1. (Puerto de Santa María, 1902 - 1999) Poeta español, miembro de la
Generación del 27. Sus padres pertenecían a familias de origen
italiano asentadas en la región y dedicadas al negocio vinícola. Las
frecuentes ausencias del padre por razones de trabajo le permitieron
crecer libre de toda tutela, correteando por las dunas y las salinas a
orillas del mar en compañía de su fiel perra Centella. Una infancia
despreocupada, abierta al sol y a la luz, que se ensombrecerá cuando
tenga que ingresar en el colegio San Luis Gonzaga de El Puerto,
dirigido por los jesuitas de una forma estrictamente tradicional.
Alberti se asfixiaba en las aulas de aquel establecimiento donde la
enseñanza no era algo vivo y estimulante sino un conjunto de rígidas
y monótonas normas a las que había que someterse. Se interesaba
por la historia y el dibujo, pero parecía totalmente negado para las
demás materias y era incapaz de soportar la disciplina del centro. En
1917 la familia Alberti se trasladó a Madrid. Rafael había decidido
seguir su vocación de pintor, y el descubrimiento del Museo del Prado
fue para él decisivo. Cuando la carrera del nuevo artista empieza a
despuntar, un acontecimiento triste le abrirá las puertas de otra
forma de creación. Una noche de 1920, ante el cadáver de su padre,
Alberti escribió sus primeros versos. De regreso a Madrid se rodeará
de sus nuevos amigos de la Residencia de Estudiantes. Conoce a
Federico García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén…
En 1925 su Marinero en tierra recibe el Premio Nacional de
Literatura. En 1930 conocerá a María Teresa León, la mujer que más
honda huella dejó en él y con la que compartió los momentos más
importantes de su vida. El dramático estallido de la Guerra Civil en
1936 reforzó si cabe su compromiso con el pueblo. Al terminar la
contienda, como tantos españoles que se veían abocados a un
incierto destino, Rafael Alberti y María Teresa León abandonaron su
patria y se trasladaron a París. Allí residieron hasta que el gobierno
de Pétain, que les consideraba peligrosos militantes comunistas, les
retiró el permiso de trabajo. Fue distinguido con todos los premios
literarios que un escritor vivo puede recibir en España, pero renunció
al Príncipe de Asturias por sus convicciones republicanas. En la
madrugada del 28 de octubre de 1999 murió plácidamente en su casa
de El Puerto de Santa María, junto a las playas de su infancia, y en
aquel mar que le pertenecía fueron esparcidas sus cenizas de
marinero que hubo de vivir anclado en la tierra.