Sabemos que la vida es un Don de Dios, un regalo gratuito que el Señor nos da sin merecerlo y es la primera vocación a la que estamos llamados.
Para profundizar este tema he visitado varias páginas de Internet y a raíz de esa búsqueda extraigo lo que considero importante para ampliar este tema tan valioso.
“El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1, 26); el segundo relato de la creación expresa la misma idea diciendo que el hombre, tomado del polvo, lleva en sí el soplo divino de la vida. El hombre se caracteriza por su relación inmediata con Dios, propia de su ser; el hombre es “capax Dei” lo que significa reconocer que encima de él hay un ser superior supremo; y por eso está bajo la protección personal de Dios, es algo «sagrado”[1].
1. «Quien vertiere sangre de hombre,
por otro hombre será su sangre
vertida, porque a imagen de Dios hizo
Él al hombre» (Gn 9, 6). Ésta es una
sentencia apodíctica del derecho
divino que no tolera excepciones: la
vida humana es intocable porque es
propiedad divina.
I.-DEFENSA DE LA VIDA
Sabemos que la vida es un Don de Dios, un
regalo gratuito que el Señor nos da sin merecerlo
y es la primera vocación a la que estamos
llamados.
Para profundizar este tema he visitado varias
páginas de Internet y a raíz de esa búsqueda
extraigo lo que considero importante para
ampliar este tema tan valioso.
“El hombre es creado a imagen y semejanza de
Dios (Gén. 1, 26); el segundo relato de la creación expresa la misma idea diciendo que el
hombre, tomado del polvo, lleva en sí el soplo divino de la vida. El hombre se caracteriza
por su relación inmediata con Dios, propia de su ser; el hombre es “capax Dei” lo que
significa reconocer que encima de él hay un ser superior supremo; y por eso está bajo la
protección personal de Dios, es algo «sagrado”1.
“El magisterio de la Iglesia ofrece a la razón humana, también en esta materia, la luz de la
Revelación: la doctrina sobre el hombre enseñada por el magisterio contiene numerosos
elementos que iluminan los problemas aquí tratados. La vida de todo ser humano ha de ser
respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción, porque el hombre
es la única criatura en la tierra que Dios ha "querido por sí misma", y el alma espiritual de
cada hombre es "inmediatamente creada" por Dios ; todo su ser lleva grabada la imagen del
Creador. La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta "la acción creadora de
Dios" y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios
1
RATZINGER, JOSEPH, La sacralidad de la vida humana en www.mercaba.org/OBISPOS/Obis-54.htm
tomado el 24/08/15
BIOÉTICA Y PATERNIDAD RESPONSABLE
2. es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia,
puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente. La
procreación humana presupone la colaboración responsable de los esposos con el amor
fecundo de Dios; el don de la vida humana debe realizarse en el matrimonio mediante los
actos específicos y exclusivos de los esposos, de acuerdo con las leyes inscritas en sus
personas y en su unión”2.
De igual forma la ciencia genética moderna demuestra que “desde el momento en que el
óvulo es fecundado, se inaugura una vida nueva que no es la del padre o la de la madre, sino
la de un nuevo ser humano que se desarrolla por su cuenta”3. Ha mostrado «cómo desde el
primer momento está fijado el programa de lo que será este viviente: un hombre, este hombre-
individuo con sus notas características ya bien determinadas. Desde la fecundación inicia la
aventura de una vida humana: cada una de sus grandes capacidades exige tiempo para
disponerse a la acción»4. Las recientes adquisiciones de la biología humana reconocen que
«en el cigoto que deriva de la fecundación se ha constituido ya la identidad biológica de un
nuevo individuo humano». Si ningún dato experimental puede bastar por sí mismo para
reconocer un alma espiritual, sin embargo, las conclusiones de la ciencia sobre el embrión
humano dan una indicación preciosa para distinguir racionalmente una presencia personal a
partir de este primer momento en que comparece una vida humana: ¿cómo un individuo
humano podría no ser una persona humana?
Frente a esta pregunta, el Magisterio aunque
no se ha comprometido con una afirmación de
índole filosófica, ha enseñado sin embargo de
manera constante que desde el primer
momento de su existencia se debe garantizar
al fruto de la generación humana el respeto
incondicionado debido moralmente al ser
humano en su totalidad corporal y espiritual.
“El ser humano debe ser respetado y tratado
como una persona desde su concepción y, por
lo tanto, desde aquel mismo momento se le
deben reconocer los derechos de la persona,
entre los cuales, sobre todo el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida”.
2
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre el respeto de la vida naciente y la
Dignidad de la Procreación, N° 5.
3
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Declaración sobre el aborto procurado,
12 – 13, en AAS 66 (1974), 738.
4
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre el respeto de la vida naciente y la
Dignidad de la Procreación, N° I,1.
3. II.-ABORTO Y ANTICONCEPCIÓN
EL ABORTO EN LOS
PRIMEROS SIGLOS DE LA
IGLESIA
Un texto bíblico del Antiguo Testamento
(Ex 21,22) condena directamente el
aborto; pero en sí tiene obligada conexión
con el tema el hecho de que la Biblia
"tiende a abarcar en la concepción de la
vida todos los valores positivos de los
vivientes"; el que Dios sea el Señor de la
vida y de la muerte; el que los hijos sean una bendición de Dios. El Nuevo Testamento,
además de ratificar los extremos anteriores, muestra cómo Cristo es la vida del hombre y que
todo lo que hacemos a los demás a El se lo hacemos.
La doctrina de los Santos Padres sobre el aborto, partiendo de la Didaché y terminando con
San Agustín y San Cesáreo de Arles. Para las fuentes de esta época, que no distinguen entre
fetos desarrollados o no, el aborto es "algo peor que el asesinato".
LA ANTICONCEPCIÓN
“La anticoncepción es realizar el acto sexual sin que tenga consecuencias desde el
punto de vista de la procreación, es una decisión consciente contra la “responsabilidad
procreadora” de los actos sexuales. Es decir, es la decisión voluntaria de desligar el acto
sexual del contexto de observancia de la 'responsabilidad procreadora'. (…) De ahí que la
anticoncepción -cuyo fin es regular la fecundidad de los actos sexuales— no sea un acto de
virtud, sino una manipulación técnica de actos sexuales para tener bajo control, por
eliminación, sus consecuencias procreadoras. El control sobre la fecundidad se realiza
independientemente de la dinámica operativa de la sexualidad como inclinatio naturalis ad
coniunctionem maris et feminae. Se trata de un dominio que contradice profundamente las
exigencias fundamentales de la virtud moral”5.
La anticoncepción es “intrínsecamente deshonesta” (HV 14; Catecismo 2370), y no porque
así lo dice la Iglesia, sino porque en ella los esposos “se atribuyen un poder que sólo a Dios
pertenece, el poder de decidir en última instancia la venida de una persona humana a la
existencia. Es decir, se atribuyen la facultad de ser depositarios últimos de la fuente de la
vida humana, y no sólo la de ser cooperadores del poder creador de Dios. En esta perspectiva,
5
PARDO, JOSE MARIA. Racionalidad de la apertura a la vida y anticoncepción, en SCRIPTA
THEOLOGICA 41 (2009/1) pp. 136-137.
4. la anticoncepción se ha de considerar objetivamente tan profundamente ilícita que jamás
puede justificarse por razón ninguna” (Juan Pablo II, 17-9-83).
Con más razón, a no ser que haya una grave causa terapéutica, habrá que excluir “la
esterilización directa, perpetua o temporal” (HV 14), que disocia totalmente amor y
fecundidad.
“Los métodos anticonceptivos son aquéllos que, por medios químicos o mecánicos,
desconectan radical y artificialmente la sexualidad de su posible consecuencia natural
procreativa. Todos ellos, son gravemente insanos. Los anticonceptivos químicos producen
efectos secundarios negativos de mayor o menor importancia. Las barreras mecánicas
quitan espontaneidad y dignidad al acto sexual, y pueden causar lesiones a la mujer. La
interrupción del coito, cuando es una práctica
reiterada, puede producir anomalías importantes,
neurosis, eyaculación precoz, frigidez femenina.
Pero lo peor de la regulación artificial de las
concepciones es su inmoralidad. La
anticoncepción es intrínsecamente deshonesta, y
por tanto la paternidad responsable no puede
realizarse mediante su ejercicio. Es una acción
tan ciertamente mala que ninguna circunstancia,
ni tampoco ninguna finalidad posible, por noble
que sea, puede justificarla y hacerla moralmente buena.
1.–La anticoncepción impide la recíproca donación plena de las personas, que no llegan a
entregarse mutuamente del todo, como es propio del amor conyugal, sino que se unen sin
comunicarse la virtualidad genésica que poseen. La anticoncepción desvirtúa así la verdad
íntima del acto sexual, falsifica el amor conyugal, y es indigna del amor entre personas.
2.–La anticoncepción ofende a Dios Creador, que es quien infunde un alma humana a lo
concebido en la unión sexual. Como ya vimos, la razón natural es capaz de conocer que en
el hombre hay un alma, y que esta alma no puede tener origen en los padres, sino que sólo
puede proceder del Creador. Pues bien, la anticoncepción, haciendo necesariamente
infecunda la unión sexual que de suyo puede ser fértil, llama a Dios, en el acto sexual, y al
mismo tiempo lo echa fuera, pues es una unión sexual anticonceptiva.
Es falso pensar que la anticoncepción se justifica cuando busca fortalecer el amor conyugal,
pues la sexualidad anticonceptiva no es un amor conyugal, sino una desfiguración y una
perversión del mismo. Las prácticas conyugales anticonceptivas, cerrándose a la posible
transmisión de vida, es decir, clausurándose en el egocentrismo, no son más que la expresión
5. de un amor sensual, que al no expresar la verdadera donación interpersonal, sólo conseguirá
ir arruinando el verdadero amor del matrimonio. En este sentido, la anticoncepción es una
vía abierta hacia el aborto y hacia el divorcio.
Por lo demás, la anticoncepción es inmoral por ser abiertamente contraria a la ley natural,
que rige el orden de las personas humanas, y no por infringir las leyes de la naturaleza, por
las que se gobiernan necesariamente las criaturas inferiores”6.
III.-PATERNIDAD Y MATERNIDAD
Enseña Juan Pablo II– “en el origen de toda
vida personal humana hay un acto creador
de Dios. Ningún hombre viene a la
existencia por azar; es siempre el término del
amor creador de Dios. De esta fundamental
verdad de fe y de razón resulta que la
capacidad procreadora inscrita en la
sexualidad humana es –en su verdad más
profunda– cooperación con la potencia
creadora de Dios. Y resulta también que de
esta misma capacidad el hombre y la mujer no son árbitros, ni tampoco dueños, puesto que
están llamados a compartir en ella la decisión creadora de Dios” (Juan Pablo II, 17-9-83).
“Del amor conyugal nace un amor nuevo, el de la paternidad y la maternidad. Es un fenómeno
largamente preparado, quizá de forma inconsciente, en el corazón del hombre, y quizá aún
más en el de la mujer. Y si es verdad que la mujer gracias al hombre se hace madre, también
es verdad que la paternidad de éste se forma interiormente gracias a la maternidad de la mujer.
En efecto, la paternidad física tiene un lugar en el hombre mucho más reducido que la
maternidad en la mujer. Y también en esto se complementan uno y otra.
La paternidad y la maternidad pertenecen a la madurez personal de los esposos, no sólo física,
sino espiritual. Los padres encuentran en los hijos una sorprendente prolongación de sí
mismos, y la obra generativa se desarrolla plenamente en la acción educativa, pues formar
una persona es mucho más que formar su cuerpo. «El bien es difusivo de sí mismo» –bonum
est diffusivum sui–, y precisamente por eso el Creador crea el mundo, y los padres procrean
los hijos. Los padres, aunque sean ignorantes, sin duda alguna tratan de comunicar lo mejor
de sí mismos a sus hijos. Y eso mismo les ayuda en su maduración personal. En este sentido,
6
IRABURU, JOSÉ MARÍA. El matrimonio en Cristo, Fundación GRATIS DATE Pamplona 2003, 3ª edición. P.
20
6. la paternidad y la maternidad suelen ser lo mejor que puede hallarse en los hombres y mujeres
de este mundo, tantas veces egoísta y cruel.
Todo lo que hemos considerado nos lleva, pues, a comprender que la paternidad física debe
culminarse en la paternidad espiritual, aunque ésta también puede realizarse sin aquélla,
como es el caso de la paternidad del celibato y la maternidad de la virginidad. En uno y otro
caso, el hombre adquiere la mayor semejanza con Dios cuando llega a ser padre o madre
espiritual”7.
IV-.-CLONACIÓN Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA8
Por "procreación artificial" o "fecundación artificial" se entienden aquí los diversos
procedimientos técnicos encaminados a lograr la concepción de un ser humano por una vía
diversa de la unión sexual del varón con la mujer.
Este tema trata de la fecundación del óvulo en una probeta (fecundación in vitro) y de la
inseminación artificial mediante transferencia a las vías genitales de la mujer del esperma
previamente recogido.
Un aspecto preliminar a la valoración moral de tales técnicas es la consideración de las
circunstancias y de las consecuencias que comportan en relación con el respeto debido al
embrión humano.
La consolidación de la práctica de la
fecundación in vitro ha requerido formar y
destruir innumerables embriones
humanos. Todavía hoy presupone una
superovulación en la mujer: se recogen
varios óvulos, se fertilizan y después se
cultivan in vitro durante algunos días.
Habitualmente no se transfieren todos a las
vías genitales de la mujer; algunos
embriones, denominados normalmente
"embriones sobrantes", se destruyen o se congelan. Algunos de los embriones ya implantados
se sacrifican a veces por diversas razones: eugenésicas, económicas o psicológicas. Esta
destrucción voluntaria de seres humanos o su utilización para fines diversos, en detrimento
de su integridad y de su vida, es contraria a la doctrina antes recordada a propósito del aborto
procurado.
7
IRABURU, JOSÉ MARÍA. El matrimonio en Cristo, Fundación GRATIS DATE Pamplona 2003, 3ª edición. P.
21.
8
DV, 2
7. La conexión entre la fecundación in vitro y la eliminación voluntaria de embriones humanos
se verifica demasiado frecuentemente. Ello es significativo: con estos procedimientos, de
finalidades aparentemente opuestas, la vida y la muerte quedan sometidas a la decisión del
hombre, que de este modo termina por constituirse en dador de la vida y de la muerte por
encargo. Esta dinámica de violencia y de dominio puede pasar inadvertida para los mismos
que, queriéndola utilizar, quedan dominados por ella. Los hechos recordados y la fría lógica
que los engarza se han de tener en cuenta a la hora de formular un juicio moral sobre la
FIVET (fecundación in vitro y transferencia del embrión): la mentalidad abortista que la ha
hecho posible lleva así, se desee o no, al dominio del hombre sobre la vida y sobre la muerte
de sus semejantes, que puede conducir a un eugenismo radical. Sin embargo, este tipo de
abusos no exime de una profunda y ulterior reflexión ética sobre las técnicas de procreación
artificial consideradas en sí mismas, haciendo abstracción, en la medida de lo posible, del
aniquilamiento de embriones producidos in vitro. Es así que se deriva de esta fecundación in
vitro en primer lugar los problemas planteados por la fecundación artificial heteróloga y
sucesivamente los relacionados con la fecundación artificial homóloga.
Las técnicas de fecundación in vitro pueden
hacer posibles otras formas de manipulación
biológica o genética de embriones humanos,
como son: los intentos y proyectos de
fecundación entre gametos humanos y
animales y la gestación de embriones
humanos en útero de animales; y la hipótesis
y el proyecto de construcción de úteros
artificiales para el embrión humano.
Estos procedimientos son contrarios a la
dignidad de ser humano propia del embrión y,
al mismo tiempo, lesionan el derecho de la persona a ser concebida y a nacer en el matrimonio
y del matrimonio. También los intentos y las hipótesis de obtener un ser humano sin conexión
alguna con la sexualidad mediante "fisión gemelar", clonación, partenogénesis, deben ser
considerados contrarios a la moral en cuanto que están en contraste con la dignidad tanto de
la procreación humana como de la unión conyugal.
La misma congelación de embriones, aunque se realice para mantener en vida al embrión -
crioconservación-, constituye una ofensa al respeto debido a los seres humanos, por cuanto
les expone a graves riesgos de muerte o de daño a la integridad física, les priva al menos
temporalmente de la acogida y de la gestación materna y les pone en una situación susceptible
de nuevas lesiones y manipulaciones. Algunos intentos de intervenir sobre el patrimonio
cromosómico y genético no son terapéuticos, sino que miran a la producción de seres
8. humanos seleccionados en cuanto al sexo o a otras cualidades prefijadas. Estas
manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su
identidad. No pueden justificarse de modo alguno a causa de posibles consecuencias
beneficiosas para la humanidad futura. Cada persona merece respeto por sí misma: en esto
consiste la dignidad y el derecho del ser humano desde su inicio.
El don de la vida, que Dios Creador
y Padre ha confiado al hombre,
exige que éste tome conciencia de
su inestimable valor y lo acoja
responsablemente. Este principio
básico debe colocarse en el centro
de la reflexión encaminada a
esclarecer y resolver los problemas
morales que surgen de las
intervenciones artificiales sobre la
vida naciente y sobre los procesos
procreativos.
Y por esta misma causa la Iglesia rechaza la fecundación artificial (in vitro), aunque sea
homóloga, es decir, con semen procedente del propio esposo, pues tal manipulación biológica
no sólo «implica la destrucción de seres humanos», al menos en las circunstancias en que
hoy suele ser realizada, sino que además en ella «la generación de la persona humana queda
objetivamente privada de su perfección propia: es decir, la de ser el fruto de un acto conyugal,
en el cual los esposos se hacen “cooperadores con Dios para donar la vida a una nueva
persona”. El acto del amor conyugal es considerado por la doctrina de la Iglesia como el
único lugar digno de la procreación humana» (Donum vitae II,5). Las cosas se fabrican, pero
la persona humana ha de ser
engendrada en el amor conyugal.
LA CIENCIA Y LA TÉCNICA AL
SERVICIO DE LA PERSONA
HUMANA9
Dios ha creado el hombre a su imagen y
semejanza: "varón y mujer los creó"
(Gn. 1, 27), confiándoles la tarea de
"dominar la tierra" (Gn. 1, 28).La
9
DV, Introducción 2.
9. investigación científica, fundamental y aplicada, constituye una expresión significativa del
señorío del hombre sobre la creación.
Preciosos recursos del hombre cuando se ponen a su servicio y promueven su desarrollo
integral en beneficio de todos, la ciencia y la técnica no pueden indicar por sí solas el sentido
de la existencia y del progreso humano.
Por estar ordenadas al hombre, en el que tienen su origen y su incremento, reciben de la
persona y de sus valores morales la dirección de su finalidad y la conciencia de sus límites.
Sería por ello ilusorio reivindicar la neutralidad moral de la investigación científica y de sus
aplicaciones. Por otra parte, los criterios orientadores no se pueden tomar ni de la simple
eficacia técnica, ni de la utilidad que pueden reportar a unos a costa de otros, ni, peor todavía,
de las ideologías dominantes. A causa de su mismo significado intrínseco, la ciencia y la
técnica exigen el respeto incondicionado de los criterios fundamentales de la moralidad:
deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables y de su bien
verdadero e integral según el plan y la voluntad de Dios.
El rápido desarrollo de los descubrimientos tecnológicos exige que el respeto de los criterios
recordados sea todavía más urgente; la ciencia sin la conciencia no conduce sino a la ruina
del hombre. "Nuestro tiempo, más que los tiempos pasados, necesita de esa sabiduría para
humanizar más todas las cosas nuevas que el hombre va descubriendo.
BIBLIOGRAFÍA
a) Fuentes
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CONCILIO VATICANO II
b) Magisterio de la Iglesia
CARTA A LAS FAMILIAS S.S. JUAN PABLO II
DONUM VITAE “SOBRE EL RESPETO DE LA VIDA HUMANA NACIENTE Y LA DIGNIDAD DE
LA PROCREACIÓN”.
HUMANAE VITAE S.S. PABLO V.
c) Referencias Bibliográficas
1.- BURKE, CORMAC. "INSEPARABILIDAD DE LOS ASPECTOS UNITIVO Y PROCREATIVO
DEL ACTO CONYUGAL". SCRIPTA THEOLOGICA. AÑO 1989, VOL. 21 (1), P. 197-209.
2.- IRABURU, JOSÉ MARÍA. EL MATRIMONIO EN CRISTO, FUNDACIÓN GRATIS DATE
PAMPLONA 2003, 3ª EDICIÓN. P. 21.
3.- PARDO, JOSÉ MARÍA. "RACIONALIDAD DE LA APERTURA A LA VIDA Y
ANTICONCEPCIÓN". SCRIPTA THEOLOGICA, ENE-ABR 2009, VOL. 41, P.113-141.