2. Cuantos accidentes ocurren, todos me
acusan, excitando a la venganza mi adormecido
aliento
¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y
emplea todo su tiempo solo en dormir y alimentarse?
Es un bruto y no más.
El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un
gran motivo; sino en saber hallar una razón plausible de
contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir
honor.
¿Cómo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre
alevosamente, mi madre envilecida... estímulos capaces de
excitar mi razón y mi ardimiento, que yacen dormidos?
¡Oh! De hoy más, o no existirá en mi fantasía idea ninguna, o
cuántas forme serán sangrientas
3. Nos deja, se va, No, que ya murió mi padre,
no vendrá otra vez...
y no ha de volver. su barba era nieve,
su pelo también.
Se fue, ¡dolorosa
partida! se fue.
En vano exhalamos
suspiros por él.
Los Cielos piadosos
descanso le den.
A él y a todas las almas
cristianas. Dios lo quiera ...
¡Eh!, señores, adiós.
4. Allí se encaminó, coronada de ranúnculos,
ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas,
se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente
fatal, ella y todos sus adornos rústicos.
Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la
arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto
dulcísimo, la muerte, llena de angustias.
5. ¡Ay! ¡Pobre Yorick!
Yo le conocí, Horacio..., era un hombre sumamente
gracioso de la más fecunda imaginación.
y ahora su vista me llena de horror; y
oprimido el pecho palpita... Aquí estuvieron
aquellos labios donde yo di besos sin número
Ahora, falto ya enteramente de músculos, ni aún puedes
reírte de tu propia deformidad ...
6. Laertes , dime lo que intentas hacer. ¿Quieres
llorar, combatir, negarte al sustento, hacerte
pedazos, beber todo el Esil , devorar un caimán? Yo lo
haré también.
¿Vienes aquí a lamentar su muerte, a
insultarme precipitándote en su
sepulcro, a ser enterrado vivo con ella?
Si me hablas con soberbia,
yo usaré un lenguaje tan altanero como el tuyo.
7. Yo muero, Horacio... Adiós, Reina infeliz…
Vosotros que asistís pálidos y mudos con el temor a este suceso terrible...
La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución...
Yo pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero.
Tú, que vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta,
a quien los ignora.
Si alguna vez me diste lugar en tu corazón, retarda un poco esa felicidad
que apeteces; alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena
de miserias, y divulga por él mi historia...
8. Cuatro de mis capitanes lleven al túmulo el cuerpo de Hamlet con las
insignias correspondientes a un guerrero. ¡Ah! Si él hubiese ocupado
el trono, sin duda hubiera sido un excelente Monarca...
Quitad, quitad de ahí esos cadáveres. Espectáculo tan
sangriento, más es propio de un campo de batalla que de este sitio...
Y vosotros, haced que salude con descargas todo el ejército.