1. Prosperidad
Algunos dicen que en sus congregaciones denominacionales se muestra el Espíritu
Santo a través de los bienes materiales (prosperidad), estas personas creen
fervorosamente que están en el camino correcto; el problemas es que al parecer no
se han dado cuenta de que Jesús está en segundo plano para ellos, porque es
notable que su prioridad es prosperar, tener existo, estar sano y no realmente vivir
conforme a la voluntad del Señor. El origen de la prosperidad en cuanto a bienes
materiales es el dinero y la escritura es muy clara con relación a esto:
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos,
se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora”
(Hebreos 13.5).
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde
ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el
orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19-21).
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro,
o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas” (Mateo 6.24).
“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con eso”. (1 Timoteo 6:8)
En la actualidad, se predica un evangelio distorsionado enfocado en la búsqueda de
la prosperidad material, las iglesias contemporáneas que profesan ser cristianas le
han dado suma importancia a las riquezas olvidándose de las enseñanzas de Jesús
respecto a esto, Él nunca enseñó nada acerca de buscar riqueza o prosperidad, al
contrario, siempre instruyó a sus discípulos en la búsqueda de las cosas
Espirituales, en las cosas eternas, no en las materiales que ciertamente perecerán.
Aún con esto, las iglesias que predican el evangelio de la prosperidad emplean la
palabra de Maestro para acoplarla a una teología falsa que convierte a sus
2. congregantes en empresarios ambiciosos gustosos de vivir cómodamente en los
placeres de este mundo, reposando en sus cuentas bancarias que les dan esa
seguridad que todas las personas buscan y que sin ella no pueden vivir en paz (el
capital). Claramente Cristo dijo: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que
oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa”. (Mateo 13:22) Las riquezas encandilan al hombre
y lo dejan ciego, éstas hacen al ser humano dependiente únicamente del dinero y no
de Dios, tristemente en estos días se ha utilizado el nombre de nuestro Señor para
hacer creer a la gente que si somos hijos del Rey de reyes (“Jesús”) deberíamos
vivir como tales (viviendo como lo hace la nobleza terrenalmente hablando), con
lujos, propiedades, autos último modelo, tarjetas de crédito, ahorros en cuentas
bancarias y todo el afán de este siglo corrupto. No hay diferencia entre aquellos que
viven en pro del capitalismo y aquellos que utilizan la Palabra de Dios para
enriquecerse, en las dos partes la avaricia se ha apoderado de sus vidas.
He aquí un ejemplo de la falsa enseñanza que predica el evangelio de la
prosperidad:
Un pasaje que utilizan es el siguiente:
“Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora
en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y
vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. (Malaquías 3:10).
Ahora viene la falsa explicación fuera de contexto y distorsionada:
[Muchos leen esta promesa y apoyan en ella sus oraciones, sin fijarse en la
condición bajo la cual la bendición es prometida. No podemos esperar que el cielo
sea abierto o que se vacíe la bendición si no pagamos nuestros derechos al Señor
nuestro Dios y a su causa. No habría falta de fondos para propósitos santos si
todos los cristianos de profesión pagasen su debida parte.
Muchos son pobres porque roban a Dios. Muchas iglesias, también, pierden las
visitaciones del Espíritu porque dejan morir de hambre a los siervos del Señor. Si
3. no hay alimento temporal para los siervos de Dios, no podemos maravillarnos de
que su ministerio contenga poco alimento para nuestras almas. Cuando las
misiones decaen por falta de fondos, y la obra del Señor es impedida por una
tesorería vacía, ¿cómo podemos esperar que haya abundante prosperidad de
alma?
¡Vamos, vamos! ¿Qué he dado yo últimamente? ¿He sido mezquino con mi Dios?
¿He escatimado algo a mi Salvador? Esto no puede ser. Que dé yo mi diezmo a mi
Señor Jesús, ayudando a los pobres y a su obra, y entonces experimentaré su
poder para bendecirme en gran escala.
FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.]
(Este ejemplo fue extraído el 25 de abril del 2013 a la 9:30 pm) desde: http://pan
verdadero.blogspot.mx/2013/04/abril-24.html,)
¡No hay peor engaño que éste! Es claro que los predicadores de la prosperidad han
tomado sólo algunos versículos bíblicos, los han sacado de contexto y los han
acoplado a su teología, vemos slogans que dicen “disfruta de los beneficios de ser
cristiano” como si el cristianismo fuera una empresa capitalista enfocada en
enriquecer a las personas. Pero han dejado de lado y no han querido ver versículos
como el siguiente: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida
del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15).
“Un amor ciego a las posesiones ha engañado a muchos. ¿Cómo podrán los ricos
estar preparados o dispuestos a partir de esta tierra [en la persecución] cuando sus
riquezas los encadenan aquí? . . . Por eso, el Señor, el Maestro del bien, les advierte
de antemano (a los ricos), diciendo: „Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme‟. El que no
tuviera nada en este mundo no sería vencido por el mundo. Seguiría al Señor, sin
cadenas, libre, como hicieron los apóstoles... Pero ¿cómo podrán seguir a Cristo
cuando la cadena de la riqueza los estorba? … Ellos creen que poseen, pero en
realidad son ellos una posesión. No son los señores de su riqueza, sino los esclavos
de ella. (Cipriano - 250 d.C.) El fundamento anterior fue escrito por uno de los
4. Primeros Cristianos, quienes vivieron de manera muy literal las enseñanzas y el
mensaje de Jesús. La forma en la que ellos vivían el cristianismo no tenía nada que
ver con la prosperidad material como ahora se predica en la iglesia moderna.
Cipriano era un hombre rico que dio todos sus bienes a los pobres cuando se hizo
cristiano. Después advirtió a los miembros de su congregación acerca de los
peligros de la riqueza. Los cristianos primitivos creían que “Es monstruosidad que
una persona viva en lujo, mientras otras viven en necesidad”. También que “No
debe emplearse la riqueza para satisfacer nuestros propios placeres, sino para
compartirla con los demás”. Porque “La mejor riqueza es la pobreza de deseo y el
verdadero orgullo no consiste en vanagloriarse de las riquezas, sino en
despreciarlas” De modo que “no es rico el que tiene dinero y lo guarda, sino el que
lo reparte. Los que caminan hacia la verdad, deben estar preparados… No
proveyéndose de yuntas, ni de servidores, como lo son los calzados de viaje de los
ricos, que son demasiado pesados… Las riquezas y los bienes de los ricos son una
carga. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)
Miedo a la pobreza
La cultura occidental ha inculcado a la sociedad la idea de que las personas deben
ante todo “tener”, este tipo de de pensamiento materialista dicta que si no tienes no
vales, por ende, las personas viven preocupadas por el dinero, generación tras
generación se enseña a que tienes que luchar para prosperar siguiendo la línea que
el sistema de este mundo ha marcado: estudiar una carrera, obtener un buen
trabajo bien remunerado, invertir capital en algún negocio que reditúe buenas
ganancias y de esa manera asegurar un buen retiro y futuro a las generaciones
venideras, etc. Todo este cumulo de ideas cíclicas provocan el miedo a la pobreza,
hay personas que tienen pavor a la vida humilde materialmente hablando y no
conciben por ningún motivo la idea de desprenderse de sus bienes, su felicidad esta
en el dinero y su amor en las posesiones, sin las cuales, se sienten totalmente
perdidos, “Pero el amor al dinero es el comienzo de todos los males. Sabiendo,
pues, que no trajimos nada a este mundo ni tampoco nos llevaremos nada de él,
aprestémonos con la armadura de la justicia, y enseñémonos primero a andar en el
5. mandamiento del Señor”. (Policarpo - 135 d.C.) Como escribe Policarpo a la luz de
la Escritura en 1 Timoteo 6:7 nada hemos traído a este mundo y nada sacaremos
del mismo, la gente no entiende esta enseñanza tan sencilla y al parecer los
congregantes que se dicen ser cristianos y buscan prosperidad tampoco han
entendido esto o más bien lo han ignorado, he ahí que han dejado en segundo
plano a Jesús. Por lo tanto, dijo Marco Minucio Félix – 200 d.C. “así como quien
recorre un camino avanza más a gusto cuanto más ligero va, del mismo modo es
más feliz en este camino de la vida quien marcha aliviado por la pobreza y no
agobiado bajo el peso de las riquezas. Además, si considerásemos útiles las
riquezas, se las pediríamos a Dios, pues bien aquel a quien todo le pertenece,
podría concedernos bastante. Pero nosotros preferimos despreciar las riquezas que
abrazarlas, anhelamos más la inocencia”.
A quién servimos
Es una contradicción pensar que Cristo quiere que vivamos en prosperidad
material cuando Él mismo a través de sus Sabias Palabras enseñó que las riquezas
ahogan espiritualmente al hombre y a la Palabra Verdadera; El Señor dijo que no
podemos servirle a Él y al mismo tiempo a la riquezas, recordemos que según las
Sagradas Escrituras ninguno puede servir a dos señores. (Mateo 6:24)
Dios pide todo de los que le siguen, aquellos que viven en riqueza no pueden
servirle con todo su ser, porque parte de su corazón está puesto en el dinero.
(Mateo 6:21) Con respecto a esto, otro de los primeros cristianos llamado Lactancio
escribió entre los años 304-313 que “El que desea obtener a Dios, la justicia y la luz,
la vida eterna y todas aquellas cosas que Dios promete a los hombres, tendrá que
despreciar las riquezas, los honores, las órdenes y el gobierno de sí mismo”.
Sin importar lo anteriormente mencionado, los dirigentes de las congregaciones en
donde se predica el evangelio de la prosperidad, no vacilan en engañar a la gente,
ellos les dicen: “vengan, Dios quiere hacerles ricos”, o “Cristo quiere verles
prosperar hermanos”, las personas que ignoran las verdaderas enseñanzas de Jesús
y que viven en el afán del mundo caen muy fácilmente en la trampa. Después de un
6. tiempo de pertenecer a dichas iglesias, cualquier bien material o lujo que obtienen,
lo ven como una bendición o providencia de Dios, poco a poco prosperan y se hacen
más ricos a tal grado de adquirir posesiones que no cualquier persona consigue, su
vida se torna cada vez más cómoda y accesible a cualquier lugar por más caro que
sea. Equivocadamente siguen pensando que el Espíritu Santo se ha mostrado en
sus vidas “con tantas bendiciones” no lo dudan ni por un instante, “es Dios
mostrándose en nuestras vidas” dicen. Pero “Los que nunca han investigado
respecto a la verdad, ni inquirido respecto a la divinidad, sino sólo han creído, y se
han mezclado en negocios y riquezas y amigos paganos y muchas otras cosas de
este mundo; cuantos se dedican a estas cosas, no comprenden las parábolas de
Dios; porque han sido entenebrecidos por sus acciones, y se han corrompido y
hecho infructuosos”. (Hermas - 150 d.C.). “La evidencia de la presencia del Espíritu
Santo no consiste en algún poder para hacer milagros, en alguna experiencia
emocional, o en bienes materiales, sino en una obediencia voluntaria a los
mandamientos de Dios”. (Pablo M. Landis, la frase en cursivas se agregó)
No importan los obstáculos y enriquecerse incluso a costa de los demás, la
ambición crece cada día más, en ese camino de prosperidad se olvidaron de los que
tienen necesidad, también de los que no tienen ni para comerse un pan, y aun más
importante se olvidaron de que Jesús, quien vino a darnos ejemplo de vida, nunca
tuvo posesiones en su andar. (Mateo 8:20)
Los que quieren enriquecerse
Como ya mencionamos se ha utilizado el nombre de Cristo para justificar
falsamente que las riquezas son una bendición, y que se ha usado la Palabra de
manera distorsionada para engañar a las personas que no conocen el verdadero
mensaje del Señor Jesús. Sin embargo no hace falta indagar tanto para darse
cuenta de lo que Dios dice acerca de los que viven para buscar riquezas, la Escritura
es muy clara con respecto a esto, en la biblia encontramos que “los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que
hunden a los hombres en destrucción y perdición”. (1 Timoteo 6:9) El final para
7. aquellos que basan su vida en las cosas que poseen y que se han dedicado a hacer
tesoros aquí en la tierra es la perdición de sus almas; peor aun será el castigo eterno
para aquellos que utilizaron de manera equivocada la Palabra para justificar su vida
basada en la prosperidad material. Clemente de Alejandría – 195 d.C. dijo que “La
riqueza puede, sin la ayuda de nada, corromper el alma de aquellos que la poseen y
extraviarlos del camino de la salvación. Cristo describió la riqueza como “un peso
del que debemos despojarnos,” el cual debemos echar de nosotros como una
enfermedad peligrosa y fatal”. El hombre se ha corrompido por las riquezas, y no se
ha dado cuenta de que los lujos y los goces pasajeros serán su ruina. Marco Minucio
Félix también escribió: “¿Eres rico? No conviene fiarse de la riqueza y, además, las
muchas provisiones no son una ayuda para el breve camino de la vida, sino una
carga”. Se han enseñado doctrinas ajenas a la verdad de Dios, el hombre ha
distorsionado la sana doctrina de Jesús, sus mandatos no están en tan sólo algunos
versículos que las personas toman para acoplarnos a sus vidas por conveniencia,
somos más bien nosotros los que nos tenemos que acoplar a la voluntad del
Creador. Debemos tomar en cuenta “toda la Escritura”.
Jesús dijo: “! Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen
riquezas! Y! cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las
riquezas!” (Marcos 10:23,24)
Por Pedro Santos