Este poema habla sobre aceptar el dolor y la pérdida como parte de la vida. Aconseja no culpar a Dios por el sufrimiento y aprender a vivir con las cicatrices que dejan las ausencias. Aunque a veces parezca que estamos condenados a sufrir, el poema dice que mientras unos lloran, otros ríen, porque el nacimiento y la muerte son parte natural del ciclo de la vida. Finalmente, invita a no intentar comprender lo incomprensible y a encontrar paz entregando lo mejor de uno mismo