c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
16 Tesoro Escondido El regreso de Jesús
1.
2. El tesoro escondido
44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en
un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por
ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Mateo 13:44
3.
4. 8 "El Mayor Tesoro"
"ADEMÁS, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual
hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo".
En los tiempos antiguos, los hombres acostumbraban esconder sus tesoros en la tierra.
Los robos eran frecuentes, y cuando quiera que hubiese un cambio en el poder
gobernante, los que tenían grandes posesiones estaban expuestos a que se les aplicasen
pesados tributos. Por otra parte, el país estaba en constante peligro de ser invadido por
ejércitos merodeadores. Por consiguiente, los ricos trataban de preservar sus riquezas
ocultándolas, y la tierra era considerada como un seguro escondite. Pero a menudo se
olvidaba el lugar en que se había escondido el tesoro; la muerte podía arrebatar al
dueño; el encarcelamiento o el destierro podían alejarlo de su tesoro, y la riqueza cuya
preservación le había costado tanto trabajo, era dejada para la persona afortunada que
la encontrase. En los días de Cristo no era raro descubrir en un terreno descuidado
viejas monedas y ornamentos de oro y plata.
5. Un hombre alquila un terreno para cultivarlo, y mientras ara la tierra con sus
bueyes, desentierra un tesoro. En seguida ve que una fortuna se halla a su
alcance. Restituyendo el oro a su escondite, regresa a casa y vende todo lo que
tiene para comprar el terreno que contiene el tesoro. Su familia y sus vecinos
piensan que procede como un loco. No ven valor alguno en ese terreno
descuidado. Pero el hombre sabe lo que hace, y cuando tiene el título del campo,
revuelve cada parte de él para encontrar el tesoro que ha conseguido.
Esta parábola ilustra el valor del tesoro celestial y el esfuerzo que deberíamos
hacer para obtenerlo. El que encontró el tesoro en el campo estaba listo para
abandonar todo lo que tenía y realizar una labor incansable, a fin de obtener las
riquezas ocultas. Así el que halla el tesoro celestial no debe considerar ningún
trabajo demasiado grande y ningún sacrificio demasiado caro para ganar los
tesoros de la verdad.
6. En la parábola, el campo que contiene el tesoro representa las Sagradas
Escrituras. Y el Evangelio es el tesoro. La tierra misma no se halla tan
entretejida de vetas de oro ni está tan llena de cosas preciosas como sucede
con la Palabra de Dios.
Cómo fue escondido
Se dice que los tesoros del Evangelio están escondidos. Aquellos que son
sabios en su propia estima, los que están hinchados por la enseñanza de la
vana filosofía, no perciben la hermosura, el poder y el misterio del plan de la
redención. Muchos tienen ojos, pero no ven; tienen oídos, pero no oyen;
tienen intelecto, pero no disciernen el tesoro escondido.
7. Un hombre podría pasar por el lugar donde había sido escondido el tesoro.
Estando en horrible necesidad, podría sentarse a descansar al pie de un árbol, no
sabiendo nada de las riquezas escondidas entre sus raíces. Tal ocurrió con los
judíos. Cual áureo tesoro, la verdad había sido confiada al pueblo hebreo. El
sistema de culto judaico, que llevaba la firma celestial, había sido instituido por
Cristo mismo. Las grandes verdades de la redención se hallaban veladas tras los
tipos y los símbolos. Sin embargo, cuando Cristo vino, no reconocieron a Aquel a
quien señalaban todos los símbolos. Tenían la Palabra de Dios en su poder; pero
las tradiciones que habían pasado de una generación a otra y la interpretación
humana de las Escrituras, escondieron de su vista la verdad tal cual es en Jesús.
La significación espiritual de los Sagrados Escritos se perdió. El lugar donde
estaba atesorado todo el conocimiento les estaba abierto, pero
no lo sabían.
8. Dios no esconde su verdad de los hombres. Por su propia conducta, ellos la
oscurecen para sí mismos. Cristo dio al pueblo judío abundantes evidencias de que
era el Mesías; pero su enseñanza exigía un cambio decidido en sus vidas. Ellos
vieron que si recibían a Cristo debían abandonar sus máximas y tradiciones
favoritas y sus prácticas egoístas e impías. Exigía un sacrificio el recibir la
verdad invariable y eterna. Por lo tanto, no admitieron la más concluyente
evidencia que Dios pudo dar a fin de establecer la fe en Cristo. Profesaban creer
en las Escrituras del Viejo Testamento, y sin embargo rehusaron aceptar el
testimonio que contenían con respecto a la vida y el carácter de Cristo. Temían
ser convencidos, no fuera que se convirtieran y se vieran impelidos a
abandonar sus opiniones preconcebidas. El tesoro del Evangelio, el Camino, la
Verdad y la Vida estaba entre ellos, pero rechazaron la dádiva más grande que los
cielos pudieran conceder.
9. "Aun de los príncipes, muchos creyeron en él -leemos-, mas por causa de los
fariseos no le confesaban, por no ser echados de la sinagoga".* Estaban
convencidos. Creían que Jesús era el Hijo de Dios; pero el confesarlo no
estaba de acuerdo con sus ambiciosos deseos. No tenían la fe que podría
haberles conseguido el tesoro celestial.
Estaban buscando tesoro mundanal. Y los hombres de nuestros días están
buscando afanosamente los tesoros terrenales. Su mente está llena de
pensamientos egoístas y ambiciosos. Por ganar las riquezas, el honor o el
poder mundanos, colocan las máximas, las tradiciones y los mandamientos de
los hombres por encima de los requisitos de Dios. Las riquezas de su
Palabra se hallan ocultas a estas personas.
10. "El hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han
de examinar espiritualmente". *
"Si nuestro Evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden está encubierto: en los cuales el dios de este siglo cegó
los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca
la lumbre del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios".*
11. El valor del tesoro
El Salvador vio que los hombres estaban absortos en conseguir ganancias y
perdían de vista las realidades eternas. Intentó corregir este mal. Trató de
romper el hechizo infatuador que paralizaba el alma. Elevando su voz clamó:
"¿De qué aprovecha al hombre, si granjeara todo el mundo, y perdiere su alma?
O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?"* Cristo presenta ante la
humanidad caída el mundo más noble que ha perdido de vista, a fin de que
contemplen las realidades eternas. Los transporta hasta los umbrales del
Infinito, resplandeciente con la indescriptible gloria de Dios, y les muestra allí
el tesoro.
El valor de este tesoro es superior al oro o la plata. Las riquezas de las
minas de la tierra no pueden compararse con él.
12. "El abismo dice: No está en mí:
Y la mar dijo: Ni conmigo.
No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata.
No puede ser apreciada con oro de Ophir,
Ni con ónique precioso, ni con zafiro. 79
El oro no se le igualará, ni el diamante;
Ni se trocará por vaso de oro fino.
De coral ni de perlas no se hará mención:
La sabiduría es mejor que piedras preciosas".*
Este es el tesoro que se encuentra en las Escrituras. La Biblia es el gran libro de
texto de Dios, su gran educador. El fundamento de toda ciencia verdadera se halla en la
Biblia. Cada rama del conocimiento puede ser hallada escudriñando la Palabra de
Dios.
Y sobre toda otra cosa contiene la ciencia de todas las ciencias, la ciencia de la
salvación. La Biblia es la mina de las inescrutables riquezas de Cristo.
13. La verdadera educación superior se obtiene estudiando y obedeciendo la
Palabra de Dios. Pero cuando la Biblia se deja de lado en beneficio de libros
que no conducen a Dios y al reino de los cielos, la educación adquirida es una
perversión de ese nombre.
Hay en la naturaleza verdades maravillosas. La tierra, el mar y el cielo están
llenos de verdad. Son nuestros maestros. La naturaleza hace oír su voz en
lecciones de sabiduría celestial y verdad eterna. Pero el hombre caído no
entenderá. El pecado ha nublado su visión, y por sí mismo no puede
interpretar la naturaleza sin colocarla por encima de Dios. Las lecciones
correctas no pueden impresionar la mente de aquellos que rechazan la
Palabra de Dios. La enseñanza de la naturaleza se halla tan pervertida
por ellos que aparta la mente del Creador.
14. Muchos enseñan que la sabiduría del hombre es superior a la sabiduría del divino Maestro, y se
considera al libro de texto de Dios como anticuado, pasado de moda y carente de interés. Pero
no lo consideran así aquellos que han sido vivificados por el Espíritu Santo. Ellos ven el
inapreciable tesoro, y lo venderían todo para comprar el campo que lo contiene. En vez de los
libros que contienen las suposiciones de los autores reputados como grandes, eligen la Palabra
de Aquel que es el mayor autor y el mayor maestro que jamás haya conocido; que dio su vida por
nosotros, a fin de que por su medio tuviésemos vida eterna.
Resultados de descuidar el tesoro
Satanás obra en las mentes de los hombres, que los induce a pensar que hay conocimientos
maravillosos que pueden ser adquiridos fuera de Dios. Mediante razonamientos engañosos, él
indujo a Adán y Eva a dudar de la palabra de Dios, y a colocar en su lugar una teoría que los
guió a la desobediencia. Y sus sofismas están haciendo hoy lo que hicieron en el Edén. Los
maestros que mezclan con la educación que dan, los sentimientos de autores incrédulos,
siembran en la mente de la juventud pensamientos que los inducirán a desconfiar de Dios y
transgredir su ley. Poco saben ellos lo que hacen. poco se dan cuenta de cuál será el resultado
de su obra
15. Un estudiante puede cursar todos los grados de las escuelas y colegios de
nuestra época. Puede dedicar todas sus facultades a adquirir conocimientos.
Pero a menos que tenga un conocimiento de Dios, a menos que obedezca las
leyes que gobiernan su ser, se destruirá a sí mismo. Por hábitos erróneos
pierde la facultad de valorarse. Pierde el dominio propio. No puede razonar
correctamente acerca de los asuntos que más íntimamente le conciernen. Es
descuidado e irracional en la forma de tratar su mente y su cuerpo. Por hábitos
erróneos, se arruina. No puede obtener la felicidad; pues su descuido en el
cultivo de los principios puros y sanos lo colocan bajo el dominio de los hábitos
que destruyen su paz. Sus años de estudio abrumador se pierden, por que se
ha destruido a sí mismo. Ha empleado mal sus facultades físicas y mentales, y el
templo de su cuerpo se halla en ruinas. Está arruinado para esta vida y para la
venidera. Pensó obtener un tesoro adquiriendo conocimiento y sabiduría
terrenales; pero por dejar a un lado la Biblia sacrificó su tesoro que vale
más que cualquier otra cosa.
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23. Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que
me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
San Juan 8:12