Discurso de Alberto Galarza en la Conferencia Esto es Censura
1. Todos los días se reafirma el riesgo de la libertad en este mundo en que
constantemente se asesina.
Se asesina porque en el juego aún salvaje de la supervivencia no
hemos logrado dominar los instintos que nos llevan a depredar, a ignorar
los lamentos, a observar la brutalidad, a probar la sangre.
Se asesina nuestro mundo cada que lo consumimos con nuestra
voracidad que parece infinita; cada que nuestro insostenible crecimiento
disfrazado de desarrollo muerde, incendia y aniquila lo que se encuentra a
su paso.
Se asesina porque dejamos que las grandes ideas palidecieran,
porque le permitimos a la corrupción tomar el poder de nuestros destinos,
porque cada vez importa menos el hombre como género ante la imagen
del hombre individual que no sólo puede, sino que basa su éxito en la
caída de otros.
Se asesina cuando permitimos que el conocimiento se olvidara en la
oscuridad de las bibliotecas que convertimos en almacenes, donde el
abandono y las polillas de la técnica se han encargado de degradarlo.
Se asesina porque hacemos de la miseria nuestro reino y del silencio
nuestra lengua. Un reino que se erige en sus propias ruinas y que cada vez
hunde más el lado brillante del hombre; una lengua que teje una red
indestructible que calla las voces, ahoga a las ideas y promete horizontes a
las mentiras.
En el nuevo reino que habitamos, somos asesinos porque nos
convertimos en cómplices de nuestra propia decadencia.
En el nuevo reino a cambio de sobrevivir perdimos la vida, porque no
hay vida sin esperanza y la esperanza no combina con la mordaza, con la
apatía y con la falta de sueños.
En el nuevo reino dotamos a los hombres que combaten a la
humanidad de poderes casi incontenibles que les dan la oportunidad de
lapidar, censurar, y destruir. En el nuevo reino nuestros verdugos portan la
corona.
Sin embargo siempre existe un momento en el que se rompe el
silencio y el nuevo reino se sacude, porque en nosotros existe un brillo que
2. ningún abismo podría cubrir. En todos los tiempos, lugares y circunstancias
existen muestras de que hay motivos para defender la vida en libertad.
En la peor de las plagas se puede entender lo que expresó Albert
Camus: “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de
desprecio”.
Cuando repasamos nuestras deudas con la humanidad no tratamos
de hacer aquí una apología de la obscenidad, sino de ponerle rostro a lo
que debemos combatir, a esa parte del hombre que lo reta siempre a
caer en la profundidad de sus precipicios.
Pero la batalla del hombre contra sí mismo no es un recurso retórico,
sino una lucha verdadera y cotidiana, una lucha interior y colectiva que
pasa necesariamente por los asuntos públicos; por la vida política.
Hoy en este país de contrastes interminables, se discuten reformas
que con el discurso del progreso y la modernidad pretenden delinear el
nuevo rostro de nuestra nación; sin embargo no se puede dejar de lado
que aquí, la ley es usada casi en igual o incluso mayor cantidad de
ocasiones para validar la injusticia que para defender lo correcto; así es
como las leyes que por principio filosófico deben garantizar el ejercicio de
las libertades, las oprimen y limitan.
En el país que “están moviendo” los que asumen hoy el discurso de
la reingeniería, hemos visto con ojos recelosos condiciones de retroceso
democrático que ponen en riesgo los escasos y endebles logros que se
habían conquistado; con los poderes que se suponen autónomos
vinculados desde su núcleo para aprobar como maquina suiza la entrega
de nuestros recursos, con la carga tributaria a los que menos tienen, con
reformas educativas sin fondo, con reformas políticas peligrosas y con un
partido centralista que a través de acuerdos pactados en las sombras,
hacen junto a las oposiciones, un gran montaje que parece más una mesa
servida para el regreso del viejo régimen.
Entre todo lo que se transforma a un ritmo inusitadamente acelerado
y peligrosamente silencioso, las telecomunicaciones entran en escena en
medio de discusiones técnicas que significan más de lo que parece: es una
demostración de la cínica alianza entre el cuarto poder y las cúpulas
políticas, es el deseo interlineado de institucionalizar la censura, es la
ambición de tener el derecho legítimo de esconder la verdad debajo de
la alfombra.
3. Lo que hoy está en juego es más que espectros, empresas y
reglamentaciones; hoy podríamos estar frente a uno de los atentados más
frontales y descarados a la libertad.
Aquí es donde amerita encender las alarmas y despertar la
conciencia de nuestra sociedad anestesiada, abrir espacio a la reflexión,
acudir a la información precisa, formar una opinión e incidir en uno de los
temas que mayor trascendencia podría tener para nuestro futuro
inmediato.
La relevancia del tema radica en que las leyes secundarias de la
reforma de Telecomunicaciones, pone en riesgo a la libertad, que es uno
de los pocos sobrevivientes del nuevo reino.
Por la libertad vale la pena dar la vida, porque es en su ausencia en
donde prosperan las peores ideas: el odio, el exterminio y el control.
Contemplar pasivamente los ataques a nuestra libertad sería admitir
para siempre un rol de esclavitud y de cobardía; sería permitir que nuestro
mundo se convierta en un lugar deleznable e indigno de nuevos horizontes.
Hoy la defensa de la libertad es una pieza angular en el diseño de un
nuevo país y de un nuevo mundo en el que las grandes ideas recuperen
terreno, en el que las cosas correctas imperen y en el que las utopías estén
más cercanas.
Por eso es importante escuchar a los personajes implicados y
responsables en el tema; hoy la compañía del Senador Javier Corral será
muy importante para que nos explique no sólo la importancia de las leyes
secundarias en Telecomunicaciones, sino el comportamiento del poder
Legislativo del que forma parte, de los pactos con el partido en el poder y
de la manera en la que se han aprobado temas tan importantes como la
explotación de nuestro petróleo.
Al Senador Javier Corral hay que reconocer sin embargo que en su
trayectoria política ha sido de los pocos que lleva tiempo involucrado en el
tema de las comunicaciones, combatiendo desde los espacios públicos a
los que intentan vender y comprar lo que no tiene precio y supeditar la
libertad de pensar y decir a quienes mejor la puedan pagar.
El Senador Javier Corral es uno de los personajes más implicados en
el tema y ha tenido el acierto y la valentía de en éste asunto en particular,
enfrentarse a las grandes cadenas de televisión e incluso a presidentes de
la república emanados de su propio partido.
4. Por eso hoy está aquí para cumplir con su obligación de rendirnos
cuentas y para compartir sus experiencias y conocimientos en el área de
las telecomunicaciones.
Lo que aquí escuchemos tendrá que ser analizado con
responsabilidad y utilizado en la batalla ciudadana para evitar que nos
coloquen los grilletes, porque el hombre no debe estar condenado sino a
su propia libertad como lo expresara el existencialista francés Jean-Paul
Sartre.
La información tiene que ser pieza esencial en nuestro movimiento,
que tiene por fin consolidar la democracia y eso significa no caminar hacia
atrás, evitar el regreso de regímenes caducos y que las manos que
mantienen detrás del telón sigan moviendo a placer un millón de hilos,
amenazando con guardar o transformar la verdad, con el poder de crear
personajes o destruirlos.
Estamos aquí, para escuchar, dialogar y definir cómo vamos a resistir
para evitar que nos sigan pasando por encima, para hacer de nuestros
principios la manera de supervivencia, para resistir en el amor al hombre; al
hombre libre.
Estamos aquí porque nuestra discusión trasciende a una ley o
reforma; porque luchamos por redimir la deuda que tenemos con el
hombre y con el sentido del mundo que necesitamos crear.
En medio de discusiones, de cámaras paralizadas, de políticos
cínicos, de desapariciones, de periodistas silenciados con balas y del
hambre que somete a la mitad de los nuestros, la discusión sobre el futuro
de nuestra capacidad de imaginar un mundo mejor es clave para
recuperar la vida que nos robó el nuevo reino.
Por eso le escuchamos atentamente Senador Javier Corral, y le
tendemos la mano solidaria en los temas de coincidencia y te reafirmamos
el espíritu crítico de esta universidad.
Con esos valores entendidos, sostenemos que nuestro compromiso es
a luchar con ideas y con responsabilidad por lo que más importa: el
derecho de pensar y vivir como queremos, de hablar, de asociarnos, de
perseguir ensueños.
Senador Javier Corral, bienvenido a nuestra universidad, que como
siempre te abre sus puertas. Estás frente a una generación que continuará
exigiendo a ustedes, nuestros representantes información clara y precisa, y
5. que asume la obligación de que desde hoy lo único que se asesinará es el
desprecio a la vida libre.
Lo escuchamos con atención, porque nos interesa conocer a fondo
lo que pasa con las telecomunicaciones y con la amenaza a nuestra
libertad; porque sabemos que solo con la libertad se puede soñar, solo con
los sueños se puede construir, sólo construyendo con nuestros anhelos
podemos aspirar a llegar a la última meta del hombre: la felicidad.