Este documento discute las causas sociales de la delincuencia juvenil desde la perspectiva de la sociología. Argumenta que la mayoría de los jóvenes delincuentes provienen de grupos socialmente excluidos que carecen de redes de apoyo como la familia y la escuela. Además, explica que la desigualdad económica y la existencia de subculturas delictivas donde la violencia se ha normalizado contribuyen a la delincuencia juvenil. Finalmente, señala que mientras las ciencias sociales analizan este problema desde una perspect
2. DELINCUENCIA JUVENIL Y CONTROL
SOCIAL
La exclusión social como núcleo de
la delincuencia juvenil
3. En lo que respecta a los jóvenes
delincuentes, adelantamos que en su
mayoría se trata de sujetos pertenecientes
al mundo de los excluidos, de los que
están estructuralmente fuera del sistema,
pasto indefenso de la fragmentación social
y cultural de la sociedad globalizada en
donde los sistemas normativos, los
mecanismos identifica torios y los espacios
socializadores (escuela, familia, etc.) se
hallan en franco proceso de dislocación y
disolución. Las formas actuales de la
violencia delictiva se encuadran en este
escenario.
4. En estas condiciones, todo un sector de los excluidos, en especial los
jóvenes, hacen de la violencia anárquica un estilo y sentido de vida.
Para ellos la delincuencia y la violencia se han convertido en una
norma. No pueden acceder al trabajo que, por otra parte, es percibido
como un continuo degradante. La realidad laboral de quienes trabajan,
la pérdida de la estabilidad, la precarización laboral, el aumento de la
jornada de trabajo y la caída de los ingresos, hacen que tampoco sea
un estado apetecido ni aspirado porque no resuelve el deterioro. La
estructura normativa, la justicia y la policía, ya no representan para
ellos la custodia del orden, o de un orden que les signifique algún
beneficio sino un dispositivo y un emblema de brutal represión. En los
hechos sólo pueden acceder a los bienes codiciados mediante el
latrocinio y la imposición por la violencia arrebatadora. Si alguna
conciencia de identidad y pertenencia desarrollan es la de la ilicitud y
la existencia de la ley como un enemigo.
5. El fenómeno de la violencia, social e individual es,
sin duda, lo suficientemente complejo y
polifacético como para ser encarado desde una
sola disciplina o un abordaje principal. No todos
los excluidos son violentos y muchos “incluidos” la
practican, por no hablar de las operaciones
mismas de las instituciones y los espacios de
poder.
6. El hecho de que se trate fundamentalmente de jóvenes no
responde solo a una razón estadística (son mayoría) ni sólo a
las peculiaridades propias de esas edades (rebeldía, crisis de
identidad, débil estructuración en la internalización de escalas
de valores, etc), a ello se le suma que, a diferencia de los
adultos, crecen y transcurren su vida en esa zona de
vulnerabilidad que se caracteriza por la disolución de los
soportes estabilizadores (familia, vivienda, trabajo, educación,
etc) y que es estigmatizada por el resto de la población como
antes se lo hacía con los locos, los vagabundos y los
enfermos ( R. Castel: 1995). En este caso nos referimos a los
intercambios sociales entre las personas.
7. Mientras que las ciencias sociales
entienden que determinado grado,
extensión y regularidad en los
comportamientos violentos expresan
desajustes en el marco de las
instituciones sociales que contienen a
los individuos, para el Derecho y el
sistema legal interesa como alteración
de la norma, es decir a la ley. En ese
entorno un acto violento deviene en
una categoría jurídica, en delito.
9. La desigualdad económica es causa de
que el individuo desarrolle desesperanza.
No se trata de la simple pobreza: hay
algunos países o comunidades muy
pobres, como el caso de algunos ejidos en
México, en los que virtualmente
desconocen el robo y la violencia de otro
tipo. Sin embargo, la gran diferencia entre
ricos y pobres y sobre todo la imposibilidad
de progresar socialmente sí causa
violencia: la frustración se suma a la
evidencia de que no hay otra alternativa
para cambiar el destino personal.
10. Más importante como causa social es la llamada
subcultura delincuente. Aunque sus detractores dicen
que esta hipótesis carece de evidencia experimental,
hay comunidades, barrios y colonias en donde niños y
jóvenes saben que para pertenecer al grupo y formar
parte de su comunidad necesitan pasar algunos ritos
de iniciación, entre los que se encuentran robar, asaltar
o quizá cometer una violación. La falta de medición
requiere de estudios, sí, mas no de desestimar lo que
obviamente es un factor de formación de conductas y
conceptos sociales.