El proceso que prosigue al renacimiento del alma, la gran restauración de la manifestación corpórea del hombre, la parte final del camino que posibilita el regreso a la Patria original, es la transfiguración. Es producto de la Gnosis original de Hermes Trismegisto, en que el hombre físico es invadido esencialmente por el resplandor del alma. Bíblicamente hablando, es el renacimiento de agua y espíritu —conocido en el cristianismo como transustanciación—; es la culminación de la Bodas alquímicas de Cristián Rosacruz. La belleza del bien baña su mente en la Luz, y atrae para arriba hacia sí su alma, y cambia al hombre entero en sustancia eterna. Pues no puede ser, que un alma se convierta en un dios mientras mora en un cuerpo humano; debe ser cambiado, y luego contemplará la belleza del bien, y con ello devendrá un Dios. Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum Cuando estos dos, alma y espíritu, se hayan puesto a tono, serán dignos de recibir al “alma suprema”. El Zohar