1. “Este es mi mandamiento:
Que os améis unos a otros, como yo os he amado. ” (Jn 15, 12)
Pedro Martínez González
2. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
La vida es un don
"La vida del ser humano es un don de Dios, que todos estamos
llamados a custodiar siempre” (Benedicto XVI).
Los sacramentos
son dadores de vida, no
existen por sí mismos sino en
relación y acción directa con
y para la vida. Por eso
podemos afirmar que ambos
valores son Don preciado del
Padre en Cristo por la fuerza
del Espíritu para el desarrollo
de la vida mortal en pro de la
eterna.
3. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
La vida es un regalo del cual nos
hacemos responsables y esta responsabilidad
conlleva:
Recibirla. La vida se recibe y se agradece, la
propia y la de los demás.
Conocerla. La vida es un verdadero desafío.
Promoverla y cuidarla. Es importante que la vida
se desarrolle desde su dignidad propia.
Defenderla. Precisamente por ser el valor más
grande que tiene el ser humano, ha de ser
defendida por encima de todo.
4. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
La vida es un valor absoluto
No hay ningún otro valor por encima de ella.
Además, para el creyente, es también un valor sagrado. A
NADIE le está permitido destruirla, porque es gravemente
contrario a la dignidad de la persona.
Seis principios generales
1. No matarás. El respeto a la vida humana es el principio más universal.
2. Más allá de la ley del talión. La ley del talión es el principio según el cual: ojo
por ojo y diente por diente. Este principio debe de ser eliminado, porque si lo
aplicásemos desencadenaría una espiral de violencia y sufrimiento peor que lo
que se intenta evitar.
5. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
3. Se deben procurar las mejores condiciones posibles en cada caso
para el desarrollo de la vida humana, buscando la mayor y mejor
calidad de vida para cada persona.
4. La vida humana tiene un valor en sí misma que no depende de
las circunstancias en las que se desarrolle. Una vida no vale más o
menos según sus condiciones o contextos, como quieren hacernos
pensar cuando desean justificar su desaparición. Aunque este
disminuida o deteriorada, su valor no depende del grado de salud
o de “normalidad” que tenga, su valor es por sí misma.
5. La persona no es dueña absoluta de su vida ni de la de los demás.
No se puede hacer lo que se quiera con la vida. Somos
responsables de la vida que hemos recibido y, en cierta medida, de
la de los demás.
6. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
6. La vida humana comienza en el momento mismo
de la concepción. Cuando el espermatozoide
fecunda el óvulo, comienza a existir un nuevo ser
humano distinto del padre y de la madre. Un
nuevo ser humano dotado de dignidad y de
derechos; y su primer derechos fundamental es el
derecho a la vida, un derecho que NADIE tiene la
potestad de negarle. Cuando se acaba con una
vida humana, sea cual sea, se produce un
asesinato de hecho, por mucho que se quiera
justificar. No olvidemos que la vida es un derecho
absoluto.
7. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)
Benedicto XVI “Porta Fidei”:
«Por el bautismo fuimos sepultados
con él en la muerte, para que, lo mismo que
Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en una
vida nueva» (Rm 6, 4). Gracias a la fe, esta vida
nueva plasma toda la existencia humana en la
novedad radical de la resurrección. En la medida
de su disponibilidad libre, los pensamientos y los
afectos, la mentalidad y el comportamiento del
hombre se purifican y transforman lentamente,
en un proceso que no termina de cumplirse
totalmente en esta vida. La «fe que actúa por el
amor» (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio
de pensamiento y de acción que cambia toda la
vida del hombre (cf. Rm 12, 2; Col 3, 9-10; Ef 4,
20-29; 2 Co 5, 17).