3. Esmeralda
Halong
vietnam visto desde un barco de época.
a bahía de halong, en Vietnam, es Patrimonio
de la Humanidad. Y eso es mucho decir. Pero tam-bién
es una aberración urbanística con hoteles de
L
ocho plantas al borde del mar, con los precios más baratos
que un chino pueda pagar, porque poco vale dormir cuando
se vuelve borracho del casino. Alrededor de 200.000 vietna-mitas
viven en Halong, y muchos de ellos lo hacen del
turismo internacional y también nacional.
Disfrutar la visita a la zona kárstica como un lector de
Robb Report es una buena opción embarcado en el
Emeraude, un barco de motor de 56 metros, réplica de los
viejos barcos del Misisipi (aunque sus palas ya no sean las
responsables de la propulsión).
El proyecto arrancó en 1999 cuando se descubrió en la heme-roteca
la existencia del Emeraude que fue fletado por la familia
Roque. En 2002 el barco se echó a navegar por el Mar de la
China. Su historia se remonta en 1858, cuando los tres herma-nos
–Victor, Xavier y Henry Roque–, vecinos del sur de
Francia, llegaron a la bahía de Halong en busca de fortuna (y
quién sabe si de amor). Manila y Honk Kong fueron sus pri-meros
destinos, pero cuando las tropas francesas del Almirante
Rigault de Genouilly entraron en Saigón hicieron las maletas
y se mudaron. Hicieron fortuna con los suministros y tanta
hicieron que acabaron fundando la Naviera de Vapor de la
Conchinchina con líneas regulares entre ésta y Camboya.
Cuatro barcos salieron de los astilleros de Hong Kong a tal
efecto, el Esmeralda, el Rubí, la Perla y el Zafiro, cada uno
fácilmente reconocible por la franja del color de su nombre que
bordeaba su línea de flotación.
Su éxito acabó con uno de los hermanos secuestrado por parte
de uno de sus propios empleados y con la venta del patrimonio
familiar para pagar su rescate.
De regreso a Francia, para vivir de sus rentas, nombraron pre-sidente
de la Naviera a Edmond Giscard D’Estaing, padre de
Valéry, el que años más tarde sería presidente de Francia. En
1937 el Emeraude embarrancó en ruta de Hai Phong a Mong
Cai, acabando así sus días. Paul Roque murió en 1966.
La experiencia de volver a ver Indochina en el deck superior
del Emeraude a la luz de las estrellas es muy recomendable.
La experiencia de enfrentar su inglés con el de una tripula-ción
que no convierte la lengua de Shakespeare en un dia-lecto
es uno de los grandes entretenimientos que harán la
robb report 85
travesía inolvidable. —andrés rodríguez
Emeraude Cruises, www.emeraude-cruises.com