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La Montaña 17 julio 2014 - El Niño
1. La Montaña, 17 de julio de 2014.
Mis queridas semillas,
Voy a compartir con vosotras una historia muy bonita.
Unos padres le dijeron a su hijo “Te hemos cambiado de escuela y
te mandamos a una ciudad muy grande, pero está lejos, está cerca de
nuestro país, pero es otro”. El niño miró a sus padres y dijo “Bueno yo
preferiría estar aquí” “Es que esa escuela es excelente y podrás estudiar
muy bien” “Me añoraré y me sentiré solo” “¡No! Ya verás encontrarás
amigos.
Los padres acompañaron a su hijo a otro país cercano y otras
ciudades, el niño al llegar sonrió, estuvo contento, le gustaba la escuela,
las matemáticas, tooodas las materias; así que pronto empezó a adaptarse.
Un día escuchó que había un niño de la India, de donde él era y su
curiosidad dijo “¡Uy! Qué alegría ya no estaré solo, podré tener alguien
que me comprenderá y es de mi país”. Indagó un poco más y le dijeron “Sí
es del pueblo de la Puebla” “¡Ay igual que yo, es de mi mismo pueblo!” el
niño estaba cada vez más contento y feliz, pues era increíble, tan lejos
encontrar alguien del mismo lugar que él para poder compartir y jugar,
entablar una amistad. Más tarde le dijeron el nombre y el apellido “¡Es
increíble” contestó el niño “No me lo puedo creer! Se llama igual que yo y
tiene mi misma edad ¡Es increíble! Tengo que conocerlo” no había niño
más feliz que él, por haber encontrado, casualidad del destino.
Entonces fue corriendo, corriendo, corriendo y llamó a la puerta
del su profesor “¡Señor profesor, señor
profesor, vengo a comunicarle algo!” “¿Qué
pasa Gustavo?” “Señor profesor, no puede
imaginarse la alegría que tengo” “Y ¿por
qué?” “De conocerme a mí mismo” “¿Cómo
dices?” “Vengo de conocerme a mí mismo”, el
niño cada vez más sonreía y sus ojos brillaban
como las estrellas.
Sí mis queridas estrellas, habéis oído
bien, no hay nada mejor que conocerse a uno mismo y cuando uno se
conoce salta de alegría, se tranquiliza.
2. Piensa que siendo de tu mismo pueblo, de tu misma edad y
llamándose igual que tú, ya has logrado lo que antes estabas perdido y no
sabías donde ir.
Mis semillas, sentaros un momento como Servidora hoy aquí en la
Montaña y contemplar bien que sois únicos, a parte entera, sois
irrepetibles, extraordinarios, crecer como esos pinos, siempre escuchando
a vuestros ángeles y creciendo minuto a minuto vuestra Fe en Dios.
Esta historia es la de todos los humanos, la de tooodos nosotros,
admiramos al vecino creyendo que es más grande, más bonito o mejor, si
nos diéramos la pena de mirarnos antes a nosotros, comprenderíamos qué
estrellas más grandes sois y qué corazón tenéis.
Continuamos oyendo esos cantos de los pájaros que tantas cosas
nos comunican y tan pocas comprendemos ¿Serán ellos que no hablan
nuestro idioma o seremos nosotros que no comprendemos el suyo? Se
levantan muy tempranito, buscan la comida y trabajan para hacer su nido,
procrean y tienen hijos, les dan de comer y los cuidan, esperan que sean
adultos para que vuelen de sus nidos y ellos retardan el tiempo que les
queda para emprender el último viaje.
¿Qué será? ¿Son diferentes de nosotros?
Quizás el satélite que utilizan ellos para la
comunicación es más ligero que el nuestro, puede
ser, lo que siempre recordaré es la alegría que nos
transmiten, sus ojitos brillantes y la belleza de sus
plumas. ¿Qué será que no comprendí? El tiempo
me lo dirá.
Mis semillas, no os quedéis sin saber todas esas preguntas que
tanto necesitáis, ir siempre con la Verdad, no busquéis, la Luz ya la
tenéis, no busquéis el Amor pues vuestro corazón está ya más que lleno,
sólo una palabra Creer que existe y ahí está la respuesta.
Con todo mi amor,
La Jardinera