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El cartel
El Mediterráneo cubre una extensión de unos 2.510.000 km2. Tiene una longitud de este a oeste de 3.860 km y una anchura máxima de 1.600 km. En general poco profundo 1.370 m de media, el Mediterráneo alcanza una profundidad máxima de 5.121 m frente a la costa sur de Grecia.    
El Mediterráneo se puede considerar la suma de diferentes mares que continúan conservando su nombre a través de los siglos; Mar Jónico, está localizado desde el sur de Italia a Grecia.   Mar Tirreno, localizado entre Cerdeña y Nápoles aprox.   Mar de Liguria, abarca desde Niza en Francia y costa noroeste de Italia.   Mar Adriática, Toda la costa este de Italia y la antigua Yugoslavia y Albania.   Mar Egeo, entre costa oeste de Turquía Las Cícladas y Tesalónica en Grecia.   Mar de Creta, como su propio nombre indica entre Creta y las islas Cícladas
El Mar Mediterráneo es un mar interior de Europa, Asia y Africa, unido al océano Atlántico en su extremo occidental por el estrecho de Gibraltar. Conocido por los romanos como el Mare Nostrum "Mar Nuestro", el Mediterráneo es casi un mar cerrado. Tiene una gran importancia política como salida marítima para los países de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a través del Bósforo, el mar de Mármara, los Dardanelos y el mar Negro, y para el acceso de Europa y América al petróleo de Libia, Argelia y de la región del golfo Pérsico a través del canal de Suez y los oleoductos terrestres.
El Mediterráneo baña las costas de estos países:     España, Francia, Italia, Croacia, Albania, Grecia y Turquía en la costa norte,     Líbano, Siria e Israel en el este,      Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos en el sur.
El atún, su representante  Descritos por Aristóteles hace 2.000 años, los atunes han sido siempre una de las especies más conocidas y apreciadas en el Mediterráneo. Estos peces de gran tamaño, que pueden superar los 600 kilos de peso, realizan a lo largo de su vida largas migraciones, y se localizan preferentemente en todo el Atlántico norte y en el Mediterráneo.
El atún desde la antigüedad fue muy apreciado en todo el Mediterráneo. Aristóteles cuenta que se decía que los Fenicios, desde Cádiz, viajaban con vientos del este por cuatro días más allá de los pilares de Hércules hasta un sitio con muchas algas y donde se encontraban en extraordinaria cantidad atunes de increíble tamaño, que una vez pescados, los preservaban, los ponían en jarros y los llevaban a Cartago, donde no sólo lo consumían ya que era muy apreciado como una delicadez epicúrea, sino que de allí lo exportaban por todo el Mediterráneo.
Sobre el atún se estableció una verdadera mitología precisamente difundida por Aristóteles que le dedicó gran interés y que duraría por más de 1.000 años.  Decía que llegaba a pesar hasta seiscientos kilos durante su vida que duraba dos años y que desovaba en el Mar Negro adonde el pez llegaba manteniendo la tierra a la vista con la ayuda de la poderosa vista de su ojo derecho. Asimismo que dormía tan profundamente que ni siquiera un arpón lo despertaría, que en ese caso, sonámbulo se hundiría para flotar y hundirse nuevamente, lo que hacía que fuera difícil de pescar, especialmente los más jóvenes pues a los más grandes los excitaba un pequeño gusano o escorpión, el "asillo", que se les adhería a las aletas en ciertas épocas del año que coincidían precisamente con la época pico del desove cuando era más vulnerable.  
Fue en cierto modo un catalizador de la civilización, en algunos casos los puertos sobre los arrecifes de esas costas desde Gilbraltar hasta el Mar Negro y el Imperio Oriental de Bizancio, donde los observadores en sitios altos podían ver las migraciones de ellos y avisaban a los pescadores para que desplegaran sus redes, dieron origen a la formación de ciudades y fue tan importante por su valor comercial que estaba grabado en viejas monedas Púnicas.
KAVAFISVIAJE A ITACA Cuando salgas para hacer el viaje hacia Ítacahas de rogar que el camino sea largo,lleno de aventuras, lleno de conocimiento.Has de rogar que el camino sea largo,que sean muchas las madrugadasque entrarás en un puerto que tus ojos ignorabany vayas a ciudades a aprender de los que saben. Ten siempre en el corazón la idea de Ítaca.Has de llegar a ella, es tu destino,pero no fuerces nada la travesía.Es preferible que dure muchos años,que seas viejo cuando fondees en la isla,rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino,sin esperar a que te dé más riquezas. Ítaca te ha dado el bello viaje,sin ella no habrías salido.Y si la encuentras pobre, no es que Ítacate haya engañado. Sabio como ya eres,sabrás lo que significan las Ítacas.
Cuando emprendas tu viaje a Itacapide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.  Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.  Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca.  Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.  Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
¿Duende?
Con respecto a la etimología de la palabra “duende”, indica que la palabra proviene del latín domus, que significa “casa”. Vale con el significado de “doméstico” o “casero” y alude a aquellos espíritus traviesos que viven dentro de las casas. La descripción más temprana de los duendes proviene de la mitología nórdica. De allí se conserva el nombre “álfar”, aunque la creencia en estas criaturas maravillosas era muy común entre las tribus germánicas y los antiguos escandinavos. Otra explicación: Un duende es una criatura mítica perteneciente a la mitología pagana germánica que todavía sobrevive en el folclore de Europa del norte. En la mitología de los nórdicos, estas criaturas eran originalmente consideradas como una raza de dioses de la naturaleza y de la fertilidad, aunque de menor importancia.  Los duendes son representados a menudo como hombres y mujeres jóvenes de gran belleza que viven en bosques y otros lugares naturales subterráneos, así como en pozos y fuentes.
Los duendes parecen compartir muchas características con los seres humanos, con la diferencia de que aquéllos son siempre muy hermosos.  Suele aludirse a estas criaturas como seres semi-divinos asociados a la fertilidad y al culto de los antepasados. Se los relaciona con la creencia animista y espiritista de la naturaleza y de los difuntos, muy común en casi todas las religiones humanas. Allí se remonta la vieja creencia nórdica en los fylgjur y vörðar, espíritus protectores.
La palabra duende es una contracción del castellano antiguo duen de casa (dueño de la casa) Duendes son espíritus o fantasmas que habitan en una casa. La palabra duende es una contracción del castellano antiguo /"duen de casa"/ ("dueño de una casa").
El origen remoto de la palabra "duende" es la raíz indogermánica /demd/ que designaba lo relacionado con la casa u hogar. De ahí /domicilio/ e incluso *Don* en castellano.  El duende es ese genio que inspira al cante flamenco. ,[object Object],[object Object]
Es interesante constatar que en la lengua sueca existe la palabra tomte/, que designa exactamente lo mismo que ese duende en español. El tomte/ sueco es una figura de carácter mágico que protege el hogar. Pero también se aplica a una manera especial de comportamiento. "Eres un duende", decimos a un niño que anda enredando con ideas y actividades fuera de lo corriente. También los suecos dicen a los niños: "/Du är en tomte"/ (Eres un duende).
Han sido retratados como seres longevos o inmortales que gozan de energías mágicas innatas. Después del éxito de la obra épica de  J.R.R. Tolkien “El señor de los anillos”, donde existen personas sabias y angelicales llamadas duendes, estas criaturas juegan un rol cultural significativo y se han convertido en personajes obligados de la fantasía
Los duendes pueden ser clasificados en “duendes” y “elfos”. Cualidades extraordinarias asociadas a los duendes se califican a través de los adjetivos elfo o elfin, que significa “mágico”.  Con respecto a la pronunciación, la v de “elven” se refiere a los duendes clasificados como humanos (se les dice así por su menor estatura, y son propios de la mitología vikinga) mientras que la f en “elfin” alude a los elfos minúsculos (asociados fundamentalmente al folklore del Renacimiento y del Romanticismo).
Duendes y elfos adquieren también los siguientes nombres:- En Alemania: Elfen, Elben.- En Gran Bretaña: addler(aunque el vocablo ha quedado obsoleto). - En Países Bajos: Elfen, Alfen, Elven. - En Dinamarca: alfer, elvere, elverfolk, ellefolk o huldrer. - En Islandia: álfar, álfafólk y huldufólk (significa “gente que se oculta”). - En Noruega: alver, alfer o elvefolk. - En Suecia: alfer, alver o älvor (Älvor es también atribuido a las hadas). - En Italia: elfo o fata (Fata se atribuye solamente a las hadas).
Tras numerosos debates, el consenso de duende es álf mientras que las palabras relacionadas derivan de la raíz proto-indo-europea albh, que significa “blanco”. De allí surgió la voz latina albus para el color blanco, que se usa también en portugués. En la lengua inglesa ha adquirido la forma de albino.
¿Qué es el duende?
"El muletazo que brota pringado en duende es siempre, siempre, una revelación de la divinidad, un túnel o agujero que momentáneamente une a dos mundos incomunicados y extraños entre si (...) El Duende surge cuando el hombre pisa durante esa milésima de segundo territorios del más allá.“ Joaquín Albacín
"...cuando el quite es melodía y el trincherazo poesía..."
cuando el olé se queda atrapado en la garganta y sale humedecido por los ojos.
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Al terminar esta fundamentación quedará claro el concepto de este diseño que por ahora explicito como:El duende se adueña de la casa, significada aquí como el cuerpo del artista. El duende está ahí, escondido, a la vista de todos, pero en la mirada de unos pocos…y en el sentimiento de todos, todos lo perciben, pocos pueden discriminarlo, pero sienten la emoción…
Algunas Apostillas de Ortega
Vivir La mayor parte de los hombres no hacemos sino querer en el sentido económico de la palabra: resbalamos de objeto en objeto, de acto en acto, sin tener el valor de exigir a ninguna cosa que se ofrezca como fin a nosotros. Hay un talento del querer, como lo hay del pensar, y son pocos los capaces de descubrir por encima de las utilidades sociales que rigen nuestros movimientos, que nos imponen esta o aquella actitud, su querer personalísimo.Solemos llamar vivir a sentirnos empujados por las cosas en lugar de conducirnos por nuestra propia mano.
Arte La verdadera emoción estética, sólo se produce en quien no está dispuesto a tenerla y no ha preformado el gesto de admiración. Se hace uno el siguiente razonamiento: si, en efecto, hay tantas cosas bellas como se dice, una de dos: o su belleza nos mataría de tanto conmovernos, o es la belleza una sustancia tan tibia e inocua que no merece la pena de hablar de ella. Yo creo que se ha perdido el sentido del arte a fuerza de multiplicarlo y abaratarlo. Cuánto mejor considerar el arte como una aventura que sobreviene alguna que otra vez, muy raramente. Por lo pronto es una sorpresa. Vamos por la vida ocupados en nuestros asuntos y de repente algo nos arrebata, nos saca de nuestro quicio, nos infunde un frenesí, nos arrastra como el vendaval divino a los profetas hacia una localidad extramundana. No hay arte sin éxtasis en el sentido más riguroso de la palabra, que es “estar fuera de sí”.
Lo Esencial Cuando no sabemos bien qué hacer, lo mejor que podemos hacer es ser sinceros, esto es, cumplir con intensidad la tarea que la hora nos presenta. Si lo hacemos hondamente, seriamente, estemos seguros de que toparemos con algo esencial. Y lo esencial es siempre actual.
El duende del Mediterráneo
Federico García Lorca Conferencias Teoría y juego del duende.
El ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel.  El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza. El ángel del camino de Damasco y el que entró por las rendijas del balconcillo de Asís, o el que sigue los pasos de Enrique Susson, ordena y no hay modo de oponerse a sus luces, porque agita sus alas de acero en el ambiente del predestinado.
La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relativamente poco, porque ya está lejana y tan cansada (yo la he visto dos veces), que tuve que ponerle medio corazón de mármol. Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda.
Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas (Hesíodo aprendió de ellas). Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.
Y rechazar al ángel y dar un puntapié a la musa, y perder el miedo a la fragancia de violetas que exhale la poesía del siglo XVIII y al gran telescopio en cuyos cristales se duerme la musa enferma de límites.  La verdadera lucha es con el duende.
Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún; o que desnuda a Mosén Cinto Verdaguer con el frío de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el páramo de Ocaña, o viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, o pone ojos de pez muerto al conde Lautréamont en la madrugada del boulevard.
Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende. Ellos engañan a la gente y pueden dar sensación de duende sin haberlo, como os engañan todos los días autores o pintores o modistas literarios sin duende; pero basta fijarse un poco, y no dejarse llevar por la indiferencia, para descubrir la trampa y hacerle huir con su burdo artificio.
La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro, que llega a producir un entusiasmo casi religioso.
En toda la música árabe, danza, canción o elegía, la llegada del duende es saludada con enérgicos "¡Alá, Alá!", "¡Dios, Dios!", tan cerca del "¡Olé!" de los toros, que quién sabe si será lo mismo; y en todos los cantos del sur de España la aparición del duende es seguida por sinceros gritos de "¡Viva Dios!", profundo, humano, tierno grito de una comunicación con Dios por medio de los cinco sentidos, gracias al duende que agita la voz y el cuerpo de la bailarina, evasión real y poética de este mundo, tan pura como la conseguida por el rarísimo poeta del XVII Pedro Soto de Rojas a través de siete jardines o la de Juan Calímaco por una temblorosa escala de llanto.
Naturalmente, cuando esa evasión está lograda, todos sienten sus efectos: el iniciado, viendo cómo el estilo vence a una materia pobre, y el ignorante, en el no sé qué de una autentica emoción.
Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.
Muchas veces el duende del músico pasa al duende del intérprete y otras veces, cuando el músico o el poeta no son tales, el duende del intérprete, y esto es interesante, crea una nueva maravilla que tiene en la apariencia, nada más, la forma primitiva.
Todas las artes, y aun los países, tienen capacidad de duende, de ángel y de musa; y así como Alemania tiene, con excepciones, musa, y la Italia tiene permanentemente ángel, España está en todos tiempos movida por el duende, como país de música y danza milenaria, donde el duende exprime limones de madrugada, y como país de muerte, como país abierto a la muerte.
En todos los países la muerte es un fin. Llega y se corren las cortinas. En España, no. En España se levantan. Muchas gentes viven allí entre muros hasta el día en que mueren y los sacan al sol. Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo: hiere su perfil como el filo de una navaja barbera. El chiste sobre la muerte y su contemplación silenciosa son familiares a los españoles. Desde El sueño de las calaveras, de Quevedo, hasta el Obispo podrido, de Valdés Leal, y desde la Marbella del siglo XVII, muerta de parto en mitad del camino, que dice:
La sangre de mis entrañas cubriendo el caballo está. Las patas de tu caballo echan fuego de alquitrán... al reciente mozo de Salamanca, muerto por el toro, que clama:  Amigos, que yo me muero; amigos, yo estoy muy malo. Tres pañuelos tengo dentro y este que meto son cuatro...
Las cabezas heladas por la luna que pintó Zurbarán, el amarillo manteca con el amarillo relámpago del Greco, el relato del padre Sigüenza, la obra íntegra de Goya, el ábside de la iglesia de El Escorial, toda la escultura policromada, la cripta de la casa ducal de Osuna, la muerte con la guitarra de la capilla de los Benaventes en Medina de Rioseco, equivalen a lo culto en las romerías de San Andrés de Teixido, donde los muertos llevan sitio en la procesión, a los cantos de difuntos que cantan las mujeres de Asturias con faroles llenos de llamas en la noche de noviembre, al canto y danza de la sibila en las catedrales de Mallorca y Toledo, al oscuro In Recort tortosino y a los innumerables ritos del Viernes Santo, que con la cultísima fiesta de los toros forman el triunfo popular de la muerte española. En el mundo, solamente Méjico puede cogerse de la mano con mi país.
La Muerte, El Ángel, La Musa y El Duende Cuando la musa ve llegar a la muerte cierra la puerta o levanta un plinto o pasea una urna y escribe un epitafio con mano de cera, pero en seguida vuelve a rasgar su laurel con un silencio que vacila entre dos brisas. Bajo el arco truncado de la oda, ella junta con sentido fúnebre las flores exactas que pintaron los italianos del xv y llama al seguro gallo de Lucrecio para que espante sombras imprevistas.  Cuando ve llegar a la muerte, el ángel vuela en círculos lentos y teje con lágrimas de hielo y narciso la elegía que hemos visto temblar en las manos de Keats, y en las de Villasandino, y en las de Herrera, y en las de Bécquer y en las de Juan Ramón Jiménez. Pero ¡qué horror el del ángel si siente una arena, por diminuta que sea, sobre su tierno pie rosado!
En cambio, el duende no llega si no ve posibilidad de muerte, si no sabe que ha de rondar su casa, si no tiene seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos y que no tienen, que no tendrán consuelo.  Con idea, con sonido o con gesto, el duende gusta de los bordes del pozo en franca lucha con el creador. Ángel y musa se escapan con violín o compás, y el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre.
La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.
Hemos dicho que el duende ama el borde, la herida, y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo superior a sus expresiones visibles.
Parece como si todo el duende del mundo clásico se agolpara en esta fiesta perfecta, exponente de la cultura y de la gran sensibilidad de un pueblo que descubre en el hombre sus mejores iras, sus mejores bilis y su mejor llanto. Ni en el baile español ni en los toros se divierte nadie; el duende se encarga de hacer sufrir por medio del drama, sobre formas vivas, y prepara las escaleras para una evasión de la realidad que circunda.
El duende opera sobre el cuerpo de la bailarina como el aire sobre la arena. Convierte con mágico poder una muchacha en paralítica de la luna, o llena de rubores adolescentes a un viejo roto que pide limosna por las tiendas de vino, da con una cabellera olor de puerto nocturno, y en todo momento opera sobre los brazos con expresiones que son madres de la danza de todos los tiempos.
En los toros adquiere sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar, por un lado, con la muerte, que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida, base fundamental de la fiesta.  El toro tiene su órbita; el torero, la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego.  Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística.  El torero que asusta al público en la plaza con su temeridad no torea, sino que está en ese plano ridículo, al alcance de cualquier hombre, de jugarse la vida; en cambio, el torero mordido por el duende da una lección de música pitagórica y hace olvidar que tira constantemente el corazón sobre los cuernos.
Pero imposible repetirse nunca, esto es muy interesante de subrayar. El duende no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca.
El duende que llena de sangre, por vez primera en la escultura, las mejillas de los santos del maestro Mateo de Compostela, es el mismo que hace gemir a San Juan de la Cruz o quema ninfas desnudas por los sonetos religiosos de Lope.
El duende que levanta la torre de Sahagún o trabaja calientes ladrillos en Calatayud o Teruel es el mismo que rompe las nubes del Greco y echa a rodar a puntapiés alguaciles de Quevedo y quimeras de Goya.
Cuando llueve saca a Velázquez enduendado, en secreto, detrás de sus grises monárquicos; cuando nieva hace salir a Herrera desnudo para demostrar que el frío no mata; cuando arde, mete en sus llamas a Berruguete y le hace inventar un nuevo espacio para la escultura.  La musa de Góngora y el ángel de Garcilaso han de soltar la guirnalda de laurel cuando pasa el duende de San Juan de la Cruz, cuando  El ciervo vulnerado por el otero asoma.
Duende de Quevedo y duende de Cervantes, con verdes anémonas de fósforo el uno, y flores de yeso de Ruidera el otro, coronan el retablo del duende de España.  Cada arte tiene, como es natural, un duende de modo y forma distinta, pero todos unen raíces en un punto de donde manan los sonidos negros de Manuel Torres, materia última y fondo común incontrolable y estremecido de leño, son, tela y vocablo.  Sonidos negros detrás de los cuales están ya en tierna intimidad los volcanes, las hormigas, los céfiros y la gran noche apretándose la cintura con la Vía láctea.
Señoras y señores: He levantado tres arcos y con mano torpe he puesto en ellos a la musa, al ángel y al duende.  La musa permanece quieta; puede tener la túnica de pequeños pliegues o los ojos de vaca que miran en Pompeya a la narizota de cuatro caras con que su gran amigo Picasso la ha pintado. El ángel puede agitar cabellos de Antonello de Mesina, túnica de Lippi y violín de Massolino o de Rousseau. El duende... ¿Dónde está el duende? Por el arco vacío entra un aire mental que sopla con insistencia sobre las cabezas de los muertos, en busca de nuevos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas.                                                               Federico García Lorca
Como he expuesto más arriba los duendes se esconden, se adueñan de la casa, se adueña del artista, del torero, del público, siempre invisibles al ojo y cerebro humano, pero se encuentra ahí.
¿Dónde está el duende del Mediterráneo?
Es precisa otra Mirada
Imaginemos estar detrás de un fotógrafo, podrían pasar horas y su trabajo; enfocar la lente, hincarse para buscar el mejor ángulo; levantarse, volverse a hincar, nos parecería tedioso, pero hay dos dimensiones de un mismo hecho, esa donde vemos al fotógrafo en la rutina, y otra que es la más significativa, y está en la lente; en ese minúsculo espacio de la mira, donde la realidad habrá de ser atrapada en un instante, que vive y languidece como un natural …
En el Festival Puerta del Mediterráneo,  en  Mora de Rubielos de Mora En Rubielos de Mora de Rubielos
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  • 1.
  • 3.
  • 4.
  • 6. Toño Monzón Hacedor de Proyectos
  • 7. FESTIVAL PUERTA AL MEDITERRANEO
  • 9. El Mediterráneo cubre una extensión de unos 2.510.000 km2. Tiene una longitud de este a oeste de 3.860 km y una anchura máxima de 1.600 km. En general poco profundo 1.370 m de media, el Mediterráneo alcanza una profundidad máxima de 5.121 m frente a la costa sur de Grecia.    
  • 10. El Mediterráneo se puede considerar la suma de diferentes mares que continúan conservando su nombre a través de los siglos; Mar Jónico, está localizado desde el sur de Italia a Grecia.   Mar Tirreno, localizado entre Cerdeña y Nápoles aprox.   Mar de Liguria, abarca desde Niza en Francia y costa noroeste de Italia.   Mar Adriática, Toda la costa este de Italia y la antigua Yugoslavia y Albania.   Mar Egeo, entre costa oeste de Turquía Las Cícladas y Tesalónica en Grecia.   Mar de Creta, como su propio nombre indica entre Creta y las islas Cícladas
  • 11. El Mar Mediterráneo es un mar interior de Europa, Asia y Africa, unido al océano Atlántico en su extremo occidental por el estrecho de Gibraltar. Conocido por los romanos como el Mare Nostrum "Mar Nuestro", el Mediterráneo es casi un mar cerrado. Tiene una gran importancia política como salida marítima para los países de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a través del Bósforo, el mar de Mármara, los Dardanelos y el mar Negro, y para el acceso de Europa y América al petróleo de Libia, Argelia y de la región del golfo Pérsico a través del canal de Suez y los oleoductos terrestres.
  • 12. El Mediterráneo baña las costas de estos países:     España, Francia, Italia, Croacia, Albania, Grecia y Turquía en la costa norte,     Líbano, Siria e Israel en el este,     Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos en el sur.
  • 13. El atún, su representante Descritos por Aristóteles hace 2.000 años, los atunes han sido siempre una de las especies más conocidas y apreciadas en el Mediterráneo. Estos peces de gran tamaño, que pueden superar los 600 kilos de peso, realizan a lo largo de su vida largas migraciones, y se localizan preferentemente en todo el Atlántico norte y en el Mediterráneo.
  • 14. El atún desde la antigüedad fue muy apreciado en todo el Mediterráneo. Aristóteles cuenta que se decía que los Fenicios, desde Cádiz, viajaban con vientos del este por cuatro días más allá de los pilares de Hércules hasta un sitio con muchas algas y donde se encontraban en extraordinaria cantidad atunes de increíble tamaño, que una vez pescados, los preservaban, los ponían en jarros y los llevaban a Cartago, donde no sólo lo consumían ya que era muy apreciado como una delicadez epicúrea, sino que de allí lo exportaban por todo el Mediterráneo.
  • 15. Sobre el atún se estableció una verdadera mitología precisamente difundida por Aristóteles que le dedicó gran interés y que duraría por más de 1.000 años. Decía que llegaba a pesar hasta seiscientos kilos durante su vida que duraba dos años y que desovaba en el Mar Negro adonde el pez llegaba manteniendo la tierra a la vista con la ayuda de la poderosa vista de su ojo derecho. Asimismo que dormía tan profundamente que ni siquiera un arpón lo despertaría, que en ese caso, sonámbulo se hundiría para flotar y hundirse nuevamente, lo que hacía que fuera difícil de pescar, especialmente los más jóvenes pues a los más grandes los excitaba un pequeño gusano o escorpión, el "asillo", que se les adhería a las aletas en ciertas épocas del año que coincidían precisamente con la época pico del desove cuando era más vulnerable.  
  • 16. Fue en cierto modo un catalizador de la civilización, en algunos casos los puertos sobre los arrecifes de esas costas desde Gilbraltar hasta el Mar Negro y el Imperio Oriental de Bizancio, donde los observadores en sitios altos podían ver las migraciones de ellos y avisaban a los pescadores para que desplegaran sus redes, dieron origen a la formación de ciudades y fue tan importante por su valor comercial que estaba grabado en viejas monedas Púnicas.
  • 17. KAVAFISVIAJE A ITACA Cuando salgas para hacer el viaje hacia Ítacahas de rogar que el camino sea largo,lleno de aventuras, lleno de conocimiento.Has de rogar que el camino sea largo,que sean muchas las madrugadasque entrarás en un puerto que tus ojos ignorabany vayas a ciudades a aprender de los que saben. Ten siempre en el corazón la idea de Ítaca.Has de llegar a ella, es tu destino,pero no fuerces nada la travesía.Es preferible que dure muchos años,que seas viejo cuando fondees en la isla,rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino,sin esperar a que te dé más riquezas. Ítaca te ha dado el bello viaje,sin ella no habrías salido.Y si la encuentras pobre, no es que Ítacate haya engañado. Sabio como ya eres,sabrás lo que significan las Ítacas.
  • 18.
  • 19. Cuando emprendas tu viaje a Itacapide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti. Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios. Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
  • 20.
  • 21.
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  • 29.
  • 30.
  • 31.
  • 33. Con respecto a la etimología de la palabra “duende”, indica que la palabra proviene del latín domus, que significa “casa”. Vale con el significado de “doméstico” o “casero” y alude a aquellos espíritus traviesos que viven dentro de las casas. La descripción más temprana de los duendes proviene de la mitología nórdica. De allí se conserva el nombre “álfar”, aunque la creencia en estas criaturas maravillosas era muy común entre las tribus germánicas y los antiguos escandinavos. Otra explicación: Un duende es una criatura mítica perteneciente a la mitología pagana germánica que todavía sobrevive en el folclore de Europa del norte. En la mitología de los nórdicos, estas criaturas eran originalmente consideradas como una raza de dioses de la naturaleza y de la fertilidad, aunque de menor importancia. Los duendes son representados a menudo como hombres y mujeres jóvenes de gran belleza que viven en bosques y otros lugares naturales subterráneos, así como en pozos y fuentes.
  • 34. Los duendes parecen compartir muchas características con los seres humanos, con la diferencia de que aquéllos son siempre muy hermosos. Suele aludirse a estas criaturas como seres semi-divinos asociados a la fertilidad y al culto de los antepasados. Se los relaciona con la creencia animista y espiritista de la naturaleza y de los difuntos, muy común en casi todas las religiones humanas. Allí se remonta la vieja creencia nórdica en los fylgjur y vörðar, espíritus protectores.
  • 35. La palabra duende es una contracción del castellano antiguo duen de casa (dueño de la casa) Duendes son espíritus o fantasmas que habitan en una casa. La palabra duende es una contracción del castellano antiguo /"duen de casa"/ ("dueño de una casa").
  • 36.
  • 37. Es interesante constatar que en la lengua sueca existe la palabra tomte/, que designa exactamente lo mismo que ese duende en español. El tomte/ sueco es una figura de carácter mágico que protege el hogar. Pero también se aplica a una manera especial de comportamiento. "Eres un duende", decimos a un niño que anda enredando con ideas y actividades fuera de lo corriente. También los suecos dicen a los niños: "/Du är en tomte"/ (Eres un duende).
  • 38. Han sido retratados como seres longevos o inmortales que gozan de energías mágicas innatas. Después del éxito de la obra épica de  J.R.R. Tolkien “El señor de los anillos”, donde existen personas sabias y angelicales llamadas duendes, estas criaturas juegan un rol cultural significativo y se han convertido en personajes obligados de la fantasía
  • 39. Los duendes pueden ser clasificados en “duendes” y “elfos”. Cualidades extraordinarias asociadas a los duendes se califican a través de los adjetivos elfo o elfin, que significa “mágico”. Con respecto a la pronunciación, la v de “elven” se refiere a los duendes clasificados como humanos (se les dice así por su menor estatura, y son propios de la mitología vikinga) mientras que la f en “elfin” alude a los elfos minúsculos (asociados fundamentalmente al folklore del Renacimiento y del Romanticismo).
  • 40. Duendes y elfos adquieren también los siguientes nombres:- En Alemania: Elfen, Elben.- En Gran Bretaña: addler(aunque el vocablo ha quedado obsoleto). - En Países Bajos: Elfen, Alfen, Elven. - En Dinamarca: alfer, elvere, elverfolk, ellefolk o huldrer. - En Islandia: álfar, álfafólk y huldufólk (significa “gente que se oculta”). - En Noruega: alver, alfer o elvefolk. - En Suecia: alfer, alver o älvor (Älvor es también atribuido a las hadas). - En Italia: elfo o fata (Fata se atribuye solamente a las hadas).
  • 41. Tras numerosos debates, el consenso de duende es álf mientras que las palabras relacionadas derivan de la raíz proto-indo-europea albh, que significa “blanco”. De allí surgió la voz latina albus para el color blanco, que se usa también en portugués. En la lengua inglesa ha adquirido la forma de albino.
  • 42. ¿Qué es el duende?
  • 43. "El muletazo que brota pringado en duende es siempre, siempre, una revelación de la divinidad, un túnel o agujero que momentáneamente une a dos mundos incomunicados y extraños entre si (...) El Duende surge cuando el hombre pisa durante esa milésima de segundo territorios del más allá.“ Joaquín Albacín
  • 44. "...cuando el quite es melodía y el trincherazo poesía..."
  • 45. cuando el olé se queda atrapado en la garganta y sale humedecido por los ojos.
  • 46.
  • 47. Al terminar esta fundamentación quedará claro el concepto de este diseño que por ahora explicito como:El duende se adueña de la casa, significada aquí como el cuerpo del artista. El duende está ahí, escondido, a la vista de todos, pero en la mirada de unos pocos…y en el sentimiento de todos, todos lo perciben, pocos pueden discriminarlo, pero sienten la emoción…
  • 49. Vivir La mayor parte de los hombres no hacemos sino querer en el sentido económico de la palabra: resbalamos de objeto en objeto, de acto en acto, sin tener el valor de exigir a ninguna cosa que se ofrezca como fin a nosotros. Hay un talento del querer, como lo hay del pensar, y son pocos los capaces de descubrir por encima de las utilidades sociales que rigen nuestros movimientos, que nos imponen esta o aquella actitud, su querer personalísimo.Solemos llamar vivir a sentirnos empujados por las cosas en lugar de conducirnos por nuestra propia mano.
  • 50. Arte La verdadera emoción estética, sólo se produce en quien no está dispuesto a tenerla y no ha preformado el gesto de admiración. Se hace uno el siguiente razonamiento: si, en efecto, hay tantas cosas bellas como se dice, una de dos: o su belleza nos mataría de tanto conmovernos, o es la belleza una sustancia tan tibia e inocua que no merece la pena de hablar de ella. Yo creo que se ha perdido el sentido del arte a fuerza de multiplicarlo y abaratarlo. Cuánto mejor considerar el arte como una aventura que sobreviene alguna que otra vez, muy raramente. Por lo pronto es una sorpresa. Vamos por la vida ocupados en nuestros asuntos y de repente algo nos arrebata, nos saca de nuestro quicio, nos infunde un frenesí, nos arrastra como el vendaval divino a los profetas hacia una localidad extramundana. No hay arte sin éxtasis en el sentido más riguroso de la palabra, que es “estar fuera de sí”.
  • 51. Lo Esencial Cuando no sabemos bien qué hacer, lo mejor que podemos hacer es ser sinceros, esto es, cumplir con intensidad la tarea que la hora nos presenta. Si lo hacemos hondamente, seriamente, estemos seguros de que toparemos con algo esencial. Y lo esencial es siempre actual.
  • 52. El duende del Mediterráneo
  • 53. Federico García Lorca Conferencias Teoría y juego del duende.
  • 54. El ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel. El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza. El ángel del camino de Damasco y el que entró por las rendijas del balconcillo de Asís, o el que sigue los pasos de Enrique Susson, ordena y no hay modo de oponerse a sus luces, porque agita sus alas de acero en el ambiente del predestinado.
  • 55. La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relativamente poco, porque ya está lejana y tan cansada (yo la he visto dos veces), que tuve que ponerle medio corazón de mármol. Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda.
  • 56. Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas (Hesíodo aprendió de ellas). Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.
  • 57. Y rechazar al ángel y dar un puntapié a la musa, y perder el miedo a la fragancia de violetas que exhale la poesía del siglo XVIII y al gran telescopio en cuyos cristales se duerme la musa enferma de límites. La verdadera lucha es con el duende.
  • 58. Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún; o que desnuda a Mosén Cinto Verdaguer con el frío de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el páramo de Ocaña, o viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, o pone ojos de pez muerto al conde Lautréamont en la madrugada del boulevard.
  • 59. Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende. Ellos engañan a la gente y pueden dar sensación de duende sin haberlo, como os engañan todos los días autores o pintores o modistas literarios sin duende; pero basta fijarse un poco, y no dejarse llevar por la indiferencia, para descubrir la trampa y hacerle huir con su burdo artificio.
  • 60. La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro, que llega a producir un entusiasmo casi religioso.
  • 61. En toda la música árabe, danza, canción o elegía, la llegada del duende es saludada con enérgicos "¡Alá, Alá!", "¡Dios, Dios!", tan cerca del "¡Olé!" de los toros, que quién sabe si será lo mismo; y en todos los cantos del sur de España la aparición del duende es seguida por sinceros gritos de "¡Viva Dios!", profundo, humano, tierno grito de una comunicación con Dios por medio de los cinco sentidos, gracias al duende que agita la voz y el cuerpo de la bailarina, evasión real y poética de este mundo, tan pura como la conseguida por el rarísimo poeta del XVII Pedro Soto de Rojas a través de siete jardines o la de Juan Calímaco por una temblorosa escala de llanto.
  • 62. Naturalmente, cuando esa evasión está lograda, todos sienten sus efectos: el iniciado, viendo cómo el estilo vence a una materia pobre, y el ignorante, en el no sé qué de una autentica emoción.
  • 63. Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.
  • 64. Muchas veces el duende del músico pasa al duende del intérprete y otras veces, cuando el músico o el poeta no son tales, el duende del intérprete, y esto es interesante, crea una nueva maravilla que tiene en la apariencia, nada más, la forma primitiva.
  • 65. Todas las artes, y aun los países, tienen capacidad de duende, de ángel y de musa; y así como Alemania tiene, con excepciones, musa, y la Italia tiene permanentemente ángel, España está en todos tiempos movida por el duende, como país de música y danza milenaria, donde el duende exprime limones de madrugada, y como país de muerte, como país abierto a la muerte.
  • 66. En todos los países la muerte es un fin. Llega y se corren las cortinas. En España, no. En España se levantan. Muchas gentes viven allí entre muros hasta el día en que mueren y los sacan al sol. Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo: hiere su perfil como el filo de una navaja barbera. El chiste sobre la muerte y su contemplación silenciosa son familiares a los españoles. Desde El sueño de las calaveras, de Quevedo, hasta el Obispo podrido, de Valdés Leal, y desde la Marbella del siglo XVII, muerta de parto en mitad del camino, que dice:
  • 67. La sangre de mis entrañas cubriendo el caballo está. Las patas de tu caballo echan fuego de alquitrán... al reciente mozo de Salamanca, muerto por el toro, que clama: Amigos, que yo me muero; amigos, yo estoy muy malo. Tres pañuelos tengo dentro y este que meto son cuatro...
  • 68. Las cabezas heladas por la luna que pintó Zurbarán, el amarillo manteca con el amarillo relámpago del Greco, el relato del padre Sigüenza, la obra íntegra de Goya, el ábside de la iglesia de El Escorial, toda la escultura policromada, la cripta de la casa ducal de Osuna, la muerte con la guitarra de la capilla de los Benaventes en Medina de Rioseco, equivalen a lo culto en las romerías de San Andrés de Teixido, donde los muertos llevan sitio en la procesión, a los cantos de difuntos que cantan las mujeres de Asturias con faroles llenos de llamas en la noche de noviembre, al canto y danza de la sibila en las catedrales de Mallorca y Toledo, al oscuro In Recort tortosino y a los innumerables ritos del Viernes Santo, que con la cultísima fiesta de los toros forman el triunfo popular de la muerte española. En el mundo, solamente Méjico puede cogerse de la mano con mi país.
  • 69. La Muerte, El Ángel, La Musa y El Duende Cuando la musa ve llegar a la muerte cierra la puerta o levanta un plinto o pasea una urna y escribe un epitafio con mano de cera, pero en seguida vuelve a rasgar su laurel con un silencio que vacila entre dos brisas. Bajo el arco truncado de la oda, ella junta con sentido fúnebre las flores exactas que pintaron los italianos del xv y llama al seguro gallo de Lucrecio para que espante sombras imprevistas. Cuando ve llegar a la muerte, el ángel vuela en círculos lentos y teje con lágrimas de hielo y narciso la elegía que hemos visto temblar en las manos de Keats, y en las de Villasandino, y en las de Herrera, y en las de Bécquer y en las de Juan Ramón Jiménez. Pero ¡qué horror el del ángel si siente una arena, por diminuta que sea, sobre su tierno pie rosado!
  • 70. En cambio, el duende no llega si no ve posibilidad de muerte, si no sabe que ha de rondar su casa, si no tiene seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos y que no tienen, que no tendrán consuelo. Con idea, con sonido o con gesto, el duende gusta de los bordes del pozo en franca lucha con el creador. Ángel y musa se escapan con violín o compás, y el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre.
  • 71. La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.
  • 72. Hemos dicho que el duende ama el borde, la herida, y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo superior a sus expresiones visibles.
  • 73. Parece como si todo el duende del mundo clásico se agolpara en esta fiesta perfecta, exponente de la cultura y de la gran sensibilidad de un pueblo que descubre en el hombre sus mejores iras, sus mejores bilis y su mejor llanto. Ni en el baile español ni en los toros se divierte nadie; el duende se encarga de hacer sufrir por medio del drama, sobre formas vivas, y prepara las escaleras para una evasión de la realidad que circunda.
  • 74. El duende opera sobre el cuerpo de la bailarina como el aire sobre la arena. Convierte con mágico poder una muchacha en paralítica de la luna, o llena de rubores adolescentes a un viejo roto que pide limosna por las tiendas de vino, da con una cabellera olor de puerto nocturno, y en todo momento opera sobre los brazos con expresiones que son madres de la danza de todos los tiempos.
  • 75. En los toros adquiere sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar, por un lado, con la muerte, que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida, base fundamental de la fiesta. El toro tiene su órbita; el torero, la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego. Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística. El torero que asusta al público en la plaza con su temeridad no torea, sino que está en ese plano ridículo, al alcance de cualquier hombre, de jugarse la vida; en cambio, el torero mordido por el duende da una lección de música pitagórica y hace olvidar que tira constantemente el corazón sobre los cuernos.
  • 76. Pero imposible repetirse nunca, esto es muy interesante de subrayar. El duende no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca.
  • 77. El duende que llena de sangre, por vez primera en la escultura, las mejillas de los santos del maestro Mateo de Compostela, es el mismo que hace gemir a San Juan de la Cruz o quema ninfas desnudas por los sonetos religiosos de Lope.
  • 78. El duende que levanta la torre de Sahagún o trabaja calientes ladrillos en Calatayud o Teruel es el mismo que rompe las nubes del Greco y echa a rodar a puntapiés alguaciles de Quevedo y quimeras de Goya.
  • 79. Cuando llueve saca a Velázquez enduendado, en secreto, detrás de sus grises monárquicos; cuando nieva hace salir a Herrera desnudo para demostrar que el frío no mata; cuando arde, mete en sus llamas a Berruguete y le hace inventar un nuevo espacio para la escultura. La musa de Góngora y el ángel de Garcilaso han de soltar la guirnalda de laurel cuando pasa el duende de San Juan de la Cruz, cuando El ciervo vulnerado por el otero asoma.
  • 80. Duende de Quevedo y duende de Cervantes, con verdes anémonas de fósforo el uno, y flores de yeso de Ruidera el otro, coronan el retablo del duende de España. Cada arte tiene, como es natural, un duende de modo y forma distinta, pero todos unen raíces en un punto de donde manan los sonidos negros de Manuel Torres, materia última y fondo común incontrolable y estremecido de leño, son, tela y vocablo. Sonidos negros detrás de los cuales están ya en tierna intimidad los volcanes, las hormigas, los céfiros y la gran noche apretándose la cintura con la Vía láctea.
  • 81. Señoras y señores: He levantado tres arcos y con mano torpe he puesto en ellos a la musa, al ángel y al duende. La musa permanece quieta; puede tener la túnica de pequeños pliegues o los ojos de vaca que miran en Pompeya a la narizota de cuatro caras con que su gran amigo Picasso la ha pintado. El ángel puede agitar cabellos de Antonello de Mesina, túnica de Lippi y violín de Massolino o de Rousseau. El duende... ¿Dónde está el duende? Por el arco vacío entra un aire mental que sopla con insistencia sobre las cabezas de los muertos, en busca de nuevos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas. Federico García Lorca
  • 82. Como he expuesto más arriba los duendes se esconden, se adueñan de la casa, se adueña del artista, del torero, del público, siempre invisibles al ojo y cerebro humano, pero se encuentra ahí.
  • 83. ¿Dónde está el duende del Mediterráneo?
  • 84. Es precisa otra Mirada
  • 85. Imaginemos estar detrás de un fotógrafo, podrían pasar horas y su trabajo; enfocar la lente, hincarse para buscar el mejor ángulo; levantarse, volverse a hincar, nos parecería tedioso, pero hay dos dimensiones de un mismo hecho, esa donde vemos al fotógrafo en la rutina, y otra que es la más significativa, y está en la lente; en ese minúsculo espacio de la mira, donde la realidad habrá de ser atrapada en un instante, que vive y languidece como un natural …
  • 86. En el Festival Puerta del Mediterráneo, en Mora de Rubielos de Mora En Rubielos de Mora de Rubielos
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