Este himno alaba a Juan el Bautista por sus méritos y pureza como un santo eremita y mártir valeroso. Se le pide que arranque los corazones de piedra y guíe el camino recto para preparar el terreno para la llegada del Redentor piadoso. Finalmente, la corte celestial alaba a Dios mientras los redimidos imploran hoy su clemencia.