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Aurora Polar: Luz del Cielo Nocturno
1. Aurora Polar
Aurora polar es un fenómeno en forma de brillo o luminiscencia que aparece
en el cielo nocturno, actualmente en zonas polares, aunque puede aparecer
en otras partes del mundo por cortos períodos. En el hemisferio norte se
conoce como aurora boreal, y en el hemisferio sur como aurora austral, cuyo
nombre proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer, y de la palabra
griega Bóreas, que significa norte; debido a que en Europa comúnmente
aparece en el horizonte con un tono rojizo, como si el sol emergiera de una
dirección inusual.
La aurora boreal es visible de septiembre a marzo, aunque en ciertas
ocasiones hace su aparición durante el transcurso de otros meses, siempre y
cuando la temperatura atmosférica sea lo suficientemente baja. Los mejores
meses para verla son enero y febrero, ya que es en estos meses donde las
temperaturas son más bajas.
Aurora boreal en Alaska
2. ORIGEN
Una aurora se produce cuando una eyección de masa solar choca con los
polos norte y sur de la magnetósfera terrestre, produciendo una luz difusa
pero predominante proyectada en la ionosfera terrestre.
Magnetósfera de la Tierra desviando las partículas cargadas solares (líneas
amarillas) hacia lo polos, donde forman las auroras.
Imagen de una aurora austral en torno a la Antártida fotografiada desde un
satélite de la Nasa.
Aurora austral fotografiada desde la base Norteamericana Amundsen-Scott,
durante el invierno polar (la aurora duró casi seis meses).
El Sol, situado a 150 millones de km de la Tierra, está emitiendo
continuamente partículas. Ese flujo de partículas constituye el denominado
viento solar. La superficie del Sol o fotosfera se encuentra a unos 6000 °C; sin
embargo, cuando se asciende en la atmósfera del Sol hacia capas superiores
la temperatura aumenta en vez de disminuir, tal y como la intuición nos
sugeriría. La temperatura de la corona solar, la zona más externa que se
puede apreciar a simple vista sólo durante los eclipses totales de Sol, alcanza
temperaturas de hasta 3 millones de grados. Al ser la presión en la superficie
del Sol mayor que en el espacio vacío, las partículas cargadas que se
encuentran en la atmósfera del Sol tienden a escapar y son aceleradas y
canalizadas por el campo magnético del Sol, alcanzando la órbita de la Tierra
y más allá. Existen fenómenos muy energéticos, como las fulguraciones o las
eyecciones de masa coronal que incrementan la intensidad del viento solar.
Las partículas del viento solar viajan a velocidades desde 300 a 1000 km/s, de
modo que recorren la distancia Sol-Tierra en aproximadamente dos días. En
las proximidades de la Tierra, el viento solar es deflactado por el campo
magnético de la Tierra o magnetósfera. Las partículas fluyen en la
magnetosfera de la misma forma que lo hace un río alrededor de una piedra
o de un pilar de un puente. El viento solar también empuja a la magnetosfera
y la deforma de modo que en lugar de un haz uniforme de líneas de campo
3. magnético como las que mostraría un imán imaginario colocado en dirección
norte-sur en el interior de la Tierra, lo que se tiene es una estructura alargada
con forma de cometa con una larga cola en la dirección opuesta al Sol. Las
partículas cargadas tienen la propiedad de quedar atrapadas y viajar a lo
largo de las líneas de campo magnético, de modo que seguirán la trayectoria
que le marquen éstas. Las partículas atrapadas en la magnetosfera colisionan
con los átomos y moléculas de la atmósfera de la Tierra, típicamente oxígeno
(O), nitrógeno (N) atómicos y nitrógeno molecular (N2) que se encuentran en
su nivel más bajo de energía, denominado nivel fundamental. El aporte de
energía proporcionado por las partículas perturba a esos átomos y moléculas,
llevándolos a estados excitados de energía. Al cabo de un tiempo muy
pequeño, del orden de las millonésimas de segundo o incluso menor, los
átomos y moléculas vuelven al nivel fundamental, y devuelven la energía en
forma de luz. Esa luz es la que vemos desde el suelo y denominamos auroras.
Las auroras se mantienen por encima de los 95 km porque a esa altitud la
atmósfera, aunque muy tenue, ya es suficientemente densa para que los
choques con las partículas cargadas ocurran tan frecuentemente que los
átomos y moléculas están prácticamente en reposo. Por otro lado, las
auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km porque a esa altura
la atmósfera es demasiado tenue –poco densa- para que las pocas colisiones
que ocurren tengan un efecto significativo.
Se le llama aurora boreal cuando se observa este fenómeno en el hemisferio
norte y aurora austral cuando es observado en el hemisferio sur. No hay
diferencias entre ellas.