La Guerra de los Agraviados fue una revuelta absolutista que ocurrió en Cataluña y otras partes de España en 1827, liderada por militares radicales que se quejaban de las medidas del gobierno de Fernando VII, como no restablecer la Inquisición. Los rebeldes estaban insatisfechos con las concesiones liberales del rey y querían que su hermano Carlos María Isidro lo reemplazara. La revuelta fue reprimida por el ejército real luego de que Fernando VII viajara a Cataluña para negociar con los rebeldes.
2. Carlos María Isidro, ya que el rey carece de sucesión directa, pero ya por cuestiones ideológicas, se
baraja el nombre de su hermano como representante del absolutismo realista y a Fernando VII se le
reprochará ser un liberal encubierto.
Los malcontents se quejan de varios agravios:
● Que no se restableciera la Inquisición.
● De las relaciones del Rey con los afrancesados.
● Del reformismo del gobierno del Rey: los realistas que aparecen en el gobierno creen que tiene
que haber reformas para que se sostenga el régimen absoluto.
● Reglamentos de los Voluntarios Realistas para poder controlarlos.
La guerra estalla en marzo de 1827 y concluye en septiembre del mismo año, cuando se
desplaza Fernando VII y acaba con el movimiento. Torrás distingue dos fases:
1.º Marzo Abril de 1827. Se invoca el principio de la doble legitimidad. Agustín Saperes y
Busons destacan como dirigentes del movimiento, que justifican echando mano del Manifiesto de los
realistas puros y proponiendo la sustitución de Fernando VII por su hermano Carlos María Isidro.
2.º Julio Septiembre, después del levantamiento de la cosecha, cuando se cuenta más con el
campesinado y existe una mayor adhesión popular. En esta segunda fase no aparece la doble
legitimidad sino se toma como antecedente la Regencia de Urgel. Consideraban que el Rey estaba
cautivo por los liberales y ahora estaba cautivo por los reformistas. Se constituye en Manresa la Junta
del Principado de Cataluña, presidida por Saperes y Busons. Plantean cambiar al gobierno, no al rey,
por uno de realistas puros.
El Conde de España reprimirá la revuelta y Fernando VII viajará a Cataluña para dirigirse a los
agraviados explicando que su voluntad no está reprimida por nadie. A partir de esta fecha no habrá
más insurrecciones de los ultrarrealistas contra el rey, ya que éstos confiaban en una pronta muerte
del monarca y en que el trono pasara a su hermano Carlos.
Esta revuelta constituyó el antecedente más directo de las guerras carlistas.