1) Jesús advierte a sus discípulos que la venida del Hijo del Hombre será imprevista, como en los días de Noé antes del diluvio, cuando la gente no se preparó. 2) El evangelio insta a los creyentes a estar preparados en todo momento porque la venida de Cristo puede ocurrir en cualquier momento. 3) La esperanza es la llegada de un nuevo cielo y una nueva tierra donde habite la justicia de Dios.
1. Un nuevo ciclo litúrgico
Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre,
sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al
diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el
arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró
a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro
dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra
dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche
va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su
casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada».
Evangelio de Mt 24,37-44
Este Domingo comienza un nuevo año litúrgico:
se inicia el Ciclo A: corresponde la lectura continuada del Evangelio de Mateo.
el Ciclo B (2012) corresponderá la lectura continuada del Evangelio de Marcos.
en el Ciclo C (2013) se volverá a la lectura continuada del Evangelio de Lucas.
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
2. La Manifestación del Hijo de Dios
El núcleo del culto cristiano es la
conmemoración de la muerte y resurrección de
Jesús, en la celebración de la Eucaristía.
De manera habitual se realiza cada PRIMER
DÍA de la semana (Hech 20,7; cf. 1 Co 16,2), y
más solemnemente una vez al año durante el
TRIDUO PASCUAL.
Pero Dios no sólo ha obrado en la
Resurrección de Jesús. También las palabras,
acciones y toda la vida de Jesús son una
MANIFESTACION de la presencia de Dios entre
los hombres (Hech 10,38). Por eso en Oriente
se comenzó a festejar la EPIFANÍA (gr.
Manifestación) del Hijo de Dios en el mundo:
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
En el NACIMIENTO de Jesús en Belén (según las tradiciones de
Jerusalén, Antioquía y resto de Siria).
En su BAUTISMO en el Jordán (según la tradición egipcia),
En el primer signo de Jesús durante las BODAS DE CANÁ (según el
obispo Epifanio de Salamina).
3. La Natividad del Señor
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
La celebración de la EPIFANÍA se trasladó
también a Occidente.
Por otra parte, en el Imperio Romano se
celebraba el DÍA DEL NACIMIENTO DEL SOL
INVICTO. El sol, disminuido cada día durante el
invierno, no era vencido por la oscuridad y el frío:
comenzaba a crecer de nuevo desde el solsticio
del 21 de diciembre.
Los cristianos contrapusieron su propio Sol
que nace de lo alto, Jesús (Lc 1,78). Y así el 25
de diciembre fue adoptado como DÍA DEL
NACIMIENTO DEL SEÑOR.
Más tarde ese día se fue separando de la
Epifanía, que quedó significando la
manifestación del Mesías a las naciones,
representados en los magos que siguieron la
estrella.
En el siglo IV la preparación al Nacimiento de Jesús se extendió por primera vez en la Galia
a un tiempo de tres semanas. El concilio de Zaragoza del año 380 prescribía la asistencia
diaria a la iglesia desde el 17 de diciembre al 6 de enero.
Estos fueron los antecedentes de lo que más tarde sería el tiempo de ADVIENTO (lat.
LLEGADA) del Salvador.
4. Adventus Domini (la Venida del Señor)
«Conservados sin mancha hasta la VENIDA (Parousía) de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tes
5,23)
La palabra latina «ADVENTUS», que traduce el griego «PAROUSÍA», era un motivo clásico en
la representación de los soberanos romanos. El Apóstol Pablo lo aplicará al retorno glorioso de
Jesús Resucitado.
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
Moneda romana con la
inscripción ADVENTuS AuG, que
muestra al emperador llegando
victoriosamente a una ciudad y
cabalgando sobre un enemigo
vencido.
Pero antes de todo este desarrollo litúrgico, la predicación de
los Apóstoles tenía como punto central la glorificación de Jesús,
mensajero del Reino de Dios, como comienzo de la redención de
todo el mundo:
«Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este
Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la
misma manera que lo han visto partir» (Hech 1,11).
«El Señor les concederá el tiempo del consuelo y enviará a
Jesús, el Mesías destinado para ustedes, a quien el cielo debe
retener hasta el momento de la restauración universal, que Dios
anunció antiguamente por medio de sus santos profetas» (Hech
3,20-21)
Esa VENIDA (definitiva) sigue siendo el centro de la esperanza de los creyentes.
La Venida histórica (NACIMIENTO) de Jesús es el comienzo de esa esperanza.
5. Como en tiempos de Noé
Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre,
sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al
diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el
arca; y no sospechaban nada…» (Mt 24,37-39).
La pregunta por la fecha del retorno de Jesús y por las señales de
su llegada se comprende a partir de esa esperanza fundamental de
los primeros creyentes.
El Evangelio de Marcos (seguido por el de Mateo) presenta signos
apocalípticos que marcan «el comienzo de los dolores del parto»:
«se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá
terremotos en diversos lugares, habrá hambre…» (Mc 13,8).
Sin embargo Mateo (y también Lucas) recogen además una
tradición propia que presenta la llegada del Mesías esperado (y del
Juicio que realizará) como un acontecimiento IMPREVISTO, sin
señales que permitan reconocer que es inminente.
Sucederá cuando el mundo no esté interesado en que ocurra.
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
6. Vista anterior (SECURITAS) y posterior
(PAX) de un Altar romano en Preneste
El Imperio Romano prometía y concedía a los territorios que
conquistaba «Paz y Seguridad», personificadas a veces como
divinidades a las que se rendía culto.
Pablo desacraliza esta autocomplacencia imperial, afirmando a
los tesalonicenses que esa tranquilidad sobre la que descansa el
universo romano está amenazada por una catástrofe inminente.
Entonces quedaría definido quién era el auténtico Señor: el
César o Jesús.
Quedaría evidenciada la diferencia entre un Imperio humano
(conquistador e injusto) y el Reinado divino (pacífico y justo).
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
«Ustedes mismos saben perfectamente que el Día del Señor ha
de venir como un ladrón en la noche. Cuando digan: «PAZ y
SEGURIDAD», entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos
la ruina» (1 Tes 5,2-3).
Como un ladrón en la noche
Pablo comparte el mismo pensamiento que Mateo 24,43:
7. Cielo nuevo y una tierra nueva
«… hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo
sucederá cuando venga el Hijo del hombre» (Mt 24,39).
La tradición bíblica conservaba la memoria de dos sucesos de
destrucción narrados en el Génesis: uno por el agua (DILUVIO: Gn
7,23) y por el fuego (SODOMA: Gn 19,24):
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
Aunque impresionen las imágenes de destrucción, lo más importante es la expectativa de un
mundo nuevo, que supone el fin del mundo viejo y corrompido:
«Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo
traerá a la memoria» (Is 65,17).
«De acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde
habitará la justicia» (2 Pe 3,13).
«En la reunión de los pecadores arde el fuego y contra la nación
rebelde se enciende la ira. El Señor no perdonó a los antiguos
gigantes que se rebelaron con toda su fuerza [Gn 6,4-7]. No dejó
sin castigo a la ciudad donde vivía Lot, a los que abominaba a
causa de su orgullo» (Eclesiástico 16,6-8).
8. donde habitará la justicia
«De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro
dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra
dejada» (Mt 24,40-41).
También produce temor e incertidumbre la imagen del juicio.
Pero más bien debería animar a la esperanza de que la justicia de
Dios, que parece ausente en nuestro mundo, algún día se realiza.
El JUICIO es siempre un acto de discernimiento y separación,
donde uno es tomado (acogido) por Dios, como Noé, Lot y sus
familias; y otro es dejado (abandonado) en el mundo que está por
llegar a su fin, como los vecinos de Noé o los habitantes de Sodoma.
De nuevo, la tradición bíblica atribuye al amor y a la SABIDURÍA
de Dios haber preservado a los justos del desastre:
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
«Cuando las aguas anegaron la tierra, de nuevo lo salvó la Sabiduría,
guiando al justo [Noé] sobre una simple madera. Cuando las
naciones, por su perversión unánime, fueron confundidas, ella
reconoció al justo [Abraham], lo conservó irreprochable delante de
Dios y lo hizo más fuerte que la ternura hacia su hijo. Cuando eran
exterminados los impíos, ella libró a un justo [Lot], escapado del fuego
que caía sobre las Cinco Ciudades» (Sabiduría 10,4-6).
9. Hijos y amigos de Dios
«Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada» (Mt 24,44).
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
«De generación en generación, entra en las almas santas, para
hacer amigos de Dios y profetas» (Sabiduría 7,27).
«Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su
Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios» (Jn 1,10-12).
La Sabiduría guió en el pasado a hombres justos como Noé,
Abraham y Lot, que tomaron distancia de su entorno y escucharon
la llamada de Dios a una vida nueva.
La Sabiduría fue luego «reconocida como justa por todos sus
hijos» (Lc 7,35), que supieron valorar tanto la austeridad del
Bautista como la comensalidad de Jesús con los pecadores.
Aún en medio de un mundo envejecido que ha olvidado a su
Creador, la Sabiduría divina viene hasta nosotros para hacer su
llamado a todos los que están dispuestos a seguirla, para participar
de la felicidad de un mundo nuevo:
10. Hijos y amigos de Dios
«Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada» (Mt 24,44).
DOMINGO I – Tiempo de Adviento Como en tiempos de Noé
«De generación en generación, entra en las almas santas, para
hacer amigos de Dios y profetas» (Sabiduría 7,27).
«Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su
Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios» (Jn 1,10-12).
La Sabiduría guió en el pasado a hombres justos como Noé,
Abraham y Lot, que tomaron distancia de su entorno y escucharon
la llamada de Dios a una vida nueva.
La Sabiduría fue luego «reconocida como justa por todos sus
hijos» (Lc 7,35), que supieron valorar tanto la austeridad del
Bautista como la comensalidad de Jesús con los pecadores.
Aún en medio de un mundo envejecido que ha olvidado a su
Creador, la Sabiduría divina viene hasta nosotros para hacer su
llamado a todos los que están dispuestos a seguirla, para participar
de la felicidad de un mundo nuevo: