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CANTOS DEL
COMPAÑERO MUERTO
(1975-1977)
Concha de Marco
Investigación y transcripción:
José María Martínez Laseca
Edición:
Julio Pollino Tamayo
cinelacion@yahoo.es
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A mi compañero muerto Juan Antonio Gaya Nuño
Este libro ha sido elaborado en el tiempo transcurrido desde
noviembre de 1975 hasta el 6 de julio de 1976, fecha de la muerte de
mi compañero. La realidad histórica y cotidiana ha ido incidiendo
sobre mi propia realidad dramática y este es el resultado del
encuentro.
Gracias a esta labor he podido sobrellevar el proceso de su
enfermedad y su agonía. Con ello se demuestra una vez más que lo
único capaz de ayudarnos a soportar los trances más amargos es el
trabajo, el esfuerzo intelectual y físico.
Debe subtitularse Celda de castigo, dado que casi todos vivimos en
ella, para algunos materialmente cierta y en estas páginas entramos
todos. Podríamos decir citando a Joyce “Here comes everybody”.
A la memoria de aquel hombre dignísimo que fue Juan Antonio
Gaya Nuño dedico, no solo este libro, sino, como desde que le conocí,
toda mi vida.
El verso de cierre: “la cárcel rota y la prisión burlada” [Quevedo]
sugiere la liberación del preso con su muerte.
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PRIMERA VERSIÓN
(1975-1976)
Tres días antes de morir empezó a gritar; su silencio, cada vez
más audible, me ensordecía. Temblaba la casa. Murió gritando,
gritando yació toda la noche, muerto, gritando su desmesurado
silencio. No logré cerrarle la boca; lo intenté varias veces: El rigor
mortal de los músculos había comenzado tres días antes. Gritaba todas
las palabras que no dijo, todos sus cautiverios, todos sus exilios, todas
sus derrotas. Siguió gritando dentro del féretro cerrado, gritaba en el
horno crematorio, y del silencio de su boca salían llamas gritando.
Convertido en cenizas, éstas siguen gritando, y su recuerdo vivo que
llevo a flor de piel y en mis hondos adentros cada vez grita más, grita,
desesperadamente, su silencio.
Comienza a pronunciar lo que te dicta el enigma absoluto que se
viene a los labios impulsivo, de razón inconexa, por dentro cristalina,
propágase en selváticos racimos de memorias sobre las lejanías, aéreas
estructuras de áureos firmamentos, antecedentes mitológicos, tumbas
de legendarios agonistas y bandadas migratorias de tribus
desaparecidas en mi sangre propicia a todos los hechizos, el quíntuple
dominio del sentido en esplendor de intimidad y viento.
10
Oh enemigo de la patria, no preguntes más al rumor de
generaciones que pasan con locura, de disputados dioses que a la
aurora se mueren contra los ventanales polvorientos, el triunfo de la
tierra para lo consumido; vida llena de aristas, precipicios de fuego y
de tiniebla que aquí defiendo con bandera propia, el pasado tiene
fulgores de mineral negro, brutalidad y miseria, la injusticia bebe aún
en copa de oro el zumo de su viña.
Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios: tú eres más
infortunado, te están matando las dos.
Prohibido permitirme el menor despilfarro emocional, he de
velar sobre la gran muralla y morir en un lejano otoño, cuando
quemen rastrojos. Valoro mi vejez, que ya se configura en el espejo,
con todo el esplendor de mundos interiores. Quien piense lo contrario,
que tire la primera piedra.
Qué le pasó a ese álamo, en la otra orilla de San Juan de Duero,
qué le pasó a ese álamo, enhiesto todavía, pero desnudo de hojas en el
pleno verano. El río mansamente entre los juncos pasa y refleja su
osamenta gris, las algas fluctuando su ahogada caballera en la
corriente. Álamo seco de San Juan de Duero, álamo mudo entre el
bullicio de sus compañeros, ya no escuchará más la canción de su
viento llevada por los pájaros.
11
En cuanto a mí, secreta en mi silencio, doy los buenos días,
sonrío, me burlo de la unidad estilística y pienso que lo peor he de
sufrirlo sola. Y la mente se obstina en los detalles que forman la
cultura de un poeta, para huir de la locura, en este enfrentamiento con
la muerte, la más austera de las realidades.
Ay del pescador en la galerna por más que el bienestar le
aguarde en casa, y al errante holandés siempre en el mar, las aguas
penetraron hasta el alma. Si tan solo pudiera desde lejos oír o recordar
mi música insolvente. Tengo que concentrarme, debo hallar la mínima
ilación de pensamiento, debo pensar en qué voy a pensar. Sólo
residuos de recuerdos, imágenes inertes van bruñendo los bordes del
hastío, un vacilante viento que sopla en los adentros donde caducos
cántaros capturan el caudal de mí sustancia, dejando abandonada la
vaina corroída de mi naturaleza. Superfluos sentidos, ciegas formas,
dócil planta del pie ya casi inerte para andar los caminos que se
ofrecían varios.
Y yo respirándole boca a boca dormido; se me va, se me va
yendo lentamente, cada vez es más triste su mirada, no sé si estoy
viviendo un mal sueño.
Quién es aquel hombre que viene de lejos, su oscura silueta
contra el horizonte, quién es aquel hombre. Nevando, nevando está en
el castillo, sobre el río, en un árbol escondido canta un pájaro,
mirándome suplicante un perro pasa, pobre, viejo, feo y gris, nevando,
quién es aquel hombre. En la rama de una acacia, junto a la última
hoja seca del verano un botón de primavera, abajo el río se riza. Quién
es aquel hombre que viene hacia mí, quién es aquel hombre.
12
Y cómo duele todo lo existido, la luz ociosa, la crueldad del
triste, los ecos rotos sobre las ventanas. Abandonó ciudades de la
niñez, el frescor vegetal de la fuente que nunca existió, el canto
arrogante y resuelto, las olas dibujando contornos aurorales.
Consagrada identidad entera cuánto cuestas; sumerge a lo que
interroga un fantasma severo, polvo y tierra del hombre, polvo
húmedo, orígenes, sucesos, sustancias primordiales, algo vaciado en
fraguas ocultas de la entraña, inhóspitas constelaciones, delfines
prisioneros en la redoma estrecha, cuánto andrajo de seda, cuánta
herrumbre de oro, cuánta nota deshecha, descompuesta en amargos
sonidos triturados, excavadoras de ruinas, minas a cielo abierto de
ceniza, montes sobre catedrales y palacios, nuevos y dolorosos
nacimientos a la muerte, con placentas inscritas en matrices difuntas.
Déjame respirar hondamente, hondamente, el perfume de tu
cabellera, y hundir en ella mi infortunio, mis vicios de honestidad en
mundo corrompido. Es necesario resistir aún más, hasta que en los
estantes no queden libros, ni un solo cuadro, ni pueda escucharse
música, ni haya caudal preciso para alimentar pájaros, mientras
algunas veces, a la hora del periódico me seguirás diciendo: lo peor no
lo hemos visto todavía.
13
Señor fiscal: El motivo de mi vivir es ser mi propia y exclusiva
fatiga, la condena señalada como levadura del espíritu, la miserable y
áspera materia que fermenta a lo largo de mis horas, el dilatado hastío
fulgurantemente roto (en ocasiones infrecuentes). Imágenes caducas
laten aún en el huésped de mi cuerpo, como hojas de un álbum donde
anotamos algo, un teléfono, una dirección que nunca vuelven a
mirarse. Cansancio de mí misma, desaliento absoluto con nombre de
mujer, amargo encuentro del espacio y del tiempo, ecuación que jamás
podré solucionar con racionales métodos, acaso él sí, en su campo de
exterminio, como el que estuviera despidiendo de mí, y me valora
lenta, pausada, definitivamente.
He de pintar de blanco el techo ennegrecido para el regreso a
casa, amor mío, toda la tarde pensando en ti, no lo niegues. He
guardado en el desván los abrigos del invierno, las botas de lluvia, la
bufanda encarnada, qué dolor inservible. La ropa se ha quedado
ancha, en Polonia, en Hungría, en Alemania, en Rusia, hasta el
transiberiano horadando la nieve, bien estibada raíz de sliwovitza,
ráfagas de tus muslos de uniforme, mi mono azul pasado está de
moda, cuando en el capitol la rebelión a bordo y ginger rogers
entusiasmada de sus falsos clientes, el antepecho del balcón quebrado
por la metralla. En el acuárium un teniente de carabineros revolaba su
capa al son de salomé con palmas, salomé maría salomé, a los piés de
un limonero florecido veinte años que jamás olvidaré.
14
Aunque la mariposa apolo, cleopatra de las ruinas trate de su
debida apropiación, sus colores azules de cobalto candente, dirías que
es del trópico el respirar frondoso, dirías que el deseo vuela inestable
de una fuente a otra, dirías que es el juego trágico de contar los
segundos de sesenta y tres años hasta mudar el cuerpo en un segundo
inmenso de eternidad enigmática, de integral en las fórmulas
fragmentarias del tiempo.
Quién será ese viajero pensativo que en la gran sala del
aeropuerto mira hacia el frente a través de las encristaladas puertas
donde se arremolinan los presagios. De vez en cuando pasa su mano
por el pelo blanco, enciende un cigarrillo lentamente, lo deja consumir
entre los dedos o lo lleva a sus labios. ¿Se marcha acaso para no
volver? No tiene prisa, medita sus enigmas, ni siquiera atiende las
instrucciones de los altavoces. ¿Calcula sobre lo imposible? ¿Con las
sombras de fuera o las de dentro? ¿O es que regresa a su patria? ¿Pero
es que tiene una patria? ¡Quién lo diría! Su lengua ya no sabe formular
los términos que fueran mensajes del peligro, la mano es de patética
ternura, cual si el alma de un niño la moviera. Voces indiferentes
desde el techo anuncian procedencias o destinos, mira el reloj, las
cinco y media, presiente los minutos peligrosos, vuelve a mirar, las
seis, vuelve a advertir que hay traidoras constelaciones al otro lado del
mapa, y ya prefiere un país donde las cosas no tengan nombre y el
viento cambie diez veces de rumbo a lo largo de unos minutos.
15
Cuando yo entre en la casa y la encuentre vacía, cuando vea la
huella que dejaron tus manos, cuando vuelva a encontrar tus papeles
en orden, y esas letras pequeñas, esos números en una cartulina, el
último paquete de tabaco con cuatro cigarrillos, cuando intente
escribir en tu máquina vieja que solo obedecía a tus manos de niño,
cuando callen los pájaros porque tú te marchaste y yo nunca más
vuelva a planchar tus camisas, doblar tu ropa limpia, y el lecho
nuestro sea un enorme desierto para mi solo cuerpo en las noches de
invierno, cuando golpee la lluvia cayendo sobre el techo, cuando ya
nunca vuelva a comer con manteles en la mesa redonda donde tú y yo
lo hacíamos, y sea en la cocina con un plato cualquiera ante los
azulejos amarillos, cuando vea el fantasma de tu cuerpo perdido
alejarse en silencio por una calle última y no beses la mano que en
sueños te acaricia.
Arena, arena y agua, cera de abeja, ceño de guía de la flecha,
cerbatana, bajo las lenguas del curare se abre la flor secreta de las
lágrimas, Y al recuerdo me vienen en retirada mísera y oblicua
cualquiera de tus viajes a la pálida franja del amanecer que iluminaba
la alcoba, reluce la camisa blanca sobre tu espalda mientras frente al
espejo anudas la corbata, finas arrugas forman tus movimientos en la
tela sobre los músculos perfectos de tus hombros, la ropa de la cama
revuelta y aún tibia con el calor de un sueño, calzas los zapatos, vistes
la chaqueta, abres la nevera para tomarte un vaso de leche. Te inclinas
a mí, me besas, ríes por la fuerza de mi abrazo, mi boca recorre tus
mejillas frescas del afeitado. Ya habías cerrado la puerta, cómo podría
vivir beata tu regreso, comenzaba a arrastrarse el tiempo lento,
informe, de tu ausencia, persiguiendo la huella que dejaron tus
ademanes en el espacio. Y ahora, en este viaje sin regreso, cómo podré
vivir.
16
Señor, por qué nos has abandonado con sus múltiples nombres
de pájaro cautivo. Apago mis lágrimas a golpes y parto en dos mi
rencor contra el rufián vestido de oro, como una levadura para el día
de mañana. Guardo el segundo con su despreciativo y atributo
máximo, en mi huelga de hambre y circunstancia, triturando orgullosa
los acerados vidrios de trece mil doscientos días de castigo.
Anoche soñé contigo y tenía una isla en la mano, era tu cuerpo
hermoso como una fortaleza, terciopelo color de oscura miel, musgo
tus caricias en torno de mis ojos, y yo quise aferrarme a tu playa
desnuda caminando a la aurora por su orilla y solo era la huella de tus
dedos armoniosa y fugaz sobre mi cara.
Una espada blandida sobre el mapa de Europa, la fundición del
bronce en las lenguas del cándalo. ¿Me vienes a buscar para la guerra?
Está mi yelmo roto y mi lanza oxidada. Luego, que me entierren
vestida y con todas mis armas, walkyria de esperanzas apagadas, ruina
aislada no soy en el anónimo de un ordenado mundo, la pequeña
porción de un inmenso desastre, de un error increíble.
Señor testigo, deje vuestra merced recordarle de nuevo las
condiciones previas del entorno, pasto de los sentidos en su
laboratorio. Se puede perseguir el pulso de las venas bajo la piel
delgada y transpirable, las múltiples fragancias del jazmín y la rosa, en
corredor de sombra el paso de las ratas, tan viciosas del hambre
primitiva, la desorientación que no recuerda el nombre del toque de
silencio donde el habla no existe, la muda lengua quieta y prisionera
en el anfiteatro de los dientes, las uñas con tozudez de arranque, qué
diligencia de armamento inútil.
17
Crece, crece la hierba entre silencios cautos, las calles se
convierten en desiertos furiosos, y aquí mi compañero en su exacto
reflejo, indescifrable mundo que se escapa y a quien sería un lujo
tratar de convencer. Hubo tiempo sobrado para delimitar con tu él la
soledad.
Españolito que viniste a mis brazos, yo te guardaré, mi amante
corazón será tu españa, mi humilde mano siempre fue tu patria.
Acunado en mi pecho como un niño perdido al pie de tanto esfuerzo.
Españolito del alma, yo te cerraré los ojos, yo te cruzaré las manos
sobre el pecho, yo velaré tu cadáver hasta el fuego.
Señores del jurado: Con toda la energía acumulada en una
voluntad, a nadie le propongo que reciba la visión inclemente de mis
ojos, morirá más tranquilo si sigue siendo ciego. Lego mi corazón a
quien lo quiera, estrujará su tiempo, se beberá otra sangre, más le vale
sufrir que morir tanto por sostener la cláusula secreta del destino, el
fragmento de Dios que aquí me está muriendo, esta defoliación de
biologías desde el origen hasta el momento en que mi mano
desarmada escribe ante las gentes que penetran y huyen latiéndome
vivencias, hechos sobrecogidos en su última célula, que quieren
respirarme nuevamente, angustiarme las vísceras, renacerme y morir
al hierro y a la hoguera.
18
Amor mío del sedante que no produce efecto, amor mío de la
noche en vela, amor mío que acaricia mis rodillas, amor mío quieres
que te lea algo, amor mío solo quiero que estés aquí, amor mío pongo
algo de música, amor mío solo soy un costal de dolor, amor mío de la
cama deshecha y rehecha mil veces, amor mío voy a levantarme, amor
mío solo son las cinco, amor mío qué pronto amanece, amor mío estoy
muy cansado, amor mío de la triste sonrisa, amor mío de la vacilante
mano, amor mío del último beso, amor mío reducido a su propio
esqueleto, amor mío cuánto ha crecido en tres días, amor mío hasta
que la muerte nos separe.
Y solo para eso apartó sus entrañas, hizo un hueco que había de
ser ajeno en la profunda intimidad del vientre, fue fabricado el rayo de
su certera mirada, dispuesta a contemplar ciudades caudalosas,
rembrandts de oro, altísimos vermeers, bosques de pinos arrogantes,
crepúsculos cautivos tras de una noble ruina, risas y voluptuosidades
en tumulto y el ritmo de la historia adherido a sus pulsos.
Y en medio de la noche me pregunto si podré resistir este
calvario, este irse consumiendo. Acostada en el suelo me incorporo
para escuchar los golpes de su angustiado corazón. Aunque yo esté a
su lado, ha de enfrentarse solo con su propia agonía.
Y fundirás mis manos con tu última sangre, ambos oscuros
signos de los tan incontables personajes trágicos, las sábanas
manchadas de la alcoba mortal, ante las cosas mudas, consternadas,
soportando el final, solo fulgor y llama que se extinguen, los labios sin
palabras, la mano que persigue visiones fluctuantes, atónitas, o
frecuenta la forma de mis labios, que se le escapan como un árbol
liquido.
19
Aquí está él, mi soberbio alazán que se partió los remos y hubo
que rematarlo con un tiro, triunfador, gigantesco, inalcanzable,
durante treinta y siete años aplazada su muerte de campo de
exterminio, la desintegración exacta en celda de castigo, después de
haber cargado sobre sí fuerzas extrañas, circunscripciones interiores,
culpas equinocciales de toda dinastía, históricos combates, armadas
invencibles y reinas destronadas. Avanza y se detiene en la memoria el
tiro por la espalda o la descarga del amanecer, y en su puesto
encontraron los guardianes mil pájaros de oro, mil palomas que
salieron volando a la infinita libertad del alma, al último contacto con
el mundo, la cárcel rota y la prisión burlada.
20
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25
ÚLTIMA VERSIÓN
(1977)
Tres días antes de morir empezó a gritar; su silencio,
cada vez más audible, me ensordecía.
Temblaba la casa toda.
Murió gritando, gritando yació toda la noche, muerto,
gritando su desmesurado silencio.
No logré cerrarle la boca; lo intenté varias veces:
El rigor mortal de los músculos había comenzado tres días antes.
Gritaba todas las palabras que no dijo,
todos sus cautiverios, todos sus exilios, todas sus derrotas,
todos sus desprecios.
Siguió gritando dentro del féretro cerrado, gritaba en
el horno crematorio, y del silencio de su boca salían llamas gritando.
Convertido en cenizas, éstas siguen gritando, y su recuerdo
vivo que llevo a flor de piel y en mis hondos adentros cada vez
grita más, grita, desesperadamente, su silencio.
26
27
1
Inútil es
acariciar día tras día
la ardiente y suave piel del tigre del verano
se va secando la amarilla brasa
ciegas noches se alargan
ya huyeron los vencejos
solo gorriones pasan
pasan con su vuelo de seda
los árboles se duelen por sus hojas caídas
enrolladlas y secas esperando
ese viento
que llegará a arrancarlas con su frío presagio
no acaricias ya más inútilmente
la ardiente piel del tigre del verano
con sus ojos dorados
ha emprendido la marcha hacia otras latitudes
por lejanas orillas
que arrastran en su espuma despojos de la playa
el sol se muere rojo detrás del horizonte
y arena fría arena en la playa vacía
aguarda la marea que cubra todo rastro
solo oirás el mar en una caracola
hosco nocturno y trágico
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2
Comienza
a pronunciar lo que te dicte
el enigma absoluto
que se viene a los labios impulsivo
de razón inconexa
por dentro cristalina
propágase en selváticos racimos de memorias
sobre las lejanías
aéreas estructuras de áureos firmamentos
antecedentes mitológicos
tumbas de legendarios agonistas
y bandadas migratorias de tribus desaparecidas
en mi sangre propicia a todos los hechizos
el quíntuple dominio del sentido
en esplendor de intimidad y viento
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3
Oh enemigo
de la patria, no preguntes
mas al rumor de generaciones que pasan con locura
de disputados dioses que a la aurora se mueren
contra los ventanales polvorientos
el triunfo de la tierra para lo consumido
vida llena de aristas
precipicios
de fuego y de tiniebla
que aquí defiendo con bandera propia
el pasado
tiene fulgores de mineral negro
brutalidad y miseria
la injusticia
bebe aún en copa de oro el zumo de su viña
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4
Españolito
que vienes al mundo
te guarde dios
tú eres más infortunado
te están matando las dos
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5
Prohibido
permitirme el menor despilfarro emocional
he de velar sobre la gran muralla
y morir en un lejano otoño
cuando quemen rastrojos
valoro mi vejez
que ya se configura en el espejo
con todo el esplendor de mundos interiores
quien piense lo contrario
que tire la primera piedra
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6
Qué le pasó a ese álamo
en la otra orilla de san juan de duero
qué le pasó a ese álamo
enhiesto todavía
pero desnudo de hojas en el pleno verano
el río mansamente entre los juncos
pasa y refleja su osamenta gris
las algas fluctuando
su ahogada caballera en la corriente
álamo seco de san juan de duero
álamo mudo entre el bullicio de sus compañeros
ya no escuchará más
la canción de su viento llevado por los pájaros
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7
En cuanto a mí
secreta en mi silencio
doy los buenos días
sonrío
lloro hacia dentro con la carga del mar
y pienso
que lo peor he de sufrirlo sola
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8
Ay
del pescador en la galerna
por más que el bienestar le aguarde en casa
y al errante holandés siempre en el mar
las aguas penetraron hasta el alma
si tan solo pudiera
desde lejos oír
o recordar mi música insolvente
tengo que concentrarme
debo hallar la mínima ilación de pensamiento
debo pensar en qué voy a pensar
solo residuos de recuerdos
imágenes inertes
van bruñendo los bordes de los días
un vacilante viento que sopla en los adentros
donde caducos cántaros
capturan el caudal de mí sustancia
dejando abandonada
la vaina corroída de mi naturaleza
superfluos sentidos
ciegas formas
dócil planta del pie ya casi inerte
para andar los caminos que se ofrecían varios
35
9
Y yo respirándole
boca a boca dormido
se me va
se me va yendo lentamente
cada vez es más triste su mirada
no sé si estoy viviendo un mal sueño
36
10
Quién es
aquel hombre que viene de lejos
su oscura silueta contra el horizonte
quién es aquel hombre
nevando
nevando está en el castillo
sobre el río
en un árbol escondido canta un pájaro
mirándome suplicante un perro pasa
pobre viejo feo y gris
nevando
quién es aquel hombre
en la rama de una acacia
junto a la última hoja seca del verano
un botón de primavera
abajo el río se riza
quién es aquel hombre que viene hacia mí
quién es aquel hombre
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11
Y cómo duele
todo lo existido
la luz ociosa
la crueldad del triste
los ecos rotos sobre las ventanas
abandonó ciudades de la niñez
el frescor vegetal de la fuente que nunca existió
el canto arrogante y resuelto
las olas limitando contornos aurorales
consagrada
identidad entera cuánto cuestas
sumerge a lo que interroga un fantasma severo
polvo y tierra del hombre
polvo húmedo
orígenes
sucesos
sustancias primordiales
algo vaciado en fraguas ocultas de la entraña
inhóspitas constelaciones
ríos de luna por calles en cuesta
delfines prisioneros en la redoma estrecha
cuánto andrajo de seda
cuánta herrumbre de oro
cuánta nota deshecha
descompuesta en amargos sonidos triturados
excavadoras de ruinas
minas a cielo abierto de ceniza
montes sobre catedrales y palacios
nuevos y dolorosos nacimientos a la muerte
con placentas inscritas en matrices difuntas
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12
Déjame
respirar hondamente
hondamente el perfume de tu cabellera
y hundir en ella mi infortunio
mis vicios de honestidad en mundo corrompido
es necesario resistir aún más
hasta que en los estantes no queden libros
ni un solo cuadro
no pueda oírse música
ni haya caudal preciso para alimentar pájaros
mientras algunas veces
a la hora de la cena
me seguirás diciendo
lo peor no lo hemos visto todavía
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13
Señor fiscal
el motivo de mi vivir
es ser mi propia y exclusiva fatiga
la condena señalada como levadura del espíritu
la miserable y áspera materia
que fermenta a lo largo de mis horas
el dilatado hastío fulgurantemente roto
(en ocasiones infrecuentes)
imágenes caducas
laten aún en el huésped de mi cuerpo
como hojas de un álbum donde anotamos algo
un teléfono
una dirección
que nunca vuelven a mirarse
cansancio de mí misma
desaliento absoluto en forma de mujer
amargo encuentro del espacio y del tiempo
ecuación que jamás podré solucionar
por racionales métodos
acaso él sí
en su campo de exterminio
como si se estuviera despidiendo de mí
y me valora lenta pausada
definitivamente
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14
He de pintar de blanco
el techo ennegrecido
para el regreso a casa
amor mío
toda la tarde pensando en ti
no lo niegues
he guardado en el desván los abrigos del invierno
las botas de lluvia
la bufanda encarnada
qué dolor inservible
la ropa se ha quedado ancha
en polonia en hungría en alemania en rusia
hasta el transiberiano horadando la nieve
bien estibada raíz de sliwovitza
ráfagas de tus muslos de uniforme
mi mono azul pasado está de moda
cuando en el capitol la rebelión a bordo
y ginger rogers entusiasmada de sus falsos clientes
el antepecho del balcón quebrado por la metralla
en el acuárium
un teniente de carabineros
revolaba su capa al son de salomé con palmas
salomé maría salomé
a los pies de un limonero florecido
veinte años que jamás olvidaré
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15
Aunque
la mariposa apolo
cleopatra de las ruinas
trate de su debida apropiación
sus colores azules de cobalto candente
dirías que es del trópico el respirar frondoso
dirías que el deseo vuela inestable
de una fuente a otra
dirías que es el juego trágico
de contar los segundos de sesenta y tres años
hasta mudar el cuerpo en un segundo inmenso
de eternidad enigmática
de integral en las fórmulas fragmentarias del tiempo
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16
Quién será
ese viajero pensativo
que en la gran sala del aeropuerto
mira hacia el frente
a través de las encristaladas puertas
donde se arremolinan los presagios
de vez en cuando
pasa su mano por el pelo blanco
enciende un cigarrillo lentamente
lo deja consumir entre los dedos
o lo lleva a sus labios
se marcha acaso para no volver?
no tiene prisa
juega sus enigmas
ni siquiera atiende
las instrucciones de los altavoces
calcula sobre lo imposible?
con las sombras de fuera o las de dentro?
o es que regresa a su patria?
pero es que tiene una patria?
quién lo diría!
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su lengua ya no sabe formular
los términos que fueran mensajes del peligro
la mano es de patética ternura
cual si el alma de un niño la moviera
voces indiferentes desde el techo
anuncian procedencias o destinos
mira el reloj
las cinco y media
advierte los minutos peligrosos
vuelve a mirar
las seis
vuelve a presentir que hay traidoras constelaciones
al otro lado del mapa
y ya prefiere un país
donde las cosas no tengan nombre
y el viento cambie diez veces de rumbo
a lo largo de unos minutos
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17
Cuando yo entre en la casa
y la encuentre vacía
cuando vea la huella que dejaron tus manos
cuando vuelva a encontrar tus papeles en orden
y esas letras pequeñas
esos números en una cartulina
el último paquete de tabaco
con cuatro cigarrillos
cuando intente escribir en tu máquina vieja
que solo obedecía a tus manos de niño
cuando callen los pájaros porque tú te marchaste
y yo nunca más vuelva a planchar tus camisas
doblar tu ropa limpia
y el lecho nuestro sea un enorme desierto
para mi solo cuerpo en las noches de invierno
cuando golpee la lluvia cayendo sobre el techo
cuando yo nunca vuelva a comer con manteles
en la mesa redonda donde tú y yo lo hacíamos
y sea en la cocina con un plato cualquiera
ante los azulejos amarillos
cuando vea el fantasma de tu cuerpo perdido
alejarse en silencio por una calle última
y no beses la mano que en sueños te acaricia
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18
Arena
arena y agua
cera de abeja
caño de guía de la flecha
cerbatana
bajo las lenguas del curare
se abre la flor secreta de las lágrimas
y al recuerdo me vienen
en retirada mísera y oblicua
cualquiera de tus viajes
a la pálida franja del amanecer
que iluminaba la alcoba
reluce la camisa blanca sobre tu espalda
mientras frente al espejo anudas la corbata
finas arrugas forman tus movimientos en la tela
sobre los músculos perfectos de tus hombros
la ropa de tu lado revuelta y aún tibia
con el calor de un sueño
calzas los zapatos
vistes la chaqueta
abres la nevera
te inclinas a mí me besas ríes
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por la fuerza de mi abrazo
mi boca recorre tus mejillas frescas del afeitado
ya habías cerrado la puerta
cómo podría vivir beata tu regreso
comenzaba a arrastrarse el tiempo lento
informe de tu ausencia
persiguiendo la huella que dejaron
tus ademanes en el espacio
y ahora
en este viaje sin regreso
cómo podré vivir
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19
Señor
por qué nos has abandonado
con sus múltiples nombres de pájaro cautivo
apago mis lágrimas
a golpes y parto en dos mi rencor contra el rufián vestido
de oro
como una levadura para el día de mañana
guardo el segundo
con su despreciativo y atributo máximo
en mi huelga de hambre y circunstancia
triturando orgullosa los acerados vidrios
de trece mil doscientos días de castigo
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Anoche
soñé contigo
y tenía una isla en la mano
era tu cuerpo hermoso como una fortaleza
terciopelo color de oscura miel
musgo tus caricias en torno de mis ojos
y yo quise aferrarme a tu playa desnuda
caminando a la aurora por su orilla
y solo era la huella de tus dedos
armoniosa y fugaz sobre mi cara
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21
Una espada
blandida sobre el mapa de europa
la fundición del bronce en las lenguas del cándalo
me vienes a buscar para la guerra?
está mi yelmo roto y mi lanza oxidada
luego
que me entierren vestida y con todas mis armas
walkyria de esperanzas apagadas
ruina aislada no soy
en el anónimo de un ordenado mundo
la pequeña porción de un inmenso desastre
de un error increíble
50
22
Señor testigo
deje vuestra merced recordarle de nuevo
las condiciones previas del entorno
pasto de los sentidos en su laboratorio
se puede perseguir el pulso de las venas
bajo la piel delgada y transparente
las múltiples fragancias del jazmín y la rosa
en corredor de sombra el paso de las ratas
tan viciosas del hambre primitiva
la desorientación que no recuerda el nombre
del toque de silencio
donde el habla no existe
la muda lengua quieta y prisionera
en el anfiteatro de los dientes
las uñas con tozudez de arranque
qué diligencia de armamento inútil
51
23
Crece
crece la hierba entre silencios cautos
las calles se convierten en desiertos furiosos
y aquí mi compañero
en su exacto reflejo
indescifrable mundo que se escapa
y a quien sería un lujo tratar de convencer
hubo tiempo sobrado
para delimitar con tu él la soledad
52
24
Españolito
que viniste a mis brazos
yo te guardaré
mi amante corazón será tu españa
mi humilde mano siempre fue tu patria
acunado en mi pecho
como un niño perdido
al pie de tanto esfuerzo
españolito del alma
yo te cerraré los ojos
yo te cruzaré las manos sobre el pecho
yo velaré tu cadáver hasta el fuego
53
25
Señores del jurado
con toda la energía acumulada en una voluntad
a nadie le propongo que reciba
la visión inclemente de mis ojos
morirá más tranquilo si sigue siendo ciego
lego mi corazón a quien lo quiera
estrujará su tiempo
se beberá otra sangre
más le vale sufrir que morir tanto
por sostener la cláusula secreta del destino
el fragmento de dios que aquí me está muriendo
esta defoliación de biologías
desde el origen
hasta el momento en que mi mano desarmada escribe
ante las gentes que penetran y huyen
latiéndome vivencias
hechos sobrecogidos en su última célula
que quieren respirarme nuevamente
angustiarme las vísceras
renacerme y morir al hierro y a la hoguera
54
26
Amor mío
del sedante que no produce efecto
amor mío de la noche en vela
amor mío que acaricia mis rodillas
amor mío quieres que te lea algo?
solo quiero que estés aquí
pongo algo de música?
solo soy un costal de dolor
amor mío de la cama deshecha y rehecha diez veces
voy a levantarme
amor mío solo son las cinco
estoy muy cansado
amor mío qué pronto amanece
amor mío de la vacilante mano
amor mío de la triste sonrisa
amor mío del último beso
amor mío reducido a su propio esqueleto
amor mío cuánto ha crecido en tres días
amor mío hasta que la muerte nos separe
55
27
Y solo para eso
apartó sus entrañas hizo un hueco
que había de ser ajeno
en la profunda intimidad del vientre
fue fabricado el rayo de su certera mirada
dispuesta a contemplar ciudades caudalosas
rembrandts de oro
altísimos vermeers
bosques de pinos arrogantes
crepúsculos cautivos tras de una noble ruina
risas y voluptuosidades en tumulto
y el ritmo de la historia
adherido a sus pulsos
56
28
Y en medio de la noche
me pregunto
si podré resistir este calvario
este irse consumiendo minuto tras minuto
acostada en el suelo me incorporo mil veces
para escuchar los golpes
de su angustiado corazón
aunque yo esté a su lado
ha de enfrentarse solo con su propia agonía
57
29
Y fundirás mis manos
con tu última sangre
ambos oscuros signos
de los tan incontables personajes trágicos
las sábanas fatídicas manchadas
de la alcoba mortal
ante las cosas mudas consternadas
altivos soportando el desastre final
solo fulgor y llama que se extinguen
los labios sin palabras
la mano que persigue visiones fluctuantes
atónitas
o frecuenta la forma de mis labios
que se le escapan como un árbol liquido
58
30
Aquí está él
mi soberbio alazán que se partió los remos
y hubo que rematarlo con un tiro
triunfador gigantesco inalcanzable
durante treinta y siete años
aplazada su muerte de campo de exterminio
la desintegración exacta en celda de castigo
después de haber cargado sobre sí fuerzas extrañas
circunscripciones interiores
culpas equinocciales de toda dinastía
históricos combates
armadas invencibles y reinas destronadas
avanza y se detiene en la memoria
el tiro por la espalda o la descarga del amanecer
y en su puesto encontraron los guardianes
mil pájaros de oro mil palomas
que salieron volando a la infinita libertad del alma
el último contacto con el mundo
la cárcel rota y la prisión burlada
59
Concha y Juan Antonio por Hipólito Hidalgo de Caviedes, 1976
60
61
MUJERES
(1975)
62
63
Vestales del hogar de recortadas alas
vuelo bajo y pálidas constelaciones no propicias
hechiceras y esclavas veinticinco horas
el peso de la vida a cuestas rutinaria
apresuradas abejas de miel ácida
suave nieve blanda y moldeable fugazmente
vosotras de todas las edades imprecisas
las que conmigo os cruzáis en el mercado
entre hortalizas lotería de los ciegos
reses descuartizadas sangrantes en el mármol
pescados muertos a su debido tiempo
en horizontes de cocina o humo
corazón animoso propiciando talentos
o ineptitudes vitalicias
con un continuo e interior esfuerzo
opacidad de incomprensión sin límites
el monedero bien asido en la mano
contando las vueltas sumergida en la persona de otros
escatimando el peso del ejercicio de la razón
y las esperas en las filas pardas para comprar
en un papel escrito pues la memoria es necia
el poema más prosaico y necesario
filetes gallos huesos para el caldo
codillo arroz patatas aceitunas naranjas
huevos tomates dentífrico papel higiénico
subiendo y bajando escaleras para un mejor precio
64
con olor a cebolla fresca recién arrancada
y los niños solos en casa
de prisa el tiempo corre
las aspirinas y tranquilizantes
el último no sirve la angustia no cesa
habrá llegado el cobrador de algo
habré cerrado o no la llave del gas
y llegará el del contador y no me encuentra
vestales de la aspiradora y las camisas sucias
más otras prendas interiores que no quiero nombrar
de los juegos de cama planchados en armarios
masas amorfas de inocencia tesoros de trapo
mantelerías de lagartera no usadas para diario
la cotidiana liturgia de mesa puesta
vino vasos cubiertos
el pan nuestro de cada día dánosle hoy
los platos sucios y la marabunta de la cocina
cubriendo todas las superficies
sartenes cazuelas desperdicios de grasa huesos
café con el televisor del vecino voceando anuncios comerciales
por fin mediada la tarde se derrumban en cualquier asiento
quedan traspuestas y sueñan vidas de privilegio
sueldos de doscientas mil pesetas
en la memoria de nunca
capitales chalés en la playa
casas con piscina mayordomo tres doncellas cocinera
65
baño de espuma y traje de noche para cenar
con invitados agradables algo que sus manos no han preparado
las uñas perfectas por sus pensamientos de humo
el vuelo rasante de unos pobres pájaros
ese cielo azul aceptado igualmente
que la prosperidad y el infortunio
gestantes y parturientas enfermeras siempre
no hay tiempo de nada pétalos de rosas caídas
planchando ordenando cosiendo
palomas sin alas a la deriva
y el polvo de las cosas
viento del verano suspiro del invierno
en las manos jabón y detergentes
quitando en oleadas visiones para el alma sometida
los dientes del peine arañando el dolor de cabeza
una gran rama seca entrechoca con otra en el aire
flores en la última ventana por la primavera
tiempo de secretas fantasías volcán apagado
de los sueños de no irás y ya has vuelto
cosméticos de colores para acariciar la cara
aún soñando con sus bodas la novia muerta
van rodando por el calendario de abrir y cerrar ventanas
de guardar mantas y limpiar cristales
almidonando manteles dulcemente en la barca varada
para las grandes fiestas familiares del año
en ese tiempo fabrica su mejor armadura
66
vestal y esclava de quienes lentamente succionan
secan el metal de su alma en su rueda de días
y ella callada siempre sonriente
a su muerta belleza añade más pintura
y es fiesta el día en que su pelo ceniciento
se vuelve rubio o negro con reflejos
parlotea como un niño perdido
sin motivo especial de vivir para sí
el dolor de los muertos olvidados
un día cualquiera el bulto de su carne
ajada por los partos crianzas y mortajas
de los difuntos familiares
de la altura derrúmbase
suelta su vuelo de campanas
muere como un soldado en su puesto
trinchera defensiva
de pie sin circunstancia excepcional
dejando abandonada la casa toda
los muertos en sus retratos
los vivos en su egoísmo
la lista de la compra el monedero
el calendario de liturgia cotidiana
agujas hilos botones y dedales
camisas sin planchar y calcetines rotos
y el polvo sobre el polvo sobre el polvo sobre el polvo
mutismo de orfandad aquel recinto memoria de su angustia
libérrima por fin de hábitos deberes y cansancios.
67

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Cánticos del compañero muerto

  • 1. CANTOS DEL COMPAÑERO MUERTO (1975-1977) Concha de Marco Investigación y transcripción: José María Martínez Laseca Edición: Julio Pollino Tamayo cinelacion@yahoo.es
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  • 5. 5 A mi compañero muerto Juan Antonio Gaya Nuño Este libro ha sido elaborado en el tiempo transcurrido desde noviembre de 1975 hasta el 6 de julio de 1976, fecha de la muerte de mi compañero. La realidad histórica y cotidiana ha ido incidiendo sobre mi propia realidad dramática y este es el resultado del encuentro. Gracias a esta labor he podido sobrellevar el proceso de su enfermedad y su agonía. Con ello se demuestra una vez más que lo único capaz de ayudarnos a soportar los trances más amargos es el trabajo, el esfuerzo intelectual y físico. Debe subtitularse Celda de castigo, dado que casi todos vivimos en ella, para algunos materialmente cierta y en estas páginas entramos todos. Podríamos decir citando a Joyce “Here comes everybody”. A la memoria de aquel hombre dignísimo que fue Juan Antonio Gaya Nuño dedico, no solo este libro, sino, como desde que le conocí, toda mi vida. El verso de cierre: “la cárcel rota y la prisión burlada” [Quevedo] sugiere la liberación del preso con su muerte.
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  • 9. 9 PRIMERA VERSIÓN (1975-1976) Tres días antes de morir empezó a gritar; su silencio, cada vez más audible, me ensordecía. Temblaba la casa. Murió gritando, gritando yació toda la noche, muerto, gritando su desmesurado silencio. No logré cerrarle la boca; lo intenté varias veces: El rigor mortal de los músculos había comenzado tres días antes. Gritaba todas las palabras que no dijo, todos sus cautiverios, todos sus exilios, todas sus derrotas. Siguió gritando dentro del féretro cerrado, gritaba en el horno crematorio, y del silencio de su boca salían llamas gritando. Convertido en cenizas, éstas siguen gritando, y su recuerdo vivo que llevo a flor de piel y en mis hondos adentros cada vez grita más, grita, desesperadamente, su silencio. Comienza a pronunciar lo que te dicta el enigma absoluto que se viene a los labios impulsivo, de razón inconexa, por dentro cristalina, propágase en selváticos racimos de memorias sobre las lejanías, aéreas estructuras de áureos firmamentos, antecedentes mitológicos, tumbas de legendarios agonistas y bandadas migratorias de tribus desaparecidas en mi sangre propicia a todos los hechizos, el quíntuple dominio del sentido en esplendor de intimidad y viento.
  • 10. 10 Oh enemigo de la patria, no preguntes más al rumor de generaciones que pasan con locura, de disputados dioses que a la aurora se mueren contra los ventanales polvorientos, el triunfo de la tierra para lo consumido; vida llena de aristas, precipicios de fuego y de tiniebla que aquí defiendo con bandera propia, el pasado tiene fulgores de mineral negro, brutalidad y miseria, la injusticia bebe aún en copa de oro el zumo de su viña. Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios: tú eres más infortunado, te están matando las dos. Prohibido permitirme el menor despilfarro emocional, he de velar sobre la gran muralla y morir en un lejano otoño, cuando quemen rastrojos. Valoro mi vejez, que ya se configura en el espejo, con todo el esplendor de mundos interiores. Quien piense lo contrario, que tire la primera piedra. Qué le pasó a ese álamo, en la otra orilla de San Juan de Duero, qué le pasó a ese álamo, enhiesto todavía, pero desnudo de hojas en el pleno verano. El río mansamente entre los juncos pasa y refleja su osamenta gris, las algas fluctuando su ahogada caballera en la corriente. Álamo seco de San Juan de Duero, álamo mudo entre el bullicio de sus compañeros, ya no escuchará más la canción de su viento llevada por los pájaros.
  • 11. 11 En cuanto a mí, secreta en mi silencio, doy los buenos días, sonrío, me burlo de la unidad estilística y pienso que lo peor he de sufrirlo sola. Y la mente se obstina en los detalles que forman la cultura de un poeta, para huir de la locura, en este enfrentamiento con la muerte, la más austera de las realidades. Ay del pescador en la galerna por más que el bienestar le aguarde en casa, y al errante holandés siempre en el mar, las aguas penetraron hasta el alma. Si tan solo pudiera desde lejos oír o recordar mi música insolvente. Tengo que concentrarme, debo hallar la mínima ilación de pensamiento, debo pensar en qué voy a pensar. Sólo residuos de recuerdos, imágenes inertes van bruñendo los bordes del hastío, un vacilante viento que sopla en los adentros donde caducos cántaros capturan el caudal de mí sustancia, dejando abandonada la vaina corroída de mi naturaleza. Superfluos sentidos, ciegas formas, dócil planta del pie ya casi inerte para andar los caminos que se ofrecían varios. Y yo respirándole boca a boca dormido; se me va, se me va yendo lentamente, cada vez es más triste su mirada, no sé si estoy viviendo un mal sueño. Quién es aquel hombre que viene de lejos, su oscura silueta contra el horizonte, quién es aquel hombre. Nevando, nevando está en el castillo, sobre el río, en un árbol escondido canta un pájaro, mirándome suplicante un perro pasa, pobre, viejo, feo y gris, nevando, quién es aquel hombre. En la rama de una acacia, junto a la última hoja seca del verano un botón de primavera, abajo el río se riza. Quién es aquel hombre que viene hacia mí, quién es aquel hombre.
  • 12. 12 Y cómo duele todo lo existido, la luz ociosa, la crueldad del triste, los ecos rotos sobre las ventanas. Abandonó ciudades de la niñez, el frescor vegetal de la fuente que nunca existió, el canto arrogante y resuelto, las olas dibujando contornos aurorales. Consagrada identidad entera cuánto cuestas; sumerge a lo que interroga un fantasma severo, polvo y tierra del hombre, polvo húmedo, orígenes, sucesos, sustancias primordiales, algo vaciado en fraguas ocultas de la entraña, inhóspitas constelaciones, delfines prisioneros en la redoma estrecha, cuánto andrajo de seda, cuánta herrumbre de oro, cuánta nota deshecha, descompuesta en amargos sonidos triturados, excavadoras de ruinas, minas a cielo abierto de ceniza, montes sobre catedrales y palacios, nuevos y dolorosos nacimientos a la muerte, con placentas inscritas en matrices difuntas. Déjame respirar hondamente, hondamente, el perfume de tu cabellera, y hundir en ella mi infortunio, mis vicios de honestidad en mundo corrompido. Es necesario resistir aún más, hasta que en los estantes no queden libros, ni un solo cuadro, ni pueda escucharse música, ni haya caudal preciso para alimentar pájaros, mientras algunas veces, a la hora del periódico me seguirás diciendo: lo peor no lo hemos visto todavía.
  • 13. 13 Señor fiscal: El motivo de mi vivir es ser mi propia y exclusiva fatiga, la condena señalada como levadura del espíritu, la miserable y áspera materia que fermenta a lo largo de mis horas, el dilatado hastío fulgurantemente roto (en ocasiones infrecuentes). Imágenes caducas laten aún en el huésped de mi cuerpo, como hojas de un álbum donde anotamos algo, un teléfono, una dirección que nunca vuelven a mirarse. Cansancio de mí misma, desaliento absoluto con nombre de mujer, amargo encuentro del espacio y del tiempo, ecuación que jamás podré solucionar con racionales métodos, acaso él sí, en su campo de exterminio, como el que estuviera despidiendo de mí, y me valora lenta, pausada, definitivamente. He de pintar de blanco el techo ennegrecido para el regreso a casa, amor mío, toda la tarde pensando en ti, no lo niegues. He guardado en el desván los abrigos del invierno, las botas de lluvia, la bufanda encarnada, qué dolor inservible. La ropa se ha quedado ancha, en Polonia, en Hungría, en Alemania, en Rusia, hasta el transiberiano horadando la nieve, bien estibada raíz de sliwovitza, ráfagas de tus muslos de uniforme, mi mono azul pasado está de moda, cuando en el capitol la rebelión a bordo y ginger rogers entusiasmada de sus falsos clientes, el antepecho del balcón quebrado por la metralla. En el acuárium un teniente de carabineros revolaba su capa al son de salomé con palmas, salomé maría salomé, a los piés de un limonero florecido veinte años que jamás olvidaré.
  • 14. 14 Aunque la mariposa apolo, cleopatra de las ruinas trate de su debida apropiación, sus colores azules de cobalto candente, dirías que es del trópico el respirar frondoso, dirías que el deseo vuela inestable de una fuente a otra, dirías que es el juego trágico de contar los segundos de sesenta y tres años hasta mudar el cuerpo en un segundo inmenso de eternidad enigmática, de integral en las fórmulas fragmentarias del tiempo. Quién será ese viajero pensativo que en la gran sala del aeropuerto mira hacia el frente a través de las encristaladas puertas donde se arremolinan los presagios. De vez en cuando pasa su mano por el pelo blanco, enciende un cigarrillo lentamente, lo deja consumir entre los dedos o lo lleva a sus labios. ¿Se marcha acaso para no volver? No tiene prisa, medita sus enigmas, ni siquiera atiende las instrucciones de los altavoces. ¿Calcula sobre lo imposible? ¿Con las sombras de fuera o las de dentro? ¿O es que regresa a su patria? ¿Pero es que tiene una patria? ¡Quién lo diría! Su lengua ya no sabe formular los términos que fueran mensajes del peligro, la mano es de patética ternura, cual si el alma de un niño la moviera. Voces indiferentes desde el techo anuncian procedencias o destinos, mira el reloj, las cinco y media, presiente los minutos peligrosos, vuelve a mirar, las seis, vuelve a advertir que hay traidoras constelaciones al otro lado del mapa, y ya prefiere un país donde las cosas no tengan nombre y el viento cambie diez veces de rumbo a lo largo de unos minutos.
  • 15. 15 Cuando yo entre en la casa y la encuentre vacía, cuando vea la huella que dejaron tus manos, cuando vuelva a encontrar tus papeles en orden, y esas letras pequeñas, esos números en una cartulina, el último paquete de tabaco con cuatro cigarrillos, cuando intente escribir en tu máquina vieja que solo obedecía a tus manos de niño, cuando callen los pájaros porque tú te marchaste y yo nunca más vuelva a planchar tus camisas, doblar tu ropa limpia, y el lecho nuestro sea un enorme desierto para mi solo cuerpo en las noches de invierno, cuando golpee la lluvia cayendo sobre el techo, cuando ya nunca vuelva a comer con manteles en la mesa redonda donde tú y yo lo hacíamos, y sea en la cocina con un plato cualquiera ante los azulejos amarillos, cuando vea el fantasma de tu cuerpo perdido alejarse en silencio por una calle última y no beses la mano que en sueños te acaricia. Arena, arena y agua, cera de abeja, ceño de guía de la flecha, cerbatana, bajo las lenguas del curare se abre la flor secreta de las lágrimas, Y al recuerdo me vienen en retirada mísera y oblicua cualquiera de tus viajes a la pálida franja del amanecer que iluminaba la alcoba, reluce la camisa blanca sobre tu espalda mientras frente al espejo anudas la corbata, finas arrugas forman tus movimientos en la tela sobre los músculos perfectos de tus hombros, la ropa de la cama revuelta y aún tibia con el calor de un sueño, calzas los zapatos, vistes la chaqueta, abres la nevera para tomarte un vaso de leche. Te inclinas a mí, me besas, ríes por la fuerza de mi abrazo, mi boca recorre tus mejillas frescas del afeitado. Ya habías cerrado la puerta, cómo podría vivir beata tu regreso, comenzaba a arrastrarse el tiempo lento, informe, de tu ausencia, persiguiendo la huella que dejaron tus ademanes en el espacio. Y ahora, en este viaje sin regreso, cómo podré vivir.
  • 16. 16 Señor, por qué nos has abandonado con sus múltiples nombres de pájaro cautivo. Apago mis lágrimas a golpes y parto en dos mi rencor contra el rufián vestido de oro, como una levadura para el día de mañana. Guardo el segundo con su despreciativo y atributo máximo, en mi huelga de hambre y circunstancia, triturando orgullosa los acerados vidrios de trece mil doscientos días de castigo. Anoche soñé contigo y tenía una isla en la mano, era tu cuerpo hermoso como una fortaleza, terciopelo color de oscura miel, musgo tus caricias en torno de mis ojos, y yo quise aferrarme a tu playa desnuda caminando a la aurora por su orilla y solo era la huella de tus dedos armoniosa y fugaz sobre mi cara. Una espada blandida sobre el mapa de Europa, la fundición del bronce en las lenguas del cándalo. ¿Me vienes a buscar para la guerra? Está mi yelmo roto y mi lanza oxidada. Luego, que me entierren vestida y con todas mis armas, walkyria de esperanzas apagadas, ruina aislada no soy en el anónimo de un ordenado mundo, la pequeña porción de un inmenso desastre, de un error increíble. Señor testigo, deje vuestra merced recordarle de nuevo las condiciones previas del entorno, pasto de los sentidos en su laboratorio. Se puede perseguir el pulso de las venas bajo la piel delgada y transpirable, las múltiples fragancias del jazmín y la rosa, en corredor de sombra el paso de las ratas, tan viciosas del hambre primitiva, la desorientación que no recuerda el nombre del toque de silencio donde el habla no existe, la muda lengua quieta y prisionera en el anfiteatro de los dientes, las uñas con tozudez de arranque, qué diligencia de armamento inútil.
  • 17. 17 Crece, crece la hierba entre silencios cautos, las calles se convierten en desiertos furiosos, y aquí mi compañero en su exacto reflejo, indescifrable mundo que se escapa y a quien sería un lujo tratar de convencer. Hubo tiempo sobrado para delimitar con tu él la soledad. Españolito que viniste a mis brazos, yo te guardaré, mi amante corazón será tu españa, mi humilde mano siempre fue tu patria. Acunado en mi pecho como un niño perdido al pie de tanto esfuerzo. Españolito del alma, yo te cerraré los ojos, yo te cruzaré las manos sobre el pecho, yo velaré tu cadáver hasta el fuego. Señores del jurado: Con toda la energía acumulada en una voluntad, a nadie le propongo que reciba la visión inclemente de mis ojos, morirá más tranquilo si sigue siendo ciego. Lego mi corazón a quien lo quiera, estrujará su tiempo, se beberá otra sangre, más le vale sufrir que morir tanto por sostener la cláusula secreta del destino, el fragmento de Dios que aquí me está muriendo, esta defoliación de biologías desde el origen hasta el momento en que mi mano desarmada escribe ante las gentes que penetran y huyen latiéndome vivencias, hechos sobrecogidos en su última célula, que quieren respirarme nuevamente, angustiarme las vísceras, renacerme y morir al hierro y a la hoguera.
  • 18. 18 Amor mío del sedante que no produce efecto, amor mío de la noche en vela, amor mío que acaricia mis rodillas, amor mío quieres que te lea algo, amor mío solo quiero que estés aquí, amor mío pongo algo de música, amor mío solo soy un costal de dolor, amor mío de la cama deshecha y rehecha mil veces, amor mío voy a levantarme, amor mío solo son las cinco, amor mío qué pronto amanece, amor mío estoy muy cansado, amor mío de la triste sonrisa, amor mío de la vacilante mano, amor mío del último beso, amor mío reducido a su propio esqueleto, amor mío cuánto ha crecido en tres días, amor mío hasta que la muerte nos separe. Y solo para eso apartó sus entrañas, hizo un hueco que había de ser ajeno en la profunda intimidad del vientre, fue fabricado el rayo de su certera mirada, dispuesta a contemplar ciudades caudalosas, rembrandts de oro, altísimos vermeers, bosques de pinos arrogantes, crepúsculos cautivos tras de una noble ruina, risas y voluptuosidades en tumulto y el ritmo de la historia adherido a sus pulsos. Y en medio de la noche me pregunto si podré resistir este calvario, este irse consumiendo. Acostada en el suelo me incorporo para escuchar los golpes de su angustiado corazón. Aunque yo esté a su lado, ha de enfrentarse solo con su propia agonía. Y fundirás mis manos con tu última sangre, ambos oscuros signos de los tan incontables personajes trágicos, las sábanas manchadas de la alcoba mortal, ante las cosas mudas, consternadas, soportando el final, solo fulgor y llama que se extinguen, los labios sin palabras, la mano que persigue visiones fluctuantes, atónitas, o frecuenta la forma de mis labios, que se le escapan como un árbol liquido.
  • 19. 19 Aquí está él, mi soberbio alazán que se partió los remos y hubo que rematarlo con un tiro, triunfador, gigantesco, inalcanzable, durante treinta y siete años aplazada su muerte de campo de exterminio, la desintegración exacta en celda de castigo, después de haber cargado sobre sí fuerzas extrañas, circunscripciones interiores, culpas equinocciales de toda dinastía, históricos combates, armadas invencibles y reinas destronadas. Avanza y se detiene en la memoria el tiro por la espalda o la descarga del amanecer, y en su puesto encontraron los guardianes mil pájaros de oro, mil palomas que salieron volando a la infinita libertad del alma, al último contacto con el mundo, la cárcel rota y la prisión burlada.
  • 20. 20
  • 21. 21
  • 22. 22
  • 23. 23
  • 24. 24
  • 25. 25 ÚLTIMA VERSIÓN (1977) Tres días antes de morir empezó a gritar; su silencio, cada vez más audible, me ensordecía. Temblaba la casa toda. Murió gritando, gritando yació toda la noche, muerto, gritando su desmesurado silencio. No logré cerrarle la boca; lo intenté varias veces: El rigor mortal de los músculos había comenzado tres días antes. Gritaba todas las palabras que no dijo, todos sus cautiverios, todos sus exilios, todas sus derrotas, todos sus desprecios. Siguió gritando dentro del féretro cerrado, gritaba en el horno crematorio, y del silencio de su boca salían llamas gritando. Convertido en cenizas, éstas siguen gritando, y su recuerdo vivo que llevo a flor de piel y en mis hondos adentros cada vez grita más, grita, desesperadamente, su silencio.
  • 26. 26
  • 27. 27 1 Inútil es acariciar día tras día la ardiente y suave piel del tigre del verano se va secando la amarilla brasa ciegas noches se alargan ya huyeron los vencejos solo gorriones pasan pasan con su vuelo de seda los árboles se duelen por sus hojas caídas enrolladlas y secas esperando ese viento que llegará a arrancarlas con su frío presagio no acaricias ya más inútilmente la ardiente piel del tigre del verano con sus ojos dorados ha emprendido la marcha hacia otras latitudes por lejanas orillas que arrastran en su espuma despojos de la playa el sol se muere rojo detrás del horizonte y arena fría arena en la playa vacía aguarda la marea que cubra todo rastro solo oirás el mar en una caracola hosco nocturno y trágico
  • 28. 28 2 Comienza a pronunciar lo que te dicte el enigma absoluto que se viene a los labios impulsivo de razón inconexa por dentro cristalina propágase en selváticos racimos de memorias sobre las lejanías aéreas estructuras de áureos firmamentos antecedentes mitológicos tumbas de legendarios agonistas y bandadas migratorias de tribus desaparecidas en mi sangre propicia a todos los hechizos el quíntuple dominio del sentido en esplendor de intimidad y viento
  • 29. 29 3 Oh enemigo de la patria, no preguntes mas al rumor de generaciones que pasan con locura de disputados dioses que a la aurora se mueren contra los ventanales polvorientos el triunfo de la tierra para lo consumido vida llena de aristas precipicios de fuego y de tiniebla que aquí defiendo con bandera propia el pasado tiene fulgores de mineral negro brutalidad y miseria la injusticia bebe aún en copa de oro el zumo de su viña
  • 30. 30 4 Españolito que vienes al mundo te guarde dios tú eres más infortunado te están matando las dos
  • 31. 31 5 Prohibido permitirme el menor despilfarro emocional he de velar sobre la gran muralla y morir en un lejano otoño cuando quemen rastrojos valoro mi vejez que ya se configura en el espejo con todo el esplendor de mundos interiores quien piense lo contrario que tire la primera piedra
  • 32. 32 6 Qué le pasó a ese álamo en la otra orilla de san juan de duero qué le pasó a ese álamo enhiesto todavía pero desnudo de hojas en el pleno verano el río mansamente entre los juncos pasa y refleja su osamenta gris las algas fluctuando su ahogada caballera en la corriente álamo seco de san juan de duero álamo mudo entre el bullicio de sus compañeros ya no escuchará más la canción de su viento llevado por los pájaros
  • 33. 33 7 En cuanto a mí secreta en mi silencio doy los buenos días sonrío lloro hacia dentro con la carga del mar y pienso que lo peor he de sufrirlo sola
  • 34. 34 8 Ay del pescador en la galerna por más que el bienestar le aguarde en casa y al errante holandés siempre en el mar las aguas penetraron hasta el alma si tan solo pudiera desde lejos oír o recordar mi música insolvente tengo que concentrarme debo hallar la mínima ilación de pensamiento debo pensar en qué voy a pensar solo residuos de recuerdos imágenes inertes van bruñendo los bordes de los días un vacilante viento que sopla en los adentros donde caducos cántaros capturan el caudal de mí sustancia dejando abandonada la vaina corroída de mi naturaleza superfluos sentidos ciegas formas dócil planta del pie ya casi inerte para andar los caminos que se ofrecían varios
  • 35. 35 9 Y yo respirándole boca a boca dormido se me va se me va yendo lentamente cada vez es más triste su mirada no sé si estoy viviendo un mal sueño
  • 36. 36 10 Quién es aquel hombre que viene de lejos su oscura silueta contra el horizonte quién es aquel hombre nevando nevando está en el castillo sobre el río en un árbol escondido canta un pájaro mirándome suplicante un perro pasa pobre viejo feo y gris nevando quién es aquel hombre en la rama de una acacia junto a la última hoja seca del verano un botón de primavera abajo el río se riza quién es aquel hombre que viene hacia mí quién es aquel hombre
  • 37. 37 11 Y cómo duele todo lo existido la luz ociosa la crueldad del triste los ecos rotos sobre las ventanas abandonó ciudades de la niñez el frescor vegetal de la fuente que nunca existió el canto arrogante y resuelto las olas limitando contornos aurorales consagrada identidad entera cuánto cuestas sumerge a lo que interroga un fantasma severo polvo y tierra del hombre polvo húmedo orígenes sucesos sustancias primordiales algo vaciado en fraguas ocultas de la entraña inhóspitas constelaciones ríos de luna por calles en cuesta delfines prisioneros en la redoma estrecha cuánto andrajo de seda cuánta herrumbre de oro cuánta nota deshecha descompuesta en amargos sonidos triturados excavadoras de ruinas minas a cielo abierto de ceniza montes sobre catedrales y palacios nuevos y dolorosos nacimientos a la muerte con placentas inscritas en matrices difuntas
  • 38. 38 12 Déjame respirar hondamente hondamente el perfume de tu cabellera y hundir en ella mi infortunio mis vicios de honestidad en mundo corrompido es necesario resistir aún más hasta que en los estantes no queden libros ni un solo cuadro no pueda oírse música ni haya caudal preciso para alimentar pájaros mientras algunas veces a la hora de la cena me seguirás diciendo lo peor no lo hemos visto todavía
  • 39. 39 13 Señor fiscal el motivo de mi vivir es ser mi propia y exclusiva fatiga la condena señalada como levadura del espíritu la miserable y áspera materia que fermenta a lo largo de mis horas el dilatado hastío fulgurantemente roto (en ocasiones infrecuentes) imágenes caducas laten aún en el huésped de mi cuerpo como hojas de un álbum donde anotamos algo un teléfono una dirección que nunca vuelven a mirarse cansancio de mí misma desaliento absoluto en forma de mujer amargo encuentro del espacio y del tiempo ecuación que jamás podré solucionar por racionales métodos acaso él sí en su campo de exterminio como si se estuviera despidiendo de mí y me valora lenta pausada definitivamente
  • 40. 40 14 He de pintar de blanco el techo ennegrecido para el regreso a casa amor mío toda la tarde pensando en ti no lo niegues he guardado en el desván los abrigos del invierno las botas de lluvia la bufanda encarnada qué dolor inservible la ropa se ha quedado ancha en polonia en hungría en alemania en rusia hasta el transiberiano horadando la nieve bien estibada raíz de sliwovitza ráfagas de tus muslos de uniforme mi mono azul pasado está de moda cuando en el capitol la rebelión a bordo y ginger rogers entusiasmada de sus falsos clientes el antepecho del balcón quebrado por la metralla en el acuárium un teniente de carabineros revolaba su capa al son de salomé con palmas salomé maría salomé a los pies de un limonero florecido veinte años que jamás olvidaré
  • 41. 41 15 Aunque la mariposa apolo cleopatra de las ruinas trate de su debida apropiación sus colores azules de cobalto candente dirías que es del trópico el respirar frondoso dirías que el deseo vuela inestable de una fuente a otra dirías que es el juego trágico de contar los segundos de sesenta y tres años hasta mudar el cuerpo en un segundo inmenso de eternidad enigmática de integral en las fórmulas fragmentarias del tiempo
  • 42. 42 16 Quién será ese viajero pensativo que en la gran sala del aeropuerto mira hacia el frente a través de las encristaladas puertas donde se arremolinan los presagios de vez en cuando pasa su mano por el pelo blanco enciende un cigarrillo lentamente lo deja consumir entre los dedos o lo lleva a sus labios se marcha acaso para no volver? no tiene prisa juega sus enigmas ni siquiera atiende las instrucciones de los altavoces calcula sobre lo imposible? con las sombras de fuera o las de dentro? o es que regresa a su patria? pero es que tiene una patria? quién lo diría!
  • 43. 43 su lengua ya no sabe formular los términos que fueran mensajes del peligro la mano es de patética ternura cual si el alma de un niño la moviera voces indiferentes desde el techo anuncian procedencias o destinos mira el reloj las cinco y media advierte los minutos peligrosos vuelve a mirar las seis vuelve a presentir que hay traidoras constelaciones al otro lado del mapa y ya prefiere un país donde las cosas no tengan nombre y el viento cambie diez veces de rumbo a lo largo de unos minutos
  • 44. 44 17 Cuando yo entre en la casa y la encuentre vacía cuando vea la huella que dejaron tus manos cuando vuelva a encontrar tus papeles en orden y esas letras pequeñas esos números en una cartulina el último paquete de tabaco con cuatro cigarrillos cuando intente escribir en tu máquina vieja que solo obedecía a tus manos de niño cuando callen los pájaros porque tú te marchaste y yo nunca más vuelva a planchar tus camisas doblar tu ropa limpia y el lecho nuestro sea un enorme desierto para mi solo cuerpo en las noches de invierno cuando golpee la lluvia cayendo sobre el techo cuando yo nunca vuelva a comer con manteles en la mesa redonda donde tú y yo lo hacíamos y sea en la cocina con un plato cualquiera ante los azulejos amarillos cuando vea el fantasma de tu cuerpo perdido alejarse en silencio por una calle última y no beses la mano que en sueños te acaricia
  • 45. 45 18 Arena arena y agua cera de abeja caño de guía de la flecha cerbatana bajo las lenguas del curare se abre la flor secreta de las lágrimas y al recuerdo me vienen en retirada mísera y oblicua cualquiera de tus viajes a la pálida franja del amanecer que iluminaba la alcoba reluce la camisa blanca sobre tu espalda mientras frente al espejo anudas la corbata finas arrugas forman tus movimientos en la tela sobre los músculos perfectos de tus hombros la ropa de tu lado revuelta y aún tibia con el calor de un sueño calzas los zapatos vistes la chaqueta abres la nevera te inclinas a mí me besas ríes
  • 46. 46 por la fuerza de mi abrazo mi boca recorre tus mejillas frescas del afeitado ya habías cerrado la puerta cómo podría vivir beata tu regreso comenzaba a arrastrarse el tiempo lento informe de tu ausencia persiguiendo la huella que dejaron tus ademanes en el espacio y ahora en este viaje sin regreso cómo podré vivir
  • 47. 47 19 Señor por qué nos has abandonado con sus múltiples nombres de pájaro cautivo apago mis lágrimas a golpes y parto en dos mi rencor contra el rufián vestido de oro como una levadura para el día de mañana guardo el segundo con su despreciativo y atributo máximo en mi huelga de hambre y circunstancia triturando orgullosa los acerados vidrios de trece mil doscientos días de castigo
  • 48. 48 20 Anoche soñé contigo y tenía una isla en la mano era tu cuerpo hermoso como una fortaleza terciopelo color de oscura miel musgo tus caricias en torno de mis ojos y yo quise aferrarme a tu playa desnuda caminando a la aurora por su orilla y solo era la huella de tus dedos armoniosa y fugaz sobre mi cara
  • 49. 49 21 Una espada blandida sobre el mapa de europa la fundición del bronce en las lenguas del cándalo me vienes a buscar para la guerra? está mi yelmo roto y mi lanza oxidada luego que me entierren vestida y con todas mis armas walkyria de esperanzas apagadas ruina aislada no soy en el anónimo de un ordenado mundo la pequeña porción de un inmenso desastre de un error increíble
  • 50. 50 22 Señor testigo deje vuestra merced recordarle de nuevo las condiciones previas del entorno pasto de los sentidos en su laboratorio se puede perseguir el pulso de las venas bajo la piel delgada y transparente las múltiples fragancias del jazmín y la rosa en corredor de sombra el paso de las ratas tan viciosas del hambre primitiva la desorientación que no recuerda el nombre del toque de silencio donde el habla no existe la muda lengua quieta y prisionera en el anfiteatro de los dientes las uñas con tozudez de arranque qué diligencia de armamento inútil
  • 51. 51 23 Crece crece la hierba entre silencios cautos las calles se convierten en desiertos furiosos y aquí mi compañero en su exacto reflejo indescifrable mundo que se escapa y a quien sería un lujo tratar de convencer hubo tiempo sobrado para delimitar con tu él la soledad
  • 52. 52 24 Españolito que viniste a mis brazos yo te guardaré mi amante corazón será tu españa mi humilde mano siempre fue tu patria acunado en mi pecho como un niño perdido al pie de tanto esfuerzo españolito del alma yo te cerraré los ojos yo te cruzaré las manos sobre el pecho yo velaré tu cadáver hasta el fuego
  • 53. 53 25 Señores del jurado con toda la energía acumulada en una voluntad a nadie le propongo que reciba la visión inclemente de mis ojos morirá más tranquilo si sigue siendo ciego lego mi corazón a quien lo quiera estrujará su tiempo se beberá otra sangre más le vale sufrir que morir tanto por sostener la cláusula secreta del destino el fragmento de dios que aquí me está muriendo esta defoliación de biologías desde el origen hasta el momento en que mi mano desarmada escribe ante las gentes que penetran y huyen latiéndome vivencias hechos sobrecogidos en su última célula que quieren respirarme nuevamente angustiarme las vísceras renacerme y morir al hierro y a la hoguera
  • 54. 54 26 Amor mío del sedante que no produce efecto amor mío de la noche en vela amor mío que acaricia mis rodillas amor mío quieres que te lea algo? solo quiero que estés aquí pongo algo de música? solo soy un costal de dolor amor mío de la cama deshecha y rehecha diez veces voy a levantarme amor mío solo son las cinco estoy muy cansado amor mío qué pronto amanece amor mío de la vacilante mano amor mío de la triste sonrisa amor mío del último beso amor mío reducido a su propio esqueleto amor mío cuánto ha crecido en tres días amor mío hasta que la muerte nos separe
  • 55. 55 27 Y solo para eso apartó sus entrañas hizo un hueco que había de ser ajeno en la profunda intimidad del vientre fue fabricado el rayo de su certera mirada dispuesta a contemplar ciudades caudalosas rembrandts de oro altísimos vermeers bosques de pinos arrogantes crepúsculos cautivos tras de una noble ruina risas y voluptuosidades en tumulto y el ritmo de la historia adherido a sus pulsos
  • 56. 56 28 Y en medio de la noche me pregunto si podré resistir este calvario este irse consumiendo minuto tras minuto acostada en el suelo me incorporo mil veces para escuchar los golpes de su angustiado corazón aunque yo esté a su lado ha de enfrentarse solo con su propia agonía
  • 57. 57 29 Y fundirás mis manos con tu última sangre ambos oscuros signos de los tan incontables personajes trágicos las sábanas fatídicas manchadas de la alcoba mortal ante las cosas mudas consternadas altivos soportando el desastre final solo fulgor y llama que se extinguen los labios sin palabras la mano que persigue visiones fluctuantes atónitas o frecuenta la forma de mis labios que se le escapan como un árbol liquido
  • 58. 58 30 Aquí está él mi soberbio alazán que se partió los remos y hubo que rematarlo con un tiro triunfador gigantesco inalcanzable durante treinta y siete años aplazada su muerte de campo de exterminio la desintegración exacta en celda de castigo después de haber cargado sobre sí fuerzas extrañas circunscripciones interiores culpas equinocciales de toda dinastía históricos combates armadas invencibles y reinas destronadas avanza y se detiene en la memoria el tiro por la espalda o la descarga del amanecer y en su puesto encontraron los guardianes mil pájaros de oro mil palomas que salieron volando a la infinita libertad del alma el último contacto con el mundo la cárcel rota y la prisión burlada
  • 59. 59 Concha y Juan Antonio por Hipólito Hidalgo de Caviedes, 1976
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  • 63. 63 Vestales del hogar de recortadas alas vuelo bajo y pálidas constelaciones no propicias hechiceras y esclavas veinticinco horas el peso de la vida a cuestas rutinaria apresuradas abejas de miel ácida suave nieve blanda y moldeable fugazmente vosotras de todas las edades imprecisas las que conmigo os cruzáis en el mercado entre hortalizas lotería de los ciegos reses descuartizadas sangrantes en el mármol pescados muertos a su debido tiempo en horizontes de cocina o humo corazón animoso propiciando talentos o ineptitudes vitalicias con un continuo e interior esfuerzo opacidad de incomprensión sin límites el monedero bien asido en la mano contando las vueltas sumergida en la persona de otros escatimando el peso del ejercicio de la razón y las esperas en las filas pardas para comprar en un papel escrito pues la memoria es necia el poema más prosaico y necesario filetes gallos huesos para el caldo codillo arroz patatas aceitunas naranjas huevos tomates dentífrico papel higiénico subiendo y bajando escaleras para un mejor precio
  • 64. 64 con olor a cebolla fresca recién arrancada y los niños solos en casa de prisa el tiempo corre las aspirinas y tranquilizantes el último no sirve la angustia no cesa habrá llegado el cobrador de algo habré cerrado o no la llave del gas y llegará el del contador y no me encuentra vestales de la aspiradora y las camisas sucias más otras prendas interiores que no quiero nombrar de los juegos de cama planchados en armarios masas amorfas de inocencia tesoros de trapo mantelerías de lagartera no usadas para diario la cotidiana liturgia de mesa puesta vino vasos cubiertos el pan nuestro de cada día dánosle hoy los platos sucios y la marabunta de la cocina cubriendo todas las superficies sartenes cazuelas desperdicios de grasa huesos café con el televisor del vecino voceando anuncios comerciales por fin mediada la tarde se derrumban en cualquier asiento quedan traspuestas y sueñan vidas de privilegio sueldos de doscientas mil pesetas en la memoria de nunca capitales chalés en la playa casas con piscina mayordomo tres doncellas cocinera
  • 65. 65 baño de espuma y traje de noche para cenar con invitados agradables algo que sus manos no han preparado las uñas perfectas por sus pensamientos de humo el vuelo rasante de unos pobres pájaros ese cielo azul aceptado igualmente que la prosperidad y el infortunio gestantes y parturientas enfermeras siempre no hay tiempo de nada pétalos de rosas caídas planchando ordenando cosiendo palomas sin alas a la deriva y el polvo de las cosas viento del verano suspiro del invierno en las manos jabón y detergentes quitando en oleadas visiones para el alma sometida los dientes del peine arañando el dolor de cabeza una gran rama seca entrechoca con otra en el aire flores en la última ventana por la primavera tiempo de secretas fantasías volcán apagado de los sueños de no irás y ya has vuelto cosméticos de colores para acariciar la cara aún soñando con sus bodas la novia muerta van rodando por el calendario de abrir y cerrar ventanas de guardar mantas y limpiar cristales almidonando manteles dulcemente en la barca varada para las grandes fiestas familiares del año en ese tiempo fabrica su mejor armadura
  • 66. 66 vestal y esclava de quienes lentamente succionan secan el metal de su alma en su rueda de días y ella callada siempre sonriente a su muerta belleza añade más pintura y es fiesta el día en que su pelo ceniciento se vuelve rubio o negro con reflejos parlotea como un niño perdido sin motivo especial de vivir para sí el dolor de los muertos olvidados un día cualquiera el bulto de su carne ajada por los partos crianzas y mortajas de los difuntos familiares de la altura derrúmbase suelta su vuelo de campanas muere como un soldado en su puesto trinchera defensiva de pie sin circunstancia excepcional dejando abandonada la casa toda los muertos en sus retratos los vivos en su egoísmo la lista de la compra el monedero el calendario de liturgia cotidiana agujas hilos botones y dedales camisas sin planchar y calcetines rotos y el polvo sobre el polvo sobre el polvo sobre el polvo mutismo de orfandad aquel recinto memoria de su angustia libérrima por fin de hábitos deberes y cansancios.
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