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Comentario - Hume: Investigación sobre el conocimiento humano
Resumen primera parte
Hume en este fragmento hace un análisis de los elementos del
pensamiento y el conocimiento. Así distingue claramente entre: impresiones e
ideas. Las primeras responden a las percepciones de la mente cuando alguien
siente algo, como dolor o placer, las cuales presentan un grado mayor de vivacidad
e intensidad, en tanto el recuerdo de estas percepciones, ya menos intensas, las
llama ideas; Sucede cuando la mente evoca esas sensaciones, pero no las percibe
de la misma forma que cuando realmente las siente. Pueden ser similares, pero
nunca las sentirá con la misma vivacidad e intensidad. Una persona puede pensar
en el miedo que le da la oscuridad, pero esto nunca será igual que la sensación que
sentiría en una habitación totalmente oscura.
Podemos evocar nuestros recuerdos, reproducir mentalmente lo que en ese
momento ocurrió, pero siempre lo percibiremos de una forma más vaga que cuando
lo vivimos anteriormente, a no ser que soñemos o padezcamos alguna enfermedad
mental, y esto se distingue fácilmente.
Resumen segunda parte
En concreto aborda la cuestión de cómo la experiencia pone los limites al
pensamiento y al conocimiento. Formula la creencia de que a simple vista, el
pensamiento parece ilimitado . Éste puede crear cualquier cosa, formar monstruos
o transportarnos a otras regiones del universo sin movernos del sitio; pareciera que
nada está más allá del poder del pensamiento. De ahí que los pensamientos sean
algo tan poderoso.
Sin embargo, si nos fijamos detenidamente, vemos que el pensamiento
realmente está limitado, pues todo el poder imaginativo que posee la mente se
destina a mezclar, modificar, asociar… las sensaciones que percibimos y obtenemos
de la experiencia. Mezclamos conceptos o ideas para formar otras nuevas. Este
seria el caso, por ejemplo, de una sirena: tenemos la idea de persona y de pez y
los unimos para formar otra idea compleja que nunca hemos percibido, pero que es
la asociación de ambos. Lo mismo ocurre con Dios, pues a partir de las ideas de
bondad, omnipotencia, infinitud, sabiduría, etc. y de elevarlos en grado máximo,
obtenemos nuestro concepto de Dios.
Para demostrar esto, podemos remitirnos al caso de alguien que, por defecto
en alguno de sus órganos, careciera de algún sentido, veremos que es incapaz de
imaginar nada relacionado con las sensaciones ligadas a ese sentido. Un ciego no
podría imaginar nunca los colores. Esto lo podemos extrapolar a múltiples casos,
pues alguien que nunca haya probado el sabor del vino, no podrá imaginarse como
sabe. Ni un hombre moderado en sus actitudes puede comprender a que impresión
corresponde el odio intenso. Concluyendo, otras personas pueden poseer
facultades y tener sensaciones que nosotros nunca podremos conocer, pues nunca
se nos han presentado dichas ideas a través de la experiencia. Este por tanto es su
limite.
Nociones:
1.1. Impresiones e ideas.
Hume considera como percepción cualquier contenido de la mente, por
ejemplo, la sensación de un color, la idea de triángulo o el sentimiento de amor,
etc. En general, las percepciones se dividen en impresiones e ideas : las
impresiones se presentan a la mente con mayor fuerza o vivacidad que las ideas ,
así por ejemplo, son impresiones, la sensación de un color cuando lo veo o el
sentimiento de amor en el momento en que lo siento, son en cambio ideas, esa
misma sensación de color cuando la evoco en el recuerdo gracias a la memoria o
1
ese mismo sentimiento de amor cuando lo anticipo gracias a la imaginación. Es
cierto que si la mente está trastornada por enfermedad o locura como en el caso de
los estados febriles o también en el caso de los sueños, esta distinción se ve
aminorada, pero, en general y en un estado normal de salud, se sostiene y es
incuestionable.
En su obra “Tratado de la naturaleza humana” establece además una
distinción entre percepciones simples y complejas, distinción que aplica a ambas
clases de percepciones, es decir, a impresiones e ideas. La percepción de una
mancha roja es una impresión simple y su imagen en mi recuerdo es una idea
simple. Pero si veo una ciudad desde lo alto de una montaña, recibo una impresión
compleja formada por los tejados, chimeneas, torres y calles y cuando pienso
después en esa ciudad y recuerdo esa impresión, tengo una idea compleja.
Por lo demás, las impresiones se pueden dividir en impresiones de sensación
y de reflexión. Las primeras surgen en la mente cuando recibimos un estimulo que
hace que sintamos placer o dolor, por ejemplo, o también, es una impresión de
sensación percibir el color amarillo de un objeto. De ellas queda una copia en la
mente a la que llamamos idea una vez que cesa la impresión. Esta idea influye o
afecta a su vez a la mente y produce nuevas impresiones: pasiones, deseos y
emociones que constituyen las impresiones de reflexión; así, por ejemplo, tomar el
sol me produjo la impresión de placer, su recuerdo puede hacer nacer en mi el
deseo de volverla a experimentar, siendo tal deseo una impresión de reflexión.
Éstas, a su vez, son copiadas por la memoria y la imaginación, y se convierten en
ideas (de reflexión), que, tal vez, también dan origen a otras impresiones e ideas.
Las impresiones de reflexión son posteriores a las ideas de sensación y derivadas
de éstas.
Las ideas, por su parte, también son de dos clases: de la memoria y la
imaginación: las primeras son más vívidas que las segundas y permanecen fieles al
orden y la forma de las impresiones originales (ejemplo: el recuerdo de esa puesta
de sol); las segundas no, pues trastocan su orden y forma de aparición (ejemplo:
un sueño o un mito).
Según Hume los principios o leyes a partir de los cuales las ideas se asocian
son tres: a) semejanza: por ejemplo cuando la idea de una figura pintada nos lleva
a pensar en el original; b) contigüidad en el espacio y en el tiempo: por ejemplo
cuando la habitación de un edificio nos hace pensar en las otras partes del mismo;
c) causa y efecto: cuando, por ejemplo, una herida (causa) nos lleva a pensar en el
dolor que le sigue (efecto).
Por ultimo decir que para Hume existen dos tipos de conocimiento : las
relaciones entre ideas y las cuestiones de hecho. Las relaciones entre ideas (como
es el caso de la geometría, el álgebra y la aritmética) se caracterizan porque sus
proposiciones son verdaderas a priori con independencia de la observación y la
experiencia, y su negación implica contradicción. Son razonamientos demostrativos.
Los razonamientos acerca de cuestiones de hecho son razonamientos causales y se
fundan en la costumbre o hábito a partir de la experiencia.
1.2. Límite del pensamiento y principio de copia.
Una vez establecida la distinción entre impresiones e ideas, Hume se
pregunta si el pensamiento del hombre tiene algún límite, pues a primera vista y
pareciera que con ayuda de su imaginación puede “formar monstruos y unir formas
y apariencias incongruentes... ”. Encuentra que son dos los límites del
pensamiento: por una parte, “lo que implica contradicción absoluta”, pues, en
efecto, nadie puede pensar, por ejemplo, un triángulo cuadrado, por otra parte,
“todas nuestras ideas o percepciones son copia de nuestras impresiones ”, en otras
palabras, las impresiones preceden a las ideas y son causa de las mismas, por lo
que constituyen un límite del pensamiento. Lo cual nos conduce al concepto
principio de copia que nos dice que todas nuestras ideas son copias de nuestras
impresiones, ya que es imposible pensar en algo que no hemos percibido
previamente con nuestros sentidos externos o internos. No hay, en consecuencia,
2
ideas innatas en el sentido de esta expresión que se considera propio de los
filósofos racionalistas como Descartes, es decir, ideas al margen de la experiencia
como son la idea de sustancia, de Dios y las entidades matemáticas.
Hume pretende probar este principio que es esencial en su filosofía con dos
argumentos: “primero todas nuestras ideas por complejas que sean... se resuelven
en ideas simples”, pero a cada idea simple corresponde una impresión simple y a
cada impresión simple, una idea simple. Así las cosas, toda idea por alejada que
pueda parecer de la experiencia no puede tener otro origen que no sea la
experiencia. La idea de Dios, por ejemplo, tiene su origen en la experiencia que
tenemos de la inteligencia, sabiduría y bondad de los hombres que luego elevamos
al infinito. En segundo lugar, si se da el caso de que el hombre, a causa de algún
“defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encontramos
que igualmente es incapaz de las ideas correspondientes” y así un ciego de
nacimiento, por ejemplo, es incapaz de forjarse idea alguna del color. Pero no sólo
cuando se tiene un defecto en un órgano, sino también en el caso de que se tenga
el órgano y éste no haya experimentado la sensación correspondiente al objeto,
carecemos de la idea del mismo; así, por ejemplo, una persona que no ha probado
jamás el vino, es incapaz de hacerse una idea de su sabor. Lo mismo ocurre en el
caso de las emociones y sentimientos: quien no ha experimentado jamás un odio
intenso, difícilmente se forma una idea del mismo .
Hay, sin embargo, una excepción a la regla general de que las ideas derivan
de las impresiones correspondientes. Supongamos un hombre que esté
familiarizado con todos los tonos de azul, excepto con uno. Si le presentamos una
serie graduada de azules, que vayan de más oscuro a más claro y si el tono azul en
cuestión que nunca ha visto está ausente, notará una laguna en la serie. ¿Es
posible para él suplir esta deficiencia mediante el uso de la imaginación y construir
la idea de ese tono especial, aunque no haya tenido nunca la impresión
correspondiente? Parece que sí y que por tanto no siempre las ideas simples se
derivan de una impresión simple, pero “este caso es tan excepcional que casi no
vale la pena observarlo”.
Síntesis
Tema 1: La experiencia como origen del conocimiento.
El empirismo (siglos XVII y XVIII) es la corriente filosófica dentro de la cual se sitúa
el pensamiento de Hume (considerado como la última gran figura del empirismo
clásico) y constituye una reacción contra el racionalismo. Otros empiristas
destacados, al margen de Aristóteles y Guillermo de OcKham, son Berkeley y
Locke. El empirismo se caracteriza por su rechazo radical del innatismo. Para los
racionalistas el entendimiento elabora por sí mismo ciertos conceptos
fundamentales, ciertas ideas, a partir de las cuales se pueden deducir otros
conocimientos. Para los empiristas no podemos conocer al margen de la
experiencia.
Es decir, con anterioridad a la experiencia, nuestro entendimiento es como una
pagina en blanco. La experiencia es así, fuente y limite del conocimiento. Los
empiristas erigen como modelo del saber a las ciencias empíricas, sobre todo la
física, mientras el racionalismo, a las formales, la matemática.
El problema epistemológico fundamental para el empirismo no es como para el
racionalismo el de encontrar el método lógico deductivo, sino el genético psicológico
que consiste en averiguar la génesis del conocimiento.
La percepción externa nos permite el conocimiento del mundo exterior y la
percepción interna el conocimiento de nuestra mente. La experiencia es el origen de
3
nuestro conocimiento, pero también su límite (pues no podemos conocer más allá
de lo que nos muestra la experiencia).
Según Hume, de la experiencia y las percepciones proceden todos los contenidos de
la mente. Estos contenidos mentales se dividen en impresiones, que son
sensaciones inmediatas que proceden de la experiencia, e ideas o pensamientos
que son menos intensos y surgen de las impresiones. Las percepciones las clasifica
en simples y complejas según su estructura y en percepciones de sensación o
reflexión según su origen. Las ideas simples pueden ser separadas por la
imaginación y unidas como se quiera. Hay tres leyes de asociación de ideas, que
son:
- Ley de semejanza, que consiste en pasar de una idea a otra semejante. Por
ejemplo, cuando miramos un cuadro de un paisaje, la imaginación nos conduce al
paisaje original.
- Ley de la contigüidad espacio-temporal. Si tomamos la idea de objetos que se
hallan contiguos espacio-temporalmente, la mente tiende a recorrerlos de forma
continua. Por ejemplo, si alguien nos menciona una habitación de una casa,
podemos imaginarnos el resto de habitaciones que hay en ésta.
- Ley de la causa-efecto: cuando contemplamos un acontecimiento (efecto),
inmediatamente pensamos en la causa que lo ha producido. Por ejemplo:
movimiento de una bola de billar.
Hume no comparte la idea de la metafísica como un saber que pretende ir más allá
de la experiencia. El escepticismo considera imposible alcanzar la verdad y
recomienda la ausencia del juicio sobre las cosas. Incluso el escepticismo radical
niega la existencia del mundo externo. Por esto, Hume adopta un escepticismo
moderado, en el que nada nos asegura la existencia del mundo, pero las
impresiones sirven para pensar que hay un mundo exterior.
Siguiendo la distinción que había hecho Leibniz entre verdades de razón y verdades
de hecho, Hume nos dirá que todos los objetos de la razón e investigación humana
pueden dividirse en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
Los objetos de la razón pertenecientes al primer grupo son “las ciencias de la
Geometría, Álgebra y Aritmética y, en resumen, toda afirmación que sea intuitiva o
demostrativamente cierta”, es decir, las ideas de las que podamos tener
conocimiento sin recurrir a las impresiones.
El segundo tipo de objetos de la razón, las cuestiones de hecho, no pueden ser
investigadas de la misma manera, ya que lo contrario de un hecho es, en principio,
siempre posible. No hay ninguna contradicción, de Hume, en la proposición “el sol
no saldrá mañana”, ni es menos inteligible que la proposición “el sol saldrá
mañana”. No podríamos demostrar su falsedad recurriendo al principio de
contradicción. Todos los razonamientos sobre cuestiones de hechos parecen estar
fundados en la relación de causa y efecto.
Si estamos convencidos de que un hecho ha de producirse de una determinada
manera, es porque la experiencia nos lo ha presentado siempre asociado a otro
hecho que le precede o que le sigue, como su causa o efecto. Las causas y efectos
no pueden ser descubiertas por la razón, sino sólo por experiencia.
Podemos hablar, pues, de dos tipos de conocimiento: el conocimiento de relaciones
de ideas (verdades de razón, según Leibniz) y las cuestiones de hecho (verdades de
4
hecho). En el primero el conocimiento depende de las operaciones del
entendimiento reguladas por el principio de contradicción; en el segundo caso, las
cuestiones de hecho: el conocimiento de hechos está basado en las impresiones.
Una idea es verdadera si proviene de una impresión, si no, es falsa. El conocimiento
de la mente humana está limitado por las impresiones y es el que nos hace
reflexionar sobre el punto fundamental de la filosofía de Hume: La Causa).
Según Hume, la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una
"conexión necesaria" entre la causa y el efecto. Nuestro convencimiento de que
existe esta necesidad proviene del hábito, o la costumbre, al haber observado
siempre que los dos fenómenos se producen uno a continuación del otro, así se
produce en nosotros el convencimiento de que esa sucesión es necesaria.
El principio de causalidad sólo tiene valor aplicado a la experiencia, aplicado a
objetos de los que tenemos impresiones y, por lo tanto, sólo tiene valor aplicado al
pasado, dado que de los fenómenos que puedan ocurrir en el futuro no tenemos
impresión ninguna, pues no podemos tener impresión de algo que aun no ha
sucedido (ni tampoco de una causalidad necesaria).
Tema 2: La crítica de los conceptos metafísicos.
Hume se plantea si la distinción entre impresiones e ideas y el principio según el
cual toda idea se deriva de una impresión, tiene alguna utilidad y efectivamente la
tiene, pues “si se usase apropiadamente", podría contribuir a desterrar cualquier
planteamiento metafísico no legitimo. Esto se lleva a cabo mostrando que si a un
término filosófico no corresponde impresión alguna de la que se derive, entonces se
emplea sin significado. De esta manera y gracias al principio establecido es posible
una crítica de la metafísica que sirva para distinguir “la verdadera” de “la falsa y
adulterada”.
Veamos cómo tiene lugar esta crítica de la metafísica aplicada a la idea de
conexión necesaria, de la existencia de una sustancia extensa exterior a la
conciencia, de un yo como sustancia y de las pruebas que apoyándose en la
experiencia y la razón pretenden afirmar la existencia de Dios.
1) Crítica de la idea según la cual la relación entre la causa y el efecto se
funda en una conexión necesaria.
Todos los razonamientos acerca de cuestiones de hecho (las ciencias
empíricas) parecen fundarse en la relación causa y efecto para poder ir más allá de
la evidencia de nuestra memoria y nuestros sentidos y así, por ejemplo,
establecemos una relación entre el agua y la posibilidad de ahogarnos o entre la
llama y el calor. Pues bien, la metafísica entiende la relación causa-efecto como una
conexión necesaria que se funda en la razón: dada la causa, tiene que darse el
efecto porque hay un poder, fuerza o energía en la causa que implica el efecto. Sin
embargo, cuando establezco una conexión entre la causa y el efecto sólo puedo
decir que la experiencia me muestra que en el pasado ha sido así, pero no podemos
deducir que en el futuro o con objetos semejantes, será así necesariamente. Que
se siguiera un efecto distinto e incluso contrario no es imposible. ¿Cuál es,
entonces, el principio que funda la conexión causa y efecto? Es la costumbre o el
hábito : tras la conjunción constante de dos objetos (por ejemplo, calor y llama)
por la costumbre esperamos que el uno se siga por la aparición del otro:
(Investigación pág. 68). El hábito o costumbre hace nacer en nosotros un
sentimiento que Hume llama creencia y que es una representación más intensa y
firme que las ficciones propias de la imaginación. Esta representación está presente
en los tres principios de asociación de ideas. Así, por ejemplo, cuando tiro un trozo
de madera al fuego creo que la llama aumentará. Por tanto, el saber acerca de
5
hechos se funda en creencias que proceden de la costumbre y la experiencia y no
de la razón.
La ciencia se caracteriza porque quiere establecer verdades que, como las
matemáticas, sean universales y necesarias, es decir, quiere inferir de los hechos
del pasado comprobados por experiencia verdades para el futuro, para siempre.
Pero por más que un hecho se halle confirmado empíricamente, esto no significa
que pueda establecerse como verdad necesaria, sino sólo como contingente
(posible), nunca podrá ser más que una verdad de hecho. Esta afirmación esencial
que nadie podrá eludir en los siglos venideros, se ha conocido como problema de
la inducción. No es legítimo pasar de la afirmación “algún x es y” a la proposición
universal “todo x es y”. Por muchos casos concretos que hayan sido comprobados,
no es posible establecer un principio general. El futuro sigue siendo inescrutable y,
como mucho, se puede aspirar a la probabilidad. La ciencia no puede ser nunca
conocimiento verdadero, universal y necesario, únicamente probable, y todo el
saber racional es sólo adivinación o acto de fe.
2) Crítica de la idea de sustancia material.
En segundo lugar, critica la idea de sustancia en la que los filósofos fundan
en gran medida sus razonamientos. Consideremos la idea de una sustancia
material, si entendemos por ésta la existencia externa de cuerpos como algo
específicamente diferente de nuestras percepciones, tal idea es absurda porque
“dado que nada hay presente en la mente sino las percepciones, y que todas las
ideas se derivan de algo que con anterioridad se hallaba ya ante la mente, se sigue
que nos es imposible concebir o formar una idea de algo que sea específicamente
distinto a las ideas e impresiones. (Tratado p II secc 6). En esta crítica Hume
coincide con Berkeley quien ya había criticado la idea de existencia de una
sustancia material externa a la mente. No obstante, y a diferencia de Berkeley,
Hume considera la creencia en la existencia de cuerpos exteriores a la mente como
originada en la imaginación y la memoria, de suerte que el escepticismo en lo
referente a dicha creencia sólo se puede sostener teóricamente (filosóficamente),
pero en las acciones de nuestra vida diaria todos, incluidos los filósofos, creemos
que dichos cuerpos existen.
3) Crítica de la idea según la cual el yo es una sustancia en la que se dan las
percepciones.
Otra de las ideas oscuras en metafísica es la idea de yo, como una sustancia
material o espiritual en la cual inciden las percepciones y por lo cual sustancia y
percepciones son distintas. Pero a esto cabe responder que si la sustancia no
procede de una impresión, no tenemos idea alguna de la sustancia y, en definitiva,
tendremos un término sin significado.
En relación con el yo se plantea el problema de la identidad personal que es
un caso especial del problema general de la identidad de la sustancia, pues parece
que todos tenemos una idea de nosotros mismos como de algo que permanece
idéntico y siendo lo mismo a través de las diversas percepciones y experiencias. Sin
embargo, toda idea ha de derivarse de una impresión y como la idea de yo es la de
algo invariable, la impresión de que procede debería ser invariable. Pero
encontramos que “no existen impresiones constantes e invariables... y en
consecuencia no existe tal idea”, es decir, la idea de yo. El espíritu es una especie
de teatro donde aparecen sucesivamente varias percepciones. ¿De dónde procede
entonces la idea de identidad personal? Gracias a nuestra memoria nuestras
percepciones se unen por asociación en la imaginación y así atribuimos identidad a
lo que en realidad es una asociación de percepciones relacionadas entre sí.
4) Crítica de las pruebas para la demostración de la existencia de Dios.
Por último, es preciso ocuparse de los razonamientos metafísicos que
pretenden probar la existencia de Dios. Afirma Hume que el único argumento que
merece ser tenido en cuenta es el que se basa en el orden del universo: “este
argumento va de los efectos a las causas. Por el orden de la obra se infiere que ha
debido existir un proyecto y un plan en el agente” (Investigación secc. 11). Pero
6
esta hipótesis según la cual existe una causa inteligente que otorgó y conserva el
orden del universo es incierta e inútil. Incierta porque va más allá de la experiencia
e inútil porque de ella no se pueden deducir cualidades en Dios como la bondad o la
omnipotencia ni principios de conducta y comportamiento para los hombres. Por
todo ello Hume piensa que el fundamento de la religión debemos buscarlo en la fe y
no en la razón.
Tanto Locke como Berkeley habían fundamentado su afirmación de la existencia de
Dios en la idea de causa. Para Hume esta justificación es ilegítima puesto que no va
de una impresión a otra sino de impresiones de la mente a Dios, que no es ninguna
impresión. La idea de Dios no corresponde a impresión alguna, por
consiguiente la existencia de Dios no es racionalmente justificable. Hume tampoco
admite que Dios sea la causa de nuestras impresiones y en este sentido prefiere
ignorar tal cuestión.
Contextualización
Hume nació en Edimburgo el 26 de abril de 1711 y murió en esta misma
ciudad en 1776. Es la última gran figura del empirismo clásico, heredero de Locke,
muy influenciado por Berkeley; el empirismo se considera la reacción contraria al
racionalismo (funda el conocimiento en la experiencia, mientras el racionalismo, lo
funda en la razón). Vivió en el S.XVIII, siglo de la Ilustración, el llamado Siglo de
las Luces, por lo que pertenece a la filosofía moderna. Hume, además de ocuparse
de las cuestiones epistemológicas, se ha ocupado de cuestiones morales, estéticas,
políticas y religiosas. Debemos encuadrarlo dentro del Empirismo que se opone al
Racionalismo (Descartes)
- En cuanto a las cuestiones morales, se ocupó de ellas en Tratado de la naturaleza
humana e Investigación sobre los principios de la moral, entre otras.
- Se ocupó de la cuestión estética en una de las cuatro disertaciones, titulada Del
criterio del gusto.
- En lo referente a lo político, encontramos Ensayos morales y políticos.
- Finalmente, relacionado con la religión, se ocupó de ella en los Diálogos sobre
religión natural.
Este texto pertenece a la sección 2 de “Investigación sobre el conocimiento
humano”.
En la obra de Hume se aprecian importantes influencias de sus antecesores
que las utilizará tanto a su favor como para comparar su pensamiento, son los
casos de Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.
Aristóteles y Hume encuentran en los sentidos y sus percepciones una forma
legítima de conocer la realidad; el conocimiento sensible, es el más importante; la
idea aristotélica de que todos los hombres tienen, por naturaleza, el deseo de
saber, se conjuga con que no hay nada en la mente que no haya pasado antes por
los sentidos. La mente pues se llena en la medida en que vaya acumulando
experiencias.
Santo Tomás coincide con Hume en el hecho de que el conocer humano sólo
es posible mediante un volverse del entendimiento hacia los datos emanados del
conocimiento sensible.
Así pues, afirma Santo Tomas que el origen de nuestro conocimiento se halla
en los sentidos; explicar el conocimiento humano es definir la colaboración que se
establece entre las cosas materiales, los sentidos, y el entendimiento. Sto. Tomás
7
de Aquino en las cinco vías retoma este método de conocimiento basado en la
experiencia, coincidiendo en esto con Aristóteles y en detrimento de Platón.
El pensamiento de Hume es contrario al de Platón (para quien el
conocimiento se centra en la razón- alma racional- y no en los sentidos) porque
para Hume no existe una instancia superior desde la que se contempla la realidad.
Todo el conocimiento proviene de la experiencia y no sería consecuente afirmar
que la verdadera realidad es la del mundo de las ideas, puesto que esto no es fruto
de la experiencia y por tanto sería sobrepasar los propios límites del conocimiento.
Tampoco acepta de este la teoría de la reminiscencia, (recordamos lo que ya
aprendimos cuando el alma habitaba el mundo de las ideas).
Por otro lado ocurre lo mismo con autores de su misma época y que
conviven con el mismo modelo de sociedad y contexto histórico.
Con Locke tiene en común su epistemología (o teoría del conocimiento), ya
que ambos se basan en la experiencia. Locke, no cree en la existencia del innatismo
y el determinismo, considerando el conocimiento de origen sensorial, por lo que
rechaza la certeza matemática en favor de la probabilística fisica. El conocimiento
solamente alcanza a las relaciones entre los hechos. Por otra parte cree percibir
una armonía global, apoyado en creencias y supuestos evidentes, por lo que sus
pensamientos también contienen elementos propios del racionalismo y el
mecanicismo, en esto Hume, se separa de él.
Hume reconoce que tenemos en nuestra mente ideas universales. Pero, de
igual modo que Berkeley, da de ellas explicación puramente nominalista : Las ideas
generales sólo son representaciones particulares acompañadas de una potencia
mayor de evocación creada por la costumbre, y designadas por un nombre común.
0, dicho de otro modo, un conjunto de impresiones particulares semejantes, que
nuestra mente asocia en una idea confusa, y las recuerda y designa mediante un
nombre común.
Hume desafió el principio de causalidad de Descartes. Se dio cuenta de que
aunque percibimos que un elemento suceda al otro, no percibimos ninguna
conexión necesaria y suficiente entre los dos. Hume declaró que nuestra idea de
causalidad consiste en poco más que la esperanza de que ciertos acontecimientos
se den tras otros que los preceden. En realidad no podemos decir que un
acontecimiento causó al otro. Hume sostiene que no existen las ideas innatas.
Todas nuestras percepciones provienen de la experiencia sensible.
Por último, debemos mencionar a Wittgenstein y Kant, que siguieron los
pasos de Hume en su pensamiento.
Hume fue denominado el "profeta de la revolución de Ludwig Wittgenstein",
al referirse a su consideración de que la matemática y la lógica son sistemas
cerrados, ciencias que no tienen relación con el mundo de la experiencia. La lógica
establece cuál es el límite del lenguaje, del pensamiento y del mundo, y de ese
modo se muestra el propio límite que, obviamente, ya no pertenece al mundo,
quedando fuera de ese ámbito de lo pensable y expresable.
La lectura de Hume despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista).
Kant hace una síntesis del empirismo de Hume y el racionalismo de Descartes. Le
da la razón a Hume al señalar que todo comienza por los sentidos; pero también
admite, al igual que Descartes, que no todo lo que hay en el conocimiento procede
de la experiencia. Esta síntesis kantiana conocida como criticismo afirma que el
conocimiento se basa en una mezcla de la experiencia, lo que él llama “a posteriori”
y de lo que procede del sujeto, lo “a priori”. Además no puede aceptar del
8
empirismo sus planteamientos escépticos o que las leyes físicas sean leyes
probables (no necesarias).
9
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hume

  • 1. Comentario - Hume: Investigación sobre el conocimiento humano Resumen primera parte Hume en este fragmento hace un análisis de los elementos del pensamiento y el conocimiento. Así distingue claramente entre: impresiones e ideas. Las primeras responden a las percepciones de la mente cuando alguien siente algo, como dolor o placer, las cuales presentan un grado mayor de vivacidad e intensidad, en tanto el recuerdo de estas percepciones, ya menos intensas, las llama ideas; Sucede cuando la mente evoca esas sensaciones, pero no las percibe de la misma forma que cuando realmente las siente. Pueden ser similares, pero nunca las sentirá con la misma vivacidad e intensidad. Una persona puede pensar en el miedo que le da la oscuridad, pero esto nunca será igual que la sensación que sentiría en una habitación totalmente oscura. Podemos evocar nuestros recuerdos, reproducir mentalmente lo que en ese momento ocurrió, pero siempre lo percibiremos de una forma más vaga que cuando lo vivimos anteriormente, a no ser que soñemos o padezcamos alguna enfermedad mental, y esto se distingue fácilmente. Resumen segunda parte En concreto aborda la cuestión de cómo la experiencia pone los limites al pensamiento y al conocimiento. Formula la creencia de que a simple vista, el pensamiento parece ilimitado . Éste puede crear cualquier cosa, formar monstruos o transportarnos a otras regiones del universo sin movernos del sitio; pareciera que nada está más allá del poder del pensamiento. De ahí que los pensamientos sean algo tan poderoso. Sin embargo, si nos fijamos detenidamente, vemos que el pensamiento realmente está limitado, pues todo el poder imaginativo que posee la mente se destina a mezclar, modificar, asociar… las sensaciones que percibimos y obtenemos de la experiencia. Mezclamos conceptos o ideas para formar otras nuevas. Este seria el caso, por ejemplo, de una sirena: tenemos la idea de persona y de pez y los unimos para formar otra idea compleja que nunca hemos percibido, pero que es la asociación de ambos. Lo mismo ocurre con Dios, pues a partir de las ideas de bondad, omnipotencia, infinitud, sabiduría, etc. y de elevarlos en grado máximo, obtenemos nuestro concepto de Dios. Para demostrar esto, podemos remitirnos al caso de alguien que, por defecto en alguno de sus órganos, careciera de algún sentido, veremos que es incapaz de imaginar nada relacionado con las sensaciones ligadas a ese sentido. Un ciego no podría imaginar nunca los colores. Esto lo podemos extrapolar a múltiples casos, pues alguien que nunca haya probado el sabor del vino, no podrá imaginarse como sabe. Ni un hombre moderado en sus actitudes puede comprender a que impresión corresponde el odio intenso. Concluyendo, otras personas pueden poseer facultades y tener sensaciones que nosotros nunca podremos conocer, pues nunca se nos han presentado dichas ideas a través de la experiencia. Este por tanto es su limite. Nociones: 1.1. Impresiones e ideas. Hume considera como percepción cualquier contenido de la mente, por ejemplo, la sensación de un color, la idea de triángulo o el sentimiento de amor, etc. En general, las percepciones se dividen en impresiones e ideas : las impresiones se presentan a la mente con mayor fuerza o vivacidad que las ideas , así por ejemplo, son impresiones, la sensación de un color cuando lo veo o el sentimiento de amor en el momento en que lo siento, son en cambio ideas, esa misma sensación de color cuando la evoco en el recuerdo gracias a la memoria o 1
  • 2. ese mismo sentimiento de amor cuando lo anticipo gracias a la imaginación. Es cierto que si la mente está trastornada por enfermedad o locura como en el caso de los estados febriles o también en el caso de los sueños, esta distinción se ve aminorada, pero, en general y en un estado normal de salud, se sostiene y es incuestionable. En su obra “Tratado de la naturaleza humana” establece además una distinción entre percepciones simples y complejas, distinción que aplica a ambas clases de percepciones, es decir, a impresiones e ideas. La percepción de una mancha roja es una impresión simple y su imagen en mi recuerdo es una idea simple. Pero si veo una ciudad desde lo alto de una montaña, recibo una impresión compleja formada por los tejados, chimeneas, torres y calles y cuando pienso después en esa ciudad y recuerdo esa impresión, tengo una idea compleja. Por lo demás, las impresiones se pueden dividir en impresiones de sensación y de reflexión. Las primeras surgen en la mente cuando recibimos un estimulo que hace que sintamos placer o dolor, por ejemplo, o también, es una impresión de sensación percibir el color amarillo de un objeto. De ellas queda una copia en la mente a la que llamamos idea una vez que cesa la impresión. Esta idea influye o afecta a su vez a la mente y produce nuevas impresiones: pasiones, deseos y emociones que constituyen las impresiones de reflexión; así, por ejemplo, tomar el sol me produjo la impresión de placer, su recuerdo puede hacer nacer en mi el deseo de volverla a experimentar, siendo tal deseo una impresión de reflexión. Éstas, a su vez, son copiadas por la memoria y la imaginación, y se convierten en ideas (de reflexión), que, tal vez, también dan origen a otras impresiones e ideas. Las impresiones de reflexión son posteriores a las ideas de sensación y derivadas de éstas. Las ideas, por su parte, también son de dos clases: de la memoria y la imaginación: las primeras son más vívidas que las segundas y permanecen fieles al orden y la forma de las impresiones originales (ejemplo: el recuerdo de esa puesta de sol); las segundas no, pues trastocan su orden y forma de aparición (ejemplo: un sueño o un mito). Según Hume los principios o leyes a partir de los cuales las ideas se asocian son tres: a) semejanza: por ejemplo cuando la idea de una figura pintada nos lleva a pensar en el original; b) contigüidad en el espacio y en el tiempo: por ejemplo cuando la habitación de un edificio nos hace pensar en las otras partes del mismo; c) causa y efecto: cuando, por ejemplo, una herida (causa) nos lleva a pensar en el dolor que le sigue (efecto). Por ultimo decir que para Hume existen dos tipos de conocimiento : las relaciones entre ideas y las cuestiones de hecho. Las relaciones entre ideas (como es el caso de la geometría, el álgebra y la aritmética) se caracterizan porque sus proposiciones son verdaderas a priori con independencia de la observación y la experiencia, y su negación implica contradicción. Son razonamientos demostrativos. Los razonamientos acerca de cuestiones de hecho son razonamientos causales y se fundan en la costumbre o hábito a partir de la experiencia. 1.2. Límite del pensamiento y principio de copia. Una vez establecida la distinción entre impresiones e ideas, Hume se pregunta si el pensamiento del hombre tiene algún límite, pues a primera vista y pareciera que con ayuda de su imaginación puede “formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes... ”. Encuentra que son dos los límites del pensamiento: por una parte, “lo que implica contradicción absoluta”, pues, en efecto, nadie puede pensar, por ejemplo, un triángulo cuadrado, por otra parte, “todas nuestras ideas o percepciones son copia de nuestras impresiones ”, en otras palabras, las impresiones preceden a las ideas y son causa de las mismas, por lo que constituyen un límite del pensamiento. Lo cual nos conduce al concepto principio de copia que nos dice que todas nuestras ideas son copias de nuestras impresiones, ya que es imposible pensar en algo que no hemos percibido previamente con nuestros sentidos externos o internos. No hay, en consecuencia, 2
  • 3. ideas innatas en el sentido de esta expresión que se considera propio de los filósofos racionalistas como Descartes, es decir, ideas al margen de la experiencia como son la idea de sustancia, de Dios y las entidades matemáticas. Hume pretende probar este principio que es esencial en su filosofía con dos argumentos: “primero todas nuestras ideas por complejas que sean... se resuelven en ideas simples”, pero a cada idea simple corresponde una impresión simple y a cada impresión simple, una idea simple. Así las cosas, toda idea por alejada que pueda parecer de la experiencia no puede tener otro origen que no sea la experiencia. La idea de Dios, por ejemplo, tiene su origen en la experiencia que tenemos de la inteligencia, sabiduría y bondad de los hombres que luego elevamos al infinito. En segundo lugar, si se da el caso de que el hombre, a causa de algún “defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encontramos que igualmente es incapaz de las ideas correspondientes” y así un ciego de nacimiento, por ejemplo, es incapaz de forjarse idea alguna del color. Pero no sólo cuando se tiene un defecto en un órgano, sino también en el caso de que se tenga el órgano y éste no haya experimentado la sensación correspondiente al objeto, carecemos de la idea del mismo; así, por ejemplo, una persona que no ha probado jamás el vino, es incapaz de hacerse una idea de su sabor. Lo mismo ocurre en el caso de las emociones y sentimientos: quien no ha experimentado jamás un odio intenso, difícilmente se forma una idea del mismo . Hay, sin embargo, una excepción a la regla general de que las ideas derivan de las impresiones correspondientes. Supongamos un hombre que esté familiarizado con todos los tonos de azul, excepto con uno. Si le presentamos una serie graduada de azules, que vayan de más oscuro a más claro y si el tono azul en cuestión que nunca ha visto está ausente, notará una laguna en la serie. ¿Es posible para él suplir esta deficiencia mediante el uso de la imaginación y construir la idea de ese tono especial, aunque no haya tenido nunca la impresión correspondiente? Parece que sí y que por tanto no siempre las ideas simples se derivan de una impresión simple, pero “este caso es tan excepcional que casi no vale la pena observarlo”. Síntesis Tema 1: La experiencia como origen del conocimiento. El empirismo (siglos XVII y XVIII) es la corriente filosófica dentro de la cual se sitúa el pensamiento de Hume (considerado como la última gran figura del empirismo clásico) y constituye una reacción contra el racionalismo. Otros empiristas destacados, al margen de Aristóteles y Guillermo de OcKham, son Berkeley y Locke. El empirismo se caracteriza por su rechazo radical del innatismo. Para los racionalistas el entendimiento elabora por sí mismo ciertos conceptos fundamentales, ciertas ideas, a partir de las cuales se pueden deducir otros conocimientos. Para los empiristas no podemos conocer al margen de la experiencia. Es decir, con anterioridad a la experiencia, nuestro entendimiento es como una pagina en blanco. La experiencia es así, fuente y limite del conocimiento. Los empiristas erigen como modelo del saber a las ciencias empíricas, sobre todo la física, mientras el racionalismo, a las formales, la matemática. El problema epistemológico fundamental para el empirismo no es como para el racionalismo el de encontrar el método lógico deductivo, sino el genético psicológico que consiste en averiguar la génesis del conocimiento. La percepción externa nos permite el conocimiento del mundo exterior y la percepción interna el conocimiento de nuestra mente. La experiencia es el origen de 3
  • 4. nuestro conocimiento, pero también su límite (pues no podemos conocer más allá de lo que nos muestra la experiencia). Según Hume, de la experiencia y las percepciones proceden todos los contenidos de la mente. Estos contenidos mentales se dividen en impresiones, que son sensaciones inmediatas que proceden de la experiencia, e ideas o pensamientos que son menos intensos y surgen de las impresiones. Las percepciones las clasifica en simples y complejas según su estructura y en percepciones de sensación o reflexión según su origen. Las ideas simples pueden ser separadas por la imaginación y unidas como se quiera. Hay tres leyes de asociación de ideas, que son: - Ley de semejanza, que consiste en pasar de una idea a otra semejante. Por ejemplo, cuando miramos un cuadro de un paisaje, la imaginación nos conduce al paisaje original. - Ley de la contigüidad espacio-temporal. Si tomamos la idea de objetos que se hallan contiguos espacio-temporalmente, la mente tiende a recorrerlos de forma continua. Por ejemplo, si alguien nos menciona una habitación de una casa, podemos imaginarnos el resto de habitaciones que hay en ésta. - Ley de la causa-efecto: cuando contemplamos un acontecimiento (efecto), inmediatamente pensamos en la causa que lo ha producido. Por ejemplo: movimiento de una bola de billar. Hume no comparte la idea de la metafísica como un saber que pretende ir más allá de la experiencia. El escepticismo considera imposible alcanzar la verdad y recomienda la ausencia del juicio sobre las cosas. Incluso el escepticismo radical niega la existencia del mundo externo. Por esto, Hume adopta un escepticismo moderado, en el que nada nos asegura la existencia del mundo, pero las impresiones sirven para pensar que hay un mundo exterior. Siguiendo la distinción que había hecho Leibniz entre verdades de razón y verdades de hecho, Hume nos dirá que todos los objetos de la razón e investigación humana pueden dividirse en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Los objetos de la razón pertenecientes al primer grupo son “las ciencias de la Geometría, Álgebra y Aritmética y, en resumen, toda afirmación que sea intuitiva o demostrativamente cierta”, es decir, las ideas de las que podamos tener conocimiento sin recurrir a las impresiones. El segundo tipo de objetos de la razón, las cuestiones de hecho, no pueden ser investigadas de la misma manera, ya que lo contrario de un hecho es, en principio, siempre posible. No hay ninguna contradicción, de Hume, en la proposición “el sol no saldrá mañana”, ni es menos inteligible que la proposición “el sol saldrá mañana”. No podríamos demostrar su falsedad recurriendo al principio de contradicción. Todos los razonamientos sobre cuestiones de hechos parecen estar fundados en la relación de causa y efecto. Si estamos convencidos de que un hecho ha de producirse de una determinada manera, es porque la experiencia nos lo ha presentado siempre asociado a otro hecho que le precede o que le sigue, como su causa o efecto. Las causas y efectos no pueden ser descubiertas por la razón, sino sólo por experiencia. Podemos hablar, pues, de dos tipos de conocimiento: el conocimiento de relaciones de ideas (verdades de razón, según Leibniz) y las cuestiones de hecho (verdades de 4
  • 5. hecho). En el primero el conocimiento depende de las operaciones del entendimiento reguladas por el principio de contradicción; en el segundo caso, las cuestiones de hecho: el conocimiento de hechos está basado en las impresiones. Una idea es verdadera si proviene de una impresión, si no, es falsa. El conocimiento de la mente humana está limitado por las impresiones y es el que nos hace reflexionar sobre el punto fundamental de la filosofía de Hume: La Causa). Según Hume, la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una "conexión necesaria" entre la causa y el efecto. Nuestro convencimiento de que existe esta necesidad proviene del hábito, o la costumbre, al haber observado siempre que los dos fenómenos se producen uno a continuación del otro, así se produce en nosotros el convencimiento de que esa sucesión es necesaria. El principio de causalidad sólo tiene valor aplicado a la experiencia, aplicado a objetos de los que tenemos impresiones y, por lo tanto, sólo tiene valor aplicado al pasado, dado que de los fenómenos que puedan ocurrir en el futuro no tenemos impresión ninguna, pues no podemos tener impresión de algo que aun no ha sucedido (ni tampoco de una causalidad necesaria). Tema 2: La crítica de los conceptos metafísicos. Hume se plantea si la distinción entre impresiones e ideas y el principio según el cual toda idea se deriva de una impresión, tiene alguna utilidad y efectivamente la tiene, pues “si se usase apropiadamente", podría contribuir a desterrar cualquier planteamiento metafísico no legitimo. Esto se lleva a cabo mostrando que si a un término filosófico no corresponde impresión alguna de la que se derive, entonces se emplea sin significado. De esta manera y gracias al principio establecido es posible una crítica de la metafísica que sirva para distinguir “la verdadera” de “la falsa y adulterada”. Veamos cómo tiene lugar esta crítica de la metafísica aplicada a la idea de conexión necesaria, de la existencia de una sustancia extensa exterior a la conciencia, de un yo como sustancia y de las pruebas que apoyándose en la experiencia y la razón pretenden afirmar la existencia de Dios. 1) Crítica de la idea según la cual la relación entre la causa y el efecto se funda en una conexión necesaria. Todos los razonamientos acerca de cuestiones de hecho (las ciencias empíricas) parecen fundarse en la relación causa y efecto para poder ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y nuestros sentidos y así, por ejemplo, establecemos una relación entre el agua y la posibilidad de ahogarnos o entre la llama y el calor. Pues bien, la metafísica entiende la relación causa-efecto como una conexión necesaria que se funda en la razón: dada la causa, tiene que darse el efecto porque hay un poder, fuerza o energía en la causa que implica el efecto. Sin embargo, cuando establezco una conexión entre la causa y el efecto sólo puedo decir que la experiencia me muestra que en el pasado ha sido así, pero no podemos deducir que en el futuro o con objetos semejantes, será así necesariamente. Que se siguiera un efecto distinto e incluso contrario no es imposible. ¿Cuál es, entonces, el principio que funda la conexión causa y efecto? Es la costumbre o el hábito : tras la conjunción constante de dos objetos (por ejemplo, calor y llama) por la costumbre esperamos que el uno se siga por la aparición del otro: (Investigación pág. 68). El hábito o costumbre hace nacer en nosotros un sentimiento que Hume llama creencia y que es una representación más intensa y firme que las ficciones propias de la imaginación. Esta representación está presente en los tres principios de asociación de ideas. Así, por ejemplo, cuando tiro un trozo de madera al fuego creo que la llama aumentará. Por tanto, el saber acerca de 5
  • 6. hechos se funda en creencias que proceden de la costumbre y la experiencia y no de la razón. La ciencia se caracteriza porque quiere establecer verdades que, como las matemáticas, sean universales y necesarias, es decir, quiere inferir de los hechos del pasado comprobados por experiencia verdades para el futuro, para siempre. Pero por más que un hecho se halle confirmado empíricamente, esto no significa que pueda establecerse como verdad necesaria, sino sólo como contingente (posible), nunca podrá ser más que una verdad de hecho. Esta afirmación esencial que nadie podrá eludir en los siglos venideros, se ha conocido como problema de la inducción. No es legítimo pasar de la afirmación “algún x es y” a la proposición universal “todo x es y”. Por muchos casos concretos que hayan sido comprobados, no es posible establecer un principio general. El futuro sigue siendo inescrutable y, como mucho, se puede aspirar a la probabilidad. La ciencia no puede ser nunca conocimiento verdadero, universal y necesario, únicamente probable, y todo el saber racional es sólo adivinación o acto de fe. 2) Crítica de la idea de sustancia material. En segundo lugar, critica la idea de sustancia en la que los filósofos fundan en gran medida sus razonamientos. Consideremos la idea de una sustancia material, si entendemos por ésta la existencia externa de cuerpos como algo específicamente diferente de nuestras percepciones, tal idea es absurda porque “dado que nada hay presente en la mente sino las percepciones, y que todas las ideas se derivan de algo que con anterioridad se hallaba ya ante la mente, se sigue que nos es imposible concebir o formar una idea de algo que sea específicamente distinto a las ideas e impresiones. (Tratado p II secc 6). En esta crítica Hume coincide con Berkeley quien ya había criticado la idea de existencia de una sustancia material externa a la mente. No obstante, y a diferencia de Berkeley, Hume considera la creencia en la existencia de cuerpos exteriores a la mente como originada en la imaginación y la memoria, de suerte que el escepticismo en lo referente a dicha creencia sólo se puede sostener teóricamente (filosóficamente), pero en las acciones de nuestra vida diaria todos, incluidos los filósofos, creemos que dichos cuerpos existen. 3) Crítica de la idea según la cual el yo es una sustancia en la que se dan las percepciones. Otra de las ideas oscuras en metafísica es la idea de yo, como una sustancia material o espiritual en la cual inciden las percepciones y por lo cual sustancia y percepciones son distintas. Pero a esto cabe responder que si la sustancia no procede de una impresión, no tenemos idea alguna de la sustancia y, en definitiva, tendremos un término sin significado. En relación con el yo se plantea el problema de la identidad personal que es un caso especial del problema general de la identidad de la sustancia, pues parece que todos tenemos una idea de nosotros mismos como de algo que permanece idéntico y siendo lo mismo a través de las diversas percepciones y experiencias. Sin embargo, toda idea ha de derivarse de una impresión y como la idea de yo es la de algo invariable, la impresión de que procede debería ser invariable. Pero encontramos que “no existen impresiones constantes e invariables... y en consecuencia no existe tal idea”, es decir, la idea de yo. El espíritu es una especie de teatro donde aparecen sucesivamente varias percepciones. ¿De dónde procede entonces la idea de identidad personal? Gracias a nuestra memoria nuestras percepciones se unen por asociación en la imaginación y así atribuimos identidad a lo que en realidad es una asociación de percepciones relacionadas entre sí. 4) Crítica de las pruebas para la demostración de la existencia de Dios. Por último, es preciso ocuparse de los razonamientos metafísicos que pretenden probar la existencia de Dios. Afirma Hume que el único argumento que merece ser tenido en cuenta es el que se basa en el orden del universo: “este argumento va de los efectos a las causas. Por el orden de la obra se infiere que ha debido existir un proyecto y un plan en el agente” (Investigación secc. 11). Pero 6
  • 7. esta hipótesis según la cual existe una causa inteligente que otorgó y conserva el orden del universo es incierta e inútil. Incierta porque va más allá de la experiencia e inútil porque de ella no se pueden deducir cualidades en Dios como la bondad o la omnipotencia ni principios de conducta y comportamiento para los hombres. Por todo ello Hume piensa que el fundamento de la religión debemos buscarlo en la fe y no en la razón. Tanto Locke como Berkeley habían fundamentado su afirmación de la existencia de Dios en la idea de causa. Para Hume esta justificación es ilegítima puesto que no va de una impresión a otra sino de impresiones de la mente a Dios, que no es ninguna impresión. La idea de Dios no corresponde a impresión alguna, por consiguiente la existencia de Dios no es racionalmente justificable. Hume tampoco admite que Dios sea la causa de nuestras impresiones y en este sentido prefiere ignorar tal cuestión. Contextualización Hume nació en Edimburgo el 26 de abril de 1711 y murió en esta misma ciudad en 1776. Es la última gran figura del empirismo clásico, heredero de Locke, muy influenciado por Berkeley; el empirismo se considera la reacción contraria al racionalismo (funda el conocimiento en la experiencia, mientras el racionalismo, lo funda en la razón). Vivió en el S.XVIII, siglo de la Ilustración, el llamado Siglo de las Luces, por lo que pertenece a la filosofía moderna. Hume, además de ocuparse de las cuestiones epistemológicas, se ha ocupado de cuestiones morales, estéticas, políticas y religiosas. Debemos encuadrarlo dentro del Empirismo que se opone al Racionalismo (Descartes) - En cuanto a las cuestiones morales, se ocupó de ellas en Tratado de la naturaleza humana e Investigación sobre los principios de la moral, entre otras. - Se ocupó de la cuestión estética en una de las cuatro disertaciones, titulada Del criterio del gusto. - En lo referente a lo político, encontramos Ensayos morales y políticos. - Finalmente, relacionado con la religión, se ocupó de ella en los Diálogos sobre religión natural. Este texto pertenece a la sección 2 de “Investigación sobre el conocimiento humano”. En la obra de Hume se aprecian importantes influencias de sus antecesores que las utilizará tanto a su favor como para comparar su pensamiento, son los casos de Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Aristóteles y Hume encuentran en los sentidos y sus percepciones una forma legítima de conocer la realidad; el conocimiento sensible, es el más importante; la idea aristotélica de que todos los hombres tienen, por naturaleza, el deseo de saber, se conjuga con que no hay nada en la mente que no haya pasado antes por los sentidos. La mente pues se llena en la medida en que vaya acumulando experiencias. Santo Tomás coincide con Hume en el hecho de que el conocer humano sólo es posible mediante un volverse del entendimiento hacia los datos emanados del conocimiento sensible. Así pues, afirma Santo Tomas que el origen de nuestro conocimiento se halla en los sentidos; explicar el conocimiento humano es definir la colaboración que se establece entre las cosas materiales, los sentidos, y el entendimiento. Sto. Tomás 7
  • 8. de Aquino en las cinco vías retoma este método de conocimiento basado en la experiencia, coincidiendo en esto con Aristóteles y en detrimento de Platón. El pensamiento de Hume es contrario al de Platón (para quien el conocimiento se centra en la razón- alma racional- y no en los sentidos) porque para Hume no existe una instancia superior desde la que se contempla la realidad. Todo el conocimiento proviene de la experiencia y no sería consecuente afirmar que la verdadera realidad es la del mundo de las ideas, puesto que esto no es fruto de la experiencia y por tanto sería sobrepasar los propios límites del conocimiento. Tampoco acepta de este la teoría de la reminiscencia, (recordamos lo que ya aprendimos cuando el alma habitaba el mundo de las ideas). Por otro lado ocurre lo mismo con autores de su misma época y que conviven con el mismo modelo de sociedad y contexto histórico. Con Locke tiene en común su epistemología (o teoría del conocimiento), ya que ambos se basan en la experiencia. Locke, no cree en la existencia del innatismo y el determinismo, considerando el conocimiento de origen sensorial, por lo que rechaza la certeza matemática en favor de la probabilística fisica. El conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos. Por otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y supuestos evidentes, por lo que sus pensamientos también contienen elementos propios del racionalismo y el mecanicismo, en esto Hume, se separa de él. Hume reconoce que tenemos en nuestra mente ideas universales. Pero, de igual modo que Berkeley, da de ellas explicación puramente nominalista : Las ideas generales sólo son representaciones particulares acompañadas de una potencia mayor de evocación creada por la costumbre, y designadas por un nombre común. 0, dicho de otro modo, un conjunto de impresiones particulares semejantes, que nuestra mente asocia en una idea confusa, y las recuerda y designa mediante un nombre común. Hume desafió el principio de causalidad de Descartes. Se dio cuenta de que aunque percibimos que un elemento suceda al otro, no percibimos ninguna conexión necesaria y suficiente entre los dos. Hume declaró que nuestra idea de causalidad consiste en poco más que la esperanza de que ciertos acontecimientos se den tras otros que los preceden. En realidad no podemos decir que un acontecimiento causó al otro. Hume sostiene que no existen las ideas innatas. Todas nuestras percepciones provienen de la experiencia sensible. Por último, debemos mencionar a Wittgenstein y Kant, que siguieron los pasos de Hume en su pensamiento. Hume fue denominado el "profeta de la revolución de Ludwig Wittgenstein", al referirse a su consideración de que la matemática y la lógica son sistemas cerrados, ciencias que no tienen relación con el mundo de la experiencia. La lógica establece cuál es el límite del lenguaje, del pensamiento y del mundo, y de ese modo se muestra el propio límite que, obviamente, ya no pertenece al mundo, quedando fuera de ese ámbito de lo pensable y expresable. La lectura de Hume despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista). Kant hace una síntesis del empirismo de Hume y el racionalismo de Descartes. Le da la razón a Hume al señalar que todo comienza por los sentidos; pero también admite, al igual que Descartes, que no todo lo que hay en el conocimiento procede de la experiencia. Esta síntesis kantiana conocida como criticismo afirma que el conocimiento se basa en una mezcla de la experiencia, lo que él llama “a posteriori” y de lo que procede del sujeto, lo “a priori”. Además no puede aceptar del 8
  • 9. empirismo sus planteamientos escépticos o que las leyes físicas sean leyes probables (no necesarias). 9
  • 10. empirismo sus planteamientos escépticos o que las leyes físicas sean leyes probables (no necesarias). 9