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CAQUETEÑIDAD: RÍO HUMANO EN
EL GRAN CAQUETÁ
COMPLEJIDAD DE SUBJETIVIDADES Y TERRITORIOS
“Cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su marca, cada desencanto su maravilla”
Mario Benedetti
Gabriel Perdomo Castañeda
Profesor Titular
Universidad de la Amazonia
LA PREGUNTA POR LA CAQUETEÑIDAD
En el ejercicio de mi actividad académica me he propuesto interrogar al Caquetá
en su proceso territorial y humano, para que me diga de qué ternuras y violencias
ha nacido, qué vicisitudes ha experimentado en su fluir histórico, qué es hoy y qué
perspectivas de desarrollo tiene. Desde esta mirada se pretende otear una
complejidad de pueblos y por tanto de subjetividades1 y territorios, en distintos
tiempos de este devenir del rio humano del Gran Caquetá. A esta complejidad
objetiva y subjetiva, biofísica, sociopolítica y simbólica, la he categorizado con la
expresión caqueteñidad, reconociendo de antemano que la elaboración de este
constructo teórico es una tarea colectiva y compleja de investigadores sociales en la
cual pesan las incertidumbres del saber2.
1 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel y QUIÑONES, Mireya Emperatriz. . Vecinos, Familia, Iglesia y Escuela como Instituyentes del Colono
Caqueteño. Caquetá: Década del Veinte al Cincuenta del Siglo XX. Tesis de Grado para optar al título de Psicólogo, Florencia:
Universidad Abierta y a Distancia UNAD, 2009.
2 WALLERSTEIN, Inmanuel. Las Incertidumbres del Saber. Barcelona: editorial Gedisa, 2005.
Caqueteñidad3, como expresión del ser biopsicosociocultural del Caquetá, la
enuncié en 1977 y como saber y categoría en construcción rebasa toda definición
naturalista, positivista, reduccionista y pretende dar cuenta de los procesos de
configuración objetiva y subjetiva de sociedades y culturas particulares, inmersas
en la cordillera, el piedemonte cordillerano, el llano y las selvas Amazónicas como
son específicamente la extensión y conjunto de pueblos ribereños del río Yapurá o
Caquetá y sus afluentes como el Guecaya o Caguán, Suya u Orteguaza, como los
denominaron respectivamente indígenas y españoles. A esta construcción el gran
Río Caquetá le dio nombre y abarca “todas las parcialidades de esta República
nadante”4 tal como la describieron literalmente los franciscanos en el siglo XVIII,
quienes estaban admirados por la espesura de la selva y el caudal abundante de
sus ríos.
Rio Caquetá, cerca de San Francisco Solano, Cortesía Jesús María Cataño
CAQUETEÑIDAD Y MIRADAS DESDE FUERA
Al interpelar históricamente sobre la conformación de la caqueteñidad y sus
imaginarios, se descubre, entre otros aspectos, que ésta es el producto de
contradictorias y distintas miradas desde fuera, que han afectado nuestro ser
psicosociocultural y el territorio en sus dimensiones biofísica, sociopolítica y
simbólica, inmersos en este río humano e histórico.
3 La expresión caqueteñidad, ha sido pensada en un proceso: inicialmente fue acuñada por el suscrito en el año de 1977;
posteriormente elaboré el artículo “Caqueteñidad: fuente rica para una cultura popular” (1990); más tarde produje la ponencia
“Caqueteñidad: categoría interpretativa de un territorio Amazónico” (1995); luego, el texto denominado: “Capuchinos y
Caqueteñidad: sujetos y territorio (Caquetá: 1893-1951) publicado en 1999 y el texto mencionado anteriormente “Vecinos, Familia,
Iglesia y Escuela como Instituyentes del Colono Caqueteño..”. Actualmente elabora un texto sobre la historia doble del Caquetá,
cincuenta años, siglo XX.
4 ARCILA ROBLEDO, Gregorio. Apuntes históricos de la Provincia Franciscana de Colombia. Bogotá: imprenta Nacional, 1953, pág.
282
En el siglo XVI, el territorio del gran Caquetá fue el lugar imaginado de “El
Dorado”, morada de las Amazonas. Por el territorio del Fragua pasó el
expedicionario Hernán Pérez de Quesada en 1592; este espacio fue codiciado en el
tiempo del mercantilismo, pero también fue el territorio imaginado de monstruos y
terribles fieras, espacio de sueños y delirios. A mediados del siglo XVIII, la
Provincia del gran Caquetá, fue el escenario de “gentes baldías” como lo afirmaba
el fraile franciscano Martín de Montalbán al referirse a los indígenas quienes
fueron organizados en pueblos cuyos nombres fueron registrados así: Andaquíes
del Hacha, San José del Bodoquero, San Antonio del Caquetá, San Francisco
Solano, Santa María del Caquetá, el Pescado de los Andaquíes y otros, durante la
conquista y la colonización española.
Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, después de ser olvidado el Caquetá
por el gobierno central a raíz de las guerras civiles, se miró a la Amazonia
Colombiana como un escenario de tierras baldías para conquistar e indios para
catequizar. Entonces, más allá de los indígenas y negros fugitivos por los lados
de San Francisco Solano (1773) en las márgenes del río Caquetá, irrumpieron
comerciantes: eran los quineros y caucheros, hijos de la aventura, el azar y la
necesidad5.
En el siglo XX, especialmente a partir de los años veinte, el Caquetá, desde fuera,
fue visto como “palacio encantado”, “el paraíso perdido”, “mundo de mundos
5 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-1951). Florencia: Universidad de
la Amazonia,1999, pág. 25.
inexplorados” para abrigo de colonos, hijos del desamparo social, la esperanza y el
coraje.
Después de los años cincuenta, la violencia liberal-conservadora, la inexistencia de
reformas agrarias, la debilidad del Estado y el conflicto sociopolítico arrojaron
nuevos migrantes: eran hijos de la violencia, quienes manifestaban su vocación de
paz, de justicia social y se encontraban con los otros para construir una nueva
sociedad. Años después, el fracaso de las políticas de colonización, la violencia
social y la llegada de los cultivos ilícitos6 transformaron parcialmente nuestra
sociedad y cultura, situación agravada por el conflicto social y armado que desde
hace más de cuatro décadas vive el país.
Actualmente, en el siglo XXI, un gran número de herederos de la colonización, son
hombres y mujeres amazonizados, jóvenes y niños nacidos aquí, quienes tienen el
reto histórico de modelar una sociedad justa, sustentable y socialmente
democrática.
CAQUETEÑIDAD: PLURALIDAD DE SUJETOS Y MOMENTOS SOCIOCULTURALES
DEL TERRITORIO
6 JARAMILLO, Jaime Eduardo y otros. Colonización, Coca y Guerrilla. Bogotá: alianza editorial colombiana, 1989. 322 págs.
Al interpretar históricamente el proceso de conformación de la caqueteñidad como
devenir de sujetos y del territorio, se descubre, entre otros aspectos, que ésta ha
sido producto de diversos sujetos biopsicosocioculturales, que han sido
constituidos en momentos y/o diversas coyunturas vividas en el territorio, que
deben ser estudiadas de manera sistemática, teniendo en cuenta la construcción del
territorio y la constitución de diversos actores o protagonistas de la misma; a la vez
esta formación sociocultural ha sido afectada por contradictorias y distintas
miradas que han incidido en su devenir.
La caqueteñidad es un movimiento biopsicosociocultural de hombres y mujeres
inmersos en diversos momentos de un devenir territorial y humano a veces
heterogéneo, tortuoso, híbrido7, con desarrollo contradictorio y desigual; síntesis
de diversas mentalidades y de metamorfosis del hombre en este territorio. Este
proceso se abordaría teniendo presente por lo menos los siguientes momentos o
coyunturas socioculturales:
La “gente baldía”: la colonia y la negación de la identidad del indígena, Caquetá
1635-1800. Más allá de los imaginarios que se tejieron sobre la Amazonia, el
Caquetá era básicamente un territorio de indígenas: Andaquíes en la tierra de los
ríos Hacha, Orteguaza, Pescado y Solano; Tamas en la ribera del río Guecaya –
Caguán–; Macaguajes en la boca del Mecaya –Orteguaza–; Coreguajes en el
Mecaya y Zenzeguajes, Payaguajes y toda la familia de los Carijonas. La tragedia
de la selva y fundamentalmente de estas regiones indígenas comenzó con el
etnocentrismo de la dominación española. He aquí el testimonio de Fray Martín de
Montalbán:
“ ...y navegando sus caudalosos ríos hallé en el recinto de uno u otro río tanta gente
que con su ceguedad constituían para Luzbel un dilatado imperio...y ahora que en
esta provincia han salido al pueblo de Condagua, pueblo cristiano y pacífico de la
jurisdicción de la antigua ciudad de Mocoa, se me hace preciso postrarme a los píes
de V.E. y suplicar como patrón de la Fe Católica se sirva hermanar con su poder el
brazo derecho de la iglesia y el siniestro de las fuerzas seculares...Por lo que, E.S.
apelo a la cristiandad y celo para que en la consecución de tan alto fin se empeñe
toda la real autoridad de V.E.,(...) para que por el medio posible contenga a ésta
gente, pues para éste fin hay muchos en esta ciudad que se han indultado de
atroces delitos con el reto de asistir a este fin y respecto de haber fuera de ésta
mucha gente baldía”.8
Este testimonio señala una ruptura en el acontecer histórico de los indígenas,
quienes eran distintos por sus valores y por la organización de su vida material y
7 GARCÍA CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas. México, 1990
8 CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia. Bogotá: 1894, Tomo 4, pp. 301-
303)
espiritual, expresadas en sus diferentes formas de manejar la tierra, de gobernarse,
de hablar y de adorar a sus dioses, de vivir en comunidad, etc. A partir de ese
momento, entraron en una relación de dominación que comenzó a ser ejercida por
“el brazo derecho de la iglesia” y “el siniestro de las fuerzas seculares”. Dada la
mentalidad de la época se impuso la negación de la identidad de esos pueblos y
por ello se le dio el calificativo de “gente baldía”, tal como se expresa en el texto
citado anteriormente. Esta condición se impuso en el Caquetá durante la colonia
bajo la dirección de los frailes franciscanos (1635-1800), quienes desde los
conventos de Quito, Popayán y Neiva impulsaron las misiones y dentro de dicha
dinámica constituyeron pueblos “formados a son de campana”, tales como Santa
María del Caquetá, en la banda sur, un poco más arriba del río Mecaya; Andaquíes
del Orteguaza, más arriba de Solano; San Miguel de Picuntí; Nuestra Señora de las
Gracias del Río Caguán; San Antonio de los Tamas; San Francisco Solano; Los
Canelos y la Bodoquera.9
Ilustración tomada del texto Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Estado del Cauca, Territorio del Caquetá, dirigida por el General Agustín Codazzi.
Edición y comentarios: Camilo Dominguez, Augusto Gómez, Guido Barona, 1996
Para facilitar el adoctrinamiento de los indígenas, los misioneros no solo
aprendieron sus lenguas, sino también generalizaron una de ellas: la Cenoa. Desde
entonces se impulsó su integración a partir de la exclusión de sus culturas y del
“ninguneo”, también practicado por los Jesuitas durante el periodo de su presencia
en la región amazónica entre 1844 y 1857. Posterior a este momento, los territorios
del Putumayo y Caquetá quedaron en la “orfandad espiritual” hasta inicios del
siglo XX, cuando frailes capuchinos catalanes, dado el triunfo de la Regeneración
9 Ídem
Política, del Concordato entre el Vaticano y el Estado Colombiano y los Convenios
de Misiones, se propusieron abrir otra vez ésta frontera espiritual bajo un modelo
hispánico.10
Negros y palenques en el Caquetá. Pero el territorio caqueteño durante el siglo
XVIII fue también un lugar de refugio del negro y espacio abierto para las
negritudes en su lucha contra la esclavitud por parte del blanco. En su informe de
1773, los Frailes Franciscanos afirmaron que por los lados de San Francisco Solano
existían negros mineros trabajando, y el cronista revela la existencia de palenques
por entonces:
“...en la distancia de 10 días de camino por agua y tierra que hemos apuntado,
medida desde la primera fundación de San Francisco, se encuentran también en el
mismo ejercicio dichos Aguanungas y viviendo con ellos algunos negros fugitivos que
por eximirse de la servidumbre...se han venido de esa ciudad –Pasto– y de las reales
minas de la provincia del Chocó, y retirándose a éstas montañas como también otros
esclavos y mestizos libres...y lo más en una colina fortificada y defendida por la
naturaleza, que se eleva a la banda del norte y en la orilla septentrional del Caquetá,
y frente a la boca de un riachuelo que llaman Yuruyaco, en donde van formando su
palenque y dista un día de jornada de navegación de los referidos pueblos
desamparados de San Antonio del Caquetá”11
10 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad; sujetos y territorio (Caquetá: 1893-1951) Florencia: Universidad de
la Amazonia, 1999.
11 CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia. Bogotá: 1894, Tomo 4 , p 257
El negro Mosquera, junto a un “indio reducido” orientador de Codazzi en su viaje por el medio Caquetá, siglo XIX
Quineros y caucheros. Hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, después
de ser olvidado el Caquetá por el gobierno central a raíz de las guerras civiles, se
miró este territorio y a la Amazonia Colombiana como un escenario de tierras
baldías para conquistar, e indios para catequizar.
Novela referida a las caucherías
Toá, Narraciones referidas a las caucherías
Entonces, en las márgenes del Río Caquetá irrumpieron nuevos sujetos
psicosocioculturales: eran comerciantes empresarios, peones Quineros y
caucheros12; por ese tiempo predominó la vida cauchera cuya esencia era “el azar,
la necesidad y la anarquía moral que correspondía, a su vez, a una economía
marginal y extractiva, dependiente de los vaivenes del precio del caucho, que
dialécticamente alimentaba un poblamiento fantasma y la axiología del
aventurero”13, en un sistema de explotación del caucho que generó un genocidio
de más de 50 mil indígenas, especialmente en el bajo Caquetá, y en la regiones de
El Encanto y La Chorrera, pertenecientes al territorio del Amazonas. Estos
caucheros fueron caracterizados por Antonio García como “los más fuertes y los
más débiles, los más rencorosos y los más humanos, todos reunidos por un
imperativo biológico, en el mismo paraíso y en el mismo infierno”14; esta misma
circunstancia fue narrada por José Eustasio Rivera en La Vorágine; también en la
novela Toá15 de Cesar Uribe Piedrahita y últimamente en El Sueño del Celta del
12 La quina tuvo su explotación intensiva a partir de 1875, y encontró su época de depreciación en 1884, cuando empezó el auge del
caucho (Cfr. PARDO, Ricardo. La región del Caquetá y la compañía peruana. EN Repertorio Boyacense .Tunja, 1912)); en cuanto al
caucho “la época inmediatamente anterior y posterior al comienzo de la guerra (1889-1902) fue el momento de la de verdadera
prosperidad por los altos precios como por la abundancia de árboles y facilidades topográficas para la explotación. (ROCHA. Joaquín.
Memorándum de viaje. Bogotá; casa editorial el Mercurio, 1905, p. 67).
13 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. op., cit. p. 10
14 ARTUNDUAGA BERMEO, Félix. Historia General del Caquetá. Florencia Ed. Jaime Gómez, 1984, pág. 159.
15 URIBE PIEDRAHITA, Cesar. Toá. Narraciones de caucherías. Medellin: editorial Bedout S.A., 1982
premio Nobel Vargas Llosa se hacen referencia a dicho momento crítico de
nuestra historia.
Novela sobre Roger Casement,
testigo directo del genocidio cauchero
Colonos: hijos del desarraigo y la esperanza. En la década del 20 del siglo
XX la crisis del caucho se acentuó por la competencia extranjera que se daba en
Malasia y dada una crisis en la economía nacional se inició en el Caquetá una
colonización básicamente de campesinos huilenses quienes recién llegados
empezaron a organizar fincas y pueblos junto a los antiguos caucheros fracasados.
Posteriormente se fortalecieron las fundaciones anteriores y se constituyeron otros
pueblos tales como Belén –1917–, Guacamayas –1921– y varias fincas fueron
creadas en las riberas del Caguán y del Guayas. Por esta coyuntura de los años
veinte hasta los cincuenta, la población comenzó a aumentar en el territorio: si en
1938 el Caquetá tenía 20.000 moradores, en 1951 ya se registra en el censo 45.471
habitantes.
Antes, en el tiempo de las caucherías, había predominado un espíritu aventurero y
extractivo; desde los años veinte del siglo XX, se inauguró un espíritu campesino
productivo con nuevos sujetos psicosocioculturales denominados colonos, quienes
fueron caracterizados como “gente heroica en el trabajo, que no se arredra ante las
dificultades más grandes de la selva, y la va convirtiendo rápidamente en cultivos
y ganadería, y que se lleva la palma de una transformación extensa, rápida y
definitiva de los terrenos”16. En este contexto, el Caquetá fue visto como “palacio
encantado”, “el paraíso perdido”, “tierra de promisión”, “mundo de mundos
inexplorados”. Entonces, sus colonizadores fueron básicamente campesinos de
origen huilense, liderados social y culturalmente por los frailes capuchinos
catalanes; esta colonización de hombres y mujeres honrados, de vida tranquila,
muchas veces rutinaria, sufrió un sobresalto: el Conflicto con el Perú (1932-1933),
que vinculó el territorio al Estado y la nación colombiana y obligó al gobierno a
construir la carretera Altamira-Florencia y a traer una sucursal del Banco de la
República, con lo cual se dinamizó el comercio regional.
Banco de la república plaza principal de Florencia
Colonos: hijos de la violencia liberal-conservadora. A partir de 1948 a raíz
del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán o El Bogotazo y la guerra civil entre liberales
y conservadores, se produjo una “desbandada de inmigrantes atemorizados”17 e
irrumpió un proceso de colonización masivo que hizo fortalecer los antiguos
pueblos y generó la aparición de otros tales como Doncello –1951–, Paujil –1952– y
otros.
La violencia liberal-conservadora, la inexistencia de reformas agrarias, la
debilidad del Estado y el conflicto sociopolítico arrojaron nuevos migrantes: eran
colonos, hijos de la violencia partidista, quienes manifestaban su vocación de paz
y se encontraban e interactuaban con los otros, para construir una nueva sociedad;
entonces, la sociedad caqueteña dejó de ser una colonización de huilenses para
abrirse a diversas regiones del país. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que
después de la mitad del siglo XX hasta nuestros días, los Misioneros de La
Consolata, de procedencia Italiana, ejercieron un papel protagónico en la
conducción cultural de la sociedad.
16 DE IGUALADA, Francisco. Estado de la Misión del Caquetá en 1940”, en Amazonía Colombiana Americanista. Vol. 1 No. 2,
Sibundoy, 1940, pág. 29.
17 AMEZQUITA, Carlos. Nuevos modelos de vinculación de zonas de colonización a la vida nacional. Neiva, Centro de Estudios
surcolombiano, 1981, p. 34.
Colonos: hijos de la violencia social y conflicto sociopolítico. En los inicios
de la década de los setenta del siglo XX, el conflicto de tierras en Colombia y la
violencia social, siguen generando oleadas de migrantes y en ese contexto surgen
nuevos pueblos tales como San José del Fragua –1961–, Milán –1964–, Valparaíso –
1964–, Puerto Manrique –1965–, Cartagena del Chairá –1963–, Curillo –1966–,
Puerto Torres –1967–, Rionegro –1968–, Yurayaco, entre otros. El crecimiento de la
población fue una constante: si en 1951 el Caquetá tenía 45.471 habitantes, en 1964
pasó a 103.718 y en 1973 llegó a la cifra de 179.745 habitantes. El origen de estos
migrantes puede apreciarse en el siguiente cuadro:18
Zonas de inmigración al Caquetá
1964 1979
Huila 53.3%
Tolima 15.8% 55.0%
Caldas 6.7%
Cundinamarca 5.2% 8.5%
Valle 4.7% 5.0%
Boyacá 3.5%
Antioquia 7.4%
Risaralda 4.6%
Cauca 4.0%
Nariño 2.0%
Restantes 10.9% 13.5%
TOTAL 100.0% 100.0%
Para los años 70, en virtud de la ausencia del Estado en la región y del incremento
de los conflictos sociopolíticos del país, se produjeron nuevos frentes de
colonización y aparecieron asentamientos humanos tales como santa Fe –1971–,
Cumarales –1984–, Remolino –1976–, Monserrate –1984–, Santo Domingo –1985– y
Peñasco. Este espacio sociocultural, también fue integrado por colonos oriundos
del Huila, Tolima, Caldas y Antioquia.19
18 Para los datos de 1964, Véase BRUCHER, Wolfgang. La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia.
Bogotá: IGAC, 1968, pág. 76. Los datos de 1979 son aportados por el INCORA y citados por PULECIO YATE, Jorge. “Aspecto
socioeconómico de la actual colonización del Caquetá”. Bogotá: Universidad Nacional, monografía de grado, 1981, p. 48.
19 JARAMILLO, Jaime Eduardo, MORA, Leonidas y CUBIDES, Fernando. Colonización, coca y guerrilla. Bogotá, Alianza Editorial
Colombiana, 1989.
Posteriormente, dado el fracaso de las políticas de colonización, la pobreza de los
colonos, la carencia de servicios públicos, se generaron paros campesinos y
populares como el Paro Campesino –1971–, el Paro Cívico Pro-Electrificación del
Caquetá –1977–20. Además, a mediados de la década del setenta del siglo XX, la
crisis social de la colonización fue un caldo de cultivo para la llegada de los
cultivos ilícitos y la aparición de actores violentos21 que incidieron en la sociedad
y la cultura.
“Manifestación de las ollas y canastos vacíos”. Paro Cívico Pro Electrificación del Caquetá, julio 18 de 1977. Archivo particular del autor.
20 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Paro Cívico pro-electrificación del Caquetá (1977). EN: Florencia Hoy, edición 80, septiembre de
2007, págs. 6-7.
21 RAMIREZ MONTENEGRO, Roberto. Procesos recientes de guerra y paz en la amazonia colombiana. EN: UNIVERSIDAD NACIONAL DE
COLOMBIA. Dimensiones territoriales de la guerra y la paz. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 603-620)
Las necesidades del campesinado caqueteño volvieron a expresarse nuevamente
en 1996 en las marchas campesinas que demandaban políticas agrarias, sustitución
de cultivos ilícitos, inversión social y programas de desarrollo integral; ante estas
situaciones desafortunadamente las élites sociales y gobernantes del país no han
dado respuesta y desgraciadamente se ha impuesto la guerra.
Imagen de los campesinos asentados en Morelia durante las Marchas Campesinas, 1996. Imagen tomada del archivo de la Vicaría del Sur, Morelia Caquetá.
De otra parte, los indígenas hoy han quedado reducidos en toda la región a menos
de tres mil quinientas personas, integrantes de minorías étnicas como los
Coreguaje y Uitoto, los inmigrados Emberá del Chocó y Nasas del Cauca, todos
ellos afectados por los procesos de colonización, el narcotráfico y los conflictos
sociales y culturales contemporáneos.
“La catequesis a los indios”. De Vilanova, Tomo II, 1947, Pág. 140.
Jóvenes y niños amazonizados. En 1985 el Caquetá ya tenía 240.473 moradores
y en el año 2005 el DANE calculaba una población de 420.337 que actualmente se
acerca a los 500.000. Hoy, además de las generaciones mayores irrumpe un gran
número de herederos de estos procesos de colonización: niños y jóvenes nacidos
aquí, quienes están en un proceso de crear sentido de pertenencia y tienen el reto
histórico de modelar una sociedad justa y democrática.
En síntesis, la caqueteñidad es hija de la indianidad y el mestizaje, es también
expresión del negro fugitivo en busca de la libertad en el embrujo de la manigua,
es la urdimbre de economías extractivas y colonización, donde se ha heredado la
aventura, la esperanza y el coraje. El caqueteño históricamente lleva en sus raíces
un espíritu aventurero y una vocación productiva y de paz, todo lo cual se ha
manifestado en el afán de riqueza, conquista de la tierra, la cultura y la justicia
social; como hombres y mujeres precolombinos, negros y mestizos han construido
un nuevo pueblo que tiene sed de justicia social tal y como lo han expresado en sus
movimientos sociales y políticos.
Es obvio que cada uno de los anteriores momentos del devenir territorial y de
diversos sujetos en el Caquetá, incluyendo indígenas y negritudes, merecen ser
estudiados con detenimiento para conocer con profundidad el proceso del ser y
devenir de nuestra formación sociocultural que aquí denominamos caqueteñidad.
CAQUETEÑIDAD: CULTURAS NEGADAS Y SOCIEDADES EXCLUIDAS
No hay duda que el devenir sociocultural del gran Caquetá, un complejo territorio
de la Amazonia Colombiana, tiene que ver con una historia de culturas negadas y
sociedades excluidas. El Caquetá ha sido una historia de culturas negadas en
cuanto nuestro pasado y parte de nuestro presente es expresión de diversas
comunidades indígenas Andaquíes, Coreguajes, Uitotos, Inganos y otras, miradas y
manipuladas por el hombre blanco, quienes bajo el gobierno central y sus élites
sociales y políticas decidieron transformar a los indígenas en hombres
“civilizados”, negando sus cosmovisiones, sus costumbres, sus idiomas para
adecuarlos a la llamada Nación Colombiana, según el modelo católico e hispánico.
Esta situación de negación de las culturas propias ocurrió con intensidad hasta
mediados de los años setenta del siglo XX cuando las organizaciones indígenas
levantaron su voz y exigieron respeto a su identidad, reivindicación formulada en
la Constitución de 1991 que reconoció el carácter multiétnico y pluricultural de la
sociedad colombiana. Hoy, las minorías indígenas siguen luchando por el respeto a
sus identidades y territorios y por ser incluidos en un proyecto social que les
asegure su supervivencia y un desarrollo humano sustentable.
Monumento a la manigua del escultor Emiro Garzón, entrada en la universidad de la amazonia, en Florencia: manos implorantes en la manigua caqueteña.
El Caquetá ha sido un acontecer de sociedades negadas –indígenas y negros– y
excluidas –colonos–, en cuanto su pasado y su presente no ha sido una expresión
de ángeles y príncipes sino un río humano de hombres y mujeres, quienes en su
condición de colonos fueron arrojados a estas selvas del sur por la concentración
del capital y la pobreza para conquistar un sitio bajo el sol.
La actual población que habita el Caquetá, con excepción de los indígenas, se
comprende en un período histórico de corta duración de aproximadamente cien
años. Esta población, envuelta en los conflictos del país, no ha tenido un tiempo
reposado para consolidarse, sedimentarse y distinguirse de otros pueblos; además,
gran parte de la población joven vive inmersa en la dinámica de los medios de
comunicación, las imágenes y voces de culturas “desterritorializadas”, situación
ésta que contribuye a que algunos jóvenes tengan precario sentido de
pertenencia.
AMAZONIA COLOMBIANA AMERICANISTA, primera revista para pensar la amazonia,
creada por el fraile capuchino Marcelino de Castellvi
CAQUETEÑIDAD: MIRARNOS DESDE DENTRO Y CONSTRUIR EL
NOSOTROS
Durante mucho tiempo, con excepción del breve período del CILEAC (Centro de
Investigaciones Científicas y Etnográficas de la Amazonia Colombiana –1934 a
1951–, fundado por el ilustre Fraile Marcelino de Castelví, los caqueteños dejamos
de mirarnos a nosotros mismos; razón tiene Camilo Domínguez cuando afirma que
“durante la mayor parte del siglo XX el Caquetá creció de espaldas al Amazonas y
mirando hacia el rio Magdalena; solamente en los dos últimos decenios se percató
de su pertenencia regional y del papel protagónico que tiene que cumplir en su
contexto, dejó de ser una provincia del Huila y asumió las funciones de adalid en
la Amazonia Colombiana.22”
22 SINCHI, Caquetá; Construcción de un territorio Amazónico en el siglo XX. Bogotá: Tercer mundo editores, 2000, pág. 13.
Hoy, desde la caqueteñidad, entendida como el devenir de un viaje a lo nuestro,
memoria y expresión biopsicosociocultural de indios, negros, mestizos y mulatos,
quienes al encontrarse colectivamente se re-descubren en un trabajo de
autoconciencia colectiva y se proponen engendrar el nosotros desde el yapurá o
Caquetá: una complejidad pluricultural y biodiversa, rica en luces y colores,
abierta a la nación y al mundo.
La caqueteñidad, como categoría de lo cultural en el Caquetá23 y como devenir
histórico, tiene que ver también con el rescate de la memoria histórica, la
promoción de la creación cultural y el encuentro lúdico de los diferentes grupos
humanos o etnias que construyen sociedad en el Caquetá, desde el aquí y el ahora.
23 En el año 2001 y 2002 con el Ministerio de Cultura, la Universidad de la Amazonia, el Fondo Mixto para la Promoción de la
Cultura y las Artes del Caquetá, el Instituto Departamental de Cultura, desde el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad,
con la dirección de los Profesores Gabriel Perdomo Castañeda y Luis Eduardo Delgado Santacruz, se realizó el Diplomado en Gestión
Cultural Comunitaria con gestores culturales del centro, del sur y del norte del Caquetá, cuyo eje interpretativo y reflexivo fue la
categoría Caqueteñidad lo cual llevó a crear, promover, desarrollar y fortalecer proyectos y eventos artísticos con contenido local y
regional como el Festival Folclórico San Pedro en Florencia y Encuentro de la Caqueteñidad; también en Florencia se realiza El Colono
de Oro. A nivel de los Municipios del Caquetá hay otros eventos tales como: el Festival Departamental de Danzas de Curillo (Busca la
danza representativa de cada Municipio), el Festival del Rio (Belén), Festival El Paujil de Oro (Paujil), Festival Sueños del Bodoquero
(Morelia), Festival El Yariceno (San Vicente), Festival del Caucho (Doncello), Festival del Sanjuanero Montañitense (Montañita); Festival
Encuentro de Culturas indígenas (Milán). Por otra parte, desde el año 2005 hasta el 2007 la Alcaldía de Florencia celebró las jornadas
de la caqueteñidad.
Revista del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de la Amazonia
Construir caqueteñidad hoy, significa esencialmente que los pueblos y culturas en
el Caquetá se miren desde dentro y se autorreconozcan colectivamente y rescaten
la memoria de sus pueblos.
La caqueteñidad, como expresión de pertenencia, de sujetos y territorios en
devenir a orillas del Caquetá y sus afluentes, no crece silvestre sino que ella es un
rio histórico, una construcción humana y social.
CAQUETEÑIDAD: MEMORIA, CELEBRACIÓN Y NUEVOS PROYECTOS
Semana cultural del Caquetá organizada por el sacerdote y luego Obispo José Luis Serna Alzate, Florencia, 1964.
La categoría caqueteñidad pretende ser un instrumento pedagógico para rescatar
la memoria histórica, fortalecer la creación cultural, promover el diálogo
interétnico y social de los pueblos del Caquetá. La caqueteñidad puede ser también
la celebración de la fiesta grande de la presencia indígena, negra y mestiza, la
odisea colonizadora, el presente joven e infantil de una población amazonizada, y
expresión de los anhelos colectivos de construcción de un proyecto sociocultural,
que se apropia de la riqueza de su pluralidad étnica y su rica biodiversidad.
Se necesita, entre otras urgencias, que desde una toma de conciencia colectiva, las
diversas generaciones conozcan las historias, el ser del Caquetá y lo puedan
rescatar y recrear en la obra histórica, en la literatura, en la música, en la danza, en
el teatro, en la arquitectura, en síntesis, en el arte y en las distintas expresiones
estéticas. Además, esta sociedad de indígenas, de negros, de mestizos
colonizadores, de niños y jóvenes amazonizados, esperan una nueva oportunidad
para expresarse y para inventar el nosotros, desde Florencia24, desde los pueblos
del Caquetá y la Amazonia Colombiana.
En síntesis, la caqueteñidad es un devenir histórico sociocultural, heredero de
muchas etnias, procesos migratorios y conflictos sociopolíticos; la caqueteñidad
24 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Florencia: Personajes, instituciones y símbolos. (1902-2002). Documento sin publicar.
tiene muchos rostros, muchas caras, muchas historias, variados matices,
expresiones múltiples del Caquetá y Colombia; pero más allá de estas disímiles
circunstancias que definen su particularidad, ella es un complejo sociocultural
amazónico del Gran Caquetá. La expresión caqueteñidad reivindica el derecho a
reconocernos colectivamente, a rescatar nuestra memoria colectiva, favoreciendo el
diálogo sociocultural y la construcción de un nuevo proyecto de sociedad y
cultura; pero, sobre todo, la categoría caqueteñidad pretende que nos estudiemos
desde nuestras particularidades, pues como lo confiesa Mario Benedeti “cada lugar
tiene su tiempo, cada tiempo tiene su marca, cada desencanto su maravilla”, y aún
más en el ámbito de apertura a la nación y al mundo. Este conocernos e
inventarnos a nosotros mismos ocurre en la dialéctica de lo global y lo local
donde “la globalización se localiza, y las localidades se globalizan”, oteando, a la
vez, un horizonte más complejo, pues la denominada “globalización” muchas
veces no es otra cosa que la imposición y dominio de un sistema económico
neoliberal, de mercado; no obstante, más allá de esta circunstancia determinante,
en el planeta se impone la mundialización que implica encuentro, yuxtaposición,
asimilación o no de diferentes culturas en un fenómeno complejo de
interculturalidad que es necesario comprender desde nuestra localidades y
especificidades.
Jornada de la caqueteñidad y Festival San Pedro en el Caquetá, Florencia, 2007.
La caqueteñidad, como mirada del río humano en el gran Caquetá, complejidad
de sujetos y territorios y como auto comprensión colectiva de estos pueblos,
facilita imaginar y construir símbolos y variadas expresiones que den cohesión,
alimenten, fortalezcan el alma colectiva de estas sociedades y culturas, quienes
reclaman un sitio bajo el sol en la construcción de un nuevo país en el cual la
equidad social y las políticas de inclusión sean una prioridad del Estado y donde
siguiendo a García Márquez las estirpes condenadas a la soledad tengan derecho a
una nueva oportunidad sobre la tierra y puedan construir caminos de paz social,
democracia, justicia y libertad.
BIBLIOGRAFIA
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la vida nacional. Neiva, Centro de Estudios surcolombiano, 1981.
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tercer mundo editores, 2000.
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Editora Guadalupe Ltda., Tomo I y II, 1995.

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  • 1. CAQUETEÑIDAD: RÍO HUMANO EN EL GRAN CAQUETÁ COMPLEJIDAD DE SUBJETIVIDADES Y TERRITORIOS “Cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su marca, cada desencanto su maravilla” Mario Benedetti Gabriel Perdomo Castañeda Profesor Titular Universidad de la Amazonia LA PREGUNTA POR LA CAQUETEÑIDAD En el ejercicio de mi actividad académica me he propuesto interrogar al Caquetá en su proceso territorial y humano, para que me diga de qué ternuras y violencias ha nacido, qué vicisitudes ha experimentado en su fluir histórico, qué es hoy y qué perspectivas de desarrollo tiene. Desde esta mirada se pretende otear una complejidad de pueblos y por tanto de subjetividades1 y territorios, en distintos tiempos de este devenir del rio humano del Gran Caquetá. A esta complejidad objetiva y subjetiva, biofísica, sociopolítica y simbólica, la he categorizado con la expresión caqueteñidad, reconociendo de antemano que la elaboración de este constructo teórico es una tarea colectiva y compleja de investigadores sociales en la cual pesan las incertidumbres del saber2. 1 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel y QUIÑONES, Mireya Emperatriz. . Vecinos, Familia, Iglesia y Escuela como Instituyentes del Colono Caqueteño. Caquetá: Década del Veinte al Cincuenta del Siglo XX. Tesis de Grado para optar al título de Psicólogo, Florencia: Universidad Abierta y a Distancia UNAD, 2009. 2 WALLERSTEIN, Inmanuel. Las Incertidumbres del Saber. Barcelona: editorial Gedisa, 2005.
  • 2. Caqueteñidad3, como expresión del ser biopsicosociocultural del Caquetá, la enuncié en 1977 y como saber y categoría en construcción rebasa toda definición naturalista, positivista, reduccionista y pretende dar cuenta de los procesos de configuración objetiva y subjetiva de sociedades y culturas particulares, inmersas en la cordillera, el piedemonte cordillerano, el llano y las selvas Amazónicas como son específicamente la extensión y conjunto de pueblos ribereños del río Yapurá o Caquetá y sus afluentes como el Guecaya o Caguán, Suya u Orteguaza, como los denominaron respectivamente indígenas y españoles. A esta construcción el gran Río Caquetá le dio nombre y abarca “todas las parcialidades de esta República nadante”4 tal como la describieron literalmente los franciscanos en el siglo XVIII, quienes estaban admirados por la espesura de la selva y el caudal abundante de sus ríos. Rio Caquetá, cerca de San Francisco Solano, Cortesía Jesús María Cataño CAQUETEÑIDAD Y MIRADAS DESDE FUERA Al interpelar históricamente sobre la conformación de la caqueteñidad y sus imaginarios, se descubre, entre otros aspectos, que ésta es el producto de contradictorias y distintas miradas desde fuera, que han afectado nuestro ser psicosociocultural y el territorio en sus dimensiones biofísica, sociopolítica y simbólica, inmersos en este río humano e histórico. 3 La expresión caqueteñidad, ha sido pensada en un proceso: inicialmente fue acuñada por el suscrito en el año de 1977; posteriormente elaboré el artículo “Caqueteñidad: fuente rica para una cultura popular” (1990); más tarde produje la ponencia “Caqueteñidad: categoría interpretativa de un territorio Amazónico” (1995); luego, el texto denominado: “Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y territorio (Caquetá: 1893-1951) publicado en 1999 y el texto mencionado anteriormente “Vecinos, Familia, Iglesia y Escuela como Instituyentes del Colono Caqueteño..”. Actualmente elabora un texto sobre la historia doble del Caquetá, cincuenta años, siglo XX. 4 ARCILA ROBLEDO, Gregorio. Apuntes históricos de la Provincia Franciscana de Colombia. Bogotá: imprenta Nacional, 1953, pág. 282
  • 3. En el siglo XVI, el territorio del gran Caquetá fue el lugar imaginado de “El Dorado”, morada de las Amazonas. Por el territorio del Fragua pasó el expedicionario Hernán Pérez de Quesada en 1592; este espacio fue codiciado en el tiempo del mercantilismo, pero también fue el territorio imaginado de monstruos y terribles fieras, espacio de sueños y delirios. A mediados del siglo XVIII, la Provincia del gran Caquetá, fue el escenario de “gentes baldías” como lo afirmaba el fraile franciscano Martín de Montalbán al referirse a los indígenas quienes fueron organizados en pueblos cuyos nombres fueron registrados así: Andaquíes del Hacha, San José del Bodoquero, San Antonio del Caquetá, San Francisco Solano, Santa María del Caquetá, el Pescado de los Andaquíes y otros, durante la conquista y la colonización española. Hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, después de ser olvidado el Caquetá por el gobierno central a raíz de las guerras civiles, se miró a la Amazonia Colombiana como un escenario de tierras baldías para conquistar e indios para catequizar. Entonces, más allá de los indígenas y negros fugitivos por los lados de San Francisco Solano (1773) en las márgenes del río Caquetá, irrumpieron comerciantes: eran los quineros y caucheros, hijos de la aventura, el azar y la necesidad5. En el siglo XX, especialmente a partir de los años veinte, el Caquetá, desde fuera, fue visto como “palacio encantado”, “el paraíso perdido”, “mundo de mundos 5 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y Territorio (Caquetá: 1893-1951). Florencia: Universidad de la Amazonia,1999, pág. 25.
  • 4. inexplorados” para abrigo de colonos, hijos del desamparo social, la esperanza y el coraje. Después de los años cincuenta, la violencia liberal-conservadora, la inexistencia de reformas agrarias, la debilidad del Estado y el conflicto sociopolítico arrojaron nuevos migrantes: eran hijos de la violencia, quienes manifestaban su vocación de paz, de justicia social y se encontraban con los otros para construir una nueva sociedad. Años después, el fracaso de las políticas de colonización, la violencia social y la llegada de los cultivos ilícitos6 transformaron parcialmente nuestra sociedad y cultura, situación agravada por el conflicto social y armado que desde hace más de cuatro décadas vive el país. Actualmente, en el siglo XXI, un gran número de herederos de la colonización, son hombres y mujeres amazonizados, jóvenes y niños nacidos aquí, quienes tienen el reto histórico de modelar una sociedad justa, sustentable y socialmente democrática. CAQUETEÑIDAD: PLURALIDAD DE SUJETOS Y MOMENTOS SOCIOCULTURALES DEL TERRITORIO 6 JARAMILLO, Jaime Eduardo y otros. Colonización, Coca y Guerrilla. Bogotá: alianza editorial colombiana, 1989. 322 págs.
  • 5. Al interpretar históricamente el proceso de conformación de la caqueteñidad como devenir de sujetos y del territorio, se descubre, entre otros aspectos, que ésta ha sido producto de diversos sujetos biopsicosocioculturales, que han sido constituidos en momentos y/o diversas coyunturas vividas en el territorio, que deben ser estudiadas de manera sistemática, teniendo en cuenta la construcción del territorio y la constitución de diversos actores o protagonistas de la misma; a la vez esta formación sociocultural ha sido afectada por contradictorias y distintas miradas que han incidido en su devenir. La caqueteñidad es un movimiento biopsicosociocultural de hombres y mujeres inmersos en diversos momentos de un devenir territorial y humano a veces heterogéneo, tortuoso, híbrido7, con desarrollo contradictorio y desigual; síntesis de diversas mentalidades y de metamorfosis del hombre en este territorio. Este proceso se abordaría teniendo presente por lo menos los siguientes momentos o coyunturas socioculturales: La “gente baldía”: la colonia y la negación de la identidad del indígena, Caquetá 1635-1800. Más allá de los imaginarios que se tejieron sobre la Amazonia, el Caquetá era básicamente un territorio de indígenas: Andaquíes en la tierra de los ríos Hacha, Orteguaza, Pescado y Solano; Tamas en la ribera del río Guecaya – Caguán–; Macaguajes en la boca del Mecaya –Orteguaza–; Coreguajes en el Mecaya y Zenzeguajes, Payaguajes y toda la familia de los Carijonas. La tragedia de la selva y fundamentalmente de estas regiones indígenas comenzó con el etnocentrismo de la dominación española. He aquí el testimonio de Fray Martín de Montalbán: “ ...y navegando sus caudalosos ríos hallé en el recinto de uno u otro río tanta gente que con su ceguedad constituían para Luzbel un dilatado imperio...y ahora que en esta provincia han salido al pueblo de Condagua, pueblo cristiano y pacífico de la jurisdicción de la antigua ciudad de Mocoa, se me hace preciso postrarme a los píes de V.E. y suplicar como patrón de la Fe Católica se sirva hermanar con su poder el brazo derecho de la iglesia y el siniestro de las fuerzas seculares...Por lo que, E.S. apelo a la cristiandad y celo para que en la consecución de tan alto fin se empeñe toda la real autoridad de V.E.,(...) para que por el medio posible contenga a ésta gente, pues para éste fin hay muchos en esta ciudad que se han indultado de atroces delitos con el reto de asistir a este fin y respecto de haber fuera de ésta mucha gente baldía”.8 Este testimonio señala una ruptura en el acontecer histórico de los indígenas, quienes eran distintos por sus valores y por la organización de su vida material y 7 GARCÍA CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas. México, 1990 8 CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia. Bogotá: 1894, Tomo 4, pp. 301- 303)
  • 6. espiritual, expresadas en sus diferentes formas de manejar la tierra, de gobernarse, de hablar y de adorar a sus dioses, de vivir en comunidad, etc. A partir de ese momento, entraron en una relación de dominación que comenzó a ser ejercida por “el brazo derecho de la iglesia” y “el siniestro de las fuerzas seculares”. Dada la mentalidad de la época se impuso la negación de la identidad de esos pueblos y por ello se le dio el calificativo de “gente baldía”, tal como se expresa en el texto citado anteriormente. Esta condición se impuso en el Caquetá durante la colonia bajo la dirección de los frailes franciscanos (1635-1800), quienes desde los conventos de Quito, Popayán y Neiva impulsaron las misiones y dentro de dicha dinámica constituyeron pueblos “formados a son de campana”, tales como Santa María del Caquetá, en la banda sur, un poco más arriba del río Mecaya; Andaquíes del Orteguaza, más arriba de Solano; San Miguel de Picuntí; Nuestra Señora de las Gracias del Río Caguán; San Antonio de los Tamas; San Francisco Solano; Los Canelos y la Bodoquera.9 Ilustración tomada del texto Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Estado del Cauca, Territorio del Caquetá, dirigida por el General Agustín Codazzi. Edición y comentarios: Camilo Dominguez, Augusto Gómez, Guido Barona, 1996 Para facilitar el adoctrinamiento de los indígenas, los misioneros no solo aprendieron sus lenguas, sino también generalizaron una de ellas: la Cenoa. Desde entonces se impulsó su integración a partir de la exclusión de sus culturas y del “ninguneo”, también practicado por los Jesuitas durante el periodo de su presencia en la región amazónica entre 1844 y 1857. Posterior a este momento, los territorios del Putumayo y Caquetá quedaron en la “orfandad espiritual” hasta inicios del siglo XX, cuando frailes capuchinos catalanes, dado el triunfo de la Regeneración 9 Ídem
  • 7. Política, del Concordato entre el Vaticano y el Estado Colombiano y los Convenios de Misiones, se propusieron abrir otra vez ésta frontera espiritual bajo un modelo hispánico.10 Negros y palenques en el Caquetá. Pero el territorio caqueteño durante el siglo XVIII fue también un lugar de refugio del negro y espacio abierto para las negritudes en su lucha contra la esclavitud por parte del blanco. En su informe de 1773, los Frailes Franciscanos afirmaron que por los lados de San Francisco Solano existían negros mineros trabajando, y el cronista revela la existencia de palenques por entonces: “...en la distancia de 10 días de camino por agua y tierra que hemos apuntado, medida desde la primera fundación de San Francisco, se encuentran también en el mismo ejercicio dichos Aguanungas y viviendo con ellos algunos negros fugitivos que por eximirse de la servidumbre...se han venido de esa ciudad –Pasto– y de las reales minas de la provincia del Chocó, y retirándose a éstas montañas como también otros esclavos y mestizos libres...y lo más en una colina fortificada y defendida por la naturaleza, que se eleva a la banda del norte y en la orilla septentrional del Caquetá, y frente a la boca de un riachuelo que llaman Yuruyaco, en donde van formando su palenque y dista un día de jornada de navegación de los referidos pueblos desamparados de San Antonio del Caquetá”11 10 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad; sujetos y territorio (Caquetá: 1893-1951) Florencia: Universidad de la Amazonia, 1999. 11 CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia. Bogotá: 1894, Tomo 4 , p 257
  • 8. El negro Mosquera, junto a un “indio reducido” orientador de Codazzi en su viaje por el medio Caquetá, siglo XIX Quineros y caucheros. Hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, después de ser olvidado el Caquetá por el gobierno central a raíz de las guerras civiles, se miró este territorio y a la Amazonia Colombiana como un escenario de tierras baldías para conquistar, e indios para catequizar. Novela referida a las caucherías
  • 9. Toá, Narraciones referidas a las caucherías Entonces, en las márgenes del Río Caquetá irrumpieron nuevos sujetos psicosocioculturales: eran comerciantes empresarios, peones Quineros y caucheros12; por ese tiempo predominó la vida cauchera cuya esencia era “el azar, la necesidad y la anarquía moral que correspondía, a su vez, a una economía marginal y extractiva, dependiente de los vaivenes del precio del caucho, que dialécticamente alimentaba un poblamiento fantasma y la axiología del aventurero”13, en un sistema de explotación del caucho que generó un genocidio de más de 50 mil indígenas, especialmente en el bajo Caquetá, y en la regiones de El Encanto y La Chorrera, pertenecientes al territorio del Amazonas. Estos caucheros fueron caracterizados por Antonio García como “los más fuertes y los más débiles, los más rencorosos y los más humanos, todos reunidos por un imperativo biológico, en el mismo paraíso y en el mismo infierno”14; esta misma circunstancia fue narrada por José Eustasio Rivera en La Vorágine; también en la novela Toá15 de Cesar Uribe Piedrahita y últimamente en El Sueño del Celta del 12 La quina tuvo su explotación intensiva a partir de 1875, y encontró su época de depreciación en 1884, cuando empezó el auge del caucho (Cfr. PARDO, Ricardo. La región del Caquetá y la compañía peruana. EN Repertorio Boyacense .Tunja, 1912)); en cuanto al caucho “la época inmediatamente anterior y posterior al comienzo de la guerra (1889-1902) fue el momento de la de verdadera prosperidad por los altos precios como por la abundancia de árboles y facilidades topográficas para la explotación. (ROCHA. Joaquín. Memorándum de viaje. Bogotá; casa editorial el Mercurio, 1905, p. 67). 13 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. op., cit. p. 10 14 ARTUNDUAGA BERMEO, Félix. Historia General del Caquetá. Florencia Ed. Jaime Gómez, 1984, pág. 159. 15 URIBE PIEDRAHITA, Cesar. Toá. Narraciones de caucherías. Medellin: editorial Bedout S.A., 1982
  • 10. premio Nobel Vargas Llosa se hacen referencia a dicho momento crítico de nuestra historia. Novela sobre Roger Casement, testigo directo del genocidio cauchero Colonos: hijos del desarraigo y la esperanza. En la década del 20 del siglo XX la crisis del caucho se acentuó por la competencia extranjera que se daba en Malasia y dada una crisis en la economía nacional se inició en el Caquetá una colonización básicamente de campesinos huilenses quienes recién llegados empezaron a organizar fincas y pueblos junto a los antiguos caucheros fracasados. Posteriormente se fortalecieron las fundaciones anteriores y se constituyeron otros pueblos tales como Belén –1917–, Guacamayas –1921– y varias fincas fueron creadas en las riberas del Caguán y del Guayas. Por esta coyuntura de los años veinte hasta los cincuenta, la población comenzó a aumentar en el territorio: si en 1938 el Caquetá tenía 20.000 moradores, en 1951 ya se registra en el censo 45.471 habitantes. Antes, en el tiempo de las caucherías, había predominado un espíritu aventurero y extractivo; desde los años veinte del siglo XX, se inauguró un espíritu campesino productivo con nuevos sujetos psicosocioculturales denominados colonos, quienes fueron caracterizados como “gente heroica en el trabajo, que no se arredra ante las dificultades más grandes de la selva, y la va convirtiendo rápidamente en cultivos y ganadería, y que se lleva la palma de una transformación extensa, rápida y
  • 11. definitiva de los terrenos”16. En este contexto, el Caquetá fue visto como “palacio encantado”, “el paraíso perdido”, “tierra de promisión”, “mundo de mundos inexplorados”. Entonces, sus colonizadores fueron básicamente campesinos de origen huilense, liderados social y culturalmente por los frailes capuchinos catalanes; esta colonización de hombres y mujeres honrados, de vida tranquila, muchas veces rutinaria, sufrió un sobresalto: el Conflicto con el Perú (1932-1933), que vinculó el territorio al Estado y la nación colombiana y obligó al gobierno a construir la carretera Altamira-Florencia y a traer una sucursal del Banco de la República, con lo cual se dinamizó el comercio regional. Banco de la república plaza principal de Florencia Colonos: hijos de la violencia liberal-conservadora. A partir de 1948 a raíz del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán o El Bogotazo y la guerra civil entre liberales y conservadores, se produjo una “desbandada de inmigrantes atemorizados”17 e irrumpió un proceso de colonización masivo que hizo fortalecer los antiguos pueblos y generó la aparición de otros tales como Doncello –1951–, Paujil –1952– y otros. La violencia liberal-conservadora, la inexistencia de reformas agrarias, la debilidad del Estado y el conflicto sociopolítico arrojaron nuevos migrantes: eran colonos, hijos de la violencia partidista, quienes manifestaban su vocación de paz y se encontraban e interactuaban con los otros, para construir una nueva sociedad; entonces, la sociedad caqueteña dejó de ser una colonización de huilenses para abrirse a diversas regiones del país. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que después de la mitad del siglo XX hasta nuestros días, los Misioneros de La Consolata, de procedencia Italiana, ejercieron un papel protagónico en la conducción cultural de la sociedad. 16 DE IGUALADA, Francisco. Estado de la Misión del Caquetá en 1940”, en Amazonía Colombiana Americanista. Vol. 1 No. 2, Sibundoy, 1940, pág. 29. 17 AMEZQUITA, Carlos. Nuevos modelos de vinculación de zonas de colonización a la vida nacional. Neiva, Centro de Estudios surcolombiano, 1981, p. 34.
  • 12. Colonos: hijos de la violencia social y conflicto sociopolítico. En los inicios de la década de los setenta del siglo XX, el conflicto de tierras en Colombia y la violencia social, siguen generando oleadas de migrantes y en ese contexto surgen nuevos pueblos tales como San José del Fragua –1961–, Milán –1964–, Valparaíso – 1964–, Puerto Manrique –1965–, Cartagena del Chairá –1963–, Curillo –1966–, Puerto Torres –1967–, Rionegro –1968–, Yurayaco, entre otros. El crecimiento de la población fue una constante: si en 1951 el Caquetá tenía 45.471 habitantes, en 1964 pasó a 103.718 y en 1973 llegó a la cifra de 179.745 habitantes. El origen de estos migrantes puede apreciarse en el siguiente cuadro:18 Zonas de inmigración al Caquetá 1964 1979 Huila 53.3% Tolima 15.8% 55.0% Caldas 6.7% Cundinamarca 5.2% 8.5% Valle 4.7% 5.0% Boyacá 3.5% Antioquia 7.4% Risaralda 4.6% Cauca 4.0% Nariño 2.0% Restantes 10.9% 13.5% TOTAL 100.0% 100.0% Para los años 70, en virtud de la ausencia del Estado en la región y del incremento de los conflictos sociopolíticos del país, se produjeron nuevos frentes de colonización y aparecieron asentamientos humanos tales como santa Fe –1971–, Cumarales –1984–, Remolino –1976–, Monserrate –1984–, Santo Domingo –1985– y Peñasco. Este espacio sociocultural, también fue integrado por colonos oriundos del Huila, Tolima, Caldas y Antioquia.19 18 Para los datos de 1964, Véase BRUCHER, Wolfgang. La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia. Bogotá: IGAC, 1968, pág. 76. Los datos de 1979 son aportados por el INCORA y citados por PULECIO YATE, Jorge. “Aspecto socioeconómico de la actual colonización del Caquetá”. Bogotá: Universidad Nacional, monografía de grado, 1981, p. 48. 19 JARAMILLO, Jaime Eduardo, MORA, Leonidas y CUBIDES, Fernando. Colonización, coca y guerrilla. Bogotá, Alianza Editorial Colombiana, 1989.
  • 13. Posteriormente, dado el fracaso de las políticas de colonización, la pobreza de los colonos, la carencia de servicios públicos, se generaron paros campesinos y populares como el Paro Campesino –1971–, el Paro Cívico Pro-Electrificación del Caquetá –1977–20. Además, a mediados de la década del setenta del siglo XX, la crisis social de la colonización fue un caldo de cultivo para la llegada de los cultivos ilícitos y la aparición de actores violentos21 que incidieron en la sociedad y la cultura. “Manifestación de las ollas y canastos vacíos”. Paro Cívico Pro Electrificación del Caquetá, julio 18 de 1977. Archivo particular del autor. 20 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Paro Cívico pro-electrificación del Caquetá (1977). EN: Florencia Hoy, edición 80, septiembre de 2007, págs. 6-7. 21 RAMIREZ MONTENEGRO, Roberto. Procesos recientes de guerra y paz en la amazonia colombiana. EN: UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Dimensiones territoriales de la guerra y la paz. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 603-620)
  • 14. Las necesidades del campesinado caqueteño volvieron a expresarse nuevamente en 1996 en las marchas campesinas que demandaban políticas agrarias, sustitución de cultivos ilícitos, inversión social y programas de desarrollo integral; ante estas situaciones desafortunadamente las élites sociales y gobernantes del país no han dado respuesta y desgraciadamente se ha impuesto la guerra. Imagen de los campesinos asentados en Morelia durante las Marchas Campesinas, 1996. Imagen tomada del archivo de la Vicaría del Sur, Morelia Caquetá. De otra parte, los indígenas hoy han quedado reducidos en toda la región a menos de tres mil quinientas personas, integrantes de minorías étnicas como los Coreguaje y Uitoto, los inmigrados Emberá del Chocó y Nasas del Cauca, todos ellos afectados por los procesos de colonización, el narcotráfico y los conflictos sociales y culturales contemporáneos. “La catequesis a los indios”. De Vilanova, Tomo II, 1947, Pág. 140.
  • 15. Jóvenes y niños amazonizados. En 1985 el Caquetá ya tenía 240.473 moradores y en el año 2005 el DANE calculaba una población de 420.337 que actualmente se acerca a los 500.000. Hoy, además de las generaciones mayores irrumpe un gran número de herederos de estos procesos de colonización: niños y jóvenes nacidos aquí, quienes están en un proceso de crear sentido de pertenencia y tienen el reto histórico de modelar una sociedad justa y democrática. En síntesis, la caqueteñidad es hija de la indianidad y el mestizaje, es también expresión del negro fugitivo en busca de la libertad en el embrujo de la manigua, es la urdimbre de economías extractivas y colonización, donde se ha heredado la aventura, la esperanza y el coraje. El caqueteño históricamente lleva en sus raíces un espíritu aventurero y una vocación productiva y de paz, todo lo cual se ha manifestado en el afán de riqueza, conquista de la tierra, la cultura y la justicia social; como hombres y mujeres precolombinos, negros y mestizos han construido un nuevo pueblo que tiene sed de justicia social tal y como lo han expresado en sus movimientos sociales y políticos.
  • 16. Es obvio que cada uno de los anteriores momentos del devenir territorial y de diversos sujetos en el Caquetá, incluyendo indígenas y negritudes, merecen ser estudiados con detenimiento para conocer con profundidad el proceso del ser y devenir de nuestra formación sociocultural que aquí denominamos caqueteñidad. CAQUETEÑIDAD: CULTURAS NEGADAS Y SOCIEDADES EXCLUIDAS No hay duda que el devenir sociocultural del gran Caquetá, un complejo territorio de la Amazonia Colombiana, tiene que ver con una historia de culturas negadas y sociedades excluidas. El Caquetá ha sido una historia de culturas negadas en cuanto nuestro pasado y parte de nuestro presente es expresión de diversas comunidades indígenas Andaquíes, Coreguajes, Uitotos, Inganos y otras, miradas y manipuladas por el hombre blanco, quienes bajo el gobierno central y sus élites sociales y políticas decidieron transformar a los indígenas en hombres “civilizados”, negando sus cosmovisiones, sus costumbres, sus idiomas para adecuarlos a la llamada Nación Colombiana, según el modelo católico e hispánico. Esta situación de negación de las culturas propias ocurrió con intensidad hasta mediados de los años setenta del siglo XX cuando las organizaciones indígenas levantaron su voz y exigieron respeto a su identidad, reivindicación formulada en la Constitución de 1991 que reconoció el carácter multiétnico y pluricultural de la sociedad colombiana. Hoy, las minorías indígenas siguen luchando por el respeto a
  • 17. sus identidades y territorios y por ser incluidos en un proyecto social que les asegure su supervivencia y un desarrollo humano sustentable. Monumento a la manigua del escultor Emiro Garzón, entrada en la universidad de la amazonia, en Florencia: manos implorantes en la manigua caqueteña. El Caquetá ha sido un acontecer de sociedades negadas –indígenas y negros– y excluidas –colonos–, en cuanto su pasado y su presente no ha sido una expresión de ángeles y príncipes sino un río humano de hombres y mujeres, quienes en su condición de colonos fueron arrojados a estas selvas del sur por la concentración del capital y la pobreza para conquistar un sitio bajo el sol. La actual población que habita el Caquetá, con excepción de los indígenas, se comprende en un período histórico de corta duración de aproximadamente cien años. Esta población, envuelta en los conflictos del país, no ha tenido un tiempo reposado para consolidarse, sedimentarse y distinguirse de otros pueblos; además, gran parte de la población joven vive inmersa en la dinámica de los medios de comunicación, las imágenes y voces de culturas “desterritorializadas”, situación ésta que contribuye a que algunos jóvenes tengan precario sentido de pertenencia.
  • 18. AMAZONIA COLOMBIANA AMERICANISTA, primera revista para pensar la amazonia, creada por el fraile capuchino Marcelino de Castellvi CAQUETEÑIDAD: MIRARNOS DESDE DENTRO Y CONSTRUIR EL NOSOTROS Durante mucho tiempo, con excepción del breve período del CILEAC (Centro de Investigaciones Científicas y Etnográficas de la Amazonia Colombiana –1934 a 1951–, fundado por el ilustre Fraile Marcelino de Castelví, los caqueteños dejamos de mirarnos a nosotros mismos; razón tiene Camilo Domínguez cuando afirma que “durante la mayor parte del siglo XX el Caquetá creció de espaldas al Amazonas y mirando hacia el rio Magdalena; solamente en los dos últimos decenios se percató de su pertenencia regional y del papel protagónico que tiene que cumplir en su contexto, dejó de ser una provincia del Huila y asumió las funciones de adalid en la Amazonia Colombiana.22” 22 SINCHI, Caquetá; Construcción de un territorio Amazónico en el siglo XX. Bogotá: Tercer mundo editores, 2000, pág. 13.
  • 19. Hoy, desde la caqueteñidad, entendida como el devenir de un viaje a lo nuestro, memoria y expresión biopsicosociocultural de indios, negros, mestizos y mulatos, quienes al encontrarse colectivamente se re-descubren en un trabajo de autoconciencia colectiva y se proponen engendrar el nosotros desde el yapurá o Caquetá: una complejidad pluricultural y biodiversa, rica en luces y colores, abierta a la nación y al mundo. La caqueteñidad, como categoría de lo cultural en el Caquetá23 y como devenir histórico, tiene que ver también con el rescate de la memoria histórica, la promoción de la creación cultural y el encuentro lúdico de los diferentes grupos humanos o etnias que construyen sociedad en el Caquetá, desde el aquí y el ahora. 23 En el año 2001 y 2002 con el Ministerio de Cultura, la Universidad de la Amazonia, el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá, el Instituto Departamental de Cultura, desde el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad, con la dirección de los Profesores Gabriel Perdomo Castañeda y Luis Eduardo Delgado Santacruz, se realizó el Diplomado en Gestión Cultural Comunitaria con gestores culturales del centro, del sur y del norte del Caquetá, cuyo eje interpretativo y reflexivo fue la categoría Caqueteñidad lo cual llevó a crear, promover, desarrollar y fortalecer proyectos y eventos artísticos con contenido local y regional como el Festival Folclórico San Pedro en Florencia y Encuentro de la Caqueteñidad; también en Florencia se realiza El Colono de Oro. A nivel de los Municipios del Caquetá hay otros eventos tales como: el Festival Departamental de Danzas de Curillo (Busca la danza representativa de cada Municipio), el Festival del Rio (Belén), Festival El Paujil de Oro (Paujil), Festival Sueños del Bodoquero (Morelia), Festival El Yariceno (San Vicente), Festival del Caucho (Doncello), Festival del Sanjuanero Montañitense (Montañita); Festival Encuentro de Culturas indígenas (Milán). Por otra parte, desde el año 2005 hasta el 2007 la Alcaldía de Florencia celebró las jornadas de la caqueteñidad.
  • 20. Revista del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de la Amazonia Construir caqueteñidad hoy, significa esencialmente que los pueblos y culturas en el Caquetá se miren desde dentro y se autorreconozcan colectivamente y rescaten la memoria de sus pueblos. La caqueteñidad, como expresión de pertenencia, de sujetos y territorios en devenir a orillas del Caquetá y sus afluentes, no crece silvestre sino que ella es un rio histórico, una construcción humana y social.
  • 21. CAQUETEÑIDAD: MEMORIA, CELEBRACIÓN Y NUEVOS PROYECTOS Semana cultural del Caquetá organizada por el sacerdote y luego Obispo José Luis Serna Alzate, Florencia, 1964. La categoría caqueteñidad pretende ser un instrumento pedagógico para rescatar la memoria histórica, fortalecer la creación cultural, promover el diálogo interétnico y social de los pueblos del Caquetá. La caqueteñidad puede ser también la celebración de la fiesta grande de la presencia indígena, negra y mestiza, la odisea colonizadora, el presente joven e infantil de una población amazonizada, y expresión de los anhelos colectivos de construcción de un proyecto sociocultural, que se apropia de la riqueza de su pluralidad étnica y su rica biodiversidad. Se necesita, entre otras urgencias, que desde una toma de conciencia colectiva, las diversas generaciones conozcan las historias, el ser del Caquetá y lo puedan rescatar y recrear en la obra histórica, en la literatura, en la música, en la danza, en el teatro, en la arquitectura, en síntesis, en el arte y en las distintas expresiones estéticas. Además, esta sociedad de indígenas, de negros, de mestizos colonizadores, de niños y jóvenes amazonizados, esperan una nueva oportunidad para expresarse y para inventar el nosotros, desde Florencia24, desde los pueblos del Caquetá y la Amazonia Colombiana. En síntesis, la caqueteñidad es un devenir histórico sociocultural, heredero de muchas etnias, procesos migratorios y conflictos sociopolíticos; la caqueteñidad 24 PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Florencia: Personajes, instituciones y símbolos. (1902-2002). Documento sin publicar.
  • 22. tiene muchos rostros, muchas caras, muchas historias, variados matices, expresiones múltiples del Caquetá y Colombia; pero más allá de estas disímiles circunstancias que definen su particularidad, ella es un complejo sociocultural amazónico del Gran Caquetá. La expresión caqueteñidad reivindica el derecho a reconocernos colectivamente, a rescatar nuestra memoria colectiva, favoreciendo el diálogo sociocultural y la construcción de un nuevo proyecto de sociedad y cultura; pero, sobre todo, la categoría caqueteñidad pretende que nos estudiemos desde nuestras particularidades, pues como lo confiesa Mario Benedeti “cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo tiene su marca, cada desencanto su maravilla”, y aún más en el ámbito de apertura a la nación y al mundo. Este conocernos e inventarnos a nosotros mismos ocurre en la dialéctica de lo global y lo local donde “la globalización se localiza, y las localidades se globalizan”, oteando, a la vez, un horizonte más complejo, pues la denominada “globalización” muchas veces no es otra cosa que la imposición y dominio de un sistema económico neoliberal, de mercado; no obstante, más allá de esta circunstancia determinante, en el planeta se impone la mundialización que implica encuentro, yuxtaposición, asimilación o no de diferentes culturas en un fenómeno complejo de interculturalidad que es necesario comprender desde nuestra localidades y especificidades. Jornada de la caqueteñidad y Festival San Pedro en el Caquetá, Florencia, 2007. La caqueteñidad, como mirada del río humano en el gran Caquetá, complejidad de sujetos y territorios y como auto comprensión colectiva de estos pueblos, facilita imaginar y construir símbolos y variadas expresiones que den cohesión, alimenten, fortalezcan el alma colectiva de estas sociedades y culturas, quienes
  • 23. reclaman un sitio bajo el sol en la construcción de un nuevo país en el cual la equidad social y las políticas de inclusión sean una prioridad del Estado y donde siguiendo a García Márquez las estirpes condenadas a la soledad tengan derecho a una nueva oportunidad sobre la tierra y puedan construir caminos de paz social, democracia, justicia y libertad. BIBLIOGRAFIA AMEZQUITA, Carlos. Nuevos modelos de vinculación de zonas de colonización a la vida nacional. Neiva, Centro de Estudios surcolombiano, 1981. ARTUNDUAGA BERMEO, Félix. Historia General del Caquetá. Florencia Ed. Jaime Gómez, 1984. ARCILA R. Fray Gregorio. Apuntes Históricos de las Provincias Franciscanas de Colombia. Bogotá: Imprenta Nacional, 1953, 282 p. ARCILA ROBLEDO, Gregorio. Las Misiones Franciscanas en Colombia, Estudio Documental. BERGER P. y LUCKMAN T. La Construcción Social de la Realidad. Buenos Aires: Amorrortu, 1991, 233p. BRUCHER, Wolfgang. La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia. Bogotá: IGAC, 1968, pág. 76 DE IGUALADA, Francisco. Estado de la Misión del Caquetá en 1940”, en Amazonía Colombiana Americanista. Vol. 1 No. 2, Sibundoy, 1940, pág. 29. CUERVO, Antonio B. Colección de documentos inéditos sobre geografía e historia de Colombia. Bogotá: 1894, Tomo 4, pp. 226-303. PARDO, Ricardo María. La región del Caquetá y la compañía peruana. EN Repertorio Boyacense. Tunja, 1912, p. 124. PERDOMO CASTAÑEDA, Gabriel. Capuchinos y Caqueteñidad: sujetos y territorio (Caquetá: 1893-1951). Florencia, Universidad de la Amazonia, 1999 PERDOMO C, Gabriel y QUIÑONES QUIÑONES, Mireya Emperatriz. Vecinos, familia, Iglesia y Escuela como Instituyentes del colono caqueteño. Caquetá:
  • 24. Década del veinte al cincuenta del siglo XX. Florencia: Universidad Abierta y a Distancia (UNAD). Tesis de grado, 2009 PERDOMO C., Gabriel. “Caqueteñidad: fuente rica para una cultura popular”. En: Aluna. Imagen y Memoria de las Jornadas de Cultura Popular. Presidencia de la República – Colcultura. 1990. Págs. 167-173. PERDOMO C. Gabriel. Caqueteñidad: construcción de una categoría interpretativa de un territorio Amazónico. EN: Cuadernos Amazónicos. Florencia: Departamento de Ciencias Sociales, universidad de la Amazonia, Año 1, No. 1, diciembre de 1995, págs. 33-40 PULECIO YATE, Jorge. Aspecto socioeconómico de la actual colonización del Caquetá. Bogotá: Universidad Nacional, monografía de grado, 1981. FOUCAULT, Michel. Microfísica del Poder.. Madrid: Edición Piqueta 1980, 190p. JARAMILLO, Jaime Eduardo, MORA, Leonidas y CUBIDES, Fernando. Colonización, coca y guerrilla. Bogotá, Alianza Editorial Colombiana, 1989. GARCÍA C., Néstor. Culturas Híbridas. México: Grijalbo, 1990, 363p. WALLERSTEIN, Inmanuel. Las Incertidumbres del Saber. Barcelona: editorial Gedisa, 2005 RAMÍREZ, Roberto. Caquetá: Colonización, haciendas y conflictos sociales Siglo XX. Belém, Brasil. CEA – Universidad Federal de Pará, 1989, 48 págs. RAMIREZ MONTENEGRO, Roberto. Procesos recientes de guerra y paz en la amazonia colombiana. EN: UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Dimensiones territoriales de la guerra y la paz. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 603-620) ROCHA. Joaquín. Memorándum de viaje. Bogotá; casa editorial el Mercurio, 1905 SINCHI. Caquetá: construcción de un territorio amazónico en el siglo XX. Bogotá: tercer mundo editores, 2000. TOVAR, Bernardo y otros. Pobladores de la Selva. Pobladores de la Selva. Bogotá: Editora Guadalupe Ltda., Tomo I y II, 1995.