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LAS PROFESIONES ACTUALES

En el caso de la arquitectura al llamarla profesión, debemos también considerarla como
vocación. Toda vocación es una posibilidad de ser: es una forma posible de ser hombre.
La vocación es el sentido de orientación vital. La profesión como la vocación tienen su
propio nivel de excelencia y la areté, o la virtud, o la bondad de cada cosa constituye el
elemento existencial de la cosa misma, y se aprecia examinando si ella sirve para lo que
es. De igual modo se juzga al hombre, examinando lo que hace en su actividad
profesional. Al elegir una profesión o una vocación es elegir entre múltiples maneras de
ser, y es adquirir el compromiso se ser hombre excelente dentro del campo de su
profesión. Una vida que cumple eminentemente su vocación tiene la virtud de la
ejemplaridad: sirve de guía a las nuevas vocaciones, pues es la voz de una forma de vida
llamativa que invita a fijar una orientación vital, a determinar el camino de una vida,
contribuyendo a dar cohesión a la comunidad de los profesionistas, lo que implica en la
profesión un compromiso común.
El ejercicio profesional presupone que una institución educativa ha otorgado al
profesionista, además del reconocimiento de la capacidad intelectual, un crédito de
solvencia moral; en consecuencia, el profesionista debe ajustar su conducta a los valores
éticos más elevados.
La finalidad principal del ejercicio profesional es prestar un servicio a la sociedad; solo de
manera secundaria la profesión es un medio para adquirir honestamente satisfactores
económicos y procurar con ellos la subsistencia del profesionista y de su familia.
Cualquier profesión u oficio debe promover en el individuo la conciencia de su
responsabilidad y solidaridad social.

De entre el conjunto de nuestros deberes, los llamados profesionales ocupan un lugar
especial en nuestra conducta. Pues toda profesión siempre impone obligaciones y
deberes que cumplir. Nuestro comportamiento ante estos deberes, constituye lo que se
llama conciencia profesional: la con-vicción profunda de las obliga-ciones inherentes a la
profesión, y la fidelidad habitual en su cumplimiento, dándonos una par-ticular manera de
ser.
Nos ha acostumbrado el tiempo y los repetidos números que se han editado de esta
revista a esperar siempre una idea central en torno a la cual giran todas las aportaciones
que vamos a leer. Este no es el caso. Por ello, enfrentar la tarea de presentar un número
de Re-encuentro como el que actualmente tienen en sus manos no es tarea fácil, ya que
al leer el índice no encontrará el lector una serie de títulos coherentes respecto a una
temática de interés general, previamente seleccionada. Sin embargo, subyace en este
número un eje de coherencia en los problemas planteados por cada uno de los
colaboradores.
No cabe duda que algunos de los autores, cuyos escritos se encuentran en este número,
se quedaron reflexionando en torno a los problemas educativos que conlleva el uso de los
ordenadores electrónicos y lo que aportan a algunas profesiones en particular. Tal es el
caso del reto que implica utilizar el potencial de Internet, bien sea como instrumento de
búsqueda de información o de nuevos elementos de enlace, como, por ejemplo, las video-
conferencias, cuya posibilidad otorga la moderna navegación en la Red.

La administración es una de las actividades comunes a toda empresa, bien sea productiva
o educativa. En efecto, tanto en sus labores normales, entre otras las funciones de
dirección, como en la docencia, la actividad administrativa puede ser transformada por el
uso de la herramienta cibernética. De hecho, como ya fue expuesto en nuestro anterior
número, las nuevas tecnologías, en general, han generado situaciones de reto y de
incertidumbre para el diseño de los programas de estudio, para los cursos y para la
modalidad de comunicar contenidos académicos y resultados de investigación, por decir
sólo algunos aspectos que han sentido el peso que supone el uso de las nuevas
tecnologías, en general y en la educación en particular.
El uso de las nuevas tecnologías, basadas en la cibernética, genera fascinación. Algunos
campos del conocimiento pueden estar más expuestos que otros. Sin embargo, en todas
las profesiones actuales el contacto con la tecnología cibernética es continuo y cotidiano.
Esta circunstancia puede generar dependencias, cuyas consecuencias son difícilmente
previsibles. En el presente número se analiza la necesidad del estudio de las Ciencias
Básicas para algunas profesiones del Área de la Salud para evitar este peligro. Es obvio
que esta área no es la única sometida a tales circunstancias. En efecto, cualquier
disciplina o profesión que ignore las bases científicas en que se apoyan sus logros
prácticos cotidianos, tiende a ser mera técnica. Su aprendizaje, por tanto, sólo exigirá un
poco de habilidad y memoria, nunca conocimiento y reflexión crítica. Además del caso
analizado en la presente publicación, es preciso remarcar la necesidad de estudios de ese
tipo para las profesiones derivadas de las Ciencias Sociales, las cuales presentan el
mismo peligro.

En el campo de los análisis sociales, el lector encontrará dos ejemplos relacionados con
la educación, aunque en niveles distintos. Por un lado, la reflexión sociológico-educativa
nos presenta el posible resultado de procesos de trabajo, cada vez más complicados, que
pueden incidir en la eficacia de la acción educativa en el nivel universitario; por otro, la
ubicación curricular del arte y el modo de enseñarlo, se estudia al determinar la idoneidad
y competencia de los docentes que tienen a su cargo el desarrollo de tales habilidades.

Por último, cierra el contenido de las aportaciones que constituyen el presente número un
análisis de las capacidades incorporadas en los estudiantes de la carrera de medicina de
la UAM-Xochimilco, donde se pretende conocer las capacidades de competitividad en los
campos propios de la residencia médica.

Estos comentarios pretenden hacer surgir el interés del lector en los contenidos del
presente número. Como bien puede observarse existe un hilo conductor, desde la
cibernética, aplicada a la dirección de empresas y al incremento del capital humano en los
posgrados de administración, hasta la capacidad de organización de la acción
universitaria y la competencia docente en la enseñanza de las actividades artísticas, o la
capacidad competitiva que una universidad incorpora en sus estudiantes para enfrentar
no sólo el mercado de trabajo, sino su capacidad de acceso a los niveles de especialidad.
No quisimos dejar pasar la publicación en este número, de los acuerdos a que se llegó en
el Congreso Pedagogía 2001, que se celebró en la Ciudad de la Habana en los primeros
días del mes de febrero del año en curso. Sirva este reconocimiento a los deseos y
propuestas que los maestros hicieran, como una necesidad de dar a conocer los reclamos
educativos de América Latina.

El presente trabajo tiene como objetivo realizar algunas reflexiones sobre la forma en que
varias de las empresas actuales realizan su actividad en las condiciones de trabajo que
ha impuesto Internet, la Red; y cómo esta actividad está condicionada fundamentalmente
por la utilización masiva, constante y adaptada a esas condiciones, de la información
disponible. Inevitablemente se está produciendo un impacto en el estilo de dirección de
las personas que laboran en esas empresas. ¿Es éste un aporte revolucionario a la
ciencia de la dirección o una confirmación de los principios expuestos por los pioneros de
la cibernética, hace más de cincuenta años? Las respuestas que da el trabajo a esa
pregunta no son definitivas, pero pueden estimular otros estudios que arrojen más luz
sobre este problema tan novedoso: las empresas en el ciberespacio, y la percepción que
en este caso se tiene de dichas instituciones desde un país del Tercer Mundo, en este
caso Cuba.


LA ETICA PROFESIONAL

Los valores morales básicos deseables que deben fundamentar la manera ética del
quehacer del arquitecto, deberán considerarse como mínimo los que se señalan a
continuación, relacionándose en dos columnas, en la primera el valor mismo y en la
segunda la forma de comportamiento que marca el deber ser, en congruencia con ese
valor:

VALOR: DEBERÁ SER:
COMPROMISO COMPROMETIDO
CONFIABILIDAD CONFIABLE
CONGRUENCIA CONGRUENTE
DISCRECIÓN DISCRETO
HONESTIDAD HONESTO
HONRADEZ HONRADO
JUSTICIA JUSTO
LEALTAD LEAL
PRUDENCIA PRUDENTE
RESPONSABILIDAD RESPONSABLE
VERACIDAD VERAZ

Código de Ética

Preámbulo
Es propósito de este Código enunciar las normas y principios éticos que deben inspirar la
conducta y actividad de los matriculados en el Consejo Profesional de Ciencias
Económicas de la Capital Federal. Dichas normas y principios tienen su fundamento
último en la responsabilidad de los profesionales hacia la sociedad. Constituyen la guía
necesaria para el cumplimiento de las obligaciones contraídas con la casa de estudios en
que se graduaron, con la profesión, con sus colegas, con quienes requieren sus servicios
y con terceros. En virtud de esa responsabilidad y de tales obligaciones, deben realizar
los mayores esfuerzos para mejorar continuamente su idoneidad y la calidad de su
actuación, contribuyendo así al progreso y prestigio de la profesión.

Por su propia naturaleza, las normas de este Código no excluyen otras que conforman un
digno y correcto comportamiento profesional. La ausencia de disposición expresa no debe
interpretarse como admisión de actos o prácticas incompatibles con la vigencia de los
principios enunciados, ni considerarse que proporcione impunidad. Por el contrario,
confrontados los profesionales con tal situación, deben conducirse de una manera que
resulte coherente con el espíritu de este Código.

Artículo 1º – Estas normas son de aplicación en la Capital Federal, Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antartida Argentina e Islas del Atlántico Sur para todos los profesionales
inscriptos en este Consejo en razón de su estado profesional y en el ejercicio de su
profesión, ya sea en forma independiente o en relación de dependencia. También
alcanzan a los inscriptos en el Registro Especial de No Graduados.
Art. 2º – Los profesionales deben respetar las disposiciones legales y las resoluciones del
Consejo, cumpliéndolas lealmente.
Art. 3º – Los profesionales deben actuar siempre con integridad, veracidad, independencia
de criterio y objetividad. Tienen la obligación de mantener su nivel de competencia
profesional a lo largo de toda su carrera.
Art. 4º – Los profesionales deben atender los asuntos que les sean encomendados con
diligencia, competencia y genuina preocupación por los legítimos intereses, ya sea de las
entidades o personas que se los confían, como de terceros en general. Constituyen falta
ética la aceptación o acumulación de cargos, funciones, tareas o asuntos que les resulten
materialmente imposibles atender.
En la actuación como auxiliar de la justicia se considera falta ética causar demoras en la
administración de la justicia, salvo circunstancias debidamente justificadas ante el
respectivo tribunal.
Art. 5º – Toda opinión, certificación, informe, dictamen y en general cualquier documento
que emitan los profesionales, debe expresarse en forma clara, precisa, objetiva, completa
y de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo.
La responsabilidad por la documentación que firmen los profesionales es personal e
indelegable.
En los asuntos que requieran la actuación de colaboradores, debe asegurarse la
intervención y supervisión personal de los profesionales, mediante la aplicación de
normas y procedimientos técnicos adecuados a cada caso.
Art. 6º – Los profesionales deben conducirse siempre con plena conciencia del
sentimiento y solidaridad profesional, de una manera que promueva la cooperación y las
buenas relaciones entre los integrantes de la profesión. Las expresiones de agravio o
menoscabo a la idoneidad, prestigio, conducta o moralidad de los profesionales
alcanzados por las normas de este Código, constituyen falta ética.
Art. 7º – La formulación de cargos contra otros profesionales debe hacerse de buena fe y
sólo puede inspirarse en el celo por el mantenimiento de la probidad y el honor
profesional.
Toda denuncia, a los efectos de su consideración, debe ser concreta y basarse en un
hecho punible por este Código.
Art. 8º – Los profesionales deben abstenerse de aconsejar o intervenir cuando su
actuación profesional permita, ampare o facilite los actos incorrectos, pueda usarse para
confundir o sorprender la buena fe de los terceros, o emplearse en forma contraria al
interés general, o a los intereses de la profesión, o violar la ley.
La utilización de la técnica para deformar o encubrir la realidad es agravante de la falta
ética.
Art. 9º – Los profesionales no deben interrumpir sus servicios profesionales sin
comunicarlo a quienes corresponda con antelación razonable, salvo que circunstancias
especiales lo justifiquen.
Art. 10º – Los profesionales no deben retener documentos o libros pertenecientes a sus
clientes.
Art. 11. Los profesionales deben abstenerse de actuar en institutos de enseñanza que
desarrollen sus actividades mediante propaganda engañosa o procedimientos incorrectos
o que emitan títulos o certificados que puedan confundirse con los diplomas profesionales
habilitantes.
Art. 12º – Se considera falta ética de los profesionales permitir que otra persona ejerza la
profesión en su nombre o facilitar que alguien pueda actuar como profesional sin serlo.
Art. 13º – Los títulos y designaciones de cargos del Consejo o de otras entidades
representativas de la profesión pueden ser enunciados solamente como relación de
antecedentes o al actuar en nombre de dichas entidades.
Art. 14º – Los profesionales no deben utilizar ni aceptar la intervención de gestores para la
obtención de trabajos profesionales.
Art. 15º – Los profesionales no deben tratar de atraer los clientes de un colega,
empleando para ello recursos, actos o prácticas reñidas con el espíritu de este código y
en particular con lo establecido en el art. 6º.
Art. 16º – Las asociaciones entre profesionales, constituidas para desarrollar actividades
profesionales, deben dedicarse, como tales, exclusivamente a dichas actividades.
Art. 17º – Constituye violación a los deberes inherentes al estado profesional, y en
consecuencia se considera infracción al presente Código, el hecho de que un matriculado
–aún no estando en el ejercicio de las actividades específicas de la profesión– haya sido
condenado judicialmente por un delito económico.
Art. 18º – El ofrecimiento de servicios profesionales debe hacerse con objetividad, mesura
y respeto por el público, por los colegas y por la profesión. Se presume que no cumple
con estos requisitos la publicidad que contenga expresiones:

 a) falsas, falaces, o aptas para conducir a error a cualquier persona razonable,
 incluyendo:
     1) la formulación de promesas sobre el resultado de la tarea profesional;
     2) el dar a entender que el profesional puede influir sobre decisiones de órganos
 administrativos o judiciales;
 b) de comprobación objetiva imposible;
 c) de autoelogio;
 d) de menoscabo explícito o implícito para colegas (por ejemplo, a través de
 comparaciones de calidades supuestas de los trabajos profesionales);
 e) que afecten la dignidad profesional; o
 f) de evidente mal gusto.
Los matriculados integrantes de asociaciones de profesionales no podrán agregar la
denominación de la Sociedad si esta no se encuentra inscripta en el Consejo.
Art. 19º – La relación de los profesionales con sus clientes debe desarrollarse dentro de la
más absoluta reserva. Los profesionales no deben revelar conocimiento alguno adquirido
como resultado de su labor profesional sin la autorización expresa del cliente.
Art. 20º – Los profesionales están relevados de la obligación de guardar secreto
profesional cuando imprescindiblemente deban revelar sus conocimientos para su
defensa personal, en la medida en que la información que proporcionen sea insustituible.
Art. 21º – Para establecer los honorarios correspondientes a las actividades profesionales,
deben tomarse en consideración la naturaleza e importancia del trabajo, el tiempo
insumido, la responsabilidad involucrada y las disposiciones legales y reglamentarias
vigentes.
Art. 22º – Los profesionales no deben dar ni aceptar participaciones o comisiones por
asuntos que, en el ejercicio de la actividad profesional, reciban de o encomienden a otro
colega, salvo las que correspondan a la ejecución conjunta de una labor o surjan de la
participación en asociaciones profesionales. Tampoco deben dar ni aceptar
participaciones o comisiones por negocios o asuntos que reciban de o proporcionen a
graduados de otras carreras o a terceros.
Art. 23º – Cuando los profesionales en el ejercicio de actividades públicas o privadas
hubiesen intervenido decidiendo o informando sobre un determinado asunto, no deben
luego prestar sus servicios a la otra parte hasta que hayan transcurrido dos años de
finalizada su actuación, salvo que mediare notificación y la parte interesada no
manifestase oposición en un plazo de 30 días corridos.
Art. 24º – Los profesionales no deben intervenir profesionalmente en empresas que
actúen en competencia con aquellas en las que tengan interés como empresarios, sin dar
a conocer previamente dicha situación al interesado.
Art. 25º – Los profesionales deben abstenerse de emitir dictámenes o certificaciones que
estén destinados a terceros o a hacer fe pública, en los siguientes casos:

 a) Cuando sean propietarios, socios, directores o administradores de la sociedad o del
 ente o de entidades económicamente vinculadas sobre las cuales verse el trabajo.
 b) Cuando tengan relación de dependencia con el ente o respecto de personas,
 entidades o grupos de entidades económicamente vinculadas.
 c) Cuando el cónyuge, los parientes por consanguinidad en línea recta, los colaterales
 hasta el cuarto grado inclusive y los afines dentro del segundo grado, estén
 comprendidos entre las personas mencionadas en el inc. a) del presente artículo.
 d) Cuando tengan intereses económicos comunes con el cliente o sean accionistas,
 deudores, acreedores o garantes del mismo o de entidades económicamente vinculadas,
 por montos significativos con relación al patrimonio del cliente o del suyo propio.
 e) Cuando su remuneración fuera contingente o dependiente de las conclusiones o
 resultados de la tarea.
 f) Cuando su remuneración fuera pactada en función del resultado de las operaciones
 del cliente.
En los casos de sociedades de profesionales, las restricciones se harán extensivas a
todos los socios del profesional.
Art. 26º – Toda transgresión a este Código es pasible de las correcciones disciplinarias
enunciadas en el art. 16º de la Ley 20.476.
Art. 27º – Las faltas por inconducta profesional en que los matriculados incurran fuera de
la jurisdicción de este Consejo y que debido a su trascendencia afecten el decoro de la
profesión, podrán ser motivo de una declaración de censura.
Art. 28º – Las violaciones a este Código prescriben a los cinco años de producido el
hecho. La prescripción se interrumpe por los actos procesales tendientes a la dilucidación
o esclarecimiento del hecho violatorio; por la comisión de otra violación al presente
Código o por la existencia de condena en juicio penal o civil.
Art. 29º – La prescripción se suspende mientras cualquiera de los que hayan participado
en el hecho violatorio sea miembro electo del Consejo Profesional o del Tribunal de
Disciplina, aun cuando el hecho sea ajeno a su cargo. Terminada la causa de la
suspensión, la prescripción sigue su curso.
Art. 30º – La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada
uno de los partícipes del hecho violatorio.
Art. 31º – Cuando los poderes públicos o las reparticiones oficiales requieran información
sobre antecedentes de matriculados, no se considerarán como tales las sanciones de
advertencia, amonestación privada y la primera sanción comprendida en los incs. 3º al 5º
inclusive, del art. 16º de la ley 20.476, transcurridos tres años desde:
 a) la fecha en que ha quedado firme en caso de apercibimiento público;
 b) la fecha de su cumplimiento, en caso de suspensión en el ejercicio de la profesión;
 c) la fecha de reinscripción en la matrícula, en caso de cancelación.
Art. 32º – Las disposiciones de este Código comenzarán a regir desde el 1º de abril de
1981, fecha en que cesará en sus efectos el aprobado por Resoluciones 172/68, (expte.
2686 - acta 312) y 389/68 (expte. 3535 - acta 317), como así también aquellas normas
que se oponen a las establecidas en el presente Código.
Art. 33º – Publíquese y difúndase.
Deberes para consigo mismo.

     Entrega generosa de lo mejor de uno mismo.
     Actuar con profesionalidad, humanidad y eficacia en las tareas encomendadas.
     Prestar al beneficiario una ayuda gratuita y desinteresada sin esperar ni aceptar
     ningún tipo de compensación material.
     Reconocer, respetar y defender activamente la dignidad personal de los
     beneficiarios, conociendo y acatando la Declaración Universal de los derechos
     Humanos.
     Confidencialidad y discreción en el uso de los datos relativos a los beneficiarios.
     Crear un clima de respeto mutuo, evitando posturas paternalistas.
     Fomentar en los beneficiarios la superación personal y la autonomía.
     Informar a los beneficiarios de manera objetiva, teniendo en cuenta sus
     necesidades y circunstancias personales.
     Denunciar cualquier violación de los Derechos Humano.
     Potenciar el desarrollo integral como persona del beneficiario.
     Comprender la situación de partida del beneficiario.
     Tratar de informarle con amabilidad de los modos en que puede buscar su propio
     desarrollo.
     Ser paciente a la hora de esperar resultados de las acciones realizadas.

Deberes para con la profesión

     Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y
     métodos de trabajo de la organización.
     Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio.
     Confidencialidad y discreción.
     Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a
     disposición del voluntario.
     Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario.
     Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite.
     Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los
     compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas.
     Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del
     servicio prestado.
     Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se
     asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes.
     En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a
     los beneficiarios o a la organización.
     Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización.
     Participar imaginativamente en la organización
     Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las
     deficiencias en la aplicación de los programas.
     Informar sobre la posible inadecuación de los programas.
     Denunciar las posibles irregularidades que se detecten.
     Colaborar de manera gratuita y desinteresada.

Deberes para con los colegas
Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y
     métodos de trabajo de la organización.
     Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio.
     Confidencialidad y discreción.
     Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a
     disposición del voluntario.
     Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario.
     Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite.
     Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los
     compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas.
     Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del
     servicio prestado.
     Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se
     asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes.
     En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a
     los beneficiarios o a la organización.
     Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización.
     Participar imaginativamente en la organización
     Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las
     deficiencias en la aplicación de los programas.
     Informar sobre la posible inadecuación de los programas.
     Denunciar las posibles irregularidades que se detecten.
     Colaborar de manera gratuita y desinteresada.
     Respetar la dignidad y la libertad de los otros voluntarios, reconociendo el valor de
     su quehacer, ya sean de la propia organización o de otras.
     Adoptar una actitud de apertura y escucha hacia el otro.
     Fomentar el trabajo en equipo propiciando una comunicación fluida y un clima de
     trabajo y convivencia agradable.
     Intercambiar sugerencias, ideas, propuestas y experiencias en un marco de
     respeto mutuo con vistas a una mayor eficacia del trabajo que se lleva a cabo.
     Hacer propios y asumir con responsabilidad los compromisos adquiridos por el
     grupo.
     Facilitar la integración, formación y participación de todos los voluntarios,
     especialmente de los nuevos, en condiciones de igualdad.
     Ofrecer una acogida cálida y sincera a quienes inician su voluntariado.
     Promover el compañerismo para evitar la competitividad, el afán de protagonismo,
     las tensiones y las rivalidades.
     Crear lazos de unión entre voluntarios de diferentes organizaciones.




Deberes para con los usuarios, pacientes o clientes
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Deberes para con los proveedores
Todo trabajador tiene o debe desarrollar una ética profesional que defina la lealtad que le
debe a su trabajo, profesión, empresa y compañeros de labor. Villarini (1994) describe
que “la ética de una profesión es un conjunto de normas, en términos de los cuales
definimos como buenas o malas una práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere
aquí a que la profesión constituye una comunidad dirigida al logro de una cierta finalidad:
la prestación de un servicio” (53). Señala, además, que hay tres tipos de condiciones o
imperativos éticos profesionales: (1) competencia - exige que la persona tenga los
conocimientos, destrezas y actitudes para prestar un servicio (2) servicio al cliente - la
actividad profesional sólo es buena en el sentido moral si se pone al servicio del cliente
(3) solidaridad - las relaciones de respeto y colaboración que se establecen entre sus
miembros.

Para lograr en los empleados una conciencia ética profesional bien desarrollada es que se
establecen los cánones o códigos de ética. En éstos se concentran los valores
organizacionales, base en que todo trabajador deberá orientar su comportamiento, y se
establecen normas o directrices para hacer cumplir los deberes de su profesión.
En virtud de la finalidad propia de su profesión, el trabajador debe cumplir con unos
deberes, pero también es merecedor o acreedor de unos derechos. Es importante saber
distinguir hasta dónde él debe cumplir con un deber y a la misma vez saber cuáles son
sus derechos. En la medida que él cumpla con un deber, no debe preocuparse por los
conflictos que pueda encarar al exigir sus derechos. Lo importante es ser modelo de lo
que es ser profesional y moralmente ético. Por ejemplo, un deber del profesional es tener
solidaridad o compañerismo en la ayuda mutua para lograr los objetivos propios de su
empresa y, por consiguiente, tener el derecho de rehusar una tarea que sea de carácter
inmoral, no ético, sin ser víctima de represalia, aun cuando esto también sea para lograr
un objetivo de la empresa. Al actuar de esa manera demuestra su asertividad en la toma
de decisiones éticas, mientras cumple con sus deberes y hace valer sus derechos.
Además, demostrará su honestidad, que es el primer paso de toda conducta ética, ya que
si no se es honesto, no se puede ser ético. Cuando se deja la honestidad fuera de la
ética, se falta al código de ética, lo cual induce al profesional a exhibir conducta inmoral y
antiética.
Hay tres factores generales que influyen en el individuo al tomar decisiones éticas o
antiéticas (Ferrell, 87-96), los cuales son:

1. Valores individuales - La actitud, experiencias y conocimientos del individuo y de la
cultura en que se encuentra le ayudará a determinar qué es lo correcto o incorrecto de
una acción.
2. Comportamiento y valores de otros - Las influencias buenas o malas de personas
importantes en la vida del individuo, tales como los padres, amigos, compañeros,
maestros, supervisores, líderes políticos y religiosos le dirigirán su comportamiento al
tomar una decisión.
3. Código oficial de ética - Este código dirige el comportamiento ético del empleado,
mientras que sin él podría tomar decisiones antiéticas.

Un aumento en las regulaciones rígidas en el trabajo a través de los códigos de ética
ayudará a disminuir los problemas éticos, pero de seguro no se podrá eliminarlos
totalmente. Esto es así, debido a las características propias de la ética que establecen
que ésta varía de persona a persona, lo que es bueno para uno puede ser malo para otro;
está basada en nuestras ideas sociales de lo que es correcto o incorrecto; varía de cultura
a cultura, lo cual no se puede evaluar un país con las normas de otro; y está determinada
parcialmente por el individuo y por el contexto cultural en donde ocurre. No obstante, el
profesional debe reconocer que necesita de la ética para ser sensible a los interrogantes
morales, conocer cómo definir conflictos de valores, analizar disyuntivas y tomar
decisiones en la solución de problemas.

Deberes para con la sociedad inmediata

Promover la justicia social, fomentando una cultura de la solidaridad rica en valores
humanos y difundiendo el voluntariado.
Conocer la realidad socio-cultural, para mejorarla, atendiendo las necesidades e
interviniendo en las situaciones de injusticia.
Tener como referencia de la propia actividad la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Complementar la acción social de las distintas administraciones públicas, para dar un
mejor servicio a la sociedad, sin proporcionarles un pretexto para eludir sus propias
responsabilidades.
Comunicar a las instituciones pertinentes las situaciones de necesidad o marginación y
reclinarles compromisos para solventarlas.
Procurar que el voluntariado no impida la creación de empleo. Detectar posibles
yacimientos de empleo en relación a las necesidades cubiertas por el voluntariado que
deben ser asumidas por otros sectores.
Transmitir, con sus actitudes, acciones, palabras aquellos valores e ideales que persigue
con su trabajo voluntario. Ser coherente con la actitud de voluntario en el día a día.

Deberes para con el entorno y el mundo

COMPROMISO
Se relaciona con la obligación contraída, la palabra dada, la fe empeñada y con la
responsabilidad personal de cumplir cabalmente con lo ofrecido, no se relaciona
únicamente con la responsabilidad que impone el deber, el compromiso se relaciona más
bien con la obligación moral que nos impone el honor.

CONFIABILIDAD
Es característica de la persona en quien se puede confiar, por que tiene la preparación
profesional y la responsabilidad para proporcionar soluciones confiables, su integridad
profesional lo avala y siempre emitirá juicios en los que ha puesto todo su interés por
obtener la mejor información y ha vertido todo su conocimiento, con objeto de que lo que
dice sea producto de juicios de recta razón.

CONGRUENCIA
Es la correspondencia entre la idea y el acto. Toda escala de valores determina una forma
particular de acción, derivada de la idea esencial que se transmite a través de esos
valores, la congruencia exige que exista esa correspondencia de actuación emanada de
la idea que genera la acción. La congruencia es esencial para la actuación ética y debe de
ejemplificarse por medio de la conducta personal, que la convierta en algo paradigmático
para la sociedad.

DISCRECIÓN
Se preocupa permanentemente por tener sensatez para formar juicios demostrando tacto
para hablar u obrar. Sabe guardar la información profesional que recibe ya sea de sus
clientes, contratistas o proveedores cuidando no divulgarla o darla a conocer
innecesariamente. No da opiniones que no se hayan comprobado previamente, ni emite
juicios con información incompleta.

HONESTIDAD
Está vinculada con la forma recta de hacer acciones y decir palabras, se relaciona con la
congruencia entre el decir y el hacer, se refiere a la forma cabal de hacer las cosas, es
complementaria de la confiabilidad y la veracidad. La conducta honesta se refiere
precisamente a la conducta ética. Se refiere también a la capacidad de reconocer los
propios errores y los aciertos de los demás.

HONRADEZ
Se da como valor de la calidad de probo, de recto proceder, a quien ejerce la rectitud, la
integridad, que es cuidadoso en el manejo de los recursos económicos. Complementa a la
honestidad, a la lealtad y a la confiabilidad. Es una forma de comportamiento que debe
prodigar con su ejemplo para que los demás lo consideren como algo deseable.

JUSTICIA
Se esfuerza continuamente para dar a los demás lo que les es debido, de acuerdo con el
cumplimiento de sus deberes y de acuerdo con sus derechos, como personas (a la vida, a
los bienes culturales y morales, a los bienes materiales); como profesionales, (justa
remuneración por el trabajo prestado, adecuada calidad y cantidad por los servicios
contratados, entregando lo mejor de su capacidad profesional) y a la vez intenta que los
demás hagan lo mismo.

LEALTAD
Acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros clientes, jefes, trabajadores,
contratistas, instituciones, etc. de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, el
conjunto de valores que representan. No acepta la competencia desigual en la cual esté
en juego alguno de los vínculos que se han generado por motivos de relación profesional,
en la cual se hayan desarrollado valores producto de esta relación.

PRUDENCIA
En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia de
acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las consecuencias favorables y
desfavorables para él y para los demás antes de tomar una decisión, y luego actúa o deja
de actuar de acuerdo a lo decidido.

RESPONSABILIDAD
Asume las consecuencias de sus actos razonados, resultado de las decisiones que tome
o acepte; de tal modo que los demás queden beneficiados lo más posible o, por lo menos,
no perjudicados preocupándose a la vez de que las otras personas en quienes puedan
influir hagan lo mismo.

VERACIDAD
Valor del que dice, usa o profesa la verdad. Obligación que tiene el profesional de indagar
los hechos hasta encontrar el origen de la verdad de las cosas y que le permite actuar en
consecuencia con veracidad, procurando que con su conducta permanente en esta tenaz
búsqueda de la verdad, logre contagiar a los demás de esta forma de comportamiento.
ETICA E INGENIERIA



El desarrollo de la tecnología en los últimos decenios ha originado muchos cambios en los
planes curriculares de las carreras de ingeniería, incluyendo un interés creciente por la
importancia de la responsabilidad ética y social de los ingenieros.

La serie de responsabilidades que un ingeniero debe tomar en su vida profesional (y
privada) se presentan como un desafió para formar profesionales técnicamente competentes
y           que           también            tengan           sensibilidad         ética.

Si hacemos una revisión de los planes de estudios de diversas universidades, tanto
nacionales como extranjeras, muchas de ellas no tienen cursos relacionados con la ética
para los estudiantes de ingeniería. Un porcentaje pequeño de universidades tienen cursos
relacionados con temas éticos, habitualmente estas asignaturas no son sobre ética en
ingeniería, pero son cursos relacionados como filosofía, religión u otras materias.

Ante este escenario se plantea la siguiente pregunta ¿qué temas debe tratar una asignatura
de ética para ingenieros?. Para esta pregunta tenemos varias propuestas, de distintos
especialistas en la materia. Una propuesta plantea cuatro objetivos: a) aumentar la
sensibilidad ética; b) conocer estándares de conducta; c) adquirir un juicio ético; d) adquirir
una voluntad ética (es decir, la gran habilidad de actuar éticamente cuando uno debe
hacerlo).

Todas las propuestas coinciden en que un concepto clave en la ética de la ingeniería es la
responsabilidad profesional; es decir la responsabilidad moral basada en un conocimiento
individual adquirido. Un ingeniero que tiene la responsabilidad moral por un asunto debe
utilizar su juicio y preparación para alcanzar o mantener los objetivos planteados. Diversas
revistas especializadas indican que la meta de un ingeniero responsable es la creación de
productos tecnológicos útiles y seguros que respeten la autonomía de los clientes,
especialmente en aquellos productos que se presentan posibles riesgos. Adicionalmente
debe tener un compromiso con la salud pública, seguridad y bienestar de la sociedad.
También la ética en la ingeniería esta afectada por conflicto de intereses; integridad de la
información, manejo de información privilegiada, lealtad a la empresa, lealtad a los socios,
gestión contable, entrega de créditos, secretos comerciales, entrega de regalos, sobornos,
actos           de          cohecho           y        entrega           de          coimas.

Tradicionalmente la educación de ética para ingenieros ha incluido Códigos de Ética y la
aplicación de teoría moral. El uso de Códigos de Ética tiene sus defensores, aunque
reconocen también sus limitaciones. Otro aspecto importante es como aplicar la teoría
moral a la práctica profesional: el salto de la teoría a la práctica.

Un instrumento muy popular en la enseñanza de la ética en ingeniería es el Método del
Caso. Es decir la representación de una situación que puede ser real o ficticia como base
para la reflexión y el aprendizaje. Los Casos pueden ser largos o cortos, técnicos o no
técnicos; están disponibles en diversos formatos: impresos, online, multimedia o formato de
video. Muchos Casos tienen toda la representación completa, pero incluyen capítulos de
libros, artículos de revistas y otras fuentes de información. Este método tiene como
características que estimula a los estudiantes a expresar sus opiniones en temas éticos;
estimula a los estudiantes a identificar temas éticos, formularlos y justificar sus decisiones y
también desarrolla en los alumnos una habilidad para la aplicación de la ética en la práctica
profesional. Igualmente el estimulante para el docente, quien actúa de moderador, ver como
sus alumnos participan activamente, se involucran, en el análisis de un Caso.

En las últimas décadas los recursos para la enseñanza de ética en ingeniería han aumentado
considerablemente. Encontramos desde libros como Ética para Ingenieros de Escola y
Murillo (Eunsa, 2002), material multimedia, artículos de revistas, publicaciones periódicas,
etc.

Un modelo de enseñanza de temas éticos es la del curso mínimo ó electivo de ética. Un
número pequeño de carreras de Ingeniería tiene establecidos cursos mínimos de ética para
sus estudiantes. Aunque este enfoque ha sido exitoso en algunas universidades debido a una
cierta tradición y tipo de currículo, tiene sus desventajas cuando no se relaciona con otras
asignaturas de la especialidad. Puede dejar en los alumnos la impresión de que la ética es
algo accesorio y no una parte integral de sus estudios de ingeniería.

Un enfoque alternativo que puede salvar las limitaciones del modelo del curso mínimo es
diseminar, incorporar, la formación ética a través de todo el currículo de ingeniería: una
asignatura transversal. El Profesor J. Herket de la North Carolina State University indica
que la clave para el éxito de este modelo es vencer la resistencia de algunas facultades de
ingeniería a entender la importancia de la formación ética y demostrarles, mediante
diversas iniciativas, como incorporar en sus clases, material que trata aspectos éticos.
Existen experiencias en universidades, tanto en Europa como en Norteamérica donde se
han analizado problemas habituales de ingeniería incorporando el componente ético. El
análisis puede ser implementado sin sacrificar el estudio de temas técnicos. Este enfoque
requiere la formación y participación activa de todos los profesores, para incorporar la ética
en       todos     los      aspectos      de      la      educación       de      ingeniería.

Un enfoque ideal para integrar la formación ética, la ciencia, la tecnología y los aspectos
sociales en una carrera de ingeniería es la combinación de métodos; cursos de ética y un
currículo que reconozca la importancia de la ética en todas las asignaturas. La práctica de la
docencia universitaria nos muestra que los estudiantes de ingeniería tienen la motivación y
la habilidad para incorporar material que trate el contexto social de la ingeniería.

Desde los años setenta se hacen grandes esfuerzos para incorporar el respeto del ambiente
dentro de los proyectos de ingeniería. Es decir un proyecto de ingeniería debe analizarse
desde la factibilidad técnica, económica, ambiental, social. Así también debería
incorporarse    la   ética    en    análisis    y    factibilidad  de     un     proyecto.

A nivel internacional los criterios para la Acreditación de carreras de Ingeniería están
aumentado su atención a la responsabilidad ética de los ingenieros y el contexto social de la
ingeniería. Estos aspectos tienen importancia en el momento de evaluar las habilidades
"blandas"                       de                       un                       ingeniero.

Podemos observar que varias universidades han realizado esfuerzos para incorporar la ética
en la educación en ingeniería, pero quedan tareas pendientes por hacer. Es un desafío para
un profesor universitario: formar ingenieros que se desempeñen competentemente tanto en
los aspectos técnicos como éticos.




                                 ETICA Y PROFESION

Si partimos del hecho de que el ser humano manifiesta en toda acción que realiza además
de sus conocimientos, habilidades prácticas, etc., sus valores, la realización de una
actividad profesional no se encuentra ajena a esta manifestación.

El profesionista al ejercer su profesión además de contar con los conocimientos necesarios
de su campo, debe contar con valores morales que tendrán como finalidad fundamental
buscar y tratar de garantizar el bien común.

Para ello, deberá poner en juego no sólo su inteligencia sino su voluntad. Deberá
comprender que su responsabilidad en la consecución del bien común es mucho mayor que
la del ciudadano común y corriente, ya que cuenta con el conocimiento que ha recibido a
través de su formación y que lo compromete, ya que es el depositario de la confianza de la
sociedad. Esta espera del profesionista no sólo los servicios para los cuales lo formó, sino
que se convierta en la vanguardia de la cultura, espera un compromiso de carácter moral.
Así pues, vemos que el nivel de influencia del profesionista alcanza en este sentido el plano
de lo ideológico.

De lo anterior se desprende que el profesionista debe tener una capacidad moral que es su
valor como persona, lo cual da dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo.

La capacidad moral es la trascendentalidad del profesionista; esto es, su aptitud para
abarcar y traspasar su esfera profesional en un horizonte mucho más amplio, que le hace
valer como persona fuera y dentro de su trabajo. Es decir, el profesionista además debe
formarse en sentido ético: desarrollar aquellos valores que le permitan ejercer su profesión
dignamente para llegar a ser persona íntegra.

¿Cuáles son estos valores? Reflexionar sobre la moral del quehacer profesional lleva aq
hablar de la ética profesional.

¿Qué es la ética profesional?
Podemos entender como ética profesional el estudio de los valores inherente al
ejercicio de una profesión y que emanan de las relaciones que se establecen entre el
profesionista y la sociedad.

Cuando pensamos en nuestra vida profesional surgen con frecuencia algunas preguntas que
nos hacen reflexionar, tales como:

       ¿De qué manera se tiene éxito profesional?
       ¿Cómo se logra el éxito económico y social?
       ¿De qué manera podemos conjugar los éxitos personales sin comprometer la
       conciencia y dignidad humanas?
       ¿Qué valores rigen mis valores?

Las respuestas han llevado al hombre a reflexionar sobre los derechos y obligaciones
derivadas del ejercicio de la profesión.

Antes de entrar de lleno en el análisis de los derechos y deberes que supone el ejercicio de
las profesiones, valdría la pena puntualizar la relevancia que tiene el estudio de la ética
profesional para una mayor comprensión de ellos.

Dicha relevancia podemos considerarla en dos sentidos:

En el orden especulativo, donde se trata de analizar los principios fundamentales de la
moral individual y social, poniéndolos de relieve en el estudio de los deberes profesionales.

Se busca definir con claridad la naturaleza de la profesión y las diferentes relaciones que se
dan entre quienes la ejercen y los que son influidos por este ejercicio.

En el orden práctico el estudio de la ética profesional estriba en que se deben conocer las
conveniencias y consecuencias que rigen las relaciones entre profesionistas y los que
reciben directa o indirectamente sus servicios.

En relación con el primer aspecto, baste recordar los planteamientos que hicimos al
principio de la unidad en relación con la competencia humanística que entraña una
profesión; es decir, la importancia de reconocer al profesionista como una persona que
busca el bien común, lo cual hace realidad a partir de observar los valores éticos
fundamentales del hombre.

El profesionista debe tener una fundamentación ética de sus actos. Debe reconocer aquellos
que en si mismo son reprobables, que atentan contra la dignidad humana y que ni existe
justificante alguna para su realización, que lo alejan de la búsqueda del bien común.

Podríamos preguntarnos que pasaría si un “profesionista” de cualquier especialidad se
quisiera sustraer a horarios y contratos o no tomara en cuenta necesidades de su comunidad.
Lo mas seguro es que la sociedad sufriría perjuicios irreparables, que repercutirían en el
mejor de los casos en perdidas económicas o materiales; pero en ocasiones sabemos por la
prensa de edificios que se han derrumbado por uso de materiales de baja calidad, en aras de
buscar una economía mal entendida, y que ha costado vidas humanas, o bien, cuando se
difunden noticias que pueden causar pánico en la población, etc. Caos como éstos nos
recuerdan que actos que se realizan sin ética profesional pueden repercutir en pérdidas
humanas.




            En la actualidad ya es muy difícil que las personas que representan a
las distintas instancias ya sea de gobierno o particulares, nos den confianza,
desafortunadamente la corrupción ha generado que existan supuestos
“profesionales” en diversos cargos que deben estar cubiertos por personas en las
cuales, por necesidad, ponemos o debemos poner nuestra entera y total
confianza.

          Como adultos es bien difícil confiar, por ejemplo, en quien ponemos
nuestra salud y que plenamente estemos conformes con la atención y con los
resultados que la manera de actuar del doctor nos dejen.

          Esto se acentúa cuando son los hijos los que necesitan la atención,
aquí nos comportamos más exigentes, preguntamos mas y es factible que
pidamos segundas opiniones.

           Al igual que cuando necesitamos algún abogado, contador, arquitecto,
dentista, sacerdote, terapeuta, etc. En todos los ámbitos y más en esta actualidad
afortunadamente ya somos más selectivos y no nos da temor cuestionar la
mmnera de actuar de las personas que por su puesto deben conducirse con ética
y profesionalismo.

         Es aquí en donde empezamos a calificar las diferencias del
comportamiento ético de los profesionistas y si no estamos de acuerdo con su
comportamiento, pues simplemente buscamos a otro.

            Es primordial que aprendamos a calificar la vocación ya que es muy
común que debido a otros intereses o causas se determine por estudiar algo muy
distinto a lo que en verdad nos gusta. Sabemos que es muy común que
conozcamos personas que tienen cierta preparación académica y que al no
encontrar aéreas de oportunidad laborales, pues simplemente se dedican a otra
cosa.

          Tambien hay que considerar las facilidades o habilidades que cada
quien posee, no todos tenemos la facilidad de palabra o la capacidad de dibujar.

           Los valores morales que deben fundamentar la manera ética del
quehacer del profesional, deberán considerarse como mínimo las siguiente:
           Comprometido, confiable, congruente, discreto, honesto, honrado, justo,
leal, prudente. Responsable y veraz.
Toda profesión debe inspirarse los códigos de ética y en el juramento
que debe prevalecer en el actuar del profesionista.

           En los niveles de justicia, en quienes son los encargados de impartirla,
y que desafortunadamente están tan de moda, pero de mala manera, ya no les
importa el bienestar de los demás pareciera que estos puestos están al mejor
postor y que el único fin es enriquecerse sin importar el costo.

          Este callejón sin salida en el que nuestras autoridades nos han hecho
entrar que pareciera no tener fin, que vivimos cuidándonos de todos, ya no
confiamos en nadie, qué futuro le depara a nuestros hijos, ya no se puede salir de
la casa con la seguridad de que volveremos con bien.

           El cohecho, la mordida, el que no tranza no avanza, la pérdida de
identidad, de ideologías, secuestros, ajuste de cuentas, sobornos, etc etc, no
debiera ser lo cotidiano.

          Como se lograra cambiar nuestra realidad, se habrá perdido para
siempre la época cuando ser decente era el valor más importante.

           Debe estar en nuestras manos en la manera de educar a nuestros hijos,
la diferencia entre seguir en esta resbaladilla hacia lo más bajo, aunque también
sin dejar de ser decentes también hay que ser inteligentes y estar al pendiente y
con cuidado, seamos astutos, no nos dejemos engañar ni seamos
condescendientes con la manera irresponsable del actuar de profesionistas.




Los valores en el desarrollo de competencias profesionales

Martha Arana Encilla, Nuria Batista Tejeda y Álvaro Ramos Castro

Educar en valores es como tallar un diamante. Para que despliegue la plenitud de su esplendor debe ser
tallado íntegra y armónicamente. Dejar una de sus facetas sin tallar le impedirá cualificarse con todos sus
visos, belleza y perfección como diamante. Una persona a quien no se le proporcione una intencionada,
adecuada y oportuna educación en valores, no podrá realizarse a plenitud como humano. (A. Ramos)

Introducción

El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es el interés de diferentes ciencias que comparten un
objetivo común, el de comprender e interpretar los porqués de las actuaciones de los seres humanos, para
orientar su comportamiento dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de
sus análisis se hallen los conflictos y las soluciones entre el ser y el deber ser, y, derivado de ello, entre el
saber hacer y saber ser y valer.

La educación en valores se refiere al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se determina
sólo por lo que las personas saben, sino por lo que saben hacer, lo que tienen el valor de hacer y,
fundamentalmente, por lo que son.

Esta ponencia está basada en trabajos de investigación que concluyeron como tesis doctorales en temas de
Educación en Valores y Educación Científico-Tecnológica desarrolladas en universidades cubanas y que han
resultado aplicados en la práctica educativa.

Esta ponencia fue presentada en un panel sobre educación en valores en el IV Congreso Iberoamericano de
Superdotación y Talento, realizado en Bogotá (Colombia) en octubre de 2002.

La educación en valores

Todo proceso educativo tiene un para qué explícito o implícito. Cualquier acto educativo se realiza con una
finalidad, pero no siempre esa finalidad ha respondido a los ideales del humanismo; existen muchos ejemplos
en la historia de la civilización, como el fascismo, el consumismo y el individualismo, por sólo poner algunos
ejemplos. Los problemas económicos, políticos y sociales que atraviesa la humanidad son generados por
sujetos “educados”.

Es ampliamente conocido que la sociedad global y en particular la nuestra vive una crisis de trascendencia
que supera aspectos económicos, científicos, tecnológicos e industriales. Un error en cualquiera de ellos se
puede corregir en corto tiempo (quizás con la excepción del medio ambiente). Pero los errores en lo social
tardan decenas de años, siglos en solventarse, y manifiestan sus contradicciones durante varias
generaciones.

Uno de ellos en el ámbito de la educación es el poco desarrollo del humanismo, sobre el cual las
concepciones filosóficas de todos los tiempos en sus fundamentos y objetivos buscan el bien común,
promover y vivir una cultura de paz hacia una sociedad de paz con justicia, equidad y bienestar. Lejos
estamos de ser congruentes como humanos con los principios humanistas.

“El humanismo es sencillamente un intento y una actitud del espíritu humano en permanente proceso de
evolución, que se inicia en el momento en que tomamos conciencia de nuestra diferencia con las demás
especies biológicas, que busca el respeto, la dignidad y los derechos del ser humano para la formación
integral de su individualidad y de su personalidad, lo cual requiere y conlleva condiciones sociales que
propicien su transformación y realización como ser humano” (Arana-Ramos).

En un sentido amplio se puede definir la educación en valores como un proceso humanizador, individual,
social, vertical y horizontal a lo largo de la vida de las personas, determinando su personalidad desde su
nacimiento hasta la ancianidad (Ramos, 2000); en dicho proceso intervienen diversos factores cuyos sistemas
complejos conllevan contradicciones en dependencia de las políticas educativas.

Razones que justifican la educación en valores:

         Intencionar: encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar
         el vínculo con la realidad mediante lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente-
         educativo, dando sentido a la formación sociohumanista.
         Explicitar: connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano
         en todos los componentes del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y
         desarrollar según la aspiración social.
         Particularizar: integrar las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica
         del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones y evaluar las
         condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del
         contenido y del método, etc., así como apoyarse en ellas. Determinar estrategias didácticas que
         involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.
Lo anterior comprende las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores y sus relaciones en el
proceso docente-educativo. Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa
no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con lo
afectivo.

La educación en valores no debe limitarse a lo ético; también debe tener presente que en el proceso hay que
desarrollar otros valores que son importantes como los valores estéticos, los políticos, los intelectuales, que
en su conjunto contribuyen al desarrollo de la personalidad. Es por ello por lo que la educación en valores es
pluridimensional.

Visto así, el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su carácter integral. La
reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de igual modo
intencionar y valorar el método de aprendizaje, no como simple procedimiento, sino pensar en la
comunicación, las relaciones interpersonales, y también analizar el componente sociohumanista de la ciencia
que se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral y dialéctico al aprendizaje, es
decir, reconocer que no existen “dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta, en su
historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus métodos, en sus consecuencias e impactos y, por
supuesto en su ética.

La educación en valores contribuye a definir un proyecto de vida efectivo y eficaz, convirtiéndolo en un
proyecto real, haciendo corresponder las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el
desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de razonamiento, los conocimientos, la
motivación y los intereses.

La educación en valores integra el humanismo en dos sentidos. Acerca la realidad al proceso de educación
para que pueda ser valorada y transformada; así mismo, moldea y adecua los intereses, motivaciones y
disposiciones de los educandos para que puedan establecer las necesarias interrelaciones humanas que
permitan la correspondencia entre el proyecto de vida individual y social.

La educación en valores incide en los siguientes aspectos:

         Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y contribuye a reflejar adecuadamente el sistema
         objetivo.
         Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con significación positiva hacia la sociedad.
         Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y el perfeccionamiento humano.

La educación en valores ha estado condicionada a la propia evolución de las concepciones filosóficas de la
educación y de la teoría del valor, a la axiología, a las cuestiones relacionadas con el sentido de la vida y de la
historia, a la orientación y base del conocimiento, a la relación entre el individuo y la sociedad, y al objetivo y
justificación de la actividad humana. En general, a la visión del mundo y de su transformación.

Es difícil encontrar oposición en el plano de la educación sobre la necesidad de incidir en los valores a través
de los procesos educativos de manera explícita; por lo general es aceptado que ello es parte inseparable de
una coherente filosofía educativa acerca de la integración de lo humano a la formación. La polémica está en
asuntos relacionados sobre qué valores se forman y desarrollan, existiendo una fuerte tendencia hacia lo ético
y lo moral. Otras posiciones jerarquizan lo ético, aceptando valores políticos, estéticos, científicos, etcétera.
Otro asunto que se debate es cómo educar en valores, sus modelos y estrategias.

Los modelos trabajados se identifican como: proceso de socialización o de adaptación y asimilación a las
normas sociales existentes; proceso de clarificación personal, encaminado al esclarecimiento y desarrollo de
los valores con que se identifica el sujeto, según sus preferencias y cultura; proceso de desarrollo de las
capacidades de juicio, que permite valoraciones y razonamientos acordes al deber ser; y el modelo de
proceso de formación del carácter o del conjunto de hábitos virtuosos asociados a una cultura propia del
contexto y el de desarrollo de la personalidad.

El modelo de la construcción de la personalidad moral, que no se tratará en este trabajo, se denominará
desarrollo de la personalidad.
El modelo de desarrollo de la personalidad requiere de:

         Un proceso de adaptación del individuo hacia la sociedad y hacia sí mismo.
         La adquisición por parte del sujeto de elementos culturales, que tienen una significación positiva y
         que constituyen horizontes normativos, que han sido deseados por la humanidad en todos los
         tiempos: justicia, solidaridad, igualdad.
         Determinadas capacidades de juicio, comprensión y autorregulación que permitan la autonomía del
         sujeto ante determinadas situaciones y conflictos.

En este modelo se entiende a los valores como un producto cultural, busca alcanzar una preparación para la
vida y para la realización personal en un contexto determinado, con la condición clara de que se trata de
formar no para la aceptación, sino también la transformación en busca del redimensionamiento humano.

El proceso real de formación de la personalidad debe partir de las posibilidades que ofrece la sociedad, para
que ésta ocupe un lugar adecuado dentro de la actividad social y pueda constituirse en sujeto social, que
influya por supuesto en la transformación de estas posibilidades.

Valoración del modelo:

         Se centra en el desarrollo de la personalidad.
         Tiene en cuenta las necesidades y motivaciones de los estudiantes.
         Le confiere gran importancia a los contenidos y al papel del maestro y a la comunicación en el
         desarrollo de las valoraciones.
         Destaca la unidad dialéctica entre lo social y lo individual y lo afectivo y lo cognitivo en el proceso de
         enseñanza aprendizaje.
         Considera el valor como significaciones positivas que el sujeto asume, incorpora o construye en el
         proceso de su actividad y de sus relaciones intersubjetivas.

Por ello, este modelo resalta el valor del contenido y del maestro y de la motivación que éstos producen como
aspectos de singular importancia en la educación en valores.

Los valores en la formación profesional

El acelerado avance científico y tecnológico genera nuevas complejidades en las organizaciones y sistemas
productivos, las cuales producen transformaciones en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, originando
un cambio social y cultural irreversible. Costumbres arraigadas se debilitan, normas y modelos de conductas
se transforman con relativa celeridad hacia nuevas relaciones sociales que es preciso afrontar con valores y
actitudes que den respuesta al cambio orientándolo hacia el progreso humano.

De lo anterior se deduce que la universidad tiene que formar un profesional con capacidad para enfrentar el
reto de la época contemporánea, con conocimientos científicos y técnicos idóneos, portador de valores
humanos para un óptimo desempeño como miembro de la sociedad, con una proyección vivencial y laboral
que combine las competencias laborales con las cualidades personales.

La educación en valores en la Educación Superior debe encaminarse fundamentalmente a la formación y al
desarrollo de valores profesionales, entendidos éstos como los valores humanos contextualizados y
orientados hacia la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos universales y los
particulares de la profesión. Constituyen rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una
concepción integral del ejercicio de la profesión.

La educación en valores en la formación profesional es el proceso de humanizar e intencionar lo social de la
profesión en las competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional integral,
mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en toda la vida universitaria para el
desarrollo de los futuros modos de actuación profesionales.
Para ello el modelo o aspiración de competencias y actitudes profesionales debe estar definido y debe tener
un carácter pluridimensional, que abarca las siguientes dimensiones a desarrollar: intelectual, técnica, ética,
estética, política y otras según la profesión, y de otros factores a considerar.

Algunas de las razones que justifican la educación en valores en la formación profesional son:

         La imagen que de la ciencia y de la tecnología existe en los futuros profesionales, que varía según
         las concepciones y paradigmas con que se interpreten y comprendan dichos procesos, producto de
         los contenidos de la carrera: conocimientos, enfoques, habilidades, relaciones, comportamientos de
         los docentes, estilos y maneras de determinar y solucionar problemas de la vida universitaria en
         general.
         La adaptación de los diseños curriculares de las carreras a los cambios científico-tecnológicos y
         sociales, y su reflejo en los objetos y de los modos de actuación de los futuros profesionales.

El contenido de la formación profesional se refiere a la cultura que debe alcanzar un profesional para ejercer
adecuadamente su profesión, y que abarca no sólo los conocimientos científicos y tecnológicos necesarios
que respondan a esa rama y objeto del saber y saber hacer específicos, sino a una cultura profesional como
resultado de un tipo específico de educación científico-tecnológica, entendida ésta como: el proceso continuo
de adquisición de conocimientos teóricos y prácticos y de formación de valores en relación con la práctica
tecnocientífica, que propicie una actitud crítica de los aspectos contradictorios presentes en las relaciones
entre la actividad científico-tecnológica y las otras formas de actividad social.

La cuestión no estriba en la mayor o menor información que un profesional posea, sino en los principios y las
concepciones que éste posea para comprender a la sociedad y, en ella, el lugar de su profesión para
gestionar adecuadamente la ciencia a la tecnología.

En estas condiciones la formación integral y especializada son dos pilares de la profesionalidad. De ahí que la
formación sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a la creación de una cultura que
permita interpretar el paradigma vigente y lograr el desarrollo sustentable.

La solución se halla en concebir la formación sociohumanista a partir del modelo del profesional, que integre
como un todo las posibilidades que brindan las ciencias sociales, naturales y exactas, así como las técnicas,
desde enfoques interdisciplinarios y a lo largo de todo el proceso de formación profesional.

La formación sociohumanista es parte del desarrollo de la personalidad, por lo que no puede estar separada ni
simplemente añadida al modelo del profesional, sino que es parte intrínseca del desarrollo de valores.

Los estudios CTS en la formación de valores profesionales

La búsqueda de una manera diferente de hacer ciencia y tecnología no sólo es preocupación de países de
menor desarrollo, sino también de países desarrollados, lo cual se manifiesta en programas de enseñanza en
ingeniería de tecnología apropiada y de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).

La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en el mundo de hoy; así, un humanista que no
sepa de los avances científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura humanista y ser un ignorante
ante las nuevas formas de vida imperantes. De la misma manera, un científico o un técnico que posean
elevados conocimientos y habilidades profesionales, tienen que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo
que se expresa en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las necesidades y demandas;
dirigir procesos mediante la participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información valiosa para
la competitividad.

Una concepción diferente de la relación entre los contenido sociohumanistas y científico-tecnológicos en la
formación de los profesionales tiene su fundamento en los estudios CTS, que tienen como objeto de estudio la
vinculación existente entre: la ciencia, la tecnología y la sociedad, en aspectos tales como:

         La comprensión de la naturaleza social de la ciencia y la tecnología, es decir, la sociedad como
         condicionante, incluyendo la reflexión sobre las consecuencias sociales, económicas, ambientales y
         políticas de la actividad científica y tecnológica.
Poseer una conciencia crítica en virtud de un enfoque multidisciplinario y fomentar la participación
         social en la toma de decisiones.
         Desarrollar la capacidad de valorar contextos en cuanto a recursos y necesidades para así brindar
         alternativas a la solución de problemas.

Existen diferentes maneras de abordar los estudios CTS en el currículo. Son las siguientes:

         Inclusión de módulos o unidades CTS en materias disciplinarias.
         Enfoques CTS en las materias ya existentes mediante repetidas inclusiones puntuales a lo largo del
         currículo.
         Creación de una asignatura CTS.
         Transformación de temas y asignaturas integrando sus contenidos a lo largo de su currículo.

En la concepción que se presenta la novedad está en superar las anteriores formas de abordaje curricular;
ello consiste en que se parte del objeto de estudio y las funciones o modos de actuación del profesional. Es
decir, los estudios CTS no se circunscriben a un tipo de contenido, ni a su organización, sino a penetrar en el
objeto de la profesión con un sentido de integración de la cultura humanista y científico-técnica, en la
concepción de la formación de la personalidad del profesional, a través de los diseños curriculares de las
carreras, para lograr la incidencia en todo el montaje curricular desde los objetivos para el alcance de los
modos de actuación esperados para el ejercicio de la profesión, siendo el asunto de la educación de valores
una necesidad intrínseca a la formación del profesional.

El objetivo a alcanzar es desarrollar en los futuros profesionales una nueva imagen de la ciencia y de la
tecnología, que exprese los nexos con la economía, la política, la moral, las relaciones con la naturaleza,
coadyuve a la capacidad valorativo y a la actuación con responsabilidad social en el ejercicio de la profesión.

La educación en valores en jóvenes con capacidades excepcionales

Revisando en Internet, varias asociaciones de padres manifiestan su extrañeza y preocupación por la carencia
de trabajos sobre el tema de superdotación con relación a los jóvenes. Y más aún sobre los jóvenes en
formación profesional.

Fue una sorpresa leer la reflexión que al respecto hacia un joven con estas características: “Sinceramente,
pensamos que lo único que necesita la persona superdotada es tener como amigos a otras personas
superdotadas. Entonces estará en paz con el mundo, con las personas que no son como ella; porque, por así
decirlo, pedirá y dará, a cada parte, lo que cada parte puede darle y recibir de ella, y no más. Y éste será el
camino, aunque pueda sonar paradójico, para que se integre en la sociedad”.

Dicha reflexión se contrapone al principio de que el ser humano es más feliz dando que recibiendo, que
depende de la entrega, la solidaridad, la responsabilidad, el amor, la amistad y el respeto a la diferencia de
otros. La esencia de la creatividad es vivir creativamente y su éxito principal se halla en que el proyecto de
vida que se defina brinde felicidad hacia sí mismo y a los demás.

Se evidencia la preocupación de padres de jóvenes y de éstos porque se les tenga en cuenta como personas,
así como aparecen algunos problemas de irrealización y conflictos personales por no haberse incidido mejor a
través de la educación en sus actitudes y conductas.

Es difícil responder qué es lo propio para jóvenes excepcionales, pues éste puede ser considerado como lo
general a desarrollar en todo ser humano, porque lo propio del hombre consiste en aprender lo humano de
sus congéneres.

Al mismo tiempo, lo propio puede referirse a lo particular de un conjunto de personas con capacidades
excepcionales, que tienen sus rasgos específicos pero que no excluye lo general. Lo propio también contiene
lo singular de cada individuo, en cuanto a sus motivaciones, intereses, rasgos de la personalidad, contexto en
que se desarrolla, etcétera.
Es menester tener en cuenta la armonía de estos tres componentes para poder definir estrategias coherentes
de formación valorativa y actitudinal.

Por lo general, en las definiciones dadas sobre talento éstas se dan a partir de las aptitudes que sobrepasan
claramente la capacidad media de jóvenes de su edad y por tener un talento creador en uno o varios campos;
entonces se habla de excepcionalidad en competencias, capacidades y potencial excepcional sobre todo en la
capacidad científica y creativa, es decir, el talento se refiere a la existencia de predisposiciones reales para
enfrentar problemas más complejos.

La caracterización de un estudiante talentoso depende de su identificación como tal y de la concepción que al
respecto se tenga, influyendo ello en las particularidades de la formación en valores.

La formación valorativa y de actitudes es sólo un aspecto de la educación en valores, pues actitud es sólo una
predisposición a un comportamiento, es una organización duradera de creencias, cogniciones, sentimientos
que, por tanto, conforman una tendencia. No siempre existe una correspondencia entre la actitud y el
comportamiento por diferentes factores.

La educación en valores debe promover una actitud y capacidad estimativa, y una conducta consciente en el
educando. Es decir, conocer qué es la responsabilidad, saber valorar sobre la responsabilidad en hechos
concretos y actuar con responsabilidad.

Lo expuesto son consideraciones generales que atañen a toda la educación, incluida la de niños y jóvenes
talentosos. Se infiere que quienes tienen superioridad intelectual, por esta misma razón sus convicciones y
valores deberán corresponder a las condiciones de excepcionalidad.

La superioridad intelectual no entraña como condición necesaria y suficiente el éxito o el logro acelerado de la
personalidad. Por su propio carácter sí debe poner sus capacidades excepcionales acorde con el desarrollo
de la sociedad y para su correspondiente autorrealización. La superioridad intelectual pocas veces está
preparada para aceptar el fracaso, pues se le inculca constantemente su superioridad y no sus capacidades
excepcionales, que no es lo mismo, lo cual impide que se acomoden a una realidad que va más allá de su
individualidad y que puede influir en su realización.

La educación en valores debe coadyuvar en los jóvenes talentosos al desarrollo de esa personalidad
desarrollada a una mayor adaptación a los entornos, a comprender y saber transformar con criterio colectivo,
social y humano la participación social de ellos, una mayor motivación e interés en ser reconocido y en
reconocer las diferencias humanas alcanzando la tolerancia necesaria para compartir y comunicarse
adecuadamente.

La falta de paralelismo entre capacidad intelectual y madurez psicosocial afectiva puede suponer una
inadaptación interna y social e incluso evitar el éxito en su actividad.

Las predisposiciones innatas tienen una estrecha relación con la madurez biológica; unas se expresan en
edades más tempranas que otras.

En la universidad cubana se lleva acabo un trabajo diferenciado de formación profesional con estudiantes de
alto rendimiento, o talentosos, asociándolos a equipos de investigación profesional o científicos, de la práctica
social, a tareas complejas de liderazgo, a la labor docente de la academia como alumnos ayudantes,
buscando entrenar sus capacidades excepcionales con actitudes del mismo carácter por su contenido de
entrega y consagración responsable, pero en tareas de importancia social, desarrollando así su
independencia, creatividad, originalidad, flexibilidad, objetividad acompañada de la comunicación, solidaridad,
etcétera.

Por lo general se trabaja con ellos en pequeños grupos en un entrenamiento tutorial por los profesores más
destacados y que son ejemplo por sus capacidades y conductas. Éstos son los jóvenes que luego la sociedad
selecciona como los integrales, los talentos que se incorporan a los centros de ciencia e innovación
tecnológica del país, además a la academia, etcétera.
En este sentido la concepción de talento no sólo está asociada a la predisposición para una actividad por
capacidades excepcionales, sino al desarrollo de una integralidad de esa personalidad, para una conducta
excepcional.

Conclusiones

La educación en valores en la formación profesional requiere:

         Un modelo del profesional pluridimensional, desde una concepción de la profesión que interrelacione
         la ciencia, la tecnología y la sociedad, haciéndolas portadoras de una cultura integral que revitalice
         los valores humanos.
         Una metodología de diseño curricular que parta de un sistema de valores profesionales.
         Una didáctica que integre los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente,
         destacando en el contenido el valor como un componente a desarrollar, es decir, el significado
         valorativo de los conocimientos, habilidades y capacidades, del mismo modo que la reflexión del
         profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso a través de métodos y técnicas que
         propicien la participación, la comunicación, las relaciones interpersonales, la autorregulación, etc.
         Una vinculación entre la actividad académica, la laboral y la investigación en el proceso de formación
         profesional.
         Un desarrollo pedagógico, profesional e investigativo del profesor que le permita actuar a través del
         valor del ejemplo.
         Un ambiente universitario que propicie la educación.

Es necesario investigar las particularidades de la educación en valores en los jóvenes y en su etapa de
formación profesional para definir las estrategias pedagógicas que correspondan.




Los valores en el desarrollo de competencias profesionales

Martha Arana Encilla, Nuria Batista Tejeda y Álvaro Ramos Castro

Educar en valores es como tallar un diamante. Para que despliegue la plenitud de su esplendor debe ser
tallado íntegra y armónicamente. Dejar una de sus facetas sin tallar le impedirá cualificarse con todos sus
visos, belleza y perfección como diamante. Una persona a quien no se le proporcione una intencionada,
adecuada y oportuna educación en valores, no podrá realizarse a plenitud como humano. (A. Ramos)

Introducción

El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es el interés de diferentes ciencias que comparten un
objetivo común, el de comprender e interpretar los porqués de las actuaciones de los seres humanos, para
orientar su comportamiento dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de
sus análisis se hallen los conflictos y las soluciones entre el ser y el deber ser, y, derivado de ello, entre el
saber hacer y saber ser y valer.

La educación en valores se refiere al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se determina
sólo por lo que las personas saben, sino por lo que saben hacer, lo que tienen el valor de hacer y,
fundamentalmente, por lo que son.
Esta ponencia está basada en trabajos de investigación que concluyeron como tesis doctorales en temas de
Educación en Valores y Educación Científico-Tecnológica desarrolladas en universidades cubanas y que han
resultado aplicados en la práctica educativa.

Esta ponencia fue presentada en un panel sobre educación en valores en el IV Congreso Iberoamericano de
Superdotación y Talento, realizado en Bogotá (Colombia) en octubre de 2002.

La educación en valores

Todo proceso educativo tiene un para qué explícito o implícito. Cualquier acto educativo se realiza con una
finalidad, pero no siempre esa finalidad ha respondido a los ideales del humanismo; existen muchos ejemplos
en la historia de la civilización, como el fascismo, el consumismo y el individualismo, por sólo poner algunos
ejemplos. Los problemas económicos, políticos y sociales que atraviesa la humanidad son generados por
sujetos “educados”.

Es ampliamente conocido que la sociedad global y en particular la nuestra vive una crisis de trascendencia
que supera aspectos económicos, científicos, tecnológicos e industriales. Un error en cualquiera de ellos se
puede corregir en corto tiempo (quizás con la excepción del medio ambiente). Pero los errores en lo social
tardan decenas de años, siglos en solventarse, y manifiestan sus contradicciones durante varias
generaciones.

Uno de ellos en el ámbito de la educación es el poco desarrollo del humanismo, sobre el cual las
concepciones filosóficas de todos los tiempos en sus fundamentos y objetivos buscan el bien común,
promover y vivir una cultura de paz hacia una sociedad de paz con justicia, equidad y bienestar. Lejos
estamos de ser congruentes como humanos con los principios humanistas.

“El humanismo es sencillamente un intento y una actitud del espíritu humano en permanente proceso de
evolución, que se inicia en el momento en que tomamos conciencia de nuestra diferencia con las demás
especies biológicas, que busca el respeto, la dignidad y los derechos del ser humano para la formación
integral de su individualidad y de su personalidad, lo cual requiere y conlleva condiciones sociales que
propicien su transformación y realización como ser humano” (Arana-Ramos).

En un sentido amplio se puede definir la educación en valores como un proceso humanizador, individual,
social, vertical y horizontal a lo largo de la vida de las personas, determinando su personalidad desde su
nacimiento hasta la ancianidad (Ramos, 2000); en dicho proceso intervienen diversos factores cuyos sistemas
complejos conllevan contradicciones en dependencia de las políticas educativas.

Razones que justifican la educación en valores:

         Intencionar: encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar
         el vínculo con la realidad mediante lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente-
         educativo, dando sentido a la formación sociohumanista.
         Explicitar: connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano
         en todos los componentes del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y
         desarrollar según la aspiración social.
         Particularizar: integrar las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica
         del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones y evaluar las
         condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del
         contenido y del método, etc., así como apoyarse en ellas. Determinar estrategias didácticas que
         involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.

Lo anterior comprende las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores y sus relaciones en el
proceso docente-educativo. Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa
no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con lo
afectivo.

La educación en valores no debe limitarse a lo ético; también debe tener presente que en el proceso hay que
desarrollar otros valores que son importantes como los valores estéticos, los políticos, los intelectuales, que
en su conjunto contribuyen al desarrollo de la personalidad. Es por ello por lo que la educación en valores es
pluridimensional.

Visto así, el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su carácter integral. La
reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de igual modo
intencionar y valorar el método de aprendizaje, no como simple procedimiento, sino pensar en la
comunicación, las relaciones interpersonales, y también analizar el componente sociohumanista de la ciencia
que se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral y dialéctico al aprendizaje, es
decir, reconocer que no existen “dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta, en su
historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus métodos, en sus consecuencias e impactos y, por
supuesto en su ética.

La educación en valores contribuye a definir un proyecto de vida efectivo y eficaz, convirtiéndolo en un
proyecto real, haciendo corresponder las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el
desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de razonamiento, los conocimientos, la
motivación y los intereses.

La educación en valores integra el humanismo en dos sentidos. Acerca la realidad al proceso de educación
para que pueda ser valorada y transformada; así mismo, moldea y adecua los intereses, motivaciones y
disposiciones de los educandos para que puedan establecer las necesarias interrelaciones humanas que
permitan la correspondencia entre el proyecto de vida individual y social.

La educación en valores incide en los siguientes aspectos:

         Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y contribuye a reflejar adecuadamente el sistema
         objetivo.
         Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con significación positiva hacia la sociedad.
         Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y el perfeccionamiento humano.

La educación en valores ha estado condicionada a la propia evolución de las concepciones filosóficas de la
educación y de la teoría del valor, a la axiología, a las cuestiones relacionadas con el sentido de la vida y de la
historia, a la orientación y base del conocimiento, a la relación entre el individuo y la sociedad, y al objetivo y
justificación de la actividad humana. En general, a la visión del mundo y de su transformación.

Es difícil encontrar oposición en el plano de la educación sobre la necesidad de incidir en los valores a través
de los procesos educativos de manera explícita; por lo general es aceptado que ello es parte inseparable de
una coherente filosofía educativa acerca de la integración de lo humano a la formación. La polémica está en
asuntos relacionados sobre qué valores se forman y desarrollan, existiendo una fuerte tendencia hacia lo ético
y lo moral. Otras posiciones jerarquizan lo ético, aceptando valores políticos, estéticos, científicos, etcétera.
Otro asunto que se debate es cómo educar en valores, sus modelos y estrategias.

Los modelos trabajados se identifican como: proceso de socialización o de adaptación y asimilación a las
normas sociales existentes; proceso de clarificación personal, encaminado al esclarecimiento y desarrollo de
los valores con que se identifica el sujeto, según sus preferencias y cultura; proceso de desarrollo de las
capacidades de juicio, que permite valoraciones y razonamientos acordes al deber ser; y el modelo de
proceso de formación del carácter o del conjunto de hábitos virtuosos asociados a una cultura propia del
contexto y el de desarrollo de la personalidad.

El modelo de la construcción de la personalidad moral, que no se tratará en este trabajo, se denominará
desarrollo de la personalidad.

El modelo de desarrollo de la personalidad requiere de:

         Un proceso de adaptación del individuo hacia la sociedad y hacia sí mismo.
         La adquisición por parte del sujeto de elementos culturales, que tienen una significación positiva y
         que constituyen horizontes normativos, que han sido deseados por la humanidad en todos los
         tiempos: justicia, solidaridad, igualdad.
Determinadas capacidades de juicio, comprensión y autorregulación que permitan la autonomía del
         sujeto ante determinadas situaciones y conflictos.

En este modelo se entiende a los valores como un producto cultural, busca alcanzar una preparación para la
vida y para la realización personal en un contexto determinado, con la condición clara de que se trata de
formar no para la aceptación, sino también la transformación en busca del redimensionamiento humano.

El proceso real de formación de la personalidad debe partir de las posibilidades que ofrece la sociedad, para
que ésta ocupe un lugar adecuado dentro de la actividad social y pueda constituirse en sujeto social, que
influya por supuesto en la transformación de estas posibilidades.

Valoración del modelo:

         Se centra en el desarrollo de la personalidad.
         Tiene en cuenta las necesidades y motivaciones de los estudiantes.
         Le confiere gran importancia a los contenidos y al papel del maestro y a la comunicación en el
         desarrollo de las valoraciones.
         Destaca la unidad dialéctica entre lo social y lo individual y lo afectivo y lo cognitivo en el proceso de
         enseñanza aprendizaje.
         Considera el valor como significaciones positivas que el sujeto asume, incorpora o construye en el
         proceso de su actividad y de sus relaciones intersubjetivas.

Por ello, este modelo resalta el valor del contenido y del maestro y de la motivación que éstos producen como
aspectos de singular importancia en la educación en valores.

Los valores en la formación profesional

El acelerado avance científico y tecnológico genera nuevas complejidades en las organizaciones y sistemas
productivos, las cuales producen transformaciones en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, originando
un cambio social y cultural irreversible. Costumbres arraigadas se debilitan, normas y modelos de conductas
se transforman con relativa celeridad hacia nuevas relaciones sociales que es preciso afrontar con valores y
actitudes que den respuesta al cambio orientándolo hacia el progreso humano.

De lo anterior se deduce que la universidad tiene que formar un profesional con capacidad para enfrentar el
reto de la época contemporánea, con conocimientos científicos y técnicos idóneos, portador de valores
humanos para un óptimo desempeño como miembro de la sociedad, con una proyección vivencial y laboral
que combine las competencias laborales con las cualidades personales.

La educación en valores en la Educación Superior debe encaminarse fundamentalmente a la formación y al
desarrollo de valores profesionales, entendidos éstos como los valores humanos contextualizados y
orientados hacia la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos universales y los
particulares de la profesión. Constituyen rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una
concepción integral del ejercicio de la profesión.

La educación en valores en la formación profesional es el proceso de humanizar e intencionar lo social de la
profesión en las competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional integral,
mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en toda la vida universitaria para el
desarrollo de los futuros modos de actuación profesionales.

Para ello el modelo o aspiración de competencias y actitudes profesionales debe estar definido y debe tener
un carácter pluridimensional, que abarca las siguientes dimensiones a desarrollar: intelectual, técnica, ética,
estética, política y otras según la profesión, y de otros factores a considerar.

Algunas de las razones que justifican la educación en valores en la formación profesional son:

         La imagen que de la ciencia y de la tecnología existe en los futuros profesionales, que varía según
         las concepciones y paradigmas con que se interpreten y comprendan dichos procesos, producto de
los contenidos de la carrera: conocimientos, enfoques, habilidades, relaciones, comportamientos de
         los docentes, estilos y maneras de determinar y solucionar problemas de la vida universitaria en
         general.
         La adaptación de los diseños curriculares de las carreras a los cambios científico-tecnológicos y
         sociales, y su reflejo en los objetos y de los modos de actuación de los futuros profesionales.

El contenido de la formación profesional se refiere a la cultura que debe alcanzar un profesional para ejercer
adecuadamente su profesión, y que abarca no sólo los conocimientos científicos y tecnológicos necesarios
que respondan a esa rama y objeto del saber y saber hacer específicos, sino a una cultura profesional como
resultado de un tipo específico de educación científico-tecnológica, entendida ésta como: el proceso continuo
de adquisición de conocimientos teóricos y prácticos y de formación de valores en relación con la práctica
tecnocientífica, que propicie una actitud crítica de los aspectos contradictorios presentes en las relaciones
entre la actividad científico-tecnológica y las otras formas de actividad social.

La cuestión no estriba en la mayor o menor información que un profesional posea, sino en los principios y las
concepciones que éste posea para comprender a la sociedad y, en ella, el lugar de su profesión para
gestionar adecuadamente la ciencia a la tecnología.

En estas condiciones la formación integral y especializada son dos pilares de la profesionalidad. De ahí que la
formación sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a la creación de una cultura que
permita interpretar el paradigma vigente y lograr el desarrollo sustentable.

La solución se halla en concebir la formación sociohumanista a partir del modelo del profesional, que integre
como un todo las posibilidades que brindan las ciencias sociales, naturales y exactas, así como las técnicas,
desde enfoques interdisciplinarios y a lo largo de todo el proceso de formación profesional.

La formación sociohumanista es parte del desarrollo de la personalidad, por lo que no puede estar separada ni
simplemente añadida al modelo del profesional, sino que es parte intrínseca del desarrollo de valores.

Los estudios CTS en la formación de valores profesionales

La búsqueda de una manera diferente de hacer ciencia y tecnología no sólo es preocupación de países de
menor desarrollo, sino también de países desarrollados, lo cual se manifiesta en programas de enseñanza en
ingeniería de tecnología apropiada y de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).

La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en el mundo de hoy; así, un humanista que no
sepa de los avances científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura humanista y ser un ignorante
ante las nuevas formas de vida imperantes. De la misma manera, un científico o un técnico que posean
elevados conocimientos y habilidades profesionales, tienen que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo
que se expresa en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las necesidades y demandas;
dirigir procesos mediante la participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información valiosa para
la competitividad.

Una concepción diferente de la relación entre los contenido sociohumanistas y científico-tecnológicos en la
formación de los profesionales tiene su fundamento en los estudios CTS, que tienen como objeto de estudio la
vinculación existente entre: la ciencia, la tecnología y la sociedad, en aspectos tales como:

         La comprensión de la naturaleza social de la ciencia y la tecnología, es decir, la sociedad como
         condicionante, incluyendo la reflexión sobre las consecuencias sociales, económicas, ambientales y
         políticas de la actividad científica y tecnológica.
         Poseer una conciencia crítica en virtud de un enfoque multidisciplinario y fomentar la participación
         social en la toma de decisiones.
         Desarrollar la capacidad de valorar contextos en cuanto a recursos y necesidades para así brindar
         alternativas a la solución de problemas.

Existen diferentes maneras de abordar los estudios CTS en el currículo. Son las siguientes:
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ÉTICA Y VOCACIÓN EN LAS PROFESIONES

  • 1. LAS PROFESIONES ACTUALES En el caso de la arquitectura al llamarla profesión, debemos también considerarla como vocación. Toda vocación es una posibilidad de ser: es una forma posible de ser hombre. La vocación es el sentido de orientación vital. La profesión como la vocación tienen su propio nivel de excelencia y la areté, o la virtud, o la bondad de cada cosa constituye el elemento existencial de la cosa misma, y se aprecia examinando si ella sirve para lo que es. De igual modo se juzga al hombre, examinando lo que hace en su actividad profesional. Al elegir una profesión o una vocación es elegir entre múltiples maneras de ser, y es adquirir el compromiso se ser hombre excelente dentro del campo de su profesión. Una vida que cumple eminentemente su vocación tiene la virtud de la ejemplaridad: sirve de guía a las nuevas vocaciones, pues es la voz de una forma de vida llamativa que invita a fijar una orientación vital, a determinar el camino de una vida, contribuyendo a dar cohesión a la comunidad de los profesionistas, lo que implica en la profesión un compromiso común. El ejercicio profesional presupone que una institución educativa ha otorgado al profesionista, además del reconocimiento de la capacidad intelectual, un crédito de solvencia moral; en consecuencia, el profesionista debe ajustar su conducta a los valores éticos más elevados. La finalidad principal del ejercicio profesional es prestar un servicio a la sociedad; solo de manera secundaria la profesión es un medio para adquirir honestamente satisfactores económicos y procurar con ellos la subsistencia del profesionista y de su familia. Cualquier profesión u oficio debe promover en el individuo la conciencia de su responsabilidad y solidaridad social. De entre el conjunto de nuestros deberes, los llamados profesionales ocupan un lugar especial en nuestra conducta. Pues toda profesión siempre impone obligaciones y deberes que cumplir. Nuestro comportamiento ante estos deberes, constituye lo que se llama conciencia profesional: la con-vicción profunda de las obliga-ciones inherentes a la profesión, y la fidelidad habitual en su cumplimiento, dándonos una par-ticular manera de ser. Nos ha acostumbrado el tiempo y los repetidos números que se han editado de esta revista a esperar siempre una idea central en torno a la cual giran todas las aportaciones que vamos a leer. Este no es el caso. Por ello, enfrentar la tarea de presentar un número de Re-encuentro como el que actualmente tienen en sus manos no es tarea fácil, ya que al leer el índice no encontrará el lector una serie de títulos coherentes respecto a una temática de interés general, previamente seleccionada. Sin embargo, subyace en este número un eje de coherencia en los problemas planteados por cada uno de los colaboradores. No cabe duda que algunos de los autores, cuyos escritos se encuentran en este número, se quedaron reflexionando en torno a los problemas educativos que conlleva el uso de los ordenadores electrónicos y lo que aportan a algunas profesiones en particular. Tal es el caso del reto que implica utilizar el potencial de Internet, bien sea como instrumento de búsqueda de información o de nuevos elementos de enlace, como, por ejemplo, las video- conferencias, cuya posibilidad otorga la moderna navegación en la Red. La administración es una de las actividades comunes a toda empresa, bien sea productiva o educativa. En efecto, tanto en sus labores normales, entre otras las funciones de dirección, como en la docencia, la actividad administrativa puede ser transformada por el uso de la herramienta cibernética. De hecho, como ya fue expuesto en nuestro anterior número, las nuevas tecnologías, en general, han generado situaciones de reto y de
  • 2. incertidumbre para el diseño de los programas de estudio, para los cursos y para la modalidad de comunicar contenidos académicos y resultados de investigación, por decir sólo algunos aspectos que han sentido el peso que supone el uso de las nuevas tecnologías, en general y en la educación en particular. El uso de las nuevas tecnologías, basadas en la cibernética, genera fascinación. Algunos campos del conocimiento pueden estar más expuestos que otros. Sin embargo, en todas las profesiones actuales el contacto con la tecnología cibernética es continuo y cotidiano. Esta circunstancia puede generar dependencias, cuyas consecuencias son difícilmente previsibles. En el presente número se analiza la necesidad del estudio de las Ciencias Básicas para algunas profesiones del Área de la Salud para evitar este peligro. Es obvio que esta área no es la única sometida a tales circunstancias. En efecto, cualquier disciplina o profesión que ignore las bases científicas en que se apoyan sus logros prácticos cotidianos, tiende a ser mera técnica. Su aprendizaje, por tanto, sólo exigirá un poco de habilidad y memoria, nunca conocimiento y reflexión crítica. Además del caso analizado en la presente publicación, es preciso remarcar la necesidad de estudios de ese tipo para las profesiones derivadas de las Ciencias Sociales, las cuales presentan el mismo peligro. En el campo de los análisis sociales, el lector encontrará dos ejemplos relacionados con la educación, aunque en niveles distintos. Por un lado, la reflexión sociológico-educativa nos presenta el posible resultado de procesos de trabajo, cada vez más complicados, que pueden incidir en la eficacia de la acción educativa en el nivel universitario; por otro, la ubicación curricular del arte y el modo de enseñarlo, se estudia al determinar la idoneidad y competencia de los docentes que tienen a su cargo el desarrollo de tales habilidades. Por último, cierra el contenido de las aportaciones que constituyen el presente número un análisis de las capacidades incorporadas en los estudiantes de la carrera de medicina de la UAM-Xochimilco, donde se pretende conocer las capacidades de competitividad en los campos propios de la residencia médica. Estos comentarios pretenden hacer surgir el interés del lector en los contenidos del presente número. Como bien puede observarse existe un hilo conductor, desde la cibernética, aplicada a la dirección de empresas y al incremento del capital humano en los posgrados de administración, hasta la capacidad de organización de la acción universitaria y la competencia docente en la enseñanza de las actividades artísticas, o la capacidad competitiva que una universidad incorpora en sus estudiantes para enfrentar no sólo el mercado de trabajo, sino su capacidad de acceso a los niveles de especialidad. No quisimos dejar pasar la publicación en este número, de los acuerdos a que se llegó en el Congreso Pedagogía 2001, que se celebró en la Ciudad de la Habana en los primeros días del mes de febrero del año en curso. Sirva este reconocimiento a los deseos y propuestas que los maestros hicieran, como una necesidad de dar a conocer los reclamos educativos de América Latina. El presente trabajo tiene como objetivo realizar algunas reflexiones sobre la forma en que varias de las empresas actuales realizan su actividad en las condiciones de trabajo que ha impuesto Internet, la Red; y cómo esta actividad está condicionada fundamentalmente por la utilización masiva, constante y adaptada a esas condiciones, de la información disponible. Inevitablemente se está produciendo un impacto en el estilo de dirección de las personas que laboran en esas empresas. ¿Es éste un aporte revolucionario a la ciencia de la dirección o una confirmación de los principios expuestos por los pioneros de la cibernética, hace más de cincuenta años? Las respuestas que da el trabajo a esa
  • 3. pregunta no son definitivas, pero pueden estimular otros estudios que arrojen más luz sobre este problema tan novedoso: las empresas en el ciberespacio, y la percepción que en este caso se tiene de dichas instituciones desde un país del Tercer Mundo, en este caso Cuba. LA ETICA PROFESIONAL Los valores morales básicos deseables que deben fundamentar la manera ética del quehacer del arquitecto, deberán considerarse como mínimo los que se señalan a continuación, relacionándose en dos columnas, en la primera el valor mismo y en la segunda la forma de comportamiento que marca el deber ser, en congruencia con ese valor: VALOR: DEBERÁ SER: COMPROMISO COMPROMETIDO CONFIABILIDAD CONFIABLE CONGRUENCIA CONGRUENTE DISCRECIÓN DISCRETO HONESTIDAD HONESTO HONRADEZ HONRADO JUSTICIA JUSTO LEALTAD LEAL PRUDENCIA PRUDENTE RESPONSABILIDAD RESPONSABLE VERACIDAD VERAZ Código de Ética Preámbulo Es propósito de este Código enunciar las normas y principios éticos que deben inspirar la conducta y actividad de los matriculados en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal. Dichas normas y principios tienen su fundamento último en la responsabilidad de los profesionales hacia la sociedad. Constituyen la guía necesaria para el cumplimiento de las obligaciones contraídas con la casa de estudios en que se graduaron, con la profesión, con sus colegas, con quienes requieren sus servicios y con terceros. En virtud de esa responsabilidad y de tales obligaciones, deben realizar los mayores esfuerzos para mejorar continuamente su idoneidad y la calidad de su actuación, contribuyendo así al progreso y prestigio de la profesión. Por su propia naturaleza, las normas de este Código no excluyen otras que conforman un digno y correcto comportamiento profesional. La ausencia de disposición expresa no debe interpretarse como admisión de actos o prácticas incompatibles con la vigencia de los principios enunciados, ni considerarse que proporcione impunidad. Por el contrario, confrontados los profesionales con tal situación, deben conducirse de una manera que resulte coherente con el espíritu de este Código. Artículo 1º – Estas normas son de aplicación en la Capital Federal, Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antartida Argentina e Islas del Atlántico Sur para todos los profesionales inscriptos en este Consejo en razón de su estado profesional y en el ejercicio de su
  • 4. profesión, ya sea en forma independiente o en relación de dependencia. También alcanzan a los inscriptos en el Registro Especial de No Graduados. Art. 2º – Los profesionales deben respetar las disposiciones legales y las resoluciones del Consejo, cumpliéndolas lealmente. Art. 3º – Los profesionales deben actuar siempre con integridad, veracidad, independencia de criterio y objetividad. Tienen la obligación de mantener su nivel de competencia profesional a lo largo de toda su carrera. Art. 4º – Los profesionales deben atender los asuntos que les sean encomendados con diligencia, competencia y genuina preocupación por los legítimos intereses, ya sea de las entidades o personas que se los confían, como de terceros en general. Constituyen falta ética la aceptación o acumulación de cargos, funciones, tareas o asuntos que les resulten materialmente imposibles atender. En la actuación como auxiliar de la justicia se considera falta ética causar demoras en la administración de la justicia, salvo circunstancias debidamente justificadas ante el respectivo tribunal. Art. 5º – Toda opinión, certificación, informe, dictamen y en general cualquier documento que emitan los profesionales, debe expresarse en forma clara, precisa, objetiva, completa y de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo. La responsabilidad por la documentación que firmen los profesionales es personal e indelegable. En los asuntos que requieran la actuación de colaboradores, debe asegurarse la intervención y supervisión personal de los profesionales, mediante la aplicación de normas y procedimientos técnicos adecuados a cada caso. Art. 6º – Los profesionales deben conducirse siempre con plena conciencia del sentimiento y solidaridad profesional, de una manera que promueva la cooperación y las buenas relaciones entre los integrantes de la profesión. Las expresiones de agravio o menoscabo a la idoneidad, prestigio, conducta o moralidad de los profesionales alcanzados por las normas de este Código, constituyen falta ética. Art. 7º – La formulación de cargos contra otros profesionales debe hacerse de buena fe y sólo puede inspirarse en el celo por el mantenimiento de la probidad y el honor profesional. Toda denuncia, a los efectos de su consideración, debe ser concreta y basarse en un hecho punible por este Código. Art. 8º – Los profesionales deben abstenerse de aconsejar o intervenir cuando su actuación profesional permita, ampare o facilite los actos incorrectos, pueda usarse para confundir o sorprender la buena fe de los terceros, o emplearse en forma contraria al interés general, o a los intereses de la profesión, o violar la ley. La utilización de la técnica para deformar o encubrir la realidad es agravante de la falta ética. Art. 9º – Los profesionales no deben interrumpir sus servicios profesionales sin comunicarlo a quienes corresponda con antelación razonable, salvo que circunstancias especiales lo justifiquen. Art. 10º – Los profesionales no deben retener documentos o libros pertenecientes a sus clientes. Art. 11. Los profesionales deben abstenerse de actuar en institutos de enseñanza que desarrollen sus actividades mediante propaganda engañosa o procedimientos incorrectos o que emitan títulos o certificados que puedan confundirse con los diplomas profesionales habilitantes. Art. 12º – Se considera falta ética de los profesionales permitir que otra persona ejerza la profesión en su nombre o facilitar que alguien pueda actuar como profesional sin serlo.
  • 5. Art. 13º – Los títulos y designaciones de cargos del Consejo o de otras entidades representativas de la profesión pueden ser enunciados solamente como relación de antecedentes o al actuar en nombre de dichas entidades. Art. 14º – Los profesionales no deben utilizar ni aceptar la intervención de gestores para la obtención de trabajos profesionales. Art. 15º – Los profesionales no deben tratar de atraer los clientes de un colega, empleando para ello recursos, actos o prácticas reñidas con el espíritu de este código y en particular con lo establecido en el art. 6º. Art. 16º – Las asociaciones entre profesionales, constituidas para desarrollar actividades profesionales, deben dedicarse, como tales, exclusivamente a dichas actividades. Art. 17º – Constituye violación a los deberes inherentes al estado profesional, y en consecuencia se considera infracción al presente Código, el hecho de que un matriculado –aún no estando en el ejercicio de las actividades específicas de la profesión– haya sido condenado judicialmente por un delito económico. Art. 18º – El ofrecimiento de servicios profesionales debe hacerse con objetividad, mesura y respeto por el público, por los colegas y por la profesión. Se presume que no cumple con estos requisitos la publicidad que contenga expresiones: a) falsas, falaces, o aptas para conducir a error a cualquier persona razonable, incluyendo: 1) la formulación de promesas sobre el resultado de la tarea profesional; 2) el dar a entender que el profesional puede influir sobre decisiones de órganos administrativos o judiciales; b) de comprobación objetiva imposible; c) de autoelogio; d) de menoscabo explícito o implícito para colegas (por ejemplo, a través de comparaciones de calidades supuestas de los trabajos profesionales); e) que afecten la dignidad profesional; o f) de evidente mal gusto. Los matriculados integrantes de asociaciones de profesionales no podrán agregar la denominación de la Sociedad si esta no se encuentra inscripta en el Consejo. Art. 19º – La relación de los profesionales con sus clientes debe desarrollarse dentro de la más absoluta reserva. Los profesionales no deben revelar conocimiento alguno adquirido como resultado de su labor profesional sin la autorización expresa del cliente. Art. 20º – Los profesionales están relevados de la obligación de guardar secreto profesional cuando imprescindiblemente deban revelar sus conocimientos para su defensa personal, en la medida en que la información que proporcionen sea insustituible. Art. 21º – Para establecer los honorarios correspondientes a las actividades profesionales, deben tomarse en consideración la naturaleza e importancia del trabajo, el tiempo insumido, la responsabilidad involucrada y las disposiciones legales y reglamentarias vigentes. Art. 22º – Los profesionales no deben dar ni aceptar participaciones o comisiones por asuntos que, en el ejercicio de la actividad profesional, reciban de o encomienden a otro colega, salvo las que correspondan a la ejecución conjunta de una labor o surjan de la participación en asociaciones profesionales. Tampoco deben dar ni aceptar participaciones o comisiones por negocios o asuntos que reciban de o proporcionen a graduados de otras carreras o a terceros. Art. 23º – Cuando los profesionales en el ejercicio de actividades públicas o privadas hubiesen intervenido decidiendo o informando sobre un determinado asunto, no deben luego prestar sus servicios a la otra parte hasta que hayan transcurrido dos años de
  • 6. finalizada su actuación, salvo que mediare notificación y la parte interesada no manifestase oposición en un plazo de 30 días corridos. Art. 24º – Los profesionales no deben intervenir profesionalmente en empresas que actúen en competencia con aquellas en las que tengan interés como empresarios, sin dar a conocer previamente dicha situación al interesado. Art. 25º – Los profesionales deben abstenerse de emitir dictámenes o certificaciones que estén destinados a terceros o a hacer fe pública, en los siguientes casos: a) Cuando sean propietarios, socios, directores o administradores de la sociedad o del ente o de entidades económicamente vinculadas sobre las cuales verse el trabajo. b) Cuando tengan relación de dependencia con el ente o respecto de personas, entidades o grupos de entidades económicamente vinculadas. c) Cuando el cónyuge, los parientes por consanguinidad en línea recta, los colaterales hasta el cuarto grado inclusive y los afines dentro del segundo grado, estén comprendidos entre las personas mencionadas en el inc. a) del presente artículo. d) Cuando tengan intereses económicos comunes con el cliente o sean accionistas, deudores, acreedores o garantes del mismo o de entidades económicamente vinculadas, por montos significativos con relación al patrimonio del cliente o del suyo propio. e) Cuando su remuneración fuera contingente o dependiente de las conclusiones o resultados de la tarea. f) Cuando su remuneración fuera pactada en función del resultado de las operaciones del cliente. En los casos de sociedades de profesionales, las restricciones se harán extensivas a todos los socios del profesional. Art. 26º – Toda transgresión a este Código es pasible de las correcciones disciplinarias enunciadas en el art. 16º de la Ley 20.476. Art. 27º – Las faltas por inconducta profesional en que los matriculados incurran fuera de la jurisdicción de este Consejo y que debido a su trascendencia afecten el decoro de la profesión, podrán ser motivo de una declaración de censura. Art. 28º – Las violaciones a este Código prescriben a los cinco años de producido el hecho. La prescripción se interrumpe por los actos procesales tendientes a la dilucidación o esclarecimiento del hecho violatorio; por la comisión de otra violación al presente Código o por la existencia de condena en juicio penal o civil. Art. 29º – La prescripción se suspende mientras cualquiera de los que hayan participado en el hecho violatorio sea miembro electo del Consejo Profesional o del Tribunal de Disciplina, aun cuando el hecho sea ajeno a su cargo. Terminada la causa de la suspensión, la prescripción sigue su curso. Art. 30º – La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada uno de los partícipes del hecho violatorio. Art. 31º – Cuando los poderes públicos o las reparticiones oficiales requieran información sobre antecedentes de matriculados, no se considerarán como tales las sanciones de advertencia, amonestación privada y la primera sanción comprendida en los incs. 3º al 5º inclusive, del art. 16º de la ley 20.476, transcurridos tres años desde: a) la fecha en que ha quedado firme en caso de apercibimiento público; b) la fecha de su cumplimiento, en caso de suspensión en el ejercicio de la profesión; c) la fecha de reinscripción en la matrícula, en caso de cancelación. Art. 32º – Las disposiciones de este Código comenzarán a regir desde el 1º de abril de 1981, fecha en que cesará en sus efectos el aprobado por Resoluciones 172/68, (expte. 2686 - acta 312) y 389/68 (expte. 3535 - acta 317), como así también aquellas normas que se oponen a las establecidas en el presente Código. Art. 33º – Publíquese y difúndase.
  • 7. Deberes para consigo mismo. Entrega generosa de lo mejor de uno mismo. Actuar con profesionalidad, humanidad y eficacia en las tareas encomendadas. Prestar al beneficiario una ayuda gratuita y desinteresada sin esperar ni aceptar ningún tipo de compensación material. Reconocer, respetar y defender activamente la dignidad personal de los beneficiarios, conociendo y acatando la Declaración Universal de los derechos Humanos. Confidencialidad y discreción en el uso de los datos relativos a los beneficiarios. Crear un clima de respeto mutuo, evitando posturas paternalistas. Fomentar en los beneficiarios la superación personal y la autonomía. Informar a los beneficiarios de manera objetiva, teniendo en cuenta sus necesidades y circunstancias personales. Denunciar cualquier violación de los Derechos Humano. Potenciar el desarrollo integral como persona del beneficiario. Comprender la situación de partida del beneficiario. Tratar de informarle con amabilidad de los modos en que puede buscar su propio desarrollo. Ser paciente a la hora de esperar resultados de las acciones realizadas. Deberes para con la profesión Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y métodos de trabajo de la organización. Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio. Confidencialidad y discreción. Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a disposición del voluntario. Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario. Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite. Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas. Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del servicio prestado. Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes. En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a los beneficiarios o a la organización. Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización. Participar imaginativamente en la organización Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las deficiencias en la aplicación de los programas. Informar sobre la posible inadecuación de los programas. Denunciar las posibles irregularidades que se detecten. Colaborar de manera gratuita y desinteresada. Deberes para con los colegas
  • 8. Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y métodos de trabajo de la organización. Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio. Confidencialidad y discreción. Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a disposición del voluntario. Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario. Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite. Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas. Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del servicio prestado. Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes. En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a los beneficiarios o a la organización. Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización. Participar imaginativamente en la organización Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las deficiencias en la aplicación de los programas. Informar sobre la posible inadecuación de los programas. Denunciar las posibles irregularidades que se detecten. Colaborar de manera gratuita y desinteresada. Respetar la dignidad y la libertad de los otros voluntarios, reconociendo el valor de su quehacer, ya sean de la propia organización o de otras. Adoptar una actitud de apertura y escucha hacia el otro. Fomentar el trabajo en equipo propiciando una comunicación fluida y un clima de trabajo y convivencia agradable. Intercambiar sugerencias, ideas, propuestas y experiencias en un marco de respeto mutuo con vistas a una mayor eficacia del trabajo que se lleva a cabo. Hacer propios y asumir con responsabilidad los compromisos adquiridos por el grupo. Facilitar la integración, formación y participación de todos los voluntarios, especialmente de los nuevos, en condiciones de igualdad. Ofrecer una acogida cálida y sincera a quienes inician su voluntariado. Promover el compañerismo para evitar la competitividad, el afán de protagonismo, las tensiones y las rivalidades. Crear lazos de unión entre voluntarios de diferentes organizaciones. Deberes para con los usuarios, pacientes o clientes ################### Deberes para con los proveedores
  • 9. Todo trabajador tiene o debe desarrollar una ética profesional que defina la lealtad que le debe a su trabajo, profesión, empresa y compañeros de labor. Villarini (1994) describe que “la ética de una profesión es un conjunto de normas, en términos de los cuales definimos como buenas o malas una práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere aquí a que la profesión constituye una comunidad dirigida al logro de una cierta finalidad: la prestación de un servicio” (53). Señala, además, que hay tres tipos de condiciones o imperativos éticos profesionales: (1) competencia - exige que la persona tenga los conocimientos, destrezas y actitudes para prestar un servicio (2) servicio al cliente - la actividad profesional sólo es buena en el sentido moral si se pone al servicio del cliente (3) solidaridad - las relaciones de respeto y colaboración que se establecen entre sus miembros. Para lograr en los empleados una conciencia ética profesional bien desarrollada es que se establecen los cánones o códigos de ética. En éstos se concentran los valores organizacionales, base en que todo trabajador deberá orientar su comportamiento, y se establecen normas o directrices para hacer cumplir los deberes de su profesión. En virtud de la finalidad propia de su profesión, el trabajador debe cumplir con unos deberes, pero también es merecedor o acreedor de unos derechos. Es importante saber distinguir hasta dónde él debe cumplir con un deber y a la misma vez saber cuáles son sus derechos. En la medida que él cumpla con un deber, no debe preocuparse por los conflictos que pueda encarar al exigir sus derechos. Lo importante es ser modelo de lo que es ser profesional y moralmente ético. Por ejemplo, un deber del profesional es tener solidaridad o compañerismo en la ayuda mutua para lograr los objetivos propios de su empresa y, por consiguiente, tener el derecho de rehusar una tarea que sea de carácter inmoral, no ético, sin ser víctima de represalia, aun cuando esto también sea para lograr un objetivo de la empresa. Al actuar de esa manera demuestra su asertividad en la toma de decisiones éticas, mientras cumple con sus deberes y hace valer sus derechos. Además, demostrará su honestidad, que es el primer paso de toda conducta ética, ya que si no se es honesto, no se puede ser ético. Cuando se deja la honestidad fuera de la ética, se falta al código de ética, lo cual induce al profesional a exhibir conducta inmoral y antiética. Hay tres factores generales que influyen en el individuo al tomar decisiones éticas o antiéticas (Ferrell, 87-96), los cuales son: 1. Valores individuales - La actitud, experiencias y conocimientos del individuo y de la cultura en que se encuentra le ayudará a determinar qué es lo correcto o incorrecto de una acción. 2. Comportamiento y valores de otros - Las influencias buenas o malas de personas importantes en la vida del individuo, tales como los padres, amigos, compañeros, maestros, supervisores, líderes políticos y religiosos le dirigirán su comportamiento al tomar una decisión. 3. Código oficial de ética - Este código dirige el comportamiento ético del empleado, mientras que sin él podría tomar decisiones antiéticas. Un aumento en las regulaciones rígidas en el trabajo a través de los códigos de ética ayudará a disminuir los problemas éticos, pero de seguro no se podrá eliminarlos totalmente. Esto es así, debido a las características propias de la ética que establecen que ésta varía de persona a persona, lo que es bueno para uno puede ser malo para otro; está basada en nuestras ideas sociales de lo que es correcto o incorrecto; varía de cultura a cultura, lo cual no se puede evaluar un país con las normas de otro; y está determinada parcialmente por el individuo y por el contexto cultural en donde ocurre. No obstante, el
  • 10. profesional debe reconocer que necesita de la ética para ser sensible a los interrogantes morales, conocer cómo definir conflictos de valores, analizar disyuntivas y tomar decisiones en la solución de problemas. Deberes para con la sociedad inmediata Promover la justicia social, fomentando una cultura de la solidaridad rica en valores humanos y difundiendo el voluntariado. Conocer la realidad socio-cultural, para mejorarla, atendiendo las necesidades e interviniendo en las situaciones de injusticia. Tener como referencia de la propia actividad la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Complementar la acción social de las distintas administraciones públicas, para dar un mejor servicio a la sociedad, sin proporcionarles un pretexto para eludir sus propias responsabilidades. Comunicar a las instituciones pertinentes las situaciones de necesidad o marginación y reclinarles compromisos para solventarlas. Procurar que el voluntariado no impida la creación de empleo. Detectar posibles yacimientos de empleo en relación a las necesidades cubiertas por el voluntariado que deben ser asumidas por otros sectores. Transmitir, con sus actitudes, acciones, palabras aquellos valores e ideales que persigue con su trabajo voluntario. Ser coherente con la actitud de voluntario en el día a día. Deberes para con el entorno y el mundo COMPROMISO Se relaciona con la obligación contraída, la palabra dada, la fe empeñada y con la responsabilidad personal de cumplir cabalmente con lo ofrecido, no se relaciona únicamente con la responsabilidad que impone el deber, el compromiso se relaciona más bien con la obligación moral que nos impone el honor. CONFIABILIDAD Es característica de la persona en quien se puede confiar, por que tiene la preparación profesional y la responsabilidad para proporcionar soluciones confiables, su integridad profesional lo avala y siempre emitirá juicios en los que ha puesto todo su interés por obtener la mejor información y ha vertido todo su conocimiento, con objeto de que lo que dice sea producto de juicios de recta razón. CONGRUENCIA Es la correspondencia entre la idea y el acto. Toda escala de valores determina una forma particular de acción, derivada de la idea esencial que se transmite a través de esos valores, la congruencia exige que exista esa correspondencia de actuación emanada de la idea que genera la acción. La congruencia es esencial para la actuación ética y debe de ejemplificarse por medio de la conducta personal, que la convierta en algo paradigmático para la sociedad. DISCRECIÓN Se preocupa permanentemente por tener sensatez para formar juicios demostrando tacto para hablar u obrar. Sabe guardar la información profesional que recibe ya sea de sus clientes, contratistas o proveedores cuidando no divulgarla o darla a conocer
  • 11. innecesariamente. No da opiniones que no se hayan comprobado previamente, ni emite juicios con información incompleta. HONESTIDAD Está vinculada con la forma recta de hacer acciones y decir palabras, se relaciona con la congruencia entre el decir y el hacer, se refiere a la forma cabal de hacer las cosas, es complementaria de la confiabilidad y la veracidad. La conducta honesta se refiere precisamente a la conducta ética. Se refiere también a la capacidad de reconocer los propios errores y los aciertos de los demás. HONRADEZ Se da como valor de la calidad de probo, de recto proceder, a quien ejerce la rectitud, la integridad, que es cuidadoso en el manejo de los recursos económicos. Complementa a la honestidad, a la lealtad y a la confiabilidad. Es una forma de comportamiento que debe prodigar con su ejemplo para que los demás lo consideren como algo deseable. JUSTICIA Se esfuerza continuamente para dar a los demás lo que les es debido, de acuerdo con el cumplimiento de sus deberes y de acuerdo con sus derechos, como personas (a la vida, a los bienes culturales y morales, a los bienes materiales); como profesionales, (justa remuneración por el trabajo prestado, adecuada calidad y cantidad por los servicios contratados, entregando lo mejor de su capacidad profesional) y a la vez intenta que los demás hagan lo mismo. LEALTAD Acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros clientes, jefes, trabajadores, contratistas, instituciones, etc. de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, el conjunto de valores que representan. No acepta la competencia desigual en la cual esté en juego alguno de los vínculos que se han generado por motivos de relación profesional, en la cual se hayan desarrollado valores producto de esta relación. PRUDENCIA En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia de acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las consecuencias favorables y desfavorables para él y para los demás antes de tomar una decisión, y luego actúa o deja de actuar de acuerdo a lo decidido. RESPONSABILIDAD Asume las consecuencias de sus actos razonados, resultado de las decisiones que tome o acepte; de tal modo que los demás queden beneficiados lo más posible o, por lo menos, no perjudicados preocupándose a la vez de que las otras personas en quienes puedan influir hagan lo mismo. VERACIDAD Valor del que dice, usa o profesa la verdad. Obligación que tiene el profesional de indagar los hechos hasta encontrar el origen de la verdad de las cosas y que le permite actuar en consecuencia con veracidad, procurando que con su conducta permanente en esta tenaz búsqueda de la verdad, logre contagiar a los demás de esta forma de comportamiento.
  • 12. ETICA E INGENIERIA El desarrollo de la tecnología en los últimos decenios ha originado muchos cambios en los planes curriculares de las carreras de ingeniería, incluyendo un interés creciente por la importancia de la responsabilidad ética y social de los ingenieros. La serie de responsabilidades que un ingeniero debe tomar en su vida profesional (y privada) se presentan como un desafió para formar profesionales técnicamente competentes y que también tengan sensibilidad ética. Si hacemos una revisión de los planes de estudios de diversas universidades, tanto nacionales como extranjeras, muchas de ellas no tienen cursos relacionados con la ética para los estudiantes de ingeniería. Un porcentaje pequeño de universidades tienen cursos relacionados con temas éticos, habitualmente estas asignaturas no son sobre ética en ingeniería, pero son cursos relacionados como filosofía, religión u otras materias. Ante este escenario se plantea la siguiente pregunta ¿qué temas debe tratar una asignatura de ética para ingenieros?. Para esta pregunta tenemos varias propuestas, de distintos especialistas en la materia. Una propuesta plantea cuatro objetivos: a) aumentar la sensibilidad ética; b) conocer estándares de conducta; c) adquirir un juicio ético; d) adquirir una voluntad ética (es decir, la gran habilidad de actuar éticamente cuando uno debe hacerlo). Todas las propuestas coinciden en que un concepto clave en la ética de la ingeniería es la responsabilidad profesional; es decir la responsabilidad moral basada en un conocimiento individual adquirido. Un ingeniero que tiene la responsabilidad moral por un asunto debe utilizar su juicio y preparación para alcanzar o mantener los objetivos planteados. Diversas revistas especializadas indican que la meta de un ingeniero responsable es la creación de productos tecnológicos útiles y seguros que respeten la autonomía de los clientes, especialmente en aquellos productos que se presentan posibles riesgos. Adicionalmente debe tener un compromiso con la salud pública, seguridad y bienestar de la sociedad. También la ética en la ingeniería esta afectada por conflicto de intereses; integridad de la información, manejo de información privilegiada, lealtad a la empresa, lealtad a los socios, gestión contable, entrega de créditos, secretos comerciales, entrega de regalos, sobornos, actos de cohecho y entrega de coimas. Tradicionalmente la educación de ética para ingenieros ha incluido Códigos de Ética y la aplicación de teoría moral. El uso de Códigos de Ética tiene sus defensores, aunque reconocen también sus limitaciones. Otro aspecto importante es como aplicar la teoría moral a la práctica profesional: el salto de la teoría a la práctica. Un instrumento muy popular en la enseñanza de la ética en ingeniería es el Método del Caso. Es decir la representación de una situación que puede ser real o ficticia como base para la reflexión y el aprendizaje. Los Casos pueden ser largos o cortos, técnicos o no
  • 13. técnicos; están disponibles en diversos formatos: impresos, online, multimedia o formato de video. Muchos Casos tienen toda la representación completa, pero incluyen capítulos de libros, artículos de revistas y otras fuentes de información. Este método tiene como características que estimula a los estudiantes a expresar sus opiniones en temas éticos; estimula a los estudiantes a identificar temas éticos, formularlos y justificar sus decisiones y también desarrolla en los alumnos una habilidad para la aplicación de la ética en la práctica profesional. Igualmente el estimulante para el docente, quien actúa de moderador, ver como sus alumnos participan activamente, se involucran, en el análisis de un Caso. En las últimas décadas los recursos para la enseñanza de ética en ingeniería han aumentado considerablemente. Encontramos desde libros como Ética para Ingenieros de Escola y Murillo (Eunsa, 2002), material multimedia, artículos de revistas, publicaciones periódicas, etc. Un modelo de enseñanza de temas éticos es la del curso mínimo ó electivo de ética. Un número pequeño de carreras de Ingeniería tiene establecidos cursos mínimos de ética para sus estudiantes. Aunque este enfoque ha sido exitoso en algunas universidades debido a una cierta tradición y tipo de currículo, tiene sus desventajas cuando no se relaciona con otras asignaturas de la especialidad. Puede dejar en los alumnos la impresión de que la ética es algo accesorio y no una parte integral de sus estudios de ingeniería. Un enfoque alternativo que puede salvar las limitaciones del modelo del curso mínimo es diseminar, incorporar, la formación ética a través de todo el currículo de ingeniería: una asignatura transversal. El Profesor J. Herket de la North Carolina State University indica que la clave para el éxito de este modelo es vencer la resistencia de algunas facultades de ingeniería a entender la importancia de la formación ética y demostrarles, mediante diversas iniciativas, como incorporar en sus clases, material que trata aspectos éticos. Existen experiencias en universidades, tanto en Europa como en Norteamérica donde se han analizado problemas habituales de ingeniería incorporando el componente ético. El análisis puede ser implementado sin sacrificar el estudio de temas técnicos. Este enfoque requiere la formación y participación activa de todos los profesores, para incorporar la ética en todos los aspectos de la educación de ingeniería. Un enfoque ideal para integrar la formación ética, la ciencia, la tecnología y los aspectos sociales en una carrera de ingeniería es la combinación de métodos; cursos de ética y un currículo que reconozca la importancia de la ética en todas las asignaturas. La práctica de la docencia universitaria nos muestra que los estudiantes de ingeniería tienen la motivación y la habilidad para incorporar material que trate el contexto social de la ingeniería. Desde los años setenta se hacen grandes esfuerzos para incorporar el respeto del ambiente dentro de los proyectos de ingeniería. Es decir un proyecto de ingeniería debe analizarse desde la factibilidad técnica, económica, ambiental, social. Así también debería incorporarse la ética en análisis y factibilidad de un proyecto. A nivel internacional los criterios para la Acreditación de carreras de Ingeniería están aumentado su atención a la responsabilidad ética de los ingenieros y el contexto social de la ingeniería. Estos aspectos tienen importancia en el momento de evaluar las habilidades
  • 14. "blandas" de un ingeniero. Podemos observar que varias universidades han realizado esfuerzos para incorporar la ética en la educación en ingeniería, pero quedan tareas pendientes por hacer. Es un desafío para un profesor universitario: formar ingenieros que se desempeñen competentemente tanto en los aspectos técnicos como éticos. ETICA Y PROFESION Si partimos del hecho de que el ser humano manifiesta en toda acción que realiza además de sus conocimientos, habilidades prácticas, etc., sus valores, la realización de una actividad profesional no se encuentra ajena a esta manifestación. El profesionista al ejercer su profesión además de contar con los conocimientos necesarios de su campo, debe contar con valores morales que tendrán como finalidad fundamental buscar y tratar de garantizar el bien común. Para ello, deberá poner en juego no sólo su inteligencia sino su voluntad. Deberá comprender que su responsabilidad en la consecución del bien común es mucho mayor que la del ciudadano común y corriente, ya que cuenta con el conocimiento que ha recibido a través de su formación y que lo compromete, ya que es el depositario de la confianza de la sociedad. Esta espera del profesionista no sólo los servicios para los cuales lo formó, sino que se convierta en la vanguardia de la cultura, espera un compromiso de carácter moral. Así pues, vemos que el nivel de influencia del profesionista alcanza en este sentido el plano de lo ideológico. De lo anterior se desprende que el profesionista debe tener una capacidad moral que es su valor como persona, lo cual da dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo. La capacidad moral es la trascendentalidad del profesionista; esto es, su aptitud para abarcar y traspasar su esfera profesional en un horizonte mucho más amplio, que le hace valer como persona fuera y dentro de su trabajo. Es decir, el profesionista además debe formarse en sentido ético: desarrollar aquellos valores que le permitan ejercer su profesión dignamente para llegar a ser persona íntegra. ¿Cuáles son estos valores? Reflexionar sobre la moral del quehacer profesional lleva aq hablar de la ética profesional. ¿Qué es la ética profesional?
  • 15. Podemos entender como ética profesional el estudio de los valores inherente al ejercicio de una profesión y que emanan de las relaciones que se establecen entre el profesionista y la sociedad. Cuando pensamos en nuestra vida profesional surgen con frecuencia algunas preguntas que nos hacen reflexionar, tales como: ¿De qué manera se tiene éxito profesional? ¿Cómo se logra el éxito económico y social? ¿De qué manera podemos conjugar los éxitos personales sin comprometer la conciencia y dignidad humanas? ¿Qué valores rigen mis valores? Las respuestas han llevado al hombre a reflexionar sobre los derechos y obligaciones derivadas del ejercicio de la profesión. Antes de entrar de lleno en el análisis de los derechos y deberes que supone el ejercicio de las profesiones, valdría la pena puntualizar la relevancia que tiene el estudio de la ética profesional para una mayor comprensión de ellos. Dicha relevancia podemos considerarla en dos sentidos: En el orden especulativo, donde se trata de analizar los principios fundamentales de la moral individual y social, poniéndolos de relieve en el estudio de los deberes profesionales. Se busca definir con claridad la naturaleza de la profesión y las diferentes relaciones que se dan entre quienes la ejercen y los que son influidos por este ejercicio. En el orden práctico el estudio de la ética profesional estriba en que se deben conocer las conveniencias y consecuencias que rigen las relaciones entre profesionistas y los que reciben directa o indirectamente sus servicios. En relación con el primer aspecto, baste recordar los planteamientos que hicimos al principio de la unidad en relación con la competencia humanística que entraña una profesión; es decir, la importancia de reconocer al profesionista como una persona que busca el bien común, lo cual hace realidad a partir de observar los valores éticos fundamentales del hombre. El profesionista debe tener una fundamentación ética de sus actos. Debe reconocer aquellos que en si mismo son reprobables, que atentan contra la dignidad humana y que ni existe justificante alguna para su realización, que lo alejan de la búsqueda del bien común. Podríamos preguntarnos que pasaría si un “profesionista” de cualquier especialidad se quisiera sustraer a horarios y contratos o no tomara en cuenta necesidades de su comunidad. Lo mas seguro es que la sociedad sufriría perjuicios irreparables, que repercutirían en el mejor de los casos en perdidas económicas o materiales; pero en ocasiones sabemos por la prensa de edificios que se han derrumbado por uso de materiales de baja calidad, en aras de
  • 16. buscar una economía mal entendida, y que ha costado vidas humanas, o bien, cuando se difunden noticias que pueden causar pánico en la población, etc. Caos como éstos nos recuerdan que actos que se realizan sin ética profesional pueden repercutir en pérdidas humanas. En la actualidad ya es muy difícil que las personas que representan a las distintas instancias ya sea de gobierno o particulares, nos den confianza, desafortunadamente la corrupción ha generado que existan supuestos “profesionales” en diversos cargos que deben estar cubiertos por personas en las cuales, por necesidad, ponemos o debemos poner nuestra entera y total confianza. Como adultos es bien difícil confiar, por ejemplo, en quien ponemos nuestra salud y que plenamente estemos conformes con la atención y con los resultados que la manera de actuar del doctor nos dejen. Esto se acentúa cuando son los hijos los que necesitan la atención, aquí nos comportamos más exigentes, preguntamos mas y es factible que pidamos segundas opiniones. Al igual que cuando necesitamos algún abogado, contador, arquitecto, dentista, sacerdote, terapeuta, etc. En todos los ámbitos y más en esta actualidad afortunadamente ya somos más selectivos y no nos da temor cuestionar la mmnera de actuar de las personas que por su puesto deben conducirse con ética y profesionalismo. Es aquí en donde empezamos a calificar las diferencias del comportamiento ético de los profesionistas y si no estamos de acuerdo con su comportamiento, pues simplemente buscamos a otro. Es primordial que aprendamos a calificar la vocación ya que es muy común que debido a otros intereses o causas se determine por estudiar algo muy distinto a lo que en verdad nos gusta. Sabemos que es muy común que conozcamos personas que tienen cierta preparación académica y que al no encontrar aéreas de oportunidad laborales, pues simplemente se dedican a otra cosa. Tambien hay que considerar las facilidades o habilidades que cada quien posee, no todos tenemos la facilidad de palabra o la capacidad de dibujar. Los valores morales que deben fundamentar la manera ética del quehacer del profesional, deberán considerarse como mínimo las siguiente: Comprometido, confiable, congruente, discreto, honesto, honrado, justo, leal, prudente. Responsable y veraz.
  • 17. Toda profesión debe inspirarse los códigos de ética y en el juramento que debe prevalecer en el actuar del profesionista. En los niveles de justicia, en quienes son los encargados de impartirla, y que desafortunadamente están tan de moda, pero de mala manera, ya no les importa el bienestar de los demás pareciera que estos puestos están al mejor postor y que el único fin es enriquecerse sin importar el costo. Este callejón sin salida en el que nuestras autoridades nos han hecho entrar que pareciera no tener fin, que vivimos cuidándonos de todos, ya no confiamos en nadie, qué futuro le depara a nuestros hijos, ya no se puede salir de la casa con la seguridad de que volveremos con bien. El cohecho, la mordida, el que no tranza no avanza, la pérdida de identidad, de ideologías, secuestros, ajuste de cuentas, sobornos, etc etc, no debiera ser lo cotidiano. Como se lograra cambiar nuestra realidad, se habrá perdido para siempre la época cuando ser decente era el valor más importante. Debe estar en nuestras manos en la manera de educar a nuestros hijos, la diferencia entre seguir en esta resbaladilla hacia lo más bajo, aunque también sin dejar de ser decentes también hay que ser inteligentes y estar al pendiente y con cuidado, seamos astutos, no nos dejemos engañar ni seamos condescendientes con la manera irresponsable del actuar de profesionistas. Los valores en el desarrollo de competencias profesionales Martha Arana Encilla, Nuria Batista Tejeda y Álvaro Ramos Castro Educar en valores es como tallar un diamante. Para que despliegue la plenitud de su esplendor debe ser tallado íntegra y armónicamente. Dejar una de sus facetas sin tallar le impedirá cualificarse con todos sus visos, belleza y perfección como diamante. Una persona a quien no se le proporcione una intencionada, adecuada y oportuna educación en valores, no podrá realizarse a plenitud como humano. (A. Ramos) Introducción El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es el interés de diferentes ciencias que comparten un objetivo común, el de comprender e interpretar los porqués de las actuaciones de los seres humanos, para orientar su comportamiento dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de
  • 18. sus análisis se hallen los conflictos y las soluciones entre el ser y el deber ser, y, derivado de ello, entre el saber hacer y saber ser y valer. La educación en valores se refiere al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se determina sólo por lo que las personas saben, sino por lo que saben hacer, lo que tienen el valor de hacer y, fundamentalmente, por lo que son. Esta ponencia está basada en trabajos de investigación que concluyeron como tesis doctorales en temas de Educación en Valores y Educación Científico-Tecnológica desarrolladas en universidades cubanas y que han resultado aplicados en la práctica educativa. Esta ponencia fue presentada en un panel sobre educación en valores en el IV Congreso Iberoamericano de Superdotación y Talento, realizado en Bogotá (Colombia) en octubre de 2002. La educación en valores Todo proceso educativo tiene un para qué explícito o implícito. Cualquier acto educativo se realiza con una finalidad, pero no siempre esa finalidad ha respondido a los ideales del humanismo; existen muchos ejemplos en la historia de la civilización, como el fascismo, el consumismo y el individualismo, por sólo poner algunos ejemplos. Los problemas económicos, políticos y sociales que atraviesa la humanidad son generados por sujetos “educados”. Es ampliamente conocido que la sociedad global y en particular la nuestra vive una crisis de trascendencia que supera aspectos económicos, científicos, tecnológicos e industriales. Un error en cualquiera de ellos se puede corregir en corto tiempo (quizás con la excepción del medio ambiente). Pero los errores en lo social tardan decenas de años, siglos en solventarse, y manifiestan sus contradicciones durante varias generaciones. Uno de ellos en el ámbito de la educación es el poco desarrollo del humanismo, sobre el cual las concepciones filosóficas de todos los tiempos en sus fundamentos y objetivos buscan el bien común, promover y vivir una cultura de paz hacia una sociedad de paz con justicia, equidad y bienestar. Lejos estamos de ser congruentes como humanos con los principios humanistas. “El humanismo es sencillamente un intento y una actitud del espíritu humano en permanente proceso de evolución, que se inicia en el momento en que tomamos conciencia de nuestra diferencia con las demás especies biológicas, que busca el respeto, la dignidad y los derechos del ser humano para la formación integral de su individualidad y de su personalidad, lo cual requiere y conlleva condiciones sociales que propicien su transformación y realización como ser humano” (Arana-Ramos). En un sentido amplio se puede definir la educación en valores como un proceso humanizador, individual, social, vertical y horizontal a lo largo de la vida de las personas, determinando su personalidad desde su nacimiento hasta la ancianidad (Ramos, 2000); en dicho proceso intervienen diversos factores cuyos sistemas complejos conllevan contradicciones en dependencia de las políticas educativas. Razones que justifican la educación en valores: Intencionar: encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar el vínculo con la realidad mediante lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente- educativo, dando sentido a la formación sociohumanista. Explicitar: connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano en todos los componentes del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y desarrollar según la aspiración social. Particularizar: integrar las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones y evaluar las condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del contenido y del método, etc., así como apoyarse en ellas. Determinar estrategias didácticas que involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.
  • 19. Lo anterior comprende las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores y sus relaciones en el proceso docente-educativo. Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con lo afectivo. La educación en valores no debe limitarse a lo ético; también debe tener presente que en el proceso hay que desarrollar otros valores que son importantes como los valores estéticos, los políticos, los intelectuales, que en su conjunto contribuyen al desarrollo de la personalidad. Es por ello por lo que la educación en valores es pluridimensional. Visto así, el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su carácter integral. La reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de igual modo intencionar y valorar el método de aprendizaje, no como simple procedimiento, sino pensar en la comunicación, las relaciones interpersonales, y también analizar el componente sociohumanista de la ciencia que se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral y dialéctico al aprendizaje, es decir, reconocer que no existen “dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta, en su historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus métodos, en sus consecuencias e impactos y, por supuesto en su ética. La educación en valores contribuye a definir un proyecto de vida efectivo y eficaz, convirtiéndolo en un proyecto real, haciendo corresponder las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de razonamiento, los conocimientos, la motivación y los intereses. La educación en valores integra el humanismo en dos sentidos. Acerca la realidad al proceso de educación para que pueda ser valorada y transformada; así mismo, moldea y adecua los intereses, motivaciones y disposiciones de los educandos para que puedan establecer las necesarias interrelaciones humanas que permitan la correspondencia entre el proyecto de vida individual y social. La educación en valores incide en los siguientes aspectos: Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y contribuye a reflejar adecuadamente el sistema objetivo. Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con significación positiva hacia la sociedad. Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y el perfeccionamiento humano. La educación en valores ha estado condicionada a la propia evolución de las concepciones filosóficas de la educación y de la teoría del valor, a la axiología, a las cuestiones relacionadas con el sentido de la vida y de la historia, a la orientación y base del conocimiento, a la relación entre el individuo y la sociedad, y al objetivo y justificación de la actividad humana. En general, a la visión del mundo y de su transformación. Es difícil encontrar oposición en el plano de la educación sobre la necesidad de incidir en los valores a través de los procesos educativos de manera explícita; por lo general es aceptado que ello es parte inseparable de una coherente filosofía educativa acerca de la integración de lo humano a la formación. La polémica está en asuntos relacionados sobre qué valores se forman y desarrollan, existiendo una fuerte tendencia hacia lo ético y lo moral. Otras posiciones jerarquizan lo ético, aceptando valores políticos, estéticos, científicos, etcétera. Otro asunto que se debate es cómo educar en valores, sus modelos y estrategias. Los modelos trabajados se identifican como: proceso de socialización o de adaptación y asimilación a las normas sociales existentes; proceso de clarificación personal, encaminado al esclarecimiento y desarrollo de los valores con que se identifica el sujeto, según sus preferencias y cultura; proceso de desarrollo de las capacidades de juicio, que permite valoraciones y razonamientos acordes al deber ser; y el modelo de proceso de formación del carácter o del conjunto de hábitos virtuosos asociados a una cultura propia del contexto y el de desarrollo de la personalidad. El modelo de la construcción de la personalidad moral, que no se tratará en este trabajo, se denominará desarrollo de la personalidad.
  • 20. El modelo de desarrollo de la personalidad requiere de: Un proceso de adaptación del individuo hacia la sociedad y hacia sí mismo. La adquisición por parte del sujeto de elementos culturales, que tienen una significación positiva y que constituyen horizontes normativos, que han sido deseados por la humanidad en todos los tiempos: justicia, solidaridad, igualdad. Determinadas capacidades de juicio, comprensión y autorregulación que permitan la autonomía del sujeto ante determinadas situaciones y conflictos. En este modelo se entiende a los valores como un producto cultural, busca alcanzar una preparación para la vida y para la realización personal en un contexto determinado, con la condición clara de que se trata de formar no para la aceptación, sino también la transformación en busca del redimensionamiento humano. El proceso real de formación de la personalidad debe partir de las posibilidades que ofrece la sociedad, para que ésta ocupe un lugar adecuado dentro de la actividad social y pueda constituirse en sujeto social, que influya por supuesto en la transformación de estas posibilidades. Valoración del modelo: Se centra en el desarrollo de la personalidad. Tiene en cuenta las necesidades y motivaciones de los estudiantes. Le confiere gran importancia a los contenidos y al papel del maestro y a la comunicación en el desarrollo de las valoraciones. Destaca la unidad dialéctica entre lo social y lo individual y lo afectivo y lo cognitivo en el proceso de enseñanza aprendizaje. Considera el valor como significaciones positivas que el sujeto asume, incorpora o construye en el proceso de su actividad y de sus relaciones intersubjetivas. Por ello, este modelo resalta el valor del contenido y del maestro y de la motivación que éstos producen como aspectos de singular importancia en la educación en valores. Los valores en la formación profesional El acelerado avance científico y tecnológico genera nuevas complejidades en las organizaciones y sistemas productivos, las cuales producen transformaciones en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, originando un cambio social y cultural irreversible. Costumbres arraigadas se debilitan, normas y modelos de conductas se transforman con relativa celeridad hacia nuevas relaciones sociales que es preciso afrontar con valores y actitudes que den respuesta al cambio orientándolo hacia el progreso humano. De lo anterior se deduce que la universidad tiene que formar un profesional con capacidad para enfrentar el reto de la época contemporánea, con conocimientos científicos y técnicos idóneos, portador de valores humanos para un óptimo desempeño como miembro de la sociedad, con una proyección vivencial y laboral que combine las competencias laborales con las cualidades personales. La educación en valores en la Educación Superior debe encaminarse fundamentalmente a la formación y al desarrollo de valores profesionales, entendidos éstos como los valores humanos contextualizados y orientados hacia la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos universales y los particulares de la profesión. Constituyen rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una concepción integral del ejercicio de la profesión. La educación en valores en la formación profesional es el proceso de humanizar e intencionar lo social de la profesión en las competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional integral, mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en toda la vida universitaria para el desarrollo de los futuros modos de actuación profesionales.
  • 21. Para ello el modelo o aspiración de competencias y actitudes profesionales debe estar definido y debe tener un carácter pluridimensional, que abarca las siguientes dimensiones a desarrollar: intelectual, técnica, ética, estética, política y otras según la profesión, y de otros factores a considerar. Algunas de las razones que justifican la educación en valores en la formación profesional son: La imagen que de la ciencia y de la tecnología existe en los futuros profesionales, que varía según las concepciones y paradigmas con que se interpreten y comprendan dichos procesos, producto de los contenidos de la carrera: conocimientos, enfoques, habilidades, relaciones, comportamientos de los docentes, estilos y maneras de determinar y solucionar problemas de la vida universitaria en general. La adaptación de los diseños curriculares de las carreras a los cambios científico-tecnológicos y sociales, y su reflejo en los objetos y de los modos de actuación de los futuros profesionales. El contenido de la formación profesional se refiere a la cultura que debe alcanzar un profesional para ejercer adecuadamente su profesión, y que abarca no sólo los conocimientos científicos y tecnológicos necesarios que respondan a esa rama y objeto del saber y saber hacer específicos, sino a una cultura profesional como resultado de un tipo específico de educación científico-tecnológica, entendida ésta como: el proceso continuo de adquisición de conocimientos teóricos y prácticos y de formación de valores en relación con la práctica tecnocientífica, que propicie una actitud crítica de los aspectos contradictorios presentes en las relaciones entre la actividad científico-tecnológica y las otras formas de actividad social. La cuestión no estriba en la mayor o menor información que un profesional posea, sino en los principios y las concepciones que éste posea para comprender a la sociedad y, en ella, el lugar de su profesión para gestionar adecuadamente la ciencia a la tecnología. En estas condiciones la formación integral y especializada son dos pilares de la profesionalidad. De ahí que la formación sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a la creación de una cultura que permita interpretar el paradigma vigente y lograr el desarrollo sustentable. La solución se halla en concebir la formación sociohumanista a partir del modelo del profesional, que integre como un todo las posibilidades que brindan las ciencias sociales, naturales y exactas, así como las técnicas, desde enfoques interdisciplinarios y a lo largo de todo el proceso de formación profesional. La formación sociohumanista es parte del desarrollo de la personalidad, por lo que no puede estar separada ni simplemente añadida al modelo del profesional, sino que es parte intrínseca del desarrollo de valores. Los estudios CTS en la formación de valores profesionales La búsqueda de una manera diferente de hacer ciencia y tecnología no sólo es preocupación de países de menor desarrollo, sino también de países desarrollados, lo cual se manifiesta en programas de enseñanza en ingeniería de tecnología apropiada y de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en el mundo de hoy; así, un humanista que no sepa de los avances científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura humanista y ser un ignorante ante las nuevas formas de vida imperantes. De la misma manera, un científico o un técnico que posean elevados conocimientos y habilidades profesionales, tienen que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo que se expresa en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las necesidades y demandas; dirigir procesos mediante la participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información valiosa para la competitividad. Una concepción diferente de la relación entre los contenido sociohumanistas y científico-tecnológicos en la formación de los profesionales tiene su fundamento en los estudios CTS, que tienen como objeto de estudio la vinculación existente entre: la ciencia, la tecnología y la sociedad, en aspectos tales como: La comprensión de la naturaleza social de la ciencia y la tecnología, es decir, la sociedad como condicionante, incluyendo la reflexión sobre las consecuencias sociales, económicas, ambientales y políticas de la actividad científica y tecnológica.
  • 22. Poseer una conciencia crítica en virtud de un enfoque multidisciplinario y fomentar la participación social en la toma de decisiones. Desarrollar la capacidad de valorar contextos en cuanto a recursos y necesidades para así brindar alternativas a la solución de problemas. Existen diferentes maneras de abordar los estudios CTS en el currículo. Son las siguientes: Inclusión de módulos o unidades CTS en materias disciplinarias. Enfoques CTS en las materias ya existentes mediante repetidas inclusiones puntuales a lo largo del currículo. Creación de una asignatura CTS. Transformación de temas y asignaturas integrando sus contenidos a lo largo de su currículo. En la concepción que se presenta la novedad está en superar las anteriores formas de abordaje curricular; ello consiste en que se parte del objeto de estudio y las funciones o modos de actuación del profesional. Es decir, los estudios CTS no se circunscriben a un tipo de contenido, ni a su organización, sino a penetrar en el objeto de la profesión con un sentido de integración de la cultura humanista y científico-técnica, en la concepción de la formación de la personalidad del profesional, a través de los diseños curriculares de las carreras, para lograr la incidencia en todo el montaje curricular desde los objetivos para el alcance de los modos de actuación esperados para el ejercicio de la profesión, siendo el asunto de la educación de valores una necesidad intrínseca a la formación del profesional. El objetivo a alcanzar es desarrollar en los futuros profesionales una nueva imagen de la ciencia y de la tecnología, que exprese los nexos con la economía, la política, la moral, las relaciones con la naturaleza, coadyuve a la capacidad valorativo y a la actuación con responsabilidad social en el ejercicio de la profesión. La educación en valores en jóvenes con capacidades excepcionales Revisando en Internet, varias asociaciones de padres manifiestan su extrañeza y preocupación por la carencia de trabajos sobre el tema de superdotación con relación a los jóvenes. Y más aún sobre los jóvenes en formación profesional. Fue una sorpresa leer la reflexión que al respecto hacia un joven con estas características: “Sinceramente, pensamos que lo único que necesita la persona superdotada es tener como amigos a otras personas superdotadas. Entonces estará en paz con el mundo, con las personas que no son como ella; porque, por así decirlo, pedirá y dará, a cada parte, lo que cada parte puede darle y recibir de ella, y no más. Y éste será el camino, aunque pueda sonar paradójico, para que se integre en la sociedad”. Dicha reflexión se contrapone al principio de que el ser humano es más feliz dando que recibiendo, que depende de la entrega, la solidaridad, la responsabilidad, el amor, la amistad y el respeto a la diferencia de otros. La esencia de la creatividad es vivir creativamente y su éxito principal se halla en que el proyecto de vida que se defina brinde felicidad hacia sí mismo y a los demás. Se evidencia la preocupación de padres de jóvenes y de éstos porque se les tenga en cuenta como personas, así como aparecen algunos problemas de irrealización y conflictos personales por no haberse incidido mejor a través de la educación en sus actitudes y conductas. Es difícil responder qué es lo propio para jóvenes excepcionales, pues éste puede ser considerado como lo general a desarrollar en todo ser humano, porque lo propio del hombre consiste en aprender lo humano de sus congéneres. Al mismo tiempo, lo propio puede referirse a lo particular de un conjunto de personas con capacidades excepcionales, que tienen sus rasgos específicos pero que no excluye lo general. Lo propio también contiene lo singular de cada individuo, en cuanto a sus motivaciones, intereses, rasgos de la personalidad, contexto en que se desarrolla, etcétera.
  • 23. Es menester tener en cuenta la armonía de estos tres componentes para poder definir estrategias coherentes de formación valorativa y actitudinal. Por lo general, en las definiciones dadas sobre talento éstas se dan a partir de las aptitudes que sobrepasan claramente la capacidad media de jóvenes de su edad y por tener un talento creador en uno o varios campos; entonces se habla de excepcionalidad en competencias, capacidades y potencial excepcional sobre todo en la capacidad científica y creativa, es decir, el talento se refiere a la existencia de predisposiciones reales para enfrentar problemas más complejos. La caracterización de un estudiante talentoso depende de su identificación como tal y de la concepción que al respecto se tenga, influyendo ello en las particularidades de la formación en valores. La formación valorativa y de actitudes es sólo un aspecto de la educación en valores, pues actitud es sólo una predisposición a un comportamiento, es una organización duradera de creencias, cogniciones, sentimientos que, por tanto, conforman una tendencia. No siempre existe una correspondencia entre la actitud y el comportamiento por diferentes factores. La educación en valores debe promover una actitud y capacidad estimativa, y una conducta consciente en el educando. Es decir, conocer qué es la responsabilidad, saber valorar sobre la responsabilidad en hechos concretos y actuar con responsabilidad. Lo expuesto son consideraciones generales que atañen a toda la educación, incluida la de niños y jóvenes talentosos. Se infiere que quienes tienen superioridad intelectual, por esta misma razón sus convicciones y valores deberán corresponder a las condiciones de excepcionalidad. La superioridad intelectual no entraña como condición necesaria y suficiente el éxito o el logro acelerado de la personalidad. Por su propio carácter sí debe poner sus capacidades excepcionales acorde con el desarrollo de la sociedad y para su correspondiente autorrealización. La superioridad intelectual pocas veces está preparada para aceptar el fracaso, pues se le inculca constantemente su superioridad y no sus capacidades excepcionales, que no es lo mismo, lo cual impide que se acomoden a una realidad que va más allá de su individualidad y que puede influir en su realización. La educación en valores debe coadyuvar en los jóvenes talentosos al desarrollo de esa personalidad desarrollada a una mayor adaptación a los entornos, a comprender y saber transformar con criterio colectivo, social y humano la participación social de ellos, una mayor motivación e interés en ser reconocido y en reconocer las diferencias humanas alcanzando la tolerancia necesaria para compartir y comunicarse adecuadamente. La falta de paralelismo entre capacidad intelectual y madurez psicosocial afectiva puede suponer una inadaptación interna y social e incluso evitar el éxito en su actividad. Las predisposiciones innatas tienen una estrecha relación con la madurez biológica; unas se expresan en edades más tempranas que otras. En la universidad cubana se lleva acabo un trabajo diferenciado de formación profesional con estudiantes de alto rendimiento, o talentosos, asociándolos a equipos de investigación profesional o científicos, de la práctica social, a tareas complejas de liderazgo, a la labor docente de la academia como alumnos ayudantes, buscando entrenar sus capacidades excepcionales con actitudes del mismo carácter por su contenido de entrega y consagración responsable, pero en tareas de importancia social, desarrollando así su independencia, creatividad, originalidad, flexibilidad, objetividad acompañada de la comunicación, solidaridad, etcétera. Por lo general se trabaja con ellos en pequeños grupos en un entrenamiento tutorial por los profesores más destacados y que son ejemplo por sus capacidades y conductas. Éstos son los jóvenes que luego la sociedad selecciona como los integrales, los talentos que se incorporan a los centros de ciencia e innovación tecnológica del país, además a la academia, etcétera.
  • 24. En este sentido la concepción de talento no sólo está asociada a la predisposición para una actividad por capacidades excepcionales, sino al desarrollo de una integralidad de esa personalidad, para una conducta excepcional. Conclusiones La educación en valores en la formación profesional requiere: Un modelo del profesional pluridimensional, desde una concepción de la profesión que interrelacione la ciencia, la tecnología y la sociedad, haciéndolas portadoras de una cultura integral que revitalice los valores humanos. Una metodología de diseño curricular que parta de un sistema de valores profesionales. Una didáctica que integre los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente, destacando en el contenido el valor como un componente a desarrollar, es decir, el significado valorativo de los conocimientos, habilidades y capacidades, del mismo modo que la reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso a través de métodos y técnicas que propicien la participación, la comunicación, las relaciones interpersonales, la autorregulación, etc. Una vinculación entre la actividad académica, la laboral y la investigación en el proceso de formación profesional. Un desarrollo pedagógico, profesional e investigativo del profesor que le permita actuar a través del valor del ejemplo. Un ambiente universitario que propicie la educación. Es necesario investigar las particularidades de la educación en valores en los jóvenes y en su etapa de formación profesional para definir las estrategias pedagógicas que correspondan. Los valores en el desarrollo de competencias profesionales Martha Arana Encilla, Nuria Batista Tejeda y Álvaro Ramos Castro Educar en valores es como tallar un diamante. Para que despliegue la plenitud de su esplendor debe ser tallado íntegra y armónicamente. Dejar una de sus facetas sin tallar le impedirá cualificarse con todos sus visos, belleza y perfección como diamante. Una persona a quien no se le proporcione una intencionada, adecuada y oportuna educación en valores, no podrá realizarse a plenitud como humano. (A. Ramos) Introducción El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es el interés de diferentes ciencias que comparten un objetivo común, el de comprender e interpretar los porqués de las actuaciones de los seres humanos, para orientar su comportamiento dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de sus análisis se hallen los conflictos y las soluciones entre el ser y el deber ser, y, derivado de ello, entre el saber hacer y saber ser y valer. La educación en valores se refiere al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se determina sólo por lo que las personas saben, sino por lo que saben hacer, lo que tienen el valor de hacer y, fundamentalmente, por lo que son.
  • 25. Esta ponencia está basada en trabajos de investigación que concluyeron como tesis doctorales en temas de Educación en Valores y Educación Científico-Tecnológica desarrolladas en universidades cubanas y que han resultado aplicados en la práctica educativa. Esta ponencia fue presentada en un panel sobre educación en valores en el IV Congreso Iberoamericano de Superdotación y Talento, realizado en Bogotá (Colombia) en octubre de 2002. La educación en valores Todo proceso educativo tiene un para qué explícito o implícito. Cualquier acto educativo se realiza con una finalidad, pero no siempre esa finalidad ha respondido a los ideales del humanismo; existen muchos ejemplos en la historia de la civilización, como el fascismo, el consumismo y el individualismo, por sólo poner algunos ejemplos. Los problemas económicos, políticos y sociales que atraviesa la humanidad son generados por sujetos “educados”. Es ampliamente conocido que la sociedad global y en particular la nuestra vive una crisis de trascendencia que supera aspectos económicos, científicos, tecnológicos e industriales. Un error en cualquiera de ellos se puede corregir en corto tiempo (quizás con la excepción del medio ambiente). Pero los errores en lo social tardan decenas de años, siglos en solventarse, y manifiestan sus contradicciones durante varias generaciones. Uno de ellos en el ámbito de la educación es el poco desarrollo del humanismo, sobre el cual las concepciones filosóficas de todos los tiempos en sus fundamentos y objetivos buscan el bien común, promover y vivir una cultura de paz hacia una sociedad de paz con justicia, equidad y bienestar. Lejos estamos de ser congruentes como humanos con los principios humanistas. “El humanismo es sencillamente un intento y una actitud del espíritu humano en permanente proceso de evolución, que se inicia en el momento en que tomamos conciencia de nuestra diferencia con las demás especies biológicas, que busca el respeto, la dignidad y los derechos del ser humano para la formación integral de su individualidad y de su personalidad, lo cual requiere y conlleva condiciones sociales que propicien su transformación y realización como ser humano” (Arana-Ramos). En un sentido amplio se puede definir la educación en valores como un proceso humanizador, individual, social, vertical y horizontal a lo largo de la vida de las personas, determinando su personalidad desde su nacimiento hasta la ancianidad (Ramos, 2000); en dicho proceso intervienen diversos factores cuyos sistemas complejos conllevan contradicciones en dependencia de las políticas educativas. Razones que justifican la educación en valores: Intencionar: encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar el vínculo con la realidad mediante lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente- educativo, dando sentido a la formación sociohumanista. Explicitar: connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano en todos los componentes del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y desarrollar según la aspiración social. Particularizar: integrar las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones y evaluar las condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del contenido y del método, etc., así como apoyarse en ellas. Determinar estrategias didácticas que involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida. Lo anterior comprende las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores y sus relaciones en el proceso docente-educativo. Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con lo afectivo. La educación en valores no debe limitarse a lo ético; también debe tener presente que en el proceso hay que desarrollar otros valores que son importantes como los valores estéticos, los políticos, los intelectuales, que
  • 26. en su conjunto contribuyen al desarrollo de la personalidad. Es por ello por lo que la educación en valores es pluridimensional. Visto así, el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su carácter integral. La reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de igual modo intencionar y valorar el método de aprendizaje, no como simple procedimiento, sino pensar en la comunicación, las relaciones interpersonales, y también analizar el componente sociohumanista de la ciencia que se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral y dialéctico al aprendizaje, es decir, reconocer que no existen “dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta, en su historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus métodos, en sus consecuencias e impactos y, por supuesto en su ética. La educación en valores contribuye a definir un proyecto de vida efectivo y eficaz, convirtiéndolo en un proyecto real, haciendo corresponder las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de razonamiento, los conocimientos, la motivación y los intereses. La educación en valores integra el humanismo en dos sentidos. Acerca la realidad al proceso de educación para que pueda ser valorada y transformada; así mismo, moldea y adecua los intereses, motivaciones y disposiciones de los educandos para que puedan establecer las necesarias interrelaciones humanas que permitan la correspondencia entre el proyecto de vida individual y social. La educación en valores incide en los siguientes aspectos: Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y contribuye a reflejar adecuadamente el sistema objetivo. Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con significación positiva hacia la sociedad. Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y el perfeccionamiento humano. La educación en valores ha estado condicionada a la propia evolución de las concepciones filosóficas de la educación y de la teoría del valor, a la axiología, a las cuestiones relacionadas con el sentido de la vida y de la historia, a la orientación y base del conocimiento, a la relación entre el individuo y la sociedad, y al objetivo y justificación de la actividad humana. En general, a la visión del mundo y de su transformación. Es difícil encontrar oposición en el plano de la educación sobre la necesidad de incidir en los valores a través de los procesos educativos de manera explícita; por lo general es aceptado que ello es parte inseparable de una coherente filosofía educativa acerca de la integración de lo humano a la formación. La polémica está en asuntos relacionados sobre qué valores se forman y desarrollan, existiendo una fuerte tendencia hacia lo ético y lo moral. Otras posiciones jerarquizan lo ético, aceptando valores políticos, estéticos, científicos, etcétera. Otro asunto que se debate es cómo educar en valores, sus modelos y estrategias. Los modelos trabajados se identifican como: proceso de socialización o de adaptación y asimilación a las normas sociales existentes; proceso de clarificación personal, encaminado al esclarecimiento y desarrollo de los valores con que se identifica el sujeto, según sus preferencias y cultura; proceso de desarrollo de las capacidades de juicio, que permite valoraciones y razonamientos acordes al deber ser; y el modelo de proceso de formación del carácter o del conjunto de hábitos virtuosos asociados a una cultura propia del contexto y el de desarrollo de la personalidad. El modelo de la construcción de la personalidad moral, que no se tratará en este trabajo, se denominará desarrollo de la personalidad. El modelo de desarrollo de la personalidad requiere de: Un proceso de adaptación del individuo hacia la sociedad y hacia sí mismo. La adquisición por parte del sujeto de elementos culturales, que tienen una significación positiva y que constituyen horizontes normativos, que han sido deseados por la humanidad en todos los tiempos: justicia, solidaridad, igualdad.
  • 27. Determinadas capacidades de juicio, comprensión y autorregulación que permitan la autonomía del sujeto ante determinadas situaciones y conflictos. En este modelo se entiende a los valores como un producto cultural, busca alcanzar una preparación para la vida y para la realización personal en un contexto determinado, con la condición clara de que se trata de formar no para la aceptación, sino también la transformación en busca del redimensionamiento humano. El proceso real de formación de la personalidad debe partir de las posibilidades que ofrece la sociedad, para que ésta ocupe un lugar adecuado dentro de la actividad social y pueda constituirse en sujeto social, que influya por supuesto en la transformación de estas posibilidades. Valoración del modelo: Se centra en el desarrollo de la personalidad. Tiene en cuenta las necesidades y motivaciones de los estudiantes. Le confiere gran importancia a los contenidos y al papel del maestro y a la comunicación en el desarrollo de las valoraciones. Destaca la unidad dialéctica entre lo social y lo individual y lo afectivo y lo cognitivo en el proceso de enseñanza aprendizaje. Considera el valor como significaciones positivas que el sujeto asume, incorpora o construye en el proceso de su actividad y de sus relaciones intersubjetivas. Por ello, este modelo resalta el valor del contenido y del maestro y de la motivación que éstos producen como aspectos de singular importancia en la educación en valores. Los valores en la formación profesional El acelerado avance científico y tecnológico genera nuevas complejidades en las organizaciones y sistemas productivos, las cuales producen transformaciones en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, originando un cambio social y cultural irreversible. Costumbres arraigadas se debilitan, normas y modelos de conductas se transforman con relativa celeridad hacia nuevas relaciones sociales que es preciso afrontar con valores y actitudes que den respuesta al cambio orientándolo hacia el progreso humano. De lo anterior se deduce que la universidad tiene que formar un profesional con capacidad para enfrentar el reto de la época contemporánea, con conocimientos científicos y técnicos idóneos, portador de valores humanos para un óptimo desempeño como miembro de la sociedad, con una proyección vivencial y laboral que combine las competencias laborales con las cualidades personales. La educación en valores en la Educación Superior debe encaminarse fundamentalmente a la formación y al desarrollo de valores profesionales, entendidos éstos como los valores humanos contextualizados y orientados hacia la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos universales y los particulares de la profesión. Constituyen rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una concepción integral del ejercicio de la profesión. La educación en valores en la formación profesional es el proceso de humanizar e intencionar lo social de la profesión en las competencias profesionales. Significa desarrollar la personalidad profesional integral, mediante la modelación del ejercicio profesional en el proceso docente y en toda la vida universitaria para el desarrollo de los futuros modos de actuación profesionales. Para ello el modelo o aspiración de competencias y actitudes profesionales debe estar definido y debe tener un carácter pluridimensional, que abarca las siguientes dimensiones a desarrollar: intelectual, técnica, ética, estética, política y otras según la profesión, y de otros factores a considerar. Algunas de las razones que justifican la educación en valores en la formación profesional son: La imagen que de la ciencia y de la tecnología existe en los futuros profesionales, que varía según las concepciones y paradigmas con que se interpreten y comprendan dichos procesos, producto de
  • 28. los contenidos de la carrera: conocimientos, enfoques, habilidades, relaciones, comportamientos de los docentes, estilos y maneras de determinar y solucionar problemas de la vida universitaria en general. La adaptación de los diseños curriculares de las carreras a los cambios científico-tecnológicos y sociales, y su reflejo en los objetos y de los modos de actuación de los futuros profesionales. El contenido de la formación profesional se refiere a la cultura que debe alcanzar un profesional para ejercer adecuadamente su profesión, y que abarca no sólo los conocimientos científicos y tecnológicos necesarios que respondan a esa rama y objeto del saber y saber hacer específicos, sino a una cultura profesional como resultado de un tipo específico de educación científico-tecnológica, entendida ésta como: el proceso continuo de adquisición de conocimientos teóricos y prácticos y de formación de valores en relación con la práctica tecnocientífica, que propicie una actitud crítica de los aspectos contradictorios presentes en las relaciones entre la actividad científico-tecnológica y las otras formas de actividad social. La cuestión no estriba en la mayor o menor información que un profesional posea, sino en los principios y las concepciones que éste posea para comprender a la sociedad y, en ella, el lugar de su profesión para gestionar adecuadamente la ciencia a la tecnología. En estas condiciones la formación integral y especializada son dos pilares de la profesionalidad. De ahí que la formación sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a la creación de una cultura que permita interpretar el paradigma vigente y lograr el desarrollo sustentable. La solución se halla en concebir la formación sociohumanista a partir del modelo del profesional, que integre como un todo las posibilidades que brindan las ciencias sociales, naturales y exactas, así como las técnicas, desde enfoques interdisciplinarios y a lo largo de todo el proceso de formación profesional. La formación sociohumanista es parte del desarrollo de la personalidad, por lo que no puede estar separada ni simplemente añadida al modelo del profesional, sino que es parte intrínseca del desarrollo de valores. Los estudios CTS en la formación de valores profesionales La búsqueda de una manera diferente de hacer ciencia y tecnología no sólo es preocupación de países de menor desarrollo, sino también de países desarrollados, lo cual se manifiesta en programas de enseñanza en ingeniería de tecnología apropiada y de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en el mundo de hoy; así, un humanista que no sepa de los avances científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura humanista y ser un ignorante ante las nuevas formas de vida imperantes. De la misma manera, un científico o un técnico que posean elevados conocimientos y habilidades profesionales, tienen que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo que se expresa en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las necesidades y demandas; dirigir procesos mediante la participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información valiosa para la competitividad. Una concepción diferente de la relación entre los contenido sociohumanistas y científico-tecnológicos en la formación de los profesionales tiene su fundamento en los estudios CTS, que tienen como objeto de estudio la vinculación existente entre: la ciencia, la tecnología y la sociedad, en aspectos tales como: La comprensión de la naturaleza social de la ciencia y la tecnología, es decir, la sociedad como condicionante, incluyendo la reflexión sobre las consecuencias sociales, económicas, ambientales y políticas de la actividad científica y tecnológica. Poseer una conciencia crítica en virtud de un enfoque multidisciplinario y fomentar la participación social en la toma de decisiones. Desarrollar la capacidad de valorar contextos en cuanto a recursos y necesidades para así brindar alternativas a la solución de problemas. Existen diferentes maneras de abordar los estudios CTS en el currículo. Son las siguientes: