El documento resume la persecución de brujas en Europa Occidental y Central desde el siglo IV hasta el siglo XVII. La caza de brujas alcanzó su punto máximo entre 1560 y 1630, cuando hubo procesos y ejecuciones masivas. La mayoría de las personas acusadas de brujería eran campesinas y mujeres. La iglesia y el estado se aliaron para perseguir a quienes consideraban herejes y amenazas a la religión cristiana.