1. CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO“MARIA NUESTRA SEÑORA DEL ADVIENTO” La encarnación y la Navidad constituyen una realidad admirable, casi increíble. Fue el desbordamiento de la gracia y del amor de Dios al hombre. No fue fácil, ni del todo gozosa. Se nos habla de las dudas angustiosas de José y de los silencios lacerantes de María. Pero José creyó y tomó consigo a su esposa la respuesta de José equivale al Sí de María. 1.- MARIA VIRGEN. Es la señal ofrecida por Dios: Una virgen embarazada. María es un milagro y un misterio. Es el mejor icono de la Iglesia, ya que también ella a de estar siempre embarazada de Dios. María nos enseña con su silencio. No dirá nada, pero nos habla con su ejemplo:
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4. Nos enseña cómo hay que RECIBIR A DIOS. Se hace una cuna y se preparan los pañales con esmero. Pero también ella prepara la casa de su fe, la cuna de su pobreza, los pañales de la humildad, las caricias y los besos de su amor.
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6. Fue José quien, además de la casa, preparó la cuna de Jesús, era un buen carpintero. No conocemos sus palabras, pero si sus hechos. Conocemos su docilidad, su obediencia y su capacidad de servir. Y también conocemos su autoridad sobre el Niño “tú le pondrás el nombre”. Imponer el nombre significa poder. 3.- JESUS EL EMMANUEL. Veamos a Dios en Jesús y veámoslo con inmensa gratitud, pues el Señor no deja de mirar al hombre y nunca se avergüenza de él. Veamos en el Niño al Dios de la misericordia infinita. Aunque el hombre no amara a Dios, Dios lo ama. Aunque el hombre huya, Dios lo persigue. Aunque el hombre se revele, Dios aguarda. Aunque el hombre lo ofenda, Dios perdona; aunque el hombre se olvide, Dios espera; aunque el hombre no crea, Dios se le manifiesta y le da señales, como en el caso de Acaz.
7. La señal más importante para Acaz, no era tanto la Virgen, sino el Niño. Se llamará Emmanuel. El nombre no era solo una palabra, un título, sino la expresión de una vocación e identidad. Emmanuel es Dios con nosotros. Esta es la gran señal, la gran prueba de amor que Dios nos envía, para que se quede y se entregue a nosotros. No cabe amor más grande. Pero para que Dios venga con nosotros ¡cuánta distancia tuvo que recorrer! ¡cuánto tuvo que dejar! ¡cuán pequeño y humilde tuvo que ser y todo porque nos ama! Debemos aceptar que nosotros pensamos muchas veces del Señor como un Dios SOBRE nosotros, lejano, autoritario, impositivo y temido. Pensamos en un Dios FRENTE a nosotros, vengativo, acusador, castigador y deshumanizante. Pensamos en un Dios LEJOS de nosotros, ausente, silencioso, olvidadizo, sordo y despreocupado. Pensamos en un Dios DETRÁS de nosotros, inquisidor, policía… ¡No! El es un Dios CON nosotros, cercano y amigo. Un Dios EN nosotros, íntimo y en comunión. Un Dios POR nosotros, favoreciendo, interesado y redentor. Un Dios PARA nosotros, servidor, médico y alimento.
8. Celebramos en Navidad a este Niño y debemos preparar su cuna, no sea que tenga que nacer en otra, porque nosotros no le damos un lugar en nuestra vida. Sería una Navidad muy triste y sin sentido por la falta del Niño.