Mario, un perro sin miedo al agua, ayudó a Adu, un perro con miedo al agua, a superar su temor. Mario convenció a Adu de meterse en la fuente para recuperar su pelota. A pesar de sus dudas iniciales, Adu siguió el ejemplo de Mario y se atrevió a meterse en el agua por primera vez. Después de esto, Adu se unió a la manada de los cinco amigos de Mario.
1. Mario, el perro monje sin miedo al agua
En una ciudad occidental, se encontraba una jauría de perros, mas no todos eran
callejeros; lánguidos e hirsutos. Era una manada bastante bastante interesante, pues
había un gran danés italiano; marco, un collie ingles; William dos siberianos
austriacos; Karl y Max, y uno menos agraciado, ese si era callejero e hirsuto, mas no
lánguido pues se dice que, Mario, había viajado por todo el mundo y conservaba su
corpulencia de años enteros de nomadismo incondicional. Más especial, se darían
cuenta los demás perros, seria Mario de lo que ellos imaginaban, desde que ayudó a
cierto canino a superar su miedo casi nato de todos los perros: el agua
Esta historia comenzó cuando los cinco perros amigos se encontraban paseando con
jovialidad cerca de la plaza Buendía, cuando me percataron de cierta escena que
sucedía justo en los alrededores de la fuente central: unos perros jugaban con una
pelota, cuando ésta cayó dentro de la fuente y ante tal peripecia, mandaron al más
lívido y taciturno del circulo por la pelota que se encontraba dentro de la dichosa
fuente. Coincidiendo por lo que previeron los cinco amigos el perro desistió ante la
veleidad del perro alfa, que por cierto; era un lenguaraz de cola a hocico, exilio al
pobre can que echado se puso todavía más lívido y taciturno.
Los cinco perros, que eran unos perros con una mentalidad y entendimiento que a
muchos humanos les gustaría; o deberían tener, al observar la escena no resistieron su
estoicismo y William, que se caracterizaba por ser el más intrépido, dijo:
¡Qué imbéciles! Un compañero es un compañero, además ¿Por qué no va el si se cree
tal alfa? A lo que marco el gran danés tan reflexivo como siempre, intervino:
Es porque no es un alfa, es un patán cualquiera que se cree mejor que todos – Karl mas
precipitado y agresivo que de costumbre se le ocurre decir.
Deberíamos de darles un buen sus tote, somos cinco y ellos; tres, además tenemos a
Mario, que siempre nos cuida la espalda cuando nos metemos en líos. ¿Verdad que si
Mario?
Aunque Karl volteo a ver a Mario, este se mantuvo tan expectativo y atento como
siempre, con ´´su presencia tan omnipotente´´ diría marco, pues actuaba en forma y
tiempo cuando la balanza se desequilibraba. Se salían de control o simplemente le
pintaba mal a un así era casi como un héroe anónimo pues volvían las cosas a su
orden antes que cualquiera de los otros cinco amigos pudieran basilar o inclusive:
imaginar lo peor, era por eso que Mario no solamente era un gran compañero
solidario, era imprescindible para los benévolos operaciones de los cinco amigos.
2. Silencio, Karl-le dijo su hermano Max, acostumbrado al sosiego y a la especulación.
Alguna vez el fue tan o más agresivo que Max, pero la vida le enseño-por las malasque es mejor estar con la cabeza fría en todo momento.
Vamos a fisgar-y entonces Marco se puso a la cabeza del grupo, encausándolo hacia el
otro perro.
Cruzaron la calle de pavimento, esperaron a que pasara un tanque y entraron a la plaza
hecha añicos por las huellas de las explosiones y los arañazos de los disparos que
nunca dieron en el blanco. A pesar de la lucha desaforada, la fuente de la plaza
Buendía y sus aguas, permanecieron intactos; la estructura se mantenía lisa y solida,
sus aguas tan limpias y cristalinas como hacia una semana, cuando la caravana de
holandeses paso promocionando sus prismas en todos tamaños y formas.
Llegaron los cinco amigos con el perro, adú; les dijo que se llamaba
Ya hemos visto, no hagas caso a ese palurdo, venga vamos por algo de comer-le dijo
William con desdén sin imaginar prejuicio alguno.
Lo que ocurre es que esa pelota me la dio mi madre, quien murió de un disparo
perdido en los primeros días del conflicto no me puedo ir sin ella Adú, que no
conciliaba fuerzas para ponerse en pie, puso cara de angustia y malestar reprimidos.
Y uno de los cinco amigos dijo:
Entonces ve por ella, metete a las aguas de la fuente y sácala, y no te permitas
perderla nunca jamás – Era Mario, que dijo las cosas tan diáfanas y firmes como
siempre.
Yo tengo miedo, perro, el agua es el miedo casi nato de todos nosotros ¿Cómo se te
ocurre? Yo también podría morir; he sobrevivido al exterminio de los oscuros, los siete
días de la guerra la lluvia de meteoritos, el cólera, la tormenta de frio seco y todos las
calamidades que han pasado en estos treinta días de infortunios.
Por un momento el pelaje negro de adu, coincidió con su visión de la realidad; negra
realidad y negras esperanzadas.
Parece que nunca te ha visto Mario enséñale- fue lo que dijo Max.
Y cuatro de los cuatro amigos se alejaron solo a Mario con Adu para que el primero le
enseñara al segundo una verdadera inigualable.
¿Sabes que es una mentira eso de que el agua mata a los perros? Le contaba Mario,
mientras este se asomaba con sus dos patas por el borde de la fuente, algo que,
hubiera jurado, era imposible de hacer.
3. ¡Estás loco!- le grita a Mario, adu, quien se preocupa por su bien estar, un perro tan
agradable no debía morir, y menos en tiempos tan violentos y agitados.
Sin embargo, Mario no solo estaba con bien, lo disfrutaba dejándose caer y dando
giros en la misma agua.
Adu no daba crédito a lo que veía, al menos al principio, después no le pareció algo tan
descabellado cuando lo comparo con el descenso de los ángeles caídos hecho que dio
inicio a los cien días de infortunio.
¡Venga! Esta fría fresca- le dijo Mario con alegría y jubilo.
Entonces ante la adversidad y el desafío adu fue capaz de saltar y mojarse con agua
por primera vez en su vida.
No le conozco mucho, las recientes catástrofes y calamidades hicieron de los
supervivientes seres de mucha fortaleza.
Te costó mucho menos que al resto de mi jauría, ven-Mario ya se encontraba junto a la
pelota.
Adu se acerco y la tomo con el hocico no sin cierto miedo, pues el líquido que tan
peligroso le habían dicho que era, se iba a encontrar con su hocico.
Pero todo ocurrió sin más preámbulo que al final ya se encontraban fuera de la fuente.
Incluso te costo menos que a mí, adu le dijo Mario con jovialidad y encanto
rejuvenecedor.
Pero adu se encontraba pensativo por un futuro incierto y difumino so.
¡Ven con nosotros! Ya no las arreglaremos para buscar algo de beber y tomar.
Y así es como adu, se unió a la jauría de los cinco amigos. Amigos, perros, que a pesar
de los tiempos violentos nunca abandonaron su ideales y les permitió realizar hazañas
más alla de la inimaginable, inclusive, del ser humano.