El rey Jaime I de Aragón cayó gravemente enfermo y ningún médico podía curarlo. Un súbdito sugirió darle sopa de ajo, ajo y pan, que había curado a un familiar antes. Seis caballeros arriesgaron sus vidas para buscar ajos en el reino de Valencia, y solo uno regresó con vida trayendo cinco cabezas de ajo. La sopa de ajo curó instantáneamente al rey, quien ordenó el cultivo de ajos en todo su reino para evitar futuros viajes pelig