2. La escena es una de las más memorables de la historia bíblica: Jesús sentado a la ladera de una montaña, pronunciando su famoso Sermón del Monte. El lugar queda al lado del mar de Galilea, probablemente cerca de Capernaum. Jesús había pasado toda la noche orándole a Dios, y a la mañana siguiente había escogido a 12 de sus discípulos para que fueran sus apóstoles. Entonces, junto con todos ellos, bajó a una parte llana de la montaña.
3. Uno pensaría que para ese entonces Jesús estaría muy cansado y desearía dormir un poco. Pero grandes multitudes han venido a él, algunas desde Judea y Jerusalén, a una distancia de 100 a 110 kilómetros (de 60 a 70 millas). Otras han venido desde la costa de Tiro y Sidón que está al norte. Han venido a escuchar a Jesús y a ser sanadas de sus enfermedades. Entre ellas hasta hay personas perturbadas por los demonios.
4. A medida que Jesús baja por la ladera, los enfermos se aglomeran a su alrededor a fin de tocarlo, y él los sana. Más tarde, aparentemente Jesús sube a un lugar más alto de la montaña. Allí se sienta y se pone a enseñar a las muchedumbres dispersadas en la parte llana ante él. ¡Imagínese! ¡Ahora no hay entre los presentes ni siquiera una sola persona que sufra de una seria enfermedad!
5. Viendo a la multitud, subió al monte, y sentándose , vinieron a él sus discípulos. Y abriendo la boca les enseñaba, diciendo: 5:1-2
7. Los que están conscientes de su pobrezaespiritual son felices porque “a ellos pertenece el reino de los cielos”. Al aceptar a Jesús como el Mesías prometido, sus primeros discípulos recibieron la oportunidad de gobernar con él en el Reino celestial de Dios (Luc. 22:28-30). Sea que tengamos la esperanza de ir al cielo o la de vivir para siempre en un paraíso terrestre bajo dicho gobierno, seremos felices si reconocemos nuestra necesidad espiritual y completa dependencia de Dios. No todo el mundo está consciente de su pobrezaespiritual; mucha gente carece de fe y no valora las cosas sagradas (2 Tes. 3:1, 2; Heb. 12:16). Si queremos satisfacer esa necesidad, debemos aplicarnos al estudio de la Biblia, participar con entusiasmo en la obra de hacer discípulos y asistir con regularidad a las reuniones (Mat. 28:19, 20; Heb. 10:23-25).
9. “Los que lloran” son el mismo tipo de personas que “los que tienen conciencia de su pobrezaespiritual”. No es que se lamenten por su situación en la vida, sino porque son pecadores y les duele ver el sufrimiento que causa la imperfección. Pero ¿por qué dijo Jesús que son felices si están lamentándose? Porque hallan consuelo en su relación con Jehová y porque ejercen fe en él y en su Hijo (Juan 3:36).
11. La apacibilidad, o mansedumbre, no es señal de debilidad; tampoco es una amabilidad fingida (1 Tim. 6:11). La persona apacible hace la voluntad de Jehová y se deja guiar por él. Esta cualidad se refleja asimismo en su manera de tratar a los demás, tal como lo muestra la exhortación del apóstol Pablo a los cristianos de Roma (léase Romanos 12:17-19).
12. ¿Por qué dijo Jesús “felices son los de genio apacible”? Porque, como él mismo aseguró, “ellos heredarán la tierra”. Jesús, quien fue un ejemplo de apacibilidad, es el principal Heredero de la Tierra y muchas otras personas mansas vivirán para siempre en la Tierra como súbditos del Reino mesiánico (Sal. 37:10, 11).
14. El salmista dijo que ansiaba las justas decisiones judiciales de Jehová (Sal. 119:20). ¿Sentimos ese mismo deseo? Valoramos la justicia tanto como él?
15. Jesús dijo que quienes tuvieran hambre y sed de justicia serían felices porque serían “saciados”, o sea, quedarían satisfechos. Esto fue posible debido a que el espíritu santo de Jehová comenzó a dar “al mundo evidencia convincente [...] respecto a la justicia” después del Pentecostés del año 33 (Juan 16:8). Mediante su fuerza activa, Dios inspiró a un grupo de hombres a fin de que escribieran las Escrituras Griegas Cristianas, que tan útiles son “para disciplinar en justicia” (2 Tim. 3:16).
16. Además, ese mismo espíritu nos ayuda a vestirnos “de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia” (Efe. 4:24). Es muy consolador saber que, gracias al sacrificio redentor de Jesús, quienes se arrepienten y buscan el perdón de sus pecados pueden llegar a ser considerados juntos por Dios (léase Romanos 3:23, 24).
17. Quienes tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra verán completamente saciada su hambre y sed de justicia en el justo nuevo mundo de Dios. Mientras tanto, resolvámonos a obedecer en todo momento las normas divinas. Jesús dijo: “Sigan [...] buscando primero el reino y la justicia de Dios” (Mat. 6:33). Si así lo hacemos, tendremos “mucho que hacer en la obra del Señor” y nos sentiremos verdaderamente felices (1 Cor. 15:58).
19. El sentimiento que mueve a los misericordiosos es su compasión por los demás. Jesús, por ejemplo, alivió milagrosamente el sufrimiento de muchas personas debido a que se apiadó de ellas (Mat. 14:14). Una manera en que podemos mostrar misericordia es perdonando a quienes pecan contra nosotros, tal como Jehová perdona misericordiosamente a quienes se arrepienten de sus faltas (Éxo. 34:6, 7; Sal. 103:10).
20. Otra manera es aliviando el sufrimiento de los más desfavorecidos con palabras y acciones bondadosas. En particular, demostramos que nos compadecemos de nuestros semejantes al hablarles de las verdades bíblicas. Así seguimos el ejemplo de Jesús, quien, movido por la compasión, “comenzó a enseñarles muchas cosas” a las personas que acudieron a él (Mar. 6:34).
22. Si tenemos un “corazón puro”, eso se percibirá en nuestros sentimientos, deseos y motivos. Actuaremos con “amor procedente de un corazón limpio” (1 Tim. 1:5). Y como recompensa, nos contaremos entre los que “verán a Dios”.
23. Esto no significa que todos vayamos a ver a Jehová de manera literal. En realidad, “ningún hombre puede [verlo] y sin embargo vivir” (Éxo. 33:20).
24. Ahora bien, todos podemos “ver” a Jehová al examinar las cualidades de Jesús, pues él reflejó a la perfección la personalidad de su Padre. Jesús mismo dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:7-9).
26. A las personas pacíficas de las que habló Jesús no solo se las reconoce por lo que hacen, sino también por lo que no hacen. Por ejemplo, no pagan “daño por daño” a nadie. Más bien, hacen siempre “lo que es bueno [...] para con todos” (1 Tes. 5:15).
27. El término griego que se traduce “pacíficos” en Mateo 5:9 significa literalmente “pacificadores”, es decir, personas que promueven la paz. Los pacíficos no hacen nada que pueda “[separar] a los que se han familiarizado entre sí” (Pro. 16:28). Además, se esfuerzan por buscar “la paz con todos” (Heb. 12:14).
29. Al igual que los profetas de la antigüedad, los cristianos sabemos que la gente nos criticará, nos calumniará y nos perseguirá “por causa de la justicia”. Pero si aguantamos esas dificultades, tendremos la satisfacción de haber agradado y honrado a Jehová (1 Ped. 2:19-21).
30. Bienaventurados soís cuando por mi causa os vituperen Y ospersigan, y digantodaclase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porquevuestrogalardónesgrande en los cielos; Porqueasípersiguieron a los profetasquefueron antes de vosotros. 5:11-12