Este documento presenta una parábola de Jesús sobre dos hombres que subieron al templo a orar: un fariseo y un publicano. El fariseo se jacta de sus buenas obras como ayunar y pagar diezmos, mientras que el publicano se golpea el pecho y pide perdón a Dios por ser un pecador. Jesús dice que el publicano regresó a casa justificado, mientras que el orgullo del fariseo resultó en su humillación.