educación, cultura, libertad de acción, de elección, de decisión. Y lo primero de todo, condiciones de vida dignas, alimentos, higiene, sanidad. 13. –Te das cuenta –decía Ezequiel– de cómo reaccionan cuando se les da una oportunidad. 14. La educación y la justicia y la salvación de los hombres por el trabajo bien hecho y bien pagado eran conceptos que a él le gustaba discutir y desarrollar en las charlas que tenía con nosotros al caer la tarde. 15. –Teniendo en cuenta –me decía Ezequiel– que el treinta y dos por ciento de los mayores de diez años son analfabetos en este país nuestro. 16. «Primero leer y aprender; luego ya vendrá lo demás». 17. «Sé que tienes razón. Pero ignoran sus derechos, sus necesidades, son fáciles de convencer por cualquiera, están en manos de quien mejor los sepa manejar. Yo no quiero hacer política; quiero sólo defenderles de la política...» 18. Una ternura protectora me embargaba cada vez que descubría el esfuerzo que había significado para Ezequiel llegar hasta aquel pueblo, hasta aquella escuela con su cama y su maleta por toda posesión y su título de maestro por todo futuro.
  • 4. 19. Yo creía en la cultura, en la educación, en la justicia. Amaba mi profesión y me entregaba a ella con afán. 20.«Es deber imperativo de las democracias el que todas las escuelas, desde la maternal a la Universidad, estén abiertas a todos los estudiantes en orden no a sus posibilidades económicas, sino a su capacidad intelectual» 21. «La escuela ha de ser laica. La escuela sobre todo ha de respetar la conciencia del niño. La escuela no puede ser dogmática ni puede ser sectaria...» 22.Parecía que la República iba a hacer de la enseñanza el corazón de su reforma. 23.Pero había algo que nos preocupaba más que el dinero: la falta de consideración social que sufría nuestra profesión. Sabíamos de compañeros que eran auténticos esclavos de los caciques de sus pueblos. Otros se convertían en criados distinguidos de unos padres que, en su ignorancia, les exigían dedicación absoluta a lo único que les interesaba: cuentas, cuentas y cuentas. Cualquier intento de hacer de la escuela un lugar atractivo era rechazado por los padres influyentes del lugar. 24.«...Cuando todo español, no sólo sepa leer, que ya es bastante, sino tenga ansias de leer, de gozar y divertirse, si, de divertirse leyendo, habrá una nueva España»
  • 5. 25.Yo tenía en mi escuela cuarenta niñas, Ezequiel treinta y dos niños, todos entre los seis y los catorce años. 26.Había observado en las escuelas anteriores, todas mixtas, que los niños eran más vivos, más rápidos en la comprensión, se interesaban más por todo y no tenían miedo a equivocarse. Las niñas ponían más atención, eran más constantes; trabajaban con paciencia y remataban con finura sus trabajos, pero eran más pasivas. 27.Por eso prefería tenerlos juntos. Me parecía que se estimulaban más, que las características de los unos ayudaban a completar los rasgos de las otras. Juntos, se desarrollaban mejor como personas. 28.Conocía muy bien la lucha de las escuelas unitarias para vencer las dificultades de enseñar a la vez a niños de edades muy distintas. 29.Quiera que no, tiene usted una escuela como él. Pero ¿quién cocina, quién lava, quién plancha, quién brega con la niña? Que a él bien le veo yo de sube y baja a la Plaza y a la mina. 30.Había luchado por imbuir a las mujeres en mis clases de adultos la conciencia de sus derechos. Y sin embargo, ahora me veía atrapada en mi propia limitación. 31. Mateo necesitaba una atención individual que Ezequiel apenas podía dedicarle, de modo que yo decidí hacerme cargo de él un rato cada día a
  • 6. la salida de la escuela. Aquélla fue una buena solución y poco a poco observamos los dos los progresos lentísimos pero evidentes del muchacho. 32.La escuela es del Estado, la paga el Estado y eso quiere decir que es de todos, los listos y los tontos, los aplicados y los vagos. Todos tienen derecho a recibir una buena educación. 33.–Yo no creo que haya que politizar a los niños –continué– . Creo que hay que educarlos para que sean libres, para que sepan elegir por sí mismos cuando sean adultos. 34.–No es posible la violencia. Nunca la violencia –dije. 35.Yo anteponía mis obligaciones de maestra y mi atención a Juana a toda ocupación. 36.Una y otra vez percibía en los ojos absortos el esplendor de los descubrimientos.
  • 7. REFLEXIÓN PERSONAL Una maestra, llamada Gabriela, relata una vida entregada a su profesión en una época decisiva de la historia de España: los años anteriores a la República, la República y el principio de la Guerra Civil. Comienza describiendo la ilusión con la que finaliza sus estudios preparada para ejercer su carrera profesional. Continúa con sus primeros destinos como maestra interina, los tres en pequeños pueblos aislados, el último en la montaña. Describe también su primer destino en Guinea tras aprobar la oposición, hasta que una enfermedad la aleja del continente africano, continuando con otro destino en un pueblo hasta su traslado a un pueblo minero, donde vive la revuelta de los mineros y el inicio de la Guerra Civil. Como he dicho anteriormente, en varios pasajes del libro se destaca la vocación y el espíritu de servicio de Gabriela, que hacen que supere todas las dificultades que encuentra cada día para ejercer su profesión, llegando incluso a organizar clases para adultos. Es en esa vocación y en la satisfacción de ver los avances en el aprendizaje de sus alumnos donde consigue la fuerza necesaria para vencer las duras condiciones en que se ejercía la profesión de maestra en aquella época. También destacaría la escasez en aquélla época de medios humanos y materiales, que obligaba a que diesen clase juntos niños desde seis a catorce años, en la llamada escuela unitaria, con la dificultad que se le originaba al maestro a la hora de personalizar la enseñanza y de adaptar los contenidos a la edad. Otro aspecto destacado es el absentismo escolar. La pobreza de los pueblos y su dependencia del campo y de los animales hacían que en determinadas épocas faltasen un gran número de niños a clase. No menos importante es el concepto de educación en valores que se puede leer en varias partes del libro: respeto a los demás, comprensión, cultura, educación, justicia, igualdad.
  • 8. Otro aspecto que condiciona la labor de Gabriela es el elevado analfabetismo de la época, aspecto contra el que intenta luchar con todos sus recursos, incluso dando clases para adultos. En lo referente al sexismo, era muy difícil para la sociedad española de la época entender y aplicar la igualdad entre el hombre la mujer, aspecto que se aborda en varias partes del libro. También es de destacar la defensa del laicismo en la escuela por parte de Gabriela, para quien la escuela no puede ser dogmática ni sectaria. También se muestra Gabriela defensora de la escuela mixta, pues según ella, las características de los niños ayudan a completar los rasgos de las niñas. En lo referente a la igualdad de oportunidades, en varios apartados de libro se defiende que todos tienen derecho a recibir una buena educación, independientemente de su condición social.
  • 9. BIBLIOGRAFÍA: - Aldecoa, J. R ( 1996 ): Historia de una maestra. Barcelona: Anagrama.